AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Καλωσόρισμα (Privado)
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Καλωσόρισμα (Privado)
Hoy era un día especial y también lleno de nervios o al menos los tenía ella recorriéndole por todo su cuerpo. Había invitado a Mickey a su casa, por un momento pensó que rechazaría la oferta por el simple hecho de ir a una casa y una zona adinerada, pero para su sorpresa aceptó. Cuando escuchó la voz de su amigo pronunciar esa simple palabra una sonrisa se dibujó en sus labios, de la emoción le saltó encima abrazándolo fuertemente rodeándole con sus brazos en la nuca de éste.
En esos días próximos se sentía muy feliz de que viniera a conocer su casa y pudieran pasar un buen día juntos. También estuvo muy ocupada organizando toda la mansión para que a Mickey no le pudiera faltar de nada. Hizo preparar una de las mejores habitaciones de los invitados que esperaba que fuera de su agrado. Mandó a comprar mucha comida que sabía que a él le encantaría, también cerveza y unos buenos vinos para que pudiera beber como al gitano le gustaba. En esa semana estaría completamente sola ya que su hermano y cuñada se marchaban de viaje de negocios a las afueras de París. Quiso aprovechar esos días para invitar a Mickey así se sentiría mucho mejor y más cómodo sin que las miradas de su cuñada le pudieran acribillar continuamente. Le hubiera gustado presentárselo a su hermano pero ya habría otra ocasión de hacerlo o al menos ella esperaba. Estaba completamente convencida que ambos se llevarían estupendamente.
Corrió hacia su habitación colocándose frente al espejo observando su vestido azul. Era un hermoso vestido con estampados dorados que parecían unas bonitas enredaderas. Sus zapatos eran del mismo color a juego con la prenda. Se recogió sus largos cabellos con pequeñas trenzas enredándose entre ellas mientras que unos pequeños y ondulados mechones caían sobre sus hombros. Llevaba entrelazado en sus cabellos unos delicados y bellos pasadores. Terminó de acomodarse el vestido y respiró hondo. Se sentía muy nerviosa, parecía que en cualquier momento su corazón saldría disparado de su pecho y desaparecería para siempre. Salió de su habitación mientras empezaba a juguetear con sus dedos caminando lentamente por los pasillos de la mansión. Una de las sirvientas le informó que ya había llegado el invitado y se encontraba en la entrada esperando que ella hiciera acto de presencia. Sus ojos se abrieron de par en par y no pudo evitar empezar a correr dando un pequeño traspié, se detuvo respirando hondo y con sus manos agarró la falda de su vestido para no volver a tropezar reanudando su carrera hacia el encuentro del gitano.
Llegó finalmente a la escalera principal con su respiración agitada quedando unos pocos minutos quieta sin mover un solo cabello. Sus ojos se clavaron en el gitano que aún no se había percatado de la presencia de la joven, sonriendo dulcemente al verlo ahí hablando con los sirvientes que le daban la bienvenida. Sin soltar la falda de su vestido empezó a bajar rápidamente las escaleras saltándose algún que otro escalón para llegar lo antes posible abajo.
- ¡Mickey! – gritó con una gran sonrisa – ¡bienvenido!
Se dirigió con paso rápido hacia el gitano quedando frente a él, quería volver a tirarse a sus brazos al igual que hizo ese día cuando el gitano aceptó la invitación pero los nervios le traicionaron e hicieron que sus piernas quedaran clavadas en el suelo. Sus manos soltaron su falda suavemente sin apartar su mirada del otro y sin dejar de sonreírle. Finalmente una impulsividad recorrió todo su cuerpo y se tiró encima de Mickey rodeando su nuca para abrazarle fuerte.
- Espero que te sientas a gusto, cualquier cosa pídesela a ellos o a mi – se soltó apartándose lentamente de su amigo ladeando su cabeza sin apartar su mirada– ven vamos te mostraré tu habitación
En esos días próximos se sentía muy feliz de que viniera a conocer su casa y pudieran pasar un buen día juntos. También estuvo muy ocupada organizando toda la mansión para que a Mickey no le pudiera faltar de nada. Hizo preparar una de las mejores habitaciones de los invitados que esperaba que fuera de su agrado. Mandó a comprar mucha comida que sabía que a él le encantaría, también cerveza y unos buenos vinos para que pudiera beber como al gitano le gustaba. En esa semana estaría completamente sola ya que su hermano y cuñada se marchaban de viaje de negocios a las afueras de París. Quiso aprovechar esos días para invitar a Mickey así se sentiría mucho mejor y más cómodo sin que las miradas de su cuñada le pudieran acribillar continuamente. Le hubiera gustado presentárselo a su hermano pero ya habría otra ocasión de hacerlo o al menos ella esperaba. Estaba completamente convencida que ambos se llevarían estupendamente.
Corrió hacia su habitación colocándose frente al espejo observando su vestido azul. Era un hermoso vestido con estampados dorados que parecían unas bonitas enredaderas. Sus zapatos eran del mismo color a juego con la prenda. Se recogió sus largos cabellos con pequeñas trenzas enredándose entre ellas mientras que unos pequeños y ondulados mechones caían sobre sus hombros. Llevaba entrelazado en sus cabellos unos delicados y bellos pasadores. Terminó de acomodarse el vestido y respiró hondo. Se sentía muy nerviosa, parecía que en cualquier momento su corazón saldría disparado de su pecho y desaparecería para siempre. Salió de su habitación mientras empezaba a juguetear con sus dedos caminando lentamente por los pasillos de la mansión. Una de las sirvientas le informó que ya había llegado el invitado y se encontraba en la entrada esperando que ella hiciera acto de presencia. Sus ojos se abrieron de par en par y no pudo evitar empezar a correr dando un pequeño traspié, se detuvo respirando hondo y con sus manos agarró la falda de su vestido para no volver a tropezar reanudando su carrera hacia el encuentro del gitano.
Llegó finalmente a la escalera principal con su respiración agitada quedando unos pocos minutos quieta sin mover un solo cabello. Sus ojos se clavaron en el gitano que aún no se había percatado de la presencia de la joven, sonriendo dulcemente al verlo ahí hablando con los sirvientes que le daban la bienvenida. Sin soltar la falda de su vestido empezó a bajar rápidamente las escaleras saltándose algún que otro escalón para llegar lo antes posible abajo.
- ¡Mickey! – gritó con una gran sonrisa – ¡bienvenido!
Se dirigió con paso rápido hacia el gitano quedando frente a él, quería volver a tirarse a sus brazos al igual que hizo ese día cuando el gitano aceptó la invitación pero los nervios le traicionaron e hicieron que sus piernas quedaran clavadas en el suelo. Sus manos soltaron su falda suavemente sin apartar su mirada del otro y sin dejar de sonreírle. Finalmente una impulsividad recorrió todo su cuerpo y se tiró encima de Mickey rodeando su nuca para abrazarle fuerte.
- Espero que te sientas a gusto, cualquier cosa pídesela a ellos o a mi – se soltó apartándose lentamente de su amigo ladeando su cabeza sin apartar su mirada– ven vamos te mostraré tu habitación
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/06/2011
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Re: Καλωσόρισμα (Privado)
La noche anterior, había procurado no beber hasta perder la conciencia para que, a la mañana siguiente no le costase media vida despertarse. Si no estaba equivocado, esa noche celebraban el nacimiento de una camada de perros, a esas alturas, en el poblado utilizaban cualquier escusa para sacar las sillas de madera y paja a la calle, prender fuego y rodearlo mientras se hacia el cordero o el cochinillo y luego bebían y bailaban hasta quedar rendidos en el suelo. Su mujer esa noche dormiría en el carro de su madre, no le gustaba el olor a barro y alcohol que traía Mickey cuando se hacían fiestas, y, pese a que esa noche no había tomado mucho, apestaba como un león, seguramente por ir acumulando fiestas toda la semana.
Por la mañana fue ella misma quien lo despertó, con unos toquecitos en el brazo. - Mick, quiero limpiar el carro, por que no vas a despejarte y refrescarte, eh? - Y acto seguido le regaló una de esas sonrisas inocentes y sinceras que tenía la niña. Con varias quejas se fue levantando. No se le presentaba nada interesante ese día, hasta que recordó por que no había tomado mas de la cuenta la noche anterior. Le dio un beso en la cabeza a la niña y salió del carro. Lo tenía todo calculado, le había dado su sombrero a un gitano al que se le daba muy bien cuidarlos, y, sus mejores ropas a las muchachas que iban cada día al lago a limpiar las Carpas de los carros, las mantas, y la ropa delicada de las mujeres, con unas palabras bonitas, había conseguido que se las limpiasen y arreglasen gratis. Ahora tocaba lo mas difícil… encontrar algún gitano que le dejase una pastilla de jabón, a poder ser, que oliese bien y no a fabrica industrial.
Después de recoger la ropa, el sombrero y encontrar jabón donde trabajaban las parteras, se fue a lavarse al lago. La barba de tres días no estaba mal, y por suerte hacia… relativamente poco que se había cortado el pelo. Una vez listo, volvió al poblado para estar un rato con Rick, su caballo. No se lo llevaría, así que jugaría un poco con el para que le perdonase. Justo cuando ya se estaba marchando notó como una pequeña piedra le daba en la cabeza, semejante puntería solo podía ser de una persona. - Madre… - La mujer se le acercó con paso firme, olisqueándolo cuando llegó a su lado - Ropa arreglada… sombrero limpio… olor a jabón de bebé… Hijo… no irás a ver a una de esas mujeres que se abren de piernas por unas monedas no? - Mickey suspiró, le llevó como media hora convencer a su madre de que no iba a ver a ninguna cortesana, y también que no iba a ninguna pelea, y, aunque era “verdad” su madre no terminó de creerse que iba a ver a un “amigo”. Cambiar el sexo de la persona no era mentir no? Solo era… adornar.
Cuando ya llegaba a la casa, tenia la conciencia completamente tranquila, ya era mayorcito para hacer lo que le viniese en gana. Su mujer sabia espabilarse sola, y si no, tenía a su madre para pedirle lo que sea, y Rick, que a las malas era el que mas difícil lo tenía, más de una vez se había tirado días y días lejos del poblado caminando a su aire y alimentándose de hiervas. Cogió aire, cuando paró frente a la reja de la entrada, entró y caminó lo que le pareció una eternidad para llegar a la casa, pero ya dentro de la casa, pero el jardín… era un poco lioso. Picó a la puerta y le abrieron los sirvientes, avisándole de que Hedoné ya bajaba a recibirlo. De golpe se puso nervioso, y si no iba bien vestido? O tal vez la barba muy larga… o el pelo muy descuidado… Todo se le fue de la cabeza cuando vio a su amiga bajar por la escalera, simplemente preciosa. La sonrisa estúpida que se dibujó en su rostro dejaba claro que no sabía que decir, solo reaccionó a quitarse el sombrero e intentarse colocar bien el pelo, pero antes de poder contestarle ya la tenía sobre su cuello. La achuchó con fuerza, moviéndola de lado a lado mientras se reía.
- Hola pequeña! Estás preciosa… - La cogió de la mano cuando se soltó, haciéndola girar sobre si misma para verla bien, luego asintiendo la siguió, tenia mucha curiosidad de ver la gran casa. Se despidió con la mano de los sirvientes y subió la escalera tras ella. - Tienes un jardín inmenso… todo eso tienes que regarlo tu con las botellas de agua? Te puedes tirar como media mañana solo para regar… - En el poblado algunos carros tenían flores en las ventanas… pero nadie cuidaba los árboles de alrededor.
Como ya se imaginó nada mas ver la imponente casa, todas las habitaciones eran inmensas, hasta la habitación que solo era para guardar cosas. La que iba a ser su habitación, le pareció literalmente un palacio, y, cuando vio el baño supo sin problemas que solo lo que media la bañera, era el mismo espacio que tenia el en el carro. La habitación de al lado era la de Hedoné, más de lo mismo. - Pero… madre… son muy grandes no? No pierdes las cosas aquí dentro? - Era la primera vez que entraba en una casa de esas, así que todo le venia de nuevo. Antes de seguir con la ruta se acordó de que le había traído un regalo, la cogió de la mano, girándosela hacia arriba y le pidió que cerrase los ojos. Había hecho una pulsera con la ayuda de la gitana mas vieja, era como un pequeño amuleto de protección y de suerte, pero solo le dijo que era para tener suerte. - A ver si te gusta… aunque no tiene piedras preciosas ni nada de eso, solo son hilos así enredados entre ellos… pero dan mucha suerte! Yo tenía una, pero ya se me rompió hace tiempo, ahora llevo vírgenes. - Se rió, tocándose el pecho a la altura de donde quedaban las estampitas que llevaba colgadas.
Por la mañana fue ella misma quien lo despertó, con unos toquecitos en el brazo. - Mick, quiero limpiar el carro, por que no vas a despejarte y refrescarte, eh? - Y acto seguido le regaló una de esas sonrisas inocentes y sinceras que tenía la niña. Con varias quejas se fue levantando. No se le presentaba nada interesante ese día, hasta que recordó por que no había tomado mas de la cuenta la noche anterior. Le dio un beso en la cabeza a la niña y salió del carro. Lo tenía todo calculado, le había dado su sombrero a un gitano al que se le daba muy bien cuidarlos, y, sus mejores ropas a las muchachas que iban cada día al lago a limpiar las Carpas de los carros, las mantas, y la ropa delicada de las mujeres, con unas palabras bonitas, había conseguido que se las limpiasen y arreglasen gratis. Ahora tocaba lo mas difícil… encontrar algún gitano que le dejase una pastilla de jabón, a poder ser, que oliese bien y no a fabrica industrial.
Después de recoger la ropa, el sombrero y encontrar jabón donde trabajaban las parteras, se fue a lavarse al lago. La barba de tres días no estaba mal, y por suerte hacia… relativamente poco que se había cortado el pelo. Una vez listo, volvió al poblado para estar un rato con Rick, su caballo. No se lo llevaría, así que jugaría un poco con el para que le perdonase. Justo cuando ya se estaba marchando notó como una pequeña piedra le daba en la cabeza, semejante puntería solo podía ser de una persona. - Madre… - La mujer se le acercó con paso firme, olisqueándolo cuando llegó a su lado - Ropa arreglada… sombrero limpio… olor a jabón de bebé… Hijo… no irás a ver a una de esas mujeres que se abren de piernas por unas monedas no? - Mickey suspiró, le llevó como media hora convencer a su madre de que no iba a ver a ninguna cortesana, y también que no iba a ninguna pelea, y, aunque era “verdad” su madre no terminó de creerse que iba a ver a un “amigo”. Cambiar el sexo de la persona no era mentir no? Solo era… adornar.
Cuando ya llegaba a la casa, tenia la conciencia completamente tranquila, ya era mayorcito para hacer lo que le viniese en gana. Su mujer sabia espabilarse sola, y si no, tenía a su madre para pedirle lo que sea, y Rick, que a las malas era el que mas difícil lo tenía, más de una vez se había tirado días y días lejos del poblado caminando a su aire y alimentándose de hiervas. Cogió aire, cuando paró frente a la reja de la entrada, entró y caminó lo que le pareció una eternidad para llegar a la casa, pero ya dentro de la casa, pero el jardín… era un poco lioso. Picó a la puerta y le abrieron los sirvientes, avisándole de que Hedoné ya bajaba a recibirlo. De golpe se puso nervioso, y si no iba bien vestido? O tal vez la barba muy larga… o el pelo muy descuidado… Todo se le fue de la cabeza cuando vio a su amiga bajar por la escalera, simplemente preciosa. La sonrisa estúpida que se dibujó en su rostro dejaba claro que no sabía que decir, solo reaccionó a quitarse el sombrero e intentarse colocar bien el pelo, pero antes de poder contestarle ya la tenía sobre su cuello. La achuchó con fuerza, moviéndola de lado a lado mientras se reía.
- Hola pequeña! Estás preciosa… - La cogió de la mano cuando se soltó, haciéndola girar sobre si misma para verla bien, luego asintiendo la siguió, tenia mucha curiosidad de ver la gran casa. Se despidió con la mano de los sirvientes y subió la escalera tras ella. - Tienes un jardín inmenso… todo eso tienes que regarlo tu con las botellas de agua? Te puedes tirar como media mañana solo para regar… - En el poblado algunos carros tenían flores en las ventanas… pero nadie cuidaba los árboles de alrededor.
Como ya se imaginó nada mas ver la imponente casa, todas las habitaciones eran inmensas, hasta la habitación que solo era para guardar cosas. La que iba a ser su habitación, le pareció literalmente un palacio, y, cuando vio el baño supo sin problemas que solo lo que media la bañera, era el mismo espacio que tenia el en el carro. La habitación de al lado era la de Hedoné, más de lo mismo. - Pero… madre… son muy grandes no? No pierdes las cosas aquí dentro? - Era la primera vez que entraba en una casa de esas, así que todo le venia de nuevo. Antes de seguir con la ruta se acordó de que le había traído un regalo, la cogió de la mano, girándosela hacia arriba y le pidió que cerrase los ojos. Había hecho una pulsera con la ayuda de la gitana mas vieja, era como un pequeño amuleto de protección y de suerte, pero solo le dijo que era para tener suerte. - A ver si te gusta… aunque no tiene piedras preciosas ni nada de eso, solo son hilos así enredados entre ellos… pero dan mucha suerte! Yo tenía una, pero ya se me rompió hace tiempo, ahora llevo vírgenes. - Se rió, tocándose el pecho a la altura de donde quedaban las estampitas que llevaba colgadas.
Mickey O'Neil- Gitano
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Fecha de inscripción : 26/06/2011
Localización : En el carro azul, junto al que es de color amarillo melocotón.
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Re: Καλωσόρισμα (Privado)
Tomó la mano del gitano haciendo que girase Hedoné sobre si misma, la sonrisa no se desvanecía de sus labios y salían de ellos alguna que otra vez una graciosa risa divertida. Sus mejillas se sonrojaron por el comentario de Mickey y tomándole del brazo le indicó que la siguiera hacia la habitación que habían preparado para él. Soltó una carcajada por el comentario de su amigo y negó con la cabeza suavemente.
- No, no. Tenemos jardineros que se ocupan de todas ellas y como pudiste ver lo hacen perfectamente – caminó por el pasillo hasta llegar a la puerta de la habitación – aquí es, espero que te guste
Abrió la puerta para que pudiera pasar, era grande y estaba preparada para que el pudiera colocar sus cosas donde quisiera. Observaba como Mickey no perdía detalle de la habitación y se sorprendía por cada cosa que veía. Parecía que era de su agrado eso alivió a Hedoné la cual entró en la habitación sonriente y señalándole cada parte de la habitación que parecía no haber descubierto aun. Volvió a reír por lo que dijo el gitano y negó de nuevo.
- Aunque parezca mentira, no siempre
Abrió la ventana para enseñarle las vistas y cuando se dispuso a voltearse para enseñarle el resto de la casa el otro le tomó la mano girándosela con cuidado. Ella cerró los ojos tal como le había pedido que lo hiciera sintiendo como dejaba algo sobre su palma. Abrió los ojos clavándolos sobre su mano observando una pequeña pulsera hecha de diminutos hilos entrelazados entre ellos. Su boca se abrió por la sorpresa y levantó su mirada hacia la de Mickey para luego llevarla de nuevo hacia la pulsera.
- ¿Para mi? ¿De verdad que es para mí? – cerró en un puño su mano y saltó abrazarlo rodeándole con los brazos fuertemente - ¡Muchas gracias! Es muy bonita, gracias, gracias – le miró con ojitos llorosos - ¿puedes ponérmela por favor?
Observaba la pulsera con una gran sonrisa, era un detalle tan bonito de su parte y tan especial. La cuidaría mucho eso estaba convencida y la llevaría siempre, aunque no pudiera llevarla en su muñeca la llevaría en su tobillo o en alguna otra parte de su cuerpo. Pero siempre la llevaría. Quedó pensativa unos segundos recordando algo al ver a su amigo gitano y la pulsera. Levantó su mirada hacia Mickey y le vino a la mente cuando ella conoció a su amiga gitana en el mercado. La conversación que tuvieron y ella se preguntaba si su amigo tenía los mismos dones que tenía su otra amiga.
- Mickey… el otro día fui al mercado y conocí a una gitana ¡es mi amiga! – dijo sonriendo – ella me dijo que vendía cosas al mercado, como pulseras o collares que hacía ella y también que leía la buenaventura… ¿hiciste tu esta pulsera?
- No, no. Tenemos jardineros que se ocupan de todas ellas y como pudiste ver lo hacen perfectamente – caminó por el pasillo hasta llegar a la puerta de la habitación – aquí es, espero que te guste
Abrió la puerta para que pudiera pasar, era grande y estaba preparada para que el pudiera colocar sus cosas donde quisiera. Observaba como Mickey no perdía detalle de la habitación y se sorprendía por cada cosa que veía. Parecía que era de su agrado eso alivió a Hedoné la cual entró en la habitación sonriente y señalándole cada parte de la habitación que parecía no haber descubierto aun. Volvió a reír por lo que dijo el gitano y negó de nuevo.
- Aunque parezca mentira, no siempre
Abrió la ventana para enseñarle las vistas y cuando se dispuso a voltearse para enseñarle el resto de la casa el otro le tomó la mano girándosela con cuidado. Ella cerró los ojos tal como le había pedido que lo hiciera sintiendo como dejaba algo sobre su palma. Abrió los ojos clavándolos sobre su mano observando una pequeña pulsera hecha de diminutos hilos entrelazados entre ellos. Su boca se abrió por la sorpresa y levantó su mirada hacia la de Mickey para luego llevarla de nuevo hacia la pulsera.
- ¿Para mi? ¿De verdad que es para mí? – cerró en un puño su mano y saltó abrazarlo rodeándole con los brazos fuertemente - ¡Muchas gracias! Es muy bonita, gracias, gracias – le miró con ojitos llorosos - ¿puedes ponérmela por favor?
Observaba la pulsera con una gran sonrisa, era un detalle tan bonito de su parte y tan especial. La cuidaría mucho eso estaba convencida y la llevaría siempre, aunque no pudiera llevarla en su muñeca la llevaría en su tobillo o en alguna otra parte de su cuerpo. Pero siempre la llevaría. Quedó pensativa unos segundos recordando algo al ver a su amigo gitano y la pulsera. Levantó su mirada hacia Mickey y le vino a la mente cuando ella conoció a su amiga gitana en el mercado. La conversación que tuvieron y ella se preguntaba si su amigo tenía los mismos dones que tenía su otra amiga.
- Mickey… el otro día fui al mercado y conocí a una gitana ¡es mi amiga! – dijo sonriendo – ella me dijo que vendía cosas al mercado, como pulseras o collares que hacía ella y también que leía la buenaventura… ¿hiciste tu esta pulsera?
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/06/2011
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Re: Καλωσόρισμα (Privado)
De nuevo la espontaneidad de Hedoné lo pillaba de sorpresa, pero Mickey, siempre con reflejos rápidos la achuchaba con fuerza a tiempo. Asintió, si se la ponía, podría aprovechar mientras hacia el nudo para hacer una potenciación de su aura, eso siempre ayudaba a mantener a la gente alejada. No es que todo el mundo pudiese ver la luz que la rodeaba, pero cuando esa luz era fuerte y brillante, la gente por instinto respetaba al portador.
Bajó la vista hacia la muñeca de Hedoné, tan blanca y suave, y se concentró con el nudo, murmurando mentalmente las palabras necesarias, escuchándola perfectamente en un segundo plano. - ah si? Las gitanas son siempre muy simpáticas con las chicas lindas. - Siguió con el nudo, con una sonrisa sincera en los labios. - Ajá… la mayoría de las mujeres gitanas se dedican a eso, hasta mi madre! … - Se relamió el labio superior, sin alzar la vista aun. - hummm………………… hum? - Cuando alzó la vista y la miró a los ojos supo que estaba contra la pared y la espada… con la diferencia que la pared era su “disfraz” de hombre simple, y la espada era la adorable mujer que tenía delante en ese momento. Volvió a bajar la vista, terminando el nudo. - Si, claro que la he hecho yo, ya te lo dije, con la ayuda de una de las ancianas de nuestro poblado. - Le soltó la mano con cuidado, asegurandose de que el nudo era lo suficiente estrecho para que no se le cayese al suelo. - Supongo que es raro, no? Que un hombre haga pulseras, y todo eso… - Entrecerró los ojos, mirándola fijamente a los ojos. Sabia lo que estaba pensando, lo que quería preguntarle, y sabía que iba a intentar que Micky hablase sin ella tener que ser directa… aunque conociéndola, si Mickey daba muchos rodeos, terminaría por soltarle la bomba de golpe. No sabia que iba a ser peor.
Giró sobre si mismo, concentrándose en los detalles de las cositas que habían en la habitación. Sin duda quien lo hubiese decorado tenia muy buen gusto. La miró de reojo por encima del hombro, suspiró y se sentó a los pies de la cama. Dio unos toquecitos para que se sentase junto a él. Se aclaró la garganta y comenzó ha hablar. - Una vez… me explicaron la historia de un niño. Ese niño había nacido en el lecho de una familia muy adinerada… ya sabes de esas que tienen oro por todos lados. Querían mucho a su hijo, el cual educaron como si fuese el único niño del mundo. Le enseñaron a escribir, a leer, a cantar, a montar a caballo… A ese niño le encantaba aprender, siempre quería descubrir cosas nuevas, y lo hacia, y también disfrutaba enseñando a sus padres todo lo que había aprendido durante la semana. Un día, se dio cuenta de que podía hacer mas cosas de las que le habían enseñado. Podía saber como era la gente solo con verla, si era buena o mala, y le querían bien o mal… también podía imaginar, con exactitud lo que le pasaría horas después, si se caería al tropezar, si se cruzaría con una muchacha linda… Todo esto le pareció maravilloso, así que no dudó en mostrárselo a sus padres, y familiares mas allegados. - Bajó la vista, tocándose las rodillas con los dedos. - La reacción que tuvieron sus familiares, no era la que el muchacho había esperado en un principio… sus padres le prohibieron que volviese ha hacer uso de esos dones, también le prohibieron hablar de ellos con alguien. El niño no entendía por que tenía que ocultar algo tan maravilloso, así que comenzó ha hacer preguntas, preguntas que al principio nadie contesto, pero que el amor de una madre si respondió. Ese muchacho era un hijo adoptado, hijo de una gitana demasiado joven y demasiado pobre para criarlo. El niño, que siempre se había sentido superior por nacer en ese lecho… pero cuando supo quien era y de donde venia se sintió muy triste. -La miró a los ojos, sonriendo. - El niño, que ya era todo un muchacho se escapó de casa, y terminó trabajando en una feria, ganando lo justo para comer y durmiendo sobre una estora de paja. - Se levantó, acuclillándose delante de Hedoné mientras le cogía las manos con cuidado. - Dime pequeña, no crees que a veces es mejor ignorar lo que te rodea, ósea… no tiene por que ser malo… pero hay gente que, simplemente es feliz siendo normal y corriente, sin cargar con un letrero en la frente que le indique al resto del mundo quien es. - Volvió a entrecerrar los ojos, esperando la respuesta de la bruja.
Bajó la vista hacia la muñeca de Hedoné, tan blanca y suave, y se concentró con el nudo, murmurando mentalmente las palabras necesarias, escuchándola perfectamente en un segundo plano. - ah si? Las gitanas son siempre muy simpáticas con las chicas lindas. - Siguió con el nudo, con una sonrisa sincera en los labios. - Ajá… la mayoría de las mujeres gitanas se dedican a eso, hasta mi madre! … - Se relamió el labio superior, sin alzar la vista aun. - hummm………………… hum? - Cuando alzó la vista y la miró a los ojos supo que estaba contra la pared y la espada… con la diferencia que la pared era su “disfraz” de hombre simple, y la espada era la adorable mujer que tenía delante en ese momento. Volvió a bajar la vista, terminando el nudo. - Si, claro que la he hecho yo, ya te lo dije, con la ayuda de una de las ancianas de nuestro poblado. - Le soltó la mano con cuidado, asegurandose de que el nudo era lo suficiente estrecho para que no se le cayese al suelo. - Supongo que es raro, no? Que un hombre haga pulseras, y todo eso… - Entrecerró los ojos, mirándola fijamente a los ojos. Sabia lo que estaba pensando, lo que quería preguntarle, y sabía que iba a intentar que Micky hablase sin ella tener que ser directa… aunque conociéndola, si Mickey daba muchos rodeos, terminaría por soltarle la bomba de golpe. No sabia que iba a ser peor.
Giró sobre si mismo, concentrándose en los detalles de las cositas que habían en la habitación. Sin duda quien lo hubiese decorado tenia muy buen gusto. La miró de reojo por encima del hombro, suspiró y se sentó a los pies de la cama. Dio unos toquecitos para que se sentase junto a él. Se aclaró la garganta y comenzó ha hablar. - Una vez… me explicaron la historia de un niño. Ese niño había nacido en el lecho de una familia muy adinerada… ya sabes de esas que tienen oro por todos lados. Querían mucho a su hijo, el cual educaron como si fuese el único niño del mundo. Le enseñaron a escribir, a leer, a cantar, a montar a caballo… A ese niño le encantaba aprender, siempre quería descubrir cosas nuevas, y lo hacia, y también disfrutaba enseñando a sus padres todo lo que había aprendido durante la semana. Un día, se dio cuenta de que podía hacer mas cosas de las que le habían enseñado. Podía saber como era la gente solo con verla, si era buena o mala, y le querían bien o mal… también podía imaginar, con exactitud lo que le pasaría horas después, si se caería al tropezar, si se cruzaría con una muchacha linda… Todo esto le pareció maravilloso, así que no dudó en mostrárselo a sus padres, y familiares mas allegados. - Bajó la vista, tocándose las rodillas con los dedos. - La reacción que tuvieron sus familiares, no era la que el muchacho había esperado en un principio… sus padres le prohibieron que volviese ha hacer uso de esos dones, también le prohibieron hablar de ellos con alguien. El niño no entendía por que tenía que ocultar algo tan maravilloso, así que comenzó ha hacer preguntas, preguntas que al principio nadie contesto, pero que el amor de una madre si respondió. Ese muchacho era un hijo adoptado, hijo de una gitana demasiado joven y demasiado pobre para criarlo. El niño, que siempre se había sentido superior por nacer en ese lecho… pero cuando supo quien era y de donde venia se sintió muy triste. -La miró a los ojos, sonriendo. - El niño, que ya era todo un muchacho se escapó de casa, y terminó trabajando en una feria, ganando lo justo para comer y durmiendo sobre una estora de paja. - Se levantó, acuclillándose delante de Hedoné mientras le cogía las manos con cuidado. - Dime pequeña, no crees que a veces es mejor ignorar lo que te rodea, ósea… no tiene por que ser malo… pero hay gente que, simplemente es feliz siendo normal y corriente, sin cargar con un letrero en la frente que le indique al resto del mundo quien es. - Volvió a entrecerrar los ojos, esperando la respuesta de la bruja.
Mickey O'Neil- Gitano
- Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 26/06/2011
Localización : En el carro azul, junto al que es de color amarillo melocotón.
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Re: Καλωσόρισμα (Privado)
Sus ojos no perdían el movimiento de los dedos del gitano atándole la pulsera alrededor de su muñeca. Asentía con las palabras del otro contándole sobre las mujeres gitanas. Ladeó la cabeza sonriente viendo como finalmente terminó de hacer el nudo, levantó el brazo para ver mejor el nudo que le había hecho y dio con su otra mano un pequeño tirón comprobando que estaba muy bien atado.
- ¡Vaya! Tu madre seguro entonces que debe saber también ver el aura de los demás, bueno mi amiga también dijo que sabía hacer eso junto la lectura de la buenaventura… así que deduzco que tu madre también lo tendrá – levantó su mirada con una sonrisa de lado observándole para luego negar con la cabeza – no, no lo encuentro raro. Es un detalle muy bonito – quedó en silencio durante unos pocos segundos y estiró el brazo para ver como quedaba de lejos la pulsera en su muñeca – seguro que vio la mía – rió divertida – y conociendo a tu madre seguro que no pudo quedarse callada y decirte como era mi aura – soltó un suspiro y se dirigió hacia la ventana para cerrarla sin prisa alguna
Si realmente Mickey no tenía esos poderes, que lo dudaba, su madre si los tendría y seguramente pudo ver el aura de ella, estaba convencida que la madre de Mickey sabría que ella era una bruja, y más convencida aun de que no se hubiera callado y se lo habría contado a su querido hijo. Si su amigo en cambio tenía poderes como los de su amiga y los de la madre de éste, él ya sabría que Hedoné era una bruja. Por un lado u otro él ya lo sabía y no le había dicho nada, el por qué eso aún no lo sabía.
Hedoné quedó callada observando cada movimiento del gitano, la expresión de sus ojos, cada movimiento de su cuerpo y de sus manos, el silencio que había en esos momentos entre ambos era indiscutible. Se sentó donde le indicó su amigo que lo hiciera, colocándose bien el vestido y sin perder la compostura en ningún momento. Su rostro era el espejo de total calma y seguridad, inquebrantable. Miró de reojo al gitano mientras escuchaba la historia que le relataba. Dudaba que fuera una historia que le hubiera pasado a él y dedujo que era totalmente inventada para llegar a un punto en concreto que al gitano le interesaba. Le resultaba divertida la forma que tenía el otro de intentar escabullirse de lo evidente. Cuando Mickey se levantó ella alzó su cabeza sin perderlo de vista siguiéndole con su mirada bajándola cuando él se arrodilló frente a ella, sonriéndole dulcemente cuando tomó sus manos entre las suyas. Finalmente su amigo terminó con sus palabras y ahora esperaba una respuesta de ella, la cual se quedó callada durante largo rato pero no porque no supiera la respuesta si no para poner más nervioso a Mickey que lo más seguro se pensara que con eso había terminado todo y no se tocaría más el tema. Tomó una bocanada de aire soltándolo lentamente.
- No – volvió a quedar un largo rato en silencio sin perder su sonrisa – cada uno es como es y uno mismo tiene que ser sincero a su corazón – se deshizo de las manos de Mickey para colocar una sobre el pecho de él – y también sincero con la gente que quiere – dejó caer su mano levantándose de la cama y le dio unas palmaditas con la mano en el hombro del gitano dándole la espalda – vamos te mostraré la cocina y las cosas que hemos comprado para ti – le miró por encima del hombro mientras se dirigía hacia la puerta
- ¡Vaya! Tu madre seguro entonces que debe saber también ver el aura de los demás, bueno mi amiga también dijo que sabía hacer eso junto la lectura de la buenaventura… así que deduzco que tu madre también lo tendrá – levantó su mirada con una sonrisa de lado observándole para luego negar con la cabeza – no, no lo encuentro raro. Es un detalle muy bonito – quedó en silencio durante unos pocos segundos y estiró el brazo para ver como quedaba de lejos la pulsera en su muñeca – seguro que vio la mía – rió divertida – y conociendo a tu madre seguro que no pudo quedarse callada y decirte como era mi aura – soltó un suspiro y se dirigió hacia la ventana para cerrarla sin prisa alguna
Si realmente Mickey no tenía esos poderes, que lo dudaba, su madre si los tendría y seguramente pudo ver el aura de ella, estaba convencida que la madre de Mickey sabría que ella era una bruja, y más convencida aun de que no se hubiera callado y se lo habría contado a su querido hijo. Si su amigo en cambio tenía poderes como los de su amiga y los de la madre de éste, él ya sabría que Hedoné era una bruja. Por un lado u otro él ya lo sabía y no le había dicho nada, el por qué eso aún no lo sabía.
Hedoné quedó callada observando cada movimiento del gitano, la expresión de sus ojos, cada movimiento de su cuerpo y de sus manos, el silencio que había en esos momentos entre ambos era indiscutible. Se sentó donde le indicó su amigo que lo hiciera, colocándose bien el vestido y sin perder la compostura en ningún momento. Su rostro era el espejo de total calma y seguridad, inquebrantable. Miró de reojo al gitano mientras escuchaba la historia que le relataba. Dudaba que fuera una historia que le hubiera pasado a él y dedujo que era totalmente inventada para llegar a un punto en concreto que al gitano le interesaba. Le resultaba divertida la forma que tenía el otro de intentar escabullirse de lo evidente. Cuando Mickey se levantó ella alzó su cabeza sin perderlo de vista siguiéndole con su mirada bajándola cuando él se arrodilló frente a ella, sonriéndole dulcemente cuando tomó sus manos entre las suyas. Finalmente su amigo terminó con sus palabras y ahora esperaba una respuesta de ella, la cual se quedó callada durante largo rato pero no porque no supiera la respuesta si no para poner más nervioso a Mickey que lo más seguro se pensara que con eso había terminado todo y no se tocaría más el tema. Tomó una bocanada de aire soltándolo lentamente.
- No – volvió a quedar un largo rato en silencio sin perder su sonrisa – cada uno es como es y uno mismo tiene que ser sincero a su corazón – se deshizo de las manos de Mickey para colocar una sobre el pecho de él – y también sincero con la gente que quiere – dejó caer su mano levantándose de la cama y le dio unas palmaditas con la mano en el hombro del gitano dándole la espalda – vamos te mostraré la cocina y las cosas que hemos comprado para ti – le miró por encima del hombro mientras se dirigía hacia la puerta
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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