AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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I see him... sometimes [Privado]
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I see him... sometimes [Privado]
Había escapado del vampiro que atacará su hogar, si es que se podía llamar a eso un ataque. Ya que aunque desde la perspectiva de Robin, aquello era una vil manera de atacar a un cambiante, la realidad era que el vampiro que respondía al nombre Jarko Nygard no había hecho gran cosa y ella se había alterado por todo, retando al vampiro a su muy peculiar manera, hasta que termino temiendo por regresar a su hogar y huyo.
Su primer destino fueron los pantanos, lugar donde creyó estar a salvo y a solas pero que resulto toda una sorpresa cuando otro cambiante, bruto y salvaje apareció frente a ella. Zadok era un hombre bastante extraño, uno de los suyos que no dudaba en actuar para mantener su lugar en paz y por eso fue que Robin y él no se llevaron para nada bien. Fue en esos momentos, debiendo soportar a Zadok y posteriormente encuentros con otras criaturas nada agradables, que la cambiante comenzó a pensar que el vampiro no era tan desagradable como lo pensara o viera en un inicio y de hecho, eso había sido el motivo por el que abandonaba sus zonas de confort, todo en nombre de ir a buscarle. Robin era terca y pensaba que todo podía lograrlo por su cuenta, así que definitivamente no pensaba pedir disculpas por su manera de actuar cuando se vieron por primera vez, aunque quizás, entre palabras rudas lo haría a su manera.
Andar por las calles no era su fuerte; siempre prefería los bosques y lugares por los que pudiera escapar rápidamente en dado caso de necesitarlo; pero ese deseo misterioso de volver a ver al vampiro le empujo de manera lenta a entrar en territorios algo más desconocidos para ella. París y sus calles no eran un sitio seguro para alguien como ella. Por algún motivo sus cabellos atraían demasiado la atención de aquellos que la miraban y la cambiante trataba de pasar desapercibida entre las aglomeraciones de personas, siempre tratando de captar el aroma del vampiro aquel; pero no sucedía nada.
Terca como ella sola era, Robin volvió a las calles de París durante cerca de dos semanas, prestando especial atención a encontrar a Jarko. Con cada día que pasaban, sus esperanzas decaían hasta que termino por darse completamente por vencida. Al parecer aquel inmortal se esforzaba por no ser encontrado así que al menos, ella se limito en dejar su aroma por tantos lugares como pudo, esperando que aquello significara un reto para el Nygard y de alguna manera terminara por encontrarle.
– Como si de verdad fuera a aparecer de un momento a otro – hablaba para si misma, andando por la parte Sur de París de manera desinteresada. La noche ya había caído hacía un buen rato y no tenía ya más que hacer, había hecho su recorrido del día y en esos momentos era el tiempo de volver a los bosques, a aquel lugar donde se sentía realmente segura y en paz – Deberías aceptar que no vas a volver a verle – se reprendió y termino por patear una piedrecita. Tal vez lo mejor era regresar a su hogar, a aquella casa que había abandonado y donde era más probable que se encontrar con él, una vez más.
Su primer destino fueron los pantanos, lugar donde creyó estar a salvo y a solas pero que resulto toda una sorpresa cuando otro cambiante, bruto y salvaje apareció frente a ella. Zadok era un hombre bastante extraño, uno de los suyos que no dudaba en actuar para mantener su lugar en paz y por eso fue que Robin y él no se llevaron para nada bien. Fue en esos momentos, debiendo soportar a Zadok y posteriormente encuentros con otras criaturas nada agradables, que la cambiante comenzó a pensar que el vampiro no era tan desagradable como lo pensara o viera en un inicio y de hecho, eso había sido el motivo por el que abandonaba sus zonas de confort, todo en nombre de ir a buscarle. Robin era terca y pensaba que todo podía lograrlo por su cuenta, así que definitivamente no pensaba pedir disculpas por su manera de actuar cuando se vieron por primera vez, aunque quizás, entre palabras rudas lo haría a su manera.
Andar por las calles no era su fuerte; siempre prefería los bosques y lugares por los que pudiera escapar rápidamente en dado caso de necesitarlo; pero ese deseo misterioso de volver a ver al vampiro le empujo de manera lenta a entrar en territorios algo más desconocidos para ella. París y sus calles no eran un sitio seguro para alguien como ella. Por algún motivo sus cabellos atraían demasiado la atención de aquellos que la miraban y la cambiante trataba de pasar desapercibida entre las aglomeraciones de personas, siempre tratando de captar el aroma del vampiro aquel; pero no sucedía nada.
Terca como ella sola era, Robin volvió a las calles de París durante cerca de dos semanas, prestando especial atención a encontrar a Jarko. Con cada día que pasaban, sus esperanzas decaían hasta que termino por darse completamente por vencida. Al parecer aquel inmortal se esforzaba por no ser encontrado así que al menos, ella se limito en dejar su aroma por tantos lugares como pudo, esperando que aquello significara un reto para el Nygard y de alguna manera terminara por encontrarle.
– Como si de verdad fuera a aparecer de un momento a otro – hablaba para si misma, andando por la parte Sur de París de manera desinteresada. La noche ya había caído hacía un buen rato y no tenía ya más que hacer, había hecho su recorrido del día y en esos momentos era el tiempo de volver a los bosques, a aquel lugar donde se sentía realmente segura y en paz – Deberías aceptar que no vas a volver a verle – se reprendió y termino por patear una piedrecita. Tal vez lo mejor era regresar a su hogar, a aquella casa que había abandonado y donde era más probable que se encontrar con él, una vez más.
Robin Ilie- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 10/03/2014
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Re: I see him... sometimes [Privado]
Apenas unos días habían pasado desde que dejara mi casa, la que compartía con mi hermano Akseli e incluso con la muchacha de lengua apresurada a la que llamábamos Lanna. No puedo decir que fue difícil partir, porque en medio de mi enojo se me hacía más difícil quedarme e irme enloqueciendo poco a poco.
Pocas cosas fueron mi equipaje, pero lo más importante eran los documentos que allí llevaba. Evidentemente yo iba a continuar con los negocios que venía ejerciendo y tenía que liberarme de la posesión de la casa en la que viví. Así que tuve días ocupados, en los que puse la propiedad aquella sólo a nombre de Akseli y me compré una casa más pequeña y central en París. Pensé en comprar algo más sencillo en algún edificio e incluso vivir en alquiler, pero la verdad es que pensar en los muchos vecinos o en ver a un propietario cobrando la renta cada mes, se me antojaba absurdo, molesto e innecesario.
No tenía empleado alguno y así estaba bien, yo podía hacer lo necesario para mí aunque los vasos de licor se acumularan hasta desesperarme. No obstante nunca sobrepasaban los tres o cuatro y eso me hacía reír de mí mismo. Más de cinco mil años y seguía siendo tan cuadriculado como siempre, tan exigente, tan iracundo. Aparte de beber, de alimentarme fuera de casa y de arreglar propiedades, también me tomé el tiempo de repartir el dinero obtenido en años en dos partes iguales. No me importaba que Akseli jamás hubiera preguntado por eso o siquiera multiplicado una moneda, pero consideraba que otorgarle una especie de dote en mi partida era lo más apropiado. Él seguía siendo mi hermano menor más allá de las desavenencias y yo me creí responsable de los dos durante el tiempo suficiente como para justificar mis acciones de repartición. El abogado que me ayudó con el asunto fue eficiente y de hecho no realizó demasiadas preguntas. Firmé lo necesario, de tal modo que mi hermano no pudiera negarse y envié una carta explicando la situación en términos meramente legales, como si yo fuera un tercero que firma una herencia a alguien que tampoco conoce.
Cuando el reloj anunció las nueve de la noche, me vestí como se supone que debería ir para aguantar el frío que había aparecido hace poco a causa del otoño. Metí algo de dinero en los bolsillos al igual que cerillas y unos dos cigarrillos para distraerme mientras caminaba. Cené en menos de una hora en un callejón cualquiera y seguí caminando como si no deseara otra cosa. No tenía mente para demasiados asuntos y me ensimismé en números omitiendo cualquier otra idea. Alrededor de las once me senté en una silla de madera, de esas que ubican en las aceras como si la idea fuera ver a otros recorrer París en sus distintas circunstancias y fue entonces que la vi. El tono de sus cabellos era inconfundible y debo decir que no me sentí particularmente feliz de verla. Era hermosa, claro, pero no tenía humor para que me recriminara veinte veces por lo de su casa. Porque eso era lo que pensaba que haría, aunque ella tuviera razón.
—Vaya, veo que ahora le gusta hablar sola— farfullé justo antes de botar el humo del cigarrillo que acababa de probar y que aún tenía en las manos. Debí quedarme callado, seguramente, pero era curioso que fuera casi mirando al piso, pensando en quien sabe qué, porque no le leí la mente, y hablando sola de alguien que seguramente le molestaba mucho.
Pocas cosas fueron mi equipaje, pero lo más importante eran los documentos que allí llevaba. Evidentemente yo iba a continuar con los negocios que venía ejerciendo y tenía que liberarme de la posesión de la casa en la que viví. Así que tuve días ocupados, en los que puse la propiedad aquella sólo a nombre de Akseli y me compré una casa más pequeña y central en París. Pensé en comprar algo más sencillo en algún edificio e incluso vivir en alquiler, pero la verdad es que pensar en los muchos vecinos o en ver a un propietario cobrando la renta cada mes, se me antojaba absurdo, molesto e innecesario.
No tenía empleado alguno y así estaba bien, yo podía hacer lo necesario para mí aunque los vasos de licor se acumularan hasta desesperarme. No obstante nunca sobrepasaban los tres o cuatro y eso me hacía reír de mí mismo. Más de cinco mil años y seguía siendo tan cuadriculado como siempre, tan exigente, tan iracundo. Aparte de beber, de alimentarme fuera de casa y de arreglar propiedades, también me tomé el tiempo de repartir el dinero obtenido en años en dos partes iguales. No me importaba que Akseli jamás hubiera preguntado por eso o siquiera multiplicado una moneda, pero consideraba que otorgarle una especie de dote en mi partida era lo más apropiado. Él seguía siendo mi hermano menor más allá de las desavenencias y yo me creí responsable de los dos durante el tiempo suficiente como para justificar mis acciones de repartición. El abogado que me ayudó con el asunto fue eficiente y de hecho no realizó demasiadas preguntas. Firmé lo necesario, de tal modo que mi hermano no pudiera negarse y envié una carta explicando la situación en términos meramente legales, como si yo fuera un tercero que firma una herencia a alguien que tampoco conoce.
Cuando el reloj anunció las nueve de la noche, me vestí como se supone que debería ir para aguantar el frío que había aparecido hace poco a causa del otoño. Metí algo de dinero en los bolsillos al igual que cerillas y unos dos cigarrillos para distraerme mientras caminaba. Cené en menos de una hora en un callejón cualquiera y seguí caminando como si no deseara otra cosa. No tenía mente para demasiados asuntos y me ensimismé en números omitiendo cualquier otra idea. Alrededor de las once me senté en una silla de madera, de esas que ubican en las aceras como si la idea fuera ver a otros recorrer París en sus distintas circunstancias y fue entonces que la vi. El tono de sus cabellos era inconfundible y debo decir que no me sentí particularmente feliz de verla. Era hermosa, claro, pero no tenía humor para que me recriminara veinte veces por lo de su casa. Porque eso era lo que pensaba que haría, aunque ella tuviera razón.
—Vaya, veo que ahora le gusta hablar sola— farfullé justo antes de botar el humo del cigarrillo que acababa de probar y que aún tenía en las manos. Debí quedarme callado, seguramente, pero era curioso que fuera casi mirando al piso, pensando en quien sabe qué, porque no le leí la mente, y hablando sola de alguien que seguramente le molestaba mucho.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2013
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Re: I see him... sometimes [Privado]
No quería terminar loca pero sus propios pensamientos parecían estarle llevando a ese punto. Estaba incluso andando entre las calles para ver si es que descubría el paradero de aquel vampiro de nombre Jarko Nygard y ¿Para qué lo hacía? Lo más sensato era olvidarlo, al igual que lo mejor era olvidar su encuentro con Zadok y esos otros seres que le llevaban a pensar de manera, seguramente errónea, que el vampiro era en el fondo alguien que no podía dañarle. Necesitaba alejarse de todo eso, volver a ser la cambiante libre y sin preocupaciones que era. Se arriesgaba en demasía estando en las calles de París y eso era algo que nunca antes hubiese hecho, pues sabía que estaba mal. Su lugar eran los bosques, ahí estaba segura de todo aquello que en la ciudad podía dañarle y aún así, continuaba en la búsqueda del inmortal.
No importaba cuantas calles recorriera, no importaba cuantas veces regresara. Su búsqueda era en vano. Se encontraba en un callejón sin salida y la mejor decisión para salir era detenerse y dirigirse al pasado. Justo para ayudarle a volver a su lugar de origen, la noche había caído y los deseos de encontrarse en el bosque le inundaron, llevándole a pensar que era suficiente. Hablaba incluso para ella misma, convenciendo esa parte suya que deseaba mantenerse terca y continuar con la búsqueda.
– Ya no más – se dijo a si misma de manera firme y un suspiro salió de sus labios cuando sus piernas humanas le guiaban ya en dirección donde estaban los bosques, allá donde estaba su casa. Avanzaba apenas un par de pasos cuando una voz llego hasta sus oídos y se detuvo de golpe. Su carencia de cordura estaba decidiendo hacer acto de presencia en aquellos momentos, su mente buscaba engañarle imitando la voz de aquel a quien estaba buscando y por eso fue que novio la cabeza de un lado a otro en negativa. Dispuesta a dar otro paso para reiniciar la marcha, fue cuando noto el aroma a inmortal y la decisión de alejarse quedo completamente trunca.
Tomando aire y esperando realmente no estarse volviendo loca, siguió la dirección de donde veía el aroma y de donde antes viniera la voz; al hacerlo, sus ojos se encontraron con aquel que tanto había estado buscando y que finalmente aparecía ente ella. La cambiante no estaba segura de si eso le aliviaba o le molestaba. Desde un inicio Jarko parecía dejarle en un estado de ambigüedad que la ponía mal. Sus pies cambiaron de dirección y le llevaron a quedar a algunos pasos de distancia de donde se encontraba el inmortal. Lucía diferente de la primera vez que le viera, estaba arreglado de una manera que le hacía ver más humano y eso la hizo fruncir el ceño; de alguna manera, eso no le gustaba.
– Luces tan normal de esa manera que casi podrías pasar como un mortal más, eso si tu aroma no te delatara – aquello no era lo que tenía en mente para decirle, sin embargo, era lo mejor a lo que Robin podía aspirar a decir en aquellos momentos – Aunque claro, para atraer a tus presas es perfecto – y dicho eso, cruzo los brazos. Era curioso que pese a que naturalmente la presencia del inmortal debía alterarla más, la cambiante se sintiera mucho más tranquila que antes con solo saber que seguía en París.
No importaba cuantas calles recorriera, no importaba cuantas veces regresara. Su búsqueda era en vano. Se encontraba en un callejón sin salida y la mejor decisión para salir era detenerse y dirigirse al pasado. Justo para ayudarle a volver a su lugar de origen, la noche había caído y los deseos de encontrarse en el bosque le inundaron, llevándole a pensar que era suficiente. Hablaba incluso para ella misma, convenciendo esa parte suya que deseaba mantenerse terca y continuar con la búsqueda.
– Ya no más – se dijo a si misma de manera firme y un suspiro salió de sus labios cuando sus piernas humanas le guiaban ya en dirección donde estaban los bosques, allá donde estaba su casa. Avanzaba apenas un par de pasos cuando una voz llego hasta sus oídos y se detuvo de golpe. Su carencia de cordura estaba decidiendo hacer acto de presencia en aquellos momentos, su mente buscaba engañarle imitando la voz de aquel a quien estaba buscando y por eso fue que novio la cabeza de un lado a otro en negativa. Dispuesta a dar otro paso para reiniciar la marcha, fue cuando noto el aroma a inmortal y la decisión de alejarse quedo completamente trunca.
Tomando aire y esperando realmente no estarse volviendo loca, siguió la dirección de donde veía el aroma y de donde antes viniera la voz; al hacerlo, sus ojos se encontraron con aquel que tanto había estado buscando y que finalmente aparecía ente ella. La cambiante no estaba segura de si eso le aliviaba o le molestaba. Desde un inicio Jarko parecía dejarle en un estado de ambigüedad que la ponía mal. Sus pies cambiaron de dirección y le llevaron a quedar a algunos pasos de distancia de donde se encontraba el inmortal. Lucía diferente de la primera vez que le viera, estaba arreglado de una manera que le hacía ver más humano y eso la hizo fruncir el ceño; de alguna manera, eso no le gustaba.
– Luces tan normal de esa manera que casi podrías pasar como un mortal más, eso si tu aroma no te delatara – aquello no era lo que tenía en mente para decirle, sin embargo, era lo mejor a lo que Robin podía aspirar a decir en aquellos momentos – Aunque claro, para atraer a tus presas es perfecto – y dicho eso, cruzo los brazos. Era curioso que pese a que naturalmente la presencia del inmortal debía alterarla más, la cambiante se sintiera mucho más tranquila que antes con solo saber que seguía en París.
Robin Ilie- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 10/03/2014
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Re: I see him... sometimes [Privado]
Pareció dudar de mi voz cuando le hablé, pero cuando dejó de negarse la verdad me miró y caminó hacia mí, arrepintiéndose pronto de esa decisión y retrocediendo apenas ¿Me temía? Era probable y, de ser así, tenía motivos y estaba bien. Sin embargo no iba a matarla, a menos que me exasperara lo suficiente como para quitarle la respiración mientras le sonreía a modo de burla mientras perdía la consciencia. Pero era apresurado pensar en ello, creí.
Cuando habló y empezó a quejarse por lo que pudo, supe de nuevo que debí quedarme callado y permitir que continuara su paso con un rumbo para mí desconocido y que realmente no me importaba. No me molesté por eso en ocultar mi molestia y fruncí el ceño mientras negaba apenas con la cabeza, justo antes de calar de nuevo el cigarrillo y mantener el humo en mi boca durante unos minutos, pretendiendo otorgarle a mi paladar un sabor diferente de vez en cuando. —¿Vamos a comenzar a juzgar en vez de saludar educadamente? Yo podría decir que usted luce como un perro cualquiera, pero me limito a disfrutar su apariencia natural, sobre todo si se queda desnuda como la última vez que nos vimos— respondí a su ataque con otro y en un modo burlón. La verdad pude haberme puesto de pie e irme para no sumarle algún enojo más al que ya tenía y que llevaba varios días, pero tampoco tenía el humor para darle ideas sobre una falsa cobardía. También pude tratarla con más educación y devolverle bien por mal, pero ella no era de las que entendían esas cosas, o eso me daba a entender cada vez que abría la boca y manifestaba la desconfianza que no sólo sentía hacia mí, sino también a los de mi especie.
Incluso era cuestión de ver como se paraba y cómo cruzaba los brazos en señal de hostilidad, dándome a entender con ello que se cerraba a mí completamente y que me hablaba sencillamente porque lo hube hecho primero y ella no podía perder la oportunidad de cuestionar cualquier cosa. Por lo mismo decidí hablar de nuevo, por su bien y por el mío —No le hablé para detenerla, así que si tanto le molesta verme puede seguir adelante con su camino, no voy a seguirla ni a hacer nada de lo que tenga en mente. Finalmente a quien buscaba cuando la conocí ya apareció. Así que no se detenga— le hablé como si nada, como si me fuera necesario para evitar cualquier otro choque. Por lo mismo giré el rostro y volví a llevar el cigarrillo a mis labios, mirando hacia el lado opuesto del camino, haciendo de cuenta que no había nadie frente a mí y que las quejas que tanto escuchaba sobre mi persona cedían hasta convertirse nada más que en el mero sonido del viento.
—Ahh, a menos que pretenda cumplir lo que me prometió y lo que vi que fue incapaz de hacer— agregué de pronto al recordar la amenaza que me había hecho en el incidente de su casa. Sería imposible que me matara, según me decía mi ego, pero si quería intentarlo, ahí estaba ahora dispuesto para ella.
Cuando habló y empezó a quejarse por lo que pudo, supe de nuevo que debí quedarme callado y permitir que continuara su paso con un rumbo para mí desconocido y que realmente no me importaba. No me molesté por eso en ocultar mi molestia y fruncí el ceño mientras negaba apenas con la cabeza, justo antes de calar de nuevo el cigarrillo y mantener el humo en mi boca durante unos minutos, pretendiendo otorgarle a mi paladar un sabor diferente de vez en cuando. —¿Vamos a comenzar a juzgar en vez de saludar educadamente? Yo podría decir que usted luce como un perro cualquiera, pero me limito a disfrutar su apariencia natural, sobre todo si se queda desnuda como la última vez que nos vimos— respondí a su ataque con otro y en un modo burlón. La verdad pude haberme puesto de pie e irme para no sumarle algún enojo más al que ya tenía y que llevaba varios días, pero tampoco tenía el humor para darle ideas sobre una falsa cobardía. También pude tratarla con más educación y devolverle bien por mal, pero ella no era de las que entendían esas cosas, o eso me daba a entender cada vez que abría la boca y manifestaba la desconfianza que no sólo sentía hacia mí, sino también a los de mi especie.
Incluso era cuestión de ver como se paraba y cómo cruzaba los brazos en señal de hostilidad, dándome a entender con ello que se cerraba a mí completamente y que me hablaba sencillamente porque lo hube hecho primero y ella no podía perder la oportunidad de cuestionar cualquier cosa. Por lo mismo decidí hablar de nuevo, por su bien y por el mío —No le hablé para detenerla, así que si tanto le molesta verme puede seguir adelante con su camino, no voy a seguirla ni a hacer nada de lo que tenga en mente. Finalmente a quien buscaba cuando la conocí ya apareció. Así que no se detenga— le hablé como si nada, como si me fuera necesario para evitar cualquier otro choque. Por lo mismo giré el rostro y volví a llevar el cigarrillo a mis labios, mirando hacia el lado opuesto del camino, haciendo de cuenta que no había nadie frente a mí y que las quejas que tanto escuchaba sobre mi persona cedían hasta convertirse nada más que en el mero sonido del viento.
—Ahh, a menos que pretenda cumplir lo que me prometió y lo que vi que fue incapaz de hacer— agregué de pronto al recordar la amenaza que me había hecho en el incidente de su casa. Sería imposible que me matara, según me decía mi ego, pero si quería intentarlo, ahí estaba ahora dispuesto para ella.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2013
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Re: I see him... sometimes [Privado]
Las posibilidades de encontrárselo de esa manera tan repentina eran muy pocas, pero ahora que lo veía nuevamente no perdería la oportunidad de disculparse a su manera de las cosas que antes había dicho y de la manera en que se había comportado. Por supuesto que él también tenia parte de culpa, pero no se podía culpar únicamente a uno de ambos cuando para llevar a cabo encuentros como el que vivieron, se requerían de dos seres.
Mantuvo una distancia prudente, buscando primero ver la manera en la que reaccionaba aquel inmortal ante la cercanía, que si bien no era mucha, bien podía incomodarlo y en aquella noche, Robin no buscaba incomodarlo, sino tenerle cerca el mayor tiempo posible. Jarko Nygard le resultaba un misterio bastante interesante ahora y no iba a negarse la oportunidad de saber un poco más de ese misterio. Al verlo fruncir el ceño, una sonrisa apareció en el rostro de la cambiante. Definitivamente aquel aspecto en él le gustaba más y no sabía el por qué. Enarco la ceja al escucharle hablar de la desnudez que ella luciera en su primer encuentro, eso no era algo que le molestara a ella, después de todo era una cambiante y como tal estaba acostumbrada a exhibir su cuerpo de aquella manera.
– Buenas noches, ¿Es ese saludo suficiente? – le miro fijamente – Y si luzco como un perro, le recuerdo que es porque mi naturaleza de cambiante es precisamente caninos – sonrió de manera divertida – y esta noche no tengo planeado dejarle disfrutar de mi desnudez, hoy me gustaría quedarme con mis ropas, sobre todo considerando que estar entre las calles no es el mejor lugar para sobre naturales – volvió a mirarle de arriba a abajo. Él no debía tener problemas alguno, lucía como un mortal cualquiera y en aquellas circunstancias ella era la que lucía más salvaje, la que menos parecía estar adaptada andar pos las calles de una manera tan despreocupada. Robin siempre había sido más salvaje, eso era algo que no podía evitar y estando cerca de aquel inmortal de apariencia pulcra, realmente comenzaba a sentirse como un perro cualquiera.
No es que le molestara verlo. ¿Cómo iba a ser de esa manera? Lo que si le decepciono ligeramente, provocando una punzada de rabia en su pecho fue el hecho de que el dijera que no le hablaba para detenerla. La cambiante había estado buscándole y él, parecía darse aquella importancia que la hacía rabiar pero que tampoco podía odiar. Nadie le había dicho a ella tampoco que él le buscaría o que su presencia sería bien recibida por él, así que con cierto desgano suspiro.
– Si, bueno… me alegra que encontrara a quien buscaba antes y no me molestaba verle, solo me ha tomado por sorpresa – sus brazos cayeron a sus costados y siguió sin apartar la mirada de él. Irse sería lo mejor, lo más apropiado para que su orgullo de mujer no se viera herido y no precisamente por él, sino por ella que había deseado verlo y que ahora se arrepentía de eso.
Había olvidado por completo la amenaza, cosa que él le recordaba como si nada y fue entonces cuando una idea cruzo por la mente de la cambiante y nada perdía con despedirse de él de una manera que quizás él no iba a esperar.
– Tiene toda la razón, prometí algo y debo cumplirlo – se acerco entonces hasta él y se inclino hasta quedar más de frente al inmortal – el detalle esta en que deberás perdonarme pero he decidido no matarte, no quiero hacerlo – sus ojos buscaron los de Jarko – de hecho, lo que quiero hacer es otra cosa – y dicho eso, se acerco hasta los labios del inmortal y termino por besarlo, porque aquello era lo que le nacía hacer en aquellos momento, pese a que quizás a él no le pareciera aquello y, ¿Qué más daba? Un rechazo seguramente no sería tan malo.
Mantuvo una distancia prudente, buscando primero ver la manera en la que reaccionaba aquel inmortal ante la cercanía, que si bien no era mucha, bien podía incomodarlo y en aquella noche, Robin no buscaba incomodarlo, sino tenerle cerca el mayor tiempo posible. Jarko Nygard le resultaba un misterio bastante interesante ahora y no iba a negarse la oportunidad de saber un poco más de ese misterio. Al verlo fruncir el ceño, una sonrisa apareció en el rostro de la cambiante. Definitivamente aquel aspecto en él le gustaba más y no sabía el por qué. Enarco la ceja al escucharle hablar de la desnudez que ella luciera en su primer encuentro, eso no era algo que le molestara a ella, después de todo era una cambiante y como tal estaba acostumbrada a exhibir su cuerpo de aquella manera.
– Buenas noches, ¿Es ese saludo suficiente? – le miro fijamente – Y si luzco como un perro, le recuerdo que es porque mi naturaleza de cambiante es precisamente caninos – sonrió de manera divertida – y esta noche no tengo planeado dejarle disfrutar de mi desnudez, hoy me gustaría quedarme con mis ropas, sobre todo considerando que estar entre las calles no es el mejor lugar para sobre naturales – volvió a mirarle de arriba a abajo. Él no debía tener problemas alguno, lucía como un mortal cualquiera y en aquellas circunstancias ella era la que lucía más salvaje, la que menos parecía estar adaptada andar pos las calles de una manera tan despreocupada. Robin siempre había sido más salvaje, eso era algo que no podía evitar y estando cerca de aquel inmortal de apariencia pulcra, realmente comenzaba a sentirse como un perro cualquiera.
No es que le molestara verlo. ¿Cómo iba a ser de esa manera? Lo que si le decepciono ligeramente, provocando una punzada de rabia en su pecho fue el hecho de que el dijera que no le hablaba para detenerla. La cambiante había estado buscándole y él, parecía darse aquella importancia que la hacía rabiar pero que tampoco podía odiar. Nadie le había dicho a ella tampoco que él le buscaría o que su presencia sería bien recibida por él, así que con cierto desgano suspiro.
– Si, bueno… me alegra que encontrara a quien buscaba antes y no me molestaba verle, solo me ha tomado por sorpresa – sus brazos cayeron a sus costados y siguió sin apartar la mirada de él. Irse sería lo mejor, lo más apropiado para que su orgullo de mujer no se viera herido y no precisamente por él, sino por ella que había deseado verlo y que ahora se arrepentía de eso.
Había olvidado por completo la amenaza, cosa que él le recordaba como si nada y fue entonces cuando una idea cruzo por la mente de la cambiante y nada perdía con despedirse de él de una manera que quizás él no iba a esperar.
– Tiene toda la razón, prometí algo y debo cumplirlo – se acerco entonces hasta él y se inclino hasta quedar más de frente al inmortal – el detalle esta en que deberás perdonarme pero he decidido no matarte, no quiero hacerlo – sus ojos buscaron los de Jarko – de hecho, lo que quiero hacer es otra cosa – y dicho eso, se acerco hasta los labios del inmortal y termino por besarlo, porque aquello era lo que le nacía hacer en aquellos momento, pese a que quizás a él no le pareciera aquello y, ¿Qué más daba? Un rechazo seguramente no sería tan malo.
Robin Ilie- Cambiante Clase Baja
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Re: I see him... sometimes [Privado]
— ¿Para qué fingir formalismos inexistentes? — cuestioné frunciendo el ceño, fingiendo que no entendía su grosería cuando en realidad lo tenía bastante claro. Aquello había empezado por mí, días atrás, pero por mí finalmente. —Veo que comprende bien lo típico de la naturaleza de alguien. Lo que no comprendo es porque no lo generaliza un poco más— agregué como si nada fuera suficiente y dando una calada más al cigarrillo. Era increíble cómo me gustaba ese sabor en la boca, fluyendo hasta mis fosas nasales y dándome una necesidad diferente a la sangre de vez en cuando — ¿Sólo hoy? Porque las calles son lo de menos, la puedo invitar a tomar un trago a mi casa y dejar que la destruya un poco para que se sienta mejor, como catarsis si quiere llamarlo— añadí mirándola con la ceja enarcada, omitiendo con eso la completa grosería que cometía invitándola a mi casa para que se sintiera más a gusto de estar desnuda. Lo dije entre líneas que ella podría interpretar distinto, pero mi intención era exactamente la misma. Además, el mero recuerdo de su piel desnuda no me molestaba en lo absoluto.
Pero no se podía hablar de educación por ninguna parte, porque si bien yo le daba ideas no muy caballerosas para ir a mi nueva casa, ella no dejaba de mostrarse desganada por momentos y mirarme de arriba abajo como si quisiera juzgarme y se resistiera a hacerlo —¿Ah no? Pensé que quería encontrarme para vengarse del agujero adicional que dejé en su casa el otro día— respondí sonriendo, con el cigarrillo consumiéndose en mi mano y con mi mirada retadora clavada en los ojos ajenos, incitándola a hacer algo que realmente me sorprendiera.
No obstante no veía armas sobre ella y hasta donde sabía, los cambiantes tampoco eran muy resistentes a la plata. Así que algo oculto y útil quedaba descartado. A menos que fuera una estaca y el tamaño de las mismas no era cosa fácil de ocultar. Sea como fuere, me daría cuenta si planeaba atacarme y, por lo mismo, dejé que se acercara a mí para satisfacer mi curiosidad de ella y su modo extraño de comportarse todo el tiempo. — ¿Qué hará entonces, abofetearme para sentirse menos culpable? — susurré sobre su rostro cerca, tanto que su cabellos rojizos me rozaron el rostro al soplar del viento y terminó por realmente sorprenderme.
La cercanía fue demasiada y sus labios tibios encontraron los míos y los besaron como si aquello fuera una cita donde yo la esperaba. Estaba atónito, claro, pero no por eso iba a quedarme como un imbécil. Caso contrario, afirmé lo que ella había empezado apoyando mi mano libre en su nuca, asegurándola apenas durante un segundo más antes de soltarla y mirarla con el ceño fruncido y con la sorpresa marcada en mis facciones —Le preguntaría si bebió demás, pero no sabe a alcohol. Si es así de extraña siempre, espero encontrármela más seguido— dije mirándola fijamente y apagando el cigarrillo en uno de los brazos de aquella silla de madera, antes de dejarlo caer desde mis dedos al suelo. Quizás no era lo más adecuado que debía decir, pero con ella las cosas funcionaban de ese modo desde el principio. No sé si planeaba algo, pero puedo decir con claridad que esa nueva rutina no me disgustaba para nada.
Pero no se podía hablar de educación por ninguna parte, porque si bien yo le daba ideas no muy caballerosas para ir a mi nueva casa, ella no dejaba de mostrarse desganada por momentos y mirarme de arriba abajo como si quisiera juzgarme y se resistiera a hacerlo —¿Ah no? Pensé que quería encontrarme para vengarse del agujero adicional que dejé en su casa el otro día— respondí sonriendo, con el cigarrillo consumiéndose en mi mano y con mi mirada retadora clavada en los ojos ajenos, incitándola a hacer algo que realmente me sorprendiera.
No obstante no veía armas sobre ella y hasta donde sabía, los cambiantes tampoco eran muy resistentes a la plata. Así que algo oculto y útil quedaba descartado. A menos que fuera una estaca y el tamaño de las mismas no era cosa fácil de ocultar. Sea como fuere, me daría cuenta si planeaba atacarme y, por lo mismo, dejé que se acercara a mí para satisfacer mi curiosidad de ella y su modo extraño de comportarse todo el tiempo. — ¿Qué hará entonces, abofetearme para sentirse menos culpable? — susurré sobre su rostro cerca, tanto que su cabellos rojizos me rozaron el rostro al soplar del viento y terminó por realmente sorprenderme.
La cercanía fue demasiada y sus labios tibios encontraron los míos y los besaron como si aquello fuera una cita donde yo la esperaba. Estaba atónito, claro, pero no por eso iba a quedarme como un imbécil. Caso contrario, afirmé lo que ella había empezado apoyando mi mano libre en su nuca, asegurándola apenas durante un segundo más antes de soltarla y mirarla con el ceño fruncido y con la sorpresa marcada en mis facciones —Le preguntaría si bebió demás, pero no sabe a alcohol. Si es así de extraña siempre, espero encontrármela más seguido— dije mirándola fijamente y apagando el cigarrillo en uno de los brazos de aquella silla de madera, antes de dejarlo caer desde mis dedos al suelo. Quizás no era lo más adecuado que debía decir, pero con ella las cosas funcionaban de ese modo desde el principio. No sé si planeaba algo, pero puedo decir con claridad que esa nueva rutina no me disgustaba para nada.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: I see him... sometimes [Privado]
– ¿No le gusta entonces el formalismo o no le gusta cuando viene de mi? – cuestiono la cambiante sin despegar la mirada de aquel hombre que le llenaba los pensamientos de confusión. A su alrededor se sentía errática y torpe, aunque trataba de que sus palabras y acciones mostraran en su mayoría cierta distancia que no planeaba mantener mucho tiempo y ¿Cómo iba a hacerlo? Si el interés y la confusión le nublaban los sentidos y ante las palabras que él emitida ella no podía más que mostrarle sonrisas; sobre todo lo hizo cuando le invito a su hogar, ya que si bien aquello resultaba bastante extraño, la verdad es que a Robin no le molestaba en absoluto la idea de ir y conocer el lugar donde vivía el inmortal. En su mente se decía que era un intercambio equivalente, después de todo él ya conocía su hogar así que no estaba de más que ella conociera él del vampiro. Aún así, entre aquellas palabras también noto la intención que se dirigía al asunto de la desnudez de la cambiante – ¿Las calles son lo de menos? Eso lo dice porque no sería usted el que andará exhibiendose por ahí; aunque, ya que si estuviera en su hogar, quizás le dejaría verme después de completar mi catarsis – Robin se creía estar en una especie de juego que le gustaba demasiado, uno de aquellos que se volvían incluso adictivos, al punto de empujar a los jugadores a una adicción.
Frunció el ceño y suspiro ante el recuerdo de los destrozos en su hogar. Él tenía razón; la cambiante le había buscado en un inicio con planes de venganza, pero la idea recurrente de la presencia de Jarko, comparada con la de todos aquellos que se encontró antes, no le era desagradable para nada. Así que ignorando por completo aquel comentario que parecía más intencionado a hacerle rabiar que a cualquier otra cosa, termino por negar con la cabeza.
– Eso ya puedo dejarlo de lado, más ahora que se me invita tan amablemente a su hogar a hacer algunos destrozos – menciono con un ligero tono de burla y orgullo por aquello – así que eso de buscarlo por venganza puede quedar en el pasado o al menos espero que quede pronto – y no lo decía de manera directa, pero con aquellos comentarios era para Robin, estar aceptando la invitación ajena, si es que era sincera.
– ¿Abofetearle? Nada de eso, aunque después puedo hacerlo si es que quiere – le beso sin más, jurando en su mente que recibiría un rechazo de aquel inmortal; pero la sorpresa que ella se llevara fue quizás tan intensa como la de Jarko. Pues si bien él no había esperado aquel beso, ella no espero tampoco la respuesta y fue apenas un poco de tiempo pero cuando se separaron, la sorpresa en el rostro de los dos era evidente y ante las palabras ajenas una sonrisa apareció en los labios de Robin – No es que sea extraña, la verdad es que me han sucedido algunas cosas que demostraron que su presencia no me es nada desagradable – termino por admitir, alejando entonces el rostro de él y mirándole aún – ¿Espera encontrarme más seguido o quiere encontrarme más seguido? Porque de ser la primera deberíamos dejarle a la vida esos encuentros y llevo bastante buscándole como para dejar que eso sea de esa manera; yo preferiría que fuera porque quiere encontrarme – suspiro recordando que no le había buscado para eso – En fin, divague en mi propósito inicial para buscarle porque la verdad es que – observo a otro lado – Lamento que nuestro primer encuentro no fuera nada amistoso – y con esas palabras, la cambiante creía que las disculpas estaban dadas.
Frunció el ceño y suspiro ante el recuerdo de los destrozos en su hogar. Él tenía razón; la cambiante le había buscado en un inicio con planes de venganza, pero la idea recurrente de la presencia de Jarko, comparada con la de todos aquellos que se encontró antes, no le era desagradable para nada. Así que ignorando por completo aquel comentario que parecía más intencionado a hacerle rabiar que a cualquier otra cosa, termino por negar con la cabeza.
– Eso ya puedo dejarlo de lado, más ahora que se me invita tan amablemente a su hogar a hacer algunos destrozos – menciono con un ligero tono de burla y orgullo por aquello – así que eso de buscarlo por venganza puede quedar en el pasado o al menos espero que quede pronto – y no lo decía de manera directa, pero con aquellos comentarios era para Robin, estar aceptando la invitación ajena, si es que era sincera.
– ¿Abofetearle? Nada de eso, aunque después puedo hacerlo si es que quiere – le beso sin más, jurando en su mente que recibiría un rechazo de aquel inmortal; pero la sorpresa que ella se llevara fue quizás tan intensa como la de Jarko. Pues si bien él no había esperado aquel beso, ella no espero tampoco la respuesta y fue apenas un poco de tiempo pero cuando se separaron, la sorpresa en el rostro de los dos era evidente y ante las palabras ajenas una sonrisa apareció en los labios de Robin – No es que sea extraña, la verdad es que me han sucedido algunas cosas que demostraron que su presencia no me es nada desagradable – termino por admitir, alejando entonces el rostro de él y mirándole aún – ¿Espera encontrarme más seguido o quiere encontrarme más seguido? Porque de ser la primera deberíamos dejarle a la vida esos encuentros y llevo bastante buscándole como para dejar que eso sea de esa manera; yo preferiría que fuera porque quiere encontrarme – suspiro recordando que no le había buscado para eso – En fin, divague en mi propósito inicial para buscarle porque la verdad es que – observo a otro lado – Lamento que nuestro primer encuentro no fuera nada amistoso – y con esas palabras, la cambiante creía que las disculpas estaban dadas.
Robin Ilie- Cambiante Clase Baja
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Re: I see him... sometimes [Privado]
—Soy un hombre de formalismos la mayor parte del tiempo. Pero usted no es precisamente formal y sé que hay sarcasmo cuando intenta hacerlo— No tenía caso mentir y tampoco estaba dispuesto a hacerlo; si bien los formalismos me gustaban más cuando eran aplicados a mí, tampoco pretendía ser tan específico, sin mencionar, claro, que desde siempre odiaba las mentiras y que por lo mismo prefería ser tachado de cínico y arribista en vez de permitir que me catalogaran de mentiroso. Conmigo no existían las dobles caras y jamás busqué causar alguna simpatía, por el contrario, me mostraba tan egoísta y lejano de todos como siempre y mantenía mi fachada para no permitir la cercanía de nadie y mantener al margen mi naturaleza vampírica. Evidentemente, ella no estaba exenta de mi personalidad mayormente lacerante y tampoco pretendía cambiar eso.
—Yo no pedí exhibiciones “por ahí”, tampoco es que pretenda pasearla sin llevar nada encima— cuestioné como siempre que mis palabras eran malinterpretadas, aunque fuera en lo más mínimo. Además, esa ironía de ella y mi permanente sarcasmo no pasaban desapercibidos en ninguna de nuestras frases, que parecían ser tejidas a propósito pese a la velocidad con la que se sucedían. —Y según entiendo pretende destruir algo de mi casa justo antes de desnudarse ¿Me equivoco? — la parafraseé lo más literalmente que me fue posible. Había entendido eso y para mí no había otra manera de verlo. Sin embargo buscaba dejarlo claro todo con el fin de sacarle un poco más de palabras a ella.
—Prefiero que quede en el pasado. El único desorden que tolero es el que pueda quedar sobre una cama. Lo demás me es inadmisible. Y sí, quizás soy algo rígido— me adelanté a lo que pudiera decirme, pero de nuevo no mentía, y otra vez lanzaba ideas de lo más groseras que seguramente no se llevaran a cabo pero que me permitían quizás tantearla. Buscaba provocar cualquier ira oculta que buscara realmente destruirme. Y no era que le temiera, sino que por el contrario sabía bien que ningún enemigo puede ser menospreciado, además, yo con ella había hecho y seguía haciendo méritos para buscar que quisiera dañarme, aunque un agujero en la pared no me parecía para tanto y mis malintensionadas propuestas tampoco parecían molestarla.
No así, el beso pudo ser traicionero o cínico. No había puntos medios y sabía que debía buscar un poco más en ella para conocer sus intenciones. Las mías estaban bastante claras, pero la incógnita mayor se quedaba contenida en la pelirroja. —Ya mencionó que no busca venganza, pero lo que no me queda claro es el por qué me buscaba. Supongo que debo compensar lo que hice haciéndome cargo de la reparación y en efecto lo haré. Pero dudo mucho que me busque por eso, usted parece más del tipo de mujer independiente que cree que puede destruir y volver a cimentar todo sola. No me molesta este cambio, debo decir, pero me quedan mis dudas— mis ojos se clavaron en ella, demostrando una desconfianza en la que me basaba a propósito.
Sentí deseos de encender de nuevo un cigarrillo y sin dejar de verla busqué uno más en mis bolsillos. No lo encendí de inmediato, jugué con él en los dedos y me recliné un poco en la silla de madera mientras esperaba su respuesta —Podría leer su mente, pero prefiero saber la verdad de sus labios antes de decidir si lo compruebo o no ¿Qué tenía en mente mientras decía buscarme? Porque aquí me tiene para que lo lleve a cabo—.
—Yo no pedí exhibiciones “por ahí”, tampoco es que pretenda pasearla sin llevar nada encima— cuestioné como siempre que mis palabras eran malinterpretadas, aunque fuera en lo más mínimo. Además, esa ironía de ella y mi permanente sarcasmo no pasaban desapercibidos en ninguna de nuestras frases, que parecían ser tejidas a propósito pese a la velocidad con la que se sucedían. —Y según entiendo pretende destruir algo de mi casa justo antes de desnudarse ¿Me equivoco? — la parafraseé lo más literalmente que me fue posible. Había entendido eso y para mí no había otra manera de verlo. Sin embargo buscaba dejarlo claro todo con el fin de sacarle un poco más de palabras a ella.
—Prefiero que quede en el pasado. El único desorden que tolero es el que pueda quedar sobre una cama. Lo demás me es inadmisible. Y sí, quizás soy algo rígido— me adelanté a lo que pudiera decirme, pero de nuevo no mentía, y otra vez lanzaba ideas de lo más groseras que seguramente no se llevaran a cabo pero que me permitían quizás tantearla. Buscaba provocar cualquier ira oculta que buscara realmente destruirme. Y no era que le temiera, sino que por el contrario sabía bien que ningún enemigo puede ser menospreciado, además, yo con ella había hecho y seguía haciendo méritos para buscar que quisiera dañarme, aunque un agujero en la pared no me parecía para tanto y mis malintensionadas propuestas tampoco parecían molestarla.
No así, el beso pudo ser traicionero o cínico. No había puntos medios y sabía que debía buscar un poco más en ella para conocer sus intenciones. Las mías estaban bastante claras, pero la incógnita mayor se quedaba contenida en la pelirroja. —Ya mencionó que no busca venganza, pero lo que no me queda claro es el por qué me buscaba. Supongo que debo compensar lo que hice haciéndome cargo de la reparación y en efecto lo haré. Pero dudo mucho que me busque por eso, usted parece más del tipo de mujer independiente que cree que puede destruir y volver a cimentar todo sola. No me molesta este cambio, debo decir, pero me quedan mis dudas— mis ojos se clavaron en ella, demostrando una desconfianza en la que me basaba a propósito.
Sentí deseos de encender de nuevo un cigarrillo y sin dejar de verla busqué uno más en mis bolsillos. No lo encendí de inmediato, jugué con él en los dedos y me recliné un poco en la silla de madera mientras esperaba su respuesta —Podría leer su mente, pero prefiero saber la verdad de sus labios antes de decidir si lo compruebo o no ¿Qué tenía en mente mientras decía buscarme? Porque aquí me tiene para que lo lleve a cabo—.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: I see him... sometimes [Privado]
Una sonrisa apareció en sus labios, claro que era sarcástica cuando trataba de ser formal, después de todo ella no había nacido en una familia que la educara como se suponía que una mujer “decente” debía ser; además, era una cambiante y su naturaleza animal le llevaba a hacer cosas basada en el sentimiento del momento.
– Si yo fuera una mujer normal, me sentiría sumamente ofendida porque dudes de mi formalidad pero como no lo soy y ya que me ha descubierto tan burdamente, dejare todo eso de lado – y decía esas cosas pero igual le gustaba usar el sarcasmo con él y hacer comentarios no siempre adecuados, sobre todo cuando se trataba de la manera en la que se paseaba, ya fuera con ropa o sin ella – Claro que no pedía exhibiciones por ahí, las pedía en su hogar – la sonrisa desapareció de su rostro y le miro fijamente – sabe bien que soy una cambiante y como tal, llevo ropa que cubra todo lo que se debe o no cubro nada en lo absoluto, así que creo que deberá decidir como es que quiere que vaya la visita.
Una nueva sonrisa apareció en sus labios al sentirse descubierta por el Nygard. Claro que pensaba destruir algo, quizás algo que no fuera tan importante como algo de la decoración, un plato o una copa.. quien sabía, quizás terminara por no destruir nada del hogar del vampiro y solamente se decidiera por verlo más tiempo que al final de todo era lo que había estado esperando.
– Destruiré algo antes y algo después de desnudarme, de esa manera me sentiría que me encuentro en un equilibrio – mintió en esos momentos y entrecerró los ojos al escuchar que le aseguraba que el único desorden que podría permitir se encontraría sobre una cama – eso deja entonces varias cosas poco claras para mi – se llevo la mano al mentón como si pensara seriamente en como es que llevaría a cabo su siguiente movimiento – Pero si esa fuera una manera de satisfacerme a mi misma y este deseo de hacerle algo, aunque sea a la cama – dijo de manera firme porque si él pensaba que sus propuestas la harían irse, estaba equivocado. Robin obtenía en gran medida las cosas que le tentaban y por un motivo que no alcanzaba aún a comprender, aquel inmortal la tentaba al punto de haberle hecho buscarle como a una idiota por París durante varios días.
Se dejo guiar por sus sentimientos del momento y cuando el beso entre ambos se termino, no lo hicieron las palabras y todo lo que aquel inmortal le decía la hacía pensar, pero no encontrar una respuesta para lo que ella misma se planteaba en su mente. Nunca le sucedió algo como aquello y no pensaba permitirse quedarse en un claroscuro respecto a que sucedía, así que no descansaría hasta saber que era lo que estaba bien o mal con ella. Igual, no tenía una respuesta que pudiera dejar satisfecho del todo a aquel hombre y tras darse cuenta de eso, suspiro.
– No he venido para recriminar nada de lo que ocurrió en mi hogar, eso es parte del pasado y aunque no lo crea me ayudo a salir de ese estado de comodidad en el que estuve viviendo demasiado tiempo; además de que tiene razón, no le busco solo por eso – ¿Cómo es que se explica a un inmortal que no tienes la menor idea del por qué le has buscado durante días? o peor aún ¿Cómo le dices que deseas averiguar el por qué? Las cosas no eran tan sencillas, eso era obvio, pero tampoco era lo más complicado del mundo solo debía darse la oportunidad de hablar.
– Ya veo, es usted de esos vampiros que poseen esa curiosa habilidad – cruzo los brazos – ¿Cómo sé que no ha leído mi mente ya? – enarco entonces la ceja y opto por creer en que no había entrado a sus pensamientos aún, lo que le daba más tiempo de explicarse – En un principio si le buscaba para vengarme, no deseaba sentir que mi hogar era tan vulnerable a los ataques de otros pero por alguna extraña razón, conforme más le buscaba y más sobre naturales conocía, menos ganas tenía de venganza y antes de darme cuenta, solo quería verle – se rió de aquella situación, así como de si misma – ¿Puede creer eso? Tenía ganas de ver a quien destruyo mi hogar y mi seguridad ¿Encuentra lógico ese pensamiento? porque yo creo que estoy perdiendo la cordura – le miro de manera severa – ¿No estará usando alguno de sus trucos de vampiro para hacerme algo o si?
– Si yo fuera una mujer normal, me sentiría sumamente ofendida porque dudes de mi formalidad pero como no lo soy y ya que me ha descubierto tan burdamente, dejare todo eso de lado – y decía esas cosas pero igual le gustaba usar el sarcasmo con él y hacer comentarios no siempre adecuados, sobre todo cuando se trataba de la manera en la que se paseaba, ya fuera con ropa o sin ella – Claro que no pedía exhibiciones por ahí, las pedía en su hogar – la sonrisa desapareció de su rostro y le miro fijamente – sabe bien que soy una cambiante y como tal, llevo ropa que cubra todo lo que se debe o no cubro nada en lo absoluto, así que creo que deberá decidir como es que quiere que vaya la visita.
Una nueva sonrisa apareció en sus labios al sentirse descubierta por el Nygard. Claro que pensaba destruir algo, quizás algo que no fuera tan importante como algo de la decoración, un plato o una copa.. quien sabía, quizás terminara por no destruir nada del hogar del vampiro y solamente se decidiera por verlo más tiempo que al final de todo era lo que había estado esperando.
– Destruiré algo antes y algo después de desnudarme, de esa manera me sentiría que me encuentro en un equilibrio – mintió en esos momentos y entrecerró los ojos al escuchar que le aseguraba que el único desorden que podría permitir se encontraría sobre una cama – eso deja entonces varias cosas poco claras para mi – se llevo la mano al mentón como si pensara seriamente en como es que llevaría a cabo su siguiente movimiento – Pero si esa fuera una manera de satisfacerme a mi misma y este deseo de hacerle algo, aunque sea a la cama – dijo de manera firme porque si él pensaba que sus propuestas la harían irse, estaba equivocado. Robin obtenía en gran medida las cosas que le tentaban y por un motivo que no alcanzaba aún a comprender, aquel inmortal la tentaba al punto de haberle hecho buscarle como a una idiota por París durante varios días.
Se dejo guiar por sus sentimientos del momento y cuando el beso entre ambos se termino, no lo hicieron las palabras y todo lo que aquel inmortal le decía la hacía pensar, pero no encontrar una respuesta para lo que ella misma se planteaba en su mente. Nunca le sucedió algo como aquello y no pensaba permitirse quedarse en un claroscuro respecto a que sucedía, así que no descansaría hasta saber que era lo que estaba bien o mal con ella. Igual, no tenía una respuesta que pudiera dejar satisfecho del todo a aquel hombre y tras darse cuenta de eso, suspiro.
– No he venido para recriminar nada de lo que ocurrió en mi hogar, eso es parte del pasado y aunque no lo crea me ayudo a salir de ese estado de comodidad en el que estuve viviendo demasiado tiempo; además de que tiene razón, no le busco solo por eso – ¿Cómo es que se explica a un inmortal que no tienes la menor idea del por qué le has buscado durante días? o peor aún ¿Cómo le dices que deseas averiguar el por qué? Las cosas no eran tan sencillas, eso era obvio, pero tampoco era lo más complicado del mundo solo debía darse la oportunidad de hablar.
– Ya veo, es usted de esos vampiros que poseen esa curiosa habilidad – cruzo los brazos – ¿Cómo sé que no ha leído mi mente ya? – enarco entonces la ceja y opto por creer en que no había entrado a sus pensamientos aún, lo que le daba más tiempo de explicarse – En un principio si le buscaba para vengarme, no deseaba sentir que mi hogar era tan vulnerable a los ataques de otros pero por alguna extraña razón, conforme más le buscaba y más sobre naturales conocía, menos ganas tenía de venganza y antes de darme cuenta, solo quería verle – se rió de aquella situación, así como de si misma – ¿Puede creer eso? Tenía ganas de ver a quien destruyo mi hogar y mi seguridad ¿Encuentra lógico ese pensamiento? porque yo creo que estoy perdiendo la cordura – le miro de manera severa – ¿No estará usando alguno de sus trucos de vampiro para hacerme algo o si?
Robin Ilie- Cambiante Clase Baja
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