AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Visita a media noche (Dorian)
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Visita a media noche (Dorian)
Hacía poco tiempo que me había asentado de forma permanente en este Castillo, mi familia había fallecido hace años ya pero entre los traslados y adecuar la casa a mi cambio no había tenido tiempo para asentarme propiamente.
A mi servicio había entrado Anaís, una joven que resultó ser una bruja. Ambas nos llevábamos muy bien, éramos buenas amigas y protegíamos cada una el secreto de la otra.
Era ya de noche y mientras Anaís dormía tranquilamente en su alcoba bajé al salón principal del Castillo, pasando primero por la cocina y sacando una botella llena de aparente vino que en realidad era sangre.
La llevé al salón principal y sentándome en el amplio y cómodo sofá me serví una copa.
Dí un trago a la exquisita bebida, saboreándola lentamente, notando como calmaba mi sed y me hacía sentir mucho mejor. Me recosté en el sofá suspirando, me sentía aburrida pero tampoco me apetecía salir a pasear por lo que me quedé mirando a la pared, viendo la luz proveniente de los rayos de luna que se proyectaba en los azulejos de la pared, creando formas en ella. Así me quedé sumida en mis pensamientos cuando noté como alguien llamaba a la puerta.
Me levanté extrañada ya que era bien entrada la noche y no sabía quien prodría ser a estas horas.
Caminé hacia la puerta con paso firme y elegante y abrí lentamente, al otro lado se encontraba un chico que no creía haber visto nunca, pero que indudablemente era un vampiro como yo....Le miré de arriba a abajo curiosa y le pregunté con voz cortés y amistosa - ¿Puedo saber quién es y por qué se encuentra aquí? - esperé paciente en el umbral de la puerta a su respuesta.
A mi servicio había entrado Anaís, una joven que resultó ser una bruja. Ambas nos llevábamos muy bien, éramos buenas amigas y protegíamos cada una el secreto de la otra.
Era ya de noche y mientras Anaís dormía tranquilamente en su alcoba bajé al salón principal del Castillo, pasando primero por la cocina y sacando una botella llena de aparente vino que en realidad era sangre.
La llevé al salón principal y sentándome en el amplio y cómodo sofá me serví una copa.
Dí un trago a la exquisita bebida, saboreándola lentamente, notando como calmaba mi sed y me hacía sentir mucho mejor. Me recosté en el sofá suspirando, me sentía aburrida pero tampoco me apetecía salir a pasear por lo que me quedé mirando a la pared, viendo la luz proveniente de los rayos de luna que se proyectaba en los azulejos de la pared, creando formas en ella. Así me quedé sumida en mis pensamientos cuando noté como alguien llamaba a la puerta.
Me levanté extrañada ya que era bien entrada la noche y no sabía quien prodría ser a estas horas.
Caminé hacia la puerta con paso firme y elegante y abrí lentamente, al otro lado se encontraba un chico que no creía haber visto nunca, pero que indudablemente era un vampiro como yo....Le miré de arriba a abajo curiosa y le pregunté con voz cortés y amistosa - ¿Puedo saber quién es y por qué se encuentra aquí? - esperé paciente en el umbral de la puerta a su respuesta.
Última edición por Shanon Owen el Mar Jun 29, 2010 3:21 pm, editado 1 vez
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Re: Visita a media noche (Dorian)
Miré al chico curiosa y su respuesta me dejó un tanto perpleja, había algo en él que me resultaba muy familiar y al oírle hablar me vino el recuerdo de golpe, aquel tiempo en Italia en el que ambos nos habíamos conocido nos lo habíamos pasado realmente bien, eramos muy buenos amigos y cuando pasó como si estuviera en su casa cogiéndome del mentón sostuve su mirada y poco a poco una amplia sonrisa se extendió por mi rostro. Con una mano suya aún en mi mentón dije en un susurro de reconocimiento - Dorian....- después en tono más divertido y travieso añadí - Será cosa de la edad, que la memoria comienza a fallar ya sabes.... - Reí y acaricié con una mano su mejilla, hacía demasiado que no nos veíamos y que estuviera allí era una gran alegría, al fin alguien conocido.
-Te diría que pasaras y te sintieras como en tu casa, pero veo que te me has adelantado - Comenté chistosa mientras cogía su mano y la bajaba de mi rostro - ¿Nos vamos a quedar en la entrada o nos ponemos más cómodos en el salón?, no quiero que me tachen de mala anfitriona - sonreí y aún cogiéndole de la mano le guié hasta el salón principal donde había estado en un principio. Le solté de la mano y me dirigí hacia la mesita de la sala, sirviéndole una copa de sangre y cogiendo la mía también le ofrecí la suya para después brindar - Por los viejos tiempos - Bebí un trago y después le pregunté mientras me sentaba cómodamente en el sofá - ¿Que te trae por aquí?, ¿cómo supiste de mi paradero? - le pregunté curiosa enarcando una ceja.
Me sentía como cuando era más joven y ambos íbamos a hacer alguna de nuestras travesuras, esa sensación de emoción se había instalado en mi interior y no sabía si él se sentía igual que yo. Quizás hubiera cambiado y solo era yo al que se encontraba así por lo que si no recibía señales de lo contrario lo mejor sería serenarse no fuera a ser que me diera por loca o infantil.
Le miré fijamente a los ojos mientras esperaba a ver que me decía aunque no pude evitar que mi mirada se desviara a todo él, observándole bien. No había cambiado nada a excepción de su ropa, cosa que antes había evitado que lo reconociera a la primera, pero ahora no había duda, su pose, su forma de hablar y comportarse, ese brillo en su mirada, era él sin duda alguna y eso me gustaba, el volvernos a ver otra vez.
-Te diría que pasaras y te sintieras como en tu casa, pero veo que te me has adelantado - Comenté chistosa mientras cogía su mano y la bajaba de mi rostro - ¿Nos vamos a quedar en la entrada o nos ponemos más cómodos en el salón?, no quiero que me tachen de mala anfitriona - sonreí y aún cogiéndole de la mano le guié hasta el salón principal donde había estado en un principio. Le solté de la mano y me dirigí hacia la mesita de la sala, sirviéndole una copa de sangre y cogiendo la mía también le ofrecí la suya para después brindar - Por los viejos tiempos - Bebí un trago y después le pregunté mientras me sentaba cómodamente en el sofá - ¿Que te trae por aquí?, ¿cómo supiste de mi paradero? - le pregunté curiosa enarcando una ceja.
Me sentía como cuando era más joven y ambos íbamos a hacer alguna de nuestras travesuras, esa sensación de emoción se había instalado en mi interior y no sabía si él se sentía igual que yo. Quizás hubiera cambiado y solo era yo al que se encontraba así por lo que si no recibía señales de lo contrario lo mejor sería serenarse no fuera a ser que me diera por loca o infantil.
Le miré fijamente a los ojos mientras esperaba a ver que me decía aunque no pude evitar que mi mirada se desviara a todo él, observándole bien. No había cambiado nada a excepción de su ropa, cosa que antes había evitado que lo reconociera a la primera, pero ahora no había duda, su pose, su forma de hablar y comportarse, ese brillo en su mirada, era él sin duda alguna y eso me gustaba, el volvernos a ver otra vez.
Última edición por Shanon Owen el Mar Jun 29, 2010 3:22 pm, editado 1 vez
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Re: Visita a media noche (Dorian)
Sonreí con su comentario al que contesté con tono pícaro y algo burlón - Bueno, entonces tendré que compensarte por este pequeño despiste... pero ya veremos como lo hago. Y también veo que sigues tan apuesto como siempre Dorian, eso me complace... - Le dije guiñándole un ojo ya que lo que le acababa de decir era completamente cierto, lucía tan bien o incluso mejor que el día que nos conocimos, hace ya mucho tiempo.
-Nunca trataría mal a un invitado como tu. Todo lo que quieras no tienes más que pedirlo ya lo sabes... - le dije con doble sentido, que captó a la primera recordando ambos reuniones pasadas fuera en la casa que fuera y en las que sin duda alguna acabábamos pasándola muy bien.
Hice una leve inclinación de cabeza con su propuesta para el brindis, brindando con él y bebiendo de mi copa a la vez.
Me explicó la razón de su visita y era bastante obvia la verdad, pero no pude evitar mirarle con cierta diversión. Noté la molestia en su voz al hablar de la ciudad y sus amistades y le pregunté - ¿Hechas de menos Inglaterra?, es normal, tampoco yo aquí gozo ahora mismo de muchas amistades, y me alegro de haber reencontrado a una de las mejores... al menos ahora se me podrá hacer algo más llevadero - finalicé con un encogimiento de hombros. Claramente esa amistad a la que hacía mención era él.
Bebí nuevamente de mi copa, terminando su contenido, dejándola en la mesita y pasando mi lengua lentamente por mis labios, limpiándolos así de todo resto de sangre, terminándola de saborear.
Mientras me decía aquello me levanté de mi sillón, acercándome al suyo con un andar elegante y grácil, posicionándome a su espalda y acercando mi rostro al suyo, posicioné mi boca a la altura de su oreja para susurrarle - Agradezco tus palabras, es un honor que pienses que soy idónea para compartir una eternidad, aunque ahora mismo no gozo de acompañante.... aún no encontré al indicado. Y ya sabes de sobra que nunca permitiría que te aburrieras en mi presencia... - aproveché esa cercanía para besarle suavemente en el arco del cuello, acariciándolo con mis labios para después adelantar más mi rostro y mirarle divertida - Aunque lo mismo puedo decir de ti mi querido Dorian, hace mucho que no me encuentro con un Caballero como tu, para el que la palabra aburrimiento e imposible no existen... o al menos eso era antes, ahora...¿cómo podría saber que no has cambiado? - me reí cantarinamente con el reto implícito en mis palabras, mientras me retiraba de mi posición pasando una mano por su hombro, deslizándola por su brazo a medida que me acercaba al sofá que estaba a su lado, sentándome en el brazo de este mientras le miraba con osadía.
-Nunca trataría mal a un invitado como tu. Todo lo que quieras no tienes más que pedirlo ya lo sabes... - le dije con doble sentido, que captó a la primera recordando ambos reuniones pasadas fuera en la casa que fuera y en las que sin duda alguna acabábamos pasándola muy bien.
Hice una leve inclinación de cabeza con su propuesta para el brindis, brindando con él y bebiendo de mi copa a la vez.
Me explicó la razón de su visita y era bastante obvia la verdad, pero no pude evitar mirarle con cierta diversión. Noté la molestia en su voz al hablar de la ciudad y sus amistades y le pregunté - ¿Hechas de menos Inglaterra?, es normal, tampoco yo aquí gozo ahora mismo de muchas amistades, y me alegro de haber reencontrado a una de las mejores... al menos ahora se me podrá hacer algo más llevadero - finalicé con un encogimiento de hombros. Claramente esa amistad a la que hacía mención era él.
Bebí nuevamente de mi copa, terminando su contenido, dejándola en la mesita y pasando mi lengua lentamente por mis labios, limpiándolos así de todo resto de sangre, terminándola de saborear.
Mientras me decía aquello me levanté de mi sillón, acercándome al suyo con un andar elegante y grácil, posicionándome a su espalda y acercando mi rostro al suyo, posicioné mi boca a la altura de su oreja para susurrarle - Agradezco tus palabras, es un honor que pienses que soy idónea para compartir una eternidad, aunque ahora mismo no gozo de acompañante.... aún no encontré al indicado. Y ya sabes de sobra que nunca permitiría que te aburrieras en mi presencia... - aproveché esa cercanía para besarle suavemente en el arco del cuello, acariciándolo con mis labios para después adelantar más mi rostro y mirarle divertida - Aunque lo mismo puedo decir de ti mi querido Dorian, hace mucho que no me encuentro con un Caballero como tu, para el que la palabra aburrimiento e imposible no existen... o al menos eso era antes, ahora...¿cómo podría saber que no has cambiado? - me reí cantarinamente con el reto implícito en mis palabras, mientras me retiraba de mi posición pasando una mano por su hombro, deslizándola por su brazo a medida que me acercaba al sofá que estaba a su lado, sentándome en el brazo de este mientras le miraba con osadía.
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Re: Visita a media noche (Dorian)
(Jajaja tranquilo que no te mato, además también yo me he tardado sorry ^^ Ya sabes, problemas de inspiración :S)
Escuché con diversión lo que me decía ante mi reciente propuesta de compensarle por mi anterior despiste. Aún no entendía cómo no le había reconocido a la primera, tantos buenos y divertidos momentos pasados en una época anterior y ahora que lo tenía en frente, en un primer momento nada, ni había logrado conocerle… bueno tampoco me iba a comer la cabeza pensando en ello, había sido un simple despiste que había servido para que nos reiríamos de la situación y cómo no para que Dorian me hiciera alguna de sus bromas. En fin, lo importante es que volvíamos a estar juntos y eso me alegraba ya que en estos momentos necesitaba de las buenas amistades para conseguir un poco de novedad en mi vida, y esas solo podían ser las de siempre, las de toda la vida. - ¿Qué cómo te compensaré?, aún no lo sé, pero créeme que cuando venga a mi mente no te decepcionará – le comenté guiñándole un ojo con picardía, esa compensación no iba ni mucho menos por el camino de la lujuria y el placer, no. Si que era algo tentador, pero valoraba mucho más nuestra amistad y si nos entregábamos al placer por una noche, o incluso por dos, era bien sabido que todas las relaciones se deterioraban con ello, por lo que ese guiño de ojos había sido solo una contribución más a nuestra broma particular.
Le observaba atentamente mientras sostenía con gracilidad la copa cuyo contenido era tan exquisito como placentero. Mientras le daba vueltas suavemente haciendo que el aroma ascendiera hasta ser capturado por mi olfato deleitándome con ese exquisito olor, ladeé mi cabeza para observarle desde otra perspectiva, una con la que por el brillo de su mirada y sus propios gestos podía captar como si un debate interior se estuviera desarrollando en él. Siempre había sido muy intuitiva con la gente y sobre todo con la que mejor conocía, apenas un simple gesto me servía para saber de su estado de ánimo, además para qué negarlo poder leer las mentes servía de mucha ayuda y sinceramente lo de su interior no era solo un simple debate, sino una batalla campal, ni él mismo estaba seguro de quién era, ¿pero quién no había pasado alguna vez por una de esas crisis?, sí eran las peores, de eso no cabía dudas y ya que estaba aquí obviamente no podía dejarlo marchar sin ayudarle, cuando de amigos se trataba era capaz de hacer cualquier cosa con tal de mejorar su situación, y esto no iba a ser diferente, solo tenía que esperar a que me planteara su problema a su manera para tratar de aclararle las ideas lo mejor posible, y sabía que no tardaría en contármelo ya fuera directa o indirectamente.
Tenía toda la razón con lo que dijo sobre el hogar, nosotros podíamos sentir como tal más de uno ya que siendo inmortales nos veíamos en la obligación de cada cierto tiempo cambiar de aires, como se solía decir, para no levantar sospechas. Inglaterra era su hogar al igual que el mío era, y seguiría siendo, Roma… mi añorada Roma, hacía mucho tiempo que había partido de ella para venir aquí, pero para mi sorpresa París cada vez iba entrando más en mi, le tenía más aprecio que antes por lo que no tenía en mente el irme de aquí pronto, todavía me quedaría unos cuantos años más. –Tienes razón, yo siempre sentiré Roma como mi hogar, pero también es verdad que París se presenta como la ciudad en la que todos tus deseos y caprichos pueden verse satisfechos y no dudes ni un momento que siempre que necesites algo de entretenimiento puedes venir a buscarme y saldremos los dos juntos a encontrarlo, será un placer rememorar así los viejos tiempos, además ahora ya sabes dónde encontrarme, las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti sin problemas Dorian. – Tras decirle aquello terminé de beberme mi copa , sintiéndome así mucho mejor, no me era necesario salir siempre de caza dado que tenía buenas reservas aquí para ocasiones como la que se me acababa de presentar, de lo más agradable eso era verdad, y con dichas reservas no teníamos que vernos con la necesidad de salir dejando así la comodidad en la que nos encontrábamos ahora.
Vi cómo también él acababa de beberse su copa y mientras me separaba de su lado tras susurrarle mi respuesta a lo del acompañante escuchaba la suya propia, terminando de oírla sentada delicadamente sobre el brazo del sofá. Su pregunta me dejó pensativa unos momentos, no sabía exactamente a lo que se quería referir con esa aparición por lo que traté de responderle como podía – Bueno, creo que tendrás que explicarme mejor a qué quieres decir con eso de la aparición, pero si tan presente está ella en tu mente… ¿por qué no vas a buscarla?, quizás conversando y conociéndola más podrás descubrir el por qué no se te va de la cabeza. Así podrás desentrañar ese secreto que se esconde tras una mera aparición como la acabas de definir, aunque con algo más de información te podría ayudar mejor ya que creo que sé más o menos por dónde va el tema. – Me estremecí cuando rompió su copa de cristal al cerrar la mano en un puño, signo de su frustración ahora más que clara.
Suspiré mientras me contaba de alguna manera qué era lo que le sucedía, al final mi hipótesis de una crisis de identidad había resultado ser cierta, y esas eran las más difíciles de resolver aunque no por ello imposibles y tenía por seguro que le iba a ayudar como pudiera. Me levanté de mi improvisado asiento cogiendo un trapo que tenía cerca en una mesita y me acerqué a su lado, acuclillándome para quedar a la altura de su mano y tomándosela suavemente y con cuidado comencé a quitarle los cristales de su mano. La mayoría salían solos puesto que no se le habían llegado a clavar en la piel, solo unos pocos estaban verdaderamente incrustados, leves signos de la fuerza que sin querer había empleado para estallar la copa. Rápidamente se los quité, dejando el trapo con los cristales a un lado, donde se encargarían de tirarlos mañana y estreché esa misma mano entre las mías, todavía desde la misma posición. – Dorian, te escucho y sabes que tienes razón, lo más lógico es que nuestra vida fuera así, cada vez más sencilla con el paso de los años, por nuestras edades no debería quedar ningún obstáculo en nuestro camino, ¿pero desde cuándo la vida ha sido lógica ni fácil?, el destino parece estar cada vez más empeñado en dificultarnos cada acción que tomamos, cada paso que damos. El ser unos inmortales, unos malditos parece que influye ya en nuestra vida cotidiana, provocando que hasta la cosa más fácil se convierta en lo más complicado que nunca hayas visto.
Hice una breve pausa en la que alcé la vista hacia él, cruzando ambas miradas en la que le trasmití las dudas que en ese momento tenía. Las ganas y buena voluntad de ayudarle que en ese momento me invadía. Respiré profundamente antes de proseguir, estrechando con más fuerza su mano. – Sabes que quiero ayudarte, haré todo lo que esté en mi mano para ayudarte, Dorian eres uno de mis mejores amigos, y verte así me entristece. Quieres que te recuerde quién eras, ¿pero cómo?, puedo contarte todo lo que ya sabes, tus aventuras pasadas ligadas a la diversión, el libertinaje, el alcohol, diversión … pero como esa la de todos, puedo recordarte hasta el mínimo de todo lo pasado junto conmigo, todas nuestras travesuras dignas de mención, puede hacerte recordar si esto te fuera a servir, ¿pero de verdad crees que será así?. Más bien creo que eres tu el que necesita poner en orden todos tus pensamientos, contactar con tu yo interior y preguntarte a ti mismo quién eres. Puedo ayudarte a ser el mismo de antes, ¿pero a qué precio?, ¿una noche de locura, pasión y desenfreno a cambio de la degradación de nuestra amistad? No creo que sea eso lo que quieras, ni lo que más nos beneficie a ambos…. – Me elevé de nuevo esta vez sentándome en el brazo de su sillón, todavía estrechando su mano, apoyándola en mi regazo. – Dime Dorian qué es lo que en verdad te pasa, ¿tienes miedo a algo?, esa puede ser la razón por la que ahora tienes tantas dudas sobre ti. Quizás tienes miedo a descubrir a esa mujer, puede que resulte ser la idear y te de miedo ligarte a alguien… quien sabe, a eso solo tú tienes la respuesta, pero dime con sinceridad ¿qué piensas ahora? – Le pregunté con todo dulce, melodioso, pero serio y profundo a la vez, analizando todas sus palabras y pensando bien cuál podía ser el trasfondo de toda esta situación.
Le observaba atentamente mientras sostenía con gracilidad la copa cuyo contenido era tan exquisito como placentero. Mientras le daba vueltas suavemente haciendo que el aroma ascendiera hasta ser capturado por mi olfato deleitándome con ese exquisito olor, ladeé mi cabeza para observarle desde otra perspectiva, una con la que por el brillo de su mirada y sus propios gestos podía captar como si un debate interior se estuviera desarrollando en él. Siempre había sido muy intuitiva con la gente y sobre todo con la que mejor conocía, apenas un simple gesto me servía para saber de su estado de ánimo, además para qué negarlo poder leer las mentes servía de mucha ayuda y sinceramente lo de su interior no era solo un simple debate, sino una batalla campal, ni él mismo estaba seguro de quién era, ¿pero quién no había pasado alguna vez por una de esas crisis?, sí eran las peores, de eso no cabía dudas y ya que estaba aquí obviamente no podía dejarlo marchar sin ayudarle, cuando de amigos se trataba era capaz de hacer cualquier cosa con tal de mejorar su situación, y esto no iba a ser diferente, solo tenía que esperar a que me planteara su problema a su manera para tratar de aclararle las ideas lo mejor posible, y sabía que no tardaría en contármelo ya fuera directa o indirectamente.
Tenía toda la razón con lo que dijo sobre el hogar, nosotros podíamos sentir como tal más de uno ya que siendo inmortales nos veíamos en la obligación de cada cierto tiempo cambiar de aires, como se solía decir, para no levantar sospechas. Inglaterra era su hogar al igual que el mío era, y seguiría siendo, Roma… mi añorada Roma, hacía mucho tiempo que había partido de ella para venir aquí, pero para mi sorpresa París cada vez iba entrando más en mi, le tenía más aprecio que antes por lo que no tenía en mente el irme de aquí pronto, todavía me quedaría unos cuantos años más. –Tienes razón, yo siempre sentiré Roma como mi hogar, pero también es verdad que París se presenta como la ciudad en la que todos tus deseos y caprichos pueden verse satisfechos y no dudes ni un momento que siempre que necesites algo de entretenimiento puedes venir a buscarme y saldremos los dos juntos a encontrarlo, será un placer rememorar así los viejos tiempos, además ahora ya sabes dónde encontrarme, las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti sin problemas Dorian. – Tras decirle aquello terminé de beberme mi copa , sintiéndome así mucho mejor, no me era necesario salir siempre de caza dado que tenía buenas reservas aquí para ocasiones como la que se me acababa de presentar, de lo más agradable eso era verdad, y con dichas reservas no teníamos que vernos con la necesidad de salir dejando así la comodidad en la que nos encontrábamos ahora.
Vi cómo también él acababa de beberse su copa y mientras me separaba de su lado tras susurrarle mi respuesta a lo del acompañante escuchaba la suya propia, terminando de oírla sentada delicadamente sobre el brazo del sofá. Su pregunta me dejó pensativa unos momentos, no sabía exactamente a lo que se quería referir con esa aparición por lo que traté de responderle como podía – Bueno, creo que tendrás que explicarme mejor a qué quieres decir con eso de la aparición, pero si tan presente está ella en tu mente… ¿por qué no vas a buscarla?, quizás conversando y conociéndola más podrás descubrir el por qué no se te va de la cabeza. Así podrás desentrañar ese secreto que se esconde tras una mera aparición como la acabas de definir, aunque con algo más de información te podría ayudar mejor ya que creo que sé más o menos por dónde va el tema. – Me estremecí cuando rompió su copa de cristal al cerrar la mano en un puño, signo de su frustración ahora más que clara.
Suspiré mientras me contaba de alguna manera qué era lo que le sucedía, al final mi hipótesis de una crisis de identidad había resultado ser cierta, y esas eran las más difíciles de resolver aunque no por ello imposibles y tenía por seguro que le iba a ayudar como pudiera. Me levanté de mi improvisado asiento cogiendo un trapo que tenía cerca en una mesita y me acerqué a su lado, acuclillándome para quedar a la altura de su mano y tomándosela suavemente y con cuidado comencé a quitarle los cristales de su mano. La mayoría salían solos puesto que no se le habían llegado a clavar en la piel, solo unos pocos estaban verdaderamente incrustados, leves signos de la fuerza que sin querer había empleado para estallar la copa. Rápidamente se los quité, dejando el trapo con los cristales a un lado, donde se encargarían de tirarlos mañana y estreché esa misma mano entre las mías, todavía desde la misma posición. – Dorian, te escucho y sabes que tienes razón, lo más lógico es que nuestra vida fuera así, cada vez más sencilla con el paso de los años, por nuestras edades no debería quedar ningún obstáculo en nuestro camino, ¿pero desde cuándo la vida ha sido lógica ni fácil?, el destino parece estar cada vez más empeñado en dificultarnos cada acción que tomamos, cada paso que damos. El ser unos inmortales, unos malditos parece que influye ya en nuestra vida cotidiana, provocando que hasta la cosa más fácil se convierta en lo más complicado que nunca hayas visto.
Hice una breve pausa en la que alcé la vista hacia él, cruzando ambas miradas en la que le trasmití las dudas que en ese momento tenía. Las ganas y buena voluntad de ayudarle que en ese momento me invadía. Respiré profundamente antes de proseguir, estrechando con más fuerza su mano. – Sabes que quiero ayudarte, haré todo lo que esté en mi mano para ayudarte, Dorian eres uno de mis mejores amigos, y verte así me entristece. Quieres que te recuerde quién eras, ¿pero cómo?, puedo contarte todo lo que ya sabes, tus aventuras pasadas ligadas a la diversión, el libertinaje, el alcohol, diversión … pero como esa la de todos, puedo recordarte hasta el mínimo de todo lo pasado junto conmigo, todas nuestras travesuras dignas de mención, puede hacerte recordar si esto te fuera a servir, ¿pero de verdad crees que será así?. Más bien creo que eres tu el que necesita poner en orden todos tus pensamientos, contactar con tu yo interior y preguntarte a ti mismo quién eres. Puedo ayudarte a ser el mismo de antes, ¿pero a qué precio?, ¿una noche de locura, pasión y desenfreno a cambio de la degradación de nuestra amistad? No creo que sea eso lo que quieras, ni lo que más nos beneficie a ambos…. – Me elevé de nuevo esta vez sentándome en el brazo de su sillón, todavía estrechando su mano, apoyándola en mi regazo. – Dime Dorian qué es lo que en verdad te pasa, ¿tienes miedo a algo?, esa puede ser la razón por la que ahora tienes tantas dudas sobre ti. Quizás tienes miedo a descubrir a esa mujer, puede que resulte ser la idear y te de miedo ligarte a alguien… quien sabe, a eso solo tú tienes la respuesta, pero dime con sinceridad ¿qué piensas ahora? – Le pregunté con todo dulce, melodioso, pero serio y profundo a la vez, analizando todas sus palabras y pensando bien cuál podía ser el trasfondo de toda esta situación.
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Re: Visita a media noche (Dorian)
Conforme Dorian me iba hablando iba analizando todos sus pensamientos, por efímeros que fueran, ya que eran estos los que me permitían apreciar cual era la verdadera causa de esta confusión que estaba sufriendo. Poco a poco le iba entendiendo, uno de sus mayores miedos, o mejor dicho el mayor, se me estaba revelando. Tenía miedo a dejar de ser él mismo. Al parecer la aparición de aquella mujer le había trastocado mucho. Una mujer que por sus palabras y sus ideas se me aparecía como indómita, fuerte y magnética como la que más, de ahí que él tuviera miedo de perderse a sí mismo ya que para conseguir el corazón de aquella dama le haría falta hacer un gran sacrificio. Cambiar sus viejos hábitos de libertinaje y ser ahora mucho más audaz a la hora de conquistarla. Una mujer así podía hacerle mucho bien… al igual que mucho mal. Un cuidadoso equilibrio era el que iban a tener que mantener, ya que caminaban al filo de un cuchillo, uno que se desestabilizaría en cuanto uno de los dos hiciera explotar su carácter. Suspiré en cuanto escuché sus palabras. Algo de diversión era lo que a mí me hacía falta, pero al igual que él también me habían surgido apariciones insospechadas en este lugar que no podía abandonar. Sabes que eres bienvenido a este lugar siempre que quieras. Dorian para mí eres como un hermano, puedes confiar en mí como yo en ti y esa es la verdadera base de nuestra relación. Más allá de una simple amistad, una relación filial. No puedo negar que la idea de irme una temporada a Londres no me atrae… porque estaría mintiendo. Pero eso sería huir de nuevo de los problemas y, al igual que a ti, a mí también me han surgido cosas en esta ciudad. Algo que no hubiera previsto nunca, pero como bien se sabe, el destino es caprichoso y parece que le encanta obstaculizarnos la vida creándonos situaciones límite. Fruncí mis labios en una fina línea, pensativa mientras él opinaba sobre mi idea de que fuera a buscarla a ella. Al parecer no había sido demasiado buena y de eso me daba cuenta ahora mientras confirmaba mis sospechas sobre la personalidad de aquella mujer, fiera e indómita como la mar brava, tal y como el mismo Dorian había pensado. Más peligrosa que una resaca, pero también atrayente como el mar en calma.
Elevé la mirada a su rostro cuando terminé de quitarle todos los cristales clavados en su mano de cuando estalló la copa. Que estuviera tenso no me ayudaba ya que en cierto momento la apretó clavándoselos más profundamente, pero una vez se dio cuenta de ello la destensó acabando así en pocos segundos dado a mi habilidad adquirida con los sentidos desarrollados. Sonreí levemente cuando me sujetó las manos con la suya buena y me besó el dorso de estas. Acaricié igualmente las suyas y su mejilla para después estrecharlas entre las mías una vez sentada en el brazo de su sillón. Toda inmortalidad al principio se presenta fácil. Ves todo con ojos nuevos, pensando que vas a comerte el mundo y que nada se interpondrá ya en tu camino. Pero conforme pasa el tiempo te das cuenta de que nada es así. La vida tiene valor porque se acaba, porque es efímera. Una vez que te das cuenta de que tu vida no va a acabar las emociones, las sensaciones, todo cambia. Tu percepción del mundo da un giro radical, depreciando ahora todo lo que te rodea. Necesitas de nuevas distracciones, pero las que al principio parecen las mejores, esas mismas luego se te presentan insuficientes. Es ahí cuando solo una buena compañía, un amor, puede salvarte de caer en la monotonía, presa de la soledad y a veces la desesperación de algunos. Lo malo es que ese amor es el más difícil de encontrar y muchas veces no lo ves cuando esta delante de ti. No podemos volver atrás, a mí también me hubiera gustado muchas veces volver a ser humana, pero no es posible. Hay que aprender a conformarse con lo que tenemos y seguir luchando para mantenerlo. Es una tarea ardua y difícil, pero a veces trae recompensas como una buena amistad, una como la que nosotros gozamos… una que es muy difícil de perder, y por cosas como estas es por las que merece la pena seguir adelante. Hice una pausa mirando al fondo de la sala. Mi mismo razonamiento me acababa de hacer pensar… un amor, un compañero, uno como el que tuve antaño, uno perfecta y que abandone por miedo, uno que de repente volvía a encontrar y no sabía cómo reaccionar ante é. Aún no le había visto, pero no sabía si estaba preparada para ello. No, Dorian no podía cometer un error como el que yo ya había cometido. Le apreciaba muchísimo y evitaría que sufriera lo mismo que sufrí yo.
Por eso es que te voy a dar un consejo, porque te quiero y aprecio mucho, como mejor amigo y hermano que eres para mí. No debes tener miedo a nada. Tenemos edad suficiente como para haber madurado y adquirido un punto de vista mucho más abierto y completo que el de cualquier humano sobre la vida y sus significados. Enfréntate de una vez a tus miedos y derrótalos. Yo sé que puedes, confío en ti y sé que harás lo correcto. Ve a verla o aléjate de ella, eso solo tú sabes que es lo mejor, pero no vivas con esa incertidumbre el resto de tu eternidad. Aclara las cosas para poder volver a ser el mismo, si no lo haces… peligra tu felicidad y bienestar, y de verdad que no me gustaría que eso pasara. Medítalo todo bien y encara la realidad. Eres el mismo Dorian de siempre, él habita siempre en tu interior, solo que ahora lo tienes encerrado. Libéralo de una vez por todas y comprobarás como tiene solución. Puede que valga la pena o puede que no, pero el que no se arriesga no gana. El destino es un misterio, pero tienes que vivirlo y afrontarlo. Me alegra haberte abierto los ojos, pero ahora vive tu vida Dorian, sea la que sea… simplemente siéntete bien contigo sin hacer caso ni a habladurías ni demás cosas. Sé tú mismo. Finalicé soltando una de mis manos del agarre de las suyas para pasar mi brazo por detrás de sus hombros en un cálido y reconfortante abrazo, hacía demasiado tiempo que no nos veíamos y no quería que nuestro reencuentro terminara un poco agrio por unas confusiones que perfectamente tenían solución. Él no debería amargarse por esos temas, sabía que era difícil no pensar en ello dado que era un problema bastante complicado como para que con un solo "no quiero pensar en ello" se solucionara. No, ambos sabíamos que costaría un tiempo… pero con paciencia y tranquilidad al final acabaría encontrando la solución adecuada y volvería a ser él.
Su siguiente pregunta me pilló con la guardia baja. No esperaba que fuera a cambiar el tema a mí, que justamente me hallaba inmersa en una fuerte corriente de pensamientos. Desdoblada en dos temas, uno el problema de Dorian y su confusión de personalidad, el otro… el de mi reciente aparición insospechada. Aquel hombre que tiempo atrás había conseguido devolverme a “la vida” haciéndome sentir viva de nuevo, como si volviera a ser humana y que por mi estupidez perdí, abandonándolo para venirme a París con mi familia con la excusa de que tenía que acompañarles cuando en verdad me pasaba algo muy parecido a lo de Dorian, tenía miedo de ligarme demasiado a él, atar mi vida con la suya perdiendo así lo más valioso que tenía, mi más preciado tesoro… mi libertad. Suspiré pesadamente, sonriendo sin que ni un ápice de felicidad llegara a mis ojos dado que ni yo mismo la sentía en ese momento. ¿Qué qué hay de mí? Esa es una buena pregunta… Murmuré mirando a ningún sitio en especial, tenía la vista clavada a las espaldas de Dorian, mirando un cuadro que tenía allí colgado, uno surrealista que cada vez que lo miraba lo interpretaba de diferentes maneras según mi estado de ánimo. Poco a poco volví a enfocarme en Dorian, para poder darle una respuesta más clara, dado que él ya me había contado de sus problemas, ahora me tocaba sincerarme a mí. Hace poco que me enteré que un antiguo amor ha vuelto aquí, un amor que nunca olvidaré puesto que fue el único que he sentido verdaderamente… y que tuve que abandonar por miedo. Aún no le he visto, aunque no sé si el querrá verme a mí. Solo sé que ahora se encuentra aquí en París, en el Palazzo de mi mejor amiga de la eternidad y no creo que ese encuentro se demore mucho más… Tampoco quiero pensar demasiado en ello, porque contra más lo hago, más confundida y nerviosa me siento. Por eso te he dicho que tienes que afrontar tus miedos, pensarlo bien todo y hacer lo que de verdad creas que es lo mejor, para que no te pase como a mí y te arrepientas el resto de tu eternidad. Comenté acariciándole el cabello suavemente con la mano que tenía sobre sus hombros, jugueteando con él distraídamente casi sin darme cuenta de lo que hacía, como uno de esos actos involuntarios que se hacen cuando meditas profundamente sobre algo, aunque para cuando me di cuenta de ello, tampoco paré. De hecho, me relajaba hacerlo, su suave cabello se deslizaba con facilidad por entre mis dedos y me servía de distracción. Pero dejando eso a un lado, por lo demás todo me va bien. No he tenido mayores contratiempos. Mi vida aquí ha transcurrido apaciblemente hasta ahora. Mi servicio me es fiel, tengo varias amistades aquí, aunque las mejores he de decir que son las de siempre… Le sonreí algo más animadamente mientras le resumía un poco todos los años en que no nos habíamos visto. En resumen, la mayor parte ha sido pura rutina… Aunque me conoces lo suficiente como para saber que yo no puedo estar en un lugar sin hacer de las mías, por lo que también he hecho mis travesuras, claro está. Mi vida sigue igual que siempre, donde haya un reto ahí estaré yo la primera. La adrenalina es mi adicción y mi perdición. Me encanta divertirme y sentirme viva, como a todos.
Me encogí de hombros mientras cruzaba las piernas, recostándome un poco en el respaldo del sillón para sentirme más cómoda. Giré mi rostro para quedar frente por frente. Cuántas veces en el pasado hemos estado así de próximos y nunca había ocurrido nada entre nosotros. Cientos habían sido los rumores de una relación amorosa entre nosotros y todos erróneos. Nunca los habíamos desmentido, porque no les hacíamos caso. Todo lo contrario, en verdad nos divertían, pero era solo eso, rumores. Aproveché esta nueva proximidad para susurrarle algo en el oído, un tema que me había llamado la atención hacía tan solo unos momentos y quería que me hablara más de ello presintiendo que me iba a interesar bastante. Y hablando de adrenalina y retos… creo que tienes una propuesta muy tentadora para hacerme, ¿verdad?. Me reí suavemente, quedándome así unos instantes más, para clavar mi mirada divertida en sus ojos al girar un poco mi rostro, para después volver a alejarme unos centímetros en la posición que había adoptado minutos antes, esperando a ver de qué se trataba aquella oferta que seguramente, conociéndole tan bien como lo hacía, imaginaba que sería más que interesante y que finalmente no la rechazaría. Él conocía mis gustos y si me la iba a proponer sus buenas razones tendría. Así que simplemente esperé con un gesto tranquilo y afable mientras dibujaba suaves círculos en el dorso de la mano que aún le tenía tomada en mi regazo a la espera de las noticias.
Elevé la mirada a su rostro cuando terminé de quitarle todos los cristales clavados en su mano de cuando estalló la copa. Que estuviera tenso no me ayudaba ya que en cierto momento la apretó clavándoselos más profundamente, pero una vez se dio cuenta de ello la destensó acabando así en pocos segundos dado a mi habilidad adquirida con los sentidos desarrollados. Sonreí levemente cuando me sujetó las manos con la suya buena y me besó el dorso de estas. Acaricié igualmente las suyas y su mejilla para después estrecharlas entre las mías una vez sentada en el brazo de su sillón. Toda inmortalidad al principio se presenta fácil. Ves todo con ojos nuevos, pensando que vas a comerte el mundo y que nada se interpondrá ya en tu camino. Pero conforme pasa el tiempo te das cuenta de que nada es así. La vida tiene valor porque se acaba, porque es efímera. Una vez que te das cuenta de que tu vida no va a acabar las emociones, las sensaciones, todo cambia. Tu percepción del mundo da un giro radical, depreciando ahora todo lo que te rodea. Necesitas de nuevas distracciones, pero las que al principio parecen las mejores, esas mismas luego se te presentan insuficientes. Es ahí cuando solo una buena compañía, un amor, puede salvarte de caer en la monotonía, presa de la soledad y a veces la desesperación de algunos. Lo malo es que ese amor es el más difícil de encontrar y muchas veces no lo ves cuando esta delante de ti. No podemos volver atrás, a mí también me hubiera gustado muchas veces volver a ser humana, pero no es posible. Hay que aprender a conformarse con lo que tenemos y seguir luchando para mantenerlo. Es una tarea ardua y difícil, pero a veces trae recompensas como una buena amistad, una como la que nosotros gozamos… una que es muy difícil de perder, y por cosas como estas es por las que merece la pena seguir adelante. Hice una pausa mirando al fondo de la sala. Mi mismo razonamiento me acababa de hacer pensar… un amor, un compañero, uno como el que tuve antaño, uno perfecta y que abandone por miedo, uno que de repente volvía a encontrar y no sabía cómo reaccionar ante é. Aún no le había visto, pero no sabía si estaba preparada para ello. No, Dorian no podía cometer un error como el que yo ya había cometido. Le apreciaba muchísimo y evitaría que sufriera lo mismo que sufrí yo.
Por eso es que te voy a dar un consejo, porque te quiero y aprecio mucho, como mejor amigo y hermano que eres para mí. No debes tener miedo a nada. Tenemos edad suficiente como para haber madurado y adquirido un punto de vista mucho más abierto y completo que el de cualquier humano sobre la vida y sus significados. Enfréntate de una vez a tus miedos y derrótalos. Yo sé que puedes, confío en ti y sé que harás lo correcto. Ve a verla o aléjate de ella, eso solo tú sabes que es lo mejor, pero no vivas con esa incertidumbre el resto de tu eternidad. Aclara las cosas para poder volver a ser el mismo, si no lo haces… peligra tu felicidad y bienestar, y de verdad que no me gustaría que eso pasara. Medítalo todo bien y encara la realidad. Eres el mismo Dorian de siempre, él habita siempre en tu interior, solo que ahora lo tienes encerrado. Libéralo de una vez por todas y comprobarás como tiene solución. Puede que valga la pena o puede que no, pero el que no se arriesga no gana. El destino es un misterio, pero tienes que vivirlo y afrontarlo. Me alegra haberte abierto los ojos, pero ahora vive tu vida Dorian, sea la que sea… simplemente siéntete bien contigo sin hacer caso ni a habladurías ni demás cosas. Sé tú mismo. Finalicé soltando una de mis manos del agarre de las suyas para pasar mi brazo por detrás de sus hombros en un cálido y reconfortante abrazo, hacía demasiado tiempo que no nos veíamos y no quería que nuestro reencuentro terminara un poco agrio por unas confusiones que perfectamente tenían solución. Él no debería amargarse por esos temas, sabía que era difícil no pensar en ello dado que era un problema bastante complicado como para que con un solo "no quiero pensar en ello" se solucionara. No, ambos sabíamos que costaría un tiempo… pero con paciencia y tranquilidad al final acabaría encontrando la solución adecuada y volvería a ser él.
Su siguiente pregunta me pilló con la guardia baja. No esperaba que fuera a cambiar el tema a mí, que justamente me hallaba inmersa en una fuerte corriente de pensamientos. Desdoblada en dos temas, uno el problema de Dorian y su confusión de personalidad, el otro… el de mi reciente aparición insospechada. Aquel hombre que tiempo atrás había conseguido devolverme a “la vida” haciéndome sentir viva de nuevo, como si volviera a ser humana y que por mi estupidez perdí, abandonándolo para venirme a París con mi familia con la excusa de que tenía que acompañarles cuando en verdad me pasaba algo muy parecido a lo de Dorian, tenía miedo de ligarme demasiado a él, atar mi vida con la suya perdiendo así lo más valioso que tenía, mi más preciado tesoro… mi libertad. Suspiré pesadamente, sonriendo sin que ni un ápice de felicidad llegara a mis ojos dado que ni yo mismo la sentía en ese momento. ¿Qué qué hay de mí? Esa es una buena pregunta… Murmuré mirando a ningún sitio en especial, tenía la vista clavada a las espaldas de Dorian, mirando un cuadro que tenía allí colgado, uno surrealista que cada vez que lo miraba lo interpretaba de diferentes maneras según mi estado de ánimo. Poco a poco volví a enfocarme en Dorian, para poder darle una respuesta más clara, dado que él ya me había contado de sus problemas, ahora me tocaba sincerarme a mí. Hace poco que me enteré que un antiguo amor ha vuelto aquí, un amor que nunca olvidaré puesto que fue el único que he sentido verdaderamente… y que tuve que abandonar por miedo. Aún no le he visto, aunque no sé si el querrá verme a mí. Solo sé que ahora se encuentra aquí en París, en el Palazzo de mi mejor amiga de la eternidad y no creo que ese encuentro se demore mucho más… Tampoco quiero pensar demasiado en ello, porque contra más lo hago, más confundida y nerviosa me siento. Por eso te he dicho que tienes que afrontar tus miedos, pensarlo bien todo y hacer lo que de verdad creas que es lo mejor, para que no te pase como a mí y te arrepientas el resto de tu eternidad. Comenté acariciándole el cabello suavemente con la mano que tenía sobre sus hombros, jugueteando con él distraídamente casi sin darme cuenta de lo que hacía, como uno de esos actos involuntarios que se hacen cuando meditas profundamente sobre algo, aunque para cuando me di cuenta de ello, tampoco paré. De hecho, me relajaba hacerlo, su suave cabello se deslizaba con facilidad por entre mis dedos y me servía de distracción. Pero dejando eso a un lado, por lo demás todo me va bien. No he tenido mayores contratiempos. Mi vida aquí ha transcurrido apaciblemente hasta ahora. Mi servicio me es fiel, tengo varias amistades aquí, aunque las mejores he de decir que son las de siempre… Le sonreí algo más animadamente mientras le resumía un poco todos los años en que no nos habíamos visto. En resumen, la mayor parte ha sido pura rutina… Aunque me conoces lo suficiente como para saber que yo no puedo estar en un lugar sin hacer de las mías, por lo que también he hecho mis travesuras, claro está. Mi vida sigue igual que siempre, donde haya un reto ahí estaré yo la primera. La adrenalina es mi adicción y mi perdición. Me encanta divertirme y sentirme viva, como a todos.
Me encogí de hombros mientras cruzaba las piernas, recostándome un poco en el respaldo del sillón para sentirme más cómoda. Giré mi rostro para quedar frente por frente. Cuántas veces en el pasado hemos estado así de próximos y nunca había ocurrido nada entre nosotros. Cientos habían sido los rumores de una relación amorosa entre nosotros y todos erróneos. Nunca los habíamos desmentido, porque no les hacíamos caso. Todo lo contrario, en verdad nos divertían, pero era solo eso, rumores. Aproveché esta nueva proximidad para susurrarle algo en el oído, un tema que me había llamado la atención hacía tan solo unos momentos y quería que me hablara más de ello presintiendo que me iba a interesar bastante. Y hablando de adrenalina y retos… creo que tienes una propuesta muy tentadora para hacerme, ¿verdad?. Me reí suavemente, quedándome así unos instantes más, para clavar mi mirada divertida en sus ojos al girar un poco mi rostro, para después volver a alejarme unos centímetros en la posición que había adoptado minutos antes, esperando a ver de qué se trataba aquella oferta que seguramente, conociéndole tan bien como lo hacía, imaginaba que sería más que interesante y que finalmente no la rechazaría. Él conocía mis gustos y si me la iba a proponer sus buenas razones tendría. Así que simplemente esperé con un gesto tranquilo y afable mientras dibujaba suaves círculos en el dorso de la mano que aún le tenía tomada en mi regazo a la espera de las noticias.
Shanon Owen- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 22/06/2010
Edad : 32
Localización : À París, la ville de l'amour
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