Pequeño cachorro , Gran León, Familia [Sean]

El bosque era algo maravilloso de día, cada parte de el te daba un espectáculo maravilloso, abrochándome la camisa blanca , dejándome el chaleco abierto empecé a dejar a mi casa atrás , mirando el pequeño establo construido con mis propias manos para la yegua abandonada que me encontré junto a su potrillo.

Necesitaba algo de comida, trozos de pan y leche no era suficiente, así que tirando del dinero ahorrado compraría comida suficiente para un mes y algunas mejoras para la casa, necesitaba un colchón nuevo y un par de listones para acabar la entrada, andando con paso tranquilo y desgarbado ve las calles parisinas en su totalidad, una sonrisa amplia aparece en su rostro, le encantaba tener la libertad de poder hacer lo que le apetecía, en Florencia solo era un mandado de sus padres pero al llegar a París tuvo que aprender a valerse pro si mismo.

Mirando el mercado donde se podía permitir comprar, empieza a recoger todo tipo de alimentos, no pudo evitar pensar en el cachorro de la anterior noche, como estaría? Ese pequeño se veía muy solo, agitando la cabeza ve un colgante pequeño de el escudo italiano, algo sorprendido lo compra sin saber por que, estaba admirándolo cuando siente algo, un olor conocido, mira hacia un puesto donde una mujer aparta a un gato con la escoba, haciendo que el gato maullase de dolor, sintiendo un aura de protección agarro al pequeño felino.

-Signorina…guarde esa escoba o seré yo mismo quien se la rompa en dos-nunca había sido irrespetuoso pero ese gato…estaba seguro que era el pequeño guepardo de anoche, teniendo casi todo comprado se dirige a un callejón, mirando al felino-Cachorro?, eres tu verdad?-mira su bolsillo el colgante con el escudo italiano, se lo pone al gato alrededor de su cabeza y lo deja en el suelo-Transfórmate nadie te verá…iremos a mi casa de acuerdo? No te dejaré solo nunca, pero vamos, corremos peligro-saca de las bolsas un trozo de pan dulce y se lo enseña-Confías en mi?-acaricia al gato y luego a la cadena que le daba así una especie de identificación de que estaría a su lado…

El mediodía encuentra al pequeño Sean en su forma de gatito bebe escondido entre las cajas de un puesto del mercado, uno donde venden algunas joyas y él espera poder conseguir una y cambiarla por algo de comer. Desde ayer a la noche que no come nada, está acostumbrado a pasar días sin comer y eso se observa en su delgado cuerpecito, pero espera poder conseguir algo hoy.

Se mantiene oculto, esperando la oportunidad mientras las horas pasan… finalmente lo encuentra, la mujer del puesto se distrae con un cliente y él salta sobre el mostrador y agarra con la boca la primera pulsera que considera que vale la pena llevarse. Alguien lo ve y grita, alertando a la mujer. Salta de esa mesa y trata de escapar, algo duro cae sobre su cuerpo, aturdiéndolo. Sacude su cabeza y logra esquivar otro escobazo por los pelos. Salta de un lado a otro esquivando la escoba, se tropieza y otro golpe cae sobre su lomo haciéndole maullar del dolor. Gira su cabecita para observar a la mujer y ve que se dispone a volver a pegarle, cierra los ojos. Pero en vez de la dura escoba siente una manos cálidas agarrarlo y una voz con un acento que no conoce. Gira su cabecita para mirarlo. No conoce a este hombre… pero su olor… es el mismo que el del león blanco que conoció.

Lo aparta de aquel lugar y Sean lo mira con sus ojitos gatunos.

-Meeooww-

Responde a la pregunta de este hombre, sin dudas se trataba del león. Cuando lo deja en el suelo, se mira el cuello para ver el collar que le puso, el escudo era extraño, pero lindo también, lo toca con su patita y regresa su atención al hombre. ¿Qué se transforme? Eso a él no le gusta, no le gusta ser humano, porque siendo humano es más fácil que lo atrapen y le hagan daño, en cambio, como animal tiene más probabilidades de escapar, aunque a veces no es fácil como la escena en ese puesto del mercado.

Inclina su cabecita a un lado al ver lo que le da, se acerca un poquito a su mano y olfatea el trozo de pan dulce. Le da una pequeña lamida para probarlo… es dulce… él nunca ha comido cosas dulces… solo una vez comió algo de un basurero. Se relame y come el trozo, llenando su pequeño hocico de migas.

Gira su cabeza de un lado al otro para asegurarse que nadie lo vea. Cierra los ojos y lentamente va tomando su forma humana, quedando de pie frente al “hombre león”, solo con su ropa interior. Abre los ojos y lo mira inseguro de qué hacer. Su cuerpito es muy delgado, signo de la desnutrición que sufre y está lleno de cicatrices de golpes antiguos que le han dado y en su espalda y en su pierna izquierda se ven las marcas que le han dejado los golpes de la escoba que esa mujer le dio por haber robado esa pulsera.

Se queda quietito mirando al hombre con miedo e inseguridad, no le gusta para nada estar en su forma humana y encima es otoño y comienza a hacer frío.

Mira al pequeño y le sonríe, ve que sus ropas no están en su cuerpo y le observa, parecía un caso muy serio de desnutrición, algo se removió en el al sentir como ese pequeño hombrecito estaba de desprotegido, pero eso iba a cambiar, lentamente aparta su chaqueta de su cuerpo y agachándose se la pone a el, atando los botones para que no le entrara frío.

-Me llamo Paolo Di vaio-se presenta cogiendole en brazos y arropándole entre su calor-Sabes…eres un chico valiente-No quiere meterle presión para preguntar que hacia solo, así que simplemente empezó a andar fuera del mercado , mirando de vez en cuando al pequeño-Me dirás tu nombre cachorro? Necesito saber con quien viviré-le informa sonriendo-Que te parece que cuando lleguemos…comamos un buen trozo de carne-propone cruzando una calle corriendo, empezando a internarse en el bosque-Sabes…mi casa esta rodeada de árboles, te gustara-asegura, sabia que ambos se compaginarían en ese aspecto, miro a el cachorro y beso su frente…-Bienvenido a casa-simples y llanas palabras, reconfortantes al mismo tiempo.

Días después de recoger a Sean , como me había dicho que se llamaba todo iba de maravilla, Sean y yo nos acoplábamos como verdaderos hermanos, el se portaba como un niño ejemplar, sin obviar las travesuras que puede llegar a hacer, o los pucheros ante los baños, cuando toca el agua parecía un pequeño terremoto, podía patalear, poner pucheros , hasta hartarse para intentar convencerme, pero debía ser fuerte , no todo era juego y diversión aunque intentaba que todo le resultara fácil, la decoración de la habitación era sencilla pero perfecta, había adecuado el jardín para conseguir que no hubiera zonas sin descubrir y pudiera jugar, ante las comidas no ponía pegas y se portaba tierno con todo el mundo.

Con esto me pregunto…cual será la siguiente aventura con el…quizás deba llevarle al parque de atracciones, había estado portándose muy bien durante toda la semana y yo había ahorrado para gastarlo en el, quizás…le haría ilusión y con un poco de suerte podría ganarle un león de peluche para que se acordara de mi…

-Sean!-le llame desde el salón ya que estaba en su habitación-Que te parece ir al parque de atracciones?-propuse con una sonrisa amplia.

El pequeño lo mira con algo de miedo e inseguridad. No le gusta estar en su forma humana, siempre pasan cosas malas cuando está así, en especial cuando estaba en casa con su padre. En sus formas animales es más rápido y ágil, pudiendo escapar de casi cualquier cosa. Baja la cabeza cuando “el león” se agacha sobre él, pero en lugar de hacerle daño lo resguarda del frío con su chaqueta que tiene su olor. Lo mira sorprendido por esa acción y más aún cuando lo coge en brazos.

-S.. Sean.-

Se presenta en un pequeño susurro. Al empezar a andar pasan de nuevo por la tienda de esa señora mala que le golpeo con la escoba, Sean se acurruca en los brazos de Paolo para sentirse seguro de que esa señora no iba a salir a golpearlo, aunque no lo reconociera en su forma humana.

Mientras caminan, o mas bien, mientras Paolo lo carga, el pequeño mira con curiosidad el bosque hasta que llegan al lugar donde sería su nuevo hogar. Sonríe al verlo, era una casa hermosa hecha de madera.

Pasaron los días y Sean se fue acostumbrando a su nueva vida. Todavía era algo inseguro en algunas cosas, debido a su vida anterior, pero lentamente se acostumbraba. Pero lo que más le parecía extraño no era que pudiera comer las tres comidas o más, tampoco que tuviera un lugar comodo donde dormir todas las noches, tampoco que se tuviera que bañar tan seguido (cosa que a él no le gustaba). Sino… era que Paolo lo quisiera y se lo demostrara todos los días. Nadie le demostró ese cariño antes, nadie se preocupaba que estuviera bien, que comiera o simplemente que se divirtiera como cualquier niño. Eso le era extraño y nuevo para él.

Estaba en su habitación persiguiendo una mosca en su forma de gatito, saltaba y bajaba de los muebles tratando de atrapar al terrible dragón que entró en el castillo. Cuando por fin logra atrapar con sus patitas delanteras a la mosca escucha a Paolo. Rapidamente suelta al dragón y corre hacia el salón, cuando llega se vuelve humano y lo mira con curiosidad.

-¿Paque de atatione? ¿qué es?-

Nunca fue a ese lugar y tras escuchar la explicación de Paolo una enorme sonrisa se dibuja en su carita.

-¡¡Ti!! ¡vamo vamo!-

Le agarra la mano y tira de él hacia la puerta para irse ya, no queria que el parque se fuera.