AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Persecuciones
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Persecuciones
Hacia ya unos minutos que había abandonado aquel lugar y me había despedido, por así decirlo, de aquel extraño y a la vez atrayente hombre que solo ansiaba conocerme y elogiar mi voz. Me sentía alabada, todo hay que decirlo. No soy de aquellas personas egocéntricas que piensan que todo lo que poseen es bueno y virtuoso, pero tampoco me tiro piedras al tejado, se puede decir que nunca me plantee si mi voz era o no perfecta. Al caso daba lo mismo, no podría ascender, no podría cantar en un conservatorio, teatro o opera, eso era algo que ya tenia mas que asumido. No tenía mucha importancia eso en esos momentos
El caso es que salí del recinto al percatarme de que la lluvia había cesado, craso error. A los diez u veinte pasos de distancia la lluvia había comenzado una vez más a caer como si Dios quisiera formar una vez más un gigantesco diluvio. Quizá debería haberme quedado con el Sr Biggs… lo que supondría seguir charlando con Ash… la verdad es que no sabia que seria lo mejor, si coger un gran resfriado a causa del agua que en estos momentos me traspasaba la ropa, o seguir con aquel misterioso hombre revelando toda mi vida a la vez que me preguntaba por que diantres no podía apartar la vista de sus ojos ¿Por qué? ¿Por qué no podía dejar de mirarle? No podía dejar de preguntarme si era eso lo que sentían las personas cuando se enamoraban, pero desde luego, si es eso, me parecía bastante poco. Si debía de enamorarme alguna vez, cosa que prefería no pensar, debía de ser de alguien que me hiciese experimentar las sensaciones mas fuertes de mi vida, de lo contrario… pues, se encargarían mis hermanos de mantener vivo mi apellido.
Comencé a caminar bastante deprisa, casi corría para evitar que el agua se calase hasta los huesos y me quedase sin trabajar varios días, lo que supondría no comer en varios días… Esperaba que no pero la situación decía lo contrario: el pelo ya se había humedecido casi por completo, se habían hecho mechas mas onduladas y de las puntas ya brotaban gotas que habían resbalado por todo el cabello, sentía que los atuendos cada vez pesaban mas, y cada paso que daba hacia que los charcos del suelo salpicasen y sus gotas fuesen a parar a mis pies.
Aun sentía aquella mala sensación con la que salí de la taberna. Se había multiplicado, pues sentía como si alguien me estuviese vigilando. No podía evitar caminar cada vez más rápido y mirar hacia atrás, a los lados, incluso hacia arriba, hacia cualquier lado del que sintiese aquella sensación. A los pocos minutos comencé a correr, empezaba a escuchar pasos rápidos, risotadas de dejadez que me hacían pensar que me perseguían. Y así fue, pues en una de esas en las que miraba hacia atrás temblorosa pude diferenciar entre la oscuridad de aquellos callejones como tres figuras humanas, rechonchas, corrían tras de mi. Fue el estimulo suficiente como para correr por los callejones, desviándome del camino a casa para conseguir cansarlos y dejarles atrás como nunca lo había hecho.
Todo al final acabo siendo un error. Las calles parisinas suelen ser totalmente alargadas con apenas caminos que te llevan hacia los lados, pero la zona por la que me encontraba en ese momento parecía más un laberinto que unos simples callejones. Sentía que cada vez que mas me esforzaba en dejarles atrás, mas cerca estaban. Me coloque tras un edificio para tomar aire, sabia que aquellas personas se encontraban en el lado opuesto, pues los había dejado atrás, pero poco tardarían en alcanzarme. Necesitaba ayuda, pero ¿Quién iba a dármela? ¿La policía? Seguramente no se encontraría ningún miembro cerca del lugar ¿Personas que vivian en aquellos edificios? No se molestarían en ayudarme, al fin y al cabo era una pobre más y mi perdida seria lo menos preocupante que le podía llegar a pasar al país ¿Ash? Ni si quiera a el debía de importarle realmente la vida de una clase baja.
Me decidí a asomarme en uno de los bordes del edificio para observar si estaban cerca, para mi sorpresa ni si quiera los escuche. Después camine deprisa hacia el otro lado… y tampoco se encontraban por aquel callejón. Reintentando la acción, volví a mostrarme en el primer callejón que mire, y no, no estaban -¿Dónde diantres…?- No pude terminar la frase, pues mis persecutores acaban de sorprenderme por la espalda, me taparon la boca son una de sus gruesas y ásperas manos a la vez que me agarraban como esposas las muñecas hacia atrás
-No grites preciosa, no te haremos ningún daño-
-Solo queremos jugar un ratito contigo ya esta-
-No debes de temernos, te trataremos bien-
No paraban de mencionar frases tan…``aliviadoras´´ como aquellas. Sin duda, solo querían satisfacer necesidades y puede que quizá después matarme. Me negué, una persona con cuatro dedos de frente podía con tres borrachos artos de ron, o al menos eso siempre había pensado. Abrí la mandíbula tanto como pude, hasta conseguir que la mano del captor quedase encerrada entre mis dientes para proporcionarle un mordisco que le dejaría marca durante un tiempo, pero no sin antes extender una de mis piernas hacia atrás y hacia arriba para darle un buen golpe en el lugar en el que tantos hombres temen recibir daño. Dejando aturdido a este sujeto, me centre en el segundo, el cual se interponía en mi camino para prohibirme paso, como borracho era, de un fuerte rempujón conseguí apartarle, y obviando al tercero salí corriendo, a sabiendas de que nada de lo que hice serviría para detenerles.
Como era de esperar, en poco tiempo me volví a encontrar en la misma situación de antes: yo corría y aquellos tres hombres me perseguían a pocos metros. Pero esta vez algo salió totalmente mal, algo que yo para nada esperaba, pues mientras buscaba una vez mas la forma de que me perdiesen de vista, acabe en un callejón sin salida. Mire hacia atrás rápidamente haciendo el gesto de echar a correr hacia otro lado, pero ya era tarde, aquellos tres hombres me habían alcanzado. Ande de espaldas hacia el fondo del callejón, aun sabiendo que por mucho que quisiese no sabía escalar paredes. Estaba aterrorizada, temblaba, nunca me había encontrado en una situación así
-Miradla ¿A que no diríais que una pobretona como ella seria capaz de cantar tan bien como antes?
-Jajajaja Y que lo digas…vamos a tener que quitarle esa voz de su garganta…-
Con esas palabras rápidamente me percate de que se trataba de varios borrachos que se encontraban en la taberna a media noche ¡Malditos!
Rápidamente se abalanzaron hacia mí y entre los tres comenzaron a forcejearme, tocarme con dureza y romper pedazos de la camisa y la falda que dejaban al descubierto más de lo que desearía -¡ Soltadme! ¡ Dejadme!- Grité sin resultado alguno.Pensé entonces que si alguien me ayudase en ese momento no volvería a criticar nunca mas a nadie que contase con mas poder que yo.
El caso es que salí del recinto al percatarme de que la lluvia había cesado, craso error. A los diez u veinte pasos de distancia la lluvia había comenzado una vez más a caer como si Dios quisiera formar una vez más un gigantesco diluvio. Quizá debería haberme quedado con el Sr Biggs… lo que supondría seguir charlando con Ash… la verdad es que no sabia que seria lo mejor, si coger un gran resfriado a causa del agua que en estos momentos me traspasaba la ropa, o seguir con aquel misterioso hombre revelando toda mi vida a la vez que me preguntaba por que diantres no podía apartar la vista de sus ojos ¿Por qué? ¿Por qué no podía dejar de mirarle? No podía dejar de preguntarme si era eso lo que sentían las personas cuando se enamoraban, pero desde luego, si es eso, me parecía bastante poco. Si debía de enamorarme alguna vez, cosa que prefería no pensar, debía de ser de alguien que me hiciese experimentar las sensaciones mas fuertes de mi vida, de lo contrario… pues, se encargarían mis hermanos de mantener vivo mi apellido.
Comencé a caminar bastante deprisa, casi corría para evitar que el agua se calase hasta los huesos y me quedase sin trabajar varios días, lo que supondría no comer en varios días… Esperaba que no pero la situación decía lo contrario: el pelo ya se había humedecido casi por completo, se habían hecho mechas mas onduladas y de las puntas ya brotaban gotas que habían resbalado por todo el cabello, sentía que los atuendos cada vez pesaban mas, y cada paso que daba hacia que los charcos del suelo salpicasen y sus gotas fuesen a parar a mis pies.
Aun sentía aquella mala sensación con la que salí de la taberna. Se había multiplicado, pues sentía como si alguien me estuviese vigilando. No podía evitar caminar cada vez más rápido y mirar hacia atrás, a los lados, incluso hacia arriba, hacia cualquier lado del que sintiese aquella sensación. A los pocos minutos comencé a correr, empezaba a escuchar pasos rápidos, risotadas de dejadez que me hacían pensar que me perseguían. Y así fue, pues en una de esas en las que miraba hacia atrás temblorosa pude diferenciar entre la oscuridad de aquellos callejones como tres figuras humanas, rechonchas, corrían tras de mi. Fue el estimulo suficiente como para correr por los callejones, desviándome del camino a casa para conseguir cansarlos y dejarles atrás como nunca lo había hecho.
Todo al final acabo siendo un error. Las calles parisinas suelen ser totalmente alargadas con apenas caminos que te llevan hacia los lados, pero la zona por la que me encontraba en ese momento parecía más un laberinto que unos simples callejones. Sentía que cada vez que mas me esforzaba en dejarles atrás, mas cerca estaban. Me coloque tras un edificio para tomar aire, sabia que aquellas personas se encontraban en el lado opuesto, pues los había dejado atrás, pero poco tardarían en alcanzarme. Necesitaba ayuda, pero ¿Quién iba a dármela? ¿La policía? Seguramente no se encontraría ningún miembro cerca del lugar ¿Personas que vivian en aquellos edificios? No se molestarían en ayudarme, al fin y al cabo era una pobre más y mi perdida seria lo menos preocupante que le podía llegar a pasar al país ¿Ash? Ni si quiera a el debía de importarle realmente la vida de una clase baja.
Me decidí a asomarme en uno de los bordes del edificio para observar si estaban cerca, para mi sorpresa ni si quiera los escuche. Después camine deprisa hacia el otro lado… y tampoco se encontraban por aquel callejón. Reintentando la acción, volví a mostrarme en el primer callejón que mire, y no, no estaban -¿Dónde diantres…?- No pude terminar la frase, pues mis persecutores acaban de sorprenderme por la espalda, me taparon la boca son una de sus gruesas y ásperas manos a la vez que me agarraban como esposas las muñecas hacia atrás
-No grites preciosa, no te haremos ningún daño-
-Solo queremos jugar un ratito contigo ya esta-
-No debes de temernos, te trataremos bien-
No paraban de mencionar frases tan…``aliviadoras´´ como aquellas. Sin duda, solo querían satisfacer necesidades y puede que quizá después matarme. Me negué, una persona con cuatro dedos de frente podía con tres borrachos artos de ron, o al menos eso siempre había pensado. Abrí la mandíbula tanto como pude, hasta conseguir que la mano del captor quedase encerrada entre mis dientes para proporcionarle un mordisco que le dejaría marca durante un tiempo, pero no sin antes extender una de mis piernas hacia atrás y hacia arriba para darle un buen golpe en el lugar en el que tantos hombres temen recibir daño. Dejando aturdido a este sujeto, me centre en el segundo, el cual se interponía en mi camino para prohibirme paso, como borracho era, de un fuerte rempujón conseguí apartarle, y obviando al tercero salí corriendo, a sabiendas de que nada de lo que hice serviría para detenerles.
Como era de esperar, en poco tiempo me volví a encontrar en la misma situación de antes: yo corría y aquellos tres hombres me perseguían a pocos metros. Pero esta vez algo salió totalmente mal, algo que yo para nada esperaba, pues mientras buscaba una vez mas la forma de que me perdiesen de vista, acabe en un callejón sin salida. Mire hacia atrás rápidamente haciendo el gesto de echar a correr hacia otro lado, pero ya era tarde, aquellos tres hombres me habían alcanzado. Ande de espaldas hacia el fondo del callejón, aun sabiendo que por mucho que quisiese no sabía escalar paredes. Estaba aterrorizada, temblaba, nunca me había encontrado en una situación así
-Miradla ¿A que no diríais que una pobretona como ella seria capaz de cantar tan bien como antes?
-Jajajaja Y que lo digas…vamos a tener que quitarle esa voz de su garganta…-
Con esas palabras rápidamente me percate de que se trataba de varios borrachos que se encontraban en la taberna a media noche ¡Malditos!
Rápidamente se abalanzaron hacia mí y entre los tres comenzaron a forcejearme, tocarme con dureza y romper pedazos de la camisa y la falda que dejaban al descubierto más de lo que desearía -¡ Soltadme! ¡ Dejadme!- Grité sin resultado alguno.Pensé entonces que si alguien me ayudase en ese momento no volvería a criticar nunca mas a nadie que contase con mas poder que yo.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/10/2011
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Re: Persecuciones
Deambulaba entonces por las calles como una ágil sombra felina siguiendo de destrangis a la mujer de la bella voz. La lluvia comenzaba a tornarse más y más agresiva conforme pasaba el tiempo, dotando al vampiro de un aspecto mucho más fantasmagórico del que ya podría llegar a poseer. El pelo oscurecidos por el líquido le caía tapándole el rostro casi por completo, como una pequeña cascada tenebrosa. Sus ropajes prácticamente chorreaban al no poder absorver más agua... un dineral echado a perder ¿Pero qué importaba? Le era fastuosamente divertido caminar bajo la lluvia ante las atónitas miradas de los más desfavorecidos, preguntándose entre sí cómo era capaz de despilfarrar de esa forma unos ropajes tan bien hechos y a propia medida. Pero Ash poseía la respuesta; poner la ropa a secar.
Se vio sorprendido entonces al ver como no era el único que seguía a la mujer. Un trío se había sumado a la "caza", que desencadenó en una persecución. El militar pensó a la vez que detenía sus pasos para otear un poco las azoteas de las casas y demás lugares que había en su entorno, decidiendo entonces tomar un pequeño atajo.
Hacía bastante tiempo que no se dejaba llevar por sus sentidos más salvajes, muchísimo tiempo desde que se dejó apoderar por metafórica bestia que llevaba en su interior... pero se sentía tremendamente bien. Lo había echado de menos sin duda alguna, hacer uso de su auténtica agilidad y velocidad. Subió hacia los tejados con la misma facilida que un niño pequeño sube un escalón y avanzó por ellos corriendo, veloz, siguiendo muy de cerca a los individuos y como no, a Keira.
Reía un poco a pesar de todo observando la situación. La muchacha sabía defenderse con uñas y dientes... y nunca mejor dicho. Sin embargo, la precipitada actuación de la mujer la metió en un problema mucho más gordo del que podría haber tenido, quizá.
Aquellos desalmados arrinconaron a la joven una vez más, esta vez teniendo un completo éxito en su objetivo. La aferraron y comenzaron a profanarla con cierta rudeza. Ash simplemente observaba desde las alturas, revestido con una capa acuosa que caía por todo su ser mientras el viento ondeaba ligeramente el guardapolvo, aunque no tardaría demasiado en cansarse del espectáculo y... aunque le costaría un poco admitirlo, de ver sufrir a la mujer.
Entonces se dejó caer dando pequeños brincos entre los balcones hasta caer a unos metros a espaldas de los malhechores que parecían no haber oido el chapoteo de los pasos del vampiro acercarse a ellos a traición. -¡Ah! Una magnífica demostración de modales para con la dama, mis estimados amigos- dijo, a escasos pasos del tumulto, llamando su atención -Creo recordaros de alguna parte... ¿Los de la taberna, tal vez? En ese caso me permitiré el lujo... No, más bien, me obligaré a tutear a una calaña tan baja como la que sois- uno de los hombres dejó de lado la posibilidad de complacerse con la bella mujer para adelantarse hacia el militar -Mirad quien es... Escucha, nos da igual quien seas. Estando aquí, en estas calles... los militares somos nosotros. Aunque tengas ese bonito sable, somos tres contra uno.- se crujió los nudillos a la vez que otro se sumó a su causa, quedando entonces uno sólo sosteniendo a Keira... que se encontraba sugerentemente sexy, aunque no en su mejor momento.
Ash se despojó entonces del guardapolvo y lo dejó caer al suelo con despreocupación, a sabiendas de que se ensuciaría quedando hecho girones. Quedó entonces con la camisa negra cuyas mangas recogió, desvelando sus antebrazos. Los otros dos lo intentaron rodear, aunque terminaron siendo victimas casi mortales de los certeros golpes que lanzó el Antiguo, dejándolos inservibles en el suelo, soportando el dolor en sus mandíbulas.
El tercero retrocedía con Keira poco a poco hacia atrás. Parecía que la tentación de escapar era excesivamente grande y dejar a sus compinches a merced del brutal ser que se hallaba ante él... aunque también era cierto que cuando se volviese a reecontrar con ellos podría encontrar su destino fatal.
Ash no perdió tiempo y se posicionó raudo tras el individuo mientras éste dilucidaba las mejores opciones. Su instinto casi le llevó a morder el sucio y orondo cuello del violador, pero recordó la presencia de Keira, por lo que se detuvo a escasos centímetros y en lugar de hacer uso de sus afiladas fauces, se ayudó para empujarlo hacia el suelo y separar a Keira del individuo -Tranquila... ya estoy aquí, siento la tardanza.- le dijo con cierto tono suave y tranquilizador, cual heroe que salva a la doncella en apuro en los cuentos de fantasía. -A saber cuanto tiempo llevan buscandoos estos tipejos, deberiais haber considerado la idea de que os acompañara a casa y quizá invitarme a tomar algo caliente...- volvió a comentar con una diminuta sonrisa juguetona y sugerente mientras se acercaba a ella, alzando la mano lo suficiente para acariciar su cuello con un dedo, allí donde tenía una costura completamente destrozada -Estais totalmente empapada Keira, quizá deberiais la oferta que os propongo de quedaros conmigo aquí, bajo alguno de estos pequeños techos a esperar que pare de llover...- terminaba de decir mientras recogía su ahora mugriento guardapolvos y se aproximaba hacia la sombra de uno de los balcones que le daría cobijo bajo la lluvia. No esperó respuesta de la mujer... suponía que la americana sería lo suficientemente inteligente para no declinar la proposición de permanecer a salvo en un lugar donde pudiese estar resguardada de la lluvia torrencial.
Se vio sorprendido entonces al ver como no era el único que seguía a la mujer. Un trío se había sumado a la "caza", que desencadenó en una persecución. El militar pensó a la vez que detenía sus pasos para otear un poco las azoteas de las casas y demás lugares que había en su entorno, decidiendo entonces tomar un pequeño atajo.
Hacía bastante tiempo que no se dejaba llevar por sus sentidos más salvajes, muchísimo tiempo desde que se dejó apoderar por metafórica bestia que llevaba en su interior... pero se sentía tremendamente bien. Lo había echado de menos sin duda alguna, hacer uso de su auténtica agilidad y velocidad. Subió hacia los tejados con la misma facilida que un niño pequeño sube un escalón y avanzó por ellos corriendo, veloz, siguiendo muy de cerca a los individuos y como no, a Keira.
Reía un poco a pesar de todo observando la situación. La muchacha sabía defenderse con uñas y dientes... y nunca mejor dicho. Sin embargo, la precipitada actuación de la mujer la metió en un problema mucho más gordo del que podría haber tenido, quizá.
Aquellos desalmados arrinconaron a la joven una vez más, esta vez teniendo un completo éxito en su objetivo. La aferraron y comenzaron a profanarla con cierta rudeza. Ash simplemente observaba desde las alturas, revestido con una capa acuosa que caía por todo su ser mientras el viento ondeaba ligeramente el guardapolvo, aunque no tardaría demasiado en cansarse del espectáculo y... aunque le costaría un poco admitirlo, de ver sufrir a la mujer.
Entonces se dejó caer dando pequeños brincos entre los balcones hasta caer a unos metros a espaldas de los malhechores que parecían no haber oido el chapoteo de los pasos del vampiro acercarse a ellos a traición. -¡Ah! Una magnífica demostración de modales para con la dama, mis estimados amigos- dijo, a escasos pasos del tumulto, llamando su atención -Creo recordaros de alguna parte... ¿Los de la taberna, tal vez? En ese caso me permitiré el lujo... No, más bien, me obligaré a tutear a una calaña tan baja como la que sois- uno de los hombres dejó de lado la posibilidad de complacerse con la bella mujer para adelantarse hacia el militar -Mirad quien es... Escucha, nos da igual quien seas. Estando aquí, en estas calles... los militares somos nosotros. Aunque tengas ese bonito sable, somos tres contra uno.- se crujió los nudillos a la vez que otro se sumó a su causa, quedando entonces uno sólo sosteniendo a Keira... que se encontraba sugerentemente sexy, aunque no en su mejor momento.
Ash se despojó entonces del guardapolvo y lo dejó caer al suelo con despreocupación, a sabiendas de que se ensuciaría quedando hecho girones. Quedó entonces con la camisa negra cuyas mangas recogió, desvelando sus antebrazos. Los otros dos lo intentaron rodear, aunque terminaron siendo victimas casi mortales de los certeros golpes que lanzó el Antiguo, dejándolos inservibles en el suelo, soportando el dolor en sus mandíbulas.
El tercero retrocedía con Keira poco a poco hacia atrás. Parecía que la tentación de escapar era excesivamente grande y dejar a sus compinches a merced del brutal ser que se hallaba ante él... aunque también era cierto que cuando se volviese a reecontrar con ellos podría encontrar su destino fatal.
Ash no perdió tiempo y se posicionó raudo tras el individuo mientras éste dilucidaba las mejores opciones. Su instinto casi le llevó a morder el sucio y orondo cuello del violador, pero recordó la presencia de Keira, por lo que se detuvo a escasos centímetros y en lugar de hacer uso de sus afiladas fauces, se ayudó para empujarlo hacia el suelo y separar a Keira del individuo -Tranquila... ya estoy aquí, siento la tardanza.- le dijo con cierto tono suave y tranquilizador, cual heroe que salva a la doncella en apuro en los cuentos de fantasía. -A saber cuanto tiempo llevan buscandoos estos tipejos, deberiais haber considerado la idea de que os acompañara a casa y quizá invitarme a tomar algo caliente...- volvió a comentar con una diminuta sonrisa juguetona y sugerente mientras se acercaba a ella, alzando la mano lo suficiente para acariciar su cuello con un dedo, allí donde tenía una costura completamente destrozada -Estais totalmente empapada Keira, quizá deberiais la oferta que os propongo de quedaros conmigo aquí, bajo alguno de estos pequeños techos a esperar que pare de llover...- terminaba de decir mientras recogía su ahora mugriento guardapolvos y se aproximaba hacia la sombra de uno de los balcones que le daría cobijo bajo la lluvia. No esperó respuesta de la mujer... suponía que la americana sería lo suficientemente inteligente para no declinar la proposición de permanecer a salvo en un lugar donde pudiese estar resguardada de la lluvia torrencial.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/10/2011
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Datos de interés:
Re: Persecuciones
Lloré. No tenia nada más que hacer ante aquella situación tan desesperada. Estaba claro que no tenia forma alguna de escapar de las garras de aquella panda de borrachos, poco a poco empecé a dejar de oponer resistencia pues notaba que cuanto mas lo hacia, mas acorralada y asustada me sentía. Si, era de estar asustada también el dejarse mancillar ¿Pero que podía hacer? ¿Gritar? Ya lo hacia y nadie venia a socorrerme ¿Dejarles inconscientes a base de violencia? Era imposible, apenas había cenado y en general casi nunca lo hacia por lo que mi cuerpo era débil, demasiado fue librarme la primera vez de ellos.
Cerré los ojos suplicando a Dios que todo pasase pronto a medida que aquellos turbulentos hombres se dedicaban a hacer añicos la ropa y tocarme con la más mínima sutileza partes del cuerpo como las piernas, los brazos o la espalda. Recé y recé rogando de todas las formas posibles que aquello acabes.
Noté que los hombres se pararon en seco y decidí abrir los ojos. El cielo en vez de hacer pasar el tiempo lo más rápido posible había enviado a un salvador a rescatarme. Un salvado que ya conocía y que había estado conmigo hacia escasos minutos. Era Ash. Nada mas llegar se encargo de apalear a los dos primeros hombres que se decidieron a ir a por el, tras ellos dos, le toco el turno al que se encargaba de sujetarme por el brazo. Yo no hacia más que llorar, casi rozaba la acción de entrar en un ataque de nervios por culpa del pánico, pero eso no fue suficiente para poder percatare de la habilidad que mostraba mi salvador ante situaciones violentas como esta, era rápido y se movía con gracia, sabia que su posición merecía ser de tal forma pero no me imaginaba que llegase a tener tanta agilidad.
Sentí tranquilidad cuando pude comprobar que había ahuyentado a aquellos tipos. Entonces, aquel hombre se acerco a mí y con una sonrisa sugerente se digno a acariciarme el cuello por una parte descosida de la camisa que dejaba a la luz hasta medio hombro. Rápidamente me eché hacia atrás ante su caricia, volví a sentir miedo y como no, seguí llorando presa de los nervios. No podía evitar pensar que quizá Ash pretendía hacer lo mismo conmigo que aquellos rufianes.
Finalmente, se ofreció con tono serio a quedarse a mi lado bajo algún sitio donde la lluvia no llegase hasta que la lluvia cesase. Obedecí sin rechistar y le seguí hasta lo bajo de un balcón de aquellos edificios me deje caer de lado en la pared, pero acabe por y sentarme en el suelo recogiendo con mis brazos las rodillas intentando que aquel llanto y aquellos nervios se marchasen, pues si esta vez era el hombre el que intentaba tocarme ya nadie iría a salvarme. Pasados unos minutos pude comprobar que Ash no se dirigió hacia mí para nada, cosa que me consiguió tranquilizar un poco. Aun sentada, puse las dos manos en mi cabeza echando todo el pelo mojado hacia detrás en un intento de quitar agobio y poder respirar mejor.
Entonces comencé a reflexionar en lo que había pasado. Recordar a aquellos hombres tocándome hacia que me estremeciese como un gato perdido en una noche como aquella, pero me era curioso que Ash hubiese conseguido encontrarme ¿y por que me había salvado?
-No me explico como habéis dado conmigo ¿Me habéis estado siguiendo?- Pregunté entre cortada mirando al infinito – No teníais por que haberme ayudado… es lo que les pasa a las mujeres de clase baja. Estamos desprotegidas y es normal que cosas como estas hubiesen llegado a más. Podéis iros, no tenéis por que quedaron toda la noche a mi lado- Tome aire una vez más profundamente, pues aun se podía percibir un temblor fruto de la hiperventilación anterior. Con la mano derecha, me sequé las lágrimas que habían quedado sobre mis mejillas. Tras eso me puse en pie y a la vez que lo hacia intentaba, a sabiendas de que no serviría, recolocar la ropa para evitar que la pierna izquierda, el estomago y la parte cercana al pecho quedasen al descubierto. Una mujer no podía exhibir demasiado si non querían que la tomasen como un oficio que no tienen. Se veía grotesco e impropio que una mujer enseñase más del tobillo hacia a abajo. Lo que pensase la gente en general me daba bastante lo mismo, pero ante una situación en la que solo se encuentran una mujer y un hombre prefería hacer caso a la sociedad.
-Creo que con esto habéis podido comprobar del todo, tal y como queríais, como es mi vida-Dije, mientras acurrucaba mi cuerpo entrelazando mis dos brazos alrededor del mismo. –Pero debo de daros las gracias… en estos momentos le debo la vida y más, pero no puedo hacer nada para recompensaros como comprendereis-
Cerré los ojos suplicando a Dios que todo pasase pronto a medida que aquellos turbulentos hombres se dedicaban a hacer añicos la ropa y tocarme con la más mínima sutileza partes del cuerpo como las piernas, los brazos o la espalda. Recé y recé rogando de todas las formas posibles que aquello acabes.
Noté que los hombres se pararon en seco y decidí abrir los ojos. El cielo en vez de hacer pasar el tiempo lo más rápido posible había enviado a un salvador a rescatarme. Un salvado que ya conocía y que había estado conmigo hacia escasos minutos. Era Ash. Nada mas llegar se encargo de apalear a los dos primeros hombres que se decidieron a ir a por el, tras ellos dos, le toco el turno al que se encargaba de sujetarme por el brazo. Yo no hacia más que llorar, casi rozaba la acción de entrar en un ataque de nervios por culpa del pánico, pero eso no fue suficiente para poder percatare de la habilidad que mostraba mi salvador ante situaciones violentas como esta, era rápido y se movía con gracia, sabia que su posición merecía ser de tal forma pero no me imaginaba que llegase a tener tanta agilidad.
Sentí tranquilidad cuando pude comprobar que había ahuyentado a aquellos tipos. Entonces, aquel hombre se acerco a mí y con una sonrisa sugerente se digno a acariciarme el cuello por una parte descosida de la camisa que dejaba a la luz hasta medio hombro. Rápidamente me eché hacia atrás ante su caricia, volví a sentir miedo y como no, seguí llorando presa de los nervios. No podía evitar pensar que quizá Ash pretendía hacer lo mismo conmigo que aquellos rufianes.
Finalmente, se ofreció con tono serio a quedarse a mi lado bajo algún sitio donde la lluvia no llegase hasta que la lluvia cesase. Obedecí sin rechistar y le seguí hasta lo bajo de un balcón de aquellos edificios me deje caer de lado en la pared, pero acabe por y sentarme en el suelo recogiendo con mis brazos las rodillas intentando que aquel llanto y aquellos nervios se marchasen, pues si esta vez era el hombre el que intentaba tocarme ya nadie iría a salvarme. Pasados unos minutos pude comprobar que Ash no se dirigió hacia mí para nada, cosa que me consiguió tranquilizar un poco. Aun sentada, puse las dos manos en mi cabeza echando todo el pelo mojado hacia detrás en un intento de quitar agobio y poder respirar mejor.
Entonces comencé a reflexionar en lo que había pasado. Recordar a aquellos hombres tocándome hacia que me estremeciese como un gato perdido en una noche como aquella, pero me era curioso que Ash hubiese conseguido encontrarme ¿y por que me había salvado?
-No me explico como habéis dado conmigo ¿Me habéis estado siguiendo?- Pregunté entre cortada mirando al infinito – No teníais por que haberme ayudado… es lo que les pasa a las mujeres de clase baja. Estamos desprotegidas y es normal que cosas como estas hubiesen llegado a más. Podéis iros, no tenéis por que quedaron toda la noche a mi lado- Tome aire una vez más profundamente, pues aun se podía percibir un temblor fruto de la hiperventilación anterior. Con la mano derecha, me sequé las lágrimas que habían quedado sobre mis mejillas. Tras eso me puse en pie y a la vez que lo hacia intentaba, a sabiendas de que no serviría, recolocar la ropa para evitar que la pierna izquierda, el estomago y la parte cercana al pecho quedasen al descubierto. Una mujer no podía exhibir demasiado si non querían que la tomasen como un oficio que no tienen. Se veía grotesco e impropio que una mujer enseñase más del tobillo hacia a abajo. Lo que pensase la gente en general me daba bastante lo mismo, pero ante una situación en la que solo se encuentran una mujer y un hombre prefería hacer caso a la sociedad.
-Creo que con esto habéis podido comprobar del todo, tal y como queríais, como es mi vida-Dije, mientras acurrucaba mi cuerpo entrelazando mis dos brazos alrededor del mismo. –Pero debo de daros las gracias… en estos momentos le debo la vida y más, pero no puedo hacer nada para recompensaros como comprendereis-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Persecuciones
Ash observaba a aquella mujer con curiosidad. Se había decidido por obedecer y se había dirigido junto a él al amparo de aquel balcón que les dejaba a salvo de la lluvia, mas no de la terrible humedad. Keira se encontraba agazapada en sí misma, parecía una niña pequeña. El hombre la contemplaba impasible, no sentía la más mínima empatía hacia aquella dama que se encontraba presa del pánico y al borde del colapso nervioso. No obstante, consiguió controlarse lo suficiente para poder entablar conversación con el vampiro -Simplemente os seguí- habló de forma secante, sin vergüenza ninguna. -Sé que ahora es una situación en la que no invita mucho a la bienvenida de semejantes palabras ¿Pero para qué mentiros? No os seguía con intención tan macabra como la de esos tipejos... Solamente me interesaba vuestra vivienda. Ciertamente, dudaba de que me lo dijeseis.- no terminó de razonar, no terminó de confesar la intención de conocer su hogar... eran palabras innecesarias.
En silencio, veía como la muchacha intentaba en vano recolocar sus ropajes, todo un desperdicio. Ash sonrió y cerró los ojos un momento. En un alarde de la humanidad que creía extinta en su interior, se acercó a ella sigilosamente y colgó su guardapolvos aun algo húmedo por encima, era lo único que le podía ofrecer en ese momento. Pensó también en la posibilidad de manipular su cabeza cual juguetito de paja y hacerle olvidar lo que había sucedido... pero no, los humanos han de afrontar la vida de humanos, como humanos que son. Al igual pensaba hacia los vampiros y los cambia formas... y los licántropos.
La lluvia no terminaba de amainar y Keira prosiguió con unas palabras un tanto desoladoras -Dudo mucho que esta sea vuestra vida. Si lo fuera, no lloraríais, no temblaríais... estaríais más que acostumbrada a que semejante mugre social os manosease. Pero no, no eres una simple perra...- se volvió a acercar entonces y la tomó con sumo cuidado de la barbilla para que le mirase a los ojos -Eres distinta... salvaje, solitaria y con carácter... En una tierra de perros, eres una loba Keira.- no vaciló con sus palabras, no le tembló la voz. Había confesado lo que había estado pensando desde su primer encuentro en la taberna: la asombrosa forma de ser de Keira en comparación con la enorme variedad de mujeres parisinas, prostitutas de la calle o cualquier otra que se vendiese al mejor postor por poseer dinero o algún otro bien que su caprichosa mente deseara.
El vampiro se vio interrumpido por la aparición de un hombre extraño desde la lejanía. Llevaba un paraguas bastante raido, por lo que casi fue considerado erroneamente de la clase alta por parte del joven muchacho. Aparentaba ser un señor mayor, sonriente con unas arrugas muy marcadas en su rostro, que denotaban que esa alegre expresión era prácticamente eterna. Vestía un traje gris con una gabardina del mismo color encima que llevaba casi cerrada. Se aproximó a ambos fumándose un cigarrillo bastante mal elaborado. -Mis disculpas damisela- tenía un tono tembloroso y una voz bastante grave e imponente, no obstante se podía palpar calidez en su forma de hablar -Me llamo Norbert de Niro... y me temo que desgraciadamente estoy a cargo de esa pandillita de lacra que os ha causado tanta molestia Mi Lady.- Ash arqueó una ceja al comprobar que parecía no existir para él, aunque de cierta manera, ese hombre le inspiraba cierta desconfianza. Además, apestaba a perro.
El desconocido no dijo cómo sabía lo acababa de suceder, ni siquiera cómo sabía donde se encontraban ambos dos... y lo más extraño esque conocía perfectamente el hecho de que fue Keira la víctima del intento de violación. Norbert dedicó una última mirada fija e intensa hacia el vampiro y se dio media vuelta sin mediar más palabra, alejándose de allí como si hubiese sido una ilusión -No preguntaré si le conoceis de algo puesto que se ha presentado... ¿Pero pensais que os puede conocer de antes, Keira?- preguntó serio, alerta, había algo en ese de Niro que no le había gustado para nada definitivamente. -En cualquier caso... Te ofrezco mi protección por hoy, hasta llegar a tu casa. Tranquila, no planeo haceros nada ni entrar en vuestro dominio particular... Cuando la lluvia amaine, si quereis, partiremos.- calló entonces mientras que el estruendo de la naturaleza parecía que no iba a terminar nunca. -Regresando al tema... No debeis dudar nunca de vos, mantened ese coraje que os caracteriza. Sereis de clase baja, pero muchísimas mujeres de la nobleza carecen de la voluntad que emana de vuestros ojos. Pude comprobar que no os caí demasiado bien quizá, pero a partir de ahora podeis considerarme un "contacto".- terminó por añadir, cruzándose de brazos a la vez que se apoyaba en la pared con la cabeza baja, dejando caer las gotas de su pelo hacia el suelo. Se preguntaba en su interior hacia dónde les llevaría tan extraña relación que habían establecido... a la par que se preocupaba de que ella pudiese haber notado la intención de morder el cuello del borracho. No... era demasiado pronto para que ella lo descubriese, sus planes se irian al traste...
En silencio, veía como la muchacha intentaba en vano recolocar sus ropajes, todo un desperdicio. Ash sonrió y cerró los ojos un momento. En un alarde de la humanidad que creía extinta en su interior, se acercó a ella sigilosamente y colgó su guardapolvos aun algo húmedo por encima, era lo único que le podía ofrecer en ese momento. Pensó también en la posibilidad de manipular su cabeza cual juguetito de paja y hacerle olvidar lo que había sucedido... pero no, los humanos han de afrontar la vida de humanos, como humanos que son. Al igual pensaba hacia los vampiros y los cambia formas... y los licántropos.
La lluvia no terminaba de amainar y Keira prosiguió con unas palabras un tanto desoladoras -Dudo mucho que esta sea vuestra vida. Si lo fuera, no lloraríais, no temblaríais... estaríais más que acostumbrada a que semejante mugre social os manosease. Pero no, no eres una simple perra...- se volvió a acercar entonces y la tomó con sumo cuidado de la barbilla para que le mirase a los ojos -Eres distinta... salvaje, solitaria y con carácter... En una tierra de perros, eres una loba Keira.- no vaciló con sus palabras, no le tembló la voz. Había confesado lo que había estado pensando desde su primer encuentro en la taberna: la asombrosa forma de ser de Keira en comparación con la enorme variedad de mujeres parisinas, prostitutas de la calle o cualquier otra que se vendiese al mejor postor por poseer dinero o algún otro bien que su caprichosa mente deseara.
El vampiro se vio interrumpido por la aparición de un hombre extraño desde la lejanía. Llevaba un paraguas bastante raido, por lo que casi fue considerado erroneamente de la clase alta por parte del joven muchacho. Aparentaba ser un señor mayor, sonriente con unas arrugas muy marcadas en su rostro, que denotaban que esa alegre expresión era prácticamente eterna. Vestía un traje gris con una gabardina del mismo color encima que llevaba casi cerrada. Se aproximó a ambos fumándose un cigarrillo bastante mal elaborado. -Mis disculpas damisela- tenía un tono tembloroso y una voz bastante grave e imponente, no obstante se podía palpar calidez en su forma de hablar -Me llamo Norbert de Niro... y me temo que desgraciadamente estoy a cargo de esa pandillita de lacra que os ha causado tanta molestia Mi Lady.- Ash arqueó una ceja al comprobar que parecía no existir para él, aunque de cierta manera, ese hombre le inspiraba cierta desconfianza. Además, apestaba a perro.
El desconocido no dijo cómo sabía lo acababa de suceder, ni siquiera cómo sabía donde se encontraban ambos dos... y lo más extraño esque conocía perfectamente el hecho de que fue Keira la víctima del intento de violación. Norbert dedicó una última mirada fija e intensa hacia el vampiro y se dio media vuelta sin mediar más palabra, alejándose de allí como si hubiese sido una ilusión -No preguntaré si le conoceis de algo puesto que se ha presentado... ¿Pero pensais que os puede conocer de antes, Keira?- preguntó serio, alerta, había algo en ese de Niro que no le había gustado para nada definitivamente. -En cualquier caso... Te ofrezco mi protección por hoy, hasta llegar a tu casa. Tranquila, no planeo haceros nada ni entrar en vuestro dominio particular... Cuando la lluvia amaine, si quereis, partiremos.- calló entonces mientras que el estruendo de la naturaleza parecía que no iba a terminar nunca. -Regresando al tema... No debeis dudar nunca de vos, mantened ese coraje que os caracteriza. Sereis de clase baja, pero muchísimas mujeres de la nobleza carecen de la voluntad que emana de vuestros ojos. Pude comprobar que no os caí demasiado bien quizá, pero a partir de ahora podeis considerarme un "contacto".- terminó por añadir, cruzándose de brazos a la vez que se apoyaba en la pared con la cabeza baja, dejando caer las gotas de su pelo hacia el suelo. Se preguntaba en su interior hacia dónde les llevaría tan extraña relación que habían establecido... a la par que se preocupaba de que ella pudiese haber notado la intención de morder el cuello del borracho. No... era demasiado pronto para que ella lo descubriese, sus planes se irian al traste...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Persecuciones
El chico se digno a decir verdad en cuanto a que me había perseguido excusando que la razón fue saber cual era mi vivienda ¿Para que quería saberlo? Era totalmente de imaginar la vivienda de una persona pobre, pues todas cuentas con apenas un objeto acolchado para dormir, una vela que ilumine las cuatro paredes que la forman y un techo. Nada más.
Ante mi reacción de intentar ocultar las partes del cuerpo que tenia al descubierto, el hombre que se encontraba a mi lado en un nuevo momento de gentilidad y humildad me ofreció lo único que tenia para evitar aquellos momentos vergonzantes de tener la ropa echa añicos, me preció su guardapolvos poniéndomelo sobre los hombros. Aun estando húmedo, pude notar que se trataba de una tela bastante buena, su suavidad y finura a pesar de que proporcionaban calor dejaba mas que claro que su poseedor era un hombre adinerado. A decir verdad, era la primera vez que portaba algo tan valioso. No podía evitar acomodarme a la textura de la prenda y esperaba que so no le importase demasiado a su dueño. Si pasaba toda la noche con ella puesta de seguro que dormiría mejor con el ropaje que en mi cama.
El Sr.Ravnos discrepó ante mi afirmación de que aquella situación fue muestra de mi dura vida. Tenia un poco de razón, pues a pesar de que sabia que estas cosas pasaban yo nunca las había vivido -Bueno... aunque lo hubiese vivido sera normal y humano sentir temor ante los manoseos de unos desconocidos, a mi parecer es...- Quede en silencio, pues Ash seguía intentando relatar. Dejo caer la palabra ''perra'' en su comentario, lo que me pareció extraño y descortés. Preferí esperar pues el hombre se postró delante mía y tomándome la barbilla haciendo que le mirase nuevamente aquellos ojos que tan omnuvilada me dejaban, siguió relatando la frase que había dejado a medias y que curiosamente me había llegado a los mas profundo del alma ¿A que se refería al decir que era una loba en un mundo de perros? Sus palabras sonaron tan profundas y tan cálidas y el tacto de su mano era tan relajante que obvié que una vez más me hubiese tuteado, en ese momento no me molesto para nada, es más, analizando la situación, me pareció correcto. Sus palabras de alguna forma me cautivaron.
El momento fue interrumpido por una figura humana, de hombre, de clase alta quizá, que se acercaba lentamente con pasos tranquilos y seguros hasta nuestra posición. Era un hombre de mediana edad, su forma de hablar parecía sabia e inteligente, pues lo comprobé cuando se presentó y sin ningún temor afirmó ser el cabecilla de aquella banda de borrachos que intentaron acosarme anteriormente. Era extraño, pues cuando dirigió su mirada a Ash quise mostrarle toda mi ira y quería hacerle pagar por lo que sus compañeros me habían hecho, pero al abrir mi boca no salia palabra. Lo intente dos veces, incluso me adelanté un paso cuando el hombre sin mas dilación se fue, pero no pude decir nada. Quizá el miedo aun dominaba mi cuerpo, y no podía obviar que me encontraba ante un desconocido. - Dudo mucho que me conozca, a la unica persona de clase alta que recuerdo en la taberna sois vos y... también dudo que me halla podido encontrar por la calle de camino a casa o al cementerio-
Una vez el hombre desapareció de nuestras vistas, mi acompañante se ofreció a ser mi ''guardaespaldas'', por así decirlo, durante toda la noche hasta mi vuelta al hogar. Quise decirle que no, quise negarselo, quise irme alegando que no tendría nada con lo que pagarle, pero desde luego no estaba dispuesta a que algo así me volviese a ocurrir, por lo que acepté sin rechistar - Muchas gracias sr. Ravnos, no tenias por que. Pasado mañana cuando vuelva de mi día libre le diré al tabernero que os de la bebida de valde si es que os volvéis a pasar alguna vez por el lugar. Bueno, quizá eso no esa importante para vos debido a vuestro capital, pero no puedo hacer nada mas. Por favor, acéptelo- Finalmente, Ash reiteró en el tema que me fue cautivo y dejamos atrás. Aseguró que poseía coraje y que era única, y también, supuso que desde un primer momento su presencia no fue de mi agrado -Pienso que coraje y valor es lo mínimo que debe tener una persona para enfrentarse al día a día, de igual forma me alagáis, señor. No es que no fueseis de mi agrado pero entended que no puedo confiar en una persona que se muestra desde un primer momento directa hacia mi persona...supongo que consideraros contacto seria mejor... pero desconfiaría- termine por decir en tono bromista intentando darle ánimo a la situación. Era cierto que debía de desconfiar, pero no quería...
-¿Os puedo pedir un favor? Se que no debería pues os estaría pidiendo demasiado, pero, si no os importara, la lluvia parece que ha cesado un poco. De camino a casa ¿ Podríais contarme como son aquellos lugares que habéis visitado?-
Ante mi reacción de intentar ocultar las partes del cuerpo que tenia al descubierto, el hombre que se encontraba a mi lado en un nuevo momento de gentilidad y humildad me ofreció lo único que tenia para evitar aquellos momentos vergonzantes de tener la ropa echa añicos, me preció su guardapolvos poniéndomelo sobre los hombros. Aun estando húmedo, pude notar que se trataba de una tela bastante buena, su suavidad y finura a pesar de que proporcionaban calor dejaba mas que claro que su poseedor era un hombre adinerado. A decir verdad, era la primera vez que portaba algo tan valioso. No podía evitar acomodarme a la textura de la prenda y esperaba que so no le importase demasiado a su dueño. Si pasaba toda la noche con ella puesta de seguro que dormiría mejor con el ropaje que en mi cama.
El Sr.Ravnos discrepó ante mi afirmación de que aquella situación fue muestra de mi dura vida. Tenia un poco de razón, pues a pesar de que sabia que estas cosas pasaban yo nunca las había vivido -Bueno... aunque lo hubiese vivido sera normal y humano sentir temor ante los manoseos de unos desconocidos, a mi parecer es...- Quede en silencio, pues Ash seguía intentando relatar. Dejo caer la palabra ''perra'' en su comentario, lo que me pareció extraño y descortés. Preferí esperar pues el hombre se postró delante mía y tomándome la barbilla haciendo que le mirase nuevamente aquellos ojos que tan omnuvilada me dejaban, siguió relatando la frase que había dejado a medias y que curiosamente me había llegado a los mas profundo del alma ¿A que se refería al decir que era una loba en un mundo de perros? Sus palabras sonaron tan profundas y tan cálidas y el tacto de su mano era tan relajante que obvié que una vez más me hubiese tuteado, en ese momento no me molesto para nada, es más, analizando la situación, me pareció correcto. Sus palabras de alguna forma me cautivaron.
El momento fue interrumpido por una figura humana, de hombre, de clase alta quizá, que se acercaba lentamente con pasos tranquilos y seguros hasta nuestra posición. Era un hombre de mediana edad, su forma de hablar parecía sabia e inteligente, pues lo comprobé cuando se presentó y sin ningún temor afirmó ser el cabecilla de aquella banda de borrachos que intentaron acosarme anteriormente. Era extraño, pues cuando dirigió su mirada a Ash quise mostrarle toda mi ira y quería hacerle pagar por lo que sus compañeros me habían hecho, pero al abrir mi boca no salia palabra. Lo intente dos veces, incluso me adelanté un paso cuando el hombre sin mas dilación se fue, pero no pude decir nada. Quizá el miedo aun dominaba mi cuerpo, y no podía obviar que me encontraba ante un desconocido. - Dudo mucho que me conozca, a la unica persona de clase alta que recuerdo en la taberna sois vos y... también dudo que me halla podido encontrar por la calle de camino a casa o al cementerio-
Una vez el hombre desapareció de nuestras vistas, mi acompañante se ofreció a ser mi ''guardaespaldas'', por así decirlo, durante toda la noche hasta mi vuelta al hogar. Quise decirle que no, quise negarselo, quise irme alegando que no tendría nada con lo que pagarle, pero desde luego no estaba dispuesta a que algo así me volviese a ocurrir, por lo que acepté sin rechistar - Muchas gracias sr. Ravnos, no tenias por que. Pasado mañana cuando vuelva de mi día libre le diré al tabernero que os de la bebida de valde si es que os volvéis a pasar alguna vez por el lugar. Bueno, quizá eso no esa importante para vos debido a vuestro capital, pero no puedo hacer nada mas. Por favor, acéptelo- Finalmente, Ash reiteró en el tema que me fue cautivo y dejamos atrás. Aseguró que poseía coraje y que era única, y también, supuso que desde un primer momento su presencia no fue de mi agrado -Pienso que coraje y valor es lo mínimo que debe tener una persona para enfrentarse al día a día, de igual forma me alagáis, señor. No es que no fueseis de mi agrado pero entended que no puedo confiar en una persona que se muestra desde un primer momento directa hacia mi persona...supongo que consideraros contacto seria mejor... pero desconfiaría- termine por decir en tono bromista intentando darle ánimo a la situación. Era cierto que debía de desconfiar, pero no quería...
-¿Os puedo pedir un favor? Se que no debería pues os estaría pidiendo demasiado, pero, si no os importara, la lluvia parece que ha cesado un poco. De camino a casa ¿ Podríais contarme como son aquellos lugares que habéis visitado?-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Persecuciones
Era verdad, la lluvia comenzaba a cesar lentamente. Ash no dijo nada ante la pregunta de Keira, simplemente se limitó a echar a andar aun sin saber dónde vivía la joven mujer, por lo que hizo un leve gesto con la cabeza indicándole a la chica que debía caminar ya.
Estuvo en silencio unos momentos, realmente pensando qué clase de paparruchadas podría contarle a una mujer que apenas a salido de un barrio bajo desde hace muchos años. Ciertamente tenía historias para aburrir a cualquier historiador, pero ¿Se las creería? He ahí la cuestión.
El hombre carraspeó antes de comenzar a hablar, sin dejar de mirar hacia el frente, pero atento a cualquier movimiento de la mujer para seguirla -Historias... ¿Qué historia? Tengo tantísimas... poseo infinidad de ellas en esta memoria, jovencita. Quizá podría interesaros una expedición de hace ya cinco años... ¿Alguna vez habeis oido hablar de China?- se detuvo unos segundos para mirarla con una media sonrisa -Estuve allí participando en una... expedición... por llamarlo de alguna forma- casi reía al nombrar la palabra expedición... pues si ella conociese el verdadero sentido de aquel viaje, no se lo creería. -Está en una zona del mundo llamada Oriente. En las lejanas y enormes cordilleras del Himalaya, una enorme extensión de tierra que abarca varios paises ¿Qué buscabais allí? Os preguntareis quizá... Nada más y nada menos que la legendaria ciudad perdida de Shambhala.- se detuvo nuevamente, esperando que la joven captase lo que iba relatando. Mientras tanto, en la calle no había nadie más que ellos dos... pero algo inquietaba al vampiro. Sentía la mirada de alguien clavada fijamente en su nuca, como si le estuviesen siguiendo, mas no era el caso, pues lo comprobó girando la cara un par de veces hacia atrás contemplando solamente la quietud de una larga calle casi cubierta por una niebla que anunciaba el pronto amanecer.
Intranquilo, retomó el relato -Shambhala es lo que muchos creen un reino oculto que traerá la paz al mundo cuando estalle la "Gran Guerra" que desatará la discordia por todo el globo. Entonces, narran las leyendas y las mitologías que el gran Rey de Shambhala regresará desde su letargo junto a su invencible ejercito para brindar la paz que el planeta ha perdido, trayendo consigo una nueva era de oro.- narraba orgulloso, sabiendo que era el único capaz de contar aquella aventura. -Drake Montignac era mi acompañante... pobre muchacho- suspiró, pues era cierto que aquel intrepido aventurero le había caido bien realmente y más habiéndole servido de alimento durante todo el viaje. -Imaginaos una montaña enorme, miles de ellas juntas... La nieve blanca cubriendo todos sus picos ¿Sabeis qué es la nieve, verdad?- no tenía intención de insultar a la chica, pero dadas las circunstancias más le valía asegurarse de las cosas -Sobre ese hermoso paisaje, un cielo anaranjado por cortesía de el mayor de los crepúsculos jamás vistos por mis ojos...- se podía notar cierto tono de melancolía y nostalgia en sus palabras. Deseaba volver a viajar, regresar a aquellos parajes tan inhospitos y recorrerlos de cabo a rabo. -Y claro... eso sin mencionar el monstruo- concluyó así su relato, mirándola por el rabillo del ojo con una sonrisa maliciosa. Esperaba de ella que la curiosidad la invadiese y pidiese de rodillas que le hablase de ese supuesto monstruo ¿Por qué? Pues por simple maldad y ganas de incordar, pura diversión para él. -Por cierto... Espero que algún día me compenseis estas guardias como es debido, tened en cuenta que soy el máximo militar de Francia... y me teneis como guardaespaldas personal.- dijo serio, pues Keira no debía olvidar en ningún momento el puesto que caracterizaba a Ash, aunque dadas las emociones vividas, podría haber sido fácil olvidarlo. -Me conformaré con alguna bebida caliente, un té o un simple vaso de agua hervida... este frío se me hace insoportable.- [i]mintió, mintió y mintió... ¿Frío? Nada podría ser más frío que su piel o su propio corazón, pero debía de ser invitado por ella para que su alma se sintiese complétamente libre cerca de ella, pues era la mejor forma de profundizar en su corazón...
Estuvo en silencio unos momentos, realmente pensando qué clase de paparruchadas podría contarle a una mujer que apenas a salido de un barrio bajo desde hace muchos años. Ciertamente tenía historias para aburrir a cualquier historiador, pero ¿Se las creería? He ahí la cuestión.
El hombre carraspeó antes de comenzar a hablar, sin dejar de mirar hacia el frente, pero atento a cualquier movimiento de la mujer para seguirla -Historias... ¿Qué historia? Tengo tantísimas... poseo infinidad de ellas en esta memoria, jovencita. Quizá podría interesaros una expedición de hace ya cinco años... ¿Alguna vez habeis oido hablar de China?- se detuvo unos segundos para mirarla con una media sonrisa -Estuve allí participando en una... expedición... por llamarlo de alguna forma- casi reía al nombrar la palabra expedición... pues si ella conociese el verdadero sentido de aquel viaje, no se lo creería. -Está en una zona del mundo llamada Oriente. En las lejanas y enormes cordilleras del Himalaya, una enorme extensión de tierra que abarca varios paises ¿Qué buscabais allí? Os preguntareis quizá... Nada más y nada menos que la legendaria ciudad perdida de Shambhala.- se detuvo nuevamente, esperando que la joven captase lo que iba relatando. Mientras tanto, en la calle no había nadie más que ellos dos... pero algo inquietaba al vampiro. Sentía la mirada de alguien clavada fijamente en su nuca, como si le estuviesen siguiendo, mas no era el caso, pues lo comprobó girando la cara un par de veces hacia atrás contemplando solamente la quietud de una larga calle casi cubierta por una niebla que anunciaba el pronto amanecer.
Intranquilo, retomó el relato -Shambhala es lo que muchos creen un reino oculto que traerá la paz al mundo cuando estalle la "Gran Guerra" que desatará la discordia por todo el globo. Entonces, narran las leyendas y las mitologías que el gran Rey de Shambhala regresará desde su letargo junto a su invencible ejercito para brindar la paz que el planeta ha perdido, trayendo consigo una nueva era de oro.- narraba orgulloso, sabiendo que era el único capaz de contar aquella aventura. -Drake Montignac era mi acompañante... pobre muchacho- suspiró, pues era cierto que aquel intrepido aventurero le había caido bien realmente y más habiéndole servido de alimento durante todo el viaje. -Imaginaos una montaña enorme, miles de ellas juntas... La nieve blanca cubriendo todos sus picos ¿Sabeis qué es la nieve, verdad?- no tenía intención de insultar a la chica, pero dadas las circunstancias más le valía asegurarse de las cosas -Sobre ese hermoso paisaje, un cielo anaranjado por cortesía de el mayor de los crepúsculos jamás vistos por mis ojos...- se podía notar cierto tono de melancolía y nostalgia en sus palabras. Deseaba volver a viajar, regresar a aquellos parajes tan inhospitos y recorrerlos de cabo a rabo. -Y claro... eso sin mencionar el monstruo- concluyó así su relato, mirándola por el rabillo del ojo con una sonrisa maliciosa. Esperaba de ella que la curiosidad la invadiese y pidiese de rodillas que le hablase de ese supuesto monstruo ¿Por qué? Pues por simple maldad y ganas de incordar, pura diversión para él. -Por cierto... Espero que algún día me compenseis estas guardias como es debido, tened en cuenta que soy el máximo militar de Francia... y me teneis como guardaespaldas personal.- dijo serio, pues Keira no debía olvidar en ningún momento el puesto que caracterizaba a Ash, aunque dadas las emociones vividas, podría haber sido fácil olvidarlo. -Me conformaré con alguna bebida caliente, un té o un simple vaso de agua hervida... este frío se me hace insoportable.- [i]mintió, mintió y mintió... ¿Frío? Nada podría ser más frío que su piel o su propio corazón, pero debía de ser invitado por ella para que su alma se sintiese complétamente libre cerca de ella, pues era la mejor forma de profundizar en su corazón...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Persecuciones
Comencé a caminar un poco adelantada a mi acompañante con la intención de que este me siguiera y a la vez intentase protegerme de cualquier obstáculo que se presentase en el camino. Por unos segundos pensé en aquel hombre mayor, un tanto bajo y con la cara marcada de arrugas aunque una sonrisa sabia y de la que desconfiar ¿Había enviado el a los hombres? ¿Qué tipo de banda se supone que formaban y con que finalidad? ¿Serian mafiosos? Quien sabía…
Ash comenzó a relatar una historia fruto de mi petición para aliviar el húmedo y largo camino hacia el hogar. La historia tuvo lugar hacia cinco años… ¿Cuántos años tendría entonces? Veinte o veintitrés a lo sumo…tampoco era muy buena ofreciéndole edades a la gente. El lugar donde transcurría la historia era en China –China… si, he oído hablar de ella pero no se muy bien donde esta…ni si quiera se si es un lugar tan grande como Paris- Tras decir esto, siguió relatando la historia en la que se incluida lugares como el Himalaya y una ciudad perdida llamada Shambhala, que a juzgar por el nombre, debía de estar muy escondida. Se trataba de una ciudad que según la historia prometería una paz y una década de armonía cuando una tal ‘’Gran Guerra’’ estallase. No pude evitar sorprenderme con tal anécdota - ¿Una Gran guerra? ¿De que se trata? ¿Una revolución de los pobres contra la clase alta mundial? ¿Creéis que en esa década de armonía todo el mundo conseguirá llevarse bien?- el muchacho me pidió que imaginase una serie de montañas impregnadas de hielo y nieve junto a un crepúsculo… No pude, pues si había visto la nieve pero no una serie de montañas ni un crepúsculo ¿Qué era eso? ¿Un bosque? ¿Un lago? –No…no se que es un crepúsculo señor…Pero si es cierto lo que decís sobre esa época de armonía y paz, espero sin duda que los pobres se conviertan en gente con el dinero suficiente como para recibir una enseñanza esmerada y que palabras tan hermosas como ‘’crepúsculo’’ puedan ser sabidas por todas las personas- A veces pensaba en esa mentalidad mía de no querer concebir una pareja estable, no sabia muy bien por que pensaba así, mayoritariamente era porque no desearía estar atada a un hombre… y a veces suponía, que tampoco para no dar a mis hijos un futuro analfabeto como el mío. Esperaba de cualquier manera que nunca me preguntasen por que pensaba así. Mis pensamientos quizá atrasados e impropios para una mujer de mi edad no fueron un impedimento para que Ash siguiera relatando su historia, esta vez enunciando un monstruo -¿Un monstruo? ¿De que habláis? ¿De una criatura de la noche como las que por aquí se mencionan? – Impresionante. Nunca me había parado a oír mas de la cuenta las historias urbanas sobre monstruos de la noche, fantasmas o criaturas atroces que a la gente le encantaba oír, no creía en ellas de ninguna forma, pues para mi las malas criaturas de la noche eran tres borrachos con ganas de seguir de fiesta.
De algún modo, acerté en que si contaba una historia el transcurso del viaje se haría corto. En menos de lo que pensaba, ya nos encontrábamos frente a la puerta, vieja por supuesto, de mi hogar. Esperaba que mi acompañante no hiciese ningún comentario absurdo sobre la fachada rota y antigua de la casa. Ash, se limito a pedir algo mínimo a cambio por su trabajo recordándome que se trataba de un máximo militar Francés, aunque eso me daba medianamente lo mismo, pues si no me demostraba que se trataba de una persona inteligente, racional y con carácter critico, acabaría pensando siempre que se trataba de uno mas de la clase alta. – Si aun queréis seguir desviado de vuestro destino, puedo ofreceros ahora un te caliente- Dije abriendo la puerta de mi casa, haciéndole un gesto para que pasase ¿Qué estaba haciendo? Estaba ofreciendo entrar a un desconocido ¿Qué me estaba pasando?
Ash comenzó a relatar una historia fruto de mi petición para aliviar el húmedo y largo camino hacia el hogar. La historia tuvo lugar hacia cinco años… ¿Cuántos años tendría entonces? Veinte o veintitrés a lo sumo…tampoco era muy buena ofreciéndole edades a la gente. El lugar donde transcurría la historia era en China –China… si, he oído hablar de ella pero no se muy bien donde esta…ni si quiera se si es un lugar tan grande como Paris- Tras decir esto, siguió relatando la historia en la que se incluida lugares como el Himalaya y una ciudad perdida llamada Shambhala, que a juzgar por el nombre, debía de estar muy escondida. Se trataba de una ciudad que según la historia prometería una paz y una década de armonía cuando una tal ‘’Gran Guerra’’ estallase. No pude evitar sorprenderme con tal anécdota - ¿Una Gran guerra? ¿De que se trata? ¿Una revolución de los pobres contra la clase alta mundial? ¿Creéis que en esa década de armonía todo el mundo conseguirá llevarse bien?- el muchacho me pidió que imaginase una serie de montañas impregnadas de hielo y nieve junto a un crepúsculo… No pude, pues si había visto la nieve pero no una serie de montañas ni un crepúsculo ¿Qué era eso? ¿Un bosque? ¿Un lago? –No…no se que es un crepúsculo señor…Pero si es cierto lo que decís sobre esa época de armonía y paz, espero sin duda que los pobres se conviertan en gente con el dinero suficiente como para recibir una enseñanza esmerada y que palabras tan hermosas como ‘’crepúsculo’’ puedan ser sabidas por todas las personas- A veces pensaba en esa mentalidad mía de no querer concebir una pareja estable, no sabia muy bien por que pensaba así, mayoritariamente era porque no desearía estar atada a un hombre… y a veces suponía, que tampoco para no dar a mis hijos un futuro analfabeto como el mío. Esperaba de cualquier manera que nunca me preguntasen por que pensaba así. Mis pensamientos quizá atrasados e impropios para una mujer de mi edad no fueron un impedimento para que Ash siguiera relatando su historia, esta vez enunciando un monstruo -¿Un monstruo? ¿De que habláis? ¿De una criatura de la noche como las que por aquí se mencionan? – Impresionante. Nunca me había parado a oír mas de la cuenta las historias urbanas sobre monstruos de la noche, fantasmas o criaturas atroces que a la gente le encantaba oír, no creía en ellas de ninguna forma, pues para mi las malas criaturas de la noche eran tres borrachos con ganas de seguir de fiesta.
De algún modo, acerté en que si contaba una historia el transcurso del viaje se haría corto. En menos de lo que pensaba, ya nos encontrábamos frente a la puerta, vieja por supuesto, de mi hogar. Esperaba que mi acompañante no hiciese ningún comentario absurdo sobre la fachada rota y antigua de la casa. Ash, se limito a pedir algo mínimo a cambio por su trabajo recordándome que se trataba de un máximo militar Francés, aunque eso me daba medianamente lo mismo, pues si no me demostraba que se trataba de una persona inteligente, racional y con carácter critico, acabaría pensando siempre que se trataba de uno mas de la clase alta. – Si aun queréis seguir desviado de vuestro destino, puedo ofreceros ahora un te caliente- Dije abriendo la puerta de mi casa, haciéndole un gesto para que pasase ¿Qué estaba haciendo? Estaba ofreciendo entrar a un desconocido ¿Qué me estaba pasando?
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Persecuciones
Resultó estimulante apreciar la atención que Keira había estado ofreciendo ante las anécdotas del militar. No obstante, Ash no podía evitar reirse a carcajadas en su interior recordando los verdaderos sentidos de aquella expedición que no duró más de un solo día. Sin embargo, la mujer no parecía tener los conocimientos suficientes ni para entender lo que una "Gran Guerra" suponía. -Una "Gran Guerra", querida, quiere decir que todas las naciones del mundo combatirán entre sí en una vorágine de sangre, dolor y sufrimiento. Una epoca de completa oscuridad que se hará eterna para las pesadumbradas almas torturadas que rondarán las desérticas noches en busca de agua para sus hijos pequeños, que encerrados o escondidos, agonizan bajo la tenebrosa mano de Seth.- se detuvo un momento a reflexionar el nombre del antiguo Dios egipcio. Seth, aquel a quienes atribuían todo el mal que acaecía en la tierra. Se preguntó entonces cuanto añoraba su tierra, la que gustoso visitaría nuevamente en cuanto tuviese la oportunidad.
No pudo reprimir de igual forma un cierto tono placentero al relatar los desastres que sucederían entonces, como si en el fondo de su más pútrido corazón anhelase que llegase esa edad oscura. No, es más, deseaba ser él quien la manifestase... una utopía.
Entonces, Keira mencionó a parte el desconocimiento del significado "Crepúsculo" -Además, un crepúsculo es el punto más exacto entre el día y la noche. Justo cuando el sol se pone en el horizonte... regalando a la humanidad un explendoroso paisaje...- decía con nostalgia, perdiendo su mirada entre la neblina de la noche[/color] -Por desgracia, madame, esa época de paz y armonía nunca llegará a reinar en esta tan desfavorecida tierra de hombres. El egoismo envuelve el mundo, el pobre desea fervientemente el dinero del rico y el rico desea más dinero del que ya posee... Admiro vuestros oníricos pensamientos, espero que podais llegar a verlos.- culminó con una sonrisa un tanto irónica, pero no mentía. Realmente le gustaría apreciar el mundo sin rencores ni maldad antes de que se sumiera en el más profundo caos. Por lo demás, la conversación había deribado hacia el supuesto monstruo que el muchacho nombró en su historia -Oh, sí Mi Lady, monstruos tan siniestros como esos que os contaron alguna vez. Monstruos sedientos de sangre, con apariencia salvaje y largos colmillos que desearán clavar en vuestra delicada piel y despojaros de toda la sangre caliente que portais en las venas...- sonreía y gesticulaba las manos como si contase una historia de terror a una niña pequeña -Aunque nunca hallareis peor monstruo que vuestros temores... ¿Puedo saber a qué se debe tanto odio hacia la clase Alta? ¿Os hicieron algo en el pasado? ¿Os han tratado mal?- arqueó una ceja cruzándose de brazos, pensativo -Rara vez he encontrado gente con tanto rencor hacia los "poderosos" sin un motivo de peso... ¿Me sorprenderéis vos?- bromeó al detenerse frente a la puerta del hogar, si se le podía llamar así.
Su apariencia andrajosa y demacrada le recordó a algunas de las chozas derruidas de su antigua vida humana. Las estructuras quebradizas de hogares abandonados por sus dueños o bien destruidos por la ira del faraón... No obstante ¿Quién querría destruir una casa que no aportaría ni siquiera el beneficio de la madera? El vampiro tuvo que hacer un ligero esfuerzo para no hacer algún comentario hiriente sobre la precaria situación en la que se hallaba la mujer. Ella, amablemente, le invitó a tomar ese te del que había hablado Ash momentos antes. Sus ojos parecieron brillar un momento al oir la invitación de la mujer, mas tuvo que negarse. -No os preocupéis por eso ahora, quizá más adelante cuando nos conozcamos mejor. No me parecería buena idea adentrarme en vuestro hogar, tomar un te caliente, mirarnos a los ojos y sucumbir a nuestros más bajos instintos, haciendo el amor salvajemente.- calló unos instantes tras decir esas palabras con cierta rudeza, buscando ruborizar a la mujer -Es broma. Pero sí que puedo esperar a otros días venideros. Os lo agradezco.- sonrió entonces, inclinando la cabeza ligéramente con cortesía hacia la joven dama. Aunque cierto era que se moría por leer su mente en esos instantes...
No pudo reprimir de igual forma un cierto tono placentero al relatar los desastres que sucederían entonces, como si en el fondo de su más pútrido corazón anhelase que llegase esa edad oscura. No, es más, deseaba ser él quien la manifestase... una utopía.
Entonces, Keira mencionó a parte el desconocimiento del significado "Crepúsculo" -Además, un crepúsculo es el punto más exacto entre el día y la noche. Justo cuando el sol se pone en el horizonte... regalando a la humanidad un explendoroso paisaje...- decía con nostalgia, perdiendo su mirada entre la neblina de la noche[/color] -Por desgracia, madame, esa época de paz y armonía nunca llegará a reinar en esta tan desfavorecida tierra de hombres. El egoismo envuelve el mundo, el pobre desea fervientemente el dinero del rico y el rico desea más dinero del que ya posee... Admiro vuestros oníricos pensamientos, espero que podais llegar a verlos.- culminó con una sonrisa un tanto irónica, pero no mentía. Realmente le gustaría apreciar el mundo sin rencores ni maldad antes de que se sumiera en el más profundo caos. Por lo demás, la conversación había deribado hacia el supuesto monstruo que el muchacho nombró en su historia -Oh, sí Mi Lady, monstruos tan siniestros como esos que os contaron alguna vez. Monstruos sedientos de sangre, con apariencia salvaje y largos colmillos que desearán clavar en vuestra delicada piel y despojaros de toda la sangre caliente que portais en las venas...- sonreía y gesticulaba las manos como si contase una historia de terror a una niña pequeña -Aunque nunca hallareis peor monstruo que vuestros temores... ¿Puedo saber a qué se debe tanto odio hacia la clase Alta? ¿Os hicieron algo en el pasado? ¿Os han tratado mal?- arqueó una ceja cruzándose de brazos, pensativo -Rara vez he encontrado gente con tanto rencor hacia los "poderosos" sin un motivo de peso... ¿Me sorprenderéis vos?- bromeó al detenerse frente a la puerta del hogar, si se le podía llamar así.
Su apariencia andrajosa y demacrada le recordó a algunas de las chozas derruidas de su antigua vida humana. Las estructuras quebradizas de hogares abandonados por sus dueños o bien destruidos por la ira del faraón... No obstante ¿Quién querría destruir una casa que no aportaría ni siquiera el beneficio de la madera? El vampiro tuvo que hacer un ligero esfuerzo para no hacer algún comentario hiriente sobre la precaria situación en la que se hallaba la mujer. Ella, amablemente, le invitó a tomar ese te del que había hablado Ash momentos antes. Sus ojos parecieron brillar un momento al oir la invitación de la mujer, mas tuvo que negarse. -No os preocupéis por eso ahora, quizá más adelante cuando nos conozcamos mejor. No me parecería buena idea adentrarme en vuestro hogar, tomar un te caliente, mirarnos a los ojos y sucumbir a nuestros más bajos instintos, haciendo el amor salvajemente.- calló unos instantes tras decir esas palabras con cierta rudeza, buscando ruborizar a la mujer -Es broma. Pero sí que puedo esperar a otros días venideros. Os lo agradezco.- sonrió entonces, inclinando la cabeza ligéramente con cortesía hacia la joven dama. Aunque cierto era que se moría por leer su mente en esos instantes...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Persecuciones
Según el Sr Ravnos, estaba equivocada en mi concepto de Gran Guerra. No podía reprocharle lada pues seguramente el estaba en todo lo cierto y ¿Quién era yo para porfiar lo que viajero podía descubrir? Ojala alguna vez tuviese la oportunidad de comprobar que es cierto y que no para no volver a pensar equivocadamente y por consecuencia tener que callar, cosa que no iba nada con mi intrépida y lanzada forma de ser. Estaba segura de que Ash estaría disfrutando de alguna de las formas al encontrarme tan crédula, no le conocía, pero su forma de ser me daba a pensar aquello. Volví a caerme sobre la misma piedra, pues el concepto de crepúsculo era algo que me acompañaba día a día y me fascinaba asomarme a la ventana para poder deleitarme con su extraordinaria belleza…tan claro y a la vez tan oscuro… tan cerca y profundo…tan lejos, sin duda, crepúsculo era a lo que yo llamaba normalmente atardecer, el momento del día que mas deseaba que llegase, el mas preciado para mi.
Mi acompañante siguió de igual manera contestando a las preguntas que surgían sobre la marcha, afirmo pues, la forma de ser de aquellos monstruos. Los describía tal y como imaginaba: sedientos de humanos, carne, seres de la noche con gran mandíbula lista y realizada para cazar acompañada de un aspecto mítico y salvaje…paparruchas – Permitidme el atrevimiento pero dudo que esas historias sean ciertas ¿Es que alguien realmente ha visto a alguno de esos seres en realidad? Si de verdad existiesen ¿Por qué no los he visto yo o uno de mis allegados? Me parecería una tontería que esos monstruos que decís prefieran deleitarse con el cuerpo de un barón, al que vengarían hasta la muerte, antes que al de un mísero pobre al que no se preocuparían ni por llorar su muerte, quien sabe, quizá nuestra sangre sea tan dulce y pura que ahuyenta a tan delicado olfato- reí de las tonterías que estaba diciendo- No creo en esas historias Sr Ravnos, no es necesario que intente asustarme con ellas. Digamos que soy…un poc escéptica- Sorprendida me quede tras estas palabras, pues el hombre de semblante cambiante pregunto por el origen de mi rechazo a la sociedad, era curioso, pues poco me lo había planteado, pensaba que no necesitaba una razón para odiarles pero que debía hacerlo –Digamos que vivo sola desde hace ya unos años por culpa de la sociedad, no lo digo por el enriquecimiento de la clase alta, que puede ser pues mis padres murieron por no poder comprar medicamentos básicos para sobrevivir, lo digo por que… desde hace ya mucho, la clase alta ignora a los de nuestra condición. Nos tratan como si fuéramos animales, no nos hacen daño físico pero no es agradable pasear por la calle con la poca prenda que se tiene y que los riachuelos se vayan riendo de ti e injuriando bajo aquellos grandes y decorados abanicos por no tener dinero y por ello vestir mala y tener mal aspecto, o el simple hecho de no llevar maquillaje puesto, y la verdad, aunque tuviese no me lo pondría, no quisiera parecerme a ellos. Pero… mis hermanos, artos del trato actual, decidieron marcharse de casa y encontrar un buen trabajo para demostrar que son tan capaces como ellos…capaces de todo menos de acordarse de mí… En fin, puede que no me hayan hecho ningún daño, pero es injusto y ellos no lo ven-
Se me quedó un mal sabor de boca tras relatarle a un desconocido mis valiosos pensamientos de camino a la pobre casa en la que vivía. Una vez llegado al hogar y habiendo pisado dentro, ofrecí a mi protector el vaso de té, aunque este lo rechazo, alegando que si lo aceptaba muy posiblemente nos miraríamos a los ojos y sucumbiríamos a las absurdas tentaciones, a mi parecer, de hacer el amor salvajemente, con un desconocido. La sangre mi hirvió ¿A que venia eso? Solo de imaginar la situación hacia que algo en mi se impregnase de nervios y ansiedad-¿Quién os creéis que sois para decir eso? ¿Os parece divertido? Pues tened muy presente que jamás una persona como yo necesitaría acostarse con nadie, y aunque lo hiciese, la ultima persona en el mundo a la que elegiría ¡ seriáis vos! – Rápidamente me quite la gabardina de aquel hombre y se la tire encima con furia –Marchaos antes de que me arrepienta de… de lo que sea. Habéis sido descortés con ese comentario, no deberíais hacerlo antes las damas – Tras esto, rápidamente con mis brazos cubrí aquellas zonas que no se deberían de ver y menos en una situación como aquella. Al final, el muchacho acabo por confesar que se trataba de una broma, aunque eso no evito que el nerviosismo de la situación se esfumase. Me coloque justo detrás de la puerta y me dispuse a cerrarla, dándole a entender que se marchase – Gracias por todo Sr.Ravnos, que os vaya bien- Cerré la puerta.
Mi acompañante siguió de igual manera contestando a las preguntas que surgían sobre la marcha, afirmo pues, la forma de ser de aquellos monstruos. Los describía tal y como imaginaba: sedientos de humanos, carne, seres de la noche con gran mandíbula lista y realizada para cazar acompañada de un aspecto mítico y salvaje…paparruchas – Permitidme el atrevimiento pero dudo que esas historias sean ciertas ¿Es que alguien realmente ha visto a alguno de esos seres en realidad? Si de verdad existiesen ¿Por qué no los he visto yo o uno de mis allegados? Me parecería una tontería que esos monstruos que decís prefieran deleitarse con el cuerpo de un barón, al que vengarían hasta la muerte, antes que al de un mísero pobre al que no se preocuparían ni por llorar su muerte, quien sabe, quizá nuestra sangre sea tan dulce y pura que ahuyenta a tan delicado olfato- reí de las tonterías que estaba diciendo- No creo en esas historias Sr Ravnos, no es necesario que intente asustarme con ellas. Digamos que soy…un poc escéptica- Sorprendida me quede tras estas palabras, pues el hombre de semblante cambiante pregunto por el origen de mi rechazo a la sociedad, era curioso, pues poco me lo había planteado, pensaba que no necesitaba una razón para odiarles pero que debía hacerlo –Digamos que vivo sola desde hace ya unos años por culpa de la sociedad, no lo digo por el enriquecimiento de la clase alta, que puede ser pues mis padres murieron por no poder comprar medicamentos básicos para sobrevivir, lo digo por que… desde hace ya mucho, la clase alta ignora a los de nuestra condición. Nos tratan como si fuéramos animales, no nos hacen daño físico pero no es agradable pasear por la calle con la poca prenda que se tiene y que los riachuelos se vayan riendo de ti e injuriando bajo aquellos grandes y decorados abanicos por no tener dinero y por ello vestir mala y tener mal aspecto, o el simple hecho de no llevar maquillaje puesto, y la verdad, aunque tuviese no me lo pondría, no quisiera parecerme a ellos. Pero… mis hermanos, artos del trato actual, decidieron marcharse de casa y encontrar un buen trabajo para demostrar que son tan capaces como ellos…capaces de todo menos de acordarse de mí… En fin, puede que no me hayan hecho ningún daño, pero es injusto y ellos no lo ven-
Se me quedó un mal sabor de boca tras relatarle a un desconocido mis valiosos pensamientos de camino a la pobre casa en la que vivía. Una vez llegado al hogar y habiendo pisado dentro, ofrecí a mi protector el vaso de té, aunque este lo rechazo, alegando que si lo aceptaba muy posiblemente nos miraríamos a los ojos y sucumbiríamos a las absurdas tentaciones, a mi parecer, de hacer el amor salvajemente, con un desconocido. La sangre mi hirvió ¿A que venia eso? Solo de imaginar la situación hacia que algo en mi se impregnase de nervios y ansiedad-¿Quién os creéis que sois para decir eso? ¿Os parece divertido? Pues tened muy presente que jamás una persona como yo necesitaría acostarse con nadie, y aunque lo hiciese, la ultima persona en el mundo a la que elegiría ¡ seriáis vos! – Rápidamente me quite la gabardina de aquel hombre y se la tire encima con furia –Marchaos antes de que me arrepienta de… de lo que sea. Habéis sido descortés con ese comentario, no deberíais hacerlo antes las damas – Tras esto, rápidamente con mis brazos cubrí aquellas zonas que no se deberían de ver y menos en una situación como aquella. Al final, el muchacho acabo por confesar que se trataba de una broma, aunque eso no evito que el nerviosismo de la situación se esfumase. Me coloque justo detrás de la puerta y me dispuse a cerrarla, dándole a entender que se marchase – Gracias por todo Sr.Ravnos, que os vaya bien- Cerré la puerta.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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