Perdido [Vallolet Melbourne]

No creo en la suerte pues toda situación está manejada por las decisions que tomamos pero, si existiera, suerte la mía aquel día pues no esperaba ver (y mucho menos en aquel lugar) a la aparición que estaba frente a mi. De todo lo que pudo ser había sido una mujer ¡Y qué mujer! Parecía un ángel (tomando como referencia la creencia religiosa más popular de la época) pero todo en ella era indescriptible… nunca en mi vida, había visto algo parecido.

Como la mejor reacción que podia tener, siendo yo, mis manos comenzaron a temblar ligeramente y sentía escalofríos por la espalda, no pude moverme pero estoy seguro de que si en ese momento hubiera sido capaz de articular palabra no hubiera obtenido nada muy lejano a “bla bla bla”. – Respira Spencer, es solo una mujer… una bellísima mujer – el pensamiento no me ayudó mucho.

-No tener idea no suena apropiado señorita… de hecho perdido tendría una utilización del lenguaje más acorde a como estoy – apreté los puños, ¿no podía haber dicho algo como: Agradecería su ayuda, o Hola soy Spencer, o es la mujer más hermosa que he visto en mi vida… (tal vez podríamos omitir lo ultimo).

Bajé la mirada instintivamente y sin intención, fije la vista en la sublime figura que se dibujaba debajo del vestido rojo. Extendí mi mano, aún con la mirada al suelo, y tome la suya y la sacudí, tal vez demasiado brusco, así que la regresé a su posición de inmediato, dentro de mis bolsillos.

Antes de decir cualquier cosa, intenté medir mis palabras, no quería caer en ridículo de nuevo – Vallolet es un hermoso nombre, demuestra caracter, desición y busqueda de aprobación… - casi me ahogo al tartar de regresar mis últimas palabras a la boca. La mire de reojo – Soy Reid, Spencer Reid y tienes razón… podría utilizar algo de ayuda -

Tragué saliva, mi presión se elevó y cada uno de los conductos en mi garganta comenzó a trabajar a destiempo y de manera inversa provocando la sensación de un enorme nudo en la garganta. Creo que nunca había sentido el roce de otra mujer que no fuera su madre, su abuela y alguna que otra criada de la familia. Me perdí en esos ojos por unos instantes, aunque a mi me parecieron horas. Realmente no escuchaba muy claramente lo que ella me decía aunque estoy seguro, que algo tenía que ver con mi inseguridad, ya que no le encontraba otra explicación al gesto que había tenido la mujer.

-Lamento mucho que tengas que detenerme conmigo pero mis habilidades físicas no son las mejores que puedas encontrar en… bueno, prácticamente cualquier ser humano, puedo suponer que a ti no te pasa eso pero… no todas las personas somos iguales. – Di algunos pasos hasta colocarme justo al lado de ella, después levante la mano cediéndole el paso - Las damas primero – dije para luego arrepentirme pues no había frase menos original que hubiera podido escoger.

Aclaré mi garganta – Ehm señorita, puedo confesarle que el motivo de que me encuentre aquí no ha sido más que una mera distracción por parte de mi persona y que estoy seguro de que a nadie le gustaría encontrarse en mi situación pero lo que no comprendo es… ¿Qué hace alguien como usted aquí, sola? – Fruncí el ceño esperando por su respuesta, que alguien como ella me encontrara completamente desorientado ya era patético y peor si ella no tenía miedo porque sinceramente, había algo que me hacía sentir aterrado.

Su risa salió divina de sus labios y no pude evitar hacer lo mismo, parecía tenía algún nivel de autismo… pero a pesar de todo, escuché atentamente lo que me decía, lo cual, a pesar de todo no comprendí muy bien “Un desliz político”… “rumores”… No me sorprendió la localización de su mansión pues, algunas (debido a su tamaño) se encontraban en las afueras de París pero ¿Qué podía ser tan malo que tuvo que aislarse por completo? Y más curiosidad aún ¿Porqué parecía tan tranquila estando aquí?

-Gracias… - dije tal vez demasiado tarde pues estaba seguro de que habían pasado un par de minutos desde que había dejado de hablar. Mis pensamientos se habían quedado temerosos de su voz, de su advertencia. Más que una advertencia parecía una… amenaza. Así como ella me parecía encantadora, justo en ese momento me provocó un miedo y un pánico terrible, aunque seguía teniendo un aire atrayente. Desee que no fuera como una planta carnívora: hermosas pero letales.

-Fue una tontería de mi parte estar aquí, le juro que no era mi intención y que no volverá a suceder – Seguí caminando despacio aunque la adrenalina en mi cuerpo subió. Giré la cabeza muy rápido ante un sonido desconocido a nuestra derecha, las ramas en el piso se quebraban lentamente provocando una ligera vibración en el suelo. Algo se estaba acercando, por educación me coloqué frente a Vallolet, pero la verdad era, que me encontraba completamente aterrado, esperando ver surgir de las sombras a aquello que se acercaba decididamente.

Se tensó detrás de mi, su comportamiento tranquilo y acompasado cambiaron brutalmente. De pronto se veía ansiosa, parecía, por lo que pude ver de reojo, más que asustada, indecisa. ¿Acaso sabía lo que venía en mi dirección? Todo sucedió en un instante, una tremenda criatura con forma de lobo (pero con un tamaño inmenso) se abalanzó sobre nosotros, mi primera reacción hubiera sido agacharme y cubrirme, pero no lo hice, al contrario solo apreté los ojos fuertemente esperando por el golpe. Sin saber muy bien lo que pasaba, escuche un estrepitoso sonido, como un árbol al caer – tendría suerte de que un árbol le hubiera caído justo en ese instante y hubiera detenido el ataque – era muy poco probable, así que abrí los ojos para cerciorarme.

Lo que vi era irreal, la chica estaba justo encima de la criatura y parecía… ¿sostenerlo? Si era imposible doblegar a una criatura de sus dimensiones para un hombre sobrehumanamente fuerte, para una chica de su complexión era… irracional, no podía existir el hecho. Me quedé mirando unos segundos, parecía retenerlo con fuerza, el lobo se encontraba feroz, frenético. – Maldición, maldición, ¿qué hago? – no tenía tiempo para pensar y desafortunadamente, pensar era lo único que hacía bien. Observé a mi alrededor esperando encontrar algo que pudiera servirme de arma y… ¿ayudar? A la chica que sometía a la criatura, pero no encontré nada.

La mirada que me dedicó la chica era suplicante ¡Quería que me fuera! Pero no podía dejarla ahí – ¡Decide ya Spencer!– era demasiado solo verlo pero, era peor tener que lidiar con la idea de dejarla sola para que la mataran, pero a fin de cuentas, según lo que me había dicho, ella conocía el lugar posiblemente mejor que nadie.

Corrí hacia un árbol con ramas casi sueltas – Rápido Spencer, rápido – tomé la más delgada, pues con mi fuerza no iba a ser posible cargar otra, en cambio, sabía que por el impulso que podía ofrecer mi cuerpo podría propinarle un buen golpe a la criatura. Corrí hasta su posición y las fauces del lobo se cerraron a centímetros de mi rostro. Busqué la parte superior de su cráneo, un golpe directo justo ahí no lo mataría, pero lo dejaría inconsciente por un momento, podría no ser fuerte, pero por lo menos, el conocimiento médico que tengo podría ayudarnos. Tome toda la fuerza que fui capaz y propiné un golpe. Para mi sorpresa la criatura seguía moviéndose, furiosa. Di un golpe más, y otro y otro hasta que perdí la cuenta.

Había requerido de todas mis fuerzas con un número incontable de golpes en la cabeza para dejarlo inconsciente, no sentía mis brazos -¡Demonios! Esto rebasa todas las estadísticas, es imposible que no perdiera la consciencia con un golpe justo en esa parte de su cabeza- respiré agitado, levanté la vista y la miré, la criatura seguía bufando- ¿Qué es este animal y sobre todo, quién es ella? – sin tiempo de decir nada la tome de la mano y corrí lo más rápido que el pánico me dejó sin saber la dirección a la que iba. Después de unos momentos me detuve a tomar un respiro aunque sabía que no estábamos a salvo. - ¡¿Qué demonios fue eso?! – dije casi gritando entrecortadamente.

-¿Hombre lobo? ¿Disparar? – A que se referiría la mujer. Sería a la leyenda que tomo impulso en la edad media, “los hombres bestia” aquellos que se transforman de humanos a lobos cuando hay luna llena. Parecía salido de un cuento… espera – es salido de un cuento – mientras intentaba recuperar mi respiración sopese las posibilidades de lo que me decía. Un hombre genéticamente mutado para transformarse y generar instintos completamente animales. Una explicación más lógica, y la que adopté en ese momento era, claro está, la enfermedad que también tomó impulso en la edad media: Hipertricosis congénita.

A pesar de mis pensamientos, tomé firmemente la pistola, pesaba más de lo que esperaba, nunca había sostenido un arma, ni siquiera tenía afinidad con la caza, me parecía inhumano. Pero… La criatura que vimos no era un humano completamente cubierto de vello, tenía una pinta animal… era un animal, tal vez, muy probablemente era algún tipo de animal salvaje que no ha sido documentado aún y las personas del pueblo lo han ligado con la leyenda, pero ¿no estábamos muy desarrollados ya para creer en mitos que se generaron con la necesidad de controlar a la población?

No tenía tiempo para más preguntas y aún así, estaba seguro de que no las iba a responder la mujer con la que estaba, a la cual, interrogaría fuertemente cuando esta locura terminara. ¿Podría disparar? Nunca había matado ni al más vil de los insectos en la tierra, esté animal es parte importante de un ecosistema – Deja de pensar ¡Maldición!... Ok, solo apunta y dispara, no es un acto inhumano, la muerte de un animal es algo natural… aunque no provocada por un humano… - mi mente seguía a pesar de mis deseos – todo mundo lo hace, deberías haber estado preparado para esto desde hace mucho tiempo –

El suelo comenzó a vibrar de nuevo, se sentía a una velocidad impresionante. Mis manos comenzaron a temblar, respiré. El sonido de su aullido inundó el bosque, parecía un grito. Las hojas, en la dirección que enfrentaba Vallolet comenzaron a caer. Pude ver su figura y me pareció más grande que la primera vez. Cerré los ojos y apreté el gatillo.

Como dije, nunca había sentido el golpe por el impulso que provocaba un arma en el cuerpo, ni el entumecimiento de mis dedos, tampoco el ardor de los rastros de pólvora en las manos, o la pesadez de mis brazos… y mucho menos, lo que sentí a continuación…

Recuerdo la primera vez que alguien me lanzó agua estando desprevenido, se sintió… raro, fue como si esa sustancia me quemara (a pesar de que fuera solo agua) pues una vez que entra en contacto con tu piel (debido a tu temperatura corporal) se siente demasiado fría y tu reacción inmediata es repelerla. Esto fue diferente, sentí la sorpresa que provoca que un líquido se estrelle en tu rostro, pero esta sustancia era cálida, espesa y oscura. Abrí los ojos poco a poco, ante el conjunto de sensaciones desconocidas y pasé mi mano por mi rostro.

La coloqué a la altura de mis ojos, mi mano temblaba y mi estómago tuvo una sensación extraña ante el agonizante carmesí que adornaba mi cuerpo, sabía que la sangre no era mía, pero el mundo me daba vueltas. Pude escuchar a Vallolet, pero no distinguía sus palabras, estaba muy aturdido (tal vez por el sonido del disparo). Caí de bruces al suelo – Estoy bien – dije entrecortadamente y en un tono de voz tal vez demasiado bajo, cerré los ojos de a poco mientras luchaba contra las nauseas y el instinto. –Tal vez todo fue un sueño – pensé esperanzado y si no lo fuera así, deseando no despertar jamás.

-¿Así comenzó mi madre? – pensé aún inconsciente, entre sueños. Rogué por qué lo que vi, fuera parte de mi imaginación y solo de esta, aún más esperanzado, desee que solo fuera producto de un sueño alocado provocado gracias al insomnio que me había aquejado desde mi llegada al país (Como es bien sabido el insomnio provoca falta de atención, alucinaciones y en estados avanzados paranoia) y no como pensé primeramente, algún indicio de que mi mente sería aquejada por la misma enfermedad que a la de mi madre.

Cuando abrí los ojos no reconocí la decoración, ni el espacio, ni la luz. Me había perdido por completo y esto dejaba de lado mi teoría del sueño, solo hubiera dormido en mi casa, y si no había sido posible conciliar el sueño ni aquí, mucho menos en algún lugar que no conociera. Mi cabeza se sentía extraña, nublada, como aquella vez que bebí demasiado vino aunque esto era un estupor mucho más profundo.

Un ruido hizo que cerrara los ojos más fuerte, pretendiendo que seguía dormido (complejo que había obtenido de mi infancia cuando mis padres discutían), aunque, al sentir manos sobre mi tuve que abrir los ojos y me levanté abruptamente de la cama donde me encontraba postrado, aún confundido. Pude ver a un par de mujeres, de servicio (por su aspecto) con expresión sorprendida. Me relajé y pude ver, mi ropa estaba sucia, mi cabello alborotado y tenía las piernas temblorosas. – Lo… lamento… - dije sin comprender muy bien que sucedía – pero no recuerdo nada, podrían explicarme ¿Qué hago aquí? – me miraron y se acercaron serviciales, ni siquiera me miraron a los ojos y mucho menos soltaron palabra.

Me prepararon agua para limpiarme, me dieron ropa limpia y así como entraron, se retiraron. Me recosté de nuevo pues mi cabeza seguía abrumada, me encontraba aún mas confundido. Otra persona entró a la recamara, y de nuevo, pretendí estar dormido. “…nuestros mundos no deben mezclarse…” esa frase retumbó en mi cabeza, como si me la hubieran dicho justo al oído con un megáfono, mis sentidos seguían alterados.

Abrí los ojos de nuevo - ¿Puedes explicarme que hago aquí? – vi a la mujer con la que había soñado, pero - ¿Habría sido todo un sueño? - ¿Quién eres? ¿Qué paso? ¿Qué mundos? – estaba consciente de que eran muchas preguntas juntas (un mal uso del lenguaje) pero seguía muy confundido y aturdido por todo lo que “creía” que había sucedido.

Me aferré a mantener los ojos abiertos, pero algo más fuerte que yo me arrastró a las profundidades de la inconsciencia una vez más.

Abrí los ojos después de un tiempo que a mi me parecieron días. Todo mi cuerpo, hasta el último rincón, se encontraba adolorido… era poco lo que recordaba y aún así, parecía que mi mente jugaba conmigo pues todo parecía tan… irreal. Ahora me encontraba en mi recamara, todo era tan familiar como cada noche que pasaba deambulando por ahí maldiciendo al insomnio. Un pedazo de papel se encontraba al costado de mi cabeza. Al leerlo no pude creer una sola palabra, aunque los recuerdos que tenía tampoco eran prometedores si se me permite decir.

Tome el contenido como un aviso para no averiguar más, pero la curiosidad era más fuerte… “La curiosidad tiene una razón de existir” El sol se había mostrado ya, así que decidí verificar la historia… y efectivamente todos parecían leer la explicación que contenía la carta pues cada palabra era casi textual, sospeche de inmediato.

Supe que si quería conocer la verdad tendría que dirigirme directamente a la mujer que había dejado ahí la carta. Me prometí a mi mismo comunicarme con ella… pero sería luego, pues los párpados me pesaban, así que me recosté de nuevo y me perdí en un largo sueño lleno de imágenes que no podía explicarme, al parecer, el insomnio seguiría aquejándome por todavía un largo tiempo…