Dime que puedes ayudarme (Horatio)

por **Elene Tzaravas** Mar Feb 16, 2016 8:12 pm

Pocas veces dejaba la seguridad de su hogar, allí, solía esperar a que su esposo llegara, o que su hijo volviera de la escuela. Mas desde un tiempo a ésta parte, se había dado cuenta que aquello la volvía melancólica y por momentos dejaba el plano de lo terrenal para acercarse demasiado al plano de los espíritus, si eso ocurriera, esta segura que le sería imposible volver. Por lo que había intentado distraerse con mil cosas. pero hasta el momento nada lograba hacer que su alma se aferrase a éste plano, solo la presencia de sus amados lo lograba, pero tenía miedo de cometer alguna imprudencia.

Hacía apenas unos días había decidido acompañar a su esposo a su trabajo, pero sus celos se volvieron peligrosos, cuando observó como algunas mujeres eran demasiado amorosas con su amado, ¿quienes se creían que eran para lisonjear de esa manera a un hombre con hijo y casado? bueno, podía ser que ella no pudiera presentarse en carne y hueso, pero eso no quería decir que no sintiera un profundo amor por él, o que no le doliera hasta lo indecible al verlo cerca de otra mujer. En ese arranque de ira había roto tres jarrones griegos, por suerte habían creído que la culpable era la mujer que se había acercado in apropiadamente a su amado, había reído feliz al ver como los guardias de seguridad, echaban del museo a ese adefesio con patas, que había intentado seducir a su amado.

Pero pasados unos días, supo que no podía seguir teniendo esos arranques, necesitaba encontrar la forma de controlarse, tal vez si encontraba alguna persona, o ente que le ayudara en dominar sus emociones y ademas sus poderes, de algún modo lograría comunicare con su amado y a la vez, no ser un estorbo para la vida de su hijo y de su amado. Suspiró, aunque nadie la podría escuchar, deseaba tanto lograr materializarse, aprender a conseguir la energía necesaria para hacerse presente y hablar con Owen, sin necesidad de hacerlo solo en sueños. Pero... ¿quien podría ayudarla?

por **Horatio Flēming** Sáb Feb 20, 2016 8:34 pm

La energía de aquel esperpento había servido lo suficiente como para tenerme de nuevo en este mundo, aunque fuera por unos pocos minutos, unos de los cuales disfruté arrancándole toda la cordura, pudor y vergüenza que podría tener aquella escuálida y asustadiza cosa que se aprecia llamar “mujer”. El cigarro que llevo hace el efecto que quiero, ya lo tiene sabido que para eso la quiero y que nunca la dejaré en paz, no luego de lo que hizo, sabe que su única escapatoria es la muerte y ni luego de ella será libre porque la encadenaría igual a mi.

En esta ocasión luego de la sesión de castigo que le tengo programa a mi “esposa” por así decirlo, decido salir un momento, las personas que me conocieron hace años, saben que rondo de vez en cuando por la ciudad, que otras veces estoy de “viaje” de negocios, una vil mentira que he creado para someter más a mi mujercita rebelde. El paseo es tranquilo con la sonrisa de alguna que otra mujer soltera y casada, que descaro de las mujeres pero es lo que más atrae, claro, un hombre que pasea con aquella calma por la ciudad como si no tuviese que trabajar o mantener a una mujer, dando en claro grito “soy un hombre soltero y millonario”; al final todo se resume a ambición.

La plaza de la ciudad un lugar lleno de energía suficiente para mantenerme en el plano físico, puedo sentir el viento y los rayos del sol mientras absorbo la vitalidad de los que ahí rondan, la materialización es completa, he cargado la suficiente energía para poder hacer lo que me venga en gana.

Percibo la presencia de alguien que también se ha arraigado a este mundo, alguien que ya no debería estar pero que sigue rondando como alma en pena, que loco decir esa palabra alguien que también está en esa condición. El cigarro no me sabe ya igual a cuando antes lo fumada, pero es el hábito.

—No te escodas mujer ¿Por qué no apareces y charlamos de lo más tranquilo?—

La risa que suelto retumba por todo le lugar con la mirada de los pocos transeúntes que aún quedan con las suficientes energías.

por **Elene Tzaravas** Sáb Ago 27, 2016 9:02 pm

Aquellas palabras la asustaron, no esperaba que algún ser pudiera darse cuenta que ella estaba allí. Miró en distintas direcciones, hasta que no tuvo duda alguna, quien había sido el hombre que le hablara. Su aura era igual a la suya, pero su materialización era completa, vamos, que parecía uno mas de los humanos que caminaban libremente por la plaza.

Le oyó reírse, de una forma algo estrepitosa pero no le molestó, por el contrarió, hasta sintió un poco de envidia, que daría ella por conseguir hacer aquello que estaba viviendo ese fantasma. Se acercó a él, flotando, etérea, transparente, - ¿como lo haces? - le dijo, mientras que lo rodeaba, casi descaradamente, como si se tratase de una niña que acaba de contemplar un acto de magia. Ella deseaba poder realizar aquella proeza, quería que le enseñara.

Era un hombre muy particular, su mirada mostraban que tenia un caracter fuerte, seguramente por eso aún se podía mantener en el plano de los seres vivos, mientras ella solo lo podía espiar, en esa forma de niebla o de ente transparente, que tanto le molestaba. En especial, porque deseaba con todas sus ansias poder abrazar a su amado esposo y a su pequeño hijo.

Se colocó en frente del fantasma, intentó respirar el humo del cigarro, que se esparcía por el aire, mas le fue inútil, muy frustrante. Le miró a los ojos, - Dime como lo haces, por favor - le suplicó. Entonces se dio cuenta que no se había presentado, - disculpa, me llamaba Elene, cuando aún estaba viva. - dijo extendiendo su mano, como si aún pudiera hacer algo tan fácil como un apretón de manos. Se quedó mirando su mano etérea, mirando con suma tristeza por ser simplemente un residuo de lo que alguna vez había sido. Volvió a suspirar, - que no daría por hacer las simples cosas que hacía cuando aún estaba en el mundo de los vivos - se lamentó.

por **Horatio Flēming** Lun Sep 19, 2016 11:51 pm

Dejo escapar el humo del cigarro frente a aquella lamentosa mujer, verla en aquel estado sacó una nueva risotada o quizás fueron sus palabras, sí, efectivamente fueron sus palabras las que me obligaron a soltar el cigarro para evitar quemarme y desperdiciar energía de aquella horripilante persona que tengo como ¿viuda?, maldita descarada solo pensar en ella hace que me enfurezca y el viento se agite en aquel lugar. Debo calmarme si quiero tener un día normal.

Miro a la mujer de frente y luego la analizo de pies a cabeza

—No dudo que de viva debiste estar bien buena, teniendo a todos a tus pies por quererte tener en la cama, pero ahora de muera ¿habrá alguien que te llore?—

Vuelvo a reír pero antes que aquella mujer suelte algun refunfuño por mis palabras la interrumpo mirándole con toda la seriedad, algo que me caracterizaba.

—Elene ¿por qué quieres hacer lo que yo hago? Esto de la visibilidad y el poder jugar al ser invisible y visible. ¿Un amante? ¿Sexo? ¿Hijo? ¿Venganza? ¿Aburrimiento? Si me contestas bien podré ayudarte mujer, porqué sabré que intenciones tendrás para hacer lo que yo hago, aunque también hay otra forma pero es muy complicada, así que te podría enseñar el camino más fácil luego quizás el más largo y doloroso, para ti al menos—

Se veía como si hablara solo, a la vista de los demás me podía ver como un demente que hablaba al viento y antes de que ellos se dieran cuenta desaparecí para ser igual a aquella mujer para luego con mayor fuerza aparecer sentado admirando el lugar como cualquier humano normal y vivo

por **Elene Tzaravas** Dom Nov 27, 2016 7:31 pm

Aquel personaje la dejaba boquiabierta, era grosero, atrevido, pero a la vez, parecía culto, todo un caballero. Ante las palabras del fantasma, quiso protestar, dejarle claro que a pesar de sus ganas de aprender a realizar ese truco, no permitiría que la insultara. Pero enmudeció, cuando él le aseguró que le enseñaría como hacerlo, si revelaba sus intenciones, el porqué de su necesidad de materializarse. -¿Por qué? – se preguntó en voz alta, aunque nadie excepto ellos dos pudieran escucharla. Su mirada se detuvo en el rostro atractivo y sereno de Horatio, - pues… como dijiste, la familia, mi hijo, mi esposo… - desvió la mirada a unos transeúntes que pasaban cerca de ellos y que se quedaron mirando al caballero que parecía que hablaba con la nada,- solo quiero poder disfrutar de la compañía de mis amados, ver crecer a mi hijo… el destino quiso arrancarme de su lado cuando apenas era un bebé, necesito poder abrazarlo, besarlo… no puedo dejarlos, no aún – dijo con su voz quebrada por la emoción, una vez que sonaba al susurro del viento entre las hojas, al tintineo de cristales de caireles, golpeándose entre sí, colgados al sol.

Le vio desvanecerse, para aparecer unos pasos más lejos de donde se encontraba, sentado en un banco de la plaza, un tanto alejado de donde permanecían jugando unos niños, indiferentes a lo que éstos dos seres sobrenaturales hacían. Flotó acercándose lentamente a donde el fantasma se encontraba. En su ser una pregunta giraba, necesitando que él le respondiera con la verdad, - dices que existen dos caminos, uno simple y el otro difícil, doloroso… explícate… por favor – dijo mientras se sentaba al lado del caballero, manteniendo su mirada en el rostro impertérrito de su compañero fantasmal. - ¿Qué diferencia tiene un camino, con el otro? – preguntó a boca de jarro, había pasado muchos años en una total soledad, si poderse comunicar con nadie, y menos con entes fantasmales como ella, así que, ahora que podía hacerlo, no deseaba dejar ninguna duda sin respuesta.

por **Horatio Flēming** Lun Dic 19, 2016 9:55 pm

El humo del cigarro que suelto llena por donde estoy obligando a los que llegan a dar paseos evitarnos para no tener que oler ese desagradable aroma del tabaco mezclada con la muerte, aunque a ella no la ven solo a mí pero eso es lo más divertido porque en segundos desaparezco con la fina tela de la invisibilidad llegando a ser solo visible a los ojos del otro ente para aparecer de nuevo visible y así tomar más energía de los que están alrededor y otros entes más débiles, riéndome de todos ahí.

Clavo la mirada en la mujer espectral y miserable que agoniza con una excusa tan barata como justificada a la que solo puedo alzar los hombros como si no me importara, además yo estaba aquí por el deseo de no dejar jamás en paz a aquella perra asesina que debí estar bajo tierra y no yo.

—¿Tan difícil se te hace dejarlos ir? Deberías hacer mejor que encuentre una esposa nueva y una madre más viva tu hijo o ¿qué? Piensa que lo podrás abrazar y seguir con tu vida, acaso quieres jugar a ser mami y esposita nuevamente, por favor, el tiempo pasa y se hace presente en las demás personas pero nosotros quedamos vivos en otro mundo, no será igual tu esposo no podrá sentir como antes te sentía solo frío y vacío que no llenará nada, mejor usa la venganza para quedarte y no el amor—

Suelto como el cigarro que cae al suelo.

—Todo en esta vida tiene dos opciones el camino fácil y el difícil, el sencillo para ti será tomar energía de otras personas para concentrarla en ti y poder materializarte, con el tiempo y la habilidad podrás mantenerte mucho tiempo visible, pero lo difícil es que uses a aquellos que amas, uses su energía vital para que te alimente a ti, ah y no me digas que no lo quieres hacer porque lo terminarás haciendo—

Suelto una risa porque se de lo que hablo mejor que nadie y quien mejor que aquella maldita masoquista del esperpento que aun mantengo como mi esposa, si aquella esclava de mi deseo.

—Somos muerte y como tal terminamos matando a nuestro alrededor, niña—

Suelto una carcajada porque ella tendrá que decidir si realmente quiere hacer eso, pero lo dudo su aura es tan pura como una bebe inocente, nada que ver con espectros como yo, muy distintos éramos todos.

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