AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Horatio Grissom
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Horatio Grissom
por Horatio Grissom Vie Oct 21, 2011 5:22 am
Horatio Grissom
43 años / Humano / Cazador / Clase Alta / Francés / Heterosexual
✗ Nombre del Personaje: Horatio Grissom.
✗ Edad: Cuarenta y tres años.
✗ Especie: Humano.
✗ Tipo y Clase Social: Cazador Independiente - Clase alta.
✗ Orientación Sexual: Heterosexual.
✗ Lugar de Origen: Toulouse - Francia.
✗
Descripción Física:
Los años y la vida no han sido específicamente caritativos y piadosos con él, mucho menos generosos y decidir pasar lento en su cuerpo, pues la juventud y los rasgos suaves han desaparecido sin ser prioritarios más. Lo que sí, su figura es tonificada, digna de un buen ejemplar masculino que aun pasada su adolescencia porta una excelente condición física, de músculos desarrollados y entrenados que son poco visibles en su cuerpo, junto a un porte imponente y elegante de un metro con ochenta y un centímetros pero que usualmente se le ve de postura encorvada, agachado de cabeza, espalda y hombros alzados, por que su altura apreciablemente es muy variada desde terceros; manos grandes y con tal fuerza que llegan a temblar cuando realiza labores pequeñas como abrir un sobre o elegir un cigarrillo.
Su rostro es una historia simular y muy combinable a su apariencia y personalidad, duro y severo es el mirar de sus ojos de por si algo pequeños pero que no dejan fuera una azulada mirada penetrante que mira más allá del físico, enmarcados con pestañas poco pobladas pero unas cejas que no discriminan al ser algo gruesas pero sin duda poco visibles por el claro color tostado que su piel tiene y lo colorín pálido que son éstas; de frente amplia y ligeras orejas bajo sus ojos generando incluso sacos que atribuye a la edad, las lineas de expresión de su ceño fruncido y al rededor de sus ojos no cuesta mucho notar, mucho más marcadas y surcadas en sus sonrisas amplias que son sin duda escasas y en el enarcar de sus cejas, básicamente en todo su adulto rostro, labios finos y mentón cuadrado, es común verle afeitado casi al ras.
Su cabello tiene un peinado particular, es corto y cada hebra está teñida de un rojo más claro que es confundible fácilmente con el rubio, partidura media algo corrida hacia la izquierda pero que siempre mueve hacia atrás quedando en hopo el cabello que tiene por flequillo, los cabellos que nacen de su nuca no son muy diferentes en longitud que el resto, teniendo así en conjunto un peinado muy clásico, moderado para alguien que no piensa mucho en su apariencia personal y no gasta mayor tiempo en arreglarla cuando no tiene a quién impresionar con ella.
- Spoiler:
Descripción Psicológica:
Inocencia apartada, miedos guardados y cerrados bajo siete llaves sin ser reconocidos por su subconsciente siquiera, Horatio puede demostrarse como una persona demasiado estricta de pensamiento y actuar, muy duro y sin rodeos yéndose al grano y directo cuando quiere relacionarse con otros o simplemente atacarlos mentalmente buscando sacar provecho de las fallas y culpas expeditas de los demás. Calculador y grave, posee una paciencia casi de oro que le ayuda a pensar con cabeza fría, amante de la tranquilidad pero que no duda entrar en acción siendo debido y medido según la situación; no es de reír o expresarse con relajación, su labia es justa y marcada, hablando de manera muy formal y hasta elegante independiente de quién sea su interlocutor, expresando lo justo y necesario para dar a conocer una idea o pensamiento. Tiene todo pensado, no deja nada a la suerte y los impulsos para él son la peor traición que la vida te puede traer desde ti mismo, pero siempre está dispuesto a reconsiderar las falencias propias y ajenas para perdonarlas, aunque no le es fácil, peor si la persona es ingenua.
Tiene un lado dulce, después de todo es un humano que detrás de la barrera que se ha creado de hombre duro, sigue teniendo sentimientos, la diferencia es que no deja que éstos hablen por él o tomen acciones en su cuerpo. Puede consolar, es el perfecto oyente y consejero que no escatima en ser raudo para idear soluciones, especialmente con la gente menor de edad o que le llaman el desear protegerles. Es sin duda un protector con sus seres queridos, mira que todo quede solucionado para todos y que si algo sale mal, acarrear con la culpa y solucionarlo él sólo ahora sí sin fallas. Con sus enemigos es complicado, receloso en todo y adora la batalla psicológica, imperdonable son aquellos que infringen los valores tan propios de él mismo que pierden su respeto como persona o seres.
En frente en cuestión no le teme a lo desconocido, de ser así la vida que lleva de seguro habría acabado con él en los primeros años de independencia, pero es de decisiones férreas e ideologías propias, aun cuando sea un devoto de la iglesia ya sea por costumbre familiar o bien porque allí halló un lugar donde poder descargar todas las atrocidades que ha cometido, visto o bien sufrido, ya que si bien puede oír, no comenta, los problemas personas siempre se quedan así, personales, incapaz de si quiera dar una pista de lo que está sintiendo o sufriendo por temor a que terceros salgan perjudicados. Su juicio puede ser nublado, nadie dice que no, pero son contadas las ocasiones, y el factor más influyente aquí rige la ira, el coraje, en tales caso es mejor no acercarse, es un sanguinario si lo pillas de mal humor dentro de su trabajo, y que Dios se apiade de tus gritos para morir al menos desangrado.
Historia:
Mirar atrás cuesta, contar historias y relatara sucesos resulta ser mucho más fácil cuando no eres tú el que está involucrado, ni cuando, aparentemente, tú eres el malo de la película. Mirar atrás sería comenzar en sus principios, en el tiempo en que su nacimiento propiamente tal aun no estaba asomando en las jóvenes cabezas de sus primogénitos; la vida que antes parecía perfecta y se vio arruinado por malos entendidos y el clásico "estar en el lugar y momento equivocado".
Comenzaremos con su familia. Su padre era un hombre respetable, querido por la comunidad más cercana a él, director en jefe de la guardia y fuerza policial de Tolosa, todo caso de criminales y sucesos extraños pasaba por sus ojos antes que de los de nadie, un hombre con un cargo tan importante que se mostraba hasta apacible que contrastaba con lo que uno esperaría, de mente sana y fuerte pero que, en su lado oculto, pertenecía a una de las cortes más importantes de cazadores errantes por toda Francia y hasta expansible por Europa. Por otro lado está su madre, una joven de hermoso cuerpo y rostro que mostraba toda la elegancia que una mujer debe aspirar a tener y demostrar en sociedad, siempre luciendo presentable tanto por sus costumbres inculcadas como su vida tan, trabajando en diseñar los trajes más elegantes y costosos que la corte imperial y las mujeres casadas con nobles podrían costear. Ambos se conocían desde niños, era un matrimonio acordado de esos que terminan con buen final, ya que si bien jamás llegaron a amarse con esa pasión en los matrimonios duraderos, la relación era sustentable, una amistad casi de hermandad pero con otro nombre que portar.
Su nacimiento así tuvo lugar en el frío invierno que azotaba la ciudad, en la residencia que poco antes habían comprado y se habían ido a mudar allí sus padres, habiéndose preparado todo cuando se supo la noticia del embarazo de la joven, deseando que el niño que esperaban iniciase su vida en el cálido seno de una familia firme. El joven Horatio pronto se vio rodeado de lujos y atención, una educación más que ejemplar y un gusto exquisito por la música, el arte y los idiomas; el hijo perfecto para una familia que intentaba lucir perfecta desde el punto de vista moral. A la corta edad de cinco años ya era un niño con inteligencia avanzada, su apego por la música no se supo de dónde nació, puesto que la casa contaba con una sala de música sólo para el gozo y gusto de su madre cuando invitaba a uno de sus amigos músicos a que tocase una pieza para el matrimonio, mas el niño pelirrojo entraba allí por curiosidad y encandilamiento, probar los instrumentos desde el simple tocar de una tecla en el piano forte, hasta el compás y perfecta sincronía que los dedos necesitaban para formas notas armónicas en un violonchelo. No fue si no una tarde que su padre lo sorprendió tocando de manera bastante simple pero concentrada el flautín que contrató al día siguiente los mejores profesores que Francia podía nacer de todos los instrumentos que el joven quisiese aprender. Concretamente, Horatio lo tenía todo, le faltaba pedir en dos palabras algo y su padre y madre se lo daba en bandeja de plata.
Pero aun ante el pensamiento popular, esto no corrompió la caritativa y centrada cabeza del joven, que ya con quince años y un reconocimiento tal por ser el hijo del jefe policial que aspiraba a ser su sucesor y de la doncella mejor vestida de toda Tolosa, hacía obras de caridad en secreto, jamás le gustó la exposición total de sus actos, conocía gracias a su estatus social a muchos nobles que los pobres actos que hacían les faltaba poco para hacer propaganda en todos los periódicos existentes para enmarcarse perfectamente el cinismo y el descaro. Es por lo mismo que el dinero que daba, o bien los conciertos a beneficencia que organizaba con el resto de sus conocidos músicos no eran tan llamativos, a excepción de éstos últimos por obvias razones. Fue en una de éstas que conoció a Ave Mária, una joven de más o menos su edad en ese entonces, bordeando los veinte años, que luego descubriría que era una emigrante Japones, descifrable fácilmente de todas maneras por un acento muy particular que tenía al hablar. En un principio la relación sólo era de conocidos y de una amistad muy ocasional, nunca se veían más allá de obras de caridad, siendo la joven trabajadora social en un orfanato, pero que luego fueron simpatizándose cada vez más, hasta que los encuentros eran extra-programáticos, ya fuese por hablar de algún evento en particular o sólo invitar a cenas el uno al otro en diversos momentos.
El amor fue inevitable que surgiera y se plantara pronto en el corazón de ambos jóvenes, la relación la llevaban muy bien y sus padres de ambas partes no se opusieron jamás, viviendo el real romance que puede darse rienda a suelta. Parecía el tiempo correr muy pronto, puesto que ya para ese entonces, Horatio estaba metido en el trabajo de su padre, y, pocos meses más tarde, descubrió su oscura pero "noble" profesión, para ellos, siento el pelirrojo criado con las costumbres más cristianas que se puedan tener sin sufrir nunca alguna época de rebeldía. "El día que veas a alguno de estos herejes, no puedes dudar en acabar con sus miserables vidas. Son ellos o son tú, Horatio" recordaba claras como el agua las palabras de su progenitor antes de iniciar su entrenamiento como cazar a los veintitrés años de edad, algo sin duda nuevo para él, pero que ejercía con madurez y benevolencia hacia su iglesia y a su propio padre en cuanto a enorgullecerle en todos los sentidos posibles; claro que, por obvias razones, jamás debía contarle éste secreto de profesión a Ave, tal y como su padre lo hacía con su esposa.
A la edad de veinticinco años y ya un hombre hecho y derecho tanto en cuerpo y alma como en sociedad, pidió la mano de quien había sido el más grande amor de su vida, la cual no había dudado en lanzarse a sus brazos con una afirmativa llena de algarabía, era obvio entre ellos que pronto uno iba a pedir el matrimonia, e incluso sus amistades en común de ese entonces aseguraban que ya se trataban como marido y mujer. Una boda muy casual, nada de grandes lujos ni costosas fiestas invitando a gente sin importancia y ya ambos eran esposos. Hasta que la muerte los separe.
Luego de mudarse ambos de las casas que los vio nacer, se residieron en París, el mejor lugar según Ave para iniciar una nueva vida lleno con la gana en cuanto a eventos, personas y sucesos, la magia que sólo la parisina ciudad es capaz de contener, y él, Horatio, tonto y enamorado, no había dudado en contestar que sí cuando ya planeaba la mudanza. Ahora bien, estaba el tema de tener hijos, que jamás se concretó por un simple hecho: adopción. Ave aun cuando había cambiado de ciudad, seguía frecuentando Tosola aun cuando la distancia le tomase tanto tiempo que pasaban un par de días sin verse. Un día, su esposa llegó de una de sus tantas visitas, pero había vuelto con más que un sólo equipaje y ropa sucia, había vuelto con un niño; un pequeño infante de no más de cuatro años de edad que recordaba, siempre se aferraba a la falta de su esposa los primeros meses que convivieron. Resulta que Merpho, como se identificaba y respondía el niño, era el último que quedaba en un orfanato que estaba en la quiebra, vecino del donde trabaja la mujer, y ella, caritativa como siempre, no podía dejarlo sólo y abandonado en una enorme fachada a su suerte, mucho menos en la calle; así que había decidido traérselo consigo para criarlo como si fuese su hijo.
Horatio en primera no se quejó, resultaba ser incluso divertido los escapes que el niño le hacía y volvía con Ave, incluso persiguiéndolo en un juego que pronto los acercó mucho el uno al otro, siendo realmente un padre y un hijo amorosos y apegados completamente. París era un nuevo mundo, una gran ciudad que albergaba tanto maravillas como peligros talentes, y eso lo aprendió el hombre en cada uno de sus "trabajos" y cacerías que efectuaba con éxito rotundo. Parecía que la vida de Horatio iba de viento en popa, una hermosa esposa que lo adoraba y él a ella, un hijo que se desarrollaba como un niño feliz y normal, un trabajo que si bien de dos caras, ambos iban a la perfección. Quizás todo pasó, que ambos, él como ella, se guardaron secretos que nunca siquiera debieron haber existido como propiamente tal.
Nuevamente invierno, Horatio tenía esos trabajos que realizar y que éste, le requería más tiempo del debido, y justo topó con una visita de sus padres que se realizaba bastante poco frecuente, fue por eso que les pidió en su invitación que se alojaran unos días, que compartieran con él, su esposa y su nieto por un par de días, siendo rápidamente recibida la respuesta afirmativa del matrimonio de avanzada edad. No alcanzó a ver a sus padres ese día, rápido por la mañana se había despedido de su hijo, un niño de ocho años que ya se había vuelto "el mejor amigo de papá", al igual que de su esposa que no podía pedirle ni exigirle más para completar su vida perfecta. El trabajo parecía simple, seguir a un prófugo vampiro joven que se había internado en el bosque y era seguido constantemente por sus colegas cazadores para que no saliera de los páramos de París, y era H quien comandaba esa misión, y era esa misma persecución la que le acarreaba tanto tiempo que debía gastar, pero una vez completo podría pasar todo el tiempo de calidad que quisiese con su familia. Pensaba. Dicho vampiro acabó en sus redes, la ejecución se efectuó allí mismo y sin ninguna baja, hasta ese momento todo bien, cuando un segundo escuadrón les avisó, especialmente al pelirrojo lides de una noticia. Se había visto un licántropo seguir a un matrimonio junto a un niño, saliendo éstos de la cada de Horatio. El mundo se le vino encima para el susodicho y raudo regresó a su hogar, buscando incesante a su esposa e hijo como a sus padres, pero sin éxito alguno, así que salió a buscarlos sin escatimar en preparación.
Preguntaba por la calle, a esa hora de la noche ya no había mucha gente pero los que sí pronto le indicaban direcciones que lo llevaron al cementerio de la ciudad, que lo vio como sitio indicado al ver las marcas de dientes de una gran mandíbula y rasguños en la reja que servía de portón para el sagrado lugar. Ingresó en éste sin temor alguno, su familia corría peligro y no contaba con el tiempo suficiente para pedir alguna ayuda adicional. No fue si no hasta que se inmersió en el lugar que los halló, más específico a la enorme y monstruosa figura del peludo y grotesco ser, que parecía estar mordiendo algo. Lo peor para Horatio, fue ver a su al rededor, mirando el cuerpo de su hijo y de su madre, ambos con desbordante sangre saliendo de sus cuerpos y las ropas rasgadas dejando ver las profundas heridas y cortes que sus pieles tenían. En jadeo de asombro fue demasiado fuerte en ese silencioso cementerio, pues la criatura dejó lo que estaba haciendo y miró a Horatio, dejando así para éste último, ver que lo que mordía no era más que el brazo de su ya difunto padre. Sus ojos se conectaron, ¿Dónde estaba Ave? si allí estaba tanto sus padres como su hijo, dudaba que ella hubiese librado fácil la huida y se hallase segura, quizás la había dejado en otro lado pero no, no era así.
Mirar al licántropo fue suficiente, aun cuando las expresiones eran furiosas, aterradoras, inhumanas era la mejor palabra para describirla, podía saberlo. Ese rostro que había visto y amado los últimos seis años no podía si no reconocerlo donde sea, aun cuando fuese manchado con la sangre de su familia y deformado por la mutación de aquella criatura. No tuvo tiempo de reaccionar, cuando la criatura soltó el cuerpo del hombre mayor y se abalanzó sobre Horatio, quien rápidamente respondió con su duro entrenamiento de defensa ante éstas situaciones. Pero ¿Qué podía hacer? Si no actuaba rápido él acabaría igual que el resto de sus familiares, pero era incapaz de hacer algo que lastimase a Ave aun cuando ésta ahora no lo reconociese más que como una presa viva. Su mente se apagó y sólo dejó que el instinto lo moviera, la batalla había sido tal que cuando, por fin, clavó el cuchillo de plata en la dura piel del ser, ambos cayeron rendidos al suelo, Horatio con la mitad de su sangre perdida por las heridas, y la bestia ya muerta por la letal puñalada sufrida. Desde ese entonces que no recuerda más de lo sucedido y que, sin duda, ya no era el mismo; sin contar que su acción motriz se había visto fuertemente afectada por sus heridas y los traumatismos en su cabeza, su personalidad cálida y permisiva había cambiado, era un hombre mucho más cerrado y frío, calculador hasta con el más mínimo ser viviente que conociera y se volvió incluso más despiadado con sus caserías. Nadie lo cuestionaba si sabían el motivo, matar a tu esposa, el amor de tu vida, quien te apoyó todos los años que convivieron para protegerte y quien, a su vez, había matado a todo el resto de tu familia, era sin duda algo que cambia a cualquiera.
Por ahora Horatio reside solo en París, alojado en la inmensa propiedad que había comprado con Ave pero que ahora era sólo una morada vacía y silenciosa que usaba sólo para dormir y a las justas, tantos recuerdos que le traía a su mente eran perjudiciales para algunas de sus noches que pasaba en vela; al igual que con su hijo, haciéndose la promesa que no saldría de allí hasta que su consciencia se hubiese limpiado lo más posible.
Datos Extras:
- Anteriormente tocaba instrumentos como el violonchelo, el arpa y el piano, pero luego del accidente perdió cierta fineza con sus manos y desde entonces le cuesta seguir un ritmo.
- A sus más cercanos son a los únicos que les permite llamarle por su único apodo, "H". {Ech}
- Su acento es muy marcado, tendiendo a arrastrar las palabras al hablar.
- A causa de su hijo muerto, siente un cariño especial por cualquier niño y adolescente que conozca.
- Hizo la promesa que Ave Mária sería la primera y única mujer en su vida, aun luego de conocer su real raza.
- Jamás se ha sentido traicionado por su esposa, piensa que él es quien le falló.
- Disfruta mucho comer Alubias, casi no tanto por la zona que vivió, si no por gusto propio.
- Nunca se ha llevado bien del todo con las aves, tiene varias experiencias que lo meritan.
Última edición por Horatio Grissom el Lun Nov 21, 2011 7:31 pm, editado 2 veces
Horatio Grissom- Cazador Clase Alta
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