AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ya no más...*Privado*
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Ya no más...*Privado*
Recuerdo del primer mensaje :
¿Cómo me las arreglé para llegar hasta aquí? No sabía, lo único que recordaba era estar huyendo de aquel monstruo, aquel que creía ser una divinidad y que me estaba haciendo un gran favor al fijarse en mi. Si cerraba los ojos podía recordar con total claridad la maldad, la ira, ese odio que no entendí en sus miradas y acciones. No podía llegar a comprender a un ser de ese tipo, simplemente estaba fuera de toda lógica un comportamiento tan violento dirigido a alguien a quien no conocía. Era un demonio, un ser despreciable, alguien carente de escrúpulos y cargado de maldad. Nunca en mi vida me había cruzado con alguien tan cruel, ni siquiera aquel gitano que hace un tiempo intentó matarme podía compararsele al sujeto del huia, al menos aquel era capaz de decir sus inenciones de manera directa, este en cambio había tratado de embaucarme-cómo si fuera tan crédula-con palabras dulces y al ver que no era posible engañarme había decido usar la fuerza para lograr su propósito.
Miré mis manos, tenía una uña rota por el forcejeo. No era tan sencillo que quisiera tomar vetaja de mi y al menos le hice daño, claro esto solo contribuyó para asuzar su locura, y la violencia se convirtió en su principal acto. Gritar no fué una opción para mi, ya que se encargó de cubrir mi boca con una mano que fué reemplazada por un trozo de mi propia ropa, razgada con una facilidad que pareció que rompía el papel más fino. A pesar de esto, tenía la garganta dolorida, quizás por los sollozos que intenté ahogar cuando estaba a punto de darme por vencida. De no haber encontrado aquella piedra cerca a mis manos, probablemente no habría salido con vida de esto. Un gemido ahogado salió de sus labios mientras su cuerpo caia inerte sobre mi. De alguna manera me las arreglé para salir de ahí, y echar a correr hasta que sentí que no daba más y ahí...me desmayé.
Levanté la cabeza, tratando de ver algo; pero mi visión alcanzaba apenas hasta mis pies. Evaluar los daños que sufrí por causa de las ramas de los árboles mientras me internaba en el bosque no me era posible. Debí haber estado mucho tiempo inconciente, pues ya la luz del día hacia rato que se había extinguido y al estar lejos de la ciudad, solo la luna que se asomaba por entre las nubes me servía como guía. Traté de ponerme en pie, pero solo logré chillar al sentir un dolor punzante en mi costado. Apretando los labios, llevé una de mis manos hasta allí y con total claridad pude sentirla la tibia humedad que desprendía mi cuerpo y aunque me esforcé en recordar en qué momento logré herirme o que me hirieran de esa manera no lograba recordarlo. Me volví a dejar caer en la hierba, no tenía la fuerza ni el ánimo pra ponerme de pie y buscar ayuda, si tenía algo de suerte no tardaría en quedar inconciente de nuevo y quien sabe quizás morir...ahora ya poco me interesaba luchar, estaba exahusta...
Miré mis manos, tenía una uña rota por el forcejeo. No era tan sencillo que quisiera tomar vetaja de mi y al menos le hice daño, claro esto solo contribuyó para asuzar su locura, y la violencia se convirtió en su principal acto. Gritar no fué una opción para mi, ya que se encargó de cubrir mi boca con una mano que fué reemplazada por un trozo de mi propia ropa, razgada con una facilidad que pareció que rompía el papel más fino. A pesar de esto, tenía la garganta dolorida, quizás por los sollozos que intenté ahogar cuando estaba a punto de darme por vencida. De no haber encontrado aquella piedra cerca a mis manos, probablemente no habría salido con vida de esto. Un gemido ahogado salió de sus labios mientras su cuerpo caia inerte sobre mi. De alguna manera me las arreglé para salir de ahí, y echar a correr hasta que sentí que no daba más y ahí...me desmayé.
Levanté la cabeza, tratando de ver algo; pero mi visión alcanzaba apenas hasta mis pies. Evaluar los daños que sufrí por causa de las ramas de los árboles mientras me internaba en el bosque no me era posible. Debí haber estado mucho tiempo inconciente, pues ya la luz del día hacia rato que se había extinguido y al estar lejos de la ciudad, solo la luna que se asomaba por entre las nubes me servía como guía. Traté de ponerme en pie, pero solo logré chillar al sentir un dolor punzante en mi costado. Apretando los labios, llevé una de mis manos hasta allí y con total claridad pude sentirla la tibia humedad que desprendía mi cuerpo y aunque me esforcé en recordar en qué momento logré herirme o que me hirieran de esa manera no lograba recordarlo. Me volví a dejar caer en la hierba, no tenía la fuerza ni el ánimo pra ponerme de pie y buscar ayuda, si tenía algo de suerte no tardaría en quedar inconciente de nuevo y quien sabe quizás morir...ahora ya poco me interesaba luchar, estaba exahusta...
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 29/03/2011
Re: Ya no más...*Privado*
Vale, entendía a lo que se refería pero me costaba mucho más controlar estos nuevos instintos y actuar acorde a lo que intentaba enseñarme. Todo ello tenía mucha lógica, sobre todo si planeaba "vivir" mucho tiempo siendo un vampiro. Estaba conciente de que si me exponía mucho me pondría en evidencia y solo sería cuestión de tiempo para que terminara con una estaca en el pecho; eso claro si eran ciertos esos rumores sobre los "cazadores de vampiros" que escuché en una ocasión y que no tomé sino, como una historia tonta. A estas alturas cualquier cosa podía ser posible, así que más valía que me informara de todo aquello que pudiera afectar mi existencia en un futuro. Sobre todo porque no podía depender de nadie, y menos poner ese compromiso sobre Max, él no se merecía ello. Tendría que aprender lo necesario para sobrevivir por mi cuenta y quizás alguna vez en el futuro poder llevar una vida normal...era irónico como ahora iba a verme limitada por la luz de sol que amaba tanto, pero si entendía bien, mi nuevo yo no sería capaz de resistir una exposición prolongada bajo los rayos de este.
Solo con un esfuerzo enorme fuí capaz de resistir la tentación de lamer esa gota de sangre que acercó a mi. El aroma embriagador me invitaba a hacerlo y era dificil negarse a ello. Cerré los ojos un instante imaginando lo que pensarían y sentirían mis padres si me vieran en esta situación, si bien aquello me entristeció también sirvió para poder guardar la compostura. Solo esperaba que Max no me pusiera a prueba de manera muy frecuente, no me sentía capaz de hacerlo...
...
Unos días después del cambio aún me seguían asombrando todo aquello que era capaz de percibir, los sonidos eran más claro y mi visión precisa. Claro además de otras cosas que antes no poseía. Hasta ahora el asunto de la alimentación era lo que me alteraba más. Mi autocontrol había mejorado, pero no lo que desearía. Me frustraba la facilidad con que cedía a la tentación, pero al menos resistía unos pocos minutos antes de lanzarme a mi víctima con precipitación; si bien el tener a Max como apoyo constante servía para poder contenerme, seguía siendo complicado el caminar entre la gente pretendiendo no oir el latido de sus corazones ni la sangre correr por sus venas. Podía manejar el "entrenamiento" al que me sometía cada noche, pero no el deseo por la sangre, estaba segura de que eso me iba a cotrolar por un buen tiempo más...y lo que más me preocupaba eran los problemas que podían acarrear a Max, no quería que se la pasara limpiando mis desastres...
-Si!-Sonreí ampliamente una vez terminado el paseo por el centro de la ciudad en compañía de mi conversor. Logré controlar mis impulsos hasta el punto de interactuar con algunos viandantes. Compré un par de cosas incluso. Ok, no fué gran cosa, pero con todo lo que estaba pasando ante este cambio cualquier avance lo consideraba como uno grande.
Solo con un esfuerzo enorme fuí capaz de resistir la tentación de lamer esa gota de sangre que acercó a mi. El aroma embriagador me invitaba a hacerlo y era dificil negarse a ello. Cerré los ojos un instante imaginando lo que pensarían y sentirían mis padres si me vieran en esta situación, si bien aquello me entristeció también sirvió para poder guardar la compostura. Solo esperaba que Max no me pusiera a prueba de manera muy frecuente, no me sentía capaz de hacerlo...
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Unos días después del cambio aún me seguían asombrando todo aquello que era capaz de percibir, los sonidos eran más claro y mi visión precisa. Claro además de otras cosas que antes no poseía. Hasta ahora el asunto de la alimentación era lo que me alteraba más. Mi autocontrol había mejorado, pero no lo que desearía. Me frustraba la facilidad con que cedía a la tentación, pero al menos resistía unos pocos minutos antes de lanzarme a mi víctima con precipitación; si bien el tener a Max como apoyo constante servía para poder contenerme, seguía siendo complicado el caminar entre la gente pretendiendo no oir el latido de sus corazones ni la sangre correr por sus venas. Podía manejar el "entrenamiento" al que me sometía cada noche, pero no el deseo por la sangre, estaba segura de que eso me iba a cotrolar por un buen tiempo más...y lo que más me preocupaba eran los problemas que podían acarrear a Max, no quería que se la pasara limpiando mis desastres...
-Si!-Sonreí ampliamente una vez terminado el paseo por el centro de la ciudad en compañía de mi conversor. Logré controlar mis impulsos hasta el punto de interactuar con algunos viandantes. Compré un par de cosas incluso. Ok, no fué gran cosa, pero con todo lo que estaba pasando ante este cambio cualquier avance lo consideraba como uno grande.
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 912
Fecha de inscripción : 29/03/2011
Re: Ya no más...*Privado*
El vampiro quedó gratamente sorprendido ante el control de la muchacha. En tan poco tiempo conseguir desaprovechar una gota de sangre era un gran logro. También es cierto que antes ya le había dado suficiente sangre como para controlarse mínimamente, mas aun así era un gran paso. A pesar de ello le habría encantado que lamiese el dedo y tal vez lo chupase; una simple fantasía de un vampiro al observar a la bella joven que aquella noche había caido entre sus brazos. No tardó mucho más en darle el resto del día, más bien noche, para asimilar todo lo que le había pedido, que era un principio y un mucho mas tenía grandes esperanzas depositadas en aquella joven. Sería una gran vampiresa si seguía así. Lo veía, lo presentía y le gustaba a Máximus.
El resto de la noche lo dedicó a vigilarla dándole libertad. Ocultar los cadaveres y asear la cabaña minimamente. Podía ser un asesino sádico y un violador las noches más extrañas, pero no era un mal anfitrión y menos para una de las pocas personas que habían conseguido que él las convirtiese, por no decir la única, al borde de la muerte, para darles una segunda oportunidad.
---
Días después.
---
Tras una de las grandes pruebas, controlar sus impulsos en un lugar atestado de gente con mil y un posibles puntos de despiste y atención, volvíamos hacia el bosque, hacia la cabaña en la que el entrenamiento de Évani tenía lugar. Su color pálido ya era homogéneo y parecía haberse aclimatado perfectamente a la frialdad de su nuevo ser. Parecía controlar mucho mejor sus sentidos a pesar de faltarle todavía cierto autocontrol. En cierto modo había superado su barrera moral a la hora de matar semejantes pero Máximus siempre se veía en la tesitura de ponerla en el extremo, en el momento que es la sed o ella. De cualquier modo, la joven había aprendido rápido, como se espera de un buen alumno, y por eso Máximus le había cogido cierto cariño. Le tenía algo preparado precisamente por eso. El viaje a la ciudad no era sino el principio de la prueba. El vampiro no quería que ella viese a la familia que cada mes paseaba por el bosque pasando a un escaso kilómetro de la cabaña. El final de la prueba sería ver como era capaz de matar sin dudar, cosa que ya había hecho alguna vez en esos días y por las que Máximus había tenido que correr con urgencia a arreglar los desaguisados, seleccionar sus presas y evitar cabos sueltos.
"Es un placer conocer que os ha sentado bien este paseo mas espero que sea de vuestro agrado el final del mismo. En el tenéis una dificil prueba mas si la pasáis con soltura me habréis demostrado que estáis prácticamente lista para convertiros en un vampiro libre."
En el fondo detestaba la idea de que ella se marchase mas debía ser duro e inflexible, aceptar que si era apta para seguir su vida solo la reclamaría como convertida en momentos muy especiales. Y todo se decidiría en pocos minutos, por lo que requirió las bolsas de los objetos comprados por ella para darle mayor libertad.
"Estad preparada pues debéis rastrear, encontrar y demostrarme que sois autosuficiente."
De ahí a diez minutos encontrarían a la pequeña familia. Un hombre mayor, con una cierta cojera, que debía ser el abuelo y que llevaba un bastón. Una pareja más joven formada por un hombre fuerte y una joven enamorada. Y, finalmente, un pequeño crío de unos siete años que prestaba más atencion a las mariposas que a los consejos y enseñanzas de sus padres. ¿Qué haría Évani al verlos? ¿Asustarse, atacarlos sin piedad hasta la muerte? ¿O, tal vez, los inmovilizaría para más tarde? ¿Haría algo especial que sorprendiese a Máximus o haría una mezcla de lo anteriormente descrito? El vampiro no podía estar más expectante. Si todo salía bien ella sería casi una vampiresa de pleno derecho y, de paso, él se libraría de la única molestia de aquella zona, la familia que en varias ocasiones estuvo a punto de descubrir su guarida.
El resto de la noche lo dedicó a vigilarla dándole libertad. Ocultar los cadaveres y asear la cabaña minimamente. Podía ser un asesino sádico y un violador las noches más extrañas, pero no era un mal anfitrión y menos para una de las pocas personas que habían conseguido que él las convirtiese, por no decir la única, al borde de la muerte, para darles una segunda oportunidad.
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Días después.
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Tras una de las grandes pruebas, controlar sus impulsos en un lugar atestado de gente con mil y un posibles puntos de despiste y atención, volvíamos hacia el bosque, hacia la cabaña en la que el entrenamiento de Évani tenía lugar. Su color pálido ya era homogéneo y parecía haberse aclimatado perfectamente a la frialdad de su nuevo ser. Parecía controlar mucho mejor sus sentidos a pesar de faltarle todavía cierto autocontrol. En cierto modo había superado su barrera moral a la hora de matar semejantes pero Máximus siempre se veía en la tesitura de ponerla en el extremo, en el momento que es la sed o ella. De cualquier modo, la joven había aprendido rápido, como se espera de un buen alumno, y por eso Máximus le había cogido cierto cariño. Le tenía algo preparado precisamente por eso. El viaje a la ciudad no era sino el principio de la prueba. El vampiro no quería que ella viese a la familia que cada mes paseaba por el bosque pasando a un escaso kilómetro de la cabaña. El final de la prueba sería ver como era capaz de matar sin dudar, cosa que ya había hecho alguna vez en esos días y por las que Máximus había tenido que correr con urgencia a arreglar los desaguisados, seleccionar sus presas y evitar cabos sueltos.
"Es un placer conocer que os ha sentado bien este paseo mas espero que sea de vuestro agrado el final del mismo. En el tenéis una dificil prueba mas si la pasáis con soltura me habréis demostrado que estáis prácticamente lista para convertiros en un vampiro libre."
En el fondo detestaba la idea de que ella se marchase mas debía ser duro e inflexible, aceptar que si era apta para seguir su vida solo la reclamaría como convertida en momentos muy especiales. Y todo se decidiría en pocos minutos, por lo que requirió las bolsas de los objetos comprados por ella para darle mayor libertad.
"Estad preparada pues debéis rastrear, encontrar y demostrarme que sois autosuficiente."
De ahí a diez minutos encontrarían a la pequeña familia. Un hombre mayor, con una cierta cojera, que debía ser el abuelo y que llevaba un bastón. Una pareja más joven formada por un hombre fuerte y una joven enamorada. Y, finalmente, un pequeño crío de unos siete años que prestaba más atencion a las mariposas que a los consejos y enseñanzas de sus padres. ¿Qué haría Évani al verlos? ¿Asustarse, atacarlos sin piedad hasta la muerte? ¿O, tal vez, los inmovilizaría para más tarde? ¿Haría algo especial que sorprendiese a Máximus o haría una mezcla de lo anteriormente descrito? El vampiro no podía estar más expectante. Si todo salía bien ella sería casi una vampiresa de pleno derecho y, de paso, él se libraría de la única molestia de aquella zona, la familia que en varias ocasiones estuvo a punto de descubrir su guarida.
Max de Vectis- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/01/2012
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Re: Ya no más...*Privado*
Me sentía satisfecha conmigo misma, haber paseado un tiempo considerable entre los humanos sin haber roto algún cuello de manera accidental o haber mordido al primero que se me cruzara. Si bien no fué lo más sencillo por hacer, al darme cuenta de que era capaz de resistirme a la tentación que representaba el percibir la sangre corriendo a través de sus venas y el latir de sus corazones; me fué posible el imponerme a mis instintos. Aparentemente mi fuerza de voluntad era más fuerte de lo que creía. Lo único que tenía que hacer ahora era mantenerme bajo control y no bajar la guardia en ningún momento. Max me estaba dando más espacio para poder desenvolverme, o quizás fuera que ya estaba cansado de hacer de mi niñera y limpiar cada metida de pata mía. Lo comprendía y por eso me esforzaba más.
Al principio sus palabras me desconcertaron. ¿En verdad creía que estaba lista para enfrentarme a mi nueva naturaleza por mi misma? Yo no lo creia así. Apenas me sentía capaz de sobrevivir a la noche presente con su supervisión, pero no me atreví a expresar en voz alta mis temores. ¿Cómo decirle que no me sentía preparada para sobrevivir por mi cuenta? Ya me podía imaginar siendo presa del primer cazador que se cruzara en mi camino. Podía tener fortaleza física, ellos en cambio tenían experiencia y manejaban armas capaces de causarme daño. Evité mirar al hombre que me acompañaba, no quería que adivinara lo que pasaba por mi mente. Ese miedo me iba a tocar enfrentar por mi misma.
"Autosuficiente" había dicho. Respiré profundamente tratando de encontrar aquello que me indicaba. No tenía miedo de que era lo que debía buscar, aún así me concentré. Cerré los ojos para mantener cualquier distracción visual alejada. Uhmmm...pude percibir claramente el latido de unos corazones un poco más adelante, por el sendero que pasaba junto a la casa que por lo pronto era mi hogar. Podía notar con total nitidez el aroma que emanaba de cada uno de ellos. Tres adultos y un pequeño. ¿Una niño? Mis ojos se abrieron inmediatamente alarmada por lo que aquello implicaba. Ya la sed quemaba con fuerza en mi garganta, mis instintos se habían disparado al apenas encontrarles. ¿Pero realmente podía terminar con la vida de un niño? Tragué con dificultad mirando con fijeza a Max, en este momento ya no me importaba que creyera que estaba aterrorizada o que era un completo fiasco.
-¿Quiere que...?-Mi pregunta quedó inconclusa y llevé una mano a mi garganta. Mi mente, mi cuerpo me impelía a correr sobre esos infelices y saciar mi apetito. Un ronco gruñido escapó de mi garganta, rayando en lo salvaje, conforme los humanos se acercaban más. Mi cuerpo se agazapó rápidamente y aceché silenciosamente a los paseantes. Se veían tan tranquilos, ignorantes de lo que estaba a punto de sucederles. Armé mi plan te ataque en mi mente. El niño sería el primero, así no sufriría al ver a sus seres queridos morir, luego el hombre joven quien era el que más resistencia opondría, luego la mujer y finalmente el anciano. Cuatro víctimas. Uhmm...tal vez no debería matarlos a todos, con dos de ellos tendría suficiente para alimentarme hoy. Lo medité unos segundos. Bien, la mujer y el anciano sobrevivirían al ataque, los dejaría inconcientes y los encerraría en un lugar cercano hasta la noche siguiente. Una vez trazado el plan, solo fué cuestión de minutos llevarlo a cabo.
Saciada mi sed y volviendo a recuperar el razocinio, miré con vergüenza y horror el daño causado. Los cuerpos desmadejados del niño y del hombre se encontraban a mis pies, completamente líbidos. Los otros dos se encontraban algo más alejados, pero en estado de inconciencia. Mierda! ¿En qué clase de mosntruo me había convertido? Con una mano en mi boca ahogué un sollozo y me dejé caer junto a aquellos cuerpos inertes, prueba de que mi nuevo yo, era cruel y destructor...
Al principio sus palabras me desconcertaron. ¿En verdad creía que estaba lista para enfrentarme a mi nueva naturaleza por mi misma? Yo no lo creia así. Apenas me sentía capaz de sobrevivir a la noche presente con su supervisión, pero no me atreví a expresar en voz alta mis temores. ¿Cómo decirle que no me sentía preparada para sobrevivir por mi cuenta? Ya me podía imaginar siendo presa del primer cazador que se cruzara en mi camino. Podía tener fortaleza física, ellos en cambio tenían experiencia y manejaban armas capaces de causarme daño. Evité mirar al hombre que me acompañaba, no quería que adivinara lo que pasaba por mi mente. Ese miedo me iba a tocar enfrentar por mi misma.
"Autosuficiente" había dicho. Respiré profundamente tratando de encontrar aquello que me indicaba. No tenía miedo de que era lo que debía buscar, aún así me concentré. Cerré los ojos para mantener cualquier distracción visual alejada. Uhmmm...pude percibir claramente el latido de unos corazones un poco más adelante, por el sendero que pasaba junto a la casa que por lo pronto era mi hogar. Podía notar con total nitidez el aroma que emanaba de cada uno de ellos. Tres adultos y un pequeño. ¿Una niño? Mis ojos se abrieron inmediatamente alarmada por lo que aquello implicaba. Ya la sed quemaba con fuerza en mi garganta, mis instintos se habían disparado al apenas encontrarles. ¿Pero realmente podía terminar con la vida de un niño? Tragué con dificultad mirando con fijeza a Max, en este momento ya no me importaba que creyera que estaba aterrorizada o que era un completo fiasco.
-¿Quiere que...?-Mi pregunta quedó inconclusa y llevé una mano a mi garganta. Mi mente, mi cuerpo me impelía a correr sobre esos infelices y saciar mi apetito. Un ronco gruñido escapó de mi garganta, rayando en lo salvaje, conforme los humanos se acercaban más. Mi cuerpo se agazapó rápidamente y aceché silenciosamente a los paseantes. Se veían tan tranquilos, ignorantes de lo que estaba a punto de sucederles. Armé mi plan te ataque en mi mente. El niño sería el primero, así no sufriría al ver a sus seres queridos morir, luego el hombre joven quien era el que más resistencia opondría, luego la mujer y finalmente el anciano. Cuatro víctimas. Uhmm...tal vez no debería matarlos a todos, con dos de ellos tendría suficiente para alimentarme hoy. Lo medité unos segundos. Bien, la mujer y el anciano sobrevivirían al ataque, los dejaría inconcientes y los encerraría en un lugar cercano hasta la noche siguiente. Una vez trazado el plan, solo fué cuestión de minutos llevarlo a cabo.
Saciada mi sed y volviendo a recuperar el razocinio, miré con vergüenza y horror el daño causado. Los cuerpos desmadejados del niño y del hombre se encontraban a mis pies, completamente líbidos. Los otros dos se encontraban algo más alejados, pero en estado de inconciencia. Mierda! ¿En qué clase de mosntruo me había convertido? Con una mano en mi boca ahogué un sollozo y me dejé caer junto a aquellos cuerpos inertes, prueba de que mi nuevo yo, era cruel y destructor...
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 29/03/2011
Re: Ya no más...*Privado*
No la siguió, no la ayudó, tan solo dejó que sus ojos vagasen por el horizonte en el que ella bailaría su danza mortal. No quería saber que haría, ni siquiera trató de preguntarle como tenía pensado hacerlo, simplemente dejó que sucediera. Ella, la joven Évani, debía aceptar su nueva condición y, por tanto, debía hacerlo a solas. Su mente debía aceptar que su nueva vida era aquella y que ya no era una humana, es más, la humana murió en brazos de quien ahora la mandaba a acabar con la vida e ilusiones de una familia. Algo que le gustó fue ver como sin pensarlo, aunque tal vez con demasiado ímpetu para lo que Máximus quería, se lanzaba a su tarea. Estaba seguro de que en ese momento, la mente de Évani trabajaba con furia, con velocidad, pensando en sus palabras y en como realizarlas mientras luchaba en contra de la sed apremiante, punto débil de todo vampiro.
Cruzó sus brazos, aspiró el aroma de la sangre y en poco tiempo todo había sucedido. Dos muertos, dos vivos. Un sabia elección. La mujer y el viejo. Tal vez Máximus habría hecho otra pero cada uno tiene sus motivos y ella debía vivir con sus elecciones. No se acercó inmediatamente, quería que, tras saciar su sed, recuperase la cordura y se diese cuenta de lo sucedido. Ello le diría si estaba preparada o no.
No lo estaba. Tras un trabajo como aquél debería moverse rápido, cargar los cuerpos y escapar. Al menos hasta que no fuese lo suficientemente capaz de ocultar sus emociones o enfrentarse a lo que pudiese acecharla. Se acercó como flotando a ella pero no le hizo caso. Cogió el cuerpo del anciano colocándoselo sobre un hombro y el de la mujer bajo el brazo contrario.
"Deberíais ocultarlos. Hay una madriguera abandonada junto a vos. Ocultad ahí los cuerpos, tapad la entrada si deseáis que sea un entierro digno. Habéis elegido bien pero todavía no os habéis separado de vuestra... humanidad. Pronto, muy pronto, pero no aún. Daos prisa en ocultarlos y seguidme, debemos avanzar."
Empezó a caminar hacia la cabaña con ambos cuerpos.
"No olvidéis coger vuestras bolsas de nuevo."
Fue cuanto dijo, y sin mirarla, mientras se encaminaba hacia el hogar. Había esperado mucho de ella y mucho había recibido. Tal vez había esperado de más pero veía grandes avances y estaba seguro de que sería una gran vampiresa en algún momento, a pesar de tener que ser una muy buena aprendiz con anterioridad. Cuando ella llegó a su lado preguntó:
"Quiero que me digáis que habéis sentido antes de empezar y al acabar. ¿Qué pasó por vuestra mente? ¿Qué vistéis? ¿Os sentisteis en otro mundo y luego volviendo a este? Necesito saberlo todo y no me mintáis en ningún aspecto, solo os perjudicaría a vos la mentira."
Cruzó sus brazos, aspiró el aroma de la sangre y en poco tiempo todo había sucedido. Dos muertos, dos vivos. Un sabia elección. La mujer y el viejo. Tal vez Máximus habría hecho otra pero cada uno tiene sus motivos y ella debía vivir con sus elecciones. No se acercó inmediatamente, quería que, tras saciar su sed, recuperase la cordura y se diese cuenta de lo sucedido. Ello le diría si estaba preparada o no.
No lo estaba. Tras un trabajo como aquél debería moverse rápido, cargar los cuerpos y escapar. Al menos hasta que no fuese lo suficientemente capaz de ocultar sus emociones o enfrentarse a lo que pudiese acecharla. Se acercó como flotando a ella pero no le hizo caso. Cogió el cuerpo del anciano colocándoselo sobre un hombro y el de la mujer bajo el brazo contrario.
"Deberíais ocultarlos. Hay una madriguera abandonada junto a vos. Ocultad ahí los cuerpos, tapad la entrada si deseáis que sea un entierro digno. Habéis elegido bien pero todavía no os habéis separado de vuestra... humanidad. Pronto, muy pronto, pero no aún. Daos prisa en ocultarlos y seguidme, debemos avanzar."
Empezó a caminar hacia la cabaña con ambos cuerpos.
"No olvidéis coger vuestras bolsas de nuevo."
Fue cuanto dijo, y sin mirarla, mientras se encaminaba hacia el hogar. Había esperado mucho de ella y mucho había recibido. Tal vez había esperado de más pero veía grandes avances y estaba seguro de que sería una gran vampiresa en algún momento, a pesar de tener que ser una muy buena aprendiz con anterioridad. Cuando ella llegó a su lado preguntó:
"Quiero que me digáis que habéis sentido antes de empezar y al acabar. ¿Qué pasó por vuestra mente? ¿Qué vistéis? ¿Os sentisteis en otro mundo y luego volviendo a este? Necesito saberlo todo y no me mintáis en ningún aspecto, solo os perjudicaría a vos la mentira."
Max de Vectis- Vampiro Clase Alta
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Re: Ya no más...*Privado*
Me costaba asimilar la facilidad con que me movía para acabar con la vida de otros, solo me había llevado unos pocos minutos pensar en un plan y otros pocos ejecutarlos. Lo recordaba todo a la perfección, cada quejido, cada latido, cada sollozo...no iba a poder borrarlos de mi mente, como en las anteriores ocasiones. ¿Iba a poder vivir así? ¿Tendría el valor de seguir tomando la esencia de los demás para no desfallecer? No estaba segura. Mi confianza en la decisión tomada se tambaleaba en momentos como estos. Los remordimientos me iban a acompañar el resto de mi vida inmortal, a menos que aprendiera a dominar esos sentimientos de culpa que me embargaban. Creía que eso era cuestión de tiempo... ¿Tiempo para insensibilizarme? ¿Para solo dejar salir los instintos?
Me sentía deprimida puesto que no le veía un buen futuro a este tipo de existencia, pero Max no me dejó seguir en ese lago de autocompasión. Lejos de sentarse conmigo a intentar de consolarme, hizo lo mejor para mi en ese momento, tratando de que actuara como se suponía que debiera hacer de acuerdo a lo que era ahora. La practicidad de sus actos hizo que dejara de lloriquear. Limpié con el dorso de mi mano las lágrimas de mis mejillas, si bien los hipidos de la llantina seguían, al verme obligada a moverme no se hacía más intensa. Busqué con la mirada la madriguera que indicaba. Era lo suficientemente grande como para guardar ambos cuerpos de la vista de los demás. Orando en mi mente y suplicando perdón a aquellos desafortunados, empecé a introducir uno a uno en aquel agujero. Cuando al fin lo logré, los cubrí con algunas rocas y maleza para disimular aquel sepulcro improvisado.
La caminata hacia la casa la hice en silencio, aún meditabunda. No sabía cómo debía sentirme ahora. Mi sed estaba aplacada, por lo mismo mi instinto asesino dominado de momento, eso dejaba que mi lado racional saliera a la superficie y pudiera analizar la situación mejor. Tomé mis bolsas casi por inercia tras su indicación y mantuve el ritmo que él imponía alcanzando su posición en unos instantes. Fruncí el ceño por su demanda. Pedía que analizara lo que había sentido. Una pequeña parte de mi temía que si le contaba sobre aquella ansia por la sangre que controló mis actos terminara por horrorizarle por la clase de persona que era ahora. Pero no tenía más opción, no podía y no quería mentirle ni ocultarle nada. Tomé un respiro profundo preparándome para hablar-Algo así. Parecía que algo más tomaba el control de lo que hacía. Ni siquiera he necesitado pensar mucho para saber lo que quería hacer y llevarlo a cabo. Por un momento no he sentido nada más que el ansia de saciar la sed que se hizo más demandante en cuanto mencionó lo que debía hacer a aquellas personas. Es como si el vampiro tomara el control y anulara cualquier pensamiento que pudiera nacer para detener su actuar, no he sentido nada de remordimiento o pena mientras me alimentaba. Eso vino después...-Suspiré quedándome callada. Ya habíamos llegado a la casa y me detuve antes de entrar-¿Don...dónde vas a ponerlos?-Pregunté haciendo referencia a los infelices que llevaba consigo.
Me sentía deprimida puesto que no le veía un buen futuro a este tipo de existencia, pero Max no me dejó seguir en ese lago de autocompasión. Lejos de sentarse conmigo a intentar de consolarme, hizo lo mejor para mi en ese momento, tratando de que actuara como se suponía que debiera hacer de acuerdo a lo que era ahora. La practicidad de sus actos hizo que dejara de lloriquear. Limpié con el dorso de mi mano las lágrimas de mis mejillas, si bien los hipidos de la llantina seguían, al verme obligada a moverme no se hacía más intensa. Busqué con la mirada la madriguera que indicaba. Era lo suficientemente grande como para guardar ambos cuerpos de la vista de los demás. Orando en mi mente y suplicando perdón a aquellos desafortunados, empecé a introducir uno a uno en aquel agujero. Cuando al fin lo logré, los cubrí con algunas rocas y maleza para disimular aquel sepulcro improvisado.
La caminata hacia la casa la hice en silencio, aún meditabunda. No sabía cómo debía sentirme ahora. Mi sed estaba aplacada, por lo mismo mi instinto asesino dominado de momento, eso dejaba que mi lado racional saliera a la superficie y pudiera analizar la situación mejor. Tomé mis bolsas casi por inercia tras su indicación y mantuve el ritmo que él imponía alcanzando su posición en unos instantes. Fruncí el ceño por su demanda. Pedía que analizara lo que había sentido. Una pequeña parte de mi temía que si le contaba sobre aquella ansia por la sangre que controló mis actos terminara por horrorizarle por la clase de persona que era ahora. Pero no tenía más opción, no podía y no quería mentirle ni ocultarle nada. Tomé un respiro profundo preparándome para hablar-Algo así. Parecía que algo más tomaba el control de lo que hacía. Ni siquiera he necesitado pensar mucho para saber lo que quería hacer y llevarlo a cabo. Por un momento no he sentido nada más que el ansia de saciar la sed que se hizo más demandante en cuanto mencionó lo que debía hacer a aquellas personas. Es como si el vampiro tomara el control y anulara cualquier pensamiento que pudiera nacer para detener su actuar, no he sentido nada de remordimiento o pena mientras me alimentaba. Eso vino después...-Suspiré quedándome callada. Ya habíamos llegado a la casa y me detuve antes de entrar-¿Don...dónde vas a ponerlos?-Pregunté haciendo referencia a los infelices que llevaba consigo.
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 912
Fecha de inscripción : 29/03/2011
Re: Ya no más...*Privado*
Aquello no era lo que Máximus esperaba. Tendría que haber avanzado un poco más, ya debía poder controlar al vampiro interior. Al menos al final lo había conseguido, un rayo de esperanza en todo aquello. Además, Máximus era demasiado rígido en aquél aspecto de enseñanza pero había que tener en cuenta la forma en que Évani había pasado a su mundo, una forma demasiado traumática como para acostumbrarse a un ritmo normal. Teniendo en cuenta como era ella antes, por pequeñas conversaciones mantenidas, le costaría más que a otro, ya de normal, hacerse a sus nuevas características.
"Al menos vino. Lo que quiero es haceros reconocer esas sensaciones para que os adelantéis a ellas. Encontrar la forma de que seais vos quien mantenga siempre el control a pesar de las necesidades y el descontrol que ocasiona el éxtasis. Debéis saber controlaros ante una gota de sangre, sobreponeros a la sed y las ansias. Os di esta vida porque vi algo en vos, espero que no me falléis."
Al fin habían llegado a la cabaña. Dejó los cuerpos en el pequeño porche y tomó un par de sogas y un par de pañuelos. Colocó los pañuelos en las bocas de los inconscientes, anciano y mujer, y los ató de pies y manos antes de volver a cargarlos como antes. Se encaminó a un lateral de la casa.
"No se si cuando seais libre volveremos a vernos más allá de cuando os necesite y os reclame pero no voy a soltar al mundo una criatura incontrolada e inestable. Los cuerpos los usaremos para las prácticas. Serán dificiles pero te ayudarán mucho en poco tiempo. Al menos una parte de ti se mantuvo alerta y solo mató para alimentarse, ese es el rayo de luz al que me agarro para tu salvación."
Al llegar al lateral de la casa se podían ver dos puertas en el suelo que llevaban a un sótano, le dije que abriese ella y que entrase. Dentro brillaban un par de candelabros y dos lámparas de vela. Fui al fondo del lugar para dejar los cuerpos sobre unos camástros de paja fresca antes de volver con ella para salir del sótano.
"Mañana empezarán tus clases de autocontrol. Ahora vamos a entrenar tu destreza en la lucha de nuevo."
Y allí, bajo la luz de la luna creciente, volvió a recordarle los movimientos y a enseñarle unos cuantos más.
***
Al anochecer bajó al sótano para dar de comer a los dos humanos atemorizados. Los sentó en dos sillas de madera y los volvió a atar amordazados. Frente a esas dos sillas puso otra, ésta de hierro forjado, y subió a la casa en busca de la durmiente Évani.
"Preciosa, despertad, es hora de mejorar."
"Al menos vino. Lo que quiero es haceros reconocer esas sensaciones para que os adelantéis a ellas. Encontrar la forma de que seais vos quien mantenga siempre el control a pesar de las necesidades y el descontrol que ocasiona el éxtasis. Debéis saber controlaros ante una gota de sangre, sobreponeros a la sed y las ansias. Os di esta vida porque vi algo en vos, espero que no me falléis."
Al fin habían llegado a la cabaña. Dejó los cuerpos en el pequeño porche y tomó un par de sogas y un par de pañuelos. Colocó los pañuelos en las bocas de los inconscientes, anciano y mujer, y los ató de pies y manos antes de volver a cargarlos como antes. Se encaminó a un lateral de la casa.
"No se si cuando seais libre volveremos a vernos más allá de cuando os necesite y os reclame pero no voy a soltar al mundo una criatura incontrolada e inestable. Los cuerpos los usaremos para las prácticas. Serán dificiles pero te ayudarán mucho en poco tiempo. Al menos una parte de ti se mantuvo alerta y solo mató para alimentarse, ese es el rayo de luz al que me agarro para tu salvación."
Al llegar al lateral de la casa se podían ver dos puertas en el suelo que llevaban a un sótano, le dije que abriese ella y que entrase. Dentro brillaban un par de candelabros y dos lámparas de vela. Fui al fondo del lugar para dejar los cuerpos sobre unos camástros de paja fresca antes de volver con ella para salir del sótano.
"Mañana empezarán tus clases de autocontrol. Ahora vamos a entrenar tu destreza en la lucha de nuevo."
Y allí, bajo la luz de la luna creciente, volvió a recordarle los movimientos y a enseñarle unos cuantos más.
***
Al anochecer bajó al sótano para dar de comer a los dos humanos atemorizados. Los sentó en dos sillas de madera y los volvió a atar amordazados. Frente a esas dos sillas puso otra, ésta de hierro forjado, y subió a la casa en busca de la durmiente Évani.
"Preciosa, despertad, es hora de mejorar."
Max de Vectis- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 28/01/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Ya no más...*Privado*
Decepción, frustración, vergüenza. Aquellos eran tan solo unos pocos de los sentimientos que me embargaban en ese momento. Ni siquiera era capaz de verle a la cara. Mi confianza estaba por los suelos debido a que actuaba como un animal salvaje, guiado solo por instintos y no por la lógica. Era consciente de que en algún momento Maximus, debía dejarme por mi cuenta y que si no lograba manejarme como debía entre las personas sería víctima fácil de los cazadores , pues ante el primer descuido me colocaría una diana sobre mi pecho. Tal vez eso no estaría tan mal, sobre todo si solo me iba a dedicar a asesinar personas inocentes que tuvieran la desgracia de cruzarse conmigo. Me sentía confundida, porque recordaba todo con tal claridad que me hacía cuestionarme el que no me reprimiera, al menos lo suficiente como para no matarlos, tal vez si tenia un lado perverso que hasta ahora me negué a mi misma...
Practica. Ahora me era necesaria pero dudaba que tuviera el valor que se necesitaba para llevarla a cabo. Completamente desanimada, escuché lo que él tenia que decirme siguiéndole en silencio hasta el sótano en donde dejó a las otras personas, tumbadas aún inconscientes. Su destino sería el mismo que el de sus familiares en poco tiempo. Sin nada que replicar al vampiro me movía tras él hacia el campo en que practicábamos lucha. Claro, como era de esperarse cometí muchos más errores que lo normal, puesto que mi mente se encontraba muy lejos de mis acciones. Esperé con resignación a sus llamadas de atención al respecto, pero al no llegar estas solo quería decir que él estaba muy molesto conmigo. Ya cerca del alba, dio por terminada la sesión, y aunque no lo quisiera la promesa de práctica no me abandonó durante todo el día por lo que mi descanso no fue tan reparador como esperaba.
Hacía poco que había logrado conciliar el sueño cuando oí la voz de Maximus despertándome. A duras penas reprimí el impulso de gruñirle algo para que me dejara dormir un poco más, sin embargo yo debía apresurarme para empezar esa suerte de ejercicios que mencionó la noche pasada. Mientras me incorporaba noté como la luz mortecina de la luna se colaba por las ventanas, solo necesitaba de unos minutos para arreglarme e iniciar con el ejercicio que plantearía. Caminé con él hacia el sótano, al ver las dos sillas me detuve de inmediato. Me volví ligeramente con un gesto interrogativo en el rostro, debido a que no entendía el motivo de lo que hacíamos en ese lugar. No me dió tiempo a formular una pregunta puesto que los humanos empezaron a despertar en aquel momento...
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 912
Fecha de inscripción : 29/03/2011
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