AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una particular forma de despejarse [Carlo]
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Una particular forma de despejarse [Carlo]
El día había sido inesperadamente caluroso en París, las calles se habían llenado de gente algo más ligera de ropa de lo normal, en las casas, hostales y negocios se habían abierto las ventanas con la esperanza de que entrase algo de aire. Era una situación casi insoportable, y más para alguien como Kaleb, que estaba acostumbrado a las temperaturas algo más moderadas, y que adoraba la lluvia y los días en los que esta caía. La mayor parte de la mañana y la medidía, la había pasado recostado en el jergón de la habitación de su actual hostal, pensando, reflexionando... y sobre todo intentando evadirse de ese bochorno que parecía haberse adueñado de toda la ciudad, y sobre todo de su mente. Sus sentidos se encontraban completamente embotados. No asimilaba lo que tocaba, no captaba lo que veía y los olores le parecían todos iguales... era como estar muerto, o algo muy parecido a dicho estado. Después de dar muchas y diversas vueltas en el lecho sin sacar nada en claro, llegó la bendita tarde... y con ella cierta brisa refrescante que anunciaba la pronta llegada de la noche. Como si le hubiesen pinchado en el trasero, Kaleb dio un salto y salió de la cama, vistiéndose a toda prisa con prendas ligeras, poco gruesas, que no le impidiesen moverse y que no le diesen más calor del que tenía.
Salió a la calle, y se apresuró todo lo que pudo con sus pies humanos para salir de la ciudad. La algarabía que llenaba los callejones, mercados y tiendas no le sentaba nada bien tal y como estaba de humor... y el ruido de los coches, el agobio de los edificios... Todo iba en contra de una persona que, como él, estaba acostumbrado a los ambientes distendidos o solitarios. No miró a nadie a los ojos mientras avanzaba con paso rápido a través de calzadas, adoquines y senderos... y finalmente llegó a la parte exterior de París, a esos campos que transmitían una paz y una calma que él necesitaba de forma anhelante. A su alrededor, sólo unos cuantos campesinos seguían con su trabajo, recogiendo los últimos frutos que la tierra había guardado para ese día. Algunos animales, zorros, caballos de cosecha o aves, atravesaban el paisaje tan raudos como ilusiones en medio de un sueño. El cambiaformas se detuvo en mitad del pedregoso camino, y cerró los ojos para aspirar en profundidad el puro aire de la naturaleza. Se sentía libre de nuevo... como si hasta ese momento hubiese estado aferrado por las cadenas de la urbe.
Continuó su avance a través de esos sembrados, sin preocuparse demasiado del destino al que lo conducirían los pasos. Prefería mil veces estar perdido en el bosque, con la flora y la fauna, a continuar agobiado en esa ciudad que parecía engullirlo poco a poco. Al final, se adentró en una arboleda algo más espesa que las demás, y poco a poco... vislumbró a lo lejos un pacífico lago. Se encontraba rodeado por juncos, y algunos pájaros componían la melodía que acompañaba a esa bucólica visión. Sus aguas eran claras y cristalinas como el vídrio, y la serenidad que allí reinaba era comparable con la de una tumba natural. Sonrió, un gesto que hacía en muy contadas ocasiones, y sin dudarlo ni un sólo segundo más, comenzó a quitarse la ropa de forma rápida, apresurada. Necesitaba refrescarse, y... ¿qué mejor lugar que ese idilio de aguas claras para conseguir dicho cometido? Dejó sus zapatos y los calcetines en el suelo, y luego procedió a deshacerse de los pantalones y la camisa, quedando en ropa interior. Se lanzó al agua en un par de zancadas, siendo absorbido por la misma en apenas unos segundos. La frescura rodeó su caluroso cuerpo, y alivió esos sudores y ese agobio que hasta hacía unos minutos lo habían poseído.
Salió a la calle, y se apresuró todo lo que pudo con sus pies humanos para salir de la ciudad. La algarabía que llenaba los callejones, mercados y tiendas no le sentaba nada bien tal y como estaba de humor... y el ruido de los coches, el agobio de los edificios... Todo iba en contra de una persona que, como él, estaba acostumbrado a los ambientes distendidos o solitarios. No miró a nadie a los ojos mientras avanzaba con paso rápido a través de calzadas, adoquines y senderos... y finalmente llegó a la parte exterior de París, a esos campos que transmitían una paz y una calma que él necesitaba de forma anhelante. A su alrededor, sólo unos cuantos campesinos seguían con su trabajo, recogiendo los últimos frutos que la tierra había guardado para ese día. Algunos animales, zorros, caballos de cosecha o aves, atravesaban el paisaje tan raudos como ilusiones en medio de un sueño. El cambiaformas se detuvo en mitad del pedregoso camino, y cerró los ojos para aspirar en profundidad el puro aire de la naturaleza. Se sentía libre de nuevo... como si hasta ese momento hubiese estado aferrado por las cadenas de la urbe.
Continuó su avance a través de esos sembrados, sin preocuparse demasiado del destino al que lo conducirían los pasos. Prefería mil veces estar perdido en el bosque, con la flora y la fauna, a continuar agobiado en esa ciudad que parecía engullirlo poco a poco. Al final, se adentró en una arboleda algo más espesa que las demás, y poco a poco... vislumbró a lo lejos un pacífico lago. Se encontraba rodeado por juncos, y algunos pájaros componían la melodía que acompañaba a esa bucólica visión. Sus aguas eran claras y cristalinas como el vídrio, y la serenidad que allí reinaba era comparable con la de una tumba natural. Sonrió, un gesto que hacía en muy contadas ocasiones, y sin dudarlo ni un sólo segundo más, comenzó a quitarse la ropa de forma rápida, apresurada. Necesitaba refrescarse, y... ¿qué mejor lugar que ese idilio de aguas claras para conseguir dicho cometido? Dejó sus zapatos y los calcetines en el suelo, y luego procedió a deshacerse de los pantalones y la camisa, quedando en ropa interior. Se lanzó al agua en un par de zancadas, siendo absorbido por la misma en apenas unos segundos. La frescura rodeó su caluroso cuerpo, y alivió esos sudores y ese agobio que hasta hacía unos minutos lo habían poseído.
Kaleb S. Heatherton- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 15/02/2011
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Re: Una particular forma de despejarse [Carlo]
Dio gracias a no estar en Venecia en esta estación, donde el tiempo cambiaba tanto... algunos días calor, otros frío y ya quedaba alguna tarde como lo era aquella, bochornosa. Sus hermanas lo tenían más fácil, pues aunque llevasen muchas capas bajo el vestido... podían ponerse en este caso uno más fresco que no se le pegase en totalidad al cuerpo y él, consiguió una camisa más ancha y fresca, al igual que los pantalones, nada de chaquetas pesadas y oscura, que era como solía vestir.
Loraine, lo observaba desde la cama, totalmente desparramada nada digno de una señorita, le observaba vestirse sin ningún pudor, allí no lo había y menos entre ellos...divertida veía como su hermano dejaba en uno de los divanes de la habitación ese pesado atuendo para tener frente a ella a una imagen poco inusual de él... sonrió ampliamente por el resultado, suspiró finalmente jugueteando con uno de sus rizos castaños, su padre no estaba y tenían unas horas de libertad, horas que ella le ayudaría a apurar hasta el más mínimo segundo.
-Padre llegará tarde, sabes que en estas reuniones no suele ni siquiera a darnos las buenas noches por lo que hoy serás libre en hacer lo que plazca, no me regañes...ya sé que siempre lo haces pero por ejemplo ya te estás saltando una norma ¡y no sabes lo que me encanta que lo hagas! si él supiera-el joven la miró tras el espejo, serio pero dibujándose una muy breve sonrisa, solo dedicada a ella y como muy pocas conseguían arrancarle, dejando un par de botones desabrochados... giró el rostro echándose hacia atrás el cabello y así que no le molestase, teniendo total visión de ella.
-Lori, necesito salir un poco de aquí antes de que esté las veinticuatro horas vigilado, y no seas cría, no estoy saltándome ninguna norma, sé que no voy vestido para la ocasión de "ser de clase alta" pero hace calor y donde voy no me hace falta otra cosa...-ahí lo dejó en el aire, a medida que iba acabando la frase descendió la voz, Loraine se llevó las manos a la boca en gesto de sorpresa, fingida por supuesto y se levantó hacia él para tomarle la mano y así ayudarle en su cometido. Sus miradas lo dijeron todo, era hora de que Carlo saliese de la mansión sin ser visto... si luego cuando volviese lo habían descubierto acataría con el castigo que fuese pero ¿quién iba a resistire a conocer París a su antojo? nadie podía resistirlo y sabía que pocas ocasiones tenía como estas. Cruzaron algunos pasillos, burlaron a un par de sirvientes y por la puerta de la cocina trasera, echó a correr sin mirar atrás... no sin antes besar a su hermana en la frente, le debía tantas cosas...
No sabía bien donde ir, pero no importaba... algunas gotas de sudor resbalaban por su frente... hasta perderse, apenas había nadie en las calles y era como no el calor el causante, aún así se deleitó en el paisaje que se le ofrecía...como poco a poco el sol se ponía y las calles pudieron tomar un ritmo normal de ajetreo. No dejó de caminar hasta cruzar un puente y adentrarse en la parte seguramente más fresca de la zona, nadie lo miraba como "alguien inalzcanzable", era uno más y eso le gustó demasiado...se podía acostumbrar eso aunque ahora fuese imposible...perdiéndose en sus pasos. Un agradable frescor a flora como a tierra mojada inundó sus sentidos, de fondo podía oír ¿cómo si fuese agua correr?, aceleró el paso... hasta que en efecto se encontró con lo que parecía ser una laguna, era perfecto, podría quedarse todo lo que quedaba de día allí si con ello podía escapar del calor. Antes de quitarse la ropa y dejarla a buen recaudo, miró de reojo que nadie le estuviese observando... y sin pensarlo ni un segundo se lanzó a las profundidades, notando como poco a poco el calor desaparecía.
Fue nadando adentrándose más, cuando oyó un chapoteo, no estaba solo... y como era de esperar su curiosidad pudo más que nada. Sigiloso como el mejor de los felinos, se escondió en una de las piedras de la laguna, observando a su acompañante de baño... lo primero que observó fue un cabello largo mojado ¿una mujer?, una de sus cejas se enarcó negando con la cabeza... no podía distinguir si era o no hombre o mujer así que salió a averiguarlo, apenas se dejó ver...nadaba ocultándose entre las largas madreselvas que caían de los árboles pero su voz varonil e imponente era notable.
-¿Disfrutando de un baño? O...¿de querer importunarme? o...¿de querer aprovecharos del momento e intentar algo en especial? , giró el rostro...apenas unos metros del desconocido..dejándose ver de perfil, la claridad de la luz del atardecer podía perfilarlo y como incluso de lejos las suaves gotas recorrían su atractivo rostro, enmarcándolo y esperando respuesta por parte contraria.
Loraine, lo observaba desde la cama, totalmente desparramada nada digno de una señorita, le observaba vestirse sin ningún pudor, allí no lo había y menos entre ellos...divertida veía como su hermano dejaba en uno de los divanes de la habitación ese pesado atuendo para tener frente a ella a una imagen poco inusual de él... sonrió ampliamente por el resultado, suspiró finalmente jugueteando con uno de sus rizos castaños, su padre no estaba y tenían unas horas de libertad, horas que ella le ayudaría a apurar hasta el más mínimo segundo.
-Padre llegará tarde, sabes que en estas reuniones no suele ni siquiera a darnos las buenas noches por lo que hoy serás libre en hacer lo que plazca, no me regañes...ya sé que siempre lo haces pero por ejemplo ya te estás saltando una norma ¡y no sabes lo que me encanta que lo hagas! si él supiera-el joven la miró tras el espejo, serio pero dibujándose una muy breve sonrisa, solo dedicada a ella y como muy pocas conseguían arrancarle, dejando un par de botones desabrochados... giró el rostro echándose hacia atrás el cabello y así que no le molestase, teniendo total visión de ella.
-Lori, necesito salir un poco de aquí antes de que esté las veinticuatro horas vigilado, y no seas cría, no estoy saltándome ninguna norma, sé que no voy vestido para la ocasión de "ser de clase alta" pero hace calor y donde voy no me hace falta otra cosa...-ahí lo dejó en el aire, a medida que iba acabando la frase descendió la voz, Loraine se llevó las manos a la boca en gesto de sorpresa, fingida por supuesto y se levantó hacia él para tomarle la mano y así ayudarle en su cometido. Sus miradas lo dijeron todo, era hora de que Carlo saliese de la mansión sin ser visto... si luego cuando volviese lo habían descubierto acataría con el castigo que fuese pero ¿quién iba a resistire a conocer París a su antojo? nadie podía resistirlo y sabía que pocas ocasiones tenía como estas. Cruzaron algunos pasillos, burlaron a un par de sirvientes y por la puerta de la cocina trasera, echó a correr sin mirar atrás... no sin antes besar a su hermana en la frente, le debía tantas cosas...
No sabía bien donde ir, pero no importaba... algunas gotas de sudor resbalaban por su frente... hasta perderse, apenas había nadie en las calles y era como no el calor el causante, aún así se deleitó en el paisaje que se le ofrecía...como poco a poco el sol se ponía y las calles pudieron tomar un ritmo normal de ajetreo. No dejó de caminar hasta cruzar un puente y adentrarse en la parte seguramente más fresca de la zona, nadie lo miraba como "alguien inalzcanzable", era uno más y eso le gustó demasiado...se podía acostumbrar eso aunque ahora fuese imposible...perdiéndose en sus pasos. Un agradable frescor a flora como a tierra mojada inundó sus sentidos, de fondo podía oír ¿cómo si fuese agua correr?, aceleró el paso... hasta que en efecto se encontró con lo que parecía ser una laguna, era perfecto, podría quedarse todo lo que quedaba de día allí si con ello podía escapar del calor. Antes de quitarse la ropa y dejarla a buen recaudo, miró de reojo que nadie le estuviese observando... y sin pensarlo ni un segundo se lanzó a las profundidades, notando como poco a poco el calor desaparecía.
Fue nadando adentrándose más, cuando oyó un chapoteo, no estaba solo... y como era de esperar su curiosidad pudo más que nada. Sigiloso como el mejor de los felinos, se escondió en una de las piedras de la laguna, observando a su acompañante de baño... lo primero que observó fue un cabello largo mojado ¿una mujer?, una de sus cejas se enarcó negando con la cabeza... no podía distinguir si era o no hombre o mujer así que salió a averiguarlo, apenas se dejó ver...nadaba ocultándose entre las largas madreselvas que caían de los árboles pero su voz varonil e imponente era notable.
-¿Disfrutando de un baño? O...¿de querer importunarme? o...¿de querer aprovecharos del momento e intentar algo en especial? , giró el rostro...apenas unos metros del desconocido..dejándose ver de perfil, la claridad de la luz del atardecer podía perfilarlo y como incluso de lejos las suaves gotas recorrían su atractivo rostro, enmarcándolo y esperando respuesta por parte contraria.
Carlo Lazzini- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/10/2011
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Re: Una particular forma de despejarse [Carlo]
La tranquilidad del lago poco a poco iba contagiando su alma, su cuerpo... su mente. Se sentía mucho más tranquilo habiéndose librado del excesivo calor de la ciudad y su pequeña habitación de hostal. Además, como cada vez que se internaba en un espacio natural, se consideraba más en casa allí que en la pequeña posada en la que se estaba hospedando durante esos días. Nadó a través de las tranquilas aguas del lago, dejándose llevar por la suave corriente que sus propias piernas creaban al moverse contra la húmeda superficie. El sol ya empezaba a ocultarse al otro lado de las copas altas de los árboles, dotando al paisaje de cierta apariencia etérea, que lo ayudaba un poco más a calmar sus malas vibraciones y pensamientos.
No llevaba una vida fácil o divertida, se dedicaba a sobrevivir de las mejores formas que podía, ya fuese con trabajos temporales o por simple y pura fuerza de voluntad, consiguiendo dinero por cualquier medio. Se colocó boca arriba en el agua, y se dejó flotar mientras cerraba los ojos. Tenía la sensación de haber vuelto a ser un feto, un bebé flotando en el vientre de su madre, y esperando el momento anhelado para nacer y ver la luz del sol. Pensó que en ese momento le habría gustado renacer, en otra casa, en otro mundo y en otra vida que le fuese más cómoda y agradecida que la que había tenido. Pero sabía que era imposible dar marcha atrás en el tiempo y elegir un destino diferente del que le había tocado, así que simplemente... asumió que su pasado y su duro presente sólo eran dos caminos algo más complicados para llegar a su destino, el ser alguien... el poder mirarse al espejo sin darse asco, repulsión. Pese al lado egocéntrico que podía ver la gente o que él les transmitía, era un muchacho demasiado inseguro... y eso era algo que odiaba por encima de todas las cosas.
De repente escuchó una voz desconocida y perdió por completo la concentración, hundiéndose en el agua y tragando un breve sorbo de esta, el suficiente para que cuando volviese a ascender a la superficie empezase a toser atragantado. Una vez se repuso de dicha sensación, miró a su alrededor en busca del orígen de esas palabras tan misteriosas... no podían haber salido de la nada, eso estaba claro. Pero a su alrededor tampoco fue capaz de vislumbrar a nadie... De haber estado en forma de tigre o gato, habría conseguido mediante sus instintos averiguar algo al respecto... Pero se negaba a cambiar de apariencia en el agua, sabiendo que en sus formas felinas esta no era muy agradable, y mucho menos sin saber si la persona que lo estaba observando desde las sombras era o no humano. Nadó un poco hacia la orilla, sin llegar a salir del agua debido a su semidesnudez, pero tampoco queriendo alejarse demasiado para huir en caso de correr algún tipo de peligro.
-¿Quién anda ahí?-preguntó con voz fuerte, decidida... más de lo que él mismo estaba en realidad. De haber tenido los pies sobre la tierra, quienquiera que lo estuviese espiando se habría dado cuenta de lo mucho que le temblaban las piernas-. Es de mala educación mirar sin ser visto...-de repente a apenas unos metros... vio una silueta que no lograba percibir con claridad, pero que claramente pertenecía a un hombre, al igual que la voz que había escuchado con anterioridad-. Sal y da la cara... No busco importunar a nadie, simplemente me baño. Si te molesta, puedes irte. Yo no voy a hacerlo-declaró.
No llevaba una vida fácil o divertida, se dedicaba a sobrevivir de las mejores formas que podía, ya fuese con trabajos temporales o por simple y pura fuerza de voluntad, consiguiendo dinero por cualquier medio. Se colocó boca arriba en el agua, y se dejó flotar mientras cerraba los ojos. Tenía la sensación de haber vuelto a ser un feto, un bebé flotando en el vientre de su madre, y esperando el momento anhelado para nacer y ver la luz del sol. Pensó que en ese momento le habría gustado renacer, en otra casa, en otro mundo y en otra vida que le fuese más cómoda y agradecida que la que había tenido. Pero sabía que era imposible dar marcha atrás en el tiempo y elegir un destino diferente del que le había tocado, así que simplemente... asumió que su pasado y su duro presente sólo eran dos caminos algo más complicados para llegar a su destino, el ser alguien... el poder mirarse al espejo sin darse asco, repulsión. Pese al lado egocéntrico que podía ver la gente o que él les transmitía, era un muchacho demasiado inseguro... y eso era algo que odiaba por encima de todas las cosas.
De repente escuchó una voz desconocida y perdió por completo la concentración, hundiéndose en el agua y tragando un breve sorbo de esta, el suficiente para que cuando volviese a ascender a la superficie empezase a toser atragantado. Una vez se repuso de dicha sensación, miró a su alrededor en busca del orígen de esas palabras tan misteriosas... no podían haber salido de la nada, eso estaba claro. Pero a su alrededor tampoco fue capaz de vislumbrar a nadie... De haber estado en forma de tigre o gato, habría conseguido mediante sus instintos averiguar algo al respecto... Pero se negaba a cambiar de apariencia en el agua, sabiendo que en sus formas felinas esta no era muy agradable, y mucho menos sin saber si la persona que lo estaba observando desde las sombras era o no humano. Nadó un poco hacia la orilla, sin llegar a salir del agua debido a su semidesnudez, pero tampoco queriendo alejarse demasiado para huir en caso de correr algún tipo de peligro.
-¿Quién anda ahí?-preguntó con voz fuerte, decidida... más de lo que él mismo estaba en realidad. De haber tenido los pies sobre la tierra, quienquiera que lo estuviese espiando se habría dado cuenta de lo mucho que le temblaban las piernas-. Es de mala educación mirar sin ser visto...-de repente a apenas unos metros... vio una silueta que no lograba percibir con claridad, pero que claramente pertenecía a un hombre, al igual que la voz que había escuchado con anterioridad-. Sal y da la cara... No busco importunar a nadie, simplemente me baño. Si te molesta, puedes irte. Yo no voy a hacerlo-declaró.
Kaleb S. Heatherton- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 57
Fecha de inscripción : 15/02/2011
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Re: Una particular forma de despejarse [Carlo]
Y allí, entre la madreselva...observó como el anochecer dibujaba una silueta que se iba alejando y acercando a la orilla, era como si de verás fuera una aparición...no estaba solo, no sabía si alegrarse o no, deseaba tomar ese baño con tranquilidad y no tener que intercambiar palabras con nadie, menos si eran tan locos como de lanzarse a una laguna a nadar a esas horas con los peligros que según había oído...tenía ese bosque ¿pero qué era Carlo sin tentar al peligro? Tanto en cuestión de su padre, como "esas cosas extrañas" que eran noticia durante el día...apartó un poco más, entrecerrando los ojos y observar mejor...y aquella voz le delató enseguida que no era una mujer lo que le había parecido si no un hombre y bastante joven por el tono suave y susurrante de su voz...
Rió verdaderamente divertido con aquello de "Es de mala educación mirar", no era nada malo...pero no justo, más le divirtió la orden que le lanzó sin tan siquiera haberle visto...y no se ocultó, de un par de brazadas quedó en medio de la laguna para que él pudiese observarle como había pedido, en silencio...solo podía oírse de fondo como el agua era acariciada por sus brazos al nadar y acercarse un par de metros a donde estaba el desconocido, donde antes se había ocultado era mucho más profundo, ahora casi podía hacer pie por lo que centímetro que acortaba mejor era la visión del cuerpo del joven de clase alta. Y sin mediar palabra, buscó la mirada de su interlocutor... clavando aquellos ojos verdes en unos infinitamente más claros que los propios, más incluso más claros que el agua cristalina, eran llamativos de eso no había duda y aquella irritante sonrisita de suficiencia se pudo apreciar a medida que se iba acercando, siempre aguardando las distancias...pues antes de acercarse tenía que tener unas cuantas de cosas claras.
-No es de mala educación observar a nadie, la curiosidad no siempre mata al gato...o quién sabe si mate al gatito ¿te has perdido pequeño? Puedo ayudarte y llevarte con tu mamá...tranquilo, todo saldrá bien a no ser que hayas dejado piedrecitas por el camino a modo de no perderte, en ese caso poco puedo hacer, pero ya es demasiado tarde como para estar jugueteando lejos de tu casita - y a pesar de aquella suave pero grave voz, su tono fue con un rintintin que se veía de lejos...no era nada pudoroso ni recatado, lo era cuando tenía que serlo y ese no iba a ser el caso, mucho menos en ese...lo recorrió desde su posición con la mirada muy despacio como si lo examinase y se echó a reír después, desviando la mirada hacia el lado, como si algo más interesante le hubiese llamado la atención.
-No te eché, eres libre de hacer lo que te plazca pero es obvio que acabo de llegar y no pienso irme porque un niño malcriado me lo ordene, cuida tu lengua y no hagas que me enfade, tienes que saber que los niños no dan órdenes y mucho menos a sus mayores -volvió a clavar sus ojos verdes en los de él, de forma inquisidora, relamiéndose después como un león contra su presa, no había acertado aquel rubio en la compañía de aquella noche, acababa de empezar y ya le había lanzado algunas cuantas para que evidentemente se molestase, no podía evitar ser así...le divertía y más en aquellas circunstancias, ajeno a toda su rutina... no tenía porqué fingir, pero tampoco es que fingiese mucho después de todo, salvo en algunas cuantas cosas. Acorta la distancia hasta que finalmente queda frente a él, el agua apenas le llega a la cintura y ahora tan solo se puede oír aquellas gotas de agua que resbalaban por su piel y caer a su fuente de inicio... enarcó una ceja, echándose el pelo hacia atrás y morderse el labio inferior, una típica costumbre de siempre... ahora vería si aquel jovencito huía o por el contrario le plantaba cara, no parecía precisamente querer huír y él, no parecía estar con ropa bajo el agua...
Rió verdaderamente divertido con aquello de "Es de mala educación mirar", no era nada malo...pero no justo, más le divirtió la orden que le lanzó sin tan siquiera haberle visto...y no se ocultó, de un par de brazadas quedó en medio de la laguna para que él pudiese observarle como había pedido, en silencio...solo podía oírse de fondo como el agua era acariciada por sus brazos al nadar y acercarse un par de metros a donde estaba el desconocido, donde antes se había ocultado era mucho más profundo, ahora casi podía hacer pie por lo que centímetro que acortaba mejor era la visión del cuerpo del joven de clase alta. Y sin mediar palabra, buscó la mirada de su interlocutor... clavando aquellos ojos verdes en unos infinitamente más claros que los propios, más incluso más claros que el agua cristalina, eran llamativos de eso no había duda y aquella irritante sonrisita de suficiencia se pudo apreciar a medida que se iba acercando, siempre aguardando las distancias...pues antes de acercarse tenía que tener unas cuantas de cosas claras.
-No es de mala educación observar a nadie, la curiosidad no siempre mata al gato...o quién sabe si mate al gatito ¿te has perdido pequeño? Puedo ayudarte y llevarte con tu mamá...tranquilo, todo saldrá bien a no ser que hayas dejado piedrecitas por el camino a modo de no perderte, en ese caso poco puedo hacer, pero ya es demasiado tarde como para estar jugueteando lejos de tu casita - y a pesar de aquella suave pero grave voz, su tono fue con un rintintin que se veía de lejos...no era nada pudoroso ni recatado, lo era cuando tenía que serlo y ese no iba a ser el caso, mucho menos en ese...lo recorrió desde su posición con la mirada muy despacio como si lo examinase y se echó a reír después, desviando la mirada hacia el lado, como si algo más interesante le hubiese llamado la atención.
-No te eché, eres libre de hacer lo que te plazca pero es obvio que acabo de llegar y no pienso irme porque un niño malcriado me lo ordene, cuida tu lengua y no hagas que me enfade, tienes que saber que los niños no dan órdenes y mucho menos a sus mayores -volvió a clavar sus ojos verdes en los de él, de forma inquisidora, relamiéndose después como un león contra su presa, no había acertado aquel rubio en la compañía de aquella noche, acababa de empezar y ya le había lanzado algunas cuantas para que evidentemente se molestase, no podía evitar ser así...le divertía y más en aquellas circunstancias, ajeno a toda su rutina... no tenía porqué fingir, pero tampoco es que fingiese mucho después de todo, salvo en algunas cuantas cosas. Acorta la distancia hasta que finalmente queda frente a él, el agua apenas le llega a la cintura y ahora tan solo se puede oír aquellas gotas de agua que resbalaban por su piel y caer a su fuente de inicio... enarcó una ceja, echándose el pelo hacia atrás y morderse el labio inferior, una típica costumbre de siempre... ahora vería si aquel jovencito huía o por el contrario le plantaba cara, no parecía precisamente querer huír y él, no parecía estar con ropa bajo el agua...
Carlo Lazzini- Humano Clase Alta
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Re: Una particular forma de despejarse [Carlo]
La tenue luz de la luna y la oscuridad de la noche hicieron que ese avance del desconocido incrementase todavía más su misterio y las dudas del joven muchacho rubio, que contemplaba sin moverse de su lugar el avance inexorable de un hombre que destilaba seguridad por cada uno de los poros de su piel. Él mismo sabía de lo que hablaba. Kaleb ante el mundo se mostraba duro, frío y regio como una maldita estatua de piedra, que contemplaba con indiferencia el paso del tiempo ante sus narices, sin mover un sólo músculo, sin que este le importase. Y a pesar de haber mantenido durante años esa indiferencia casi mezquina, se tambaleó cuando escuchó las palabras que el otro le dirigió, y cuando lo notó tan cerca que casi podía escuchar con toda claridad el sonido de su respiración viril. A sus fosas nasales, llegó el aroma dulce y picante al mismo tiempo de las especias mezcladas con sudor masculino, con esencia de hombre.
Durante unos momentos que parecieron eternos no supo bien cómo reaccionar ante ese "acoso", si es que podía llamarse así. Tenía varias opciones, y todas le parecían o demasiado arriesgadas o demasiado cobardes. Podía insultarle, girarse y no darle la cara para demostrarle que no le agradaba su presencia... Podía salir nadando del agua, vestirse y correr lejos de allí para no tener que sentir ese aura de poder que emanaba el desconocido... Ambas habrían sido unas opciones cobardes y poco sinceras, que tambalearían su orgullo de hombre y de chico cabezota. Así que decidió elegir entre las dos más arriesgadas, pero acordes con su fachada y con su propio carácter: o enfrentarlo con palabras mezquinas o golpearlo hasta que lo dejase en paz, se asustase... o algo similar. La última de las opciones no parecía muy viable, dada la musculatura y el tamaño de ese hombre, sus puñitos no habrían conseguido hacerle nada, ni siquiera el más mínimo rasguño. Así que afiló su lengua viperina y se preparó para hacerle frente de la manera en que mejor sabía hacerlo: hablando de forma grosera.
-Este niño ya es lo suficientemente mayor como para tomar sus propias decisiones y abandonar el nido cuando le de la gana. ¿O acaso tienes una percepción tan atrofiada que no percibes ese tipo de cosas?-esbozó una sonrisa arrogante, mientras él mismo se apartaba el cabello hacia atrás, impidiendo así que los largos mechones de su flequillo lo estorbasen demasiado-. ¿Crees que diciéndome eso conseguirás que me gire, que te tema y que no tengas que aguantarme esta noche? Está claro que no me conoces, y si por mi queda... no lo harás nunca. Ni siquiera me ha gustado encontrarme contigo en este lago... Pero qué le vamos a hacer, los accidentes existen y hay personas que son el accidente personificado...
Pasó su lengua sobre su labio inferior, humedeciendo la carnosa textura. Adrenalina. Ya podía notarla correr a través de sus venas por el peligro que esa situación destilaba. Para él, era como el más suculento de los manjares y aquello que lo había mantenido en pie y cuerdo durante tanto tiempo, a pesar de las adversidades. Intentó, entrecerrando los ojos, percibir algún atisbo de los rasgos faciales del otro. La noche era muy cerrada, la luz de la luna insuficiente... pero logró ver lo necesario como para juzgar que era un hombre atractivo y joven. Además, si su olfato no fallaba... y rara vez lo había hecho, era completamente humano.
-Aunque me hubieses querido echar no lo habrías conseguido. A mí no me importa bañarme con otra persona, obviamente...-se señala el cuerpo-, no tengo nada en absoluto que esconder... y menos a desconocidos que se muestran reacios a hacer lo más lógico, que sería alabarme o largarte por donde has venido...-dijo. Su voz sonaba quizás demasiado firme, demasiado dura... pero era a lo que estaba acostumbrado, y no por ser una situación diferente cambiaría su actitud. Además... el otro tampoco se lo merecía después de cómo lo había tratado. Por encima de todas las cosas... Kaleb aparentaba tenerse mucho amor propio, y eso debía continuar así.
Durante unos momentos que parecieron eternos no supo bien cómo reaccionar ante ese "acoso", si es que podía llamarse así. Tenía varias opciones, y todas le parecían o demasiado arriesgadas o demasiado cobardes. Podía insultarle, girarse y no darle la cara para demostrarle que no le agradaba su presencia... Podía salir nadando del agua, vestirse y correr lejos de allí para no tener que sentir ese aura de poder que emanaba el desconocido... Ambas habrían sido unas opciones cobardes y poco sinceras, que tambalearían su orgullo de hombre y de chico cabezota. Así que decidió elegir entre las dos más arriesgadas, pero acordes con su fachada y con su propio carácter: o enfrentarlo con palabras mezquinas o golpearlo hasta que lo dejase en paz, se asustase... o algo similar. La última de las opciones no parecía muy viable, dada la musculatura y el tamaño de ese hombre, sus puñitos no habrían conseguido hacerle nada, ni siquiera el más mínimo rasguño. Así que afiló su lengua viperina y se preparó para hacerle frente de la manera en que mejor sabía hacerlo: hablando de forma grosera.
-Este niño ya es lo suficientemente mayor como para tomar sus propias decisiones y abandonar el nido cuando le de la gana. ¿O acaso tienes una percepción tan atrofiada que no percibes ese tipo de cosas?-esbozó una sonrisa arrogante, mientras él mismo se apartaba el cabello hacia atrás, impidiendo así que los largos mechones de su flequillo lo estorbasen demasiado-. ¿Crees que diciéndome eso conseguirás que me gire, que te tema y que no tengas que aguantarme esta noche? Está claro que no me conoces, y si por mi queda... no lo harás nunca. Ni siquiera me ha gustado encontrarme contigo en este lago... Pero qué le vamos a hacer, los accidentes existen y hay personas que son el accidente personificado...
Pasó su lengua sobre su labio inferior, humedeciendo la carnosa textura. Adrenalina. Ya podía notarla correr a través de sus venas por el peligro que esa situación destilaba. Para él, era como el más suculento de los manjares y aquello que lo había mantenido en pie y cuerdo durante tanto tiempo, a pesar de las adversidades. Intentó, entrecerrando los ojos, percibir algún atisbo de los rasgos faciales del otro. La noche era muy cerrada, la luz de la luna insuficiente... pero logró ver lo necesario como para juzgar que era un hombre atractivo y joven. Además, si su olfato no fallaba... y rara vez lo había hecho, era completamente humano.
-Aunque me hubieses querido echar no lo habrías conseguido. A mí no me importa bañarme con otra persona, obviamente...-se señala el cuerpo-, no tengo nada en absoluto que esconder... y menos a desconocidos que se muestran reacios a hacer lo más lógico, que sería alabarme o largarte por donde has venido...-dijo. Su voz sonaba quizás demasiado firme, demasiado dura... pero era a lo que estaba acostumbrado, y no por ser una situación diferente cambiaría su actitud. Además... el otro tampoco se lo merecía después de cómo lo había tratado. Por encima de todas las cosas... Kaleb aparentaba tenerse mucho amor propio, y eso debía continuar así.
Kaleb S. Heatherton- Cambiante Clase Baja
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