AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Rouge ~.Libre.~
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Rouge ~.Libre.~
No me gustan los juegos -Reclamo abriendo la mano mientras la gente le miraba con extrañeza solo unos pocos se atrevian a murmurar después de ser observados fijamente a los ojos por el brujo, las cosas no estaban saliendo con la perfeccion que siempre había procurado en cada una de sus visitas al mundo humano (aun cuando el tambien lo era) una niña habia robado uno de los ingredientes que más usaba para curar las heridas de la piel causadas por las quemaduras o los cortes, precisamente el dinero no le faltaba pero los especímenes humanos con los que experimentar...eso era otra cosa, habria sido normal para un hombre pedir aquesto a una niña insensata aun cuando la niña en cuestión era sino un alma en pena que aburrida de los siglos habia decidido molestar a alguien que le podía ver.
Aceptaba que los espiritus vagasen aunque nunca les respondía las preguntas que ellos deseaban prestar atención incluso los eliminaba con alguno de sus poderes creando nueva fama de exterminador entre los espiritus que parecían más llevar un diario de lo que hacía el que lo de verdaderamente importante. Tragó sus palabras sabiendo que los humanos más pequeños eran los que también más molestia ofrecian por eso el nunca tendría un hijo ni tampoco amantes e incluso se negaba para obtener el amor que todos anhelaban- Devuelvemelo Lirya
-Una sonrisa fría, saciada de orgullo infantil negó mientras las risas se volvían un eco desapareciendo todo por completo caminó el brujo hacia delante con el porte majestuosamente elegante que su clase tenía pero ella desapareció dejando que aquel bote cayese al suelo en un mohín de disgusto "solo es un juego" se escuchó decir a aquella voz "no eres divertido"- Pero no pretendo serlo -Su tono era paciente aunque tuvo que arrodillarse para tomar aquellas muestras ahora llenas de polvo de sus queridas plantas en fin tendría que ir al bosque mañana para garantizar una crema curativa más adelante incluso podía experimentar con estas que estaban en el suelo-
Aceptaba que los espiritus vagasen aunque nunca les respondía las preguntas que ellos deseaban prestar atención incluso los eliminaba con alguno de sus poderes creando nueva fama de exterminador entre los espiritus que parecían más llevar un diario de lo que hacía el que lo de verdaderamente importante. Tragó sus palabras sabiendo que los humanos más pequeños eran los que también más molestia ofrecian por eso el nunca tendría un hijo ni tampoco amantes e incluso se negaba para obtener el amor que todos anhelaban- Devuelvemelo Lirya
-Una sonrisa fría, saciada de orgullo infantil negó mientras las risas se volvían un eco desapareciendo todo por completo caminó el brujo hacia delante con el porte majestuosamente elegante que su clase tenía pero ella desapareció dejando que aquel bote cayese al suelo en un mohín de disgusto "solo es un juego" se escuchó decir a aquella voz "no eres divertido"- Pero no pretendo serlo -Su tono era paciente aunque tuvo que arrodillarse para tomar aquellas muestras ahora llenas de polvo de sus queridas plantas en fin tendría que ir al bosque mañana para garantizar una crema curativa más adelante incluso podía experimentar con estas que estaban en el suelo-
Aetos- Hechicero/Realeza
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Re: Rouge ~.Libre.~
El clima de aquella mañana había sido agradable y a primera hora cuando el sol naciente bañaba con haces de luz la habitación del joven monaguillo las sirvientas habían entrado para toparse, nuevamente, con la agradable noticia de que Cyrille se había marchado ya y no sin antes haber corregido cada desastre de su habitación. Las cortinas estaban recogidas en un rodete que dejaba entrar el fuego y oro de la mañana y el trinar de los pajarillos que vivían y anidaban a las afueras de su habitación. Las sabanas de satín se encontraban cubriendo el colchón y la almohada de plumas de ganso se exponía acolchonada sobre todo como si en la noche anterior ningún ente humano hubiese dormido en aquel lugar, nadie podría asegurar lo contrario al ver aquel lugar tan impecable pues no era usual en un hombre de aquella edad apaciguar la rebeldía que los años atraía.
Se encontraba pues terminando sus labores en la parroquia, arreglando los vinos y ungüentos necesarios para la siguiente consagración. Salió del lugar vistiendo como cualquier otro pues sus pensamientos y educación le indicaban que las vestimentas del cuerpo no mejoran ni embellecen el alma que no lo es y por el contrario cubren y enmascaran la que intenta serlo. Los bienes materiales servían solo para atar al hombre a la tentación y era por ello que se privaba de tantas alegrías, nombradas por otros y no por él.
Avanzaba observando a su alrededor, no pecaba de curioso, había aprendido a acallar sus demonios internos y no permitir a Lucifer y la tinieblas tentarle con la facilidad con que se tienta a otros, había aprendido a ser fuerte cuando ser débil era mejor. Y en aquel camino oscilante y no escrito escucho una orden y aseveración que proveniente de algún cercano parecía no dirigirse a nadie en particular, palabras que pronunciadas al cielo habían rodado hasta sus oídos y su mirada diminuta de avellana pretendía observar a quien por nombre llevaba Lirya.
Se acerco, movido por aquel extraño ser que habitaba en su interior y que le incitaba continuamente a ayudar a otros, Teva lo había sembrado y con los años el se había encargado de alimentarlo y hacerlo crecer siendo ahora una extraña necesidad y un alivio tal que era la única labor, a demás de la música, que lograba saciar aquella sed del alma y no del cuerpo. Se acuclillo tomando entre sus manos las plantas que yacían ahora sobre el pedregoso suelo, con la delicadeza de un medico aunque pianista era su vocación y monaguillo su vida.
Se levanto entregándole las hojas y ramas que había tomado con un gesto apacible y una diminuta sonrisa crispando sus sonrosados labios –espero que sus plantas no hayan sufrido ningún desperfecto- y por primera vez observo aquello que llevaba sujetando ya algunos instantes. Extrañas plantas debía mencionar aunque ¿Quién era el para juzgar? -¿es usted un herbolario?- en la abadía sembraban tulipanes, narcisos, lirios, dalias y gladiolos y en su estancia en París no había conocido a ningún conocedor de la materia. Grandes eran sus ganas de conocer aquello que la iglesia no podía enseñarle, algunas cosas quizás demasiado tenebrosas para atreverse a aceptar.
Se encontraba pues terminando sus labores en la parroquia, arreglando los vinos y ungüentos necesarios para la siguiente consagración. Salió del lugar vistiendo como cualquier otro pues sus pensamientos y educación le indicaban que las vestimentas del cuerpo no mejoran ni embellecen el alma que no lo es y por el contrario cubren y enmascaran la que intenta serlo. Los bienes materiales servían solo para atar al hombre a la tentación y era por ello que se privaba de tantas alegrías, nombradas por otros y no por él.
Avanzaba observando a su alrededor, no pecaba de curioso, había aprendido a acallar sus demonios internos y no permitir a Lucifer y la tinieblas tentarle con la facilidad con que se tienta a otros, había aprendido a ser fuerte cuando ser débil era mejor. Y en aquel camino oscilante y no escrito escucho una orden y aseveración que proveniente de algún cercano parecía no dirigirse a nadie en particular, palabras que pronunciadas al cielo habían rodado hasta sus oídos y su mirada diminuta de avellana pretendía observar a quien por nombre llevaba Lirya.
Se acerco, movido por aquel extraño ser que habitaba en su interior y que le incitaba continuamente a ayudar a otros, Teva lo había sembrado y con los años el se había encargado de alimentarlo y hacerlo crecer siendo ahora una extraña necesidad y un alivio tal que era la única labor, a demás de la música, que lograba saciar aquella sed del alma y no del cuerpo. Se acuclillo tomando entre sus manos las plantas que yacían ahora sobre el pedregoso suelo, con la delicadeza de un medico aunque pianista era su vocación y monaguillo su vida.
Se levanto entregándole las hojas y ramas que había tomado con un gesto apacible y una diminuta sonrisa crispando sus sonrosados labios –espero que sus plantas no hayan sufrido ningún desperfecto- y por primera vez observo aquello que llevaba sujetando ya algunos instantes. Extrañas plantas debía mencionar aunque ¿Quién era el para juzgar? -¿es usted un herbolario?- en la abadía sembraban tulipanes, narcisos, lirios, dalias y gladiolos y en su estancia en París no había conocido a ningún conocedor de la materia. Grandes eran sus ganas de conocer aquello que la iglesia no podía enseñarle, algunas cosas quizás demasiado tenebrosas para atreverse a aceptar.
Cyrille Vezier- Humano Clase Alta
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Re: Rouge ~.Libre.~
-No pasó desapercibido el momento en el que la niña capturó la mirada de un muchacho ¿puede verlo? fué lo primero que pensó antes de juzgar el aspecto del mismo, los hombres y mujeres de Paris se habian convertido a la religión de la ignorancia evitando todo aquello que tuviera que no tuviera que ver con su rutina incluso era imposible cazar al vuelo la sonrisa de un niño que aún hoy resultaban los primeros en caer bajo el yugo de la monotonía. Si hubieran tenido una infancia como la del brujo se pensarían dos veces las cosas al menos no podia pensar o querer ver sonrisas cuando él mismo habia perdido la suya hacía bastante tiempo- Gracias buen hombre - la edad no era de importancia pero sus globos oculares se centraron en la amabilidad de aquel muchacho que le entrgó sus hierbas, el olor a menta para muchos agradable demostraba que ya no servían para nada porque el aroma era fuerte y dulzón perdiendo las cualidades de amargor que eran necesarias "¿me puede ver?" preguntó la niña estando subida a un árbol pero por primera vez el brujo optó por la sociabilidad inclinándo su tronco con lentitud- Podria llamarme asi, un herbolario
-Los niños odiaban cuando eran ignorados asi que lirya no era indiferente a este sentimiento ¿no eran graciosos los sentimientos? podían perdurar aun cuando no se tuviera cuerpo, los expertos decian que el alma se marchitaba cuando el cuerpo lo hacía pero ¿un espiritu poseia alma? no sabian que los espiritus podian reir e incluso notar el dolor invisible en el estómago, las lagrimas aunque fueran de sangre no dejaban de emular tristeza y los ojos rojos indignados como ahora los que aquella niña mostraban ira "te he dicho que me mires y le preguntes si me ve" - es tarde para caminar solo, permitanos acompañarle - aquello lo tomó como una invitación apareciendo de pronto al lado de Aetos con una sonrisa infantil, los crios eran lo que menos le gustaba al brujo especialmente los caprichosos como aquesta pero no podia dejar de pensar en la reaccion que habia poseído aquel desconocido de nuevo la galanteria y los modales se escudaron en el olvido volviendo a levantarse y a tomar posicion en los hombros de Aetos cuando éste se inclinó- Aetos ese es mi nombre y ella a la cual vos habeis prendado se llama lirya
- la pequeña mostraba un cuello extremadamente delgado incluso si se fijaba bien las señales de unas manos adultas aun daban la imagen de asfixiarla, la historia de la niña era como la de muchos otros que habian abandonado el mundo sin darse a conocer, una madre pobre que refugiaba sus penas en el alcohol asustando a su prole, algunos se marchaban pero solo una persona se quedaba a su lado procurando que su madre volviera a su yo normal pero en vez de hacerlo una noche acusó de todos sus problemas a aquella niña y la mató asfixiándola con sus propias manos aunque habia visto el espiritu de la madre en mas de una ocasion agradeciendo que no se hubiera presentado pues su aspecto físico no era especialmente bonito con el craneo reventado y una botella de licor en las manos siempre se paseaba por las calles de Paris-
-Los niños odiaban cuando eran ignorados asi que lirya no era indiferente a este sentimiento ¿no eran graciosos los sentimientos? podían perdurar aun cuando no se tuviera cuerpo, los expertos decian que el alma se marchitaba cuando el cuerpo lo hacía pero ¿un espiritu poseia alma? no sabian que los espiritus podian reir e incluso notar el dolor invisible en el estómago, las lagrimas aunque fueran de sangre no dejaban de emular tristeza y los ojos rojos indignados como ahora los que aquella niña mostraban ira "te he dicho que me mires y le preguntes si me ve" - es tarde para caminar solo, permitanos acompañarle - aquello lo tomó como una invitación apareciendo de pronto al lado de Aetos con una sonrisa infantil, los crios eran lo que menos le gustaba al brujo especialmente los caprichosos como aquesta pero no podia dejar de pensar en la reaccion que habia poseído aquel desconocido de nuevo la galanteria y los modales se escudaron en el olvido volviendo a levantarse y a tomar posicion en los hombros de Aetos cuando éste se inclinó- Aetos ese es mi nombre y ella a la cual vos habeis prendado se llama lirya
- la pequeña mostraba un cuello extremadamente delgado incluso si se fijaba bien las señales de unas manos adultas aun daban la imagen de asfixiarla, la historia de la niña era como la de muchos otros que habian abandonado el mundo sin darse a conocer, una madre pobre que refugiaba sus penas en el alcohol asustando a su prole, algunos se marchaban pero solo una persona se quedaba a su lado procurando que su madre volviera a su yo normal pero en vez de hacerlo una noche acusó de todos sus problemas a aquella niña y la mató asfixiándola con sus propias manos aunque habia visto el espiritu de la madre en mas de una ocasion agradeciendo que no se hubiera presentado pues su aspecto físico no era especialmente bonito con el craneo reventado y una botella de licor en las manos siempre se paseaba por las calles de Paris-
Aetos- Hechicero/Realeza
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Re: Rouge ~.Libre.~
Seres interesantes estudiaban los herbolarios. Las plantas quizás no poseían un alma como tal pero estaba seguro que eran capaces de sentir y vivían, vivían no solo porque los científicos lo aseguraban cualquier humano observador podría percatarse de ello sin más problema. Respiraban, se alimentaban, crecían y hasta respondían a estímulos o carencias –que interesante materia- asevero con entusiasmo, quizás no supiese lo suficiente de plantas para catalogarse a sí mismo con aquel renombrado titulo de estudioso más lo suficiente para cultivar su propio jardín, uno amplio y pintoresco que le recordaba a los cuadros de siglos pasados y tan perfumado que los olores llegaban hasta su ventana arrastrando también abejas y mariposas que se perdían en aquel paraíso de insectos.
¿Permítanos? ¿Había escuchado bien? Observo en derredor en la espera de un tercero que curiosamente jamás apareció. Las palabras del hombre le parecieron abigarradas, como un trabalenguas o una adivinanza –lamento tener que decirle que yo…- recordó entonces el nombre que había tañado el aire en una aseveración y su diminuta mirada se clavo en los ojos de aquel que por nombre llevaba Aetos -¿se refiere usted a que…?- la cuestión no logro emerger de sus labios, se aferró a su lengua impidiéndole seguir hablando. La iglesia no negaba la posibilidad de seres errantes sobre la faz de la tierra, que alguien pudiese verlos sin embargo resultaba no por menos inusual e intrigante en partes iguales.
Por un segundo pensó que aquello que le decía el hombre no era sino una broma de mal gusto. Jugar con aquellas cosas no era sino muestra tangible de una nula educación y respeto para con los les habían abandonado ya. O quizás eso pensaba él por haber conocido el dolor de la perdida de manera tan cercana aunque ahora no le parecía sino un recuerdo distante que lograba nublar en ocasiones sus sueños y cuestionarse si debía haber pasado más tiempo con ellos. Decidió sin embargo creer en las palabras de Aetos aunque están pudiesen estar cargadas de sorna y bullas silenciadas, cubiertas por un manto de seriedad y sinceridad –lamentablemente no puedo verla, si es que sigue aquí ¿Lirya? Un placer conocerla- aseveró al aire mirando en todas y ninguna dirección.
-mi nombre es Cyrille…un gusto conocerlos a ambos- se presentó a si mismo con naturalidad era extraño y no hacía falta decirlo hablar al aire y suponer que alguien que no veía podía escucharle. Porque no ver algo no implicaba que no existiera y quien mejor que un religioso para asegurar aquello.
¿Permítanos? ¿Había escuchado bien? Observo en derredor en la espera de un tercero que curiosamente jamás apareció. Las palabras del hombre le parecieron abigarradas, como un trabalenguas o una adivinanza –lamento tener que decirle que yo…- recordó entonces el nombre que había tañado el aire en una aseveración y su diminuta mirada se clavo en los ojos de aquel que por nombre llevaba Aetos -¿se refiere usted a que…?- la cuestión no logro emerger de sus labios, se aferró a su lengua impidiéndole seguir hablando. La iglesia no negaba la posibilidad de seres errantes sobre la faz de la tierra, que alguien pudiese verlos sin embargo resultaba no por menos inusual e intrigante en partes iguales.
Por un segundo pensó que aquello que le decía el hombre no era sino una broma de mal gusto. Jugar con aquellas cosas no era sino muestra tangible de una nula educación y respeto para con los les habían abandonado ya. O quizás eso pensaba él por haber conocido el dolor de la perdida de manera tan cercana aunque ahora no le parecía sino un recuerdo distante que lograba nublar en ocasiones sus sueños y cuestionarse si debía haber pasado más tiempo con ellos. Decidió sin embargo creer en las palabras de Aetos aunque están pudiesen estar cargadas de sorna y bullas silenciadas, cubiertas por un manto de seriedad y sinceridad –lamentablemente no puedo verla, si es que sigue aquí ¿Lirya? Un placer conocerla- aseveró al aire mirando en todas y ninguna dirección.
-mi nombre es Cyrille…un gusto conocerlos a ambos- se presentó a si mismo con naturalidad era extraño y no hacía falta decirlo hablar al aire y suponer que alguien que no veía podía escucharle. Porque no ver algo no implicaba que no existiera y quien mejor que un religioso para asegurar aquello.
Cyrille Vezier- Humano Clase Alta
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Re: Rouge ~.Libre.~
-Aquel muchacho tenia en el rostro la ensoñacion practicada de los que amaban la vida e iban pacificos por el mundo, no era un insulto ni una vejación sino una observacion que habia contemplado mil veces aun cuando este rostro estaba rebosante de vida. El llanto de la niña, furioso porque no podía verla estallaba en los oidos del brujo quien esperaba que no siguiera o le haría desaparecer por fuerza- es una lástima pero permitame decir que de ese modo no nos molestará más. Monsieur cyrille - expreso con naturalidad mientras el espíritu sintiendose ignorado quiso volver a capturar la atencion de ambos, demasiado tarde, una llamada silenciosa del brujo y unos espiritus se llevaron lejos a la niña que no les molestaria en un buen rato. ¿Se habia negado a una invitacion formal para caminar juntos? se preguntó que quien no lo haria teniendo en cuenta que solo eran meros conocidos de unos segundos-
Permitame acompañarle, Lyria ya se desvaneció para jugar con sus amigos aunque es raro que usted no me haya tomado por loco o haya gritado "hereje" - Suspicaz dejo que el brillo de sus orbes se fijase en los contrarios, colocando el peso de su cuerpo a un lado del de su acompañante sin moverse, no sabia hacia donde se dirigía por lo que aun que quisiera no podía trazar el camino deseado asi que permanecio quieto observando el mundo de la noche que daba vida a los muertos y al mismo tiempo a los vivos como los borrachos o los hombres de negocios, las prostitutas que asaltaban esquinas...en fin, todo lo que la realidad poseía-
Perdone si alguna de mis palabras han resultado ofensas pues no es mi intencion - una mentira piadosa, aprendio a no escuchar sus propios pensamientos pero si a exponerlos educadamente para despues disculparse aunque no significara que lo sintiera especialmente cuando de la iglesia se trataba. La odiaba, sentia repulsion por todos ellos incluso notaba como sus músculos se apretaban al pasar por una de ellas como si el incienso aun frio fuera un extraño recuerdo de su pasado... no todos son iguales suponia que de ese modo se excusarían los demás si supieran la historia del brujo pero eso no era excusa para que un cura matase a niños huerfanos o quisiera hacer dinero con él. Escondia demasiado bien los sentimientos como un actor que día tras día perfecciono los papeles olvidándose de cual habia sido su proposito de vida-
De todos modos la iglesia ha cambiado mucho...-mencionó, acabando despues aquella frase le entregó una de las plantas- tomela ya no me sirve - era una extraña flor de puntiagudos pétalos, frágil pero menuda incluso fuerte pero de apariencia extraña, servía para los dolores musculares e incluso para las quemaduras cuando se mezclaban con salvia de arbol muerto. Era hermosa, pero mecesitaba que no tuviera los petalos abiertos y en cambio mientras estaban hablando la flor los habia abierto-
[Nota: Lamento que sea tan corto u u me disculpo ]
Permitame acompañarle, Lyria ya se desvaneció para jugar con sus amigos aunque es raro que usted no me haya tomado por loco o haya gritado "hereje" - Suspicaz dejo que el brillo de sus orbes se fijase en los contrarios, colocando el peso de su cuerpo a un lado del de su acompañante sin moverse, no sabia hacia donde se dirigía por lo que aun que quisiera no podía trazar el camino deseado asi que permanecio quieto observando el mundo de la noche que daba vida a los muertos y al mismo tiempo a los vivos como los borrachos o los hombres de negocios, las prostitutas que asaltaban esquinas...en fin, todo lo que la realidad poseía-
Perdone si alguna de mis palabras han resultado ofensas pues no es mi intencion - una mentira piadosa, aprendio a no escuchar sus propios pensamientos pero si a exponerlos educadamente para despues disculparse aunque no significara que lo sintiera especialmente cuando de la iglesia se trataba. La odiaba, sentia repulsion por todos ellos incluso notaba como sus músculos se apretaban al pasar por una de ellas como si el incienso aun frio fuera un extraño recuerdo de su pasado... no todos son iguales suponia que de ese modo se excusarían los demás si supieran la historia del brujo pero eso no era excusa para que un cura matase a niños huerfanos o quisiera hacer dinero con él. Escondia demasiado bien los sentimientos como un actor que día tras día perfecciono los papeles olvidándose de cual habia sido su proposito de vida-
De todos modos la iglesia ha cambiado mucho...-mencionó, acabando despues aquella frase le entregó una de las plantas- tomela ya no me sirve - era una extraña flor de puntiagudos pétalos, frágil pero menuda incluso fuerte pero de apariencia extraña, servía para los dolores musculares e incluso para las quemaduras cuando se mezclaban con salvia de arbol muerto. Era hermosa, pero mecesitaba que no tuviera los petalos abiertos y en cambio mientras estaban hablando la flor los habia abierto-
[Nota: Lamento que sea tan corto u u me disculpo ]
Aetos- Hechicero/Realeza
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Re: Rouge ~.Libre.~
Escuchaba las palabras que el hombre decía sin entender demasiado en su habla. Se refería quizás a la pequeña que por nombre llevaba Lyria y por aspecto un manto de invisible materia. Aquella que, no sabiendo si existía o no decidía tomar como un ser que en antaño vivió –eso es una lástima- aseveró en una voz tan tenue y ahilada que rodo de sus labios al suelo hasta colarse entre sus pies y desvanecerse. Le habían enseñado, o ese razonamiento se había formulado, que los seres errantes entre los humanos necesitaban un descanso, uno que solo eran capaces de alcanzar con la ayuda de los vivos, aquellos capaces de verles y escucharles.
Su rostro cambió, sus labios se entreabrieron aun cuan de estos nada escapó, sus orbes parecieron por un segundo querer salirse de su órbita, y sus manos antes caídas se alzaban ahora a la altura de su pecho ¿Cuántas almas no lograban encontrar el camino al purgatorio? Y qué triste y poco esperanzador le resultaba aquello, si tan solo el pudiese observarlos ayudaría a tantos cuantos cayeran en su presencia. Les ayudaría a alumbrar nuevamente su camino –desconozco si Lyria estaba en verdad con nosotros pero…prefiero confiar en sus palabras y suponer lo mejor- asintió en un gesto apenas y perceptible. Comenzó a andar sin saber muy bien si debía seguir el camino que llevaba o permitir a sus pies elegir esta vez su andar.
-en lo absoluto- sonrió con sinceridad. Y aunque sus palabras pudiesen ir cargadas de ofensas y malicia el joven monaguillo no lograría entender la naturaleza de las mismas porque a las palabras hirientes era mejor no permitirles acobijarse en el interior del ser pues terminaban volviéndolo obscuro, opaco y obtuso. No había peor prisión, que un corazón cerrado –no se merecen sus palabras pero no se preocupe si llegan a hacerlo se lo hare saber- observaba el suelo bajo sus pies, aquel empedrado que a momentos se volvía luminoso por los virutas fluorescentes que manaban del alumbrado público, aquellas antorchas de gas que por cuestiones que no lograba comprender encendían la atmósfera nocturna. La luz se refractaba sobre el suelo como cuadrados de escena luminosa que indicaban su andar y, en el aire, volaban como espectros partículas dispersas que danzando en la obscuridad formaban seres imaginarios de mundos apócrifos que solo en su imaginación lograban habitar.
¿En qué momento había pasado la iglesia a ser tema de conversación? Guió su mirada al extraño que por conocido llevaba solo minutos y un nombre -¿a qué se refiere con eso?- cuestiono con curiosidad, dejando a sus orbes centellar como si detrás de estos se alzaran dos soles de inmensa felicidad capaces de derretir el invierno más seguro. Sujetó entre sus manos la flor que le era otorgada, observándola con la nula luz que la luna le permitía, aquella noche vestía con galas y no mezquindad y las estrellas a su alrededor parecían realzar su belleza, ludió con sus dedos los pétalos -¿está seguro?...luce realmente bellísima, seguramente un espécimen difícil de conseguir- alzó la mirada nuevamente, en espera de una negativa o en su defecto una aseveración.
Su rostro cambió, sus labios se entreabrieron aun cuan de estos nada escapó, sus orbes parecieron por un segundo querer salirse de su órbita, y sus manos antes caídas se alzaban ahora a la altura de su pecho ¿Cuántas almas no lograban encontrar el camino al purgatorio? Y qué triste y poco esperanzador le resultaba aquello, si tan solo el pudiese observarlos ayudaría a tantos cuantos cayeran en su presencia. Les ayudaría a alumbrar nuevamente su camino –desconozco si Lyria estaba en verdad con nosotros pero…prefiero confiar en sus palabras y suponer lo mejor- asintió en un gesto apenas y perceptible. Comenzó a andar sin saber muy bien si debía seguir el camino que llevaba o permitir a sus pies elegir esta vez su andar.
-en lo absoluto- sonrió con sinceridad. Y aunque sus palabras pudiesen ir cargadas de ofensas y malicia el joven monaguillo no lograría entender la naturaleza de las mismas porque a las palabras hirientes era mejor no permitirles acobijarse en el interior del ser pues terminaban volviéndolo obscuro, opaco y obtuso. No había peor prisión, que un corazón cerrado –no se merecen sus palabras pero no se preocupe si llegan a hacerlo se lo hare saber- observaba el suelo bajo sus pies, aquel empedrado que a momentos se volvía luminoso por los virutas fluorescentes que manaban del alumbrado público, aquellas antorchas de gas que por cuestiones que no lograba comprender encendían la atmósfera nocturna. La luz se refractaba sobre el suelo como cuadrados de escena luminosa que indicaban su andar y, en el aire, volaban como espectros partículas dispersas que danzando en la obscuridad formaban seres imaginarios de mundos apócrifos que solo en su imaginación lograban habitar.
¿En qué momento había pasado la iglesia a ser tema de conversación? Guió su mirada al extraño que por conocido llevaba solo minutos y un nombre -¿a qué se refiere con eso?- cuestiono con curiosidad, dejando a sus orbes centellar como si detrás de estos se alzaran dos soles de inmensa felicidad capaces de derretir el invierno más seguro. Sujetó entre sus manos la flor que le era otorgada, observándola con la nula luz que la luna le permitía, aquella noche vestía con galas y no mezquindad y las estrellas a su alrededor parecían realzar su belleza, ludió con sus dedos los pétalos -¿está seguro?...luce realmente bellísima, seguramente un espécimen difícil de conseguir- alzó la mirada nuevamente, en espera de una negativa o en su defecto una aseveración.
{En lo absoluto, prefiero calidad a cantidad aunque y por cierto ¡no está corto! Podría ser más largo cierto es, pero de corto no tiene nada}
Cyrille Vezier- Humano Clase Alta
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Re: Rouge ~.Libre.~
-Sonrió ante la duda inicial suponiendo incluso como si hubiera practicado en un momento el hecho de darle la razón como a un pequeño con su amigo imaginario ya que seguramente que como hombre de la iglesia pensara en su interior que era mucho mejor darle la razon que intentar disuadirle de lo que había visto u hecho más eso siempre habia ocurridoen el entorno del brujo, dificil era encontrar a alguien que contemplase lo mismo que él incluso era parte del juego de la realidad el que le tomasen como un bufón loco que mira a la nada. Pero el respeto que se había forjado a lo largo del tiempo suponía una pastilla contra aquellos que hablan sabiendose intocable en suficientes momentos por no decir en todos pues aun cuando alguien osara poner un dedo en él no conseguiría sino la muerte; No sintió deseos de hablar sobre los muertos pues ya habian tenido suficiente protagonismo a lo largo del tiempo, no era justo dotarles de más- Creer es bueno - Sus pies se movían con naturalidad por el camino sin necesidad de mirar al suelo o de detenerse a contemplar los obstáculos del terreno como la irregularidad del mismo ya habia pasado mucho tiempo caminando por aquellas calles con la vista en otro lado como para pensar en otra cosa-
Solo tiene que saber que ha cambiado mucho - Que le iba a decir a aquel muchacho ¿que sus curas eran hombres de mal? no podía meter a todos en un mismo saco hasta que se dijera lo contrario pero la mayor parte de ellos eran solo eso, hombres, llenaban sus arcas y se acostaban con las prostitutas incluso despues se quemaban las ropas y rezaban cuando habian violado a una niña o un niño como si solamente con eso el pecado ya, escurridizo fuese al lugar más cercano. Lo había vivido en sus carnes mientras los más débiles se debatían entre dejarse hacer y comer una hogaza más que el resto o dejarle violar y dormir con el estomago vacio, duras palabras que sin duda si salieran de su boca conseguiria que aquel joven le mirase, se alejase y despues dijese "no todos son iguales" una palabra que afortunadamente no deseaba oir - son más tranquilas -mencionó con un deje de suavidad que se olvidó cuando la frase acabo comenzando a mirar a la planta que parecia feliz de haber encontrado a su dueño ideal-
No la necesito cerrada tiene más propiedades y abierta solo es una molestia - Ya debería de saber muchs palabras que se usaban "debemos de coger la planta cuando la luna esté en su..." "hay que tomar las semillas de la flor que solo nace en el mes de..." con esta era lo mismo solo que más común solo que cuando la hervias en agua hasta que se abriese y ese mismo agua la vertías en otras plantas y las machacabas eras capaz de hacer una cura para los dolores musculares pues producía algo de somnoliencia y al mismo tiempo relajaba los músculos pareciendo que los dejaba incluso del mismo modo adormecidos pero cuando ya estaba abierta solo despertaba un olor a menta rápido que llenaba la habitación, podría venderlo como un ambientador natural seguramente pues en la habitacion que estuviera el olor indudablemente sería protagonista-No es tan dificil de conseguir solo debes buscar en el lugar adecuado -no había problema físico en conseguirla pero debias de ser paciente incluso saber mirar pues estaban siempre entre las flores más puntiagudas esperando pasar desapercibidas pero él no tenia porque saber todo lo que se pasaba para encontrar susodicha-
Coloquela en sus aposentos ya que tiene propiedades que hacen que la persona duerma profundo y mejor pero deje si puede la ventana abierta para que en las mañanas pueda despertarse mejor -recordó que esa planta sería un problema su la colocase justamente cerca de la cama pues aunque se durmiese profundamente tendría el problema de no despertar muy a menudo por el aroma de la planta convirtiéndose sin lugar a dudas en alguien más lento de reflejos e incluso parecido a un perezoso- Tengo bastantes plantas que no me sirven asi que si desea alguna de ellas para utilizarlas o como meros elementos de adorno solo digamelo, me ahorraría espacio -vislumbró la hora en su reloj, no era tarde más para el brujo no lo era ¿seria tarde para su acompañante?-
Solo tiene que saber que ha cambiado mucho - Que le iba a decir a aquel muchacho ¿que sus curas eran hombres de mal? no podía meter a todos en un mismo saco hasta que se dijera lo contrario pero la mayor parte de ellos eran solo eso, hombres, llenaban sus arcas y se acostaban con las prostitutas incluso despues se quemaban las ropas y rezaban cuando habian violado a una niña o un niño como si solamente con eso el pecado ya, escurridizo fuese al lugar más cercano. Lo había vivido en sus carnes mientras los más débiles se debatían entre dejarse hacer y comer una hogaza más que el resto o dejarle violar y dormir con el estomago vacio, duras palabras que sin duda si salieran de su boca conseguiria que aquel joven le mirase, se alejase y despues dijese "no todos son iguales" una palabra que afortunadamente no deseaba oir - son más tranquilas -mencionó con un deje de suavidad que se olvidó cuando la frase acabo comenzando a mirar a la planta que parecia feliz de haber encontrado a su dueño ideal-
No la necesito cerrada tiene más propiedades y abierta solo es una molestia - Ya debería de saber muchs palabras que se usaban "debemos de coger la planta cuando la luna esté en su..." "hay que tomar las semillas de la flor que solo nace en el mes de..." con esta era lo mismo solo que más común solo que cuando la hervias en agua hasta que se abriese y ese mismo agua la vertías en otras plantas y las machacabas eras capaz de hacer una cura para los dolores musculares pues producía algo de somnoliencia y al mismo tiempo relajaba los músculos pareciendo que los dejaba incluso del mismo modo adormecidos pero cuando ya estaba abierta solo despertaba un olor a menta rápido que llenaba la habitación, podría venderlo como un ambientador natural seguramente pues en la habitacion que estuviera el olor indudablemente sería protagonista-No es tan dificil de conseguir solo debes buscar en el lugar adecuado -no había problema físico en conseguirla pero debias de ser paciente incluso saber mirar pues estaban siempre entre las flores más puntiagudas esperando pasar desapercibidas pero él no tenia porque saber todo lo que se pasaba para encontrar susodicha-
Coloquela en sus aposentos ya que tiene propiedades que hacen que la persona duerma profundo y mejor pero deje si puede la ventana abierta para que en las mañanas pueda despertarse mejor -recordó que esa planta sería un problema su la colocase justamente cerca de la cama pues aunque se durmiese profundamente tendría el problema de no despertar muy a menudo por el aroma de la planta convirtiéndose sin lugar a dudas en alguien más lento de reflejos e incluso parecido a un perezoso- Tengo bastantes plantas que no me sirven asi que si desea alguna de ellas para utilizarlas o como meros elementos de adorno solo digamelo, me ahorraría espacio -vislumbró la hora en su reloj, no era tarde más para el brujo no lo era ¿seria tarde para su acompañante?-
Aetos- Hechicero/Realeza
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Re: Rouge ~.Libre.~
Creer es bueno, las palabras llegaron a sus oídos sinuosas, resbalando con parsimonia al interior de su cabeza, como agua que corre por un rio al borde de desaparecer, como el agua que lame las piedras del lecho rocoso y las terrosas paredes que se esmeran en contenerlo en aquel andar. Creer lo era todo, si una persona perdía aquella capacidad de aceptar lo improbable y aquel sentimiento de fe extinguible solo con la maldad humana. Si una persona perdía aquellas cosas la antorcha en su interior, que poseían todos al nacer, comenzaría a extinguirse y de apagarse la obscuridad y el frio en su interior le harían sucumbir. Como una delicada flor ante un soplo invernal, cargado de copos de nieve y estacas invisibles que como dagas rasgaban lo que lo material no logra tocar.
La iglesia había cambiado claro estaba, como todas las demás cosas que tenían que ver con la humanidad, por que las personas cambiaban y con ellas las sociedades. Si los cambios transcurrían para bien o para mal era algo que ni él, ni nadie, podía asegurar o negar con total seguridad pues bien podría caerse, y se caía, en el error los que se jactan y creyéndose más que otros no terminan sino siendo objeto de risas y negativas.
Una molestia, observo la planta entre sus manos acariciándola con suma delicadeza, como si sus manos no conocieran otro tacto ajeno a aquel. A él no le resultaba una molestia, ni siquiera un peso innecesario, no era su culpa haberse abierto antes de lo esperado, ni tampoco tener un periodo de vida tan efimero ¡Pobrecilla! Apenas y lograba apreciar la belleza del mundo y el mundo rara vez lograba apreciar su belleza, fallecía por asares de la naturaleza cuando no debía. Y era extraño pensar que aquellas cosas más bellas lograban vivir tan poco, las mariposas al igual que las flores apenas y lograban dar vestigios de existencia antes de perecer sobre alguna hierba crecida o en algún árbol lejano. Lo hacían en silencio, cuando nadie las podía ver.
-sería realmente un placer, he estado intentando ampliar mi jardín…. – quizás hablaba de más y aquellas palabras que estuvo a punto de pronunciar no era relevantes para su compañero, ni relevantes ni importantes. Porque si era la planta un estorbo debía suponer que el también. Aunque posiblemente interpretaba mal las palabras de su interlocutor, prefirió por ese motivo limitarse de pensar e idear.
Observo por nueva cuenta la planta que comenzaba desprender un agradable aroma que dé a ratos parecía incitarlo a aventarse en los brazos de Morfeo, más que sueño parecía tranquilizarlo. Prosiguió su andar cada vez con un paso más lento que el anterior y pronto pareció que el suelo dejaba de moverse bajo sus pies y sus cuerpos dejar de avanzar -¿cuándo podría ver esas plantas de las que habla?-
La iglesia había cambiado claro estaba, como todas las demás cosas que tenían que ver con la humanidad, por que las personas cambiaban y con ellas las sociedades. Si los cambios transcurrían para bien o para mal era algo que ni él, ni nadie, podía asegurar o negar con total seguridad pues bien podría caerse, y se caía, en el error los que se jactan y creyéndose más que otros no terminan sino siendo objeto de risas y negativas.
Una molestia, observo la planta entre sus manos acariciándola con suma delicadeza, como si sus manos no conocieran otro tacto ajeno a aquel. A él no le resultaba una molestia, ni siquiera un peso innecesario, no era su culpa haberse abierto antes de lo esperado, ni tampoco tener un periodo de vida tan efimero ¡Pobrecilla! Apenas y lograba apreciar la belleza del mundo y el mundo rara vez lograba apreciar su belleza, fallecía por asares de la naturaleza cuando no debía. Y era extraño pensar que aquellas cosas más bellas lograban vivir tan poco, las mariposas al igual que las flores apenas y lograban dar vestigios de existencia antes de perecer sobre alguna hierba crecida o en algún árbol lejano. Lo hacían en silencio, cuando nadie las podía ver.
-sería realmente un placer, he estado intentando ampliar mi jardín…. – quizás hablaba de más y aquellas palabras que estuvo a punto de pronunciar no era relevantes para su compañero, ni relevantes ni importantes. Porque si era la planta un estorbo debía suponer que el también. Aunque posiblemente interpretaba mal las palabras de su interlocutor, prefirió por ese motivo limitarse de pensar e idear.
Observo por nueva cuenta la planta que comenzaba desprender un agradable aroma que dé a ratos parecía incitarlo a aventarse en los brazos de Morfeo, más que sueño parecía tranquilizarlo. Prosiguió su andar cada vez con un paso más lento que el anterior y pronto pareció que el suelo dejaba de moverse bajo sus pies y sus cuerpos dejar de avanzar -¿cuándo podría ver esas plantas de las que habla?-
Cyrille Vezier- Humano Clase Alta
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Re: Rouge ~.Libre.~
-el silencio entre ambos dejaba paso a la sensación torpe del pensamiento pues encerraba a todo aquel que se preciase inteligente en un mundo distinto, donde solo su voz se escuchaba como un eco alargado por una medida irrelevante pues a fin de cuentas como egoista que era al pensar el cerebro ignoraba lo que estaba sucediendo a su alrededor perdiendo la consciencia incluso del tiempo a medida que éste pasaba más el pensar se habia convertido de protagonista a un mero secundario ataviado con sus ropas de segundo cuando finalmente se daba cuenta de que la realidad así como el tiempo era lo único que habia perdido cuando no se llegaba a una conclusión. Pensó y divago un tiempo corto en las palabras que había dicho anteriormente pensadas para un brujo o alguien que no amase la naturaleza pero era le destino quien habia guiado a aquella planta a abrirse incluso a encontrar un dueño mejor que Aetos quien seguramente no le habría dotado de más atencion u protagonismo que daría a un parrafo descuidado, colgado para unir pero nunca para sobresalir de los demás- Las flores de mi jardin son nocturnas si quiere puede hecharles un vistazo.
-Lo cual era y no era una buena idea, no era buena pues los espiritus residian en ocasiones en las paredes de su hogar golpeándolo con invisibles lamentos, incluso en el lecho se habia visto obligado a ejecutar una barrera para que las voces irritantes del más alla no le molestase...aunque muchas veces pasaban desapercibidos por el paso del tiempo, la costumbre de escuchar a los muertos sus penas cual psicologo de espíritus, algo extraño, gracioso, molesto incluso pues al dedicarse tambien en a sus artes medicinales debería de tomar por hecho lo que puede ver y no lo que no puede tomarse por algo tangible- Lamento tomarme estas...-suspiro al pronunciarlo como si aquello le costase- estas confianzas, entiendo que es usted alguien que puede desconfiar de alguien como yo.
-"Alguien como yo" esas eran las palabras pronunciadas, alguien que odiaba cada piedra que cubria la iglesia que antaño escupía incluso en la cantera que serviría para cargar las piedras u obligaba a los espiritus a fornicar sobre las mismas para que la iglesia estuviera por siempre sucia, pero conforme la edad le habia transformado en alguien más calmado asi como sabio en su justa medida ahora aprendia a colocar las manos en los bolsillos callándose su vida pasada a los curiosos, seria gracioso comentarselo a aquel chiquillo pero el no tenia la culpa de lo que los adultos habian hecho, tampoco de donde habia nacido, de la pobreza, de que lo abandonasen, tampoco de que no creyese en dios o que incluso ni buscase razones para hacerlo- Algún dia le pedire que me confiese -sonrió con falsa modestia pues en el momento que se confesara seguramente pediría por Cyrille y nadie más, penso en esa responsabilidad que caia sobre sus hombros y saboreó el peso del remordimiento que no duró sino unos segundos para despues alzarse y colarse seguramente por otra presa más deliciosa- Si va o piensa acceder a la invitacion que antaño le deje ¿querría cenar a mi lado? estaria gustoso de que en mis muros entrase alguien puro como usted, monsieur.
-La pureza no era un regalo que tuviera Aetos acostumbrado a acariciar los cuerpos de las mujeres cuando la soledad apretaba los dientes contra su cuello, las cadenas de los recuerdos le asfixiaban pues como todo humano los momentos de debilidad no le eran desconocidos. Se detuvo al admirar una escena de celos entre una mujer con su marido, él frente a sus amigos la acusaba de solamente por ser mujer no tener la excusa necesaria como para decirle que tenia y que no tenia que hacer, ella por su parte habia gritado, arañado y golpeado al hombre que rapidamente lalmo a sus siervos para que se la llevasen volviendo su rostro hacia su acompañante, la iglesia siempre habia visto como una sirvienta a la mujer, es más, en algunos textos acusaban a la mujer de ser el mismo mal que corrompía al hombre, solo nacida para servir al varón hasta su lecho de muerte-
-Lo cual era y no era una buena idea, no era buena pues los espiritus residian en ocasiones en las paredes de su hogar golpeándolo con invisibles lamentos, incluso en el lecho se habia visto obligado a ejecutar una barrera para que las voces irritantes del más alla no le molestase...aunque muchas veces pasaban desapercibidos por el paso del tiempo, la costumbre de escuchar a los muertos sus penas cual psicologo de espíritus, algo extraño, gracioso, molesto incluso pues al dedicarse tambien en a sus artes medicinales debería de tomar por hecho lo que puede ver y no lo que no puede tomarse por algo tangible- Lamento tomarme estas...-suspiro al pronunciarlo como si aquello le costase- estas confianzas, entiendo que es usted alguien que puede desconfiar de alguien como yo.
-"Alguien como yo" esas eran las palabras pronunciadas, alguien que odiaba cada piedra que cubria la iglesia que antaño escupía incluso en la cantera que serviría para cargar las piedras u obligaba a los espiritus a fornicar sobre las mismas para que la iglesia estuviera por siempre sucia, pero conforme la edad le habia transformado en alguien más calmado asi como sabio en su justa medida ahora aprendia a colocar las manos en los bolsillos callándose su vida pasada a los curiosos, seria gracioso comentarselo a aquel chiquillo pero el no tenia la culpa de lo que los adultos habian hecho, tampoco de donde habia nacido, de la pobreza, de que lo abandonasen, tampoco de que no creyese en dios o que incluso ni buscase razones para hacerlo- Algún dia le pedire que me confiese -sonrió con falsa modestia pues en el momento que se confesara seguramente pediría por Cyrille y nadie más, penso en esa responsabilidad que caia sobre sus hombros y saboreó el peso del remordimiento que no duró sino unos segundos para despues alzarse y colarse seguramente por otra presa más deliciosa- Si va o piensa acceder a la invitacion que antaño le deje ¿querría cenar a mi lado? estaria gustoso de que en mis muros entrase alguien puro como usted, monsieur.
-La pureza no era un regalo que tuviera Aetos acostumbrado a acariciar los cuerpos de las mujeres cuando la soledad apretaba los dientes contra su cuello, las cadenas de los recuerdos le asfixiaban pues como todo humano los momentos de debilidad no le eran desconocidos. Se detuvo al admirar una escena de celos entre una mujer con su marido, él frente a sus amigos la acusaba de solamente por ser mujer no tener la excusa necesaria como para decirle que tenia y que no tenia que hacer, ella por su parte habia gritado, arañado y golpeado al hombre que rapidamente lalmo a sus siervos para que se la llevasen volviendo su rostro hacia su acompañante, la iglesia siempre habia visto como una sirvienta a la mujer, es más, en algunos textos acusaban a la mujer de ser el mismo mal que corrompía al hombre, solo nacida para servir al varón hasta su lecho de muerte-
Aetos- Hechicero/Realeza
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Re: Rouge ~.Libre.~
Lo pensó unos instantes con placida tranquilidad. A sus oídos llegaban como ecos los golpes que sus zapatos producía sobre el empedrado, un sonido que se asemejaba al lejano aplauso de una multitud agradecida por algún reciente espectáculo que había logrado deleitar sus sentidos, e inclusive quizás había llegado más allá, donde solo los más grandes artistas podían poner pie. El alma humana era siempre un cálido recinto con las puertas cerradas, resguardada tras una coraza de metal y lama, censurada ante el ojo terrenal. Porque era imposible, y pretencioso, pensar que uno podía comprender lo que los demás escondían con solo observar. Inspiro nuevamente el terso aroma de la flor que había encontrado refugio del viento entre sus manos, como un biombo lo haría de estar sujeta al suelo y no al viento. Y le pareció, por un segundo, sentir más ligeros sus pies y ser invadido por una inusual paz. De aquella que no conocía desde su salida de la abadía.
-¿por qué desconfiaría de usted?...no me ha dado motivos para hacerlo- aseveró con los ríos de plata liquida cayendo desde las alturas. Le parecía poder sentir, de a momentos, el frio tacto de aquel liquido metal rozando su cuerpo y se sentía, como se debía sentir, las perladas gotas de una cascada al reventar sobre su espalda, abrirse en dos por la llegada de un cuerpo extraño. Las gotas caerían entonces presurosas por su cuerpo en una extraña carrera sin inicio ni fin. Conocerían su cuerpo y el las podría probar. Se acunarían en sus cabellos y de sus pestañas penderían hasta decidir que la muerte era mejor, se congregarían nuevamente para comenzar una danza ancestral que solo ellas conocían. Lamiendo las paredes terrosas que las encerraban, cantando una melodía natural. En una lengua desconocida.
Rió por lo bajo al escuchar aquella aseveración, como si en efecto hubiera sido una buena broma –falta mucho para eso…no pertenezco aun a la iglesia, quiero decir…- pensó, la manera más correcta y fácil de comprender aquellos pensamientos que se arremolinaban en su cabeza y que intentando conocer el exterior se pegaban a la punta de su lengua tirándose entre unos y otros. Haciéndose zancadillas y arrojando letras al olvido –no e pronunciado aun mis votos- puntualizó cuando sus pensamientos se hubieron ordenado y las palabras emergieron de sus labios con claridad. Quizás, algún día sería capaz de pertenecer a la iglesia como un sacerdote más. Sin embargo, estaba seguro, que no encontraría su pasión profesando misas todos los domingos y fiestas de guardar, confesando gente y hundiendo en santo matrimonio. No, el necesitaba estar entre las personas, verles sonreír ante la adversidad, socorrer a aquellos que gritaban en silencio un auxilio. Cyrille necesitaba saberse parte de aquella realidad, saber que podía ayudar, pues ayudando era feliz.
Sus palabras le obligaron a girar, intrigando por su aseveración ¿Cómo podía alguien comprender la pureza o la maldad de otro con aquella facilidad? Pues en su voz no existía la duda, no había sido una incógnita ni una cuestión, lo estaba asegurando. Aseguraba que él era un hombre puro, y quizás no tanto como le gustaría ser –aceptare gustoso su invitación, solo espero que entre tantas plantas no vivan las abejas…esos rechonchos animales voladores me causan extrañas reacciones. Una vez me pico una ¡y casi pierdo la vida!- acalló al instante, como quien se percata que ha hecho algo indebido.
-es increíble- murmuro al percatarse de aquella lejana escena que tenía lugar mientras se detenían a ¿presenciar? Y algo en su interior se revolvió, la creciente necesidad de socorrer al necesitado, sin importar su género, edad u origen ¿No eran todos hijos de Dios? ¿No eran todos iguales ante sus ojos? ¿Quién era entonces él para decir lo contrario? –si yo tuviera una esposa no la trataría así…¿no se supone que te casas con quien amas? ¿Cómo herir tan hondamente a quien dices amar?- suspiro al aire acongojado. El no lo sabría jamás, porque del amor se había vetado también para encomendar su vida a Dios.
-¿por qué desconfiaría de usted?...no me ha dado motivos para hacerlo- aseveró con los ríos de plata liquida cayendo desde las alturas. Le parecía poder sentir, de a momentos, el frio tacto de aquel liquido metal rozando su cuerpo y se sentía, como se debía sentir, las perladas gotas de una cascada al reventar sobre su espalda, abrirse en dos por la llegada de un cuerpo extraño. Las gotas caerían entonces presurosas por su cuerpo en una extraña carrera sin inicio ni fin. Conocerían su cuerpo y el las podría probar. Se acunarían en sus cabellos y de sus pestañas penderían hasta decidir que la muerte era mejor, se congregarían nuevamente para comenzar una danza ancestral que solo ellas conocían. Lamiendo las paredes terrosas que las encerraban, cantando una melodía natural. En una lengua desconocida.
Rió por lo bajo al escuchar aquella aseveración, como si en efecto hubiera sido una buena broma –falta mucho para eso…no pertenezco aun a la iglesia, quiero decir…- pensó, la manera más correcta y fácil de comprender aquellos pensamientos que se arremolinaban en su cabeza y que intentando conocer el exterior se pegaban a la punta de su lengua tirándose entre unos y otros. Haciéndose zancadillas y arrojando letras al olvido –no e pronunciado aun mis votos- puntualizó cuando sus pensamientos se hubieron ordenado y las palabras emergieron de sus labios con claridad. Quizás, algún día sería capaz de pertenecer a la iglesia como un sacerdote más. Sin embargo, estaba seguro, que no encontraría su pasión profesando misas todos los domingos y fiestas de guardar, confesando gente y hundiendo en santo matrimonio. No, el necesitaba estar entre las personas, verles sonreír ante la adversidad, socorrer a aquellos que gritaban en silencio un auxilio. Cyrille necesitaba saberse parte de aquella realidad, saber que podía ayudar, pues ayudando era feliz.
Sus palabras le obligaron a girar, intrigando por su aseveración ¿Cómo podía alguien comprender la pureza o la maldad de otro con aquella facilidad? Pues en su voz no existía la duda, no había sido una incógnita ni una cuestión, lo estaba asegurando. Aseguraba que él era un hombre puro, y quizás no tanto como le gustaría ser –aceptare gustoso su invitación, solo espero que entre tantas plantas no vivan las abejas…esos rechonchos animales voladores me causan extrañas reacciones. Una vez me pico una ¡y casi pierdo la vida!- acalló al instante, como quien se percata que ha hecho algo indebido.
-es increíble- murmuro al percatarse de aquella lejana escena que tenía lugar mientras se detenían a ¿presenciar? Y algo en su interior se revolvió, la creciente necesidad de socorrer al necesitado, sin importar su género, edad u origen ¿No eran todos hijos de Dios? ¿No eran todos iguales ante sus ojos? ¿Quién era entonces él para decir lo contrario? –si yo tuviera una esposa no la trataría así…¿no se supone que te casas con quien amas? ¿Cómo herir tan hondamente a quien dices amar?- suspiro al aire acongojado. El no lo sabría jamás, porque del amor se había vetado también para encomendar su vida a Dios.
{Me disculpo por la demora!}
Cyrille Vezier- Humano Clase Alta
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Re: Rouge ~.Libre.~
-No perdia detalle de lo que decía el muchacho mientras mantenia su rostro agachado interpretando una melodia con los dedos, sabia que se consideraria una falta de respeto si se supiera o en el caso si no pudiera hacer dos cosas a la vez como siempre habia logrado, dotar a su cerebro de una mitad aburrida teniendo otra más entretenida impedia que callese en el excesivo aburrimiento especialmente de la gente. Los votos, cuando los pronunciase ya le harian ser uno más de aquella basta familia como era la iglesia, controló esas náuseas que siempre aparecian antes de escupir y maldecir, él no era como esas peronas, las personas que le destrozaron pero le alzaron, tampoco tenia culpa de las personas que tuvo que pisotear para vivir...era de los pocos hombres que no intentaban dominar a la iglesia o escupir intentando crear sus propias convicciones de ahí que la mayor parte de su paciencia haya sido creada en base a ese requerimiento, escuchar, respetar opiniones pero tener la suya grabada en la piel-
Alergia -su tono cambio, no era un tono serio u tenso como deberia esperarse de alguien que adoptaba la postura interna de antaño, le hacia gracia que hablase asi de las abejas, le habia puesto de buen humor sin apenas proponerselo saboreando la miel de la sonrisa mientras miraba al muchacho, era agradable estar con ñel, se habia dado cuenta que esa era la razon por la que no le enseñaba que tan erróneo era amar a la iglesia, dejó una pronunciada pero suave caricia en la mejilla del muchacho, tan suave como se lo permitían sus digitos...suspiro entonces mientras alejaba su mano y seguia caminando- Me he encargado de que no sean devoradas por ningun insecto - Habia buenos productos para hacerlo especialmente los aromaticos, las flores con aromas fuertes atraian a un tipo de insectos y asustaban a otros, eso junto con otro tipo de olores mantenian a ralla ademas de los colores, era fácil saber que asustaba a que insecto despues de haber convivido con ellos los años suficientes como para pretender conocerlos.
Un espectaculo deplorable estaba cerniendose sobre ellos, era cierto, si los hombres tenian esposas eran para quererlas no porque la sociedad lo tenia bien visto, las mujeres, el matrimonio, cuando una mujer no se casaba al menos a los 20 años, resultaba ser alguien extraña que se conformaría con muy poco en la vida a no ser que tuviera un status social alto lo cual queria decir que sus riquezas abundaban de hecho esa era la carnaza preferida de los duques arruinados, despues iba al diferencia de los hombres que cuando mas tarde se casaban mas disfrutaban y mejor eran vistos, siempre estaban los más catolicos que veian la falta de mujer como un pecado pues aun se consideraba la falta de matrimonio como algo sucio, algo que derivaba del salvajismo y el sexo que no era precisamente bien recibido por lo demás- Lo se, por eso no creo que el amor toque a mis puertas
-Disimuladamente hizo una señal a aquel hombre con el dedo, aunque su acompañante no lo viese un espiritu menor con forma de pájaro iba hacia el hombre, atravesándolo con furia, el espiritu desaparecia en una voluta de humo mientras el hombre se llevaba la mano en el pecho, aterrado, mirando a u alrededor y despues desplomándose, miró a aquella mujer que momentos antes lloraba apretarse contra su cuerpo, sus amigos automaticamente le ayudaron para cargarle en un carruaje y llevarlo rapidamente a un hospital cercano- Son demasiado sensibles -susurro paseando una mano traviesa por la flor que aun tenia en sus brazos su acompañante, no habia hecho mas que darle una advertencia "se mas cuidadoso con ella o te arrepentiras" y se lo habia hecho llegar directamente a través de ese espiritu mensajero que era capaz de dejar ese mensaje a los vivos, atravesándolo- permitame -Elevó la mano llamando a un carruaje libre, el cochero se detuvo bajándose y abriendoles la puerta para que entrasen, primero entro el y despues espero a su "amigo" con una sonrisa aun disimulada en sus labios-
Espero que no le moleste, estamos algo lejos y temo que no pueda ser suficiente para protegeros a vos y a la pequeña dama -señalando como dama a la flor- lamento el espectáculo que tuvo que presenciar momentos atras - emitio aquello volviendo a mirar por la cortina del carruaje pensando ahora en el menu que le serviría a cyrille ¿que le gustaria? no sabia si carne o pescado lo cual optaria al final por lo último hecho en un caldo para que calentaran sus huesos, la flores estaban en un lugar humedo, repartidas por toda la casa, las guardaba quizas porque le habia costado horrores cazarlas y por eso no se deshacia de ellas como un castigo bastante extraño para ellas-
Alergia -su tono cambio, no era un tono serio u tenso como deberia esperarse de alguien que adoptaba la postura interna de antaño, le hacia gracia que hablase asi de las abejas, le habia puesto de buen humor sin apenas proponerselo saboreando la miel de la sonrisa mientras miraba al muchacho, era agradable estar con ñel, se habia dado cuenta que esa era la razon por la que no le enseñaba que tan erróneo era amar a la iglesia, dejó una pronunciada pero suave caricia en la mejilla del muchacho, tan suave como se lo permitían sus digitos...suspiro entonces mientras alejaba su mano y seguia caminando- Me he encargado de que no sean devoradas por ningun insecto - Habia buenos productos para hacerlo especialmente los aromaticos, las flores con aromas fuertes atraian a un tipo de insectos y asustaban a otros, eso junto con otro tipo de olores mantenian a ralla ademas de los colores, era fácil saber que asustaba a que insecto despues de haber convivido con ellos los años suficientes como para pretender conocerlos.
Un espectaculo deplorable estaba cerniendose sobre ellos, era cierto, si los hombres tenian esposas eran para quererlas no porque la sociedad lo tenia bien visto, las mujeres, el matrimonio, cuando una mujer no se casaba al menos a los 20 años, resultaba ser alguien extraña que se conformaría con muy poco en la vida a no ser que tuviera un status social alto lo cual queria decir que sus riquezas abundaban de hecho esa era la carnaza preferida de los duques arruinados, despues iba al diferencia de los hombres que cuando mas tarde se casaban mas disfrutaban y mejor eran vistos, siempre estaban los más catolicos que veian la falta de mujer como un pecado pues aun se consideraba la falta de matrimonio como algo sucio, algo que derivaba del salvajismo y el sexo que no era precisamente bien recibido por lo demás- Lo se, por eso no creo que el amor toque a mis puertas
-Disimuladamente hizo una señal a aquel hombre con el dedo, aunque su acompañante no lo viese un espiritu menor con forma de pájaro iba hacia el hombre, atravesándolo con furia, el espiritu desaparecia en una voluta de humo mientras el hombre se llevaba la mano en el pecho, aterrado, mirando a u alrededor y despues desplomándose, miró a aquella mujer que momentos antes lloraba apretarse contra su cuerpo, sus amigos automaticamente le ayudaron para cargarle en un carruaje y llevarlo rapidamente a un hospital cercano- Son demasiado sensibles -susurro paseando una mano traviesa por la flor que aun tenia en sus brazos su acompañante, no habia hecho mas que darle una advertencia "se mas cuidadoso con ella o te arrepentiras" y se lo habia hecho llegar directamente a través de ese espiritu mensajero que era capaz de dejar ese mensaje a los vivos, atravesándolo- permitame -Elevó la mano llamando a un carruaje libre, el cochero se detuvo bajándose y abriendoles la puerta para que entrasen, primero entro el y despues espero a su "amigo" con una sonrisa aun disimulada en sus labios-
Espero que no le moleste, estamos algo lejos y temo que no pueda ser suficiente para protegeros a vos y a la pequeña dama -señalando como dama a la flor- lamento el espectáculo que tuvo que presenciar momentos atras - emitio aquello volviendo a mirar por la cortina del carruaje pensando ahora en el menu que le serviría a cyrille ¿que le gustaria? no sabia si carne o pescado lo cual optaria al final por lo último hecho en un caldo para que calentaran sus huesos, la flores estaban en un lugar humedo, repartidas por toda la casa, las guardaba quizas porque le habia costado horrores cazarlas y por eso no se deshacia de ellas como un castigo bastante extraño para ellas-
- Spoiler:
- Lamento que el post tenga tan poca calidad, realmente mi mente se quedo en blanco ; ;
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Re: Rouge ~.Libre.~
-alergia- repitió con calma para que su mente no fuese a olvidar aquel nombre con el cual Aetos había bautizado a la reacción que tenía su cuerpo en contacto con el aguijón de aquellos seres bicolor. No comprendía ni creía que algún día llegara a hacerlo, el motivo por el cual sacrificaban sus vidas para defenderse de alguien que no buscaba en ellas más que un recuerdo. El recordaba aun el dolor que había sentido cuando a su dedo se había enganchado el veneno, había ido corriendo con Teva entre un mar de sollozos reprimidos y gritos no pronunciados, la piel se le había levantado y pronto comenzó a sudar. Alguien había estado oprimiendo su pecho para impedirle respirar, una mano invisible comprimía entre sus dedos su garganta y poco más recordaba después de haberse caído sobre los brazos de aquella mujer que por nombre llevaba Teva y por título su mejor y más grande amiga. Aunque, no eran esa clase de recuerdos los que las personas pretendían adquirir al observar a las abejas.
No supo bien si aquella sensación había realmente existido porque su tacto había parecido tierno y su caricia casi familiar y así como nació se había extinto, mezclándose con la brisa y el murmullo del viento. Deseo, por un segundo, que aquella caricia hubiese durado más. Pecador. Solo era una caricia. Impío. Solo un gesto de dilección. Incrédulo. Una acción de cordial aprecio. Quizás.
Debía ser alguna especie de héroe para las plantas, un gallardo caballero de armadura de bronce que se encargaba de alejar a las ruines catarinas y gusanos de sus hojas y sus ramas. Les permitía crecer y exponer su belleza a los demás y el tendría el honor de verlas, derrochar en desmedida los atributos de los cuales la naturaleza las había dotado. Le gustaba deleitarse con aquella belleza, una muestra tangible de que en los cielos habitaba alguien que hacía posible a las plantas florecer. Un Dios, creía él, que demostraba su aprecio con sus hijos con aquellos seres, un pedazo de alegría de su día.
-yo no pienso que se trate de creer…quiero decir no es como si fuera un mito- pensó en voz alta sin temor de ser juzgado por su acompañante. Porque en su compañía se sentía resguardado, de aquella mirada inquisitoria de la sociedad –cuando uno se enamora, se enamora y no hay nada que pueda hacer para evitarlo. Pero no deberías escucharme mucho yo no se de esos temas- su rostro se escondió entre sus hombros al tiempo que su rostro se deformaba en un gesto que oscilaba entre la tranquilidad y la confusión. No mentía al decir que de aquellos temas el desconocía, amaba, si, amaba a las personas y todo ser viviente de la tierra, toda creación de Dios encontraba lugar en su corazón. Sin embargo, no existía aun aquella persona que rebajaría a todo lo demás y esperaba nunca encontrarla, porque sería una traición, una traición a su amor por Dios.
El giro que dio el acontecimiento que estaban presenciando no pudo sino robarle el aliento. Y a punto estuvo de emprender el camino hacía el desdichado hombre que había caído pálido al suelo cuando sus amigo y su mujer se lo habían llevado ya montado en un carruaje. Que frágil e incomprensible era la salud de las personas, que simple y que bella a la vez, saberse una hoja al viento lista para caer –pobre hombre…-murmuro con el rostro compungido por la preocupación. Rezaría por el antes de dormir, lo pondría en sus oraciones de ahora en más.
El sonido de las ruedas al abrirse paso entre el empedrado, y el golpeteo de los casquillos de los corceles piafando en su lugar le obligaron a volver su atención al hombre que se encontraba ahora dentro de un carruaje aguardando por él –no tendría por qué preocuparse, yo la defenderé- aseveró refiriéndose a la flor y no a él. Porque había experimentado ya el dolor de el puño ajeno sobre su piel, no dudaba, pudiera enfrentarlo nuevamente de ser necesario y solo estrictamente necesario. Para salvar a su flor. Se sujeto con una mano mientras con la otra seguía resguardando la planta, y con un salto subió al carruaje donde tomo asiento y observo. Él prefería caminar pero no se atrevía a oponerse a su anfitrión –no tienes porque disculparte…no ha sido tu culpa- sonrió, con aquella calidad y aire hogareño tan propio en él.
No supo bien si aquella sensación había realmente existido porque su tacto había parecido tierno y su caricia casi familiar y así como nació se había extinto, mezclándose con la brisa y el murmullo del viento. Deseo, por un segundo, que aquella caricia hubiese durado más. Pecador. Solo era una caricia. Impío. Solo un gesto de dilección. Incrédulo. Una acción de cordial aprecio. Quizás.
Debía ser alguna especie de héroe para las plantas, un gallardo caballero de armadura de bronce que se encargaba de alejar a las ruines catarinas y gusanos de sus hojas y sus ramas. Les permitía crecer y exponer su belleza a los demás y el tendría el honor de verlas, derrochar en desmedida los atributos de los cuales la naturaleza las había dotado. Le gustaba deleitarse con aquella belleza, una muestra tangible de que en los cielos habitaba alguien que hacía posible a las plantas florecer. Un Dios, creía él, que demostraba su aprecio con sus hijos con aquellos seres, un pedazo de alegría de su día.
-yo no pienso que se trate de creer…quiero decir no es como si fuera un mito- pensó en voz alta sin temor de ser juzgado por su acompañante. Porque en su compañía se sentía resguardado, de aquella mirada inquisitoria de la sociedad –cuando uno se enamora, se enamora y no hay nada que pueda hacer para evitarlo. Pero no deberías escucharme mucho yo no se de esos temas- su rostro se escondió entre sus hombros al tiempo que su rostro se deformaba en un gesto que oscilaba entre la tranquilidad y la confusión. No mentía al decir que de aquellos temas el desconocía, amaba, si, amaba a las personas y todo ser viviente de la tierra, toda creación de Dios encontraba lugar en su corazón. Sin embargo, no existía aun aquella persona que rebajaría a todo lo demás y esperaba nunca encontrarla, porque sería una traición, una traición a su amor por Dios.
El giro que dio el acontecimiento que estaban presenciando no pudo sino robarle el aliento. Y a punto estuvo de emprender el camino hacía el desdichado hombre que había caído pálido al suelo cuando sus amigo y su mujer se lo habían llevado ya montado en un carruaje. Que frágil e incomprensible era la salud de las personas, que simple y que bella a la vez, saberse una hoja al viento lista para caer –pobre hombre…-murmuro con el rostro compungido por la preocupación. Rezaría por el antes de dormir, lo pondría en sus oraciones de ahora en más.
El sonido de las ruedas al abrirse paso entre el empedrado, y el golpeteo de los casquillos de los corceles piafando en su lugar le obligaron a volver su atención al hombre que se encontraba ahora dentro de un carruaje aguardando por él –no tendría por qué preocuparse, yo la defenderé- aseveró refiriéndose a la flor y no a él. Porque había experimentado ya el dolor de el puño ajeno sobre su piel, no dudaba, pudiera enfrentarlo nuevamente de ser necesario y solo estrictamente necesario. Para salvar a su flor. Se sujeto con una mano mientras con la otra seguía resguardando la planta, y con un salto subió al carruaje donde tomo asiento y observo. Él prefería caminar pero no se atrevía a oponerse a su anfitrión –no tienes porque disculparte…no ha sido tu culpa- sonrió, con aquella calidad y aire hogareño tan propio en él.
Cyrille Vezier- Humano Clase Alta
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Re: Rouge ~.Libre.~
-Aquello seguía molestándole aunque no en la medida que se cabria esperar, había distintos tipos de molestia…por ejemplo la que llega sabiéndola habiéndola saboreado antes como una miel distorsionada que una vez que se veía a la persona que tenía en frente se repetía a uno mismo “si…si” la molestia era la acompañante que hacia sonar su cascabel firmemente una vez que la victima se hallaba expuesta conseguía lo que deseaba, era duradera la sensación e incluso incómoda. La otra llegaba con el tiempo, estando con la victima a un lado y sin saber que existía tal aversión hasta que sucedia algo y allí estaba la molestia como una mujer de caderas provechosas que aguardaba paciente hasta el instante justo de aparecer o de hablar. Suspiró, esta sensación era completamente distinta, el nunca estaba comodo con nadie que no fuese la muerte, había estado siempre con ella a los hombros y ahora se encontraba comodo con aquel muchacho. Aquel muchacho de alma tan pura como sus frases, su aspecto, todo estaba limpio, el brujo en cambio derrochaba suciedad en todos sus poros, desde sangre hasta sudor, desde lagrimas que nunca había expulsado hasta indiferencia por la pena de los demás que a fin de cuentas nunca le importaba. Cyrille era un hombre de Dios y aún asi Aetos vigilaba constantemente que no sufriese algún daño, esperando para alzar la mano y protegerle, abrazarle si era necesario para defender a la pequeña flor junto con el cuerpo ajeno- Supongo…que lo mismo –refiriéndose al hombre que había caído aunque por dentro estuviera riendo a carcajadas por haberle dado su merecido.
Vió las calles, saboreó el viento húmedo indicando que el caprichoso tiempo dirigiría después una lluvia augusta sobre Paris. Sonrió para si mismo, agradeciendo la presencia de aquel muchacho especialmente que no le hablase todo el rato de dios o mejor dicho que nunca lo mencionase pero que siempre lo tuviera al lado ¿dios existía? No quería saberlo y si lo hacía seria mejor que se cuidase de encontrarse con el brujo pues solo tenia interés en el joven que estaba en frente suyo- Dentro de poco llegaremos, te sorprenderá saber todo los tipos de flores que hay, puedes quedarte con cualquiera incluso podría ayudarte a plantarla donde quisieras
-Dicho eso de nuevo esa molestia, amargo sabor que manipulaba su saliva haciendo que se extrañase de sus palabras, en principio habría tirado aquella planta sin mediar en las consecuencias anteriores e incluso aunque alguien se la hubiera pedido habría dicho un no rotundo- Tengo algunas separadas del resto, sobre todo las aromáticas como la menta pueden ser usadas para las comidas, perfumes…dicho esto creo que tendrá que elegir que cosas desea llevarse u cuales he de llevar yo – Sonrió de nuevo, alejando como si se tratase de una mosca esos sentimientos de incomodidad anteriores. El carruaje se detuvo debido al tráfico que en esos momentos existía. Pero no le importó, el aroma a madera le relajaba igual que la presencia ajena, pero existía ese aroma de limpieza parcial pero total, seguramente habría limpiado hacía unas horas lo que dejaba ese agradable sabor a jabón- Ten cuidado –Tomó con suavidad la mano libre del muchacho en el momento que el carruaje sin decir nada puso marcha con brusquedad, su frente se quedo quieta contra la de aquel muchacho, pero no miró sus ojos, sino como estaba la flor, la cual también sujetaba teniendo ambas manos del joven sujetas, una apretada y la otra colocándola suavemente sobre la ajena, para no estropear la flor. Duró unos minutos alejándose luego reconociendo las casas por las que pasaba, se acercaba, se acercaba a su hogar-
Vió las calles, saboreó el viento húmedo indicando que el caprichoso tiempo dirigiría después una lluvia augusta sobre Paris. Sonrió para si mismo, agradeciendo la presencia de aquel muchacho especialmente que no le hablase todo el rato de dios o mejor dicho que nunca lo mencionase pero que siempre lo tuviera al lado ¿dios existía? No quería saberlo y si lo hacía seria mejor que se cuidase de encontrarse con el brujo pues solo tenia interés en el joven que estaba en frente suyo- Dentro de poco llegaremos, te sorprenderá saber todo los tipos de flores que hay, puedes quedarte con cualquiera incluso podría ayudarte a plantarla donde quisieras
-Dicho eso de nuevo esa molestia, amargo sabor que manipulaba su saliva haciendo que se extrañase de sus palabras, en principio habría tirado aquella planta sin mediar en las consecuencias anteriores e incluso aunque alguien se la hubiera pedido habría dicho un no rotundo- Tengo algunas separadas del resto, sobre todo las aromáticas como la menta pueden ser usadas para las comidas, perfumes…dicho esto creo que tendrá que elegir que cosas desea llevarse u cuales he de llevar yo – Sonrió de nuevo, alejando como si se tratase de una mosca esos sentimientos de incomodidad anteriores. El carruaje se detuvo debido al tráfico que en esos momentos existía. Pero no le importó, el aroma a madera le relajaba igual que la presencia ajena, pero existía ese aroma de limpieza parcial pero total, seguramente habría limpiado hacía unas horas lo que dejaba ese agradable sabor a jabón- Ten cuidado –Tomó con suavidad la mano libre del muchacho en el momento que el carruaje sin decir nada puso marcha con brusquedad, su frente se quedo quieta contra la de aquel muchacho, pero no miró sus ojos, sino como estaba la flor, la cual también sujetaba teniendo ambas manos del joven sujetas, una apretada y la otra colocándola suavemente sobre la ajena, para no estropear la flor. Duró unos minutos alejándose luego reconociendo las casas por las que pasaba, se acercaba, se acercaba a su hogar-
Aetos- Hechicero/Realeza
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Re: Rouge ~.Libre.~
Plantarla donde quisiera implicaba concederle la entrada a su hogar. La casa donde vivía en compañía de su tío y sus “sirvientas”, aquellas mujeres a las que le gustaba ver más como conocidas y porque no, amigas. La mujer que le había criado había sido una de ellas, una de la cual ahora nada sabía al respecto. Sin embargo, la idea de confesarle su ubicación no le atormento, aun cuando su tío le había dejado bien explicito lo contrario. No podía llevar visitas sin su previo consentimiento, seguramente ni siquiera se percataría de su presencia, ni de la propia y mucho menos de la de Aetos. Siempre inmerso en su habitación, siempre en sus propios pensamientos, arreglando cuentas y cerrando tratos. Si no fuese por él, quizás el mismo tendría que hacerse cargo de las ganancias y las hectáreas que habían dejado sus padres. Se alegraba entonces, de poder tener tiempo libre para salir y era aquel motivo, el hecho de que su tío le hubiese acogido en su hogar cuando bien podría haberlo negado, lo que lo incitaba a portarse bien con él.
-creo que aun tengo espacio en mi jardín, pero no planeo llevarme muchas- confesó en voz baja, por resultarle un exceso de confianza y amabilidad. Asintió a sus palabras recapacitando en ellas mientras sus labios se abrían para pronunciar ya las palabras que sin padre ni madre encontraban lugar sobre su lengua –me gusta el olor de de la manzanilla- en ocasiones preparaba tés y remedios con aquella diminuta florecilla que con el agua caliente despedía una tonalidad casi amarillenta que bien podría ser también café. Le gusta el sabor sobre su paladar y el calor que las infusiones causaban en su interior. Teva solía hacerle remedios con ella para aliviarle los dolores estomacales.
El vertiginoso movimiento del carruaje le obligo a tambalearse de un lado a otro sin dejar de resguardar entre sus manos la delicada flor. Era, de ahora en más, su responsabilidad protegerla de todo mal, la regaría cada que fuese necesario, abonaría la tierra a su alrededor y cumpliría sus caprichos y mandamientos. Si con ello le permitía deleitarse con su belleza inusual y la colocaría en un lugar donde las demás personas pudiesen también apreciar. En qué momento su frente se estrecho contra la ajena y su respiración se abrazo en el aire a la otra fue algo que no logro descifrar con claridad. Los segundos anteriores habían quedado olvidados en su memoria –y-yo- trastabillo volviéndose a su lugar, con la cercanía tiñéndole las mejillas del color del arrebol –lo tendré - vocifero al fin, observando por donde el hombre observaba. Sin reconocer nada más allá de que seguían en París.
Inclinó su rostro hacía la ventana hasta pegar su nariz al cristal –luce como si pronto fuera a caer un chubasco- y no pretendía lucir como un ávido conocedor con aquel comentario. Cualquier analfabeta que mirase al firmamento podría corroborar su aseveración. ¿Cómo volvería a su casa si caía sobre ellos el cielo a cantaros? Mordió su labio inferior volteándole a ver -y si comienza a llover…¿podría quedarme contigo?- esperaba que tuviese alguna segunda cama o de lo contrario, entre su necedad y la aparente amabilidad del hombre terminarían ambos debatiendo entre quien usaría aquel lugar para dormir.
-creo que aun tengo espacio en mi jardín, pero no planeo llevarme muchas- confesó en voz baja, por resultarle un exceso de confianza y amabilidad. Asintió a sus palabras recapacitando en ellas mientras sus labios se abrían para pronunciar ya las palabras que sin padre ni madre encontraban lugar sobre su lengua –me gusta el olor de de la manzanilla- en ocasiones preparaba tés y remedios con aquella diminuta florecilla que con el agua caliente despedía una tonalidad casi amarillenta que bien podría ser también café. Le gusta el sabor sobre su paladar y el calor que las infusiones causaban en su interior. Teva solía hacerle remedios con ella para aliviarle los dolores estomacales.
El vertiginoso movimiento del carruaje le obligo a tambalearse de un lado a otro sin dejar de resguardar entre sus manos la delicada flor. Era, de ahora en más, su responsabilidad protegerla de todo mal, la regaría cada que fuese necesario, abonaría la tierra a su alrededor y cumpliría sus caprichos y mandamientos. Si con ello le permitía deleitarse con su belleza inusual y la colocaría en un lugar donde las demás personas pudiesen también apreciar. En qué momento su frente se estrecho contra la ajena y su respiración se abrazo en el aire a la otra fue algo que no logro descifrar con claridad. Los segundos anteriores habían quedado olvidados en su memoria –y-yo- trastabillo volviéndose a su lugar, con la cercanía tiñéndole las mejillas del color del arrebol –lo tendré - vocifero al fin, observando por donde el hombre observaba. Sin reconocer nada más allá de que seguían en París.
Inclinó su rostro hacía la ventana hasta pegar su nariz al cristal –luce como si pronto fuera a caer un chubasco- y no pretendía lucir como un ávido conocedor con aquel comentario. Cualquier analfabeta que mirase al firmamento podría corroborar su aseveración. ¿Cómo volvería a su casa si caía sobre ellos el cielo a cantaros? Mordió su labio inferior volteándole a ver -y si comienza a llover…¿podría quedarme contigo?- esperaba que tuviese alguna segunda cama o de lo contrario, entre su necedad y la aparente amabilidad del hombre terminarían ambos debatiendo entre quien usaría aquel lugar para dormir.
Cyrille Vezier- Humano Clase Alta
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Re: Rouge ~.Libre.~
-tenia un extraño afán por ayudarle a llevarse todas las plantas que él pudiese, nunca se comportaba de ese modo pero cuando el carruaje habia gritado con aquellos bruscos movimientos su aliento rozó el del muchacho, se controló, queria haber quebrantado ese voto de lealtad a dios con un beso aunque no fueran ahora nada más que amigos, negó con la cabeza más mental que físicamente para que no se le tomara por loco y admiró las casas como si éstas encerrasen algo increible en su interior, todo fachada pues aquello le importaba demasiado poco, solo podia preguntarse preocupado porque estaba actuando de ese modo y no solo eso sino porqué estaba intentando robarle un beso a aquellos virginales labios que ya tenian suficiente con aguantarle- Eres mi invitado me temo que ha sido usted seleccionado para pasar una noche en la casa del terror así es como usualmente llamo a mi negocio mansión.
-No podía negarse, tenia que conocer que el nombre de su mansión era algo tétrico pero tambien estaba alejado, él estaba mejor viendo los paisajes de las afueras que a la burguesía, habia sido unos pocos meses que habia comprado una mansión que se ajustase no solo a su nivel economico sino a lo que buscaba en una casa. Pasaron las casas de gente rica para adentrarse en la de nivel medio...acaricio el cristal, con una sonrisa escondida pues las gotas de lluvia golpearian en breve lo sabia especialmente por el aroma, ese regusto húmedo del ambiente que para muchos era nauseabundo debido a la pestilencia de los humanos, las basuras, la carne podrida, todo aquello que hacia una selección de lo más irritante. Miró de reojo entonces a aquel muchacho, la manzanilla le gustaba...tenia varias aún ni supo porque seguian alli pero solo ocupaban espacio asi que despues de todo la visita de cyrille le libraria de bastante espacio en su jardín.- Puede llevarse las que guste, si lo desea puede dejar aquí algunas a su cuidado puede venir cuando le apetezca
-Aunque esperaba que no hubiera sonado extraño, le estaba invitando ciertamente a un derecho que no todos poseían, solo los espiritus vagaban libremente por la casa de Aetos, él, no tenia a nadie ni siquiera un solo sirviente para limpiarla, a veces sin que le avergonzase se podía contemplar el polvo en algunas de las mesitas excepto en el sótano que era lo que más usaba pero habitualmente en todos los lugares se podia comprobar donde estaba, los sillones que no tenian polvo era en los que se sentaba, las mesas que estaban en buen estado lo que usaba, solo los baños, la cocina y su dormitorio estaban intactos de la presencia de ácaros, pero no habia que exagerar no habia empezado a ser devorado por el polvo ya que cuando se aburria solia limpiar algunas de las habitaciones...era un hombre extraño- ¿Que te apeteceria comer? -antes de que le dejase hablar elevó el rostro y el dedo, señalandole seriamente- no permito un “lo que usted desee” eres mi invitado ya que debo de ser buen anfitrión debes de indicarme que te complacería que te preparase.
-Cuando finalizó bajó la mano, ahora no habia demasiadas casas el pavimento era un poco más molesto puesto que estaba vibrando debido a la lejania, de ver a la gente ahora se veia algunas zonas arboladas, seguian en paris pero a las afueras, basto unos minutos mas de silencio para que las gotas como una magia que se predecia golpeara el cristal- estamos cerca...-declaro tras acariciar una de las correderas que habia cerca de las ventanas, su pose era sensual pero ante todo calmada, despues de todo, el invierno, era su estación favorita-
-No podía negarse, tenia que conocer que el nombre de su mansión era algo tétrico pero tambien estaba alejado, él estaba mejor viendo los paisajes de las afueras que a la burguesía, habia sido unos pocos meses que habia comprado una mansión que se ajustase no solo a su nivel economico sino a lo que buscaba en una casa. Pasaron las casas de gente rica para adentrarse en la de nivel medio...acaricio el cristal, con una sonrisa escondida pues las gotas de lluvia golpearian en breve lo sabia especialmente por el aroma, ese regusto húmedo del ambiente que para muchos era nauseabundo debido a la pestilencia de los humanos, las basuras, la carne podrida, todo aquello que hacia una selección de lo más irritante. Miró de reojo entonces a aquel muchacho, la manzanilla le gustaba...tenia varias aún ni supo porque seguian alli pero solo ocupaban espacio asi que despues de todo la visita de cyrille le libraria de bastante espacio en su jardín.- Puede llevarse las que guste, si lo desea puede dejar aquí algunas a su cuidado puede venir cuando le apetezca
-Aunque esperaba que no hubiera sonado extraño, le estaba invitando ciertamente a un derecho que no todos poseían, solo los espiritus vagaban libremente por la casa de Aetos, él, no tenia a nadie ni siquiera un solo sirviente para limpiarla, a veces sin que le avergonzase se podía contemplar el polvo en algunas de las mesitas excepto en el sótano que era lo que más usaba pero habitualmente en todos los lugares se podia comprobar donde estaba, los sillones que no tenian polvo era en los que se sentaba, las mesas que estaban en buen estado lo que usaba, solo los baños, la cocina y su dormitorio estaban intactos de la presencia de ácaros, pero no habia que exagerar no habia empezado a ser devorado por el polvo ya que cuando se aburria solia limpiar algunas de las habitaciones...era un hombre extraño- ¿Que te apeteceria comer? -antes de que le dejase hablar elevó el rostro y el dedo, señalandole seriamente- no permito un “lo que usted desee” eres mi invitado ya que debo de ser buen anfitrión debes de indicarme que te complacería que te preparase.
-Cuando finalizó bajó la mano, ahora no habia demasiadas casas el pavimento era un poco más molesto puesto que estaba vibrando debido a la lejania, de ver a la gente ahora se veia algunas zonas arboladas, seguian en paris pero a las afueras, basto unos minutos mas de silencio para que las gotas como una magia que se predecia golpeara el cristal- estamos cerca...-declaro tras acariciar una de las correderas que habia cerca de las ventanas, su pose era sensual pero ante todo calmada, despues de todo, el invierno, era su estación favorita-
Aetos- Hechicero/Realeza
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Re: Rouge ~.Libre.~
-La casa del terror no es un nombre usual para una mansión- sonrió cálidamente con la mirada atravesando el cristal. Conocía personas que nombraban a sus hectáreas como lejanas tierras del Este o importantes castillos de antaño, habitados por los reyes y zares más renombrados en la historia de la humanidad. La casa del terror sin embargo se le antojaba como alguna exposición de aquella feria de la cual escuchaba hablar a las personas. El mismo, nunca había asistido a una, no por lo menos una de estuviese abierta a todo el público, sus padres preferían gastar en un espectáculo solo para ellos y sus allegados. Era así como había conocido al señor de los gansos y los caballos enanos –Espero que el lugar no haga honor a su nombre- susurró entonces revolviéndose sobre su asiento. No se había considerado en ninguna instancia un cobarde, ahora sin embargo, sentía que su corazón se aceleraba y su imaginación comenzaba a volar al pensar en aquel lugar como uno de aquellos relatos de ultratumba.
Lo podía pintar con palabras, las paredes serian tan viejas que las piedras estarían erosionadas por los duros inviernos y las fuertes lluvias, crecería moho y enredadera en cada bifurcación. Las colosales puertas de madera hinchada y astillada gritarían sopesando lamentos a los cuatro vientos, sentiría en cada esquina que le seguían y un aliento del otro mundo le susurraría verdades tan brutales que serian manchadas de sangre y maldad. Acariciarían sus cabellos mientras durmiese y al despertar el frio se habría colado ya entre su piel hasta adherirse al hueso y calar. No podría entonces levantarse por el dolor y su cuerpo y alma serian desconectados de la misma dimensión, podría entonces escucharlos, la razón por la cual se le había nombrado así, la casa del terror. Negó para sus adentros pensando que, si había visto en sueños al mismo Satanás no había ya nada que pudiese robarle el sueño. Ni siquiera aquel nombre que le hacía temblar al pronunciarlo y sentir el sabor a bicarbonato que dejaba en su paladar.
-Gracias por la proposición, aunque creo que queda algo lejos para poder venir a cuidarlas- le confesó observando las casas que dejaban detrás, con los cuadros de luz refractándose sobre el suelo al atravesar las ventanas. Aunque estaban también aquellas que resguardaban en su interior a sus habitantes, cubiertos por mantos de tela y encaje –Y más bien creo que tendrías que enseñarme como cuidar de cada una…no conozco con propiedad estos temas y temo que por falta de información alguna de ellas no vaya a crecer- no gustaba de ver en su jardín mustios rosales o nenúfares sin agua. En cuanto las hojas perdían el color de la vida había que recortar y abonar, intentar hacerles retoñar nuevamente aunque, a veces era imposible ya. Como era imposible revivir a un muerto o hacer llover en tiempo de sequia sin importar cuánto uno pudiese anhelarlo o pedirle a Dios, ninguna santo ni virgen harían el milagro.
Lo pensó unos instantes pues, y en efecto, un “Lo que gustes” eran las palabras que a punto estuvieron de emerger de labios del monaguillo. Sublevadas ahora por una amplia sonrisa que deformo sus labios de hito en hito y casi hasta salirse de los lindes de su afable y aniñado rostro –Creo que alguna sopa caliente estaría bien- desconocía de cocina más allá de saber picar y mezclar. En la abadía los otros novicios y padres que sabían cocinar se tomaban la tarea demasiado en serio, como si fuese su momento de brillar, no había podido entonces aprender, porque andar entre cacerolas y lumbre era peligroso para él. En su casa ni antes sus padres ni ahora su tío le permitían adentrarse con las moras en la cocina. Picar y mezclar era entonces todo lo que sabía hacer, y su falta de conocimiento le impedía especificar aun más algún platillo.
Acerco el rostro aun mas al cristal cuando la lluvia primero cerrada y después tupida comenzó a golpear el carruaje ¿Se estaría mojando el conductor? –Supongo que te gusta la tranquilidad- vociferó pensando que era aquel el motivo de que la “Mansión del Terror” se encontrase en las afueras de París. Desabotono algunos botones de su gabardina, que más bien lucia como un chaleco con mangas, y escondió en su interior, entre su camisa y la tela que censuraba todo lo demás la diminuta flor. Debía mantenerla lejos del aire y la lluvia y pedirle a su arribo al lugar algún lugar donde depositarla pues esperaba que pudiese aun florecer –Es una lástima que en esta época del año ya no haya mariposas- y sin comprender con claridad el motivo de sus palabras sonrió. Como quien descubre que no queda nada más que sonreir.
Lo podía pintar con palabras, las paredes serian tan viejas que las piedras estarían erosionadas por los duros inviernos y las fuertes lluvias, crecería moho y enredadera en cada bifurcación. Las colosales puertas de madera hinchada y astillada gritarían sopesando lamentos a los cuatro vientos, sentiría en cada esquina que le seguían y un aliento del otro mundo le susurraría verdades tan brutales que serian manchadas de sangre y maldad. Acariciarían sus cabellos mientras durmiese y al despertar el frio se habría colado ya entre su piel hasta adherirse al hueso y calar. No podría entonces levantarse por el dolor y su cuerpo y alma serian desconectados de la misma dimensión, podría entonces escucharlos, la razón por la cual se le había nombrado así, la casa del terror. Negó para sus adentros pensando que, si había visto en sueños al mismo Satanás no había ya nada que pudiese robarle el sueño. Ni siquiera aquel nombre que le hacía temblar al pronunciarlo y sentir el sabor a bicarbonato que dejaba en su paladar.
-Gracias por la proposición, aunque creo que queda algo lejos para poder venir a cuidarlas- le confesó observando las casas que dejaban detrás, con los cuadros de luz refractándose sobre el suelo al atravesar las ventanas. Aunque estaban también aquellas que resguardaban en su interior a sus habitantes, cubiertos por mantos de tela y encaje –Y más bien creo que tendrías que enseñarme como cuidar de cada una…no conozco con propiedad estos temas y temo que por falta de información alguna de ellas no vaya a crecer- no gustaba de ver en su jardín mustios rosales o nenúfares sin agua. En cuanto las hojas perdían el color de la vida había que recortar y abonar, intentar hacerles retoñar nuevamente aunque, a veces era imposible ya. Como era imposible revivir a un muerto o hacer llover en tiempo de sequia sin importar cuánto uno pudiese anhelarlo o pedirle a Dios, ninguna santo ni virgen harían el milagro.
Lo pensó unos instantes pues, y en efecto, un “Lo que gustes” eran las palabras que a punto estuvieron de emerger de labios del monaguillo. Sublevadas ahora por una amplia sonrisa que deformo sus labios de hito en hito y casi hasta salirse de los lindes de su afable y aniñado rostro –Creo que alguna sopa caliente estaría bien- desconocía de cocina más allá de saber picar y mezclar. En la abadía los otros novicios y padres que sabían cocinar se tomaban la tarea demasiado en serio, como si fuese su momento de brillar, no había podido entonces aprender, porque andar entre cacerolas y lumbre era peligroso para él. En su casa ni antes sus padres ni ahora su tío le permitían adentrarse con las moras en la cocina. Picar y mezclar era entonces todo lo que sabía hacer, y su falta de conocimiento le impedía especificar aun más algún platillo.
Acerco el rostro aun mas al cristal cuando la lluvia primero cerrada y después tupida comenzó a golpear el carruaje ¿Se estaría mojando el conductor? –Supongo que te gusta la tranquilidad- vociferó pensando que era aquel el motivo de que la “Mansión del Terror” se encontrase en las afueras de París. Desabotono algunos botones de su gabardina, que más bien lucia como un chaleco con mangas, y escondió en su interior, entre su camisa y la tela que censuraba todo lo demás la diminuta flor. Debía mantenerla lejos del aire y la lluvia y pedirle a su arribo al lugar algún lugar donde depositarla pues esperaba que pudiese aun florecer –Es una lástima que en esta época del año ya no haya mariposas- y sin comprender con claridad el motivo de sus palabras sonrió. Como quien descubre que no queda nada más que sonreir.
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Re: Rouge ~.Libre.~
-No sabia que responder, claro que le hacia honor a su nombre pero bueno solo lo podría notar el propio Aetos pues era el único que podía ver a los espíritus que a menudo buscaban un refugio en las paredes de la mansión del brujo. A veces los espíritus parecían más humanos que en vida pues al encontrarse con alguien que podía verles e incluso comunicarse con ellos era para ellos como algo nuevo, se comportaba como infantes que al darse cuenta de que no pasaban desapercibidos buscaban llamar la atención- A veces es divertido que la gente crea los nombres que se le da a las cosas -Sonrió de costado con la característica sensualidad que poseía, en fin era una absurda perdida de tiempo el hecho de que tuviera que explicar que su casa se plagaba de almas en pena, si cyrille no las podía ver ¿que importaba explicar?-
Su cuidado es mínimo, su aspecto es engañoso la gente cree que debe de tener excesivo cuidado, son plantas solitarias por lo que crecen bien con poca agua, lo que si les gusta es un lugar abierto un terreno espacioso donde crecer no les gusta estar en las casas decorando jarrones o habitaciones - pensó en lo que habia dicho antes, una si se colocaba en la habitacion cerrada era un potente somnifero pues ayudaba a dormir en las noches, otras parecían como ambientador especialmente por el olor a menta tan firme que desprendían muchas hojas de las plantas, se debia de tener excesivo cuidado con ellas. La menta cuando era fuerte podía llegar a asfixiar al humano aunque si se cortaba un poco de sus hojas y se servia en las comidas podía dar un aroma especial a la comida mas sosa que se tuviera delante-
Te explicaré de hecho como va cada una -Antes de que pudiera acabar la frase dió unos golpes al techo para indicar al cochero que se detuviese- Esperame un poco - salió, dejando que el agua acaparase como una tétrica bienvenida su cuerpo, habló unos minutos con el cochero consiguiendo un paraguas por un módico precio, no queria que se internase en la mansión, estaba a unos 10 minutos caminando, era bastante especial con su intimidad pero sobre todo es porque los caballos no tenian mucho aprecio al exterior de la mansión- Ven.. -le tomó la mano con cuidado, seria el primero en recibir los cuidados de Aetos alguien que solia ser bastante cruel como caballeroso, tapó ambos cuerpos con el paraguas aunque se permitió tapar sobre todo al menor- Ya estamos cerca, le prepararé una sopa especial con algo de consistencia para que pueda mantenerse en calor - No le ofrecería lo típico que la gente buscaba, alcohol o vino para calentar los huesos, tras unos minutos de caminar elevó el rostro orgulloso de la mansión que aun cuando daba aspecto solitario seguia pareciendo imponente-
Ya hemos llegado.
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[Continua aquí : http://www.victorianvampires.com/t13736-no-creo-en-dios-pero-tus-labios-me-estan-hechizando-como-un-buen-discipulo-del-senor-privado#201840 ]
Su cuidado es mínimo, su aspecto es engañoso la gente cree que debe de tener excesivo cuidado, son plantas solitarias por lo que crecen bien con poca agua, lo que si les gusta es un lugar abierto un terreno espacioso donde crecer no les gusta estar en las casas decorando jarrones o habitaciones - pensó en lo que habia dicho antes, una si se colocaba en la habitacion cerrada era un potente somnifero pues ayudaba a dormir en las noches, otras parecían como ambientador especialmente por el olor a menta tan firme que desprendían muchas hojas de las plantas, se debia de tener excesivo cuidado con ellas. La menta cuando era fuerte podía llegar a asfixiar al humano aunque si se cortaba un poco de sus hojas y se servia en las comidas podía dar un aroma especial a la comida mas sosa que se tuviera delante-
Te explicaré de hecho como va cada una -Antes de que pudiera acabar la frase dió unos golpes al techo para indicar al cochero que se detuviese- Esperame un poco - salió, dejando que el agua acaparase como una tétrica bienvenida su cuerpo, habló unos minutos con el cochero consiguiendo un paraguas por un módico precio, no queria que se internase en la mansión, estaba a unos 10 minutos caminando, era bastante especial con su intimidad pero sobre todo es porque los caballos no tenian mucho aprecio al exterior de la mansión- Ven.. -le tomó la mano con cuidado, seria el primero en recibir los cuidados de Aetos alguien que solia ser bastante cruel como caballeroso, tapó ambos cuerpos con el paraguas aunque se permitió tapar sobre todo al menor- Ya estamos cerca, le prepararé una sopa especial con algo de consistencia para que pueda mantenerse en calor - No le ofrecería lo típico que la gente buscaba, alcohol o vino para calentar los huesos, tras unos minutos de caminar elevó el rostro orgulloso de la mansión que aun cuando daba aspecto solitario seguia pareciendo imponente-
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Aetos- Hechicero/Realeza
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