..World of ROXANNE..

por **Michelle Délvheen** Jue Nov 03, 2011 6:56 am

ROXANNE
-conocida como Rubí, en el burdel-

First there is desire
… Then... passion...

-Edad: 28 años

…Then... suspicion!
Anger! Betrayel! Jealosy...

-Especie: Vampira

…Where love is for the highest bidder,
There can be no trust…

-Tipo y Clase Social: Ex - Cortesana. Clase Alta

…Without trust,
There is no love...

-Orientación Sexual: Heterosexual

…Jealosy.
Yes, jealosy...

-Lugar de Origen: París, Francia

…Will drive you... will drive you... will drive you...
MAD...

-Habilidades y poderes: Agilidad y reflejos sobrehumanos, sentidos aumentados, encandilamiento, persuasión y telepatía.

-Descripción Física:

…Walk the streets for money
You don't care if it's wrong or if it is right…

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-Descripción Psicológica:

… You don't have to sell your body to the night…

Roxanne se caracteriza por ese aura divina que le envuelve cuando se presenta ante la sociedad, sin discriminaciones en si se trata de un cliente o de una amistad. Es una persona atormentada interiormente, porque realmente no le gusta su trabajo, pero lo ve como el único fin para aspirar a un mejor futuro, en el que poder permanecer junto a un hombre que la sostenga económicamente e invierta en su faceta artística, pues su sueño y su mayor meta es convertirse en una prestigiosa actriz, cantante y bailarina. Por ello, es famosa en el burdel bajo el nombre de Rubí -dado por su cabellera rojiza y lo caros que son sus servicios, pues sólo acepta en su lecho a nobles y adinerados hombres- y realiza algunos shows junto a algunas de sus compañeras en las que Roxanne libera sus deseos de cantar y bailar. No obstante, tras cada una de sus actuaciones, suele ser cortejada por varios de su público. Es necesario remarcar, pues, que es ella quien elige y acepta el cortejo de un hombre, siempre dependiendo de la suma monetaria que le ofrezcan o los regalos que le brinden. De ese modo, se asegura seguir siendo la cortesana mejor pagada del burdel, hacerse un nombre dentro de la clase noble por sus espectáculos y quizás, algún día, uno de sus exclusivos clientes decida brindarle lo que ella más ansía: la oportunidad de brillar con luz propia, como un auténtico rubí.
En el burdel –el que considera ya como su hogar y su familia- y ante el exterior, suele mostrarse espontanea, atrevida, juguetona, pícara, traviesa, alegre, vivaz, fuerte, con bastante carácter cuando se siente atada, alocada, pero dulce si la ocasión lo requiere.
No obstante, Roxanne es una soñadora empedernida en algunos aspectos de la vida, pero no en cuanto al amor se refiere, del que, la muy testaruda, siempre habla como una “tonta idea utópica” incisa en un mundo de sexo por dinero.
Es discreta en cuanto a su privacidad se refiere. Y aunque nunca lo exteriorice, realmente se siente sola en el mundo, sola y perdida. Jamás nadie la ha visto llorar, y por ello quizás también se ganó esa fama de dura y fuerte, atribuyéndolo al goce que su trabajo le supone pese a no ser así, pues simplemente… es buena actriz. Es realmente una actriz, cantante y bailarina exquisita, haciendo temblar las piernas de quién logra contemplarla y tiritar el pecho de quién alcanza a tocarla. Sus dotes le permiten ejercer su trabajo con un éxito brutal, pues tal y como dice ella misma, “me pagan por decir lo que desean escuchar y sentir lo que anhelan percibir”.

-Historia:

…His eyes upon your face
His hand upon your hand
His lips caress your skin
It's more than I can stand…

La historia de Roxanne empezó una gélida madrugada de 1772, a inicios de un febrero que fue especialmente crudo. Hija única de un matrimonio modesto, vivió una infancia feliz junto a unos progenitores que la adoraban y mimaban por encima de todas las cosas, quitándose incluso la cuchara de la boca para dársela a ella.
Su padre era un escritor que trabajaba para una humilde revista ideológica, algo bohemia incluso. Su madre se encargó de la educación de Roxanne, de sus cuidados y de la casa en la que vivían de alquiler.
No obstante, el clima familiar no era tan idílico como se creía. Algunas noches, Roxanne era testigo de la llegada a casa de su padre en visible estado de embriaguez, oliendo a perfume femenino, con el cuello lleno de marcas de labios rojos y con la ropa revuelta. Y él siempre caía rendido en el salón, ajeno a la mirada horrorizada y confusa de su hija. Estas tensas situaciones empezaron a ser rutinarias a medida que pasaban los años y la pequeña dejó atrás su infancia sumida en el silencio y la traición, con la impotencia de imaginar lo que su padre se traía entre manos y ser incapaz de revelárselo a su adorada madre. Pero sólo tenía sospechas, nada que pudiese usar como prueba cuando decidiese terminar aquella farsa. Por ello, una noche, Roxanne siguió a su padre de hurtadillas, dejándose guiar hacia un precioso edificio situado en la parte más oscura y alejada de la urbe. Atónita, contempló cómo su progenitor entraba en aquél lugar lleno de luces que centelleaba en la nocturnidad. Tragó saliva y agachó la mirada, deseando que los vigilantes le permitiesen la entrada sin reparar en su temprana edad de diecisiete años. Pero no fue así, y los guardias la interceptaron antes de cruzar el gran umbral. Uno de ellos la tomaron por el brazo con fuerza, la zarandearon y le gritaron que se marchara por donde había venido, que aquél mundo no era para ella. Roxanne estaba a punto de llorar de rabia, cuando la puerta se abrió y apareció un hombre gigantesco, con un sombrero negro de copa, ojos centelleantes, de bigote y barba pelirroja, vestido elegantemente con caras ropas que indicaba su alto estatus. Él miró a Roxanne un momento, respondiendo así a la pregunta interior que el dueño se formulaba: sí, ella era la responsable de los altercados en el exterior. Roxanne cerró los ojos con fuerza, preparándose para recibir quizás un bofetón por aquél escándalo público. No obstante, el hombre se agachó y tomó el mentón de la joven, obligándola a mirarle. El dueño del burdel examinó cada resquicio de la piel que Roxanne había dejado al descubierto. Él sonrió y entonces, la guió al interior del recinto, siendo ella testigo de la lujuria que dominaba el ambiente, la música, las mujeres, los hombres, el sexo, el coqueteo, la locura, el delirio… y su padre en brazos de otra. Roxanne sitió entonces la llama de la ira empujarle hacia él y quizás golpearle o insultarle por semejante traición hacia su madre, hacia el amor que había jurado cuidar el resto de su vida. Pero no lo hizo. La muchacha se quedó paralizada allí, contemplando con lágrimas en los ojos cómo una cortesana desnudaba a su progenitor y… El dueño la giró, tomando el rostro de la joven entre sus manos. Él le ofreció entonces todo cuanto ella soñaba y anhelaba: fama, dinero y éxito. ¿A cambio de qué? De vender su cuerpo a la noche. Roxanne desvió la mirada de nuevo hacia su padre y con voz trémula, aceptó.
Desde aquella noche hace ya ocho largos años, Roxanne abandonó a su familia sin una despedida, sin un adiós, sin un motivo que darles ni una disculpa que les calmase la preocupación y desconsuelo que les dejó. Desapareció sin más y se convirtió en la Señora de la Lujuria. Empezando como una cortesana más, pronto su avaricia y el perfecto dominio del arte de la seducción, la llevaron a la cumbre del prostíbulo, tomándose incluso el lujo de rechazar a los simples clientes borrachos o sin mucho que ofrecer, contoneándose con nobles y miembros incluso de la realeza. Su fortuna empezó pronto a florecer y aquello la animó a seguir trabajando en el burdel, con la esperanza de hallar algún día a un inversor que la empuje más allá del estrellato de la fama.
Pero durante su espera, a Roxanne alguien le ronda la mente y de pronto, siente una extrema obsesión hacia esa persona, un hombre que había conocido hace unos años en uno de sus shows –pues de vez en cuando el burdel organiza fiestas multitudinarias para así promocionar a las cortesanas-. Desde entonces, surgió un extraño vínculo con él y de alguna forma, necesita verle cada pocos días, sin luego recordar lo que sucede tras cada uno de sus encuentros. ¿Enamorada? No. ¿Obsesionada? Quizás. Pero de alguna forma… sabe que no puede vivir sin Jerarld, desconociendo por complete que se trata de un vampiro que por alguna extraña razón, siente que debe protegerla. ¿Protejerla? ¿De qué? Paradójicamente, de ella misma, pues Roxanne está empezando a desarrollar leucemia y Jerarld, conocedor de su situación pese a que ni ella misma lo sepa, decide convertirse en su medicamento, en la única fuente de vida a la que poder agarrarse, pues si la sangre del vampiro ella se marchitaría con más rapidez hasta morir. Así, con ese secreto, el vampiro ayuda a la cortesana sin pedir nada a cambio, ni siquiera su calor.
Pero el tiempo transcurre y Roxanne empieza a marchitarse con parsimonia, siendo devorada por un capricho de la vida, sin saber que quizás mañana no despierta de su dulce y sosegado sueño. ¿A caso es esto justo? La verdad es que la vida no es justa y Roxanne, es un ejemplo de ello. No obstante, el regreso a su vida del gran amor de su vida, Jerarld, logra revivirla tras una noche de derroche amoroso sin fin, en la que su amante, en un arrebato de sed, bebe de Roxanne hasta casi matarla, por lo que decide salvarla con el único elixir que él posee: su propia sangre. Así, ella es ahora una neófita con todo lo que eso implica, una sed desmedida de sangre, la confusión de su nuevo estado y la sorpresa de descubrir que muchos de sus recuerdos humanos habían sido manipulados por vampiros... Jerarld nunca se apartó de su lado y ahora... acaba de descubrir la existencia de sus dos hijos gemelos.

-Datos Extras:

…You're free to leave me, but just don't decieve me
And please believe me when I say I love you…

Alberga una considerable fortuna en joyas y dinero en metálico gracias a sus clientes exclusivos.

Aun y pudiendo disponer de una vivienda fuera del prostíbulo, ella reside en una ornamentada casa situada en el patio central del burdel.

Siendo humana, padecía leucemia.

Jerarld Délvheen es su amado y creador.

Tiene dos hijos gemelos que dio al orfanato siendo humana.

Why does my heart cry?