El Deseo de vivir es fuerte[Marion Holh]

por **Aitziber D’ Lemoine** Dom Oct 09, 2011 11:40 am

Estaba sentada en unas ruinas, su capucha negra cubría su hermoso vestido amarillo con bordados blancos, también tenía un bolso de cuero entrecruzado en su cuerpo. Suspiraba largamente, ya comenzaba a oscurecer, aunque tenía aquella capucha el frio penetraba hasta sus huesos, se quedo mirando hacia el horizonte, viendo como el atardecer tan hermoso, cerro sus ojos captando el ultimo rayo de sol.

-Hermoso…- susurro con una mirada serena. A lo lejos oyó un crujido que por un instante la puso alerta.

Se levanto rápidamente de aquel muro; que en algún momento fue una infraestructura, pero que ahora simplemente quedaban ruinas. Su hermoso vestido amarillo parecía bailar con el aire que azotaba el cuerpo de la joven, tenía unas botas para andar en caballo-era más fácil que tener unas sandalias- giro su cuerpo con su respiración agitada, bajo la mirada hasta encontrarse con un conejo herido quien tenía la pata herida, estaba desgarrada completamente.

Se inclino tratando de no asustar al animal, siendo inútil-Detente- le ordeno. Con su mano lo dirigió cerca de ella. El animal obedeció sin ningún problema, su pelaje era tan blanco como la nieve, pero se estaba infectando de aquel carmesí, aquel mismo color que tenía sus ojos y su nariz rosada que no dejaba de moverse. –Mírate… estas herido y aun tienes ganas de luchar… - sujeto al animal entre sus manos, llevándolo hasta las ruinas donde estaba, lo estaba controlando por eso parecía tan apacible y domado.

Busco en su bolsa de cuero una navaja, la saco de su bolso dejándola a su lado, miro al conejo quien aun sangraba, sonrió tiernamente mientras volvía a mirar en su bolso sacando un pequeño envase de cristal.

Sintió como alguien había llegado, estaba detrás de ella, siguió buscando cosas en su bolsa mientras sonreía –Mira lo que me encontré- dijo sin voltear a ver –quiere vivir, tiene fuerza de voluntad, algo que muchos humanos han perdido- había sacado un saquito y otro frasco con un liquido azul. Se arrodillo al frente del animal, ya comenzaba a oscurecer, la luz no alcanzaba para ver la herida pero aun así comenzó a curarla manchándose las manos de aquel color carmesí. sin importar que la persona de atrás viera aquel momento de locura.