En su Busqueda... [Delbaeth E. Formorians]

por Invitado Mar Dic 20, 2011 11:54 am

“¿Se encuentra capacitado para tratar con varios de los suyos?
Que hace cuando se encuentra en medio de la nada
Con todo en su contra
Y alguien que habla, piensa y vive
¿Tiene las mismas facultades que usted?”

Leia la primera carta que le había enviado al caballero antes de que fuera devuelta al remitente, Nunca había vivido aquello de sentirse terriblemente ignorada y a su vez rechazada, no era de aquel tipo que fuese rechazada por ningún tipo de caballero y cualquiera no hubiera mandado su mensaje de vuelta al remitente a pesar del sello real en aquel mensaje -¿pero que le sucede al caballero Formorians? – dio una pausa algo contrariada por aquel mensaje formal por lo que a medida que sus criadas juegan al vaivén de arreglar a la mujer una de ellas se acerca para dedicarle su oír - Bien, tendré que ir yo… - comenta a una de sus criadas mientras otra arreglando su cabello asiente a su favor mientras con el cabello le dejar contorneado, solamente tomado en algunas partes y lo demás cayendo deliberadamente, hacían juego con el par de pendientes de Anna le había regalado y que contenía un secreto, un pequeño secreto el cual agradecía por saber como y a que magia enfrentarse ahora que había comenzado a mantener reuniones secretas con damas y caballeros de su igual condición – también debes traerme el collar… - la mucama se retiro rápidamente antes de ir a buscar el pesado objeto que solo podría mantener por unos segundos, magia exclusiva, que solo podía usar ella y nadie mas, nadie tenia el favor de tomarlo por que le pesaría como pesaría un elefante, o un buey, lo tomo ligeramente y depositándolo en su cuello y con su dedo índice dibujaba los contornos de este mientras miraba el reflejo de su espejo, aquello le daba una apariencia de elegancia y porte, tal cual condesa su padre hubiese deseado ver, y su madre asesinar, se reprendió por ello, no podía vivir su vida entera odiando a su madre, mas que mal… ella era tan culpable como la mujer que le había hecho la vida imposible, hasta que se supo defender.

Ya en el coche observo por la ventanilla, pero de pronto sus aretes comenzaron a imponerse y a dar su pequeña alarma que decía que alguien lleno de poderes y magia que podría ayudarle se hallaba cerca –Alto- su escolta finalizo su alto enseguida y al segundo se hallaba fuera del coche observando hacia todos lados para poder encontrar indicios del desconocido –Madame, tenemos que partir la casa esta cerca - hacer oídos sordos a la petición de su escolta mas fiel, Cristina, no estaba en sus planes, pero parte de sentir el peso y el silbido de aquella alarma no le permitía oír lo que a su alrededor sucedía, con solo tocar a aquel ser sobrenatural lo sabría y sus aretes volverían a formar parte de la tranquilidad a su alrededor, no se fijo en el hedor de aquellas calles que emanaban un olor mezcla del barro y suciedad que los trabajadores conseguían e incluso de los que venían del puerto, pescadores, Supongo que Adda se le había ocurrido aparecer por un lugar y realidad completamente distintas, aun así junto a toda esa maraña de mezcla de olores, cantantes, gitanos a lo lejos danzando sus bailes típicos, aquel ruido incesante en sus oídos le guiaron hacia el bosque – espérenme aquí, vendré no se preocupen… - Era lo suficientemente inteligente para saber que si iba con alguien de su escolta y llegaba a suceder algo, no confiaría lo suficiente como para usar sus poderes y defenderse, sabia muy bien la consecuencia de ello por mucho que Adda mantuviera un titulo nobiliario, para todos efectos seria “la que mantiene pacto con el diablo” y aunque no era de noche si no una tarde soleada de invierno, no podía confiarse de las bestias que habían a su alrededor, bestias que jamás nadie nunca se imaginaria en sus mas terribles pesadillas, pero aun así seguía sintiendo el frío ardor por sus oídos y por fin se aventuro a hablar – ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

por **Delbaeth E. Formorians** Mar Dic 27, 2011 5:32 pm

Desde que abandono su tierra en Irlanda, y avocó su vida al arte, era ya un reconocido artista en Europa, en palabras de los críticos sus obras eran un hechizo ante los ojos de quien las contemplase. Algunos críticos decían que su obra era una oda a la herejía y al paganismos, pero el respondía con bromas irónicas, desprestigiando aquellos rumores sobe hechiceros y tratando de ingenuos a quienes creían en fuerza sobrenaturales. Siempre resultaba más sencillo ocultar la verdad bajo el sesgo de sus interlocutores, e incluso insinuando la ignorancia de estos. Sus obras, aunque eran reflejos de hechos fantásticos, el los fundamentaba en mitología, las que estudio durante sus años errante por Europa y nuevos territorios descubiertos.

De su vida una de la mejores experiencias fue su viaje aquel viaje a Rusia donde descubrió leyendas tan humanizadas, pero tan cargadas de fantasía que, prolongo su estancia hasta conseguir la historia real, aquella que solo unos pocos hechiceros conocen y comprenden. Pero obtener aquella información, requirió de un arduo trabajo, mejorar sus ya avanzados poderes y subir un escalafón más en la interminable escalera de magia y poder. Lo hizo meses de meditación, de conocer la energía, de manejarla a niveles aun más metafísicos, lo llevaron a descubrir aquella magia que se ocultaba bajo el velo de los ojos humanos. Fue en ese viaje, en aquel viaje físico y espiritual que sus pasos lo llevaron a conocer a un grupo de hechiceros como él, pero con quienes apenas trato.

Esquivo y algo ermitaño, en especial si se trataba de compartir con otros hechiceros, pues cuando se agrupaban la inquisición no tardaba en aparecer en escena y cobrar una cuántas vidas en la hoguera. Por eso cuando hace meses comenzaron a llegarle cartas de una mujer, con quien someramente trato en Rusia, se enfado. Recepcionó primera y la devolvió sin abrir, la segunda y la tercera se fueron directas al fuego de su chimenea sin ninguna intención de ser leídas. Se estaba poniendo en riesgo ella misma y de paso a él, no se les podía vincular bajo ningún precedente, menos ante la mano severa que llevaba el actual Papa en Europa.

Pero no era un hombre idiota bien sabía que en algún momento sería necesario unirse contra los opresores del Vaticano, y para ello no estaría solo, quizás si fuese el momento de encontrarse con la famosa Condesa de Rusia y escuchar que es lo que tanto le apremia. Cierra los ojos en busca de algún espíritu guía, de aquellos que siempre le rondan, fue su padre quien se presento para anunciarle que la mujer en cuestión vendría ver le a su morada. Bufó con enfado, cuantos años manteniendo su residencia limpia de extraños y ahora una entrometida se creía con derecho de visitarle sin avisar.

Con premura tome una gabardina algo ajada y un caballo que me acerco a la ciudad, al punto donde planeaba interceptarla, aunque ella no lo sabía. Concentre mis dones en confundir al cochero y llevarlo por las calles pobres de Paris, donde no habría ojos curiosos de nobles católicos, ni fieles inquisidores vigilándolos o peor aquellos pedantes cazadores de recompensas. Así, entre callejones cerca de los límites del bosque, la espero seguro que no tardaría en llegar, estaban a una distancia considerable de la residencia del mago a la cual no le permitiría acercarse.

El hombre sabía que ella reconocería su presencia, al menos la presencia de magia en el lugar y tal como lo planeo ocurrió, escucho sus pasos sobre el pavimento chapoteando entre las charcas y silbido de las telas danzando contra sí. Doblo por un pasaje oscuro, tal como deseaba que se viese, oculto ante cualquiera menos la mujer a la cual esperaba. Arqueé una ceja y encendí un cigarrillo, el fuego ilumino por unos segundos mi rostro, lo suficiente para que su pregunta recibiese respuesta sin decir palabra.

- Madame, le aconsejo preste atención a mis palabras, mire mejor a su alrededor y aprenda interpretar las señales- una voz cruda invadió el lugar ante la joven que le miraba confusa - Bien hade saber que todo tiene su tiempo y que no puede acelerar los ciclos vitales, solo prepararse para el siguiente ciclo- Hablaba como el hechicero experimentado que era. - Quizás a usted le apremiase verme, pero no significa que la vaya a recibir en mi residencia o que deba correr a su encuentro como acabo de hacer. Lo que espero entienda, es una excepción, para evitarle el mal rato de un portazo en su rostro-

En la penumbra de aquel callejón la examino, sí, en apariencia una mujer normal, otra jovencita de la realeza que pretendía llevar el control de todo, nada fuera de lo común, pero como tal no era precisamente a quien él pretendiese rendirle pleitesías. Aquello lo dejo claro mientras estuvo en Rusia, y al parecer ella seguía sin comprender. Una profunda calada al cigarrillo, para volver a hablar - Para vuestra información, le seguía una pareja de inquisidores. Si usted no aprecia su vida apacible, le informo que yo si.- una última fumada y el cigarrillo fue a dar al charco de agua.

- Agradézcame si quiere, pero lo que es yo desapruebo su importunio. Pero ya que lo consiguió y me tiene aquí, quiero escuchar que es lo que le apremia- bufó, sin moverse del muro en que estaba recostado.

En su Busqueda... [Delbaeth E. Formorians]

En su Busqueda... [Delbaeth E. Formorians]

Re: En su Busqueda... [Delbaeth E. Formorians]