AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Look at me, one more time (Pauline)
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Look at me, one more time (Pauline)
¡Ah! ¡Si ella me mirara no sé qué haría con mi alma
ni dónde ocultaría lleno de temor mi corazón!
Abraham Valdelomar
ni dónde ocultaría lleno de temor mi corazón!
Abraham Valdelomar
París no era igual, eso no podía negarlo. Las calles, las personas, las casas, todo era diferente a como lo recordaba; menos la calidez que existía en su interior al encontrarse en ese lugar que tanto había esperado por volver a visitar y mejor aún que solo ir de visita, estaba ahí para quedarse por siempre. Al menos esos eran los planes del hombre que observaba todo desde la ventana de aquella casa que se había conseguido para habitar en París. Se había rehusado a vivir en la casa que en su niñez le dio asilo, no para que nadie le reconociera o no ver a quienes apreciaba y conocía, si no porque la decisión de ir nuevamente hasta aquella cuidad era su elección y no se mantendría atado a las cosas de su familia siempre.
A su espalda una voz le llamo amablemente y girando, quedo de frente a quien estaba de encargado de la servidumbre de aquel lugar. Patrick era un hombre algo mayo y que sin importar a donde fuera Drake, siempre estaba ahí para asegurares de que las cosas estuvieran en orden y él pudiera encargarse solamente de los negocios que su padre le tenía reservados.
- Su transporte para la zona comercial esta listo.
- Gracias Patrick, iré enseguida - respondió al tiempo que daba una ultima mirada al exterior y suspiro. Aunque se sentía emocionado por estar nuevamente en aquel lugar, se encontraba sumamente cansado tanto por el viaje como por tener que organizar todo lo referente a su hogar, e incluso con la ayuda de Patrick las cosas se tornaban complicadas. Drake salió de aquel nuevo hogar suyo para ser llevado por el carruaje hasta las calles centrales de París, donde se encontraba la zona comercial.
De haberle sido posible, hubiese preferido permanecer descansando, sin embargo en su casa aún le faltaban muchas cosas y de eso surgió su necesidad de viajar a aquel lugar.
Dando la indicación de que regresaran por él en algunas horas, se adentro entre la muchedumbre que iba de un lado a otro. Caballeros que iban buscando obsequios para sus mujeres o prometidas, parejas con pequeños que andaban felizmente y por su puesto, mujeres en búsqueda de algo no definido hasta que posaran su vista en ese algo. Su mirada comenzó a vagar entre los rostros de las damas al tiempo que intentaba descifrar que era lo que buscaban, hasta que su mirada se fijo en el rostro de una mujer y sus pies detuvieron su andar dejando estático.
Fue un instante y una corazonada las que provocaron que comenzara a caminar de nuevo siguiendo a la mujer que momentos antes había observado. Debía asegurarse de que fuera ella, aunque algo dentro de él le gritara que era ella y que la detuviera antes de que desapareciera entre la gente.
Sin apartar un segundo la mirada de ella; Drake se abría paso entre aquellos que le impedían darle alcance a la figura femenina que se encontraba tan cerca de él, pero lo suficientemente lejos como para que sus manos no le alcanzaran. - Pauline… - gritó sin pensar en nada más, deseaba que su corazonada fuera correcta y que sus ojos no le engañasen, quería que fuera Pauline; pero más que nada deseaba que si era ella, le recordara.
Konrad Zhivago- Humano Clase Alta
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Re: Look at me, one more time (Pauline)
"Benigno el destino si me permite reflejarme de nuevo en los ojos de mi niñez"
París, siempre ha sido y será un lugar concurrido, retosante y lleno de recuerdos que los franceses nos esforzamos en inmortalizar a pesar del paso del tiempo. Por ahora, la zona central de París era todo un mundo de tiendas, mercados, boutiques y galerías comerciales donde era posible comprar todo cuanto se nos puediera ocurrir: Ropa de toda clase incluída la alta costura, joyas, cristales y porcelanas, grabados antiguos, y cómo no, frutas y alimentos, como quesos y patés.
Por aquella tarde, se me antojó salir a caminar por la zona comercial en busca de una pequeña tienda de curiosidades que había visto no hace mucho. No estaba segura si la misma seguía abierta y ni siquiera recordaba la ubicación exacta del lugar, pero la buscaba por aquella fachada de ladrillo desgastado que le daba una apariencia atractiva a pesar de lo viejo, además de una puerta de hierro forjado cuyos picaportes tenían la figura de un rugiente león; recordaba también al gato blanco y regordete que solía acomodarse justo en la vidriera mostrándose como una más de las bellezas de la casa y al cuál había podido acariciar durante mi primera visita, lo recordaba bien.
Pasé por allí hace un par de meses y encontré un invento del que me enamoré pero que no llevé ese día por haber gastado todo el dinero con el que había salido cuando empecé mi recorrido. El objeto poseía un alto valor por ser de reciente invento, pero había logrado enamorarme en cuanto lo abrieron para mí. Le llamaban "Caja Musical" y
era una maravilla que al ser abierta, emitía una dulce melodía al tiempo que un cilindro con pequeñas incrustaciones giraba dando las pautas para aquél hermoso sonido. Era tan dulce, que creí poder conciliar el sueño en su compañía, además de ser una completa belleza que iría bien en mi tocador.
Externamente, estaba fabricado en bronce con algunos detalles en oro y, en la parte superior, descansaba un extraño pero muy agraciado camafeo de figura femenina. Por lo general yo no me encapricho con los objetos, pero ese me había resultado tan especial que no quise desaprovechar la oportunidad de adquirirlo y, porqué no, de heredarlo algún día si es que Dios me concedia alguna hija.
Caminé durante casi una hora hasta que dí con el lugar y tras acariciar al gato como en la ocasión anterior, compré aquél objeto de mi deseo para llevarlo bien envuelto y con total alegría a mi casa. A todo esto, Norbert, un hombre moreno de unos 42 años que llevaba trabajando para la familia Sartre casi toda su vida, había accedido a acompañarme aquella tarde de compras y para mi gusto lo hacía con complacencia. Desde la muerte de mi padre él había cuidado de mí e incluso me trataba como si fuese una hija; me respetaba como su "señora" aunque nunca me gustó que me llamaran así, pero también cuidaba de mí con el mismo cariño con el que sirvió a mi querido padre.
Salimos de la tienda y yo me sentía como una pequeña que lleva la muñeca con la que tanto había soñado. Dimos un par de recorridos más comprando cosas varias que Norbert sabía que necesitabamos y cuando ya decidíamos regresar a casa, escuché entre la concurrida zona mi nombre. "Pauline" dijo una voz masculina que no reconocí. Con disimulo me ubiqué a un costado donde la gente no me llevaría en su avance e intenté buscar con la mirada al hombre que me había llamado. Norbert hizo lo mismo posicionandose a mi lado, pero era tanta la gente que no logré distinguir entre ellos a ningún rostro conocido que hubiera podido llamarme. Quise decirle a mi acompañante que nos habíamos equivocado y que avanzaramos, pero como podía equivocarme decidí esperar un poco más para ver si alguien se acercaba a mí.
Por aquella tarde, se me antojó salir a caminar por la zona comercial en busca de una pequeña tienda de curiosidades que había visto no hace mucho. No estaba segura si la misma seguía abierta y ni siquiera recordaba la ubicación exacta del lugar, pero la buscaba por aquella fachada de ladrillo desgastado que le daba una apariencia atractiva a pesar de lo viejo, además de una puerta de hierro forjado cuyos picaportes tenían la figura de un rugiente león; recordaba también al gato blanco y regordete que solía acomodarse justo en la vidriera mostrándose como una más de las bellezas de la casa y al cuál había podido acariciar durante mi primera visita, lo recordaba bien.
Pasé por allí hace un par de meses y encontré un invento del que me enamoré pero que no llevé ese día por haber gastado todo el dinero con el que había salido cuando empecé mi recorrido. El objeto poseía un alto valor por ser de reciente invento, pero había logrado enamorarme en cuanto lo abrieron para mí. Le llamaban "Caja Musical" y
era una maravilla que al ser abierta, emitía una dulce melodía al tiempo que un cilindro con pequeñas incrustaciones giraba dando las pautas para aquél hermoso sonido. Era tan dulce, que creí poder conciliar el sueño en su compañía, además de ser una completa belleza que iría bien en mi tocador.
Externamente, estaba fabricado en bronce con algunos detalles en oro y, en la parte superior, descansaba un extraño pero muy agraciado camafeo de figura femenina. Por lo general yo no me encapricho con los objetos, pero ese me había resultado tan especial que no quise desaprovechar la oportunidad de adquirirlo y, porqué no, de heredarlo algún día si es que Dios me concedia alguna hija.
Caminé durante casi una hora hasta que dí con el lugar y tras acariciar al gato como en la ocasión anterior, compré aquél objeto de mi deseo para llevarlo bien envuelto y con total alegría a mi casa. A todo esto, Norbert, un hombre moreno de unos 42 años que llevaba trabajando para la familia Sartre casi toda su vida, había accedido a acompañarme aquella tarde de compras y para mi gusto lo hacía con complacencia. Desde la muerte de mi padre él había cuidado de mí e incluso me trataba como si fuese una hija; me respetaba como su "señora" aunque nunca me gustó que me llamaran así, pero también cuidaba de mí con el mismo cariño con el que sirvió a mi querido padre.
Salimos de la tienda y yo me sentía como una pequeña que lleva la muñeca con la que tanto había soñado. Dimos un par de recorridos más comprando cosas varias que Norbert sabía que necesitabamos y cuando ya decidíamos regresar a casa, escuché entre la concurrida zona mi nombre. "Pauline" dijo una voz masculina que no reconocí. Con disimulo me ubiqué a un costado donde la gente no me llevaría en su avance e intenté buscar con la mirada al hombre que me había llamado. Norbert hizo lo mismo posicionandose a mi lado, pero era tanta la gente que no logré distinguir entre ellos a ningún rostro conocido que hubiera podido llamarme. Quise decirle a mi acompañante que nos habíamos equivocado y que avanzaramos, pero como podía equivocarme decidí esperar un poco más para ver si alguien se acercaba a mí.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/04/2013
Re: Look at me, one more time (Pauline)
"Maldito el día en que en nuestra niñez me vi obligado a alejarme, más bendita la adultez que me permite mirarte como la mujer que eres ahora"
Cuanto tiempo había pasado desde que mis ojos habían gozado de la dicha de pasarse en la figura de Pauline.
Nuestros caminos se vieron separados en nuestra juventud por razones que en esos momentos me era imposible comprender realmente, pero después de haber añorado tantos años estar de regreso en París, la cuidad me daba la bienvenida permitiendo que existiera el reencuentro entre mi persona y aquella amiga que durante mi infancia fue tan querida.
Supe que me había escuchado cuando sus ojos recorrieron a los que nos encontrábamos en aquel lugar, pero cuando su mirada se encontró con la mía y siguió de largo, supe que no me reconocía. Aunque dentro de mi sabia que eso era probable que sucediera, aun así dolía saber que para las personas que siempre habían estado presentes en mi mente y que eran importantes, yo no era mas que un simple recuerdo que muchos ya tenían enterrado en el foso mas recóndito de sus recuerdos.
De haber sido yo otra persona, o Pauline alguien mas, no hubiese insistido y mis pasos no hubieran seguido como abejas a la miel a la mujer que se encontraba detenida en un rincón, aun mirando en busca de quien le había llamado.
Pauline, ella no era cualquiera para mi, antes había sido mi amiga de la infancia... Mi primer e infantil amor y ahora... Era toda una mujer, una hermosa mujer.
Abriéndome paso entre la gente que restaba entre nosotros fue como finalmente pude llegar hasta ella. Mi mirada seguía fija en sus ojos, eran los mismos que recordaba de años atrás solo que ahora esos ojos mostraban una madurez y una fuerza que antes era difícil notar. Sonreí una vez que estuve mas cerca de ella y entonces susurre su nombre. -Pauline... - le hice una reverencia al momento de que mis labios acariciaban cada letra de su nombre al salir de ellos - Lamento haberle llamado de esa manera pero estaba seguro de que era usted y deseaba saludarle, hace ya muchos años que no tenia la dicha de contemplarle - miraba su rostro, sus ojos, cada detalle que mostraba la Pauline que era ahora, pero que aun tenia a la Pauline que yo recordaba en algunas cosas.
Seguramente por su mente yo solo era un loco fingiendo que le conocía a ella, y en algún momento presentía que si criado me alejaría, podía notarlo en la forma en la que el hombre me miraba, así que sin mas le di mi nombre esperando de esa manera lograr evocar algún recuerdo de mi en ella. - Soy Drake. Drake Lekker y espero me recuerde Mademoiselle Pauline. - ya había hecho mi presentación, ahora solo podía aguardar a que me reconociese.
Cuanto tiempo había pasado desde que mis ojos habían gozado de la dicha de pasarse en la figura de Pauline.
Nuestros caminos se vieron separados en nuestra juventud por razones que en esos momentos me era imposible comprender realmente, pero después de haber añorado tantos años estar de regreso en París, la cuidad me daba la bienvenida permitiendo que existiera el reencuentro entre mi persona y aquella amiga que durante mi infancia fue tan querida.
Supe que me había escuchado cuando sus ojos recorrieron a los que nos encontrábamos en aquel lugar, pero cuando su mirada se encontró con la mía y siguió de largo, supe que no me reconocía. Aunque dentro de mi sabia que eso era probable que sucediera, aun así dolía saber que para las personas que siempre habían estado presentes en mi mente y que eran importantes, yo no era mas que un simple recuerdo que muchos ya tenían enterrado en el foso mas recóndito de sus recuerdos.
De haber sido yo otra persona, o Pauline alguien mas, no hubiese insistido y mis pasos no hubieran seguido como abejas a la miel a la mujer que se encontraba detenida en un rincón, aun mirando en busca de quien le había llamado.
Pauline, ella no era cualquiera para mi, antes había sido mi amiga de la infancia... Mi primer e infantil amor y ahora... Era toda una mujer, una hermosa mujer.
Abriéndome paso entre la gente que restaba entre nosotros fue como finalmente pude llegar hasta ella. Mi mirada seguía fija en sus ojos, eran los mismos que recordaba de años atrás solo que ahora esos ojos mostraban una madurez y una fuerza que antes era difícil notar. Sonreí una vez que estuve mas cerca de ella y entonces susurre su nombre. -Pauline... - le hice una reverencia al momento de que mis labios acariciaban cada letra de su nombre al salir de ellos - Lamento haberle llamado de esa manera pero estaba seguro de que era usted y deseaba saludarle, hace ya muchos años que no tenia la dicha de contemplarle - miraba su rostro, sus ojos, cada detalle que mostraba la Pauline que era ahora, pero que aun tenia a la Pauline que yo recordaba en algunas cosas.
Seguramente por su mente yo solo era un loco fingiendo que le conocía a ella, y en algún momento presentía que si criado me alejaría, podía notarlo en la forma en la que el hombre me miraba, así que sin mas le di mi nombre esperando de esa manera lograr evocar algún recuerdo de mi en ella. - Soy Drake. Drake Lekker y espero me recuerde Mademoiselle Pauline. - ya había hecho mi presentación, ahora solo podía aguardar a que me reconociese.
Konrad Zhivago- Humano Clase Alta
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Re: Look at me, one more time (Pauline)
"No podré esperarte más. Porque has llegado."
Norbert se mantenía a mi lado intentando encontrar a quien había mencionado con seguridad mi nombre. Aparentemente él tampoco reconocía al propietario de aquella voz firme en medio de la multitud, pero mientras ambos nos esforzábamos por encontrar a aquél hombre, me choqué con una mirada que me observaba con firmeza a la vez que se acercaba.
Era un hombre alto, atractivo y con un porte de alta alcurnia inconfundible. Pero lo que más me llamaba la atención era la familiaridad que me hacía sentir, era como si lo conociera pero no lo recordara. Mi mente entró en una especie de choque mientras escarbaba entre los recuerdos pero sin éxito ¿Quién era él, que parecía conocerme bien? La distancia entre nosotros se fue acortando hasta que con una sonrisa pronunció de nuevo mi nombre y su reverencia fue una gran muestra de la educación que ya sospechaba. Yo asentí, como respuesta a aquello, no me salió hacer nada más.
Escuché de nuevo su voz firme y entonces me dio a entender que era alguien a quien parecía haber olvidado con el paso de los años. Nos habíamos conocido según entendí pero nada que lograba encontrar en mis memorias su rostro o si quiera su voz. Parpadee confundida y sin dejar de verle por un momento.
-Mmm me temo que no lo recuerdo...- Mencioné no sin cierta vergüenza. Me sentía apenada de no recordar a alguien como él, incluso creí que era grosero de mi parte y con lentitud levanté la mirada a Norbert que primero le miraba serio y luego poco a poco cambiaba de semblante, como si le conociera.
Él de nuevo habló, pero esta vez mencionó su nombre: Drake, Drake Lekker. Repetí su nombre en mi mente y volví a él mi mirada con total sorpresa, ni siquiera pude evitar abrir levemente los labios en un gesto de incredulidad ¿Era posible? yo recordaba con claridad ese nombre, pero eso fue hace tanto que no hubiera podido reconocer en el hombre frente a mí, al niño que una vez quise tanto y que me fue tan cercano. ¿Realmente era él? me quedé callada más tiempo y escuché la risa de Norbert precipitarse con agrado. Él lo reconocía ahora y era de esperarse porque ha estado desde que tengo memoria en mi familia y, es más, el día que Drake se fue, este hombre me regaló una hermosa muñeca que aún conservo, lo hizo para distraerme y para que ya no estuviera más triste.
Drake... se fue tan pronto! para mí no fue suficiente el tiempo que compartió conmigo y duré un tiempo cabisbaja a pesar de ser apenas una niña. Ya cuando fui creciendo entendí que no volvería -o más bien me convencí de ello- y que no sería más que un lindo recuerdo. Sin embargo ahora, y como solía ser antes, él aparecía para llevarme la contraria con la gracia de la que él sólo era capaz. Sentí ganas de abrazarlo, pero ya no era una niña para arrojarme a sus brazos y arrojarlo al suelo en cuanto nuestros delicados padres no nos observaran. Sonreí luego de un rato con nerviosismo y contuve una risita.
-¿De verdad? ¿Eres.... eres tú? perdón, es que, no sé, vaya, estoy muy sorprendida..- Estaba sorprendida, nerviosa, feliz, pero me contenía a mí misma esperando su confirmación. Bajé la mirada y negué con la cabeza. Levanté luego con lentitud la mirada y miré a Norbert que me miró con una sonrisa que me invitaba a disfrutar del momento, pero yo estaba ahí, quieta como una piedra, inmóvil como si me hubiera vuelto de hielo y no por frialdad sino por la sensación de que si me movía en falso podría quebrarme y lo que es más, me había puesto helada por la sola idea de tenerle de nuevo frente a mí.
Era un hombre alto, atractivo y con un porte de alta alcurnia inconfundible. Pero lo que más me llamaba la atención era la familiaridad que me hacía sentir, era como si lo conociera pero no lo recordara. Mi mente entró en una especie de choque mientras escarbaba entre los recuerdos pero sin éxito ¿Quién era él, que parecía conocerme bien? La distancia entre nosotros se fue acortando hasta que con una sonrisa pronunció de nuevo mi nombre y su reverencia fue una gran muestra de la educación que ya sospechaba. Yo asentí, como respuesta a aquello, no me salió hacer nada más.
Escuché de nuevo su voz firme y entonces me dio a entender que era alguien a quien parecía haber olvidado con el paso de los años. Nos habíamos conocido según entendí pero nada que lograba encontrar en mis memorias su rostro o si quiera su voz. Parpadee confundida y sin dejar de verle por un momento.
-Mmm me temo que no lo recuerdo...- Mencioné no sin cierta vergüenza. Me sentía apenada de no recordar a alguien como él, incluso creí que era grosero de mi parte y con lentitud levanté la mirada a Norbert que primero le miraba serio y luego poco a poco cambiaba de semblante, como si le conociera.
Él de nuevo habló, pero esta vez mencionó su nombre: Drake, Drake Lekker. Repetí su nombre en mi mente y volví a él mi mirada con total sorpresa, ni siquiera pude evitar abrir levemente los labios en un gesto de incredulidad ¿Era posible? yo recordaba con claridad ese nombre, pero eso fue hace tanto que no hubiera podido reconocer en el hombre frente a mí, al niño que una vez quise tanto y que me fue tan cercano. ¿Realmente era él? me quedé callada más tiempo y escuché la risa de Norbert precipitarse con agrado. Él lo reconocía ahora y era de esperarse porque ha estado desde que tengo memoria en mi familia y, es más, el día que Drake se fue, este hombre me regaló una hermosa muñeca que aún conservo, lo hizo para distraerme y para que ya no estuviera más triste.
Drake... se fue tan pronto! para mí no fue suficiente el tiempo que compartió conmigo y duré un tiempo cabisbaja a pesar de ser apenas una niña. Ya cuando fui creciendo entendí que no volvería -o más bien me convencí de ello- y que no sería más que un lindo recuerdo. Sin embargo ahora, y como solía ser antes, él aparecía para llevarme la contraria con la gracia de la que él sólo era capaz. Sentí ganas de abrazarlo, pero ya no era una niña para arrojarme a sus brazos y arrojarlo al suelo en cuanto nuestros delicados padres no nos observaran. Sonreí luego de un rato con nerviosismo y contuve una risita.
-¿De verdad? ¿Eres.... eres tú? perdón, es que, no sé, vaya, estoy muy sorprendida..- Estaba sorprendida, nerviosa, feliz, pero me contenía a mí misma esperando su confirmación. Bajé la mirada y negué con la cabeza. Levanté luego con lentitud la mirada y miré a Norbert que me miró con una sonrisa que me invitaba a disfrutar del momento, pero yo estaba ahí, quieta como una piedra, inmóvil como si me hubiera vuelto de hielo y no por frialdad sino por la sensación de que si me movía en falso podría quebrarme y lo que es más, me había puesto helada por la sola idea de tenerle de nuevo frente a mí.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/04/2013
Re: Look at me, one more time (Pauline)
"Te atesorare, por siempre"
Su voz era melodiosa, confirmaba justo como sus ojos que ella ya no era una niña. Pauline ya no era la niña a quien seguía para todos lados intentando defender y proteger de cualquier persona o situación en la que pudiese ella correr peligro. Los años nos habían transformado a ambos en dos personas sumamente diferentes en el exterior, más en mi interior al menos aún existía aquella terrible necesidad de mantenerle a salvo. No me importo en lo más mínimo que no me recordara, ya habría tiempo para que supiera la persona que yo era.
Antes de haber pronunciado mi nombre el criado a quien en un inicio no reconocí comenzó a sonreír, solo fue necesario tomar de mis recuerdos aquella sonrisa para saber que era Norbert. Ese criado siempre había cuidado de mi y de ella en nuestra infancia, aunque siempre intentara yo ser el salvador de Pauline al final era Norbert quien nos alejaba de los aprietos y quien con una sonrisa me decía que debía esforzarme un poco más para mantener a salvo a Pauline, siempre le dije que lo haría; pues aquel hombre quería la quería mucho, no solo porque ella fuera la hija de las personas que le daban trabajo si no porque ella simplemente se daba a querer por todos los que le rodeaban.
Aquel desconcierto en su mirada y sus labios entreabiertos me fascinaron, no pude evitar reír. - Parece que me has recordado al fin - mire al hombre - Un placer volver a verte también Norbert, no has cambiado en nada - la edad había claro afectado al hombre como a nosotros, pero el buen protector de Pauline seguía siendo el mismo y ya casi podía oír sus palabras cuando pudiéramos estar solos en algún momento, "Cuida a la señorita, muchacho", si, seguro eso me diría él. Volví la mirada a quien atrajo mi atención desde un principio, aquella que siempre lo hacía sin importar cuanto tiempo pasara.
Asentí a sus preguntas que denotaban duda. - No es necesario que me pidas una disculpa, yo no he sabido como es que te reconocí, pero me ha dado mucho gusto poder encontrarme contigo - ya sabía yo que el motivo era que siempre la hubiera tenido en mis pensamientos, pero decir eso en un momento como aquel solo parecería una confesión que no era apropiada en el reencuentro, después encontraría el momento para hacer una confesión de una manera mucho más adecuada para tan bella mujer - Yo también me he sorprendido mucho. Es decir, mirate, estas bellísima.
Sonreí, captando entonces que aún no le saludaba de una manera más apropiada y negué para mi mismo. - Pero que descuidado que soy - con delicadeza tome su mano y deposite en ella un beso suave, al hacerlo pude notar el suave aroma de mi amiga, ese que tampoco había cambiado con el pasar de los años - esta es la manera apropiada de saludar a una dama - solté su mano con igual delicadeza que al tomarla.
- Pauline, si no es indiscreción de mi parte y tienes algo de tiempo disponible, me encantaría saber ¿Qué es lo que ha sido de tu vida en estos años? - Deseaba saber tanto como pudiera de ella, que era lo que había sucedido con esa mujer todos los años que me mantuve ausente, quien poseía sus afectos, sus enojos, los momentos complicados y las alegrías. Pedía quizás demasiado pero buscaba saber todo de ella para tenerla conmigo siempre, por lo menos hasta que fuera capaz de ganar su corazón por siempre.
Konrad Zhivago- Humano Clase Alta
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Re: Look at me, one more time (Pauline)
"No había podido olvidarte, ni a tu casa, ni a tus cosas...
ni con los años, ni con mis ideas, ni con nada."
ni con los años, ni con mis ideas, ni con nada."
Los ojos se me aguaron, no pude evitarlo. ¡Claro que le recordaba! ¿Cómo no hacerlo si había anhelado su regreso por tanto tiempo? Aún en tiempos recientes lo hice, a pesar de decirme a mí misma en repetidas ocasiones que ya no le vería más, que era un hermoso recuerdo y eso no cambiaría.
Saludó a Norbert y su sonrisa era la misma que tanto me gustaba. Era la misma pero en el rostro de un hombre joven y maduro que nos observaba con una alegría mezclada con tal madurez que lograba intimidarme. Yo seguía helada, incluso me sentí mareada como si la sorpresa hubiera bajado la tensión de mi cuerpo al impacto. Norbert lo saludó con gusto, se sonríeron como si en ello hubieran hecho el recuento de los momentos que pudieron compartir juntos y de nuevo me deleité en tal escena.
-"Creo que los esperaré en casa. Confío que aún recuerdas el lugar, no, muchacho? Espero verte por allí."- Esa fue la despedida previa de Norbert, rió y se fue; de hecho, lo hizo tan tranquilo que incluso me sorprendió porque me hizo creer que en tanto tiempo, él sí supo que había sido de la vida de Drake, de lo contrario no se hubiera atrevido a dejarme sola, o eso creí. Aunque ¿Porqué razón me habría ocultado algo así? Le miré con los ojos muy abiertos mientras se iba y no pude decir nada más que ponerme aún más nerviosa mientras él me miraba con alegría y desaparecía.
Yo no temía a Drake, claro que no, pero los nervios me estaban jugando una mala pasada. Instintivamente me llevé las manos a la boca como si eso contuviera las lágrimas de felicidad que empezaban a escaparse. No eran muchas, pero me nublaron ligeramente la vista y luego me la devolvieron al tiempo que se deslizaban por mis apenas sonrosadas mejillas. Cuando mencionó que me había reconocido por cosas del azar y el destino, deslicé los dedos de mi mano derecha y limpié apenas cualquier rastro de lágrimas que quedara. Me sentí algo tonta y sonreí avergonzada. -Lo lamento, es sólo que...- sonreí de nuevo como si eso pudiera reemplazar a mis palabras. Finalmente, tenía que comportarme, no conocía sus motivos para estar allí, pero al menos agradecía que me hubiese reconocido y saludado.
-Mirate, te has convertido en todo un caballero. Tus padres han de estar muy orgullosos- Mencioné luego que besó mi mano y bajé la misma con delicadeza, intentando comportarme como la dama que seguro él esperaba que fuera. No es que yo no fuera una joven educada, es sólo que la emoción me llevaba a los recuerdos de años atrás cuando las cosas era tan diferentes. Y así, frente a él, me negué a abrazarlo o a seguir lagrimeando aunque fuera de felicidad y me erguí manteniendo una sonrisa cordial aunque en verdad quería reírme.
-Me alegra mucho verte, pero, ¿Te molestaría si caminaramos un poco o nos sentaramos en algún lugar? Espero que no tengas prisa, es sólo que quiero saber también que ha sido de ti. Ha pasado tanto...- Dije esto último con cierto tono de pesar y sostuve mi caja musical que estaba a punto de caerse y que Norbert se había olvidado de llevar. Levanté la vista de nuevo y arreglé mi cabello despejándome la cara para intentar dar un aire más sereno y, por más que intenté, esa sonrisa no se iba de mi rostro, me dolían las mejillas y al notar que se podía manejarla comprendí que era ajena a mí, sencillamente no era mía, era de él.
Saludó a Norbert y su sonrisa era la misma que tanto me gustaba. Era la misma pero en el rostro de un hombre joven y maduro que nos observaba con una alegría mezclada con tal madurez que lograba intimidarme. Yo seguía helada, incluso me sentí mareada como si la sorpresa hubiera bajado la tensión de mi cuerpo al impacto. Norbert lo saludó con gusto, se sonríeron como si en ello hubieran hecho el recuento de los momentos que pudieron compartir juntos y de nuevo me deleité en tal escena.
-"Creo que los esperaré en casa. Confío que aún recuerdas el lugar, no, muchacho? Espero verte por allí."- Esa fue la despedida previa de Norbert, rió y se fue; de hecho, lo hizo tan tranquilo que incluso me sorprendió porque me hizo creer que en tanto tiempo, él sí supo que había sido de la vida de Drake, de lo contrario no se hubiera atrevido a dejarme sola, o eso creí. Aunque ¿Porqué razón me habría ocultado algo así? Le miré con los ojos muy abiertos mientras se iba y no pude decir nada más que ponerme aún más nerviosa mientras él me miraba con alegría y desaparecía.
Yo no temía a Drake, claro que no, pero los nervios me estaban jugando una mala pasada. Instintivamente me llevé las manos a la boca como si eso contuviera las lágrimas de felicidad que empezaban a escaparse. No eran muchas, pero me nublaron ligeramente la vista y luego me la devolvieron al tiempo que se deslizaban por mis apenas sonrosadas mejillas. Cuando mencionó que me había reconocido por cosas del azar y el destino, deslicé los dedos de mi mano derecha y limpié apenas cualquier rastro de lágrimas que quedara. Me sentí algo tonta y sonreí avergonzada. -Lo lamento, es sólo que...- sonreí de nuevo como si eso pudiera reemplazar a mis palabras. Finalmente, tenía que comportarme, no conocía sus motivos para estar allí, pero al menos agradecía que me hubiese reconocido y saludado.
-Mirate, te has convertido en todo un caballero. Tus padres han de estar muy orgullosos- Mencioné luego que besó mi mano y bajé la misma con delicadeza, intentando comportarme como la dama que seguro él esperaba que fuera. No es que yo no fuera una joven educada, es sólo que la emoción me llevaba a los recuerdos de años atrás cuando las cosas era tan diferentes. Y así, frente a él, me negué a abrazarlo o a seguir lagrimeando aunque fuera de felicidad y me erguí manteniendo una sonrisa cordial aunque en verdad quería reírme.
-Me alegra mucho verte, pero, ¿Te molestaría si caminaramos un poco o nos sentaramos en algún lugar? Espero que no tengas prisa, es sólo que quiero saber también que ha sido de ti. Ha pasado tanto...- Dije esto último con cierto tono de pesar y sostuve mi caja musical que estaba a punto de caerse y que Norbert se había olvidado de llevar. Levanté la vista de nuevo y arreglé mi cabello despejándome la cara para intentar dar un aire más sereno y, por más que intenté, esa sonrisa no se iba de mi rostro, me dolían las mejillas y al notar que se podía manejarla comprendí que era ajena a mí, sencillamente no era mía, era de él.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Look at me, one more time (Pauline)
"Dime que en tu corazón, aún existe espacio para mi."
Sus ojos me miraron y note una ligera capa de agua en ellos, pero no me sentía capaz o con la capacidad de aún de estirar mi mano y limpiarle un poco. Lo único que podía hacer era sonreír, esperando que de sus labios salieran algunas palabras dirigidas a mi.La única voz que se escucho después fue la de Norbert; dirigí mi mirada a él y sonreí de una manera más amplia que antes. No importaba cuanto tiempo hubiera pasado él continuaba confiando en mi para cuidar a Pauline y no lo decepcionaría, no como cuando éramos niños pues ahora las cosas habían cambiando o al menos algunas. Yo no era ya el simple niño que intentaba protegerla de todo, ahora realmente había entrenado y era capaz de protegerla de todo lo que se atreviera a amenazar su vida.
Hice una reverencia al hombre que había seguido nuestras aventuras infantiles. - Claro que lo sé Norbert, hay cosas en la vida que nunca se olvidan y esa casa junto con sus habitantes es algo que nunca podría olvidar - mire de reojo a Pauline que nos miraba con una sonrisa a ambos y que siguió de esa manera hasta que el buen Norbert desapareció de nuestra vista.
Cuando las lágrimas rodaron por sus mejillas fue cuando no pude contenerme más y deslice uno de mis dedos por su tersa piel para quitar esa lágrima que no deseaba que fluyera, aunque debería agregar que al mismo tiempo me agradaba pues esas lágrimas eran por mi. - A mi también me da mucho gusto poder verte de nuevo Pauline y no es necesario que te disculpes por algo así - la gente a nuestro alrededor había perdido el sentido desde el momento en el que nuestros ojos se habían encontrado. Para mi no era como estar en una calle repleta de gente buscando cosas que comprar, para mi, era el lugar en el que había aparecido ella.
Era una mujer hecha y derecha, de la que sus padres debían sentirse sumamente orgullosos, al igual que yo de contemplarla. Me reí ante su comentario. - Y tu te has vuelto una mujer muy hermosa, toda una dama de sociedad según lo noto - le sonreí - supongo que deberé pelear con otros jóvenes por tener tus favores y que se mantengan alejados de ti y de todo lo que tu eres - eso podía sonar bastante comprometedor y lo sabía, era precisamente por eso que se lo decía. Incluso aunque dijera que era por la amistad de años que llevábamos, sabía que no podría pasar por desapercibido parte de las intenciones reales que llevaba todo aquel discurso que acababa de darle.
Asentí, ofreciendo mi brazo para caminar con ella, era lo menos que podía ofrecerle a una mujer tan hermosa. Nada podía hacerme más feliz que tener la oportunidad de hablar con ella y enterarme de lo que había sucedido con su persona en mi ausencia. Solo esperaba que en su vida aún hubiera un espacio en el que yo pudiera entrar, sino me sentiría enormemente decepcionado. - Vayamos, iremos a donde te sientas cómoda, después de todo he quedado en llevarte a tu casa y cuidar de ti, como en los viejos tiempos - caminamos, uno al lado del otro, abriendo paso entre la gente. Observe un poco más lejos de donde pasábamos un lugar adecuado para sentarnos - ¿Te parece que vayamos allá? - espere que aceptara antes de comenzar a caminar con rumbo a aquella pequeña banca, cerca de una fuente que adornaba el lugar.
Konrad Zhivago- Humano Clase Alta
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Re: Look at me, one more time (Pauline)
"Ven, y luego ven un poco más, y luego quédate,
y si te vas, no lo hagas muy lejos."
y si te vas, no lo hagas muy lejos."
Por algún motivo creí que lo estaba decepcionando, que quizás yo no era lo que él imaginaba y que tal vez los años no me habían fortalecido sino que me habían convertido en una jovensita caprichosa y llorona. Sin embargo yo sabía que no era así, había tenido que ser fuerte y me movía por situaciones tan dificiles y con historias tan duras que había aprendido a no llorar por todo. Las historias no eran mías, pero siempre lograban conmoverme hasta lo más profundo de mi corazón.
Pronto sus manos alcanzaron mis lágrimas y las retiraron con delicadeza, su sonrisa y sus palabras lograron que recobrara mi ánimo y que dejara de pensar en tonterías. Eso sí, la emoción no se había ido, estaba segura que lo seguía mirando con expresión alegre y con ese brillo en los ojos que habían potenciado las lágrimas de hace unos instantes. Sentí que me sonrojé de nuevo pero me gustó lo que dijo, fue como si hubiera podido leer mis pensamientos y me contrariara cada uno de ellos. Como siempre era mi opuesto y disfruté de ello completamente. Sin embargo me di cuenta que él aún no se había enterado de la muerte de mi padre y no era el momento para decirselo, lo haría luego, cuando estuvieramos más cómodos y la conversación avanzara. Mientras tanto asentí sonriendo, sobre todo por aquella mención de los otros jóvenes. -Te agradezco mucho, Drake. Pero.. - Solté una pequeña risita -... no tienes que pelear por nada.- Resumí todo lo que quería decir con ello, aunque tuve más ganas de preguntar que de hablar ¿A qué se refería con eso de pelear por obtener mis favores y que se alejaran de mí? Me negué a hacer deducciones apresuradas y creí que lo hacía por la amabilidad de un viejo y querido amigo.
Tomé su brazo en cuanto me lo ofreció y no pude dejar de mirarlo ni un sólo momento. Creo que si en la mañana me hubieran dicho que le vería de nuevo en aquella faceta tan masculina y atractiva no hubiera creído reaccionar como lo hice. Los nervios me hubieran carcomido y no hubiera podido verle a los ojos. Pero ahora la sorpresa me tomó de una forma que no esperé y mi curiosidad y agrado no me dejan despegarle la mirada. Apoyé mi mano sobre su brazo izquierdo y me contuve de morderme los labios a causa de la timidez que sentía y que repelía con todas mis fuerzas. Avancé con él y le eché un vistazo a los lugares cercanos para no atrasar más aquél deseo de escuchar de sus labios lo que había sido de su vida en tantos años. -El lugar es lo de menos.- Mencioné retomándole la mirada. -Hoy tengo la mejor compañía de todas y eso es más que suficiente para mí- No pude ocultar cierto tono de emoción en aquella frase y no lo lamenté en absoluto. Estaba siendo sincera, con cada tono de voz, con cada mirada y con cada gesto. -Que gusto que estés aquí.- Respondí a su comentario de llevarme a casa porque no fui capaz de decir otra cosa por la sensación que me causaba ese recuerdo. De hecho, sentí un nudo en la garganta, como si aquellas ganas de reír o de gritar de la emoción se quedaran esperando educadamente.
El camino se me hizo eterno a pesar que fueron unos pocos pasos. Por suerte para mí el encontró primero que yo un lugar y realmente no me desagradaba. -Sí, está perfecto.- Afirmé queriendo llegar allí en un segundo para empezar a escuchar su historia, para que las horas pasaran y poder volver a casa, aunque... no puedo negar que un pequeño temor guarda mi corazón y es que Drake vuelva a partir y de nuevo vuelva el dolor de su perdida ¿Por cuanto tiempo estará? se lo preguntaré más adelante, cuando sepa que ha sido de él desde que se fue, cuando confirme que el destino no lo ha premiado ya con una buena y constante compañía...
Pronto sus manos alcanzaron mis lágrimas y las retiraron con delicadeza, su sonrisa y sus palabras lograron que recobrara mi ánimo y que dejara de pensar en tonterías. Eso sí, la emoción no se había ido, estaba segura que lo seguía mirando con expresión alegre y con ese brillo en los ojos que habían potenciado las lágrimas de hace unos instantes. Sentí que me sonrojé de nuevo pero me gustó lo que dijo, fue como si hubiera podido leer mis pensamientos y me contrariara cada uno de ellos. Como siempre era mi opuesto y disfruté de ello completamente. Sin embargo me di cuenta que él aún no se había enterado de la muerte de mi padre y no era el momento para decirselo, lo haría luego, cuando estuvieramos más cómodos y la conversación avanzara. Mientras tanto asentí sonriendo, sobre todo por aquella mención de los otros jóvenes. -Te agradezco mucho, Drake. Pero.. - Solté una pequeña risita -... no tienes que pelear por nada.- Resumí todo lo que quería decir con ello, aunque tuve más ganas de preguntar que de hablar ¿A qué se refería con eso de pelear por obtener mis favores y que se alejaran de mí? Me negué a hacer deducciones apresuradas y creí que lo hacía por la amabilidad de un viejo y querido amigo.
Tomé su brazo en cuanto me lo ofreció y no pude dejar de mirarlo ni un sólo momento. Creo que si en la mañana me hubieran dicho que le vería de nuevo en aquella faceta tan masculina y atractiva no hubiera creído reaccionar como lo hice. Los nervios me hubieran carcomido y no hubiera podido verle a los ojos. Pero ahora la sorpresa me tomó de una forma que no esperé y mi curiosidad y agrado no me dejan despegarle la mirada. Apoyé mi mano sobre su brazo izquierdo y me contuve de morderme los labios a causa de la timidez que sentía y que repelía con todas mis fuerzas. Avancé con él y le eché un vistazo a los lugares cercanos para no atrasar más aquél deseo de escuchar de sus labios lo que había sido de su vida en tantos años. -El lugar es lo de menos.- Mencioné retomándole la mirada. -Hoy tengo la mejor compañía de todas y eso es más que suficiente para mí- No pude ocultar cierto tono de emoción en aquella frase y no lo lamenté en absoluto. Estaba siendo sincera, con cada tono de voz, con cada mirada y con cada gesto. -Que gusto que estés aquí.- Respondí a su comentario de llevarme a casa porque no fui capaz de decir otra cosa por la sensación que me causaba ese recuerdo. De hecho, sentí un nudo en la garganta, como si aquellas ganas de reír o de gritar de la emoción se quedaran esperando educadamente.
El camino se me hizo eterno a pesar que fueron unos pocos pasos. Por suerte para mí el encontró primero que yo un lugar y realmente no me desagradaba. -Sí, está perfecto.- Afirmé queriendo llegar allí en un segundo para empezar a escuchar su historia, para que las horas pasaran y poder volver a casa, aunque... no puedo negar que un pequeño temor guarda mi corazón y es que Drake vuelva a partir y de nuevo vuelva el dolor de su perdida ¿Por cuanto tiempo estará? se lo preguntaré más adelante, cuando sepa que ha sido de él desde que se fue, cuando confirme que el destino no lo ha premiado ya con una buena y constante compañía...
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Look at me, one more time (Pauline)
"Todas mis dudas se disipan, cuando soy capaz de admirar tú mirada."
Buscaba conocer de ella, saber sus secretos, lo que le gustaba y le dolía; justo de la manera en la que era cuando éramos pequeños. Supongo que es algo avaricioso creer que de un momento a otro ella abriría su corazón a mi, un hombre que no era más él niño que le dejo, un hombre que sabía lo que quería y que ya no ocultaría nada de lo que pensaba sobre ella.
- ¿Pelear por nada? No vuelvas a decir eso Pauline, porque tú no te miras de la manera en la que yo lo hago o en la que obviamente otros lo hacen. Así que estoy seguro que peleare por ti y no me importara hacerlo, de hecho estaré sumamente complacido - Me alegraba el saber que ella no tenía aún a alguien que estuviera a su lado, eso me daba una gran oportunidad de ser el que conquistara su corazón y se quedara en ese para siempre.
Conforme avanzábamos entre la gente yendo del brazo, observaba algunas miradas en nuestra dirección y no me agradaba que algunos pares de ojos masculinos se posaran en su figura, definitivamente sabía que debería pelear por ella, porque estuviera a mi lado. Sabía que no todos los que nos miraban pensaban en alguno de nosotros, pues entre todas esas miradas reconocía algunas de agrado ante la forma en la que nos veíamos juntos; la gente bien podía creer lo que quisiera pero no negare que me hacía feliz ver esos gestos de agrado ante nuestro andar.
Parecía que mi mente estaba distraída en otros aspectos como la gente y nuestro andar pero eso no era del todo cierto; la verdad detrás era que me estaba forzando a enfocarme en otras cosas porque el tenerla tan cerca nublaba mis pensamientos y mi raciocinio disminuía a pasos agigantados. Solo el que se sujetara de mi brazo era suficiente como para que me declarara el perdedor ante sus encantos y haría cualquier cosa que ella me pidiera aunque eso significara ofrecerme a las bestias nocturnas contra las que aprendí a enfrentarme. Sentí su mirada sobre mi y le mire, sumergiendo mis pensamientos en lo que ocultaban aquellos ojos, estaba deseoso de escuchar más esa voz y conocer de ella, de la Pauline que era ahora. - Es un gusto para mi el poder estar de regreso en las calles de París, creí que jamás volvería a ver esta ciudad que con tanto cariño mantenía en mi corazón más afortunadamente he tenido la oportunidad de volver y de encontrarme con una de las personas más importantes de mi vida - terminamos llegando a la pequeña banca, en la cual espere a que tomara asiento para después sentarme a su lado.
- La vida no ha sido lo mismo en Inglaterra, me lleve demasiadas cosas de esta ciudad que jamás pude soltar y ahora que he regresado es tan similar pero a la vez tan diferente - le mire de reojo, dedicando a ella una sonrisa - Hemos cambiado, pero me gustaría saber que tan grande ha sido ese cambio - enfoque entonces mis ojos en los suyos - Quiero saber todo de ti Pauline - Mis palabras no debían ser las más prudentes pero eran las que surgían desde mi corazón.
Konrad Zhivago- Humano Clase Alta
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Re: Look at me, one more time (Pauline)
"Y eran esos recuerdos, mi mayor riqueza"
Me sentí de repente contrariada, era como si no quisiera entender lo que Drake me estaba diciendo. Le miré con la duda evidenciada en mi rostro e intentando por todos los medios no sonrojarme. -¿Porqué habrías de pelear?- le pregunté con dulzura. -¿Acaso tú como me ves? ¿Cómo dices que me ven otros?- Las preguntas escaparon todas juntas pero él había dado paso a una mejor explicación, parecía haber sido directo pero yo necesitaba más especificaciones, más detalles para no entender mal aquello que me estaba negando. No sé si hacía bien en preguntar, pero es que no quería contener nada ahora que él estaba aquí; de hecho, a pesar que siempre que camino por la zona comercial saludando a quienes conozco, en esta ocasión se me habían olvidado por completo. Actue como si no viera a nadie, como si el mundo entero hubiese desaparecido y me hubiera dado paso directo a la compañía del hombre con el cuál ahora caminaba tomada de su brazo.
Me sentí algo extraña, como si viviera una ilusión que desaparecería pronto pero que sin importar lo que fuera a suceder, aprovecharía. Hace más de diez años que perdimos contacto, pero en unos minutos había revivido demasiados recuerdos. De aquel día me ha quedado una marca, una huella de miedo que no sé como explicar. Sí, sufrí un horrible temor que volvió a mí durante unos minutos, de forma tal que no quise pensar más en aquello ni imaginarme que partiría de nuevo porque, desde que falleció mi padre, no me había sentido tan a gusto con nadie y debo admitir que mi temor tiene un nombre. Ese temor se llama soledad.
-Me da mucho gusto saber que no te olvidaste de este lugar- y que me reconocieras, dicho sea de paso aunque para mis adentros. Tomé asiento acomodando mi no tan cómodo vestido y me ubiqué hacia un lado de tal forma que pudiera verle. Mis manos estaban como las de los nerviosos: juntas. Era como si no pudiera tenerlas libres y tuviera que tener algo en ellas para ir controlando la ansiedad, el temor, los nervios y todas esas emociones que juegan con nuestro cuerpo sin que podemos hacer nada para evitarlo más que esperar.
-Las cosas son distintas a donde vayas, eso lo hace especial- sonreí porque quería creer que él había sido feliz en Inglaterra. -Pero tienes razón, las cosas siempre cambian...- Desvié la mirada de él y la dirigí al frente, hacia la gente pero sin ver a nadie en particular. -... y las personas, las ciudades...- Suspiré brevemente y le retomé la mirada con una sonrisa. -Pero no todos los cambios son malos. Dime ¿Has sido feliz en Inglaterra, Drake?- No podía evitar mi sinceridad en forma de preguntas y de cierto modo me gustó, por que eso había sido así desde siempre. Recuerdo bien que mi padre a raiz de aquello me hablaba mucho sobre la prudencia; él era un hombre al que considero sabio y que me instaba a cuidar mis palabras más que cualquier otra cosa. Me decía que con ellas podía bendecir y maldecir, edificar o destruir y, que, en resumen, eran el arma más poderosa si se sabía usar adecuadamente. Yo por supuesto aún lo intento.
Sonreí nerviosa y abiertamente. -Mmm, yo creo que no cambie mucho. Sigo queriendote preguntar todo, sigo amando montar a caballo, aún continuo comiendo fresas en verano acostada en el patio de atrás...- No pude contener la risa por eso. Cuando era niña me tiraba atrás de la casa a disfrutar del sol, de los pájaros cantando por doquier, de las flores en todo su esplendor y de la tranquilidad y despreocupación propias de la niñez. Era un recuerdo hermoso, porque muchas veces cuando Drake iba a casa y jugabamos, nos llevaban una variedad de frutas de las cuales yo siempre elegía las fresas y le dejaba a él todas las demás.-Pero por Dios... que cosas digo.- Negué avergonzada sintiéndome tonta de nuevo. -Es sólo que me vino a la mente con tu pregunta y... bueno, muchas cosas han cambiado pero lo esencial sigue estando allí.- ¿Qué tanto recordaba él? me pregunté si mi comentario tonto lo podría ayudar a hacer memoria de aquellas cosas que hicieron importante mi infancia ¿Habían significado lo mismo para él? no me atreví a preguntar más.
Me sentí algo extraña, como si viviera una ilusión que desaparecería pronto pero que sin importar lo que fuera a suceder, aprovecharía. Hace más de diez años que perdimos contacto, pero en unos minutos había revivido demasiados recuerdos. De aquel día me ha quedado una marca, una huella de miedo que no sé como explicar. Sí, sufrí un horrible temor que volvió a mí durante unos minutos, de forma tal que no quise pensar más en aquello ni imaginarme que partiría de nuevo porque, desde que falleció mi padre, no me había sentido tan a gusto con nadie y debo admitir que mi temor tiene un nombre. Ese temor se llama soledad.
-Me da mucho gusto saber que no te olvidaste de este lugar- y que me reconocieras, dicho sea de paso aunque para mis adentros. Tomé asiento acomodando mi no tan cómodo vestido y me ubiqué hacia un lado de tal forma que pudiera verle. Mis manos estaban como las de los nerviosos: juntas. Era como si no pudiera tenerlas libres y tuviera que tener algo en ellas para ir controlando la ansiedad, el temor, los nervios y todas esas emociones que juegan con nuestro cuerpo sin que podemos hacer nada para evitarlo más que esperar.
-Las cosas son distintas a donde vayas, eso lo hace especial- sonreí porque quería creer que él había sido feliz en Inglaterra. -Pero tienes razón, las cosas siempre cambian...- Desvié la mirada de él y la dirigí al frente, hacia la gente pero sin ver a nadie en particular. -... y las personas, las ciudades...- Suspiré brevemente y le retomé la mirada con una sonrisa. -Pero no todos los cambios son malos. Dime ¿Has sido feliz en Inglaterra, Drake?- No podía evitar mi sinceridad en forma de preguntas y de cierto modo me gustó, por que eso había sido así desde siempre. Recuerdo bien que mi padre a raiz de aquello me hablaba mucho sobre la prudencia; él era un hombre al que considero sabio y que me instaba a cuidar mis palabras más que cualquier otra cosa. Me decía que con ellas podía bendecir y maldecir, edificar o destruir y, que, en resumen, eran el arma más poderosa si se sabía usar adecuadamente. Yo por supuesto aún lo intento.
Sonreí nerviosa y abiertamente. -Mmm, yo creo que no cambie mucho. Sigo queriendote preguntar todo, sigo amando montar a caballo, aún continuo comiendo fresas en verano acostada en el patio de atrás...- No pude contener la risa por eso. Cuando era niña me tiraba atrás de la casa a disfrutar del sol, de los pájaros cantando por doquier, de las flores en todo su esplendor y de la tranquilidad y despreocupación propias de la niñez. Era un recuerdo hermoso, porque muchas veces cuando Drake iba a casa y jugabamos, nos llevaban una variedad de frutas de las cuales yo siempre elegía las fresas y le dejaba a él todas las demás.-Pero por Dios... que cosas digo.- Negué avergonzada sintiéndome tonta de nuevo. -Es sólo que me vino a la mente con tu pregunta y... bueno, muchas cosas han cambiado pero lo esencial sigue estando allí.- ¿Qué tanto recordaba él? me pregunté si mi comentario tonto lo podría ayudar a hacer memoria de aquellas cosas que hicieron importante mi infancia ¿Habían significado lo mismo para él? no me atreví a preguntar más.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Look at me, one more time (Pauline)
"Mi pasado y mi presente te pertenecen"
Sonreí, su curiosidad continuaba siendo el de la pequeña Pauline de años atrás y de la manera en la que eran las cosas antes no pude negarme a responder de una manera un poco más clara para ella. - Pelearía porque seguramente muchos jóvenes desean que seas su esposa y bueno - me encogí de hombros - considero que con decir eso es bastante claro mi intención que espero no sea demasiado directa - le mire de reojo, esperando a que su reacción no fuese de intentar huir de mi lado o una mueca de repulsión ante mi "sutil" confesión - además de que eres hermosa y así es como te ven otros; yo, claro veo mucho más en ti que solo eso pero aún así deseo conocer todo lo que guardan tus ojos.
Que ella me diera la menor señal de esperanza y entonces me tendría a su lado por siempre, sin importar que fuera lo que amenazara con alejarnos el uno del otro si es que Pauline pedía que permaneciera a su lado lucharía contra viendo y marea porque fuera de ese modo. Pero si por el contrario me era imposible tenerle a mi lado de la forma en la que yo lo esperaba le dejaría partir sin oponer resistencia, siempre y cuando ese fuera su deseo aunque igual eso no impediría que permaneciera vigilante siempre de su bienestar o de su felicidad desde las sombras.
Las cosas no habían sido tan malas en Inglaterra si me ponía a rememorar aquellos momentos; pero no les consideraba tan felices como cuando estaba en París al lado de ella. Pauline siempre fue vital en mi vida, desde la primera vez que mis infantiles ojos se toparon con ella me jure que sería mi esposa y que le haría feliz porque si ella sonreía entonces yo también podía hacerlo. - Claro, cada lugar es especial pero hay lugares que solamente se quedan en tu corazón y no puedes pensar en otro lugar que no sea en ellos - le mire y sonreí - Si Pauline era feliz en Inglaterra pero no era la felicidad que deseaba - en aquel lugar había aprendido a ser un hombre que creía sería capaz de merecer pasar con ella el resto de la vida. Me había entrenado con cazadores, hice muchas cosas que antes nunca hubiese imaginado pero siempre estuvo presente en mi mente que no era solo por mi, sino también por ella. - Tú… ¿Has sido feliz aquí?
Existían en nosotros cosas que cambiaron y cosas que continuaban como en los viejos tiempos. No pude evitar reír al imaginarle comiendo fresas como cuando éramos dos chiquillos; yo llevaba frutas pero siempre cargaba fresas de más a la casa de Pauline porque sabía que a ella le encantaban y mis primeras veces fueron una tortura pues debía comer frutas que me desagradaban hasta que comprendí que debía llevar las que me gustaban y fresas. En aquellos días podíamos pasar horas en aquel lugar, hablando de cosas de niños o simplemente comiendo y esos eran buenos días. - Me gustaría poder ir algún día nuevamente a ver eso y de ser posible desearía montar a tu lado también - le sonreí con el recuerdo de nuestras infancias presente aún en el aire.
- Has dicho algo que me ha vuelto feliz, es decir eso también es parte de mis recuerdos y es imposible que no recuerde como pedías y pedías fresas - suspire y mire a otro sitio, recordando entonces que debía darle los saludos de mi familia a ella - Por poco lo olvido, mi familia ha mandado sus saludos, tanto a ti como a tus padres y que grosero de mi parte preguntar por esto hasta ahora pero ¿Cómo están ellos? Iré a verlos pronto así que espero me reciban y claro… estés ahí a para poder verte - Las cosas en mi mente debían estar corriendo demasiado veloces, pero deseaba ver a los padres de ella, pues en mi infancia más de una vez les dije también a ellos que cuando fuera capaz de cuidarle pediría la mano de su hija; en esos instantes debieron ser solo juegos de niños más quería demostrar que para mi eso no era un juego.
Konrad Zhivago- Humano Clase Alta
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Re: Look at me, one more time (Pauline)
"Me consuela que ya no esté sólo tu lejanía,
pero me da la impresión que mientras tanto no había sido feliz"
pero me da la impresión que mientras tanto no había sido feliz"
"No, aún quiero que me digas a qué te refieres" juro que quise decir eso pero no pude, no me fluyó, mi garganta en compañía de mi mente me impedían decir algo así. ¿Pero cómo podía preguntar con sutileza algo como eso? no se me ocurría nada y la sola idea de ese cuestionamiento más detallado me hacía sonrojarme. -Jum, pues escaparé de todos.- dije con una sonrisa porque en realidad eso era lo que hacía. Hasta ahora nadie había captado mi atención lo suficiente, no encontraba en ninguno el corazón noble que buscaba y, con noble, me refiero a su bondad y no a su clase social, eso era lo de menos. -¿Entonces quieres que me quede sola?- bromeé con inocencia intentando aclarar la situación, realmente no quería hacer suposiciones y terminar haciendome ideas que alimentaría con cualquier gesto especial que él tuviera conmigo. No añadí nada más, creí que esa sola pregunta cubriría todo y que si abría la boca de nuevo al respecto terminaría diciendo cualquier cosa.
A diferencia de nuestra niñez, yo ahora cuidaba mis palabras. Recuerdo que siempre me sentí cómoda con él pero jamás estuve tan nerviosa como lo estaba en ese momento. Supongo que la infancia produce emociones diferentes y que lo que ahora se manifestaba como un nerviosismo evidente, para aquél entonces se traducía en la alegría que me producía verlo llegar a casa por las tardes. Lo de extrañarlo siempre lo hice, pero definitivamente nada se comparaba con ese momento. ¿Notaría él esa ligera tensión que me producía? era probable, yo casi no podía sonreír demasiado porque sentía que me temblaban hasta los labios, me sentía inestable pero extrañamente protegida, con ganas de correr para respirar pero con ganas de ahogarme en esas sensaciones que tenía en ese momento.
-Siempre te extrañamos mucho en casa. Incluso pregunté por ti pero nunca me dijeron nada- me encogí de hombros y sonreí de nuevo al saber que al menos había estado bien. -Te perdí el rastro... pero ahora que lo pienso, tal vez eras muy pequeño para entonces y no podías quedarte- ¿Sería por eso que decía que no tenía la felicidad que deseaba? supuse que sí, su forma de decir las cosas no me daba a entender que había pasado algo malo como para no querer estar en Inglaterra. Quizás sólo no se sentía tan bien, no lo sé.
-Por mi parte no puedo quejarme. Me han cuidado bien, incluso ahora que ya no soy una pequeña. Además hago muchas cosas que me gustan aquí, que me entretienen y me mantienen ocupada en buenas cosas.- Como siempre yo trataba de mantenerme ocupada, la muerte de mis padres aún me pesaba por más que tuviera gente que me quisiera en casa. Pero obviamente nada es lo mismo, nada reemplaza el amor paternal y, como era de esperarse, Drake preguntaría por mis padres y ahí vendría el momento difícil que yo bien manejaba pero que no dejaba de hacerme sentir triste.
-Entonces tu familia está bien.- Mencioné con sinceridad y con una sonrisa que no subió a mis ojos por motivos evidentes. -Me podrás ver cuando quieras, incluso a mis padres les hubiera gustado verte, pero mi madre falleció poco después que te fuiste y mi padre murió hace poco- desvie la mirada por más que intenté no hacerlo. Las cosas me fluían, los gestos me traicionaban porque se dejaban guiar por mis emociones y siempre debía cuidar eso demasiado. Un suspiro leve se deslizó de mis labios y de nuevo levanté la mirada, aunque a medias y sonreí muy cortamente. -Pero ¿y tus padres vinieron contigo?- cuestioné intentando mover el tema con el único propósito de no poner aquél momento con ese toque melancólico que me daba el tema.
A diferencia de nuestra niñez, yo ahora cuidaba mis palabras. Recuerdo que siempre me sentí cómoda con él pero jamás estuve tan nerviosa como lo estaba en ese momento. Supongo que la infancia produce emociones diferentes y que lo que ahora se manifestaba como un nerviosismo evidente, para aquél entonces se traducía en la alegría que me producía verlo llegar a casa por las tardes. Lo de extrañarlo siempre lo hice, pero definitivamente nada se comparaba con ese momento. ¿Notaría él esa ligera tensión que me producía? era probable, yo casi no podía sonreír demasiado porque sentía que me temblaban hasta los labios, me sentía inestable pero extrañamente protegida, con ganas de correr para respirar pero con ganas de ahogarme en esas sensaciones que tenía en ese momento.
-Siempre te extrañamos mucho en casa. Incluso pregunté por ti pero nunca me dijeron nada- me encogí de hombros y sonreí de nuevo al saber que al menos había estado bien. -Te perdí el rastro... pero ahora que lo pienso, tal vez eras muy pequeño para entonces y no podías quedarte- ¿Sería por eso que decía que no tenía la felicidad que deseaba? supuse que sí, su forma de decir las cosas no me daba a entender que había pasado algo malo como para no querer estar en Inglaterra. Quizás sólo no se sentía tan bien, no lo sé.
-Por mi parte no puedo quejarme. Me han cuidado bien, incluso ahora que ya no soy una pequeña. Además hago muchas cosas que me gustan aquí, que me entretienen y me mantienen ocupada en buenas cosas.- Como siempre yo trataba de mantenerme ocupada, la muerte de mis padres aún me pesaba por más que tuviera gente que me quisiera en casa. Pero obviamente nada es lo mismo, nada reemplaza el amor paternal y, como era de esperarse, Drake preguntaría por mis padres y ahí vendría el momento difícil que yo bien manejaba pero que no dejaba de hacerme sentir triste.
-Entonces tu familia está bien.- Mencioné con sinceridad y con una sonrisa que no subió a mis ojos por motivos evidentes. -Me podrás ver cuando quieras, incluso a mis padres les hubiera gustado verte, pero mi madre falleció poco después que te fuiste y mi padre murió hace poco- desvie la mirada por más que intenté no hacerlo. Las cosas me fluían, los gestos me traicionaban porque se dejaban guiar por mis emociones y siempre debía cuidar eso demasiado. Un suspiro leve se deslizó de mis labios y de nuevo levanté la mirada, aunque a medias y sonreí muy cortamente. -Pero ¿y tus padres vinieron contigo?- cuestioné intentando mover el tema con el único propósito de no poner aquél momento con ese toque melancólico que me daba el tema.
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