From the tideless sea {Django Reinhardt}

por **Lyuba A. Yumara** Sáb Oct 08, 2011 6:02 am

Caminaba con dificultad, sus pies no soportaban un peso tan grande y sin embargo su rostro pálido estaba iluminado. Pasos tan lentos y pausados que apenas se podía divisar a una persona en pleno movimiento fisico. Aunque estaba dolida, tenía dolores y nauseas, hambre y sueño y un cansancio a todas horas, lograba sonreír. La pregunta era..¿porque sonreía tras tantos años de dolor ?. Porque dentro de ella, había alguien tan inocente que iba a pintar su vida con colores vivos, unos colores que no hacían parte de la gama de los grises .

En la penumbra de la noche y sus astros mas brillantes , una melena negra bailaba al son de un viento cálido pero frío, con un vientre bastante evidente para hacer pensar a la gente que esperaba un niño o niña, o tal vez dos. No tenía ningun rumbo, al igual que su vida. Sabía que aquello que iba a venir no iba a ser bueno, pues su reputación en el campamento iba a esfumarse ,siendo reemplazado por una mala imagén. Valía la pena y en ningun momento se regañaba por lo que había ocurrido antes. Era una mujer con carácter, con planes para su futuro . Habían pasado seis meses desde lo ocurrido con ..aquel desconocido que se llamaba “padre de la criatura “ y desde entonces sus sueños habían sido apacibles y tranquilos. Ninguna pesadilla, ningun vampiro en sus sueños, ninguna imagen de su pasado. Entendía en aquel momento de reflexión que “todo ocurría por una razón buena” .
Con la intención de abandonar sus pensamientos, dirigió sus celestiales ojos hacia las imagenes del lugar. Era evidente que estaba en el Puerto o al menos se acercaba al puerto, el olor del mar era inconfundible , único y tranquilo.

Aquella noche su cuerpo estaba cubierto por un vestido hasta los pies,de un color blanco con unas pequeñas florecitas rojas en la parte del escote. No debía ser un experto para saber que aquella mujer era una gitana y que no pertenecía a la clase alta o a la nobleza. Sus hombros estaban cubiertos por un chal de color marron. Se detuvó en el pequeño puente donde la gente, por el día, solía embarcar o desembarcar, aquello dependiendo del rumbo de sus vidas. Se sentó con cuidado sin evitar hacer una mueca cargada de dolor. Cerró por un momento sus ojos , sintiendo aquella rafaga de viento que bailaba al son de la fragancia del mar. Nunca había subido a un barco y lo cierto era que no recordaba muy bien el porque no lo había echo si era tan amante del mar. Tal vez temía al agua como temía al fuego y como siempre, ella escondía sus temores. Sintió una patada del pequeño/a. Sonrió abriendo los ojos

– No te preocupes, pronto podrás tocar las olas del mar con tus manitas...sentir su fragancia y la magia de las sirenas que envuelve este manto azúl y agitado pero al mismo tiempo tranquilo... – susurraba la futura madre acariciando su vientre con un cariño maternal. Cualquiera que la viera, pensaría que solo se trata de una ilusión, pues estaba sentada en el puente con las estrellas reflejadas en el mar, sus pies colgaban y jugueteaban con cuidado al borde del puente mientras su mano acariciaba a la única persona que amaba en este mundo sin apenas conocerlo.

por **Akasha.** Vie Oct 21, 2011 1:03 pm

Spoiler:

Django, era un hombre rudo, fuerte, su tan sola presencia era feroz sin necesidad de mediar palabra alguna a su gente. Su odio hacía la vida había llegado hasta niveles que jamás hubiese imaginado. Cada noche, cada vez que una estrella pintaba el cielo recordaba a su hija, a su mujer, a aquellas dos personas que más amaba en la vida, y cómo, de la noche a la mañana todo se hubiese esfumado como por arte de magia.

“Por ello odiaba la luz diurna, cálida como el fuego y asombrosamente acogedora. Todo aquello le recordaba el desastre ocurrido en la carreta, aquel fuego devastador que acabó con la vida de sus mujeres y que le sentenció de por vida a ser repudiado por las mujeres, al tener el brazo, pecho y pierna izquierdas con cicatrices, del fuego, aquel hermoso elemento el cual veneraban en sus fiestas al borde del mar, mientras muchachas gitanas bailaban al son de una buena música tocada por los de su campamento. El gitano, ya era experto en la vida, a sus 32 años había vivido mucho pero en sí no sentía aquella plenitud que debía, todo era difícil, todo era realmente extraño y eso dolía más que ninguna herida sangrante.
Caminante, como cada noche, paseaba junto al puerto, lejos de aquellas cosas mundanas como solían hacer los payos, nada más a expensas de que les regalen algún título nobiliario, o casen a sus hijas con viejos ricos del país. Todo era absurdo, todo el mundo sabía que el rito y las normas gitanas daban mucho que desear por el resto del populo. Los gitanos si podían gozar de la veracidad de sus normas y la virtud y fortaleza de los de su misma clase, ya fuesen los mismos gitanos de Rumanía que los provenientes de cualquier otro lugar.

A lo lejos, una imagen un tanto sobrecogedora apareció, tanto, que se sintió tan abrumado por ello que casi sentía que estaba muerto, en los cielos y allí estaba su mujer esperándole al final del muelle. Pero en cuanto se acercó, se sintió cada vez más lejos de aquella lejana imagen, no se trataba de su esposa, sino de una muchacha y tan solo por su figura díría que la conocía, le era realmente familiar.

- ¿Lyuba? – Preguntó, pero su rostro contrariado pasó a ser de inmensa alegría por ver de nuevo a aquella muchacha que conoció hacía ya algun tiempo, espera…. Estaba embarazada!¿? Diango se acercó hasta su lado, sentándose con los pies colgados él también, con cierta preocupación en sus ojos. - ¿Qué haces aquí sola? No es bueno que estés sola junto al mar, podría pasarte algo muchacha! ¿Qué fue de ti? Además de lo evidente, claro.
Soltó una carcajada y de seguido la abrazó, era una de tan pocas personas con las que conseguía ser el hombre que era.

por **Lyuba A. Yumara** Dom Nov 27, 2011 10:41 am

El pálido rostro de Lyuba se iluminó aun mas cuando los dolores desaparecieron . Su timbre de voz era suave, no había maldad reflejada en ello y mucho menos frialdad. ¿Aquella había sido la razón por la cual el pequeño ya no estaba tan agitado?. Si, aquella había sido junto con las olas del mar que tranquilizaba el espíritu puro del niño. Todo había ocurrido rápido, los sucesos marcaban la vida de la gitana. Si pudiéramos hacer un resumen de su vida, el único sentimiento acogedor iba a ser la tristeza . Tanto sufrimiento, tantas desgracias juntas marcaban cualquier camino de la morena en un sin fin de sangre maldita. Ella mantenía despierta la luz de la esperanza , pues creía en los destinos , en las oportunidades y en la magia. Apenas a sus 19 años , su vida había sido cicatrizada por cualquier persona que se había encontrado con ella. Piel blanca y pálida, a veces confundida con la de los vampiros , impregnada por aquellos pecados que no había cometido. Marcas, cortes...también cicatrices. Cabello largo, no extremadamente, hasta la cintura y negro tal cual la noche oscura que mantenía limpio su manto. Pero..los ojos,azules con algunos matices verdes , eran los que mas escondían secretos, los mas dolorosos..la cámara de todos sus dolores . Nadie comprendía lo que había dentro de ella, nadie comprendía su estado y siempre estaba siendo juzgada por los demás. Creían que era una muchacha rara, que se metía en líos por su mal comportamiento. No, se equivocaban rotundamente. Era una mujer que cazaba vampiros, que intentaba limpiar la tierra de los demonios de la noche. ¿Conseguía hacer eso cuando cada noche mas de veinte hombres/mujeres eran transformados en demonios?.

Hacía ya ,varias veces que no había enfrentado un vampiro. Un tiempo que se aproximaba a ...ocho meses y medio. Le faltaba ya muy poco para dar la luz y no estaba del todo preparada para ello. Tras una rafaga suave de viento ,que provocó un escalofrío en el cuerpo de la morena, abandonó sus pensamientos para recoger aun mas el chal sobre sus hombros y al mismo tiempo cubrir el vientre . En aquella noche el viento pareció tomar otro rumbo diferente, un poco mas frío lo que significaba que el otoño se aproximaba.
Agudizando sus oídos y sus otros sentidos , tal cual Milo le había enseñado, Lyuba se dio cuenta de que alguien se acercaba con pasos lentos a ella. No estaba armada y mucho menos en un estado para luchar o al menos defenderse. ¿Ese era su fin?. El corazón se aceleró , su oxigeno no brindaba mas vida a su cuerpo y con desesperación, entreabrió sus labios . Una voz, tan conocida y al mismo tiempo lejana pareció tranquilizarla. La duda con la que el hombre(era hombre puesto a que su timbre de voz, a pesar de ser aterciopelado, había sido demasiado masculino y grave) había pronunciado su nombre era la certeza de que no se trataba de ningún vampiro conocido .

No se giró y lo único que intentó hacer fue tranquilizar su corazón y volver a respirar con normalidad, no debía alarmarse y mucho menos poner en peligro la vida de la criatura. El hombre se sentó a su lado y ella giró el rostro para observarle. Era Django, un gitano demasiado respetado en el campamento. El mas fuerte, el mas madura, el mas atractivo y el mas inteligente. Le tenía demasiado respeto y cariño , por eso mismo sus palabras hicieron a Lyuba desviar la mirada hacía abajo, como una niña regañada y apenada por romper un plato jugando. No dijo nada , tan solo sonrío con amargura dejándose abrazar . Su aroma impregnaron las fosas nasales de la gitana, era único. Olía a fuego, a hierba, a las aguas de una cascada pura....- Necesitaba ver el mar , no te preocupes – susurró acurrucándose de tal manera que su cabeza fuese apoyada en su pecho fuerte y bien formado . Ante la pregunta” que fue de ti” prefirió saltársela, no deseaba hablar de aquello y mucho menos de su comentario. No deseaba ver al padre de la criatura y mucho menos contarle la historia a su hijo - ¿Tu que haces a estás horas por aquí? - preguntó con un tono suave - Creía que todos los del campamento estaban dormidos.. - murmuró aquello sin apartar la vista del mar.

off: Siento la tardanza,esposito!*-*

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