AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Somnia, fenestras ad aeternum (Delbaeth E. Formorians & Astrea Di Angelo)
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Somnia, fenestras ad aeternum (Delbaeth E. Formorians & Astrea Di Angelo)
{Magica vivere non moriatur}
-- La magia está viva, no la dejes morir --
*Soundtrack*
La bruma domina todo lo que a simple vista se percibe tornando invisibles los enormes árboles cuyo hogar es el bosque, gigantes con raíces bulbosas extendidas caóticamente en las que pueden enredarse los pies haciendo al cuerpo caer al piso. Ramas de formas irregulares moldeando figuras fantasmales, otorgando sobresaltos de manera frecuente conforme el viento arranca las hojas, piedras, guijarros, entre otros sin consideración ni piedad. Desde el más pequeño hasta el más grande habitante de la naturaleza es azotado por el céfiro con violencia. Una corriente que pareciera aullar de miedo, provocando en su huída escalofríos en todo aquél valiente -o insensato- que considera salir con este evento tan natural como aterrador. El frío entumece la piel y los huesos en tanto la vereda se vuelve inexpugnable. La neblina impide la percepción correcta de lo que hay alrededor del transeúnte dando un sentimiento de que algo sobrenatural acontecerá. No hay forma de vislumbrar al menos los pies, ni siquiera las manos si es que se extienden a lo largo de los brazos. Aunque es así como se debe caminar: desplegados los miembros superiores buscando tocar todo lo que tiene a su alrededor para intentar no caerse y si sucede, que el golpe no sea mayor. Pies arrastrándose para no enredarse e ir al suelo. El oído fino para detectar cualquier sonido no propio del ambiente, aunque son tantos ahora que está "ciego", que es imposible que su mente asocie lo que oye con los recuerdos de qué pudiera ser.
Paso a paso, la calina es más espesa como si alguien creara una fogata y todo el humo se dirigiera en dirección del explorador, lo que la hace diferente es la ausencia del calor. Faltan ruidos que pudieran hacer creer que es un incendio, igualmente llamadas de auxilio que pongan en evidencia un descuido. Sobre todo la omisión de tos, signo inequívoco de un desastre con fuego debido a la absorción de dióxido de carbono en cantidades mayores a las que una persona común está acostumbrada. Escasez de caos, los animales no se mueven. Es más, no hay ninguno a su alrededor. Ni siquiera esos tímidos que se ocultan y conforme se va avanzando asoman la cabeza para asegurarse de que se puede salir con tranquilidad a las labores domésticas. Aunque ahora que nuestro personaje en cuestión puede pensarlo: ¿Es normal que no huela a nada que no sea flor de lis, amapola, flores acuáticas y clavel? ¿Dónde es que ese aroma inundó en el pasado sus fosas nasales? ¿Su mente puede recordarlo y asociarlo correctamente? En un inicio no es así, pero conforme va avanzando, la fragancia aumenta en su intensidad accionando las neuronas adecuadas, dándoles los toques eléctricos para que se intercomuniquen y puedan recordarlo...
La Shamballah... Ese cabello negro ala de cuervo que brillaba azul conforme las luces de la ciudad más mística de todo el mundo, incluso más que el Alamut, lo iluminaba. La piel tan blanca como la misma leche, pero sonrosada de forma tal, que pareciera viva en lugar de ser una vampiresa. Y esos ojos violáceos, tan llenos de misticismo y enigmas sin resolver. El más grande conocimiento vertido en su mente, una creada para ello, para darle vida y resguardo. La neblina fue haciéndose cada vez menos densa conforme él avanzaba por los recuerdos de la mente. La larga vestimenta de la Líder en Tiempos de Paz, usando túnicas griegas y romanas que lucían como el mejor vestido confeccionado para los reyes. Las sonrisas cuando acertaba en sus labores y aprendizajes; la paciencia al explicarle en el instante que se equivocaba, sus manos contra las suyas, corrigiendo los movimientos o bien, los símbolos.
Ese olor de nuevo va aclarando la visibilidad... y ante él, las enormes cataratas tan características del jardín donde aprendía con ella. Un lugar único al norte de la ciudad, forjado por y para la esposa del Sanat Kumara. Un pedazo de tierra en el perímetro de la polis en forma de media luna, determinando los límites de Agharta puesto que después del jardín sólo había un abismo y al fondo, estaba rematado por las enormes cascadas que rodeaban toda la polis. Siempre se preguntó cómo es que lograron tal ambiente, aunque la respuesta era siempre la misma: magia y conocimiento. La sobrenatural magia aunada a lo que Astrea aprendió a lo largo de los años, creó una esfera incandescente cual sol que iluminaba todo de una forma tal, que pareciera que el sol estaba dándoles de lleno y no que estaban a cientos de metros bajo tierra. El fulgor aureo permitía deleitarse con los frondosos y enormes árboles llenos de frutos variados, donde algunos caían sobre el piso y se les permitía a todos los que ahí pasaban tomarlos para comerlos. Flores de todos tipos que la misma Shamballah e incluso, algunos magos y gitanos sembraban y cuidaban, retoñaban y maduraban al paso del tiempo creando una sinfonía de colores que deleitaba los sentidos.
Caminos hechos de piedras de río conducían a asientos forjados de la roca. A mesas del mismo material con acabados de arenas compactadas que le daban ese brillo que uno sentía estaba entre las grandes cortes del mundo, sin la hipocresía de los reyes y miembros de la corte. Se era libre en esa parte de la tierra, en esa ciudad de la cual nadie hablaba, pero muchos conocían. Ahí, en medio de lo que era un grupo de escabeles formando también una media luna, la Shamballah tomaba asiento para enseñar a todo aquél que quisiera escucharla. Detrás, a veinte metros, el jardín terminaba en una enorme torrentena y unos treinta metros después, provenientes de lo que parecía ser la superficie que no eran más que ríos subterráneos, el agua en forma de cascada caía interminable dándoles un aire que estaban tan cerca porque el rocío en ocasiones era tan fuerte, que les dejaba levemente mojados para las risas de la Shamballah que les reprendía de forma dulce por no colocarles a sus papiros un hechizo protector.
Ella siempre fue así, llena de vida, alegre y optimista, podía cualquiera acercársele y a todos les trataba por igual. No hacía deferencias, aunque sólo un personaje de la actualidad podría negar ese argumento. Delbaeth Elathan Formorians...
Desde la tierna infancia, Delbaeth -o como ella lo llamó siempre: Elathan, producto de su más grande falla: los nombres raros. No podía pronunciarlos correctamente hasta que no tenía un vínculo con el personaje en particular, así que tomaba el apellido o un apelativo mucho más acorde. Incluso, no pocas fueron las ocasiones en que les puso alias. Ella reía divertida cuando se equivocaba e incluso, con Delbaeth tuvo la osadía de besarle la mejilla con cada errata- fue recibido por la señora de Agharta entre risas y cariños. Muchos decían que le amaba como a un hijo, otros que era su propio descendiente, pero ella sólo sonreía cuando alguien le preguntaba y decía su frase favorita: "Tiempo al tiempo".
Eso jamás acalló los rumores y cuchicheos. Algunos celosos miraban mal al joven porque acaparaba la atención de la hermosa dama. ¿Por qué la Shamballah era tan cariñosa con el mago? ¿Tenía que ver con su familia, una poderosa y antiquísima estirpe de brujos que provenían desde muchos años atrás, casi tan vetusta como el propio linaje de la Líder en Tiempos de Paz? ¿Acaso era porque el joven siempre estuvo atento a sus enseñanzas y le era más fiel que ninguno? Delbaeth aprendió de ella todo lo que le instruía, incluso más porque él mismo iba a la biblioteca, esa enorme construcción de piedra y arena que brillaba como ninguna, protegiendo los libros empastados de diversos colores de acuerdo a lo que contenían, a buscar toda clase de volúmenes que le ayudaran a comprender mejor el mundo. Atrevido, llegó hasta el mismo Sanat Kumara solicitándole los papiros que sólo él y la Shamballah cuidaban. En ocasiones era regresado con las manos vacías, pero muchas veces se encontró con la alegría de que no sólo le daba el señor Valerius lo que pedía, si no que le mandaba a con su esposa para que le instruyera.
"El consentido de la Shamballah", llegaron a apodarlo. "Aquél que todo lo consigue". "El hijo adoptivo". Hasta que Astrea levantó una noche la voz ante todo Agharta, en una gran fiesta les retó al nombrar a Delbaeth "Su pupilo" exigiendo que no se le acosara más. Muchos magos de mayor experiencia renegaron, pero la voz del propio Valerius los hizo callar. Otros tantos le dieron la espalda a Delbaeth y eso sólo ocasionó que la Líder en Tiempos de Paz lo arropara entre sus brazos. A la muerte de su familia, fue ella quien emergió de la misma ciudad de los sobrenaturales a pesar de que no era su momento, para traerlo a su hogar. A Agharta.
Fue su tanatóloga, la que le ayudó a superar el trago amargo, la que le dejaba llorar en las noches, con una mano en la cabeza, acariciando sus rizos. La que resolvió o intentó hacerlo de la mejor forma posible, todas sus dudas. Y de ahí fue que le enseñó nigromancia en su mayor esplendor, reservándose muy pocas cosas. ¿Era su consentido? ¿Era realmente su hijo perdido? ¿Alguna rama de su genealogía que regresaba a su vera? Nunca se sabrá. La desaparición de la Shamballah fue un duro golpe para todos. Sobre todo para aquél mago que falló en el ritual.
Sin embargo, ahora sus pies están sobre las rocas, huele el rocío combinado con el aroma de las florecientes rosas y demás plantas, pero sobre todo, el aroma de su tutriz... los pasos se suceden uno tras otro, entre las sombras de los árboles que lo dominan todo, del viento que juguetea con su cabello y su capa. Las botas están manchadas con un poco de lodo, pero el frío que paralizaba sus músculos se ha ido. Caminando por la vereda, una tan conocida que puede realizar con los ojos cerrados, escucha el correr del agua, de las enormes cascadas que tras unos instantes de bosque tupido, puede encontrar en el "Dominion Lord", ese recinto donde se dedicaba a aprender de ella.
Y la Shamballah le espera, con una túnica romana en color azul oscuro atada a la nuca, el medallón brilla incandescente con la luz. Tiene el rostro orientado hacia el norte, donde seguro está el Sanat Kumara en su reunión con sus Minoicos. Ella normalmente está con una de las suyas: Cassiopeia, -para la Shamballah "Aranel"-, pero ahora mismo no se le ve por ningún lado, así que será una sesión a solas. Ella voltea y la brisa agita sus cabellos sueltos, sólo sujetos por prendedores en forma de media luna en sus sienes, le sonríe y todo pareciera brillar mucho más. Tiene esa facultad de arrebatar sonrisas sólo con exponer la suya. Le invita con un ademán de la mano a sentarse y cuando él lo hace, los dedos de esa extremidad colocan un mechón del cabello masculino hacia atrás, en un gesto íntimo y dulce a la vez.
- Hoy aprenderás algo diferente, - mira al techo donde el cielo está representado. Por la hora, pronto anochecerá - aprovecharemos que hoy es un evento especial, que sólo acontece cada plenilunio de una estación cualquiera del año. Si lo contabilizamos en el calendario gregoriano entonces hablaríamos que aproximadamente sucede cada dos años y medio. Tomaremos en cuenta que la luna aparece cada 29 días y medio, entonces durante ese tiempo, podremos ver dos astros en el mismo mes del epacta. Verbi gracia, si estuviéramos en enero y viéramos dos de éstas, en febrero no habría ninguna y para marzo, abril o mayo habría una probabilidad decreciente de que la vislumbráramos dos veces. Ésto es porque febrero tiene una corta duración de días conforme el añalejo antes mencionado. Nos es importante porque para nosotros, la segunda luna del mes, se le llama "Luna azul" y no es otra cosa más que el astro en su forma completa lleno de poder, magia y misticismo a la cual podemos atribuirle muchos rituales poderosos, pero en igual comparación mortales. ¿Comprendido hasta ahí?
Espera paciente a que Delbaeth desglose todo lo que le ha dicho antes de continuar. Sobre todo quiere que los conceptos estén claros. Esta noche es importante para ambos y no quiere que algo salga mal. Eso era lo que ella pensaba en aquél momento, porque ésto... querido mío... es un sueño...
Paso a paso, la calina es más espesa como si alguien creara una fogata y todo el humo se dirigiera en dirección del explorador, lo que la hace diferente es la ausencia del calor. Faltan ruidos que pudieran hacer creer que es un incendio, igualmente llamadas de auxilio que pongan en evidencia un descuido. Sobre todo la omisión de tos, signo inequívoco de un desastre con fuego debido a la absorción de dióxido de carbono en cantidades mayores a las que una persona común está acostumbrada. Escasez de caos, los animales no se mueven. Es más, no hay ninguno a su alrededor. Ni siquiera esos tímidos que se ocultan y conforme se va avanzando asoman la cabeza para asegurarse de que se puede salir con tranquilidad a las labores domésticas. Aunque ahora que nuestro personaje en cuestión puede pensarlo: ¿Es normal que no huela a nada que no sea flor de lis, amapola, flores acuáticas y clavel? ¿Dónde es que ese aroma inundó en el pasado sus fosas nasales? ¿Su mente puede recordarlo y asociarlo correctamente? En un inicio no es así, pero conforme va avanzando, la fragancia aumenta en su intensidad accionando las neuronas adecuadas, dándoles los toques eléctricos para que se intercomuniquen y puedan recordarlo...
La Shamballah... Ese cabello negro ala de cuervo que brillaba azul conforme las luces de la ciudad más mística de todo el mundo, incluso más que el Alamut, lo iluminaba. La piel tan blanca como la misma leche, pero sonrosada de forma tal, que pareciera viva en lugar de ser una vampiresa. Y esos ojos violáceos, tan llenos de misticismo y enigmas sin resolver. El más grande conocimiento vertido en su mente, una creada para ello, para darle vida y resguardo. La neblina fue haciéndose cada vez menos densa conforme él avanzaba por los recuerdos de la mente. La larga vestimenta de la Líder en Tiempos de Paz, usando túnicas griegas y romanas que lucían como el mejor vestido confeccionado para los reyes. Las sonrisas cuando acertaba en sus labores y aprendizajes; la paciencia al explicarle en el instante que se equivocaba, sus manos contra las suyas, corrigiendo los movimientos o bien, los símbolos.
Ese olor de nuevo va aclarando la visibilidad... y ante él, las enormes cataratas tan características del jardín donde aprendía con ella. Un lugar único al norte de la ciudad, forjado por y para la esposa del Sanat Kumara. Un pedazo de tierra en el perímetro de la polis en forma de media luna, determinando los límites de Agharta puesto que después del jardín sólo había un abismo y al fondo, estaba rematado por las enormes cascadas que rodeaban toda la polis. Siempre se preguntó cómo es que lograron tal ambiente, aunque la respuesta era siempre la misma: magia y conocimiento. La sobrenatural magia aunada a lo que Astrea aprendió a lo largo de los años, creó una esfera incandescente cual sol que iluminaba todo de una forma tal, que pareciera que el sol estaba dándoles de lleno y no que estaban a cientos de metros bajo tierra. El fulgor aureo permitía deleitarse con los frondosos y enormes árboles llenos de frutos variados, donde algunos caían sobre el piso y se les permitía a todos los que ahí pasaban tomarlos para comerlos. Flores de todos tipos que la misma Shamballah e incluso, algunos magos y gitanos sembraban y cuidaban, retoñaban y maduraban al paso del tiempo creando una sinfonía de colores que deleitaba los sentidos.
Caminos hechos de piedras de río conducían a asientos forjados de la roca. A mesas del mismo material con acabados de arenas compactadas que le daban ese brillo que uno sentía estaba entre las grandes cortes del mundo, sin la hipocresía de los reyes y miembros de la corte. Se era libre en esa parte de la tierra, en esa ciudad de la cual nadie hablaba, pero muchos conocían. Ahí, en medio de lo que era un grupo de escabeles formando también una media luna, la Shamballah tomaba asiento para enseñar a todo aquél que quisiera escucharla. Detrás, a veinte metros, el jardín terminaba en una enorme torrentena y unos treinta metros después, provenientes de lo que parecía ser la superficie que no eran más que ríos subterráneos, el agua en forma de cascada caía interminable dándoles un aire que estaban tan cerca porque el rocío en ocasiones era tan fuerte, que les dejaba levemente mojados para las risas de la Shamballah que les reprendía de forma dulce por no colocarles a sus papiros un hechizo protector.
Ella siempre fue así, llena de vida, alegre y optimista, podía cualquiera acercársele y a todos les trataba por igual. No hacía deferencias, aunque sólo un personaje de la actualidad podría negar ese argumento. Delbaeth Elathan Formorians...
Desde la tierna infancia, Delbaeth -o como ella lo llamó siempre: Elathan, producto de su más grande falla: los nombres raros. No podía pronunciarlos correctamente hasta que no tenía un vínculo con el personaje en particular, así que tomaba el apellido o un apelativo mucho más acorde. Incluso, no pocas fueron las ocasiones en que les puso alias. Ella reía divertida cuando se equivocaba e incluso, con Delbaeth tuvo la osadía de besarle la mejilla con cada errata- fue recibido por la señora de Agharta entre risas y cariños. Muchos decían que le amaba como a un hijo, otros que era su propio descendiente, pero ella sólo sonreía cuando alguien le preguntaba y decía su frase favorita: "Tiempo al tiempo".
Eso jamás acalló los rumores y cuchicheos. Algunos celosos miraban mal al joven porque acaparaba la atención de la hermosa dama. ¿Por qué la Shamballah era tan cariñosa con el mago? ¿Tenía que ver con su familia, una poderosa y antiquísima estirpe de brujos que provenían desde muchos años atrás, casi tan vetusta como el propio linaje de la Líder en Tiempos de Paz? ¿Acaso era porque el joven siempre estuvo atento a sus enseñanzas y le era más fiel que ninguno? Delbaeth aprendió de ella todo lo que le instruía, incluso más porque él mismo iba a la biblioteca, esa enorme construcción de piedra y arena que brillaba como ninguna, protegiendo los libros empastados de diversos colores de acuerdo a lo que contenían, a buscar toda clase de volúmenes que le ayudaran a comprender mejor el mundo. Atrevido, llegó hasta el mismo Sanat Kumara solicitándole los papiros que sólo él y la Shamballah cuidaban. En ocasiones era regresado con las manos vacías, pero muchas veces se encontró con la alegría de que no sólo le daba el señor Valerius lo que pedía, si no que le mandaba a con su esposa para que le instruyera.
"El consentido de la Shamballah", llegaron a apodarlo. "Aquél que todo lo consigue". "El hijo adoptivo". Hasta que Astrea levantó una noche la voz ante todo Agharta, en una gran fiesta les retó al nombrar a Delbaeth "Su pupilo" exigiendo que no se le acosara más. Muchos magos de mayor experiencia renegaron, pero la voz del propio Valerius los hizo callar. Otros tantos le dieron la espalda a Delbaeth y eso sólo ocasionó que la Líder en Tiempos de Paz lo arropara entre sus brazos. A la muerte de su familia, fue ella quien emergió de la misma ciudad de los sobrenaturales a pesar de que no era su momento, para traerlo a su hogar. A Agharta.
Fue su tanatóloga, la que le ayudó a superar el trago amargo, la que le dejaba llorar en las noches, con una mano en la cabeza, acariciando sus rizos. La que resolvió o intentó hacerlo de la mejor forma posible, todas sus dudas. Y de ahí fue que le enseñó nigromancia en su mayor esplendor, reservándose muy pocas cosas. ¿Era su consentido? ¿Era realmente su hijo perdido? ¿Alguna rama de su genealogía que regresaba a su vera? Nunca se sabrá. La desaparición de la Shamballah fue un duro golpe para todos. Sobre todo para aquél mago que falló en el ritual.
Sin embargo, ahora sus pies están sobre las rocas, huele el rocío combinado con el aroma de las florecientes rosas y demás plantas, pero sobre todo, el aroma de su tutriz... los pasos se suceden uno tras otro, entre las sombras de los árboles que lo dominan todo, del viento que juguetea con su cabello y su capa. Las botas están manchadas con un poco de lodo, pero el frío que paralizaba sus músculos se ha ido. Caminando por la vereda, una tan conocida que puede realizar con los ojos cerrados, escucha el correr del agua, de las enormes cascadas que tras unos instantes de bosque tupido, puede encontrar en el "Dominion Lord", ese recinto donde se dedicaba a aprender de ella.
Y la Shamballah le espera, con una túnica romana en color azul oscuro atada a la nuca, el medallón brilla incandescente con la luz. Tiene el rostro orientado hacia el norte, donde seguro está el Sanat Kumara en su reunión con sus Minoicos. Ella normalmente está con una de las suyas: Cassiopeia, -para la Shamballah "Aranel"-, pero ahora mismo no se le ve por ningún lado, así que será una sesión a solas. Ella voltea y la brisa agita sus cabellos sueltos, sólo sujetos por prendedores en forma de media luna en sus sienes, le sonríe y todo pareciera brillar mucho más. Tiene esa facultad de arrebatar sonrisas sólo con exponer la suya. Le invita con un ademán de la mano a sentarse y cuando él lo hace, los dedos de esa extremidad colocan un mechón del cabello masculino hacia atrás, en un gesto íntimo y dulce a la vez.
- Hoy aprenderás algo diferente, - mira al techo donde el cielo está representado. Por la hora, pronto anochecerá - aprovecharemos que hoy es un evento especial, que sólo acontece cada plenilunio de una estación cualquiera del año. Si lo contabilizamos en el calendario gregoriano entonces hablaríamos que aproximadamente sucede cada dos años y medio. Tomaremos en cuenta que la luna aparece cada 29 días y medio, entonces durante ese tiempo, podremos ver dos astros en el mismo mes del epacta. Verbi gracia, si estuviéramos en enero y viéramos dos de éstas, en febrero no habría ninguna y para marzo, abril o mayo habría una probabilidad decreciente de que la vislumbráramos dos veces. Ésto es porque febrero tiene una corta duración de días conforme el añalejo antes mencionado. Nos es importante porque para nosotros, la segunda luna del mes, se le llama "Luna azul" y no es otra cosa más que el astro en su forma completa lleno de poder, magia y misticismo a la cual podemos atribuirle muchos rituales poderosos, pero en igual comparación mortales. ¿Comprendido hasta ahí?
Espera paciente a que Delbaeth desglose todo lo que le ha dicho antes de continuar. Sobre todo quiere que los conceptos estén claros. Esta noche es importante para ambos y no quiere que algo salga mal. Eso era lo que ella pensaba en aquél momento, porque ésto... querido mío... es un sueño...
{Qui non lateat vos, et super omnes qui ingrediebantur}
-- No olvides quién eres, pero sobre todo, quién fuiste --
-- No olvides quién eres, pero sobre todo, quién fuiste --
Astrea Di Angelo- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 13/01/2012
Localización : Mansión del Papa, en las catacumbas
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Re: Somnia, fenestras ad aeternum (Delbaeth E. Formorians & Astrea Di Angelo)
El alba clareaba el cielo parisense cuando Delbaeth dejase a su joven compañera de velada en su residencia en el centro de la ciudad, entre las mansiones de aristócratas y burgueses, fue una velada para nada convencional en que el mismo se descubrió reviviendo un pasado que prefería no recordar, una noche donde descubrió a una mujer diferente, lo suficiente para encandilarlo con una conversación sin caer en un encuentro lujurioso. Aquello fue todo lo contrario, un encuentro enternecedor y cargado de misticismo, desde esa extraña corriente de magia que invadiese al irlandés hasta el encuentro con los muertos al cual se enfrento la joven duquesa.
El ermitaño artista dejo aquella careta para comportarse amable y cortes con su invitada, una mujer que lo encanto con pequeños detalles que descubriese en tan solo unas horas. Un extraño halo de familiaridad invade a la joven Louvier, y aquello es algo que no deja de golpear la mente de Delbaeth mientras regresa a su casa, tras despedirse de ella en el umbral de su no tan modesta casa estilo victoriano. Aunque ella era todo un mar sencillez, era detallista y aquello se reflejaba en su hogar, pero el hombre no se fijo, se limito a despedirse de ella con delicado beso en la mejilla femenina, prometiéndole pasar por ella al caer la tarde, invitación que ella no negó y que el mismo se sorprendió al hacer.
Esas y otras escenas pasaban por su mente al bajar del carruaje e ingresar en su propia residencia en medio del bosque, el sitio donde la magia fluye y el tiempo se detiene, así se burlaba la Hiperboréana Éire, mofa que el mago comparte no sin cierto recelo, pero a sabiendas que es verdad. El frio día de invierno se presenta en su esplendor con tímidos rayos del sol, todo lo contrario a la tormenta de la noche anterior. Después de la tormenta se dice viene la calma, y aquella analogía se aplica perfecta a la sensación de paz que el irlandés disfruta mientras se desprende de su abrigo. Duda un par de segundos ansia revisar esos apuntes cifrados, aquellos que estudiase antes que la Shamballah desapareciese y darse un baño para descansar, se queda allí dividido, sopesando el cansancio tras pasar la noche sin dormir, pero sabe que precisa retomar su investigación que aquel es el momento preciso.
Va a la cocina donde Margaret, su criada, le prepara un jarro de café de acuerdo a sus instrucciones y el mismo se lleva todo a la habitación subterránea, aquella que es más que un despacho es un templo de conocimiento. Se trata de una habitación de piedra pulida teñida de cal, amplia e iluminada a pesar de no poseer ventanas, algunos candiles son suficientes para que todo se ilumine, la verdad es que la habitación es solo un reflejo del estado anímico de su poseedor, quien ahora se siente radiante. En el centro una mesa circular con tres sillas, en lo parecía ser una mesa de juegos pero en realidad se trataba del lugar donde invoca a los espíritus más ancestrales. En el rincón derecho, dos poltronas y un sofá alrededor de tres libreros y una mesa de café, los muebles en tonalidades caoba mientras que los tapices en un verde claro. Finalmente en el rincón izquierdo una amplia colección de hierbas y artículos mágicos, todo pulcramente ordenado, en lo que parecía ser un bar. Todo en el lado opuesto a donde se encuentra la escalera, pues bajo inmediatamente al lado de esta se ven algunos atriles, pinceles y acrílicos, seguido de piezas de arcilla y mármol a medio trabajar… El espacio privado donde el mago se expresa, no solo como quien es, sino como el artista.
Deja la charola sobre la mesa de café y busca en los libreros un amplio y estampado libro, algo parecido a un diario, pero que en realidad es el cifrado texto en que plasmo sus lecciones de magia con la Líder en tiempos de Paz, todo desde que ella lo tomase como alumno, hasta el nefasto día en que ella se perdiese en las arenas del desierto. Todo por su error, un error que no es capaz de borrar de sus pensamientos y menos aun se atreve a confesar ante el Sanat Kumara, la razón por la cual se mantiene alejado de la ciudad, esmerado en encontrar la respuesta que lleve hasta ella y regresarla a liderar la idílica ciudad.
- Mi adorada Shamballah ¿Me perdonaras algún día? - se cuestiono en voz alta mientras repasa las páginas de aquella bitácora, deteniéndose en un bosquejo que realizase de ella en el rincón más alejado de Agharta, ese espacio que ella construyo para sus discípulos. Cierra los ojos, dejando que la culpa lo carcoma, la culpa se ha convertido en su codena, su exilio voluntario y la razón para no sucumbir en la adversidad, casi tres años buscando incansablemente a esa mujer de oscuros cabellos y mirada violácea. Un femina a quien jamás vio como mujer, sino como una maestra, una protectora…
El bosque se presenta ante él, oscuro tenebroso y cubierto por una espesa capa de humo y niebla, un reflejo del alma perdida del mago, un alma que busca respuestas incansablemente, que no tiene descanso desde el ritual de los 500 años. Sin norte comienza a caminar entre los árboles, cuyas raíces se levantan como obstáculos que le hacen perder el equilibrio. Se guía por su olfato aquel que no percibe ni el humo ni el moho, sino aromas a flores, un aroma de su pasado que evoca a ella, la mujer que idolatra y que le roba el sueño, la poseedora de una belleza inigualable entre sus ojos violáceos y su cabellos negros, Astrea Di Angelo, la Shamballah . Con uno de sus más elegantes vestidos le espera sonriente, tendiéndole las manos, acogiéndolo con un caricia en el rostro - Shamballah - susurra incrédulo, aquello debía ser un sueño, un reflejo de sus deseos de encontrarla.
Sus palabras suaves como el viento son escuchadas por un perplejo Delbaeth que entiende en su consiente que su inconsciente está recibiendo una lección que deberá recordar. Le explica los ciclos lunares, aquellos que pueden incrementar el poder de la magia, todo depende la etapa del ciclo en que se realicen los conjuros y aquello que se desea conseguir. Asiente sin dejar de seguir los movimiento de sus finas manos que marcan los ciclos, que estudiasen antaño, pero en los cuales jamás se menciono la luna azul - Ritos milenarios - susurra recordando aquel ritual que leyese en la biblioteca privada de ella, aquel que se utiliza para develar secretos ocultos, como ese pequeño cuadernillo que ella le entregase tras nombrarlo vitrol, uno que en apariencia esta en blanco, pero que ella insistiese que llegado el momento leería con fluidez.
Delbaeth E. Formorians- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 14/12/2011
Localización : Agharta
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Somnia, fenestras ad aeternum (Delbaeth E. Formorians & Astrea Di Angelo)
{Omnes qui docuit quid}
-- Todo lo que te enseñé tiene un por qué --
*Soundtrack*
La brisa se lleva consigo no sólo las ramas de los árboles despojándolas de las hojas que las adornan, si no también que se ensañan de los cabellos frágiles que pueden ser removidos de la raíz con un movimiento demasiado brusco. Ahí es donde todo tiene su razón de ser, en las ondulaciones de los vientos que realizan conforme avanzan por toda la superficie terrestre en ocasiones despegando con sus violentos aires los árboles desde sus raigones y pocas más llevándose incluso casas, personas y animales. Levantando a su paso tantos objetos que se consideran pesados como si para él fuera más que un juego de niños. Por eso es que Eolo es uno de los dioses griegos más preocupantes de toda la creación y es que no mide las consecuencias de sus actos.
Ahora mismo carga entre sus brazos gran parte de la tela de la túnica de la Shamballah mientras ella está enseñando a su Pupilo más querido, aquél que sigue sus pasos al pie de la letra y por el que la mismísima Líder buscaría la forma de transformarlo en un vampiro, de que acepte ser uno de ellos para no estar obligada a separarse de él. ¿Egoísta? Bastante, debido a que jamás encontró un alumno así de dedicado y estudioso, que tenga hambre de conocimiento. Y sus razones no sólo radican en estas letras si no también en algo que sólo ella puede ver más allá de las montañas, de los simples y vulgares estados de la naturaleza que impiden la visión de lo que realmente es.
Sin embargo, mucho más avara es esta mujer, porque las deducciones en las que basa su anhelo ni siquiera son compartidas con la persona que más ama: el Sanat Kumara. No aún porque tal cual ella ha dicho siempre, debe darse Tiempo al tiempo. Muchos han renegado con estas sencillas palabras. ¿Quién se cree ella para negarse a entregar la consciencia de lo que nos rodea? ¿Cómo se atreve a rechazar todo intento de aprendizaje a los que ella considera "inmaduros"? Osada en el instante en que al mismo Valerius le indica qué debe y qué no estudiar. ¿Acaso es porque sus dones de pitonisa jamás se fueron y aún ella tiene la oportunidad de predecir? Muchos dudan que tenga esa visión, mas sin embargo, otros más respetan sus determinaciones, sus crueles y tajantes juicios en los que incluso hasta el más tranquilo de todos los aprendices ha terminado refutando y oponiéndose a ello.
Excepto... Delbaeth Formorians...
Ese maldito hombre con el atractivo de un demonio que incita a todas las mujeres a no separar la vista de él desde que tenía los 12 años. El despreciable ente que se introdujo cual serpiente entre las sábanas de la cama de la Shamballah, porque no hay otro discernimiento que nos permita comprender los silogismos causantes de la conclusión más tajante de todas: es el único a quien la Shamballah le ha dado el tesoro más grande de todos: El entendimiento de las prolongaciones del alma. Los hay que desconozcan este pequeño conocimiento, otros dirán que es una habilidad más obscena en sus representaciones físicas que en el poder que otorga. Los que sí saben de magia, pero sobre todo de lo que implicaría manejar con soltura esta potestad hablan de la única de las oportunidades:
Encontrar con ello lo perdido, lo encubierto entre las arenas: la preponderancia más increíble, vivaz, vibrante e increíble de todas siendo causante en consecuencia de la obtención de un libro de hojas de oro y plata denominado "El libro de los Atlantes". Entendiendo de forma no burda todo ésto, hablamos de la única oportunidad de los hombres de alcanzar sus más grandes anhelos, vertido en las aguas del río de las historias, este Entendimiento de las prolongaciones del alma es lo que permite es obtener la información más valiosa de todas: la ubicación exacta de la Heredera de la Estirpe.
Al ser la misma Shamballah quien enseñe este antiguo rito, es justo quien nos mostrará el camino inicial por el cual seguir para atracar en la orilla del mar más inexpugnable de todos y que hace cientos de años se perdió en la inmortalidad del desierto: la ubicación del linaje de la única hija de Sirat y Valerius. Toda la magia reunida al paso de Cronos en ese único objeto de incalculable valor tendrá por fin una abertura en caso de envolver entre palabras e ideologías confusas a la única que puede abrirlo. Tiemblan las manos de sólo pensar tenerlo entre ellas, de leer sus palabras que en sí mismas son dadoras de tantas habilidades y facultades que estremecerían al mundo y ocasionarían que entres como la misma Inquisición se pusiera de rodillas.
Aún así, astuta cual serpiente, la Shamballah jamás le hizo ver a Delbaeth qué le estaba enseñando, todo lo contrario. Como siempre, lo envolvió todo de forma tal, que no entendiera el joven lo que hacían hasta que fuera demasiado tarde. El conocimiento ahí estaría, en lo profundo de su subconsciente gracias a un hechizo que la propia mujer realizó antes de que él apareciera por el Dominion Lord. Quedaría dormido para ser revivido en caso de ser necesario. Poseedora de la visión más potente de todas, la Líder en Tiempos de Paz teme que algo le suceda y no pueda ayudar a su pueblo por lo que confiará en el único que, sabe, no otorgará este conomiento así como así.
Sus ojos violáceos se posan en los de Delbaeth tras sus palabras y asiente. Ritos milenarios que ella aprendió de su padre y él su estirpe hasta perderse en el tiempo, asentados en base a la tradición consuetudinaria. Ocultos a ojos de hombres ambiciosos, de intenciones pecaminosas y vulgares que no sean el bienestar común. Ella incluso a pesar de la confianza que le tiene, analiza con cuidado los orbes de su Pupilo encontrando como siempre el anhelo a aprender, pero sobre todo la madurez que jamás en otro ha percibido. Él es el que deberá comandar a todos los Vitroler. El Guardián Ra'hae Al'Ramiz es una de las piezas importantes, pero no la fundamental. Será Delbaeth, conforme las decisiones de la Shamballah el cancerbero de su progenie, de su Heredera.
- "La Luna Azul", conforme mis ancestros lo establecen en antiguos y olvidados pergaminos es la fundadora de toda la magia en el mundo que en el inicio de los tiempos sólo se concentraba en poquísimas personas. Es entonces que de ella proviene la más intensa brujería y la más peligrosa. Quien controle a "La Luna Azul" será quien cree, ejecute y finalice ciclos de ocultismo tan impresionantes que será catalogado como único en su clase, el más poderoso, alcanzando la inmortalidad que todos los seres humanos siempre han deseado y por la cual han matado a sus congéneres al paso del tiempo. Seguro has oído de Merlín, pues sábete que él era un brujo que controlaba "La Luna Azul" de una forma tan impresionante a su edad que era capaz de crear montañas, volcanes e incluso, de que emergieran a la tierra poderosos fantasmas, tan antiguos como el tiempo - traga saliva mirando a las cataratas con ojos llenos de recuerdos y sentimientos - En mis fallas está el no llegar a tiempo a él, los rumores se extendieron con muy poca rapidez y cuando mis pasos estuvieron ante él, ya sólo quedaban cenizas, una historia que se convirtió en leyenda sobre sus facultades y potestades y sus anotaciones sobre "La Luna Azul" mismas que te entregaré en su oportunidad.
Se pone en pie, camina doce pasos y toma de un asiento lo que pareciera ser un viejo libro que lleva en la siniestra, en la diestra unos carbones. En el piso, en el espacio entre Delbaeth y el asiento que desocupara, símbolos demasiado complicados son pintados por ella en total silencio pareciera ser, pero que si se observa a sus labios, dista diametralmente. Está moviendo los pliegues de la boca sin emitir sonido al tiempo que cada runa es asentada con mucho cuidado, con una cronología que permite vislumbrar, al cambio de cada alegoría completa, un brillo violáceo como toda la magia que ella siempre ha formado. Los ideogramas van formándose en tanto ella sigue en su gesticulación facial, hasta que el último crea una corriente de aire que Delbaeth siente cómo le eriza los vellos de la piel.
Poder, uno tan místico como penetrante. Uno que jamás en su vida ha sentido y que, al parecer, la Shamballah conoce porque no parece aturdida en lo más mínimo. Le está observando, vislumbrando por su proceder qué es lo que hará. De eso depende si le enseña el resto del ritual o no. Ahora mismo lo que acaba de accionar, es la llave del conocimiento del alma de su Pupilo. Ha llamado al poder de "La Luna Azul" para ver en el fondo de su ánima el reflejo de la de Delbaeth. Quiere saber si puede o no confiar en él. Si sus sospechas son ciertas o meras alegorías de una mente ansiosa por tener por fin, alguien a su nivel.
Ahora mismo carga entre sus brazos gran parte de la tela de la túnica de la Shamballah mientras ella está enseñando a su Pupilo más querido, aquél que sigue sus pasos al pie de la letra y por el que la mismísima Líder buscaría la forma de transformarlo en un vampiro, de que acepte ser uno de ellos para no estar obligada a separarse de él. ¿Egoísta? Bastante, debido a que jamás encontró un alumno así de dedicado y estudioso, que tenga hambre de conocimiento. Y sus razones no sólo radican en estas letras si no también en algo que sólo ella puede ver más allá de las montañas, de los simples y vulgares estados de la naturaleza que impiden la visión de lo que realmente es.
Sin embargo, mucho más avara es esta mujer, porque las deducciones en las que basa su anhelo ni siquiera son compartidas con la persona que más ama: el Sanat Kumara. No aún porque tal cual ella ha dicho siempre, debe darse Tiempo al tiempo. Muchos han renegado con estas sencillas palabras. ¿Quién se cree ella para negarse a entregar la consciencia de lo que nos rodea? ¿Cómo se atreve a rechazar todo intento de aprendizaje a los que ella considera "inmaduros"? Osada en el instante en que al mismo Valerius le indica qué debe y qué no estudiar. ¿Acaso es porque sus dones de pitonisa jamás se fueron y aún ella tiene la oportunidad de predecir? Muchos dudan que tenga esa visión, mas sin embargo, otros más respetan sus determinaciones, sus crueles y tajantes juicios en los que incluso hasta el más tranquilo de todos los aprendices ha terminado refutando y oponiéndose a ello.
Excepto... Delbaeth Formorians...
Ese maldito hombre con el atractivo de un demonio que incita a todas las mujeres a no separar la vista de él desde que tenía los 12 años. El despreciable ente que se introdujo cual serpiente entre las sábanas de la cama de la Shamballah, porque no hay otro discernimiento que nos permita comprender los silogismos causantes de la conclusión más tajante de todas: es el único a quien la Shamballah le ha dado el tesoro más grande de todos: El entendimiento de las prolongaciones del alma. Los hay que desconozcan este pequeño conocimiento, otros dirán que es una habilidad más obscena en sus representaciones físicas que en el poder que otorga. Los que sí saben de magia, pero sobre todo de lo que implicaría manejar con soltura esta potestad hablan de la única de las oportunidades:
Encontrar con ello lo perdido, lo encubierto entre las arenas: la preponderancia más increíble, vivaz, vibrante e increíble de todas siendo causante en consecuencia de la obtención de un libro de hojas de oro y plata denominado "El libro de los Atlantes". Entendiendo de forma no burda todo ésto, hablamos de la única oportunidad de los hombres de alcanzar sus más grandes anhelos, vertido en las aguas del río de las historias, este Entendimiento de las prolongaciones del alma es lo que permite es obtener la información más valiosa de todas: la ubicación exacta de la Heredera de la Estirpe.
Al ser la misma Shamballah quien enseñe este antiguo rito, es justo quien nos mostrará el camino inicial por el cual seguir para atracar en la orilla del mar más inexpugnable de todos y que hace cientos de años se perdió en la inmortalidad del desierto: la ubicación del linaje de la única hija de Sirat y Valerius. Toda la magia reunida al paso de Cronos en ese único objeto de incalculable valor tendrá por fin una abertura en caso de envolver entre palabras e ideologías confusas a la única que puede abrirlo. Tiemblan las manos de sólo pensar tenerlo entre ellas, de leer sus palabras que en sí mismas son dadoras de tantas habilidades y facultades que estremecerían al mundo y ocasionarían que entres como la misma Inquisición se pusiera de rodillas.
Aún así, astuta cual serpiente, la Shamballah jamás le hizo ver a Delbaeth qué le estaba enseñando, todo lo contrario. Como siempre, lo envolvió todo de forma tal, que no entendiera el joven lo que hacían hasta que fuera demasiado tarde. El conocimiento ahí estaría, en lo profundo de su subconsciente gracias a un hechizo que la propia mujer realizó antes de que él apareciera por el Dominion Lord. Quedaría dormido para ser revivido en caso de ser necesario. Poseedora de la visión más potente de todas, la Líder en Tiempos de Paz teme que algo le suceda y no pueda ayudar a su pueblo por lo que confiará en el único que, sabe, no otorgará este conomiento así como así.
Sus ojos violáceos se posan en los de Delbaeth tras sus palabras y asiente. Ritos milenarios que ella aprendió de su padre y él su estirpe hasta perderse en el tiempo, asentados en base a la tradición consuetudinaria. Ocultos a ojos de hombres ambiciosos, de intenciones pecaminosas y vulgares que no sean el bienestar común. Ella incluso a pesar de la confianza que le tiene, analiza con cuidado los orbes de su Pupilo encontrando como siempre el anhelo a aprender, pero sobre todo la madurez que jamás en otro ha percibido. Él es el que deberá comandar a todos los Vitroler. El Guardián Ra'hae Al'Ramiz es una de las piezas importantes, pero no la fundamental. Será Delbaeth, conforme las decisiones de la Shamballah el cancerbero de su progenie, de su Heredera.
- "La Luna Azul", conforme mis ancestros lo establecen en antiguos y olvidados pergaminos es la fundadora de toda la magia en el mundo que en el inicio de los tiempos sólo se concentraba en poquísimas personas. Es entonces que de ella proviene la más intensa brujería y la más peligrosa. Quien controle a "La Luna Azul" será quien cree, ejecute y finalice ciclos de ocultismo tan impresionantes que será catalogado como único en su clase, el más poderoso, alcanzando la inmortalidad que todos los seres humanos siempre han deseado y por la cual han matado a sus congéneres al paso del tiempo. Seguro has oído de Merlín, pues sábete que él era un brujo que controlaba "La Luna Azul" de una forma tan impresionante a su edad que era capaz de crear montañas, volcanes e incluso, de que emergieran a la tierra poderosos fantasmas, tan antiguos como el tiempo - traga saliva mirando a las cataratas con ojos llenos de recuerdos y sentimientos - En mis fallas está el no llegar a tiempo a él, los rumores se extendieron con muy poca rapidez y cuando mis pasos estuvieron ante él, ya sólo quedaban cenizas, una historia que se convirtió en leyenda sobre sus facultades y potestades y sus anotaciones sobre "La Luna Azul" mismas que te entregaré en su oportunidad.
Se pone en pie, camina doce pasos y toma de un asiento lo que pareciera ser un viejo libro que lleva en la siniestra, en la diestra unos carbones. En el piso, en el espacio entre Delbaeth y el asiento que desocupara, símbolos demasiado complicados son pintados por ella en total silencio pareciera ser, pero que si se observa a sus labios, dista diametralmente. Está moviendo los pliegues de la boca sin emitir sonido al tiempo que cada runa es asentada con mucho cuidado, con una cronología que permite vislumbrar, al cambio de cada alegoría completa, un brillo violáceo como toda la magia que ella siempre ha formado. Los ideogramas van formándose en tanto ella sigue en su gesticulación facial, hasta que el último crea una corriente de aire que Delbaeth siente cómo le eriza los vellos de la piel.
Poder, uno tan místico como penetrante. Uno que jamás en su vida ha sentido y que, al parecer, la Shamballah conoce porque no parece aturdida en lo más mínimo. Le está observando, vislumbrando por su proceder qué es lo que hará. De eso depende si le enseña el resto del ritual o no. Ahora mismo lo que acaba de accionar, es la llave del conocimiento del alma de su Pupilo. Ha llamado al poder de "La Luna Azul" para ver en el fondo de su ánima el reflejo de la de Delbaeth. Quiere saber si puede o no confiar en él. Si sus sospechas son ciertas o meras alegorías de una mente ansiosa por tener por fin, alguien a su nivel.
{Oculi mei semper excessit montes}
-- Mi vista siempre llegó más allá de las montañas --
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Astrea Di Angelo- Vampiro Clase Alta
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Localización : Mansión del Papa, en las catacumbas
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Re: Somnia, fenestras ad aeternum (Delbaeth E. Formorians & Astrea Di Angelo)
La brisa nocturna acuna a ambos seres que sin necesidad de decir palabra comparten el conocimiento, no cualquier saber sino uno tan antiguo como las eras de las cuales ambos son testigos. Ella un testigo corpóreo, un actor que se mueve entre eras sin que el tiempo deje huellas en su ser, el cuerpo de ella se mantiene inmaculado, pero su sabiduría aumenta cada siglo, pues ese es su sin ultimo, ser la señora de la paz y del tiempo. Él, un hombre que apenas lleva algo más de un cuarto de siglo con aquella forma, con aquel nombre, pero cuya alma a superado las barreras mortales y se trasvasijado de cuerpo en cuerpo, con saberes de antaño se anidan en su inconsciente, mientras que su consciente es apenas un frágil halo de aquello que al igual que su tutriz cultiva.
Es Delbaeth Formorians un alma tan antigua como la Shamballah, la diferencia entre ambos radica en conciencia que cada cual tiene de las eras vividas. Ella fue bendecida con la inmortalidad, tan perenne como los ciclos de la vida. Mientras él, descendiente de los Formorianos que habitasen Irlanda en la antigüedad, una raza que se considerase la predecesora a los dioses. Pero todo ese linaje fue condenado al vagar por la tierra, siendo uno solo, el hijo de Eleathan quien conservase parcialmente la divinidad de su raza. Curiosamente fue el destino que cruzo a quien en antaño se llamase Sirat con quien en el presente se hace llamar Delbaeth. Ella lo acogiese como su pupilo, con el fin último de despertar la sabiduría que su alma resguarda.
- No hay falla en no llegar a tiempo, pues es el destino quien dispone nuestros pasos. Este solo se encargo de ser prudente - medito el hombre con una voz profunda como abismo donde van a dar los tiempos pasados - Ese conocimiento debía resguardase, y no hay mejor lugar para los secretos que la misma muerte - sentencio con hidalguía al tiempo que sigue los delicados movimientos de la mujer con quien tiene más en común que el simple deseo de aprender.
Formorians, un mago que fuese acogido bajo el manto de la líder en tiempos de guerra, se inclina frente a ella, removiendo en la memoria de su alma el ritual que ella efectúa. No solo los trazos sobre el mármol, sino las oraciones que en lenguas olvidadas ella recita. “Tiempo al Tiempos” es la frase que ella siempre usa para aconsejar a los afligidos aghartianos que acuden a ella en busca de aliento, ya sea por problemas que los acongojan o por aquellos que abruman el futuro de la ciudad subterránea. Pero el mago sabe bien, que el tiempo suele tardar en dar respuestas, sabe que tres años de búsqueda han sumido en la desesperación y la culpa, no solo al Sanat Kumara sino a él mismo, el causante que el hechizo de las Arenas fallase. Ahora pareciera ser, que aquella mística conexión astral que buscase tener con ella, se concreta en un sueño tan vivido como los recuerdos que tuviese de sus largas tardes como aprendiz.
- ¿Me culpas? - fue el lado más humano del hombre que hablo, una duda que le carcome desde que descubriese que fue de él la falla que transformo la tormenta en un agujero negro, un eterna neblina que les impide ver más allá de su nariz. Un error que los trae dando tumbos contra las barreras de su propia prisión, la ignorancia y los idealismo.
Sabe bien que debe aprovechar aquella lección que ella quiere darle, pero también sabe que sin su perdón, sin expiarse de sus culpas, no habrá consuelo para su propia desesperación.
Es Delbaeth Formorians un alma tan antigua como la Shamballah, la diferencia entre ambos radica en conciencia que cada cual tiene de las eras vividas. Ella fue bendecida con la inmortalidad, tan perenne como los ciclos de la vida. Mientras él, descendiente de los Formorianos que habitasen Irlanda en la antigüedad, una raza que se considerase la predecesora a los dioses. Pero todo ese linaje fue condenado al vagar por la tierra, siendo uno solo, el hijo de Eleathan quien conservase parcialmente la divinidad de su raza. Curiosamente fue el destino que cruzo a quien en antaño se llamase Sirat con quien en el presente se hace llamar Delbaeth. Ella lo acogiese como su pupilo, con el fin último de despertar la sabiduría que su alma resguarda.
- No hay falla en no llegar a tiempo, pues es el destino quien dispone nuestros pasos. Este solo se encargo de ser prudente - medito el hombre con una voz profunda como abismo donde van a dar los tiempos pasados - Ese conocimiento debía resguardase, y no hay mejor lugar para los secretos que la misma muerte - sentencio con hidalguía al tiempo que sigue los delicados movimientos de la mujer con quien tiene más en común que el simple deseo de aprender.
Formorians, un mago que fuese acogido bajo el manto de la líder en tiempos de guerra, se inclina frente a ella, removiendo en la memoria de su alma el ritual que ella efectúa. No solo los trazos sobre el mármol, sino las oraciones que en lenguas olvidadas ella recita. “Tiempo al Tiempos” es la frase que ella siempre usa para aconsejar a los afligidos aghartianos que acuden a ella en busca de aliento, ya sea por problemas que los acongojan o por aquellos que abruman el futuro de la ciudad subterránea. Pero el mago sabe bien, que el tiempo suele tardar en dar respuestas, sabe que tres años de búsqueda han sumido en la desesperación y la culpa, no solo al Sanat Kumara sino a él mismo, el causante que el hechizo de las Arenas fallase. Ahora pareciera ser, que aquella mística conexión astral que buscase tener con ella, se concreta en un sueño tan vivido como los recuerdos que tuviese de sus largas tardes como aprendiz.
- ¿Me culpas? - fue el lado más humano del hombre que hablo, una duda que le carcome desde que descubriese que fue de él la falla que transformo la tormenta en un agujero negro, un eterna neblina que les impide ver más allá de su nariz. Un error que los trae dando tumbos contra las barreras de su propia prisión, la ignorancia y los idealismo.
Sabe bien que debe aprovechar aquella lección que ella quiere darle, pero también sabe que sin su perdón, sin expiarse de sus culpas, no habrá consuelo para su propia desesperación.
Delbaeth E. Formorians- Hechicero Clase Alta
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Re: Somnia, fenestras ad aeternum (Delbaeth E. Formorians & Astrea Di Angelo)
{Culpa est, si non infirmitas animae}
-- ¿Qué es la culpa, si no una debilidad del alma? --
*Soundtrack*
El más grande de los Formorians se localiza ante ella, un alma tan vetusta como el tiempo y a la cual la propia Shamballah tuvo como guía en alguna coyuntura de sus múltiples travesías por el mundo terrenal. Esa realidad que en la superficie no brilla tanto como en las profundidades donde las rocas detienen el flujo del agua que colisiona contra ellas. En el Dominion Lord las ilusiones languidecen con el rocío que reflecta la verdad asintiendo y regocijándose en el centelleo de las aristas del prisma que queda al descubierto. Y la efigie que ante sus ojos se muestra no es más que uno de esos resplandores de esa perenne y majestuosa presencia que alguna vez deleitó los sentidos de la vampiresa quien con entusiasmo se afanó en aprender tanto de él, que ahora encuentra muy curioso el hecho de estarle enseñando ésto que el alma recuerda, pero no la mente. Así pues, tiene que completar el ritual con la intención de que el tiempo le enseñe cuándo usarlo. Un arma tan poderosa que en manos equivocadas sería la destrucción de Agharta, pero confiaba en que este aprendizaje se instalará en su subconsciente y despertará sólo cuando de un sueño se trate y esté cercana la luna azul. Es por esta razón que continúa con los trazos hasta terminarlos e ingresar al interior del círculo que éstos forman. Miradas llenas de misticismo son regaladas al joven que ahora está frente a ella aunque la sonrisa se acentúa al instante que toma asiento frente a él para hacer a un lado un mechón de su cabello.
- Mi Elathan, el pequeño de todos mis más queridos pupilos y el que consideré siempre un hijo a pesar de lo que las viles lenguas viperinas dijeran al paso de los tiempos, de esos momentos en que tú volteabas siendo aún un pequeño y me mirabas con esos ojos hermosos que los Dioses te ha entregado. Sea pues, concéntrate y mira lo que tienes que aprender - las manos se movieron formando un nuevo símbolo antes de que la uña del dedo índice profanara la piel femenina dejando emerger dos pequeñas gotas de sangre de olor tan embriagante como la propia ambrosía, jamás le permitiría beber a Elathan de ella, pero eso no impide que él pueda anhelar probarla aunque sea. Esas pequeñas perlas carmesíes se deslizan por la piel manchándola hasta caer en medio del centro de ese círculo formado por las runas, haciendo que de inmediato un brillo violáceo se forme alrededor de ellos y el cabello de ambos se mueva al compás de un viento que lento, va creando elipses más concéntricas y acercándose a ellos. La Shamballah parece tranquila en tanto sus ojos se fijan en los de Delbaeth.
La pregunta que del mago emerge a continuación es sólo una muestra de cuán joven es la carcaza de esa alma tan querida para ella, es una debilidad que le encandila y le fascina observar porque así sabe cuán limpia y pura es esa esencia. Su mente humana crea los momentos más hermosos de todos y los que la Shamballah más atesora. Su mano se alarga tomando la de Elathan y la observa en silencio al tiempo que los círculos llegan hasta ellos por fin y los envuelven en esa magia que les cimbra cada parte de su ser, cada pequeña célula que habita en su interior. Aspira profundo todo ese aire y sus ojos violáceos parecen tener vida y brillo propio llenos de esa sobrenatural hechicería que mueve el mundo. Su lengua pasa trémula por los pliegues de su boca humedeciéndolos al tiempo que ella levanta la mano que fue herida y coloca dos dedos sobre esa abertura carmesí y se queda callada durante unos instantes más antes de que de sus labios emerjan unas palabras que Delbaeth aprende de inmediato y al mismo tiempo, le parece que ya las conocía desde antes... De esa lesión, emergen varios hilos semitransparentes de una tonalidad violácea, que se ondulan como los tentáculos de un pulpo y al mismo tiempo no pueden ser más diferentes porque son completamente lisos y no están humedecidos. Éstos van levantándose lento, cada uno en dirección diferente... sin embargo, sólo cuatro tienen lo que pareciera ser mayor intensidad en su coloración y sobre todo, mayor viveza y grosor. Como si fueran mucho más importantes que los demás.
- Mi querido Elathan... haces bien arrepintiéndote de tu error, pero no culpándote. Tiempo al Tiempo y todo ésto no fue si no algo que en mi mente tenía raíces, pero no germinó jamás. Durante algún tiempo vi que el Ritual de las Arenas podría traernos desgracias, pero jamás te culparía a tí por lo acontecido. Parte fue de nuestro destino. Parte también de un nuevo aprendizaje. Sé bien que si en tus manos hubiera estado, si lo hubieras visto, no lo habrías permitido. Nadie aprende en cabeza ajena, pero tú siempre has sido cuidadoso... Ante los Dioses has pagado tu deuda. Ante mí, jamás hubo una. Somos parte de un ciclo de experiencias que se repiten, aunque no de la misma forma. Entiendo que Valerius y yo necesitábamos de nueva cuenta, estar separados para evolucionar, más sin embargo espero que ésto no sea uno de los detonantes para un episodio del cual vaya a arrepentirme - uno de los tentáculos rodea firmemente la muñeca de Elathan y la Shamballah le sonríe con ternura - Tú eres parte de mi familia desde hace eras, por eso es que te tengo a mi lado. Uno de mis descendientes más queridos y al mismo tiempo, en quien mayor confianza pongo para entregarle a aquélla a quien considero uno de mis más grandes tesoros - otro tentáculo pareció viajar por el espacio y Elathan pudo ver en su mente cómo se enredaba en la muñeca del Sanat Kumara, quien en la actualidad estaba en reunión con sus Minoicos viendo algunos mapas en Alejandría, planeando su vuelta al mundo real, su retorno a París. Le parecía mucho más agresivo que siempre, más bélico y determinado para lo que muchos consideraban una locura: decidir si Agharta entraba o no en guerra contra la Inquisición.
- Mi Elathan, el pequeño de todos mis más queridos pupilos y el que consideré siempre un hijo a pesar de lo que las viles lenguas viperinas dijeran al paso de los tiempos, de esos momentos en que tú volteabas siendo aún un pequeño y me mirabas con esos ojos hermosos que los Dioses te ha entregado. Sea pues, concéntrate y mira lo que tienes que aprender - las manos se movieron formando un nuevo símbolo antes de que la uña del dedo índice profanara la piel femenina dejando emerger dos pequeñas gotas de sangre de olor tan embriagante como la propia ambrosía, jamás le permitiría beber a Elathan de ella, pero eso no impide que él pueda anhelar probarla aunque sea. Esas pequeñas perlas carmesíes se deslizan por la piel manchándola hasta caer en medio del centro de ese círculo formado por las runas, haciendo que de inmediato un brillo violáceo se forme alrededor de ellos y el cabello de ambos se mueva al compás de un viento que lento, va creando elipses más concéntricas y acercándose a ellos. La Shamballah parece tranquila en tanto sus ojos se fijan en los de Delbaeth.
La pregunta que del mago emerge a continuación es sólo una muestra de cuán joven es la carcaza de esa alma tan querida para ella, es una debilidad que le encandila y le fascina observar porque así sabe cuán limpia y pura es esa esencia. Su mente humana crea los momentos más hermosos de todos y los que la Shamballah más atesora. Su mano se alarga tomando la de Elathan y la observa en silencio al tiempo que los círculos llegan hasta ellos por fin y los envuelven en esa magia que les cimbra cada parte de su ser, cada pequeña célula que habita en su interior. Aspira profundo todo ese aire y sus ojos violáceos parecen tener vida y brillo propio llenos de esa sobrenatural hechicería que mueve el mundo. Su lengua pasa trémula por los pliegues de su boca humedeciéndolos al tiempo que ella levanta la mano que fue herida y coloca dos dedos sobre esa abertura carmesí y se queda callada durante unos instantes más antes de que de sus labios emerjan unas palabras que Delbaeth aprende de inmediato y al mismo tiempo, le parece que ya las conocía desde antes... De esa lesión, emergen varios hilos semitransparentes de una tonalidad violácea, que se ondulan como los tentáculos de un pulpo y al mismo tiempo no pueden ser más diferentes porque son completamente lisos y no están humedecidos. Éstos van levantándose lento, cada uno en dirección diferente... sin embargo, sólo cuatro tienen lo que pareciera ser mayor intensidad en su coloración y sobre todo, mayor viveza y grosor. Como si fueran mucho más importantes que los demás.
- Mi querido Elathan... haces bien arrepintiéndote de tu error, pero no culpándote. Tiempo al Tiempo y todo ésto no fue si no algo que en mi mente tenía raíces, pero no germinó jamás. Durante algún tiempo vi que el Ritual de las Arenas podría traernos desgracias, pero jamás te culparía a tí por lo acontecido. Parte fue de nuestro destino. Parte también de un nuevo aprendizaje. Sé bien que si en tus manos hubiera estado, si lo hubieras visto, no lo habrías permitido. Nadie aprende en cabeza ajena, pero tú siempre has sido cuidadoso... Ante los Dioses has pagado tu deuda. Ante mí, jamás hubo una. Somos parte de un ciclo de experiencias que se repiten, aunque no de la misma forma. Entiendo que Valerius y yo necesitábamos de nueva cuenta, estar separados para evolucionar, más sin embargo espero que ésto no sea uno de los detonantes para un episodio del cual vaya a arrepentirme - uno de los tentáculos rodea firmemente la muñeca de Elathan y la Shamballah le sonríe con ternura - Tú eres parte de mi familia desde hace eras, por eso es que te tengo a mi lado. Uno de mis descendientes más queridos y al mismo tiempo, en quien mayor confianza pongo para entregarle a aquélla a quien considero uno de mis más grandes tesoros - otro tentáculo pareció viajar por el espacio y Elathan pudo ver en su mente cómo se enredaba en la muñeca del Sanat Kumara, quien en la actualidad estaba en reunión con sus Minoicos viendo algunos mapas en Alejandría, planeando su vuelta al mundo real, su retorno a París. Le parecía mucho más agresivo que siempre, más bélico y determinado para lo que muchos consideraban una locura: decidir si Agharta entraba o no en guerra contra la Inquisición.
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-- No siempre tenemos lo que buscamos --
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Re: Somnia, fenestras ad aeternum (Delbaeth E. Formorians & Astrea Di Angelo)
Delbaeth Elathan Formorians, fue así como lo llamaron sus padres, así lo señalaron los astros el dia de su nacimiento, las señas fueron tan claras, que imposible negar a recién nacido Formorians portar el nombre del ancestro más conocido. Elathan, según las leyendas, el descendiente de los dioses que erró y fue condenado a vagar por el mundo de los mortales hasta reivindicase sus culpas, desterrado de entre los dioses y de las altas tierras irlandesas. Fue aquella la sentencia que recayó no solo en él, sino entre su descendencia, sin la virtud de los dioses, sin ser semi-dioses, solo conservaron los débiles dones de magia. Como hechiceros por generaciones poblaron la tierra de los humanos, siempre que la promesa de recuperar lo que perdieron, pero aquello se cumpliría solo cuando el originario condenado expiase sus culpas.
Cuentan las leyendas que el alma ancestral de Elathan jamás abandono su errar, siempre moviéndose entre los mortales, regresando solo cada ciertas generaciones a habitar entre ellos, una oportunidad para sanar las heridas que al principio de los tiempos cometiese el inmortal Formorians. Pero de las veces que se regreso como su propio descendiente, la historia se negaba a cambiar, un ciclo eterno de errores sin remediar, de lecciones sin aprender. El nacimiento de Delbaeth estuvo marcado por señas de los dioses y un mensaje de quien fuese aprendiz del ancestro condenado, se presento es noche con una ligera túnica a la usanza de los mitos de las tierras del sur, la antigua Grecia, de una belleza inigualable, parecía una evocación de las historias del pasado. Fue ella quien recibió al recién nacido y lo puso en brazos de su madre, recito las palabras ceremoniales y bendijo aquel nacimiento, asegurando que aquel sería quien tejiese su destino, desplazando a las Nornas de su telar, la misteriosa mujer se presento como Sirat y dejo como ofrenda al recién nacido un libro escrito en idiomas muertos, aquellos que se perdieron en la memoria de los hombres, pero que el joven Delbaeth descifrase antes de cumplir cinco años.
Debaelth Elathan, el mago, pero no cualquier mago el alma ancestral de Elathan habitaba en él, la memoria y los recuerdos de vidas pasadas se reflejaban en sueños y en sus propias habilidades, una memoria inconsciente que eventualmente afloraba en el presente. Evocaciones de culpa del pasado, un gran conocimiento que se opaca por las recriminaciones que se siempre se realizase sin proponérselo, un ermitaño que se exilio incluso de su familia, y de su tierra cuando esta pereciese en manos de la inquisición. El mismo que fuese llevado a Agharta por sus padres, y entregado a la misteriosa Sirat para que esta lo instruyese en las artes de la magia, y que sin proponérselo desenterrase el pasado al fallar en el ritual de la arenas, abriendo una puerta hacia el pasado y el presente. La culpa, el remordimiento del presente evocaron al pasado para darle las herramientas necesarias para cambiar los hilos con que se teje el destino.
Es ahora en este viaje astral donde dos almas antiguas se reúnen, maestro y aprendiz, aprendiz y maestro, según el tiempo en que se mire, compañeros del pasado y del presente, conocimientos compartidos. “Tiempo al Tiempo” el momento de perdonar, de aprender de lo vivido y comenzar un nuevo ciclo. La evocación astral de la Shamballah, entrega su lección, expone sus temores los mismos que el mortal posee, el futuro se vuelve nebuloso entre madejas que se han enredado poco a poco, haciendo que los actores pierdan el norte. El mensaje es claro, señales de guerra desde las profundidades de la tierra, un quiebre en la idílica ciudad, en la voluntad de su líder y una imponente figura tejiendo artimañas en un lejano rincón, entre sombras rodeado de figuras difusas, todas portadoras del mismo emblema, el de la Santísima inquisición.
- Una familia unida en tiempos crueles, una familia que fue quebrada cuantas veces las Nornas se lo propusieron- esta vez la profunda voz del mago, del sobrenatural se escucha resonar en las invisibles paredes de que son mudos testigos de ese encuentro - Errores que deben ser revividos para redimir el pasado, construir un presente y planear un futuro. Pero para esgrimir nuevos palacios, es necesario derrumbar los antiguos muros y si los cimientos son sólidos la nueva ciudadela será aun mejor que la anterior. - La mano que encontraba sostenida por aquel tentáculo de energía se extendió hasta el rostro de la mujer, para sacar una lagrima silenciosa que rueda por su mejilla - Es tiempo mi querida Sirat de quitar los velos con que has escondido a los tuyos, pues son parte de esta nueva era…. Serán ellos, los que has escondido, los que te traerán de regreso y los que ayudaran a tu consorte a mantener vuestra creación, aunque ella cambie de forma o de lugar, seguirá siendo la grandiosa Ciudad donde las razas se reúnen.
La mano masculina acaricio la mejilla de la mujer, su blanquecina piel tan tersa como en los tiempos en que fueron presentados por azares del destino - La culpa es mi karma, mi cruz. Pero el tuyo es el temor a perder a tu familia. - sonríe con amargura, bien sabía el que hace siglos en fuese el causante de la muerte de una de sus descendientes - Mi culpa se subsanara ante el Sanat Kumara el dia en que te regrese a su lado. Tu temor, debes superarlo, dejar crecer a tu herencia. Tu legado, mi gran amiga, mi maestra y aprendiz, es el que hoy pide liberes tus propias ataduras, esas que te mantienen cautiva donde el enemigo y nos permitas ver el camino hacia la sangre que de ti deciente.
Delbaeth E. Formorians- Hechicero Clase Alta
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Re: Somnia, fenestras ad aeternum (Delbaeth E. Formorians & Astrea Di Angelo)
{Potentia in sanguine gentis victor in via}
--Poder en la sangre de mi familia, triunfo en el camino de la vida--
*Soundtrack*
Magia, esencia vital que se desliza sinuosa por la superficie terrestre captando los efluvios de aquéllos que comparten la misma semilla del árbol que ahora espera encontrarles y hacerles a su vera. La familia de Valerius y Sirat desperdigada por la creación camina desconocedora de lo que acontece en Agharta y al mismo tiempo, sus almas perennes son las que alzan la mirada hacia el firmamento para entender lo que las estrellas les informan y evitando todo lo que pudiera causarles algún daño. Ojos violáceos hay en el interior de cada uno de ellos, herencia de los rituales formados por una mujer otrora sacerdotisa que buscó siempre no perder a su familia, si no mantenerla siempre a su alcance, bajo sus alas protectoras, llenas de cariño y amor hacia ellos. Una dama que observa a su interlocutor con una sonrisa leve, enigmática, mientras escucha cada palabra y una mano le seca las lágrimas. Aspira aire profundo, sus ojos se posan en las aguas de la cascada, poniéndose de pie para caminar lento hacia la balaustrada de piedra recargándose en ella, dejando que el sonido de ésta desprenda sus preocupaciones de su mente, llevándoselas con el viento lejos de sí al tiempo que medita las palabras de su otrora pupilo. La cabeza se ladea un poco hacia su derecha alargando la mano de la cual se originan los tentáculos, todos ellos que viajan hasta rodear las muñecas de los herederos de su sangre.
- Ciertas son vuestras palabras que hablan del miedo que pende de mi corazón, una daga en ristre que se hunde con violencia cada vez que uno de mis pequeños hijos atraviesa el Velo, pero sólo sé su paradero cada luna azul, no soy una mujer obsesionada con saber todo el tiempo dónde están, pero no quiero perder su pista como alguna vez me sucediera con Valerius. En ese tiempo entendí que este ritual era justo lo que necesitaba para que mi familia estuviera siempre al alcance de mi mano... pero está bien, te daré la oportunidad de distinguir a las tres figuras que necesitas conocer para que Agharta vuelva a ser la que era, sobre todo vislumbrarás los lugares aproximados de sus ubicaciones, porque no tengo ahora el poder para mostrarte los exactos - se lame los labios y alza la mirada al cielo creado con magia en Agharta para sonreír levemente y elegir tres tentáculos que tras morder su dedo índice hasta sangrarse, toca haciéndolos cambiar de color a un violáceo intenso como el de sus ojos, tonalidad que recorre toda la extensión de ese hilo de magia hasta su destino - toca tu propia atadura y mira conmigo hacia dónde se dirige - susurra mientras ella rodea con su mano ese filamento de vida y sus ojos se pierden en el trayecto hasta llegar a una muñeca femenina.
En algún lugar de Francia ambos ejecutantes del hechizo pueden ver una recámara engalanada de forma tal que grita su status de alta sociedad, en la cama y de espaldas a ellos una joven de cabellos negros se sienta al tiempo que la visión va cambiando colocándose de frente, aunque el rostro de la mujer no puede ser fácilmente reconocible quizá por el debilitamiento de la Shamballah, lleva una mano a un ya visible vientre. La vampiresa sonríe con ternura al notar que ese filamento mágico se divide de pronto en dos y uno va a dar a la matriz de su descendiente. En su hombro, a pesar de la fina bata que la engalana, se va dibujando la marca de la Heredera de la Estirpe que pareciera resaltar con un brillo violáceo que ni siquiera la tela es capaz de contener. La mujer se agacha a besar a alguien que comparte su lecho, pero que al no tener el hilo, no es visible para ninguno de los dos. La tez blanquísima es vista en cuanto lleva la mano sujeta por la filigrana hacia el cabello masculino y coloca un mechón tras la oreja del hombre. Entre sus dedos, un anillo que Delbaeth graba en su mente en el que puede vislumbrarse la figura de un león. Podría estar seguro de que lo vio en algún lado, le es muy familiar, pero no recuerda bien el dónde. Y al parecer, por el dedo en el que se encuentra, está fungiendo la labor de un anillo de compromiso. La joven voltea hacia su derecha, donde las puertas se abren producto de la tormenta que azota a la ciudad esa noche metiendo un viento que apaga la chimenea, ella intenta levantarse, pero el brazo masculino que le sujeta la cintura se lo impide. Con un movimiento de su mano cierra primero las ventanas y luego, las cortinas. Susurra unas palabras y el fuego se intensifica. No hay duda, es la Heredera la que puede utilizar su magia sin ningún problema y en un esfuerzo titánico de la Shamballah, Delbaeth alcanza a distinguir un poco su rostro, aunque aún es borroso. Lento, empiezan a regresar al Dominion Lord, donde Astrea suspira.
- Para encontrarla, deberás primero ir a con el siguiente descendiente quien tiene mi sangre y con ella, podrás alterar un poco el ritual de la luna azul para que te muestre las ubicaciones exactas de cada uno de ellos -otra vez viajan, pero a un lugar muy distante como lo es Roma, ahí en los calabozos se encuentra un vampiro siendo lastimado y torturado para soltar toda la información contenida. Astrea lo mira y baja la cabeza dolorida, pero se concentra para hacerle ver a Delbaeth el rostro de uno de los poetas de París más prestigiosos. De pronto, la visión cambia y puede reconocer un giro en el tiempo, llevándolos al Hotel Des Arenes en París, donde hay una figura femenina de espaldas y el joven que antes vio estrechando su mano como si hicieran un pacto. ¿Cómo se llama? Su memoria le da la oportunidad de recordarlo: Julián Sebastián De Mendoza es el nombre del poeta. Lento, van regresando a Agharta - toma de su sangre, así el ritual será más fácil y no tendrás tú que desperdiciar tanto tiempo. Y la última, la más importante para tí...
Cierra los ojos y esta vez el hilo se desliza por París, entre las calles hasta llegar a una mansión que Delbaeth conoce bien porque estuvo ahí en la mañana dejando a una persona que se volvió especial en tan sólo una noche. La filigrana se mueve hacia el interior, subiendo las escaleras y luego torciendo a la izquierda pasando por encima de un gato que la mira y da un salto juguetón para atraparla logrando pescarla y maullando mientras mueve las patas para darle golpecitos y la lame un tanto. Es un gato horrible, tanto que causaría dolor verlo, pero que a la Shamballah hace sonreír. El filamento se suelta o quizá el gato es el que le deja ir y continúa su viaje, minino tras él hasta adentrarse en una habitación de colores luminosos y tulipanes grabados en lo que podría ser óleo bellamente trazados. Una salita a la derecha forrada con telas de hermosa manufactura en tonos blancos y azul claro. El hilo recorre la estancia, hace caso omiso de la enorme cama con dosel en los mismos tonos que los sillones y sale a la terraza donde de espaldas se puede ver a una mujer de cabellos rubios que ondean con el viento. No parece tener demasiada prisa en irse, todo lo contrario, arquea el cuello y aspira el aire con una alegría inmensa, mirando hacia el horizonte, el jardín enorme y el estanque donde los patos aterrizan y dedican sus horas de ocio. A la derecha una mesa con sillas y sobre ésta, una taza de chocolate caliente con unos pequeños panecitos. Ella se talla los ojos con las manos y bosteza cubriéndose la boca para voltear hacia el gato que maúlla restregándosele contra las piernas robándose las risas de su dueña que se acuclilla y lo toma en brazos para consentirlo. Ante ellos y con la sonrisa de la Shamballah de testigo, Marianne Louvier suspira abrazando con ternura a su minino susurrando un nombre con un tono dulce y cariñoso... el de Delbaeth...
- Ciertas son vuestras palabras que hablan del miedo que pende de mi corazón, una daga en ristre que se hunde con violencia cada vez que uno de mis pequeños hijos atraviesa el Velo, pero sólo sé su paradero cada luna azul, no soy una mujer obsesionada con saber todo el tiempo dónde están, pero no quiero perder su pista como alguna vez me sucediera con Valerius. En ese tiempo entendí que este ritual era justo lo que necesitaba para que mi familia estuviera siempre al alcance de mi mano... pero está bien, te daré la oportunidad de distinguir a las tres figuras que necesitas conocer para que Agharta vuelva a ser la que era, sobre todo vislumbrarás los lugares aproximados de sus ubicaciones, porque no tengo ahora el poder para mostrarte los exactos - se lame los labios y alza la mirada al cielo creado con magia en Agharta para sonreír levemente y elegir tres tentáculos que tras morder su dedo índice hasta sangrarse, toca haciéndolos cambiar de color a un violáceo intenso como el de sus ojos, tonalidad que recorre toda la extensión de ese hilo de magia hasta su destino - toca tu propia atadura y mira conmigo hacia dónde se dirige - susurra mientras ella rodea con su mano ese filamento de vida y sus ojos se pierden en el trayecto hasta llegar a una muñeca femenina.
En algún lugar de Francia ambos ejecutantes del hechizo pueden ver una recámara engalanada de forma tal que grita su status de alta sociedad, en la cama y de espaldas a ellos una joven de cabellos negros se sienta al tiempo que la visión va cambiando colocándose de frente, aunque el rostro de la mujer no puede ser fácilmente reconocible quizá por el debilitamiento de la Shamballah, lleva una mano a un ya visible vientre. La vampiresa sonríe con ternura al notar que ese filamento mágico se divide de pronto en dos y uno va a dar a la matriz de su descendiente. En su hombro, a pesar de la fina bata que la engalana, se va dibujando la marca de la Heredera de la Estirpe que pareciera resaltar con un brillo violáceo que ni siquiera la tela es capaz de contener. La mujer se agacha a besar a alguien que comparte su lecho, pero que al no tener el hilo, no es visible para ninguno de los dos. La tez blanquísima es vista en cuanto lleva la mano sujeta por la filigrana hacia el cabello masculino y coloca un mechón tras la oreja del hombre. Entre sus dedos, un anillo que Delbaeth graba en su mente en el que puede vislumbrarse la figura de un león. Podría estar seguro de que lo vio en algún lado, le es muy familiar, pero no recuerda bien el dónde. Y al parecer, por el dedo en el que se encuentra, está fungiendo la labor de un anillo de compromiso. La joven voltea hacia su derecha, donde las puertas se abren producto de la tormenta que azota a la ciudad esa noche metiendo un viento que apaga la chimenea, ella intenta levantarse, pero el brazo masculino que le sujeta la cintura se lo impide. Con un movimiento de su mano cierra primero las ventanas y luego, las cortinas. Susurra unas palabras y el fuego se intensifica. No hay duda, es la Heredera la que puede utilizar su magia sin ningún problema y en un esfuerzo titánico de la Shamballah, Delbaeth alcanza a distinguir un poco su rostro, aunque aún es borroso. Lento, empiezan a regresar al Dominion Lord, donde Astrea suspira.
- Para encontrarla, deberás primero ir a con el siguiente descendiente quien tiene mi sangre y con ella, podrás alterar un poco el ritual de la luna azul para que te muestre las ubicaciones exactas de cada uno de ellos -otra vez viajan, pero a un lugar muy distante como lo es Roma, ahí en los calabozos se encuentra un vampiro siendo lastimado y torturado para soltar toda la información contenida. Astrea lo mira y baja la cabeza dolorida, pero se concentra para hacerle ver a Delbaeth el rostro de uno de los poetas de París más prestigiosos. De pronto, la visión cambia y puede reconocer un giro en el tiempo, llevándolos al Hotel Des Arenes en París, donde hay una figura femenina de espaldas y el joven que antes vio estrechando su mano como si hicieran un pacto. ¿Cómo se llama? Su memoria le da la oportunidad de recordarlo: Julián Sebastián De Mendoza es el nombre del poeta. Lento, van regresando a Agharta - toma de su sangre, así el ritual será más fácil y no tendrás tú que desperdiciar tanto tiempo. Y la última, la más importante para tí...
Cierra los ojos y esta vez el hilo se desliza por París, entre las calles hasta llegar a una mansión que Delbaeth conoce bien porque estuvo ahí en la mañana dejando a una persona que se volvió especial en tan sólo una noche. La filigrana se mueve hacia el interior, subiendo las escaleras y luego torciendo a la izquierda pasando por encima de un gato que la mira y da un salto juguetón para atraparla logrando pescarla y maullando mientras mueve las patas para darle golpecitos y la lame un tanto. Es un gato horrible, tanto que causaría dolor verlo, pero que a la Shamballah hace sonreír. El filamento se suelta o quizá el gato es el que le deja ir y continúa su viaje, minino tras él hasta adentrarse en una habitación de colores luminosos y tulipanes grabados en lo que podría ser óleo bellamente trazados. Una salita a la derecha forrada con telas de hermosa manufactura en tonos blancos y azul claro. El hilo recorre la estancia, hace caso omiso de la enorme cama con dosel en los mismos tonos que los sillones y sale a la terraza donde de espaldas se puede ver a una mujer de cabellos rubios que ondean con el viento. No parece tener demasiada prisa en irse, todo lo contrario, arquea el cuello y aspira el aire con una alegría inmensa, mirando hacia el horizonte, el jardín enorme y el estanque donde los patos aterrizan y dedican sus horas de ocio. A la derecha una mesa con sillas y sobre ésta, una taza de chocolate caliente con unos pequeños panecitos. Ella se talla los ojos con las manos y bosteza cubriéndose la boca para voltear hacia el gato que maúlla restregándosele contra las piernas robándose las risas de su dueña que se acuclilla y lo toma en brazos para consentirlo. Ante ellos y con la sonrisa de la Shamballah de testigo, Marianne Louvier suspira abrazando con ternura a su minino susurrando un nombre con un tono dulce y cariñoso... el de Delbaeth...
{Tempus tiemppo}
-- Tiempo al tiempo --
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Astrea Di Angelo- Vampiro Clase Alta
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Re: Somnia, fenestras ad aeternum (Delbaeth E. Formorians & Astrea Di Angelo)
Es difícil no sospechase que dos seres con tanto en común en algún momento sintiesen el uno por otro algo más que simple admiración y respeto, quien los hubiese visto en sus extensas reuniones en las profundidades de la tierra fácilmente pudo malinterpretar la cercanía entre ambos. Incluso ahora, en aquel mundo onírico el modo en que ambos se relacionan , aquella complicidad e inusual capacidad para leerse mutuamente, reconociendo los temores que ambos comparten e incluso aquellos que se anidan en el fondo de sus almas, el temor al destierro de la vampiresa y la culpa del mago que sin proponérselo erro. En parte aquellos rumores tienen su toque de verdad, pero en un nivel muy diferente de amor, no el amor perfecto que la joven sacerdotisa jurase ante su esposo, sino que un amor platónico de dos almas demasiado antiguas que al encontrarse se reconocen como iguales. Un amor griego de mutua adoración e idolatría, de complicidad, pero sin deseo carnal, común era verlos de la mano recorriendo la ciudad, abrazados e incluso consistiéndose. Como dos filios, dos hermanos del tiempo que finalmente se han encontrado, pero como hacer que el mundo comprenda tal intimidad.
Nunca les preocupo aquello, ambos conocían los límites del amor que se profesa y el mismo Francoise lo acepta, aunque no necesariamente comprendiese los motivos de su consorte. Pero Delbaeth lidiaba con eso, ignorando los rumores, entregando la mano de Sirat siempre a Valerisus, con una solemnidad y un respeto inigualable, un hombre que entrega a su hermana al único que realmente podrá cuidarla como se lo merece, aunque esa entrega se realizase algunos milenios después. El alma del mago es tanto o más antigua que la existencia de Sirat, por lo mismo se complementan tan bien y es en aquel nivel inconsciencia en donde las almas comparten un conocimiento milenario que ha de ser la salvación no solo de una ciudad que esta mas allá de la razón, sino que los más preciados tesoros del mago… la vida de su hermana del alma y de su eterna compañera. Sin dudar toma las ataduras que ella le señala, es tiempo, el tiempo de conocer parte los secretos que ella ocultase con tanto recelo.
- Ha llegado el tiempo de rasgar los velos que nos impiden ver - la coz grave del Fromorians se hizo presente antes de ser guiado hasta la primera ensoñación de una realidad que se escabulle ante los ojos de sus cuerpos mortales, pero gracias a sus dones ella se muestra casi con nitidez. La primera ensoñación lo lleva con hechicera de la estirpe como se le llama en el Vitrol. La portadora del poder necesario para reconstruir Agharta, la misma que deberán encontrar para asegurar el porvenir, la apariencia de aquella alcoba es señal de cuan provechosa ha sido su vida, lujos de una familia de alta sociedad, sin duda nobles que festejan el estado de gestación en que ella se encuentra. La descendencia de la Shamballah está segura, una generación más está en camino entre los doseles de un acomodado aristócrata, se fija en los detalles que son reconocibles para su búsqueda, uno en particular un anillo que su consiente viese antes en otra mano ¿Pero la de quien? aquella pregunta deberá responderla cuando regrese del mundo de los sueños.
La siguiente parada muestra un presente del todo opuesto la tortura de un hombre reconocido entre la bohemia parisense, uno del cual el mago escuchase hablar y de quien sin duda la vitroler Danaán también supiese su nombre, pero primero debe recordar bien sus facciones para identificarlo, si es que alcanzase a encontrarlo con vida. Pero lo siguiente en ver es poco auspicioso, una habitación y un pacto ¿Sera acaso que prevé un mal final? Reconoce aquellas habitaciones, pues no se hace mucho se reuniese allí con uno de sus informantes, una joven vampiresa que se infiltrase en los círculos más íntimos de la inquisición. Puede que conseguir aquel rastro de sangre sea más sencillo de lo esperado.
- Será tiempo de invocar a milenarios espíritus para concretar este ritual, y aunque será por bien mayor, habrá sacrificios- expresa con preocupación, extiende la mano libre hasta el rostro de ella, limpiando las lagrimas que empapan el rostro de ella - … perderás a un gran servidor, pero ganaras a aquella criatura que se gesta en el vientre de tu hija traerá un nuevo conocimiento para Agharta- el hombre sonríe con cierto pesar, pues entiende del expiación de las culpas que cada cual debe cargar.
Ella no le responde, pero lo lleva a una escena que le deje atónito, cuan peculiar resultaba el juego de los señores del destino, las piezas por si solas encajaban como si fuesen parte de un rompecabezas y cada pieza hubiera caído tan cerca una de otra que es imposible asociarlas. La joven que arrulla aquel gato, se ven tan indefensa y ajena al mundo al cual Delabeth pertenece, que él jamás hubiese pensado en asociarla a Agharta. En sueños aprieta los puños, le apremia traerla a su lado y protegerla antes que todo se ponga aun peor, un mal augurio le advierte, pero no lo sabe interpretar.
- Louvier - susurra algo atónito antes de forzar el rostro de la vampiresa pare verla a los ojos, nunca acabaría de sorprenderlo aquella que fuese su maestra - Lo sabes desde antes que naciese - afirmo de modo acusatorio - Lo sabes desde el día en que las normas te mostraron su telar… ¿Cuántos secretos escondes tras esos violáceos ojos que emboban a los mortales?- inquirió, no molesto, pero si ofendido pues era su futuro aquel que estaba ante sus ojos.
Nunca les preocupo aquello, ambos conocían los límites del amor que se profesa y el mismo Francoise lo acepta, aunque no necesariamente comprendiese los motivos de su consorte. Pero Delbaeth lidiaba con eso, ignorando los rumores, entregando la mano de Sirat siempre a Valerisus, con una solemnidad y un respeto inigualable, un hombre que entrega a su hermana al único que realmente podrá cuidarla como se lo merece, aunque esa entrega se realizase algunos milenios después. El alma del mago es tanto o más antigua que la existencia de Sirat, por lo mismo se complementan tan bien y es en aquel nivel inconsciencia en donde las almas comparten un conocimiento milenario que ha de ser la salvación no solo de una ciudad que esta mas allá de la razón, sino que los más preciados tesoros del mago… la vida de su hermana del alma y de su eterna compañera. Sin dudar toma las ataduras que ella le señala, es tiempo, el tiempo de conocer parte los secretos que ella ocultase con tanto recelo.
- Ha llegado el tiempo de rasgar los velos que nos impiden ver - la coz grave del Fromorians se hizo presente antes de ser guiado hasta la primera ensoñación de una realidad que se escabulle ante los ojos de sus cuerpos mortales, pero gracias a sus dones ella se muestra casi con nitidez. La primera ensoñación lo lleva con hechicera de la estirpe como se le llama en el Vitrol. La portadora del poder necesario para reconstruir Agharta, la misma que deberán encontrar para asegurar el porvenir, la apariencia de aquella alcoba es señal de cuan provechosa ha sido su vida, lujos de una familia de alta sociedad, sin duda nobles que festejan el estado de gestación en que ella se encuentra. La descendencia de la Shamballah está segura, una generación más está en camino entre los doseles de un acomodado aristócrata, se fija en los detalles que son reconocibles para su búsqueda, uno en particular un anillo que su consiente viese antes en otra mano ¿Pero la de quien? aquella pregunta deberá responderla cuando regrese del mundo de los sueños.
La siguiente parada muestra un presente del todo opuesto la tortura de un hombre reconocido entre la bohemia parisense, uno del cual el mago escuchase hablar y de quien sin duda la vitroler Danaán también supiese su nombre, pero primero debe recordar bien sus facciones para identificarlo, si es que alcanzase a encontrarlo con vida. Pero lo siguiente en ver es poco auspicioso, una habitación y un pacto ¿Sera acaso que prevé un mal final? Reconoce aquellas habitaciones, pues no se hace mucho se reuniese allí con uno de sus informantes, una joven vampiresa que se infiltrase en los círculos más íntimos de la inquisición. Puede que conseguir aquel rastro de sangre sea más sencillo de lo esperado.
- Será tiempo de invocar a milenarios espíritus para concretar este ritual, y aunque será por bien mayor, habrá sacrificios- expresa con preocupación, extiende la mano libre hasta el rostro de ella, limpiando las lagrimas que empapan el rostro de ella - … perderás a un gran servidor, pero ganaras a aquella criatura que se gesta en el vientre de tu hija traerá un nuevo conocimiento para Agharta- el hombre sonríe con cierto pesar, pues entiende del expiación de las culpas que cada cual debe cargar.
Ella no le responde, pero lo lleva a una escena que le deje atónito, cuan peculiar resultaba el juego de los señores del destino, las piezas por si solas encajaban como si fuesen parte de un rompecabezas y cada pieza hubiera caído tan cerca una de otra que es imposible asociarlas. La joven que arrulla aquel gato, se ven tan indefensa y ajena al mundo al cual Delabeth pertenece, que él jamás hubiese pensado en asociarla a Agharta. En sueños aprieta los puños, le apremia traerla a su lado y protegerla antes que todo se ponga aun peor, un mal augurio le advierte, pero no lo sabe interpretar.
- Louvier - susurra algo atónito antes de forzar el rostro de la vampiresa pare verla a los ojos, nunca acabaría de sorprenderlo aquella que fuese su maestra - Lo sabes desde antes que naciese - afirmo de modo acusatorio - Lo sabes desde el día en que las normas te mostraron su telar… ¿Cuántos secretos escondes tras esos violáceos ojos que emboban a los mortales?- inquirió, no molesto, pero si ofendido pues era su futuro aquel que estaba ante sus ojos.
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Re: Somnia, fenestras ad aeternum (Delbaeth E. Formorians & Astrea Di Angelo)
{Album mendacium in ius aurem solvit omnia}
-- Una mentira piadosa en el oído correcto lo soluciona todo --
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Cada reacción es una muestra de la capacidad de comprensión que dos almas pueden tener a lo largo de los eones, una pareja de acordes que en constante percusión se conservan, visajes reconocidos por el otro que de inmediato actúa en consecuencia. ¿Casualidad? No, causalidad. Un efecto perfecto concebido desde el inicio de los tiempos por una mente maestra que los engendra y con el paso del tiempo los vincula. ¿Deben ellos ser aliados? Sí, invariablemente es ese el dictamen, pero no de la forma que muchos conciben. Esas almas se encuentran destinadas entonces a ser hermanas. Y aún así ella se enamora de él, le adora con una intensidad nunca antes vista, sólo superada por los sentimientos que tiene respecto de su marido. ¿Caerá en las redes de la inmoralidad? Jamás. Ella es feliz cada vez que él contrae matrimonio. Es pues, un amor platónico, jamás consumado. Un sentimiento por el que ella siempre peleará para defenderlo aún en contra de aquél al que le jurara amor eterno y sin embargo, aún tiene la fuerza de oponerse a ese nuevo afecto para proteger a Valerius. Dos hilos jalando en diversas direcciones, de forma constante y ella en medio, pero supo controlarse y ser un equilibrio. Tornar su amor en un filio tal, que le viera como un hermano menor, una figura a quien consentir y guiar mientras en su caprichosa concepción dejaba hacerse y llevar por el joven.
Así pues, mientras ella una inmortal poderosa, continua en las arenas del tiempo caminando y él, un brujo determinado a no dejar jamás su arte, regresa a la rueda de la reencarnación, los hilos no se cortan por completo, siempre hay un rezago de esa esencia que la vampiresa persigue durante mucho tiempo con los rituales oportunos y después, con el de la Luna Azul para encontrarle y darle la oportunidad de volver a su lado, de recobrar su sabiduría y conocimiento. Hasta que una vez, todo se transforma en algo diferente. Una de sus descendientes llama la atención del brujo y se enamoran, más su amor no es un cuento de hadas. Desatadas las furias de otro pueblo, son ellos los que sufren sin la que Shamballah pueda intervenir puesto que en esos instantes están combatiendo a un grupo de humanos que quieren apoderarse de Agharta. Sus familias intervienen separando a ambos brujos y para cuando Astrea puede voltear y vigilar es demasiado tarde. La más joven de las almas se ha perdido en las arenas del tiempo y aunque intenta ayudar a su hermano a localizarla y ubicarla, es demasiado tarde. No hay un ritual que les permita a ambos ubicarla.
Es también su culpa, cree ella mientras que consuela a su hermano. La rueda gira y durante siglos intenta localizarlos a ambos, pero siempre es lo mismo: uno nace antes que el otro y para cuando el otro está naciendo, el primero está a punto de morir o hace tiempo que lo hizo. Pocas son las veces que logra que ambos estén juntos al menos un par de lustros, pero ella sabe que siempre es muy poco el tiempo que comparten porque ella se siente igual respecto de Valerius. ¿Qué hacer? Y una noche lo descubre. Luna tras luna logra estirar al máximo los hilos del destino hasta lograr que al menos haya una diferencia decente de años. Se preocupa ahora en encontrarlos, pero sobre todo a él primero, para darle el conocimiento. Y así es como es la primera en recibirle en el mundo, sirviéndole de partera a su madre y luego llevándolo a su lado a Agharta para mentorearlo cuando normalmente permite que se mantenga lejos de Valerius para que no malinterprete absolutamente nada. Sonríe al ver los dibujos de Delbaeth cuando tiene doce años a sabiendas de lo que significan. Ella ha reencarnado por fin y aunque se dedica a buscarla, se queda tranquila de saber que está en la Nueva España, resguardada por una de sus minoicas. Aunque un golpe de ¿mala? suerte la devuelve a casa. Lista para que Delbaeth pueda ir a por ella.
- Quizá pienses que jugué con el destino y aunque es cierto, nunca atinarás a la verdad sobre cómo intenté que te encontraras con ella a lo largo de sus vidas. En esta mi única intervención fue no decirte quién era y aunque lo hubiera hecho ¿Habría servido de algo? - se levanta y besa su mejilla para tomar su brazo y caminar hacia la orilla del Dominion Lord para ver las cascadas caer - Sé que odias a la realeza y a la gente de clase alta y ella era ambas. Sé que no cualquiera entra en tus dominios, que eres muy cerrado, sobre todo tras la muerte de tus padres en esta vida. Nada de lo que yo dijera iba a cambiar tu manera de pensar. Tenías que conocerla y qué mejor que por casualidad. Claro que Eire ayudó, nunca he visto a una mujer más astuta que ella. Algo dentro de ella la hizo pensar que eran el uno para la otra, que podía funcionar y prometo que no fui yo. Me alegré al ver que se unían, pero ten cuidado, Delbaeth... una nueva nube se cierne sobre nosotros... - besa su frente, su mejilla con ternura y le abraza con fuerza.
Así pues, mientras ella una inmortal poderosa, continua en las arenas del tiempo caminando y él, un brujo determinado a no dejar jamás su arte, regresa a la rueda de la reencarnación, los hilos no se cortan por completo, siempre hay un rezago de esa esencia que la vampiresa persigue durante mucho tiempo con los rituales oportunos y después, con el de la Luna Azul para encontrarle y darle la oportunidad de volver a su lado, de recobrar su sabiduría y conocimiento. Hasta que una vez, todo se transforma en algo diferente. Una de sus descendientes llama la atención del brujo y se enamoran, más su amor no es un cuento de hadas. Desatadas las furias de otro pueblo, son ellos los que sufren sin la que Shamballah pueda intervenir puesto que en esos instantes están combatiendo a un grupo de humanos que quieren apoderarse de Agharta. Sus familias intervienen separando a ambos brujos y para cuando Astrea puede voltear y vigilar es demasiado tarde. La más joven de las almas se ha perdido en las arenas del tiempo y aunque intenta ayudar a su hermano a localizarla y ubicarla, es demasiado tarde. No hay un ritual que les permita a ambos ubicarla.
Es también su culpa, cree ella mientras que consuela a su hermano. La rueda gira y durante siglos intenta localizarlos a ambos, pero siempre es lo mismo: uno nace antes que el otro y para cuando el otro está naciendo, el primero está a punto de morir o hace tiempo que lo hizo. Pocas son las veces que logra que ambos estén juntos al menos un par de lustros, pero ella sabe que siempre es muy poco el tiempo que comparten porque ella se siente igual respecto de Valerius. ¿Qué hacer? Y una noche lo descubre. Luna tras luna logra estirar al máximo los hilos del destino hasta lograr que al menos haya una diferencia decente de años. Se preocupa ahora en encontrarlos, pero sobre todo a él primero, para darle el conocimiento. Y así es como es la primera en recibirle en el mundo, sirviéndole de partera a su madre y luego llevándolo a su lado a Agharta para mentorearlo cuando normalmente permite que se mantenga lejos de Valerius para que no malinterprete absolutamente nada. Sonríe al ver los dibujos de Delbaeth cuando tiene doce años a sabiendas de lo que significan. Ella ha reencarnado por fin y aunque se dedica a buscarla, se queda tranquila de saber que está en la Nueva España, resguardada por una de sus minoicas. Aunque un golpe de ¿mala? suerte la devuelve a casa. Lista para que Delbaeth pueda ir a por ella.
- Quizá pienses que jugué con el destino y aunque es cierto, nunca atinarás a la verdad sobre cómo intenté que te encontraras con ella a lo largo de sus vidas. En esta mi única intervención fue no decirte quién era y aunque lo hubiera hecho ¿Habría servido de algo? - se levanta y besa su mejilla para tomar su brazo y caminar hacia la orilla del Dominion Lord para ver las cascadas caer - Sé que odias a la realeza y a la gente de clase alta y ella era ambas. Sé que no cualquiera entra en tus dominios, que eres muy cerrado, sobre todo tras la muerte de tus padres en esta vida. Nada de lo que yo dijera iba a cambiar tu manera de pensar. Tenías que conocerla y qué mejor que por casualidad. Claro que Eire ayudó, nunca he visto a una mujer más astuta que ella. Algo dentro de ella la hizo pensar que eran el uno para la otra, que podía funcionar y prometo que no fui yo. Me alegré al ver que se unían, pero ten cuidado, Delbaeth... una nueva nube se cierne sobre nosotros... - besa su frente, su mejilla con ternura y le abraza con fuerza.
{Absentis magis dicere, sed brevi in tempore}
-- Falta más por decir, pero es corto el tiempo --
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Astrea Di Angelo- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/01/2012
Localización : Mansión del Papa, en las catacumbas
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Re: Somnia, fenestras ad aeternum (Delbaeth E. Formorians & Astrea Di Angelo)
Dos seres reunidos en las penumbras, es imagen habitual de dos seres confabulan en secreto, pero si a esa escena agregamos caricias clandestinas y miradas llenas de palabras incomprensibles para terceros, entonces, podemos decir que estamos frente a dos amantes. Dos almas que se conectan mas allá de los compromisos adquiridos, poco importa si tienen ya una pareja, pues ese vínculo es inquebrantable, y va mas allá de la razón. Eso aprendió Valerius tras ver la conexión entre el Formorians y su mujer, si son dos almas gemelas, dos amantes incondicionales… pero que sean gemelas no significa que sean complementarias, el Sanat Kumara bien sabe eso, el equilibrio perfecto solo existe entre ambos vampiros y el mago, no es más que un prodigio destinado a cruzarse en el camino de ambos. Es lo mismo que entendiese Delbaeth, el niño que se entregase a los mismos de ella, como un hermano que es consentido por su hermana, aunque difícil es definir quién es mayor, pero si se sabe que son compañeros de sendas paralelas, que eventualmente se encuentran.
- Tres décadas atrás te presentaste ante mi madre y fuiste su partera… Tus ojos fueron los primeros que vi y tu nombre, el primero que pronuncie… ¿Es aquello casualidad o causalidad - su voz profunda medito los hechos ya conocidos, los mismos que ella viese de antemano en los telares del destino - Contigo, Astrea Di Angelo, lideresa en tiempos de paz. Shamballah, ante sus seguidores, Sirat para tu consorte… contigo enigmática mujer, no existe la casualidad… todo en ti es causalidad, el resultado de una cadena de hechos, de hilos que has movido para obtener un resultado…. - una sonrisa de medio lado afloro en el gélido rostro del mago - … incluso el hecho que hoy estemos reunidos aquí, en el mundo onírico de mi subconsciente.
Extendió la mano para acariciar la mejilla de ella, la misma por la que rueda una silenciosa lagrima, tan imperceptible que la mujer no comprende el gesto. El mago no se esfuerza en explicarlo, ya para que, si las palabras entre ellos son simples accesorios a una comunicación que supera la comprensión de los mortales. Aquella gota salina que en el mundo consciente pudo haberse derramado, se quedo quieta en la yema del índice masculino, unos segundos, los mismos que tardase el mago en soplar. Una ráfaga gélida de viento, brota de los carnosos labios masculinos moldeando el líquido cristalino hasta formar una figura similar a un anillo, e trata de una serpiente que come su propia, no mide más unos centímetros lo suficiente para calzar en los finos dedos de una dama - ¿Lo reconoces? - pregunta lo innecesario - El uróboros simboliza el esfuerzo eterno, la lucha eterna, aquel ciclo vuelve a comenzar a pesar de las acciones para impedirlo. - lo mueve a contra luz, para que de él broten diversos colores, como si fuese un prisma formando un arcoíris en la oscuridad - tu eres su némesis, quien vive cada ciclo para… en algún punto intentar quebrarlo- en ese momento el aprendiz se convierte en maestro, no hay jerarquía entre ellos, simplemente hermandad y las ansias de conocimiento.
- En los mitos nórdicos se le conoce como la serpiente Jormungand, la que llegó a crecer tanto que pudo rodear el mundo y apresarse su propia cola con los dientes.- tomo la mano femenina y puso el anillo en su dedo anular - tu eres, quien mejor conoce esos ciclos… el destino se ha empeñado en alejarte de Valeriurs - extiende su brazo derecho y muestra escenas del pasado de ambos vampiros, ella como una joven sacerdotisa el un príncipe heredero, la conversión de ambos, su encuentro entre las ruinas, la construcción de Agharta y cientos de escenas que pasan a gran velocidad - Pero las normas te bendijeron al mostrarte los telares del destino, nada de lo ocurrido te sorprende, siquiera que yo hubiese errado en el ritual. Por eso, cada nuevo ciclo tiene pequeños cambios, cambios intencionados… nada quedo fuera de su don - le ha descubierto, la conoce bien, todo esta planeado en la mente de aquella poderosa mujer.
- Hoy tu desaparición es solo un nuevo trazo el ciclo eterno, ese que has logrado alterar- la misma mano de la cual brotasen las anteriores imágenes se cierra, para luego extenderse y mostrar nuevas escenas, rituales poderosos de la sacerdotisa iluminados bajo la grácil luz de la luna azul, la única que logra alterar los ciclos naturales - Tu, no solo vampiresa y sacerdotisa, sino que una norma más, una parca griega que teje noche tras noche el futuro de sus hijos - con la mano de ella entrelazada a la suya, a eleva hasta sus labios, depositando un suave beso en la joya de cristal. Es en ese instante donde espectros de los herederos de la Shamballah se hacen presentes, vivos y muertos, son solo evocaciones de una memoria. Son los descendientes y sus consortes - Mi joven hermana, esta es tu familia, fruto de tu sabiduría… y aunque algunos aun se ocultan- señala a hechicera cuyo rostro se esconde tras una larga cabellera negra - están tan cerca de nosotros que podemos palparlos con el pensamiento -
El hombre toma de aquel onírico lugar un tulipán rojo, uno que el imaginase - Escucha - le llama regresando a la imagen donde ve a la joven Louvier y a advertencia del peligro en que ella se encuentra - puede que cuando yo la alcance, ella ya no esté ahí. Pero es tu linaje, eres quien puede visitarla en sueños, si es así cumple mis deseos- le pide consciente que el tiempo de despertar se acerca - Entrégale el anillo y esta flor, ella entenderá su significado - acaricia la mejilla de su complice, de su idílica amante - ahora, mi bien amada Tutriz, tengo la confianza de poder encontraros…. Pues ya hemos forjado el nexus, y con la ayuda de la mágica luna azul, llegare a ti o ella te traerá a mi - besa su mejilla con un nuevo halo de esperanza.
Lo que él no sabe, que la magia de los sueños transgrede las barreras de lo real, y que aquellas ofrendas se materializaran en el momento preciso, para dar alivio y consuelo a las dos almas que serán atormentadas en las manos el más despreciable de los hombres .
Delbaeth E. Formorians- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 14/12/2011
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