Una joya para mi madre.... ºDana L.º

por **Jace Labourd** Mar Ago 02, 2011 10:04 pm

Saliendo de una presentación privada, camino campante con el ánimo por los suelos y la moral arrastrando detrás mio. Nunca en mis meses como músico de reuniones privadas me había ganado tanto dinero. La bolsa del pantalón pesaba, he ahi la ventaja del sombrero de copa y el rebajeo de pasarlo a la audiencia.
Con el gran fajo de billetes me paseo con rumbo a casa. En el camino me paso por una joyería y de pronto recuerdo a mi madre. El recuerdo de su figura frente al gran espejo de su habitación, llorando a mares por el paradero de mi hermano, danzando, con los brazos endebles y las piernas lánguidas, intentando hacer algo por la familia que se desmorona a causa de la enfermedad de mi padre.
Añoro aquellos días de oro en Italia, en Alemania, y en tantos lugares a los que mi padre me acompañaba, presumiendo el talento de su hijo, con el pecho elevado y los ojos acuosos. Tantas personas deileitandome, Lords, Principes, gente de todo tipo orgullosa y altanera debido a mi supuesto gran talento. Nadie más orgulloso que el viejo a mi lado, un reflejo de mí, pero con canas dispersas en la coronilla, con los ojos cansados del tiempo y del ayer. Adoraba las tardes de subastas en la casa de licitación de París, podía estar mirando al hombre que dirigía las ventas y se encargaba de todo el proceso de la compra-venta de los violines, mi padre, probando cada instrumento a su lado, y yo, vanagloriado de aquellas imágenes.
Ahora no puedo más que escucharle sufrir detrás de la puerta, ya que me ha pedido que cierre la puerta durante el día, con candado y aldabas, no sé por qué lo ha hecho, pero lo he obedecido, aunque no soy de los que "obedecen", pero es mi padre y está enfermo, muy enfermo.
Me he detenido ya en la puerta de la joyería, sostengo con fuerza el estuche con el violín, dandome el valor de entrar ya y comprar esa gran joya para mi madre, se me antoja de un color rosa intenso, que haga juego con el color rosa pálido de su piel y se abra paso entre su cuello salpicado de pecas. Ya oigo sus palabras "hijo ¿cómo pudiste?" "es hermosa, pero no debiste" "Cuanto te costó esto?" "¿Cómo se me ve?" "Deberias devolverla" "¿Cómo lucirá con mi vestido negro?" "La llevaré al servicio funerario de fulanito". Sonrío y me dispongo a entrar a la tienda cuando un reflejo en la puerta de cristal me deja quieto, me giro y no hay nadie, elevo los hombros y abro la puerta con la mano libre, el abrigo vuela con el aire que de pronto a arreciado.

por **Dana Luminita** Miér Ago 03, 2011 12:29 pm

El sonido de la noche me lleva a las calles, deseado desaparecer en un parpadeo y volviendo a nacer entre las sombras. Sed, es algo que corroe mi cuerpo. Lo sabes Juana, que esta noche no hay jarabes o sopas para que la cabeza regrese a su sitio, solo hay algo que se llama ansiedad y escozor del alma. El bastón toca las baldosas un, dos, tres, un compás con ritmo, mientras las carrozas acompañan a la melodía. Solo dejo escapar mi mente, solo dejo caer el tiempo en la noche que lleva las notas. Los aparadores son cascabeles, ding, ding, ding, no cesan ante el hecho que no se mueven, ding ding, ese cascabeleo me sigue por el resto de mi existencia. Mi traje de caballero de época es mejor que usar vestidos aparatosos.

Veo a ese hombre con el estuche, indeciso, quisiera leer sus ojos, frente a ese aparador lleno de cristales tintineantes, tiene un aroma dulce con lavandas, cierro los ojos un momento para deleitarme de su corazón que palpita sombrío y que tal vez lleve un mundo en su cabeza. Doy dos pasos más a sus espaldas cuando este entra en la tienda y no observo mi reflejo, odio mi reflejo o cualquier reflejo, los muertos caminan en los cristales. Dentro es un mundo lleno de espejos y me vuelve loca, cierro los ojos tratando de controlarme, los deseos me desbordan y llevo mi mano al pecho donde tengo colgando el amuleto. Y Abro los ojos apoyándome sobre el bastón. Un pendiente, un prendedor, unos aretes, unos colgantes, una pipa... ¿Qué es lo que busco? ¿Un lapislázuli?... Junto al hombre que tiene los cabellos dorados y el aroma embriagante me detengo, sin que el note que estar dentro de ese lugar me pone bastante nauseabunda. Miro al encargado, el sí me vio entrar después robando el sonido de la campanilla de uno.
-Lapislázuli - apenas puedo murmurar con una voz de una ilusión andrógina, bajo el ala de mi sombrero para ocultar mis ojos y un poco mi maquillaje, aunque mi cabello rubio sobre mis hombros y las motas rosas podrían llamar la atención a cualquiera, mis botas escarlatas que suenan ding, ding, ding... mi maldición no es ser alta como muchas mujeres, pero en este traje soy un caballero de fina estampa de baja estatura. –Oro blanco o plata... con un lapislázuli.... –vuelvo a comentar mirando el aparador, esquivando mi reflejo, esquivando todo lo que pueda ser un espejo, me siento mareada.

por **Jace Labourd** Miér Ago 03, 2011 9:46 pm

Una campanilla ha advertido mi llegada, un viento helado entra detrás mio. No me molesto en mirar atrás, me dirijo a uno de los mostradores. Un caballero de media estatura, sin cabello en la coronilla y unos lentes que reposan en la parte más baja de su nariz, me saluda.
-Quisiera un collar de oro… no, no, de plata, sí de plata, pero que luzca muy fino- el vendedor con un gesto de suficiencia comienza a mirar el aparador debajo, quito el estuche que nos nubla la vista
–una amatista engarzada… una amatista… siberiana, sí, siberiana…- agrego cuando veo un hermoso collar de plata con una enorme piedra violeta con tonos rojizos.
Conozco la gema, mi madre siempre me muestra un anillo de la abuela que guarda como su mayor tesoro en la pequeña caja musical de la bailarina desgastada, caja que también era de la abuela. Siempre me he preguntado cómo murió ella, nadie habla, nadie la menciona, y el abuelo se limita a negar con la cabeza cuando de ella se trata. Sólo sé que Emil antes de irse con los gitanos mencionó a mi madre que si la abuela lo había hecho, él podía hacerlo también. Yo, sólo tomo el violín, y me desligo de todo aquello que siento que no me incumbe, la música también opaca los gritos de mi padre.
He tomado la joya entre mis manos, antes he puesto el estuche en el mostrador, el vendedor me ha puesto cara de pocos amigos, pero básicamente no me importa, no pretendo dejar en cualquier lugar ese violín…
-Me gusta, y seguro a ella le va a encantar- la miro y me giro un poco para verla un poco a contraluz de las bombillas brillantes del lugar. En medio de la gran gema, algo se traspasa, es un rostro.

Bajo la joya y sin mirar al vendedor le digo –me la llevo- sigo observando al hombre de estatura baja que ha llamado mi atención. Siempre atribuyo que algunos rostros llaman mi atención porque los he visto en alguna presentación y quizás han sido mi enfoque contra los nervios. Mi rostro es casi indecible, noto cierto maquillaje extraño. Dejo de observar, comienzo a parecer más interesado de lo normal.
-¿Caballero?, ¿caballero?- insiste el vendedor. Saco el fajo de billetes y hago la transacción de manera más que veloz, el caballero ahí, me ha puesto algo azogado. Mi rapidez algo estúpida, hace que golpee el estuche y éste caiga al suelo, un ruido algo aparatoso previene a todos ahí. -¿Desde cuando me había vuelto tan torpe?
De inmediato comienzo a levantarlo, el arco cae a los pies del caballero de la mirada gacha.

-¿Me permite?- le digo sin mirar demasiado en su dirección.

por **Dana Luminita** Miér Ago 03, 2011 10:35 pm

Miro con los ojos ennegrecidos al vendedor, mi mirada puede anunciar un torbellino. Puedo ver la pulsera con lapislázuli, hace falta cascabeles, muchos cascabeles, ding, dong. La voz del hombre que lo invaden las lavandas es melodiosa, y mis labios se separan haciendo que el maquillaje que tengo sobre mi rostro se desgaje, me muerdo los labios y oculto mis colmillos que rasgan el interior de mi boca, siento el sabor de mi sangre que me quema la garganta.

-Es bonita –murmuro mirando la pieza que tiene el hombre a mi lado y luego miro al hombre del aparador. – Seguro le va a encantar –respito sus palabras en un gesto gracioso, casi inaudible y una risita brota de mi pecho, andrógina, utilizando la ilusión que vuelve mis facciones sin saber si soy hombre o mujer. Olvido los espejos, el amuleto en mi pecho me quema.

Espero al vendedor a que me atienda y mis uñas impacientes tamborilean sobre el bastón en el que estoy apoyada. El aire regresa cuando las luces se opacan y una ventisca llega con ese aroma a lavandas silvestres, un toque de madera y naranja con ámbar, una loción que no había sentido en mucho tiempo, en tanto que no lo recuerdo, esos ojos, esa voz, ese violín. ¿Quién eres?

-La pulsera y collar encargo de Madame Vervelle... –digo con seguridad, no se me va el aire aunque sí estoy a punto de quedarme muda. Veo el violín caer junto a mis pies y doy un paso a tras moviendo mis botas de gamuza color escarlata y suenan los cascabeles, me inclino para tomar el arco y alargo los dedos que están descubiertos, son largos y fríos, es un arco hecho con ébano y hecho con el mayor detalle. Le miro un momento a los ojos, al hombre y le doy el arco en las manos, mi sonrisa se tuerce amable, pero solo se muestra tétrica.

El vendedor sus manos por voluntad propia tiemblan y saca dos cajas de terciopelo oscuro y las pone sobre el mostrador. Levanto la barbilla para seguir contralando mi aberración a los espejos. Veo las cajas y las abro, oro blanco con lapislázuli.
- Es un buen arco el que tiene ahí... ¿Dónde toca Monseur? ...-no lo miro, solo le digo mientras saco la billetera para pagar el capricho de mi hada madrina, pero sé que la pulsera será mía-.

por **Jace Labourd** Jue Ago 04, 2011 7:08 pm

Nunca he cuidado tanto, algo en la vida. Mis malditas relaciones amorosas, es más... no hay tales, no puedo conservar nada en buen estado, ni siquiera mi relación con los demás. La situación en casa, realmente me ha dejado de importar ya hace mucho tiempo, y aunque intente averiguar la situación de mi padre , he comenzado a cansarme de escuchar teorías absurdas y llenas de dudas.
Lo único valioso, lo único importante, esta ahora derramado en el suelo, a los pies de un hombre que no me da buena espina. El sonido de la caja del violín rebotando en el suelo , me estremece la piel, y mis dientes muerden mi labio en el momento en que todo cae al piso, el dolor físico se transforma en otro tipo de dolor... ridículo, pero al final dolor.

Mis ojos enfocan el violín mientras le pido el arco al caballero del bastón, no me he esforzado mucho en ver su rostro, lo que mas me interesa en el momento, es revisar si todo está bien, alcanzo a ver el clavijero fuera de su lugar y el diapasón está quebrado. Cierro los ojos y aspiro aire profundamente, los abro y me dispongo a tomar el arco que se me ha acercado, veo que una de las crines se ha roto... es el colmo.
El vendedor que me atiende, ha hecho el trámite y está colgado en el aparador viendo mi desgracia, alcanzo a ver una ligera sonrisa en su cara llena de arrugas, mis ojos fúricos le bastan para dejar la caja con el collar sobre el mostrador, y retirarse.
Me pongo de pie y escucho las palabras del caballero, su voz tiene un ligero tono agudo y chillón, tan ligero que de no ser por mi oído no lo hubiese distinguido.
Mi cabeza se mueve negativamente, es necesario unos minutos para poder decir la primera palabra, después de dicho infortunio.
Tomo el estuche acolchado y coloco todo ahi dentro, lo cierro de un golpe. Un violín de respuesto tengo en casa, pero más que de repuesto es ... uno que no quiero tocar, suspiro al pensar que aquél violín pudo haber sentido lo que este. Agradezco que no. Un regalo de mi madre, que ahora con la gema retribuía. Un violín tocado por el mismisimo Vivaldi no tiene valor monetario alguno. Pero ahora debo sacarlo de su estuche especial de piel, badana y terciopelo negro.
-Por lo pronto no podré tocar caballero, lo siento- ni si siquiera era la respuesta a la pregunta. Pero fue lo único que pude decir en ese momento.
-Con permiso- ya con estuche en mano, tomo la caja con la gema y miro al caballero, que he visto bien y noto algo raro en su rostro. No puedo evitar dejar de mirar.
-Disculpe....- digo sin saber con qué palabra continuar. Me quedo callado ya frente al aparente caballero del bastón. Me he quedado paralizado. Sujeto bien el estuche, no quiero que vuelva a caerse.

por **Dana Luminita** Vie Ago 05, 2011 12:55 pm

Con cautela mis ojos se posan sobre esos objetos y con mis dedos largos levanto la pulsera que sus cascabeles hechos de oro blanco tintinean con dulzura. No puedo mirar el espejo y el autocontrol me quema el pecho, cierro el estuche y saco algunos francos para pagar el precio de las joyas. Todo queda guardado en mi saco y el hombre me atiende nervioso, sabe que son para mi madrina Irina. Mis ojos oscuros se posan sobre la caja de violín que hace un sonido sordo y me duele el momento que esto pasa, el instrumento cruje por dentro, tal vez se haya dañado.

No puedo bañar los momentos de dolor con caricias de seda, solo puedo amamantarme de ellas, su sufrimiento, su añoranza, solo me queda tratar de mover los pies, de salir de aquí.
-Lo lamento también –digo con esa voz andrógina de la ilusión que permanece en mi cabeza e influye a los presentes. Me doy cuenta de la evasión de la pregunta, realmente no importa, doy unos pasos para la salida y le dejo pasar, toco el ala de mi sombrero para bajar un poco la cabeza en forma de saludo, pero realmente estoy tratando de ocultar mi maquillaje.

Levanto la cara para mirar sus ojos, sin fijarme en los espejos, enfocándome en su cara, en su barbilla y sus labios, en su quijada y en su cuello luego le miro directamente, embragándome de su aroma a Lavandas con maderas -Va a salir o se quedará ahí de pie... –sonrío levemente, pero el maquillaje no ayuda a verse amable, aunque lo trato de ser... –Doy un paso más adelante y quiero atravesar la puerta, es más alto y corpulento, mi macilento cuerpo y tal ve las curvas pueden delatarme, no me importa, sigo caminando, estoy cerca del umbral. Al fin logro pasar la puerta y le miro uno momentos esperando que esté a mis espaldas, en la calle fuera de esos espejos.
-¿Es para su novia? –Digo preguntando por la joya que había adquirido- Es una magnifica pieza... lamento lo de su... –miro su violín- Quisiera ayudarle, tengo algunos contactos... por lo pronto, puedo invitarle a un trago...

por **Jace Labourd** Lun Ago 08, 2011 7:52 pm

Recuerdo la última vez que me quedé paralizado de esta manera...
Un maremagnum de gitanos, con decenas de colores en la piel , con acentos franceses extraños, con lenguas nativas de otros países, con los niños disfrazados de pequeños chanceros, que en vez de causar gracia, a mí me causaban asco y temor, con las miradas de la gente al paso que deseaban no volver a verles. Y al final, al final de la fila, mi hermano Emil, con cara de idiota y sonrisa de besugo, con las peores garras puestas, pero con los ideales bien puestos en el fardo de su espalda. Y tal vez, de alguna manera envidio eso de él, más que odiarle, admiro la fuerza que tuvo para largarse, el brio que nació de pronto en él para seguir un esquema que simplemente no concordaba con su pensar, para seguir a unos cientos de personas que no le prometían nada más que la libertad que en casa no tuvo jamás.

Esa fue la última vez, hoy me encuentro de la misma manera tieso, pero esta vez me frena algo distinto al odio, es más bien, algo parecido a la desconfianza.
El caballero también lo lamenta, por lo que no hago más y me dirijo hasta la puerta siguiéndole, seguido por un extraño embelesamiento.

Algo en su rostro me llama mucho la atención, pero no puedo verle con claridad, ya que mis ojos no permanecen más de 1 segundo en su cara.
Una campanilla anuncia nuestra salida, con el mismo sonido salimos ambos.

-No, es para mi madre- respondo a la pregunta que me hace al tiempo que vamos saliendo, no me averguenza decirlo, pero sé que siempre que hablo de mi madre algo en el higado se me vuelve amargo.

Mi sonido parco anuncia mi estado de ánimo, sé que el caballero puede percibirlo, sigo dudando, por otro lado, que sea un caballero, pero qué me hace dudarlo? simplemente no lo sé.
Sigo pensando en la opción de arreglar el violín, mi padre decía que nunca quedaban de la misma manera, que un violín roto o maltrecho era un violín muerto. De ser así éste ya comenzaba a dar señas de descomposición.

-Yo puedo arreglarlo, así que no se preocupe. Sin embargo... en este momento lo que más me hace falta es precisamente un trago. - suspiro de manera baja y doy unos pasos al lado de ....
-¿Cómo es que se llama?- pregunto con el fin de saber algo de la persona que me incita al vicio, espero que eso despeje mis dudas acerca de su género, que de alguna manera me hace sentir bien seguro de que un caballero es el que me habla, pero icso facto creo que es algo más... tengo muchas dudas.

por **Dana Luminita** Miér Ago 10, 2011 7:01 pm

Los espejos están lejos y es mejor así. Los espejos son los ojos de los muertos, los aborrezco. Aclaro un poco mi garganta y le miro de pies a cabeza estudiándole cada centímetro de su porte, me gusta su cabello ¿Te gusta Juana? Sí, tiene unos ojos dignos para mi colección. Sus labios parecen tener sed y sus ojos parecen hacerse preguntas ¿Qué estará pensado?... también quiero saber Juana, no te apresures, poco a poco empezaremos la historia. Mira sus manos, se nota que son de un violinista.

Sus facciones se endurecen cuando menciona a su madre y mi rostro apacible cubierto de maquillaje se nota más ahora que estamos en la calle, las ilusiones pueden durar tanto como lo deseo, ahora no hay problema, solo está su presencia y la mía, puede saber que soy un arlequín, el arlequín del clan ajedrez. Levanto un poco el ala de mi sombrero cuando dice que reparará el artefacto. Hago una reverencia muy de época sin evitar el sonoro cascabeleo que me particulariza.

-Soy el arlequín Luminita... –realmente no me importa si ahora sabe que soy una mujer o me mira de forma extraña, todos esos protocolos de vestimentas realmente me importaban un pepino. Sé que a tí también te molestan Juana, por eso siempre andas con tu traje de monja- ¿Usted quién es?...

Me incorporo en un dos por tres y muestro la calle con mi bastón, sigo teniendo el porte actoral de un hombre, pero con las finas facciones de una mujer, los detalles de mi mal hecho maquillaje son sin importancia para mí aunque algunos les puede causar algo de impresión.
-Por ahí hay una taberna... todavía sigue en pie mi invitación Monsieur...

por Contenido patrocinado

Una joya para mi madre.... ºDana L.º

Una joya para mi madre.... ºDana L.º

Re: Una joya para mi madre.... ºDana L.º

Re: Una joya para mi madre.... ºDana L.º

Re: Una joya para mi madre.... ºDana L.º

Re: Una joya para mi madre.... ºDana L.º

Re: Una joya para mi madre.... ºDana L.º

Re: Una joya para mi madre.... ºDana L.º

Re: Una joya para mi madre.... ºDana L.º

Re: Una joya para mi madre.... ºDana L.º