Evoleth A. Van Brewster

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Evoleth Ansher Van Brewster
El inicio del pecado es la tentación
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Agilidad y reflejos sobrehumanos: Habilidad para moverse con más soltura por un sitio, utilizando brazos y piernas reaccionando mas rápido que un humano normal.

Sentidos aumentados: Aumento de percepción en los sentidos de la vista, el olfato,
el gusto, el tacto y la audición.

Manipulación de la memoria:Concede la amnepatia y la recuperación mental, además ver los recuerdos de la gente y si se quiere proyectarlos en imágenes visibles para todos. También se puede aturdir a la gente mediante confusiones mentales dejándolos como "Enfermos mentales". Es muy difícil usar esta capacidad sin contacto ya que se requiere de mucha experiencia.

Control mental: Poder para controlar las acciones o el razonamiento de otra persona.

Sanación acelerada: Habilidad para curar rápidamente de cualquier lesión. El tiempo de recuperación varía según el personaje.

A primera vista, sólo es una mujer hermosa, voluptuosa atrayente para la época. Aunque el mirar a sus ojos sólo se desatara pasión. Aunque ¿Qué se esconde detrás de aquella careta?.

“Evoleth, una mujer completa y delicada, aunque es mejor describirla como una pantera al asecho, jamás está tranquila si algo le molesta y destruirá a todo aquel que ose interponerse en sus planes.

Debido a que toda su niñez fue evocada a su título nobiliario, tomo y asumió una doble careta, extremadamente detallista, observadora, educada y servicial para con los suyos, pero en sólo instantes planea las perores torturas o satisfacciones románticas para sí misma. Un torrente de las más impensables emociones, algo realista pero llenas de maldad. Esconde un cierto gusto por la ironía, tal vez no muy discreto. Testadura como nadie.

Manipulación es su segundo nombre, no da una puntada sin hilo, todo le conduce a un fin y es mejor si la beneficia a ella en un ciento por ciento. Sensual y evocada a la conquista de hombres, su belleza una gran arma aunque podría resultar una arma de doble filo. Curiosa y admiradora ferviente del arte.

Por otro lado, cantar y tocar delicadas piezas en el piano son uno de sus pasatiempos favoritos. En ellos descarga todas las facetas más tiernas y cariñosas que posee. Cada dedo se desliza como el terciopelo entre las teclas, su armoniosa voz solo le hacen juego para definirla.

No le gusta llorar ni que la vean en estados que no pertenecen a su forma de ser, por lo mismo se retira en cuanto se acerca una situación semejante. Le encanta leer las expresiones y posibles pensamientos en la cara de la gente, característica extraña que posee, pero la mayoría de las veces llega a acertar en sus sospechas.

Cómo más se puede describir a una mujer... una simple mirada y dejara notar la mayoria de sus virtudes. ”

En una lúgubre y fría noche de abril, alaridos de una mujer quebrantaban el silencio nocturno. Ansher de Van Brewster, daba a luz a su primogénita. Entre llanto, dolor, pesar y desesperación, la comadrona recibió a la pequeña en sus brazos, algo ensangrentada y con algunos cabellos rizados pequeños al cráneo, lleno levemente sus pulmones de aire. Como un ser tan pequeño podría delegar tantas responsabilidades pensó su padre, conde del imperio.
Su madre aun adolorida y maltrecha por la fatiga que significo el parto, tomo posesión el sueño. Dejando a la bebé a manos de su padre. Con un gran cuidado y delicadeza paso una de sus manos por la cara de la bebé, en ese mismo momento salió a relucir su nombre, Evoleth “La estrella más brillante del cielo”, susurro para sí mismo. Sin más ni más, todo el mundo conocido, supo del nacimiento, regalos llegaron a las manos de Evoleth, pero aun así no pudo tener el cariño de su madre, ya que ella a los pocos días de nacida falleció debido a lo que paso en el parto.

Con el pasar de los años, toda la vida de la pequeña se transformó en obligaciones, estudios, modales y un sinfín de compromisos que ella delegaba con gran exactitud de destreza, pero aun en su mente mentalizaba frases que se oían por las paredes de su hogar. “Tu madre era tan buena, porque murió”… nadie seguía la frase pero ella sí, “Por mí culpa”, resoplaba. Su carácter se formó a la imagen y semejanza de cómo fue criada, su padre jamás demostró una palabra de afecto o compasión, ya que la culpaba internamente de arrebatarle el amor de su amada compañera, siendo este el gatillan te de todos sus males.

A la edad de 15 años fue comprometida con un viejo conde con el único fin de poder unir bienes y masificar fortunas. Claro está, que ella jamás lo acepto, su voluntad fue quebrantada pero jamás su espíritu. Su boda se realizó 3 años más tarde, para su fortuna quedo viuda a tan solo meses del acontecimiento. Llena de muertes a su alrededor y una fortuna incalculable, entrego su corazón a un joven amigo, su mejor amigo quien prontamente se transformó en la razón de su existencia. Olvidando todo aquello que sufrió en la niñez, tratando de comenzar nuevamente a la corta edad de 20 años.

Una noche primaveral, un engaño se hizo revelar ante sus ojos, el hombre quien amaba no era suyo… era solo un efímero engaño para con su dinero. La rabia se apodero de ella, con un puñal atravesó el corazón de aquel hombre y de aquella mujer que desgraciaron su vida. Con el alma quebrantada, llena de dolor, con el rostro lánguido y débil por las lágrimas derramadas, dejando el decoro y modales. Camino y camino, hasta que los pies pudiesen sangrarle o simplemente aminorara el pesar de su cuerpo y espíritu. Desapareció de a los ojos de todos, refugiándose en los confines del mundo, en donde un hombre, -realmente hermoso, la ayudo a reformarse, volviendo a su corazón duro como una roca y sus lágrimas mortales para cualquier humano, el beso fue quien ayudo a apaciguar su dolor. Una mordida en su cuello, un fatídico dolor la llevo simplemente a la inmortalidad. Con tan solo beber sangre del que ahora era su creador, volvió abrir los ojos con una nueva perspectiva… con la perspectiva de la venganza.

Con el pasar de las semanas, noto la nueva oportunidad que le daba la vida. Recobro sus pertenecías, su existencia y su identidad sin confiarle a nadie más que a ella misma, la bestia en la que se había convertido. En la bestia que solo deseaba sangre y poder, cosa que ya tenía.