Aprendamos el idioma de los desterrados ~.Privado-Yalinca.~

por **Aetos** Dom Sep 18, 2011 9:02 am

-Otra vez estaba alli, refugiandose del amor con un par de francos, los fantasmas huían aquellos momentos escondiendose en las grietas de los callejones mientras el brujo los espantaba solo seguido de cerca por sus guardianes que incluso ellos manteniánse alejados de él, secuestraba los suspiros manipulándolos e incluso chantajeándolos para que no volvieran a salir quedando impune de estos, ahi estaba una vez más en el burdel donde despues de todo las mujeres le conocian sin conocerle. Era mucho mejor que las intrigas palaciegas en especial de los amorios secretos o de los principes que pedian su ayuda para tenerle siempre al lado por si acaso algun hombre queria matarlos. Guardaespaldas, doctor, brujo pero ante todo hombre- Lo de siempre

-Dijo mientras caminaba hacia una mujer de senos generosos que le tendió una llave tintineante con una sonrisa seductora, era la llave de una de las habitaciones que siempre pedía por si acaso queria llevar a alguna de las chicas con él, intimidad, hablar, no solo de sexo vivia el hombre ya que el pedia mujeres sensuales pero con cerebro. El cuerpo era para admirarlo pero no era como los hombros que veian aquesto y perdian la cabeza deseando un poco de todo, sin dar nombres abrian las piernas de las cortesanas y se metian entre ellas con todas las frustraciones, despues se marchaban de nuevo sin conocer nombres, sin preguntar si habia sido buen o mal amante. Era el paraiso de los amantes infieles y de los vírgenes pues la actualidad estaba cambiando y ahora los hombres perdian antes su virginidad con una cortesana que con su novia-

Mandame a quien quieras, confio en tu gusto -sonrió señalando una mesa que estaba vacia, inusual pues era un buen sitio aunque la copa que habia alli indicaba que habia sido vaciada hacia poco, no se habria sentado alli teniendo en cuenta las practicas indecorosas que siempre habian hecho las cortesanas para atrapar a los hombres pues unas mesas atras alguien no habia ido a la habitacion y estaba fornicando en ese mismo sitio, igual que una mujer arrodillada dando placer a un hombre, la intimidad, se repetia mirando la llave mientra se sentaba y esa misma mujer apartaba la copa vacia entregandole el pedido de Aetos- Yalinca vendrá -Dicho esto marcho moviendo las caderas como un péndulo, ahora las mujeres se veian excesivamente delgadas extrañando las carnes de las alemanas que en cierto modo eran incluso mas hermosas por aquellas generosas carnes que decoraban el cuerpo. Sonrio al pensar aquello encontrando descanso al apoyarse en el respaldo de la silla tomando en sus dedos uno de los hielos que habia dentro de su copa esperando por esa tal Yalinca-