AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Blaylock Dagger
2 participantes
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Blaylock Dagger
Nombre del Personaje:
Blaylock Dagger
Edad:
200 años
Especie:
Vampiro
Tipo y Clase Social:
Alta
Orientación Sexual:
Bisexual
Lugar de Origen:
Inglaterra, Londres
Habilidad/Poder:
Posee tres poderes distintos, que le confiere su especie. El primero de ellos es el encandilamiento, un don mediante el cual consigue que la gente se sienta atraída por él. Además tiene telepatía, siendo capaz con ello de leer las mentes ajenas y comunicarse de forma mental sin necesidad de hablar. El último de sus poderes es el sentido del peligro, que es como un sexto sentido que lo avisa de cuándo puede estar en riesgo para reaccionar a tiempo.
Descripción Física:
Es un muchacho esbelto, no tiene demasiados músculos pero sí los necesarios para hacerse notar de vez en cuando. Su rostro es fino, de rasgos redondeados pero concordantes con el resto de su cuerpo. Sus ojos son de un color entre azul y verde, intensos y de forma almendrada. Su piel tiene cierto tono bronceado, y es tersa y suave como la seda… aunque sí tiene una pequeña discordancia, una fina cicatriz alargada en un lateral del cuello, que parece importante y que nunca ha sanado en ningún sentido. No es demasiado alto, pero tampoco bajo. Su cabello es de un tono castaño oscuro, con toques cenizas, más corto por los lados y más largo en la zona central superior. Tiene unos labios no muy gruesos, pero tampoco delgados, seductores y sugerentes.
Descripción Psicológica:
Si tuviésemos que definir a Blay con una sóla palabra, esta sería peculiar. Es un muchacho con un humor cambiante e impulsivo, se deja llevar mucho por las primeras sensaciones y los instintos, y puede tener cambios bruscos de estar bien a estar hundido psicológicamente. Es un chico sensib le, sencillo y claro. Es fácil herir sus sentimientos pero muy complicado que él confiese sus problemas. En ese sentido es cerrado, no quiere involucrar a nadie ni causar mal alguno a personas ajenas e incluso a las personas que más pueda querer. Para él es complicado abrirse sin tapujos, pero a la hora de la verdad es capaz de escuchar si otra persona decide hablar de sus problemas con él, e incluso puede ofrecerse a dar consejos.
Odia la mentira, la falsedad… la gente que habla a las espaldas o que traiciona a quien ha confiado en dichas personas. Tiene un sentido de la justicia muy fomentado, y es incapaz de contemplar un hecho injusto sin poner su granito de arena o intentar solucionar la situación. Es reflexivo, aunque en muchas ocasiones no piensa antes de actuar y actua conforme a su puro instinto, a sus sensaciones. Tranquilo y calmado la mayor parte del tiempo, pero también con chispa, con pasión.
En las relaciones, ya sean de amistad o amorosas, es leal y fiel a sus compañeros y amigos. Es decidido, emprendedor… y suele tener las cosas bastante seguras. Sabe que no es perfecto y que puede equivocarse, pero al mismo tiempo tiene la confianza de saber que él sabrá reconocer los errores. Le encanta la fiesta, divertirse, como a cualquier muchacho de su edad aparente y en la cual se ha quedado estancado. Beber, pasarlo bien, conocer gente… es abierto y espontáneo aunque sea celoso de su intimidad y su vida.
Historia:
Blaylock nació en el seno de una familia adinerada. Su padre era el dueño de una conocida y afamada industria naviera, y su madre era la clásica ama de casa, entregada por completo a su hogar, a su marido y a su familia en general. Eran el matrimonio perfecto a los ojos de la alta sociedad londinense. Acudían a las grandes fiestas de etiqueta presumiendo de su supuesto amor y de la buena vida que llevaban. Cinco años después de casarse, tomaron la seria decisión de tener un hijo, un heredero que continuase con la buena fama familiar y con el negocio que llevaba su padre, y que tarde o temprano tendría que dejar en manos de otro responsable. Así nació Blaylock. No fue recibnido con amor, cariño y paciencia fraternal, sino con un claro interés económico y social. Su padre no lo veía como una persona, sino como una posesión más de la cual presumir y la cual podía usar. Su madre no tenía la personalidad suficiente como para sacar la cara por el niño, plantarse delante de su marido y echarle en cara la poca atención que le otorgaban a Blay.
Desde muy pequeño fue criado por las empleadas de la gran mansión familiar, que lo alimentaban, enseñaban… incluso tuvo profesores particulares, que le daban las clases en su propia habitación. Con diez años ya estaba estudiando administración de empresas en su casa, y todavía no sabía lo que era divertirse, salir a la calle con sus amigos e irse a una fiesta a beber y pasarlo bien. En su mente, la infancia que estaba llevando era la correcta porque así se lo habían inculcado desde el principio. Pero cuando cumplió los quince años, empezó a darse cuenta de que eso no era vida, y de que parecía un muerto viviente en lugar de un chico joven y afortunado. Empezó a escaparse de casa por las noches, hizo un selecto grupo de amigos y empezó a disfrutar de una relativa libertad, que le abrió las puertas a lo que para él era todo un mundo nuevo.
Pero la farsa no podía durar mucho, y una noche su padre lo pilló escabulléndose. El enfado fue descomunal, y literalmente mandó a los guardias y demás criados impedirle salir a la calle bajo ningún concepto. Su progenitor quería cortarle las alas, impedirle tener una vida propia para así tenerlo de perrito faldero, siempre abierto a sus órdenes y su mandato, al igual que había hecho con su esposa. Los primeros días, Blay aceptó su nueva condición de preso en su propia casa, sin rechistar y sin oponer resistencia alguna… pero de nuevo sus ansias por vivir, por ser alguien y no la simple sombra de su padre, fueron superiores a cualquier temor que pudiera tener. Volvió a escaparse… y nunca más regresó a la casa. Gracias a sus exquisitos estudios, no tardó mucho en convertirse en la mano derecha del dueño de una empresa textil, que admiraba al muchacho por su corta edad y su sabiduría inexplicable.
Libre de cualquier atadura, tuvo su primer hogar, sus primeros compañeros de verdad y sus primeros escarceos amorosos. Estuvo relacionado con una muchacha de buena cuna llamada Gabriella, una muchacha dos años menor que él, que al igual que Blay en un principio, estaba encadenada a los deseos de sus padres para ella: buscar un buen marido y se mantenida para siempre. Conmovido por reconocerse en esa historia, Blay empezó una relación amorosa con la muchacha y le enseñó las formas que él conocía de divertirse fuera de las cuatro paredes de una casa. Pero ella le fue infiel a los pocos meses, con un conde mucho más poderoso y rico que Blay… algo que destrozó al muchacho. Fue entonces cuando comenzó a desconfiar de las personas… y sobre todo de las mujeres.
Empezó a tener relaciones con otros hombres. Sabía que estaba mal, que no se veía bien por la sociedad… pero le gustaba pensar que era mejor comprendido por las personas del mismo sexo que por las del contrario. Todo le iba bien, disfrutaba de su ritmo y nivel de vida… hasta que se encontró una noche en la que iba bebido con un completo desconocido. Un hombre atractivo, alto… vestido de forma exquisita y en colores oscuros, con el que pasó una noche de pasión… que le salió bien cara. Fue convertido en contra de su voluntad en un vampiro por ese hombre que resultó ser una de esas criaturas de la noche. Lo abandonó en cuanto empezó la transición… y Blay lo pasó bastante mal. No comprendía lo que le estaba sucediendo, ni como librarse del dolor que lo asaltaba. Cuando por fin ese infierno cesó… se llenó de ira hacia su creador. Dejó su trabajo y ahora va en busca de ese vampiro que lo usó y abandonó como si fuese un trapo viejo.
Datos Extras:
…
Blaylock Dagger
Edad:
200 años
Especie:
Vampiro
Tipo y Clase Social:
Alta
Orientación Sexual:
Bisexual
Lugar de Origen:
Inglaterra, Londres
Habilidad/Poder:
Posee tres poderes distintos, que le confiere su especie. El primero de ellos es el encandilamiento, un don mediante el cual consigue que la gente se sienta atraída por él. Además tiene telepatía, siendo capaz con ello de leer las mentes ajenas y comunicarse de forma mental sin necesidad de hablar. El último de sus poderes es el sentido del peligro, que es como un sexto sentido que lo avisa de cuándo puede estar en riesgo para reaccionar a tiempo.
Descripción Física:
- Spoiler:
Es un muchacho esbelto, no tiene demasiados músculos pero sí los necesarios para hacerse notar de vez en cuando. Su rostro es fino, de rasgos redondeados pero concordantes con el resto de su cuerpo. Sus ojos son de un color entre azul y verde, intensos y de forma almendrada. Su piel tiene cierto tono bronceado, y es tersa y suave como la seda… aunque sí tiene una pequeña discordancia, una fina cicatriz alargada en un lateral del cuello, que parece importante y que nunca ha sanado en ningún sentido. No es demasiado alto, pero tampoco bajo. Su cabello es de un tono castaño oscuro, con toques cenizas, más corto por los lados y más largo en la zona central superior. Tiene unos labios no muy gruesos, pero tampoco delgados, seductores y sugerentes.
Descripción Psicológica:
Si tuviésemos que definir a Blay con una sóla palabra, esta sería peculiar. Es un muchacho con un humor cambiante e impulsivo, se deja llevar mucho por las primeras sensaciones y los instintos, y puede tener cambios bruscos de estar bien a estar hundido psicológicamente. Es un chico sensib le, sencillo y claro. Es fácil herir sus sentimientos pero muy complicado que él confiese sus problemas. En ese sentido es cerrado, no quiere involucrar a nadie ni causar mal alguno a personas ajenas e incluso a las personas que más pueda querer. Para él es complicado abrirse sin tapujos, pero a la hora de la verdad es capaz de escuchar si otra persona decide hablar de sus problemas con él, e incluso puede ofrecerse a dar consejos.
Odia la mentira, la falsedad… la gente que habla a las espaldas o que traiciona a quien ha confiado en dichas personas. Tiene un sentido de la justicia muy fomentado, y es incapaz de contemplar un hecho injusto sin poner su granito de arena o intentar solucionar la situación. Es reflexivo, aunque en muchas ocasiones no piensa antes de actuar y actua conforme a su puro instinto, a sus sensaciones. Tranquilo y calmado la mayor parte del tiempo, pero también con chispa, con pasión.
En las relaciones, ya sean de amistad o amorosas, es leal y fiel a sus compañeros y amigos. Es decidido, emprendedor… y suele tener las cosas bastante seguras. Sabe que no es perfecto y que puede equivocarse, pero al mismo tiempo tiene la confianza de saber que él sabrá reconocer los errores. Le encanta la fiesta, divertirse, como a cualquier muchacho de su edad aparente y en la cual se ha quedado estancado. Beber, pasarlo bien, conocer gente… es abierto y espontáneo aunque sea celoso de su intimidad y su vida.
Historia:
Blaylock nació en el seno de una familia adinerada. Su padre era el dueño de una conocida y afamada industria naviera, y su madre era la clásica ama de casa, entregada por completo a su hogar, a su marido y a su familia en general. Eran el matrimonio perfecto a los ojos de la alta sociedad londinense. Acudían a las grandes fiestas de etiqueta presumiendo de su supuesto amor y de la buena vida que llevaban. Cinco años después de casarse, tomaron la seria decisión de tener un hijo, un heredero que continuase con la buena fama familiar y con el negocio que llevaba su padre, y que tarde o temprano tendría que dejar en manos de otro responsable. Así nació Blaylock. No fue recibnido con amor, cariño y paciencia fraternal, sino con un claro interés económico y social. Su padre no lo veía como una persona, sino como una posesión más de la cual presumir y la cual podía usar. Su madre no tenía la personalidad suficiente como para sacar la cara por el niño, plantarse delante de su marido y echarle en cara la poca atención que le otorgaban a Blay.
Desde muy pequeño fue criado por las empleadas de la gran mansión familiar, que lo alimentaban, enseñaban… incluso tuvo profesores particulares, que le daban las clases en su propia habitación. Con diez años ya estaba estudiando administración de empresas en su casa, y todavía no sabía lo que era divertirse, salir a la calle con sus amigos e irse a una fiesta a beber y pasarlo bien. En su mente, la infancia que estaba llevando era la correcta porque así se lo habían inculcado desde el principio. Pero cuando cumplió los quince años, empezó a darse cuenta de que eso no era vida, y de que parecía un muerto viviente en lugar de un chico joven y afortunado. Empezó a escaparse de casa por las noches, hizo un selecto grupo de amigos y empezó a disfrutar de una relativa libertad, que le abrió las puertas a lo que para él era todo un mundo nuevo.
Pero la farsa no podía durar mucho, y una noche su padre lo pilló escabulléndose. El enfado fue descomunal, y literalmente mandó a los guardias y demás criados impedirle salir a la calle bajo ningún concepto. Su progenitor quería cortarle las alas, impedirle tener una vida propia para así tenerlo de perrito faldero, siempre abierto a sus órdenes y su mandato, al igual que había hecho con su esposa. Los primeros días, Blay aceptó su nueva condición de preso en su propia casa, sin rechistar y sin oponer resistencia alguna… pero de nuevo sus ansias por vivir, por ser alguien y no la simple sombra de su padre, fueron superiores a cualquier temor que pudiera tener. Volvió a escaparse… y nunca más regresó a la casa. Gracias a sus exquisitos estudios, no tardó mucho en convertirse en la mano derecha del dueño de una empresa textil, que admiraba al muchacho por su corta edad y su sabiduría inexplicable.
Libre de cualquier atadura, tuvo su primer hogar, sus primeros compañeros de verdad y sus primeros escarceos amorosos. Estuvo relacionado con una muchacha de buena cuna llamada Gabriella, una muchacha dos años menor que él, que al igual que Blay en un principio, estaba encadenada a los deseos de sus padres para ella: buscar un buen marido y se mantenida para siempre. Conmovido por reconocerse en esa historia, Blay empezó una relación amorosa con la muchacha y le enseñó las formas que él conocía de divertirse fuera de las cuatro paredes de una casa. Pero ella le fue infiel a los pocos meses, con un conde mucho más poderoso y rico que Blay… algo que destrozó al muchacho. Fue entonces cuando comenzó a desconfiar de las personas… y sobre todo de las mujeres.
Empezó a tener relaciones con otros hombres. Sabía que estaba mal, que no se veía bien por la sociedad… pero le gustaba pensar que era mejor comprendido por las personas del mismo sexo que por las del contrario. Todo le iba bien, disfrutaba de su ritmo y nivel de vida… hasta que se encontró una noche en la que iba bebido con un completo desconocido. Un hombre atractivo, alto… vestido de forma exquisita y en colores oscuros, con el que pasó una noche de pasión… que le salió bien cara. Fue convertido en contra de su voluntad en un vampiro por ese hombre que resultó ser una de esas criaturas de la noche. Lo abandonó en cuanto empezó la transición… y Blay lo pasó bastante mal. No comprendía lo que le estaba sucediendo, ni como librarse del dolor que lo asaltaba. Cuando por fin ese infierno cesó… se llenó de ira hacia su creador. Dejó su trabajo y ahora va en busca de ese vampiro que lo usó y abandonó como si fuese un trapo viejo.
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Blaylock Dagger- Vampiro Clase Alta
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Re: Blaylock Dagger
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