Las puertas del Infierno.

Pinceladas de carmín sobre la nieve, la mano de un artista forjó sus curvas bajo la supervisión del diablo. Fuego sobre hielo, azul, blanco, rojo, negro...Las suaves notas de color sobre su rostro pálido acrecentan la sensación de observar un lienzo inacabado. Firmes y largas piernas sostienen la más fina cintura que un modista encontrará y, sobre su espalda, se tejen hilos de seda castaña. Su mirada felina, blanca, impávida, proporciona la armonía al fuego de sus labios rojos, y, sobre ella, una ristra de negras y largas pestañas acentúan la sensación de contemplar a un ángel. ¡Ja! Lucifer quiso mofarse de los mortales enviando a su mejor pieza disfrazada. Un lobo con rostro de cordero.

O no. Pues si su apariencia es angelical, su expresión astuta y segura fácilmente determina lo contrario. Diábolicamente atractiva, mortíferamente bella. Oculta sus rasgos bajo el velo que su atuendo de luto contiene mientras está en público. Salvo con los de su raza, pues su leyenda existe y no quisiera defraudar a sus oyentes. Consciente de ello, los satisface con los atuendos más explosivos y seductores.

¡Cómo si le hiciera falta vestir esa belleza!

La secuencia de desordenados adjetivos contradictorios e incoherentes. La sensación fría que la soledad otorga. No intentes abrirte paso en su mente, Lucrezia ni quisiera te permitirá que lo intentes. No la busques, no la llames, pues el hielo de sus ojos grises paralizará todo cuanto digas. Los bocetos de palabras que te permita entreveer, ecos de la voz seductora que Afrodita debió usar, nunca te parecerán suficientes. Pedirás más, y ella te dará las noches que permitas que posea, los retazos de su cuerpo que aventures a explorar. La muerte será el precio que pagarás por su piel, y tu sangre alimentará el líbido del momento. ¿El alma? Eso ni lo nombres, porque en el infierno nunca quedó espacio para tu adorable corazón. No se lo des, no se lo ofrezcas, o lo destrozará, como siempre hace con todo. Porque es así, dañina, autodestructiva (Ja! Si sólo a ella se lastimase, qué suerte sería la tuya), málvada porque simplemente nació así.

O no. Puede que una vez, antaño, el sufrimiento quemase su aliento, puede que el amor hubiese encontrado su espacio. Bah, demasiadas vidas acopladas en un sólo corazón. Ha sido todo cuanto el mundo podía esperar de ella, las emociones dejaron un espacio vacío y el autocontrol comenzó a sentirse pluriempleado hace demasiado tiempo. Sigilosa, oculta, camaleónica. Su función será bien desempeñada y sus honorarios tan altos como sus servicios. ¿Qué máscara deseas ver? Mantendrá si lo requieres la fachada que ansíes, pero te la cobrará a precio de consumidor. Nada en ella, ni con ella, es gratis, salvo aquello en lo que tú acabas perdiendo, que es lo habitual. Malvada, intolerante, adicta a todo y a nada a la vez. ¿Las razones? ¡Sobran los motivos ante una botella de Whiskey!

Odiála si puedes. Pero su encanto te hará romperte el orgullo y hacer añicos la dignidad. Llorarás, sufrirás y patalearás, para acabar entendiendo, que fuíste suyo desde un principio, incluso cuando creías que la tenías en tus manos.¿Fúnebre? Probablemente, a no ser que lo macabro de su risa te parezca divertido. ¿Lo hace? Entonces espera en agonía, pues dejará de serlo en poco tiempo. Seductora, infame y soez, permitirá que juegues a ser el rey en su privada partida de ajedrez. Serás la presa en un tablero donde la reina, cuyo papel desempeña con innata fluidez, determina el desenlace de esa masacre obscena en la cual, tú siempre serás la víctima. Amante del maltrato físico y psicológico, la tortura va de su mano como pasatiempo favorito, y no dudará en hacerte parte de él. Merecerá la pena morir, lo entenderás cuando el éxtasis nuble tus sentidos y haga trizas todo raciocinio no perdido anteriormente.

No te necesita, deberías haberlo entendido. Ella vale por sí misma más que todo lo que puedas proporcionarle. ¿Cuánto ofreces hombre estúpido? No hay mañana tras la noche que pueda regalarte. No hay lazos, afecto ni cadenas que le impidan no volverte a ver. Tú para ella siempre “fuíste” y jamás “serás”, así que, olvídala. Si puedes. La nostalgia y la venganza se diluyen entre insanos vicios. Y ella, insensato, será uno de los tuyos.

Querrás todo lo que no te ofrece, y te dará, a cambio, todo lo que no pediste.
¿Atractiva, verdad? Pues esto es sólo el principio.