AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dún Yapur.
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Dún Yapur.
Nombre del personaje: Dún Yapur.
Edad: edad real 102 / apariencia juvenil. Unos 23 años humanos.
Especie: Vampiro.
Tipo y clase social: Gitana. Clase baja.
Orientación sexual: Bisexual.
Fecha de muerte:1777
Lugar de Origen: Turquía.
Poderes
Edad: edad real 102 / apariencia juvenil. Unos 23 años humanos.
Especie: Vampiro.
Tipo y clase social: Gitana. Clase baja.
Orientación sexual: Bisexual.
Fecha de muerte:1777
Lugar de Origen: Turquía.
Poderes
Telepatía.
Control mental
Encandilamiento.
Descripción Física
Su figura se dibuja pequeña y ligera, 1,60 de estatura ya que todavía no ha llegado a desarrollarse en toda su feminidad. Presume de gestos gráciles, propios de tardíos reflejos infantiles, pero seguros y certeros dictando con el orgullo radical de su estirpe. Reina la serenidad salvaje en el vaivén acompasado de sus movimientos, y con su firmeza convive una inquietante y prematura fragilidad seductora.
Mejillas vivaces y labios carnosamente enrojecidos, contrastan con la palidez lustrosa y cenicienta de su piel. Revelando marcadas características sanguíneas. Bonita y suave, pero al mismo tiempo convertida en una jovencita de espesa cabellera oscura que salvaje, le cae alborotado por la espalda, ondulándose a su antojo hasta más a bajo de la cintura.
Ojos desafiantes, de un verde límpido brillante y extraño. Es imposible no fijar la mirada en el fulgor de sus retinas, una vez habiéndotelas cruzado, algo así como el reflejo perspicaz de unos enormes ojos fieros… que te agarran. Tan vagabundos y antiguos que a menudo provocan en su interlocutor la sensación irremediable de abatimiento. Brava y misteriosa muchacha.
Su atuendo consta de un simple pantalón bombacho negro, arremetido por dentro de rudas botas de travesía, pantorrillas de constitución fibrosa y lo que a distancia parece una chaleco ligero, de piel sucia por algunos remaches encuerados y buenamente gastada, aun se salpicaba por unas cuantas plumas de cuervo aquí y allá. Los brazos libres permitiéndole total movimiento y rapidez en cualquier caso.
Desde el lado derecho del pecho, un tatuaje rúnico se escabulle hasta desaparecer en el hombro, como la cola serpenteante de una víbora por el interior.
A pesa de su condición de vampira, también lleva varias armas blancas escondidas por su cuerpo, en un número total no inferior 4, es buena con los cuchillos, luchando a navaja descubierta o bien arrojándolas certeramente. Si fuera necesario tramposa y muy escurridiza.
Descripción Psicológica
Los antecedentes Turcos, clarifican mucho sobre cierta parte de su personalidad. Indómita, salvaje y abrupta. Así de simple. Y hasta límites que ni ella misma sospecha en la mayoría de ocasiones, ya que se intensifica por su condición. Tremendamente instintiva, y perspicaz. Inteligente, instruida y excelente consejera, aunque posee fama de intratable cuando algo no la huele bien. En ocasiones astuta y silenciosa, actúa con cautela, observando. Procura que ni una pueda escapársele. Y más le valía, desgraciadamente ha pasado buena parte de su vida viviendo con niños vagabundos de toda especie, callejeando, y apañándoselas a la ley del más fuerte para sobrevivir. Habiendo su madre muerto al darla a luz, vivió unos años con su padre hasta que tuvo conciencia suficiente como para entender que no podría aguantar mucho más soportando a ese mal nacido que la culpaba de todo mal. No tardó en escaparse para echarse a las calles inmundas. Eso quiera o no, la ha endurecido sobremanera.
Normalmente sus gestos son muy naturales, al igual que su irremediable impulsividad. Pero la seriedad es algo que se repite a menudo en su rostro finamente aniñado, lo cual contrasta aun más el carácter adulto que a base de experiencias de todo tipo se ha esculpido y propuesto a la fuerza. En cuanto a su sentido del bien y del mal, bueno digamos tan solo que carece de ello… no porque no sepa diferenciarlo, si no porque le da soberanamente igual. Ella y los suyos a muerte, lo demás la trae al pairo. Es justa, pero no piadosa. Y cuando alguna situación se le va de las manos o le provocaba un estado de intensa rabia puede incluso rozar fríamente la sociopatía. No le gusta obedecer a ningún líder, sea de la clase que fuera, actúa más fiándose de si misma, que en cualquier loco con galones que se le antojara.
Esto nos lleva al campo del respeto, y ciertamente ni respeto ni apego puede decirse que posea Sarah por muchas cosas o personas, ambas se pueden contar con los dedos de una mano. Y a ella le gusta que sea así. Desconfiada a extremos desde pequeña, hace que los demás suden tinta y sangre para ganarse una parte de amor o confianza. Pero a su favor también tengo que decir, que cuando siente apego o respeto por algo o por alguien, lo mantiene siempre hasta el final, en la circunstancia y el contexto que fuera, porque significaría que ha sido bien ganado.
Aun con todo esto, claro que se la puede traicionar, alguna vez… Pero solo una.
Gustos y preferencias: Sarah siempre ha sido muy suya en estos aspectos, que curiosamente y casi siempre se diferencia bastante de los de la mayoría de los de su raza.
El más notable de ellos es la matanza; no la apasiona sobre manera la cacería. Auque la encantasen esos momentos en los que algo en el pecho la revienta y siente la sangre a borbotones corriendo por sus venas, el oxido furioso en el paladar, y esas ansias locas de devorar lo que se ponga a su paso. No es feliz entre los renglones de la necesidad y el crimen. Salva tan solo los instantes… un temblor silencioso, afilado le sacude el pecho, en esa calma que precede a la tempestad y a la que era arrastrada inconscientemente, el brutal tambor de la carnicería que necesita desbocársele por la garganta…
Ama el caos, ella encuentra el orden en la entropía. Y sabe moverse por los elementos.
Descripción Física
Su figura se dibuja pequeña y ligera, 1,60 de estatura ya que todavía no ha llegado a desarrollarse en toda su feminidad. Presume de gestos gráciles, propios de tardíos reflejos infantiles, pero seguros y certeros dictando con el orgullo radical de su estirpe. Reina la serenidad salvaje en el vaivén acompasado de sus movimientos, y con su firmeza convive una inquietante y prematura fragilidad seductora.
Mejillas vivaces y labios carnosamente enrojecidos, contrastan con la palidez lustrosa y cenicienta de su piel. Revelando marcadas características sanguíneas. Bonita y suave, pero al mismo tiempo convertida en una jovencita de espesa cabellera oscura que salvaje, le cae alborotado por la espalda, ondulándose a su antojo hasta más a bajo de la cintura.
Ojos desafiantes, de un verde límpido brillante y extraño. Es imposible no fijar la mirada en el fulgor de sus retinas, una vez habiéndotelas cruzado, algo así como el reflejo perspicaz de unos enormes ojos fieros… que te agarran. Tan vagabundos y antiguos que a menudo provocan en su interlocutor la sensación irremediable de abatimiento. Brava y misteriosa muchacha.
Su atuendo consta de un simple pantalón bombacho negro, arremetido por dentro de rudas botas de travesía, pantorrillas de constitución fibrosa y lo que a distancia parece una chaleco ligero, de piel sucia por algunos remaches encuerados y buenamente gastada, aun se salpicaba por unas cuantas plumas de cuervo aquí y allá. Los brazos libres permitiéndole total movimiento y rapidez en cualquier caso.
Desde el lado derecho del pecho, un tatuaje rúnico se escabulle hasta desaparecer en el hombro, como la cola serpenteante de una víbora por el interior.
A pesa de su condición de vampira, también lleva varias armas blancas escondidas por su cuerpo, en un número total no inferior 4, es buena con los cuchillos, luchando a navaja descubierta o bien arrojándolas certeramente. Si fuera necesario tramposa y muy escurridiza.
Descripción Psicológica
Los antecedentes Turcos, clarifican mucho sobre cierta parte de su personalidad. Indómita, salvaje y abrupta. Así de simple. Y hasta límites que ni ella misma sospecha en la mayoría de ocasiones, ya que se intensifica por su condición. Tremendamente instintiva, y perspicaz. Inteligente, instruida y excelente consejera, aunque posee fama de intratable cuando algo no la huele bien. En ocasiones astuta y silenciosa, actúa con cautela, observando. Procura que ni una pueda escapársele. Y más le valía, desgraciadamente ha pasado buena parte de su vida viviendo con niños vagabundos de toda especie, callejeando, y apañándoselas a la ley del más fuerte para sobrevivir. Habiendo su madre muerto al darla a luz, vivió unos años con su padre hasta que tuvo conciencia suficiente como para entender que no podría aguantar mucho más soportando a ese mal nacido que la culpaba de todo mal. No tardó en escaparse para echarse a las calles inmundas. Eso quiera o no, la ha endurecido sobremanera.
Normalmente sus gestos son muy naturales, al igual que su irremediable impulsividad. Pero la seriedad es algo que se repite a menudo en su rostro finamente aniñado, lo cual contrasta aun más el carácter adulto que a base de experiencias de todo tipo se ha esculpido y propuesto a la fuerza. En cuanto a su sentido del bien y del mal, bueno digamos tan solo que carece de ello… no porque no sepa diferenciarlo, si no porque le da soberanamente igual. Ella y los suyos a muerte, lo demás la trae al pairo. Es justa, pero no piadosa. Y cuando alguna situación se le va de las manos o le provocaba un estado de intensa rabia puede incluso rozar fríamente la sociopatía. No le gusta obedecer a ningún líder, sea de la clase que fuera, actúa más fiándose de si misma, que en cualquier loco con galones que se le antojara.
Esto nos lleva al campo del respeto, y ciertamente ni respeto ni apego puede decirse que posea Sarah por muchas cosas o personas, ambas se pueden contar con los dedos de una mano. Y a ella le gusta que sea así. Desconfiada a extremos desde pequeña, hace que los demás suden tinta y sangre para ganarse una parte de amor o confianza. Pero a su favor también tengo que decir, que cuando siente apego o respeto por algo o por alguien, lo mantiene siempre hasta el final, en la circunstancia y el contexto que fuera, porque significaría que ha sido bien ganado.
Aun con todo esto, claro que se la puede traicionar, alguna vez… Pero solo una.
Gustos y preferencias: Sarah siempre ha sido muy suya en estos aspectos, que curiosamente y casi siempre se diferencia bastante de los de la mayoría de los de su raza.
El más notable de ellos es la matanza; no la apasiona sobre manera la cacería. Auque la encantasen esos momentos en los que algo en el pecho la revienta y siente la sangre a borbotones corriendo por sus venas, el oxido furioso en el paladar, y esas ansias locas de devorar lo que se ponga a su paso. No es feliz entre los renglones de la necesidad y el crimen. Salva tan solo los instantes… un temblor silencioso, afilado le sacude el pecho, en esa calma que precede a la tempestad y a la que era arrastrada inconscientemente, el brutal tambor de la carnicería que necesita desbocársele por la garganta…
Ama el caos, ella encuentra el orden en la entropía. Y sabe moverse por los elementos.
Viniendo al caso, otra de sus características es el ansia insaciable de conocimiento, gran pasión. Tanto narrado, como representado o escrito. Le encanta aprender, comprender y estudiar todos los entresijos de las diferentes culturas, antropología, tribus, clases, estratos que pueblan el mundo conocido, sus leyendas, orígenes, costumbres, características, ritos… cualquier cosa, sobre lo que no le es conocido. Es muy culta y bastante exclusiva.
La naturaleza, los animales… perderse por los bosques atenta a cualquier pista, es buena y eficiente rastreadora de cualquier presa que se le ponga entre miras.
Miedos, manías y fobias: En la matanza, antes de dejar que la barbarie se apodere de ella, en ocasiones siente miedo, un temor tan profundo e intenso que la hace odiarse a si misma, un sentimiento realmente adquirido. Ella misma es su peor crítico y no hay nada que la reviente más que fallarse. Demasiado exigente consigo misma y en ocasiones autodestructiva. Su esencia es su ama y su esclava. Es algo que con los años ha ido aprendiendo a dominar.
Le apesta la mentira, los dobles sentidos. Parloteos de gallinero, risas que resuenan con un deje metálico de falsedad, sus absurdos grititos y vocecillas de cortejo, rostros plásticos desdibujándose en nubes de humo. Antifaces y más mascaras orgullosas, humilladas, tristes, eufóricas. Caras de alta sociedad. Pero ninguna juega más que hasta el límite de lo que su dueño le interesa mostrar. Con esa gente nada es lo que parece, ni remotamente, la inquietan y maravillan sobre manera. Los bailes de mimos. Los políticos. Ella siempre había sido buena escrutando a la gente. Simple e inexplicable si te fijabas en los detalles adecuados, casi resulta sencillo, les veía venir y eso la ayuda adaptándose a como debe moverse en cada ambiente en concreto. ¿Camaleónica? Podría ser. Aún así no, aquellos no son su elemento.
Le encanta dejarse ir, expulsar la bestia que lleva dentro contra su presa. Volver a los orígenes más primitivos y dejarse llevar. Cuando eso ocurre puede pecar casi de ensañamiento. Es buena embaucadora en el cuerpo a cuerpo. Y en caso de lucha; delgada y muy rápida, podría escabullirse por cualquier recoveco in flanqueado e impactar seguidamente en otra posición.
Todos sus años en la calle también le proporcionaron mucha experiencia en el arte de la picaresca, el fraude, y cualesquiera demás estratagemas ocultas de las que pueda servirse. Y aunque su apariencia aun infantil engañe, es una “muchacha” llena de recursos, con su plasticidad y rapidez mental, pondría utilizar como arma arrojadiza casi cualquier cosa o idea.
Historia
Miriam y Moira se criaron juntas, siendo Miriam todo lo contrario que podía esperarse que fuera de su arrojada hermana Moira. Cosa aún más inexplicable para una Turca de clanes guerreros, desechó muy pronto todo lo referente a las artes guerreras, a la valentía, el honor, el orgullo y la importancia de la autonomía personal, de todo aquello de lo que le hablaba preventiva su hermana, que ya casada, recorría con su marido los campos de batalla incuso pariendo a su único hijo en el campamento. Y Miriam se sumió durante toda su existencia en el mundo etéreo de la ficción. Sus ojos eran como el agua profunda, vivían de ilusiones fantasiosas y deseos, solo existía el sentimiento para ella… “una artista del mundo etéreo”. Deseando huir por propio desconocimiento no pudo decir que no al primer hombre que realmente conoció, cuando quiso casarse con ella. Pero si tuvo elección. Imaginó que la vida le iría como en un cuento de hadas, como un regalo inesperado. Su hermana intentó hacerla entrar en razón, pero tras la última discusión monumental que tuvieron, Miriam decidió probar suerte y alejarse de todo lo que le era conocido, sin ni siquiera despedirse. Se mudaron a un poblado tranquilo. Ella se sentía privilegiada con un marido que la mimara y escudase. Desde que fueran pretendientes Jefhem, hombre de raza gitana, mano rápida y temple débil, empezaba ya a beber en secreto.
El sujeto nunca llegó a alcanzar gloria alguna, cuando su adicción fue notable y comenzaba a dejarle inservible, le expulsaron de los oficios circenses, reduciendo aun más su mundo para seguir cayendo en picado. Las discusiones en casa fueron cada vez más serias, hasta el punto de que el hombre se desquició porque no conseguía encontrar ningún otro empleo, y su embriaguez culpable de perder todas las oportunidades. Miriam desesperadamente ilusa y pensando que quizá podría hacer algo para impulsarle a mejorar, se quedó embarazada. Con la malnutrición y el poco reposo que se obligó en esa época en la que ayudaba en el mercado artesanal por una mísera cantidad, dio a luz a una niña sana a la que llamó Sarah, pero ella cayó en el intento.
Murió poco después de darla a luz, sufriendo graves hemorragias. Y Sarah vivió, con el espécimen maltrecho al que había quedado reducido su padre Jefhem, ante el pánico desarraigado de encontrase solo nuevamente en la vida.
Desde que la muchacha puede recordar, creció experimentando un maltrato continuo, que cada día se hacia más severo. Con tan solo un pretexto que le llevaría a odiarla hasta la muerte, pues nada concreto había sucedido entre ambos, la relación entre Sarah y Jefhem declinó en una guerra sorda, cuyas miradas cargadas de rencor desde los mismos principios dieron rienda suelta a frases furibundas lanzadas como puñales oxidados; la crisis desboco en llantos de odio y desesperación por parte de la niña, quien ante la imposibilidad de comunicación con su padre, y las brutales palizas constantes, buscó refugio en la calle.
Las mujeres gitanas más cercanas, la alimentaban de vez en cuando y la curaban las heridas, en las grandes ausencias de su padre. Esta constituyó la solución a sus males. Esta situación se mantuvo durante un largo periodo. Sarah aun hoy en día no ha conocido nada más eterno. Entre tanto, la repulsión ganaba tiempo y espacio, y alcanzaba la monstruosa estatura de la vileza. La gota que colmó el baso fue la noche que en una de sus terribles borracheras Jefhem al que ella jamás volvió a llamar padre, se dispuso a darle tal golpiza, que ella arremetió contra el con una navaja que le había robado para protegerse, aunque únicamente la uso aquella vez, causándole un tajo importante en la mandíbula. Ante el horror de aquel hombre retorcido sobre sí intentando contener la hemorragia, lanzando alaridos y exabruptos a todo volumen, Sarah huyó de la casa aquella misma noche como alma que lleva el diablo. Lo mas lejos de su hogar que puedo llegar, deambuló varios días entre mercaderes, soldados y vagabundos, hasta que encontró aquella familia, si acaso así podía llamarse, callejera de crías en harapos.
… Y así trascurrió el tiempo. Con la niña aferrándose fuerte con uñas y dientes a cada atisbo de esperanza por insignificante que fuese. Hasta que ya no quedó ninguna, no hay esperanza, no quedaba nada. Solo fue entonces cuando decidió volver, caminar de nuevo regresando por sus propias huellas borradas, después de haber pasado multitud de penurias y calamidades. Grabado a fuego tenía ya lo dura que la vida podía llegar a mostrarse. Y pensó que seria imposible poder siquiera parecerse lo más mínimo a la que fuera su madre, aunque en lo que ya le parecía un mal sueño todos se empeñaban en decir lo bella y delicada que era Miriam y lo bonita, tan parecida que era su hija. Si ahora pudieran ver el guiñapo incierto en el que se había convertido…
Y así llegó por el antiguo camino después de días, recordando cada alto, hasta que giró el mercado. Y se dio de bruces con la fachada lúgubre de lo que antes había sido su casa. Hizo lo que para ella significaba notable acto de valor, pensó que cuanto antes acabara con aquello mejor sería, y se dispuso de puntillas para llegar a tocar al menos el picaporte, estaba muy débil.
A tiempo que una artesana del mercado comenzó a pronunciar repentinamente su nombre a grito pelao –SARAH, SARAH… ¡¡ OH MADRE TIERRA estas aquí!!
Moira, que no había tenido noticia alguna del nacimiento del la niña, si quiera de su hermana desde aquella espantosa pelea, en la que Miriam parecía haber cortado con todo y con todos. Quedo espantada de todo ese horror. Ni siquiera se le había concedido el descanso de asistir al entierro de su única hermana, algo que siempre se le quedaría clavado. Demente se hubiera ido en busca de aquel hijo de perra, borracho de Jefhem, que al parecer había desaparecido un tiempo después de la huída desesperada de la pequeña. Para rebanarle el pescuezo. Pero parecía que nadie había vuelto a tener noticia alguna del él. Lo más probable es que hubiera muerto. Con un poco de suerte atracado y apuñalado sin piedad en los caminos.
Así fue que Moira se hizo cargo de Sarah, llevándola a su casa, velando por ella, instruyéndola como si hija suya se tratase, aunque se ausentaban por largos periodos, dejándola a cargo de Libith la matrona del lugar, que hacía las veces de asistenta; mujer extraña, fría, ausente y pálida. Que acribillaba con sus retinas traslucidas, según ella debidas a reservados indicios de ceguera. Creció lo más feliz que le fue posible y se sintió protegida por una vez.
Por eso mismo fue que cuando tuvo la edad suficiente, cosa que Libith esperaba con ganas, no dudó un instante, aunque el motivo nunca llegara a conocerlo nadie más que ella misma. Revelando su naturaleza de vampira se apoderó de la lozanía vivaz de la joven, y la sometió a la conversión ineludiblemente.
Seguidamente de aquella noche se la llevó, simulando el secuestro de las dos por las milillas gitanas cercanas. Después de años oscuros, de trashumancia en sombra y silencio ganándose la vida, no tuvo más remedio y demostró con creces que era digna de pensarse orgullosa vampira, para probarse en soledad, no antes de asesinar a su creadora eterna.
Desde entonces, a estos tiempos que corren.
Habilidades
- Lanzadora de cuchillos.
- Bailarina de cariocas de fuego.
Última edición por Dún Yapur el Lun Ago 15, 2011 2:21 pm, editado 6 veces
Dún Yapur- Vampiro Clase Baja
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Re: Dún Yapur.
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Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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