No soy un demonio... no estoy en llamas.[Pauline Jane Stenfield]

La noche recién caí por las calles, pues con su manto nocturno empezaba a cubrirlo toda, adornando el paisaje de los cielos con el hermosa tintinear de las estrellas, la calma se apoderaba de las calles, toda esa agitación del medio día se terminaba, para dejar paso a la calma de la noche, realmente parecía un noche ideal para salir y caminar por la inmensa ciudad, y por esas callejuelas que pueden relatar grandes historias.

Y así fue era de noche mas que evidente que debería permanecer en mi casa, pues mi mama siempre me había dicho, que las noche eran para esos seres que han nacido en la majestuosidad de la noche peor había algo diferente, pues algo en mi me decía que tenia que salir, no se realmente que era, pero pues tenia ganas de salir le puse un vestido muy lindo a la muñeca donde vivía el alma de mi mama y abriendo la puerta Salí hacia la gran ciudad, cosa que realmente me aterraba pues en mis 12 años jamás había ido a la gran ciudad.

Llegue hasta la entrada de la ciudad, mire con asombro las grandes construcciones que había, grandes casas con hermosas fachadas, lujosos restaurantes con gente que parecía de un alto estatus, pensé muy dentro de mi,( quizás no vengo vestida para la ocasión, pero al menos tu mama si estas muy linda.), abrase la muñeca y me adentre hacia la gran ciudad, acomode la gran capa que me cubría uno de los últimos regalos que me hizo en vida mi mama, y seguí mi camino, me adentre caminando embobada con toda la gente que en la noche salía, con elegantes ropas y un andar chisto.

Trate de no llamar mucho la atención, pues si bien mi mama me enseño las artes mágicas, no me sentía apta para defenderme, pues mi magia solo era fuerte contra pequeños animales con los que me alimentaba a las afueras de la ciudad en mi casa, pues así seguí caminando y sujetando fuerte mente a mi mama, que se encontraba en esos momento dormida, realmente tenia miedo pues, cuando mi mama duerme me siento sola, y triste, pues no tengo a nadie mas en este mundo.

Así seguí caminando hasta llegar a un enorme lugar, algo lúgubre a los ojos de esta humilde niña, tenia grandes columnas detalladas con adornos de personajes que jamás había conocido, personajes que parecían en una posición rara, pues tenían las palmas de la manos juntas, algo que me pareció curioso, también algo raro fue que la gente entraba al replicar de las campanas, pero no salía, acto que tome como curiosidad, así que abrasando fuerte mente a mi mama, me decidí a entrar.

Era un lugar algo oscuro, pues solo pocas velas se encontraban encendidas, grandes bancas a los lados adornaban el lugar, gente hincada mirando hacia una cruz era algo que me pareció extraño, gente llorando, o diciendo palabras en secreto, era algo que veía por todo el lugar, creí recordar algo que me conto mi mama, creo que esto es una secta, o algo así, bueno pues no quiero llamar mucho la atención, en la tierra que fueras has lo que vieras, frase típica de mi mama, pues me dirigí hasta una banca que estaba sola, solo una dama con la cabeza cubierta se encontraba en la banca de atrás, no quería incomodar a nadie así que entre lo mas silenciosa posible, pero tal ves no traía el calzado correcto o fue el destino que rompió la cinta de mi sandalia y con un estrepitoso ruido caí en el piso de mármol, llamando a todas las miradas hacia mi, cosa que me puso de nervios, empecé a caminar con la cabeza agachada, y con mi sandalia en la mano, pensé, (cual era el hechizo para reparar las cosas rotas.) mientras sacaba de la bolsa derecha de la gran capa la barita de mama, pase justo a un lado de aquella señora, pero al pasar justo a un lado de ella, un sentimiento y un aroma muy raro vinieron de ella, algo dentro de mi sabia que esa dama no era humana, pues a un que nunca tuve mucho contacto con personas sabia distinguir el aura de las personas, tal vez, era como decía mi mama es tu imaginación hija, la mire con cuidado mientras pasaba pues quería ver los ojos, y tratar de ver dentro de ella para saber si estaba seguro o tenia que despertar a mi mama y pedirle ayuda.

El ser que originaba los pasos por fin estuvo lo bastante cerca y me volví para descubrir que era una encantadora niña rubia con cierto aspecto de desamparo, pero que parecía curiosa respecto a mí. La miré a los ojos y pude notar que me escrutaba con esa mirada que yo ya conocía: ella había intuido lo que yo era o al menos había notado algo extraño en mi presencia. Esa mirada es inconfundible.

Su aspecto me confundía. Parecía inocente, pero también daba la impresión de saber más que cualquier chiquilla de su edad. Había logrado despertar mi curiosidad. Por suerte para ella, los niños no solían abrirme el apetito, por lo que cualquier rastro de ferocidad se borró de mi ser. Los niños tenían la capacidad de ponerme nostálgica y hacerme recordar que en mi vida no había podido engendrar uno. Era un recuerdo amargo, pero de haber tenido el valor suficiente, hace tiempo que habría adoptado alguno; no obstante me había detenido la tentación de querer retener a mi lado por toda la eternidad a un ser inocente, robándole la vida y transformándolo en una aberrante criatura asesina...

Pero esa pequeña no sabía nada de eso y me había tomado por sorpresa su aproximación. Yo puedo perfectamente mantenerme en guardia ante los cazadores, pero toparme así con una criatura tan bella podía desarmarme. Entonces le sonreí levemente y le pregunté sin más rodeos, pero siempre en susurros, sin olvidar dónde estábamos: -¿Necesitas ayuda, querida?