El Noble Rousseau

Nombre: Alaric Rousseau
Edad: 20 Años
Especie: Humano noble.
Clase social: Alta
Orientación sexual: Heteroflexible
Procedencia: Francia
Descripción física:

Spoiler:

Descripción Psicológica: Alaric, debido a su condición familiar, ha tenido que adquirir ciertos conocimientos a lo largo de su vida de los que no se arrepiente. Sus favoritos: Matemáticas, astrología y filosofía. A su vez, también ha adquirido habilidades físicas importantes, como el combate cuerpo a cuerpo y la esgrima. Su mayor virtud es la estrategia, de ahí a que tenga una buena posición en el ejército.

Su pesimismo rara vez sugiere un problema para tomar sus decisiones, aunque siempre le causa verdaderos quebraderos de cabeza. Es una persona que piensa antes de hablar, por ello, siempre baraja todas las posibilidades habidas y por haber antes de actuar. Se considera una persona valiente y humanitaria, aunque no ha tenido la posibilidad de enfrentarse a algo que lo ayude a averiguarlo. No obstante, asegura que sería capaz de proteger a su familia con su propia vida.

No es muy amante de las bromas y de las mentiras, aunque si tiene que hacer uso de ellas, lo hará sin contemplaciones. Es educado y sabe tratar a las mujeres, pero no siente demasiada devoción hacia ellas. Valora más la amistad de los hombres que le rodean, ya que, suele pasar más tiempo entre ellos. Si tuviese que entender entre un problema matemático y a una mujer, obviamente ganaría el problema.

Como se trata de un soñador, nunca descarta las historias y leyendas que cuentan los juglares, aunque tampoco se las termina de creer. No obstante, si tuviese que enfrentarse a ellas, se sentiría preparado.

Historia: Alaric había visto la luz de su primer amanecer en cuanto abrió los ojos, azules como el cielo, y su pelo era del color de la miel más exquisita, que con el tiempo probablemente oscurecería. Pero no pareció impresionarle demasiado el hecho de nacer, ya que pasó el resto del día durmiendo, y con el tiempo demostró ser un bebé dócil y somnoliento que dedicaba encantadoras sonrisas a todo el mundo. Lo que no sabía el pequeño, era que no muy lejos de allí, había nacido el mismo día, su primo bastardo. Un primo del que desconocería para el resto de su vida, o al menos, así pretendía su tía, la cual quedó embarazada fuera del matrimonio, y por tanto, exiliada a la oscuridad tras su deshonra hacia la familia. Sin embargo, y aunque todo el mundo lo daba por hecho, no se habló de la muerte de su tía hasta pasados varios años. Cuando apenas había creencias de que la joven, pudiese haber sobrevivido a los fríos inviernos. Aquella historia, había inquietado totalmente a Alaric, cual curioso, no podía evitar hacer preguntas una y otra vez sobre su tía.

De todos modos, su tía no había sido el único problema en su familia. Su madre, había fallecido en uno de los inviernos más fríos tras contraer una enfermedad. Así que, a sus dieciséis años, se vio obligado a vestir de luto. Su padre, incapaz de superarlo, optó por alegrarse con la nueva posibilidad de ganarse nuevos dominios; Comprometiendo a su hijo con una dama de grandes títulos.

Lo curioso, es que la joven con la que se había prometido, no era una desconocida. Habían jugado juntos desde niños y compartido risas y confidencias, con una intimidad que en cualquier otra circunstancia habría resultado inadecuada entre dos jóvenes de distinto sexo. Pero sus progenitores habían alentado aquella amistad, previniendo que con el tiempo se convertiría en algo más. Ya que desde sus nacimientos, todo el mundo lo había dado por hecho.

A sus dieciocho años, su curiosidad se vio aumentada, cuando en una de sus incursiones por el mercado, se topó con un curioso muchacho de rasgos familiares. No en vano, intentó entablar una conversación, pero éste no parecía demasiado interesado en ello. No obstante, en un abrir y cerrar de ojos, el muchacho desapareció y aunque Alaric lo buscó por todo el mercado, no volvió a saber de él.

Dejando de lado su interés familiar y sus problemas matrimoniales; Alaric también formaba parte del ejército de su país. De modo que, sabía que no tardaría en ir a la guerra para honrar a Francia y proteger sus títulos. A pesar de su audacia, valentía y determinación; el muchacho no albergaba demasiadas esperanzas de la batalla, su pesimismo, lo instaba a imaginarse bajo la derrota de algún otro país.