Otra vez no... [Dominic y Clarice]

Había salido después de comer de la carpa donde Dominic y yo residíamos. Ni siquiera le había dado explicaciones de a donde iba o cuando volvería, simplemente me fui sin más a sabiendas que eso le molestaría y mucho más cuando pasasen horas y yo aún no estuviera de vuelta. Bueno, la cuestión es que pasé la tarde vagando por París, de un lado a otro dando largos paseos, encontrándome con amigas y con hombres aparentemente caballerosos y amables a los que en fondo les encantaría yacer en una cama conmigo. Tantos quieren... y en el fondo ninguno lo ha conseguido. La cuestión es que pasé una buena tarde y un buen comienzo de noche. Risas, algún intento de cortejarnos, confidencias... lo normal en un grupo de jóvenes que comienzan a descubrir lo que la noche esconde.

Debía ser bien entrada la madrugada cuando decidí dar mi propia fiesta por terminada, por lo que volví a casa con una sonrisa de satisfacción en los labios, dispuesta a hacerle creer que había sido uno de los mejores días de mi vida. Ya estaba situada frente a la carpa, contemplando la luz de su interior cuando decido darle algo más de emoción al asunto, solo para enfadarle... Me revuelvo un poco el pelo, y me coloco algo mal la ropa, no demasiado, pero lo suficiente para que se de cuenta. Perfecto.
Es entonces cuando accedo a entrar, volviendo a mostrar una sonrisa divertida y tumbándome entre unos amplios cojines que teníamos, soltando un suspiro que deja entrever lo agotada que estoy y lo bien que me lo he pasado.

-Hola hermanito-saludo divertida, con cierto tono de burla en mis palabras mientras me descalzo para tumbarme más cómodamente entre los cojines, estirándome delicadamente y aún sonriendo mientras ruedo un poco sobre el mullido suelo en el que me encuentro hasta quedar boca abajo, pero mirándole divertida.No me digas que has estado buscándome...-comento mirándole fijamente y deseando verle enfadado. Me hace tanta gracia cuando se pone así...

Espero esbozando una sonrisa su respuesta. Seguro que si me ha buscado, otra cosa es que llegara a admitirlo. ¿Cómo podría simplemente quedarse aquí esperando mi regreso...? Pero contra todo pronóstico, me suelta esa frase que consigue molestarme, pero no lo demuestro exteriormente. Simplemente continuo sonriendo aunque no tan exageradamente como antes. ¿De verdad no ha estado esperándome...? No puede ser verdad. No puede. No quiero creérmelo. Hundo el rostro entre los cojines, escondiendo mi cara de preocupación unos instantes antes de que me diga eso, consiguiendo que abra los ojos completamente, escondida entre los cojines y sintiendo como mi pulso se acelera aterrado por aquellas palabras, por si sean ciertas. Duele. Duele más de lo que él jamás podría llegar a imaginarse.

Permanezco ahí tirada, dolida e intentando recuperarme. "¿Crees que eres el centro del mundo?" Cierro los ojos con fuerza intentando dejar de escuchar esas palabras en mi mente, concentrándome en no pensar en nada, ni siquiera en él. Intento creer que ha sido por el enfado, que en realidad no es lo que de verdad piensa. ¿Pero y si es cierto? Soy su hermana, y aunque yo sea lo único que tiene, eso no significa que sea el centro de su existencia. Lamentablemente él si es el centro de la mía, pero supongo que eso no importa... Suspiro amargamente y cuando vuelvo a levantar la vista compruebo que no está en la carpa, es más, puede que haya salido hace un buen rato y que yo ni siquiera me haya dado cuenta al estar demasiado absorta en mis pensamientos.

Me levanto de un salto, colocándome bien la ropa y acercándome hasta la salida de la carpa, mirando hacia fuera y encontrándole de espaldas hacia nuestra "casa". Abro los labios para decir algo pero ni siquiera emito algún sonido, me limito a callarme, a observar con timidez su figura en mitad de la noche, apenas iluminada por la Luna menguante. Y que a pesar de lo que me haya dicho aún sienta deseos de ir hacia él y abrazarle... Pero no puedo. Si descubriera mis verdaderos sentimientos me dejaría a mi misma en ridículo, además, seguro que eso sería una deshonra para nuestros padres... por muy lejos que estén. O quizás eso no me importe, y lo que realmente me importe sería su mirada cuando se enterase. De asco, de desaprobación, como si le hubiera defraudado. Me paso la mano por el pelo, colocándolo en su sitio y permitiéndome el lujo de observarle unos segundos más, mientras empieza a fumar.-No me gusta que fumes.-comento casi en un susurro pero lo suficientemente alto para que me escuche. Le da un toque interesante, de misterio, cierto atractivo, pero no quería que acabara con la voz ronca y grave típica en los fumadores... además que a la larga le afectaría a la salud.

Me acerco un par de pasos, despacio y en silencio y hasta llegar a su altura, apenas mirándole de reojo antes de clavar mi vista en el cielo y en las numerosas estrellas que lo iluminaban. En momentos como este, me hubiera encantado ser un poco más atrevida en cuanto se refiere a acercarme a él, si no tuviera miedo cogería su mano libre y me quedaría unida a él sin necesidad de nada más, de nadie más. Pero es obvio que el miedo a que me descubra me hace ser como soy, despegada, con tendencias a enfadarle.-Ven, vamos dentro.-pido en momento en el que reúno las fuerzas necesarias para tirar débilmente de la manga de su camisa y guiarle hasta nuestra improvisada casa.

Su respuesta tarda unos eternos segundos en llegar y aunque al principio creí que accedería, que volvería conmigo al interior de nuestro hogar, me equivoco completamente. Esas palabras me sientan como si de una patada se tratasen, soy consciente de que no ha sido desagradable al decirlo, pero no puedo evitar sentirme ofendida pues yo lo que realmente quería no era entrar dentro de casa, si no estar con él. Así que me limito a agachar la cabeza, en cierta parte derrotada y dolida, pero su caricia a lo largo de mi brazo consigue reconfortarme, no del todo, pero lo suficiente para dejar de darle vueltas a lo de que no soy el centro del mundo. De su mundo.

Me acerco a la barandilla, apoyándome ligeramente en ella y contemplando todo lo que se extendía ante mis ojos. Estaba lo suficientemente cerca como para que nuestros brazos casi se rozaran, una distancia muy corta nos separaba, pero a mi me parecía lo suficientemente lejana como para no poder llegar a tocarle. Suspiro ante su comentario. Lo sé, se de sobra que a penas paso por casa y aunque no lo crea, no hacerlo me duele. Me encantaría estar más tiempo aquí, pasar el día junto a él, pero sé que se me acabaría notando. Porque volvería a actuar como cuando era más pequeña, pasándome el día a su lado sin importarme nada salvo él.

-Lo sé-suspiro accediendo a mirarle, girándome hasta apoyar mi espalda en la barandilla para poder contemplarle mejor.-¿Tanto te molesta...?-pregunto como si en realidad no me importara su respuesta, aunque en realidad quiera que me diga que si, que odia que me valla.-Si realmente te importara me impedirías por todas los medios posibles que saliera-comento casi en un susurro y con la vista fija en mis propios pies. Si me pidieras que me quedara no volvería a marcharme. Nunca.-Da igual... No quiero discutir...-suspiro finalmente encontrándome con su mirada unos segundos que se me hacen eternos. ¿Por qué no puedo dejar de verme reflejada en él? Es como si fuera mi gemelo. Pensar eso siempre desencadena en mi cuerpo un escalofrío, no sé por qué.-¿Qué has hecho durante mi ausencia?-pregunto curiosa, aunque me lo imagino. Quizá se haya quedado por aquí cerca, él es así. Solo, absorto en sus pensamientos. Es algo que me gusta de él.

Vuelvo a levantar la mirada y esta vez me obligo a sostener la suya propia. A observar con atención aquellos ojos que me hipnotizaban cada vez que le miraba, aquellos ojos hechizantes que ambos compartíamos.

Por lo que veo le importa muy poco que no me gusta que fume, pues vuelve a sacar otro cigarrillo haciendo que frunza el ceño en cuanto lo veo, pero por el momento permanezco callada, en parte esperando que se de cuenta de lo que le dije anteriormente y que guarde el cigarro. Ni siquiera me contesta a mis preguntas, se limita a soltarme eso sin venir a cuento, esa maldita frase que he oido en mi corta vida más veces que ninguna otra. Aprieto la mandíbula con fuerza, mordiéndome la lengua para no empezar a gritarle... aún.

Ni siquiera da mas explicaciones por el momento, se limita a encender su cigarro dando una calada como si fuera la cosa más relajante del mundo. Sigo esperando una respuesta a eso, con los brazos cruzados y la mirada fija en él, que sepa que yo también puedo tener muy mal humor dependiendo de como me diga las cosas... y sinceramente, soltarlo de esa forma tan brusca era solo una buena forma de buscarme las cosquillas. Intento permanecer tranquila cuando habla, esperando a que acabe de decir todo lo que tenga que decir antes de empezar a gritarle porque ambos sabemos que las cosas iban a acabar mal. Estoy demasiado harta. Cansada de cuando logro acostumbrarme a una ciudad tengamos que marcharnos porque a Dominic le de la real gana. ¡Como si fuera la cosa más fácil y nos sobrara el dinero!

Es entonces cuando me mira y le fulmino con la mirada con cientos de frases pasándose por mi cabeza. Volver a abandonar a los amigos que había hecho, olvidar esta ciudad y tener que aprender a vivir en otra...-Bien...-murmuro apartando la vista y agarrándome a la barandilla pues no me apetecía acabar a tortas, además, eso me dolía más a mi que a él.-¿Eso es lo que quieres?pregunto clavando la vista en un punto del horizonte-¿Volver a empezar de cero otra vez? ¿Llegar a otra maldita ciudad de la que nos terminaremos marchando al cabo de unos meses porque al Señorito Dominic le da la santa gana?-pregunto volviendo a mirarle y sintiendo un nudo en la garganta que tan solo esperaba que no se desatara en sollozos, al menos no delante de él.

-Vale-respondo con una decisión que hace que me recorra un escalofrío.-Pero no cuentes conmigo-añado con dureza, soltando la barandilla y alejándome un paso de él-Estoy cansada. Cansada de irme de las ciudades por qué tu quieras. ¿¡Y que pasa con lo que yo quiero!? ¿Me has preguntado alguna vez lo que yo quería? ¿Lo has tenido alguna vez en cuenta? No, claro que no.-Me vuelvo a alejar otro paso, cansada de todo esto. Solo quiero asentarme de una vez, tener una casa que sepa que no voy a abandonar, crecer como cualquier otro adolescente.-Yo no... no voy a acompañarte, Dominic. Esta vez no.-susurro sintiendo que la voz se me empezaba a quebrar. No quería abandonarle, pero tampoco quería seguir cambiando de hogar... Necesito un lugar en el que crecer.

Le miro fijamente esperando que intente retener mi nueva huida, que me diga que se quedará conmigo... Pero dudo que ocurra. Quiero estar con él, necesito vivir a su lado, pero nunca me ha preguntado si realmente quiero irme de una ciudad, simplemente me obligaba a hacer las maletas y yo ya... ya no quiero. Quiero que se quede conmigo... aquí.
Me doy la vuelta, volviendo a dirigirme a nuestra carpa y limpiándome las lágrimas que habían empezado a recorrer mi rostro en cuando dejé de mirarle, suplicando por lo bajo que se quedara a mi lado.

No puedo creerme que me esté obligando, que lo diga con esa decisión como si realmente fuera capaz de utilizar la fuerza para llevarme con él, de hacer las cosas por las malas. ¿Pero es que no se le ocurre pensar que me siento a gusto aquí? Que no quiero cambiar más de ciudad, que quiero quedarme aquí, que no quiero volver a empezar de cero. Quiero conservar las amistades que he creado en este tiempo, crecer como cualquier adolescente normal... Pero a él eso parece que le da igual. Supongo que es fácil para él, claro, como no, es rematadamente fácil si no tienes amigos, si no te relacionas con el resto de gente y te dedicas a ir de casa al trabajo y del trabajo a casa como acostumbra a hacer. ¿Así a quien le importa cambiarse de ciudad? Si no hay nada ni nadie que te ate aquí ¿qué mas da vivir en esta ciudad o en otra...?

Lamentablemente ese no es mi caso. Sabe que tengo amigos, sabe lo mucho que les aprecio y aún así me obliga. Al principio nunca me importó porque... ¡Era Dominic! ¡Era mi hermano! ¿Como iba a abandonar a la única persona que me quedaba? Pero cuando nos empezamos a distanciar... por el trabajo, por mis propios sentimientos hacia él... tuve que buscar amigos para sobrellevarlo, para que cuando llegara a casa tarde me hablara o me echara la bronca. ¿Ni siquiera entiende que necesito tener amigos? O quizás... quizás ya sepa cual es su problema. No quiere que yo tenga amigos. Quiere que me quede en casa, esperando a que vuelva de trabajar como una niña obediente. Lamento decir que no soy así, si buscas algo de mi, recibirás todo lo contrario.

-¿Ah no...?-susurro sin atreverme a girarme hacia él, y sintiendo un constante escalofrío por sentirle tan cerca.-¿Y cuando te vayas a buscar trabajo en nuestra nueva ciudad no me dejarás sola?-espeto en un tono bajo porque es lo que siempre pasa. Me quedo sola, "organizando" nuestra nueva casa mientras él va en busca de un empleo que le mantendrá fuera la mayor parte del día. ¿Eso no es quedarse sola?-Porque es lo que haces siempre.-añado sintiendo como la fuerza con la que me agarra aumenta. Me hubiera gustado abrazarle pero siento que no puedo, no quiero mostrar ese tipo de debilidades frente a él.

Inspiro profundamente, cerrando los ojos y apretando con fuerza los puños. ¿Seré capaz de decirlo? ¿Decir eso a sabiendas de que le dolerá realmente pero quizá haga que se quede conmigo? O igual si lo hago me obligue a irme...-Y quizá... quizá yo no me quede tan sola como tu te crees-añado girándome hacia él y mirándole unos segundos a los ojos haciendo que se me forme un nudo en la garganta que hace que me cueste respirar.-¿A que no has pensado en eso, Dominic? Que haya alguien que haga que no me sienta sola, y que por eso quiera quedarme-susurro intentando hacerle daño, él mismo que me está haciendo él a mi cada vez que nos mudamos. Se de sobra que le molestaría que tuviera novio, los hermanos son así y sobre todo él. Lamentablemente es una mentira tan grande que si no fuera por lo mucho que salgo se vería de lejos que es mentira. Suspiro apesadumbrada, limpiándome las lagrimas de los ojos y maldiciéndome por haberle dicho esa mentira.-Da igual...-murmuro encogiéndome de hombros.-Al final haremos lo que tu quieras, como siempre.-suspiro apoyando una mano sobre la suya para apartarla de mi brazo, quedando unos segundos cogida a él sin necesidad de nada más, pero obligándome a soltarle lo más rápido posible.

¿Por qué lo hice? ¿Por qué le he dicho que había alguien en mi vida? ¿Fue para darle celos? Ni siquiera yo misma lo sé, pero puedo ver con total claridad algo en su rostro que no me gusta. No se si es decepción o qué es, pero la cuestión es que hace que me arrepienta de mis palabras, que quiera decirle que no es verdad lo que le dije. No había nadie. Nunca hubo nadie y si las cosas seguían tal y como estaban ahora jamás habría nadie. Es lo malo de enamorarte de tu propio hermano, saber que ese sentimiento nunca llegará a ninguna parte, que como mucho solo será un amor fraternal, nada más, nunca habrá mas que eso por mucho que lo desee. Por eso me veo obligada a no acercarme demasiado a él porque se que se acabaría notando, que acabaría sabiendo que lo que siento es algo más fuerte y se iría... Me dejaría sola por ser una mala hermana, por haber pensado de él de ese modo que sé que no debo... Solo de imaginarme que supiese que pensaba de él así hacía que me recorriera un escalofrío por la espalda. Sé que no debo, de verdad que lo sé, soy consciente de que esto es un pecado y un deshonra pero no puedo evitarlo, lo siento. Es lo único que tengo, ahora y siempre, y no necesito a nadie más.

Suspiro amargamente, observando su rostro apesadumbrada y no pudiendo evitar apartar mi mirada de la suya mientras limpio algún rastro de lágrimas de mi cara. ¿Se creería que lloraba por la posibilidad de tener que abandonar a mi novio imaginario? Si supiera la realidad de por qué estuviera así... de que lloro de impotencia al saber que le estoy perdiendo y de que en vez de intentar recuperarle le alejo a patadas cada vez que tengo la oportunidad de arreglarlo. Es entonces cuando me dice eso- Al principio solo creo que es un producto de mi imaginación, haciéndome creer cosas que no son como hace muchas noches, pero esta vez no, esta vez es real. Prométemelo, pienso para mi misma volviendo a mirarle con los ojos suplicantes pidiendo con una mirada lo que jamás me atrevería a decir en voz alta. Contengo la respiración cuando apoya su mano en mi mejilla, sin apartar la vista y obligando a mi corazón a serenarse. Solo es cariño fraternal, solo eso. Pero se acerca y ¿Sabes qué? Que me asusto. Por un momento llego a pensar que realmente está a punto de pasar algo, pero como siempre mis sueños de deshacen como un castillo de cartas. Dominic... Su nombre se repite en mi mente una y otra vez dejando que mi mente se evada de todo y que se concentre plenamente en él, en su tacto, en su respiración, en su aroma... Pero nuevamente todo desaparece, se aparta de mi con rapidez como si esto fuera solo una despedida, nada más.

Agacho la cabeza avergonzada por todo lo que está pasando y que no consigo controlar, intentando poner mis pensamientos en orden cuando me suelta eso, consiguiendo que por unos segundos todo se pare. "Si ya no me necesitas dilo claramente" ¿Qué... qué esta diciendo? Me quedo bloqueada en el sitio, sin creerme que eso haya sonado a un ultimatum. Me doy la vuelta rápidamente, sin darme cuenta que he empezado a llorar y le alcanzo abrazándole por la espalda antes de que llegue a la carpa.-No me hagas esto...-suplico apoyando la cabeza en su espalda y apretándole contra mi.-No hay nadie... era mentira...-confieso con los ojos cerrados y llorando dolida, por sus palabras, por el daño que le estoy causando siempre.-Claro que te necesito, Dominic. Eres mi hermano. Eres lo único que tengo.-Me agarro delicadamente a su camisa, con la cara escondida en su espalda intentando ocultar mi rostro, aunque seguro sabe que estoy llorando-S-si de verdad quieres que nos marchemos lo haremos... Pero no me dejes sola por favor...