AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The past always comes back. [Lorraine]
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The past always comes back. [Lorraine]
En una ocasión un hombre fue a preguntarle a su maestro el porqué de una simple pregunta: ¿Maestro porque soy incapaz de entender lo que piensan los demás? Supongo que esa es una pregunta que mucha gente se hace a lo largo de su vida, especialmente cuando se encuentra con individuos que superan todo lo humanamente imaginable, e incluso hay veces que pasando toda una vida con alguien sigues sin entenderle del todo. Entiendo como se sentía aquel joven alumno, el encontrarse en la laguna de la ignorancia podía ser la mayor de las desesperaciones, además de ser también un gran problema, sobre todo teniendo en cuenta los tiempos en los que vivíamos. Ante aquel interrogante tan humano, tan simple y a la vez tan enrevesado, el maestro contesto: “Eso es porque ignoras tu propia mente. Si no puedes conocerte a ti mismo, ¿Cómo esperas comprender a los demás?” Mucha gente pensaría que esa era la típica respuesta filosófica que se daría como excusa para no admitir que no se conoce la verdadera respuesta. En mi opinión, las cosas nunca eran tan simples ni tan complejas como todo el mundo quería atreverse a imaginar. Toda persona era un misterio, un mundo infinito compuesto por una serie de variables incalculables. Algunas tenían su completo sentido, otras por el contrario tenían menos lógica que la idea de ver a un hombre alzar los brazos y volar. ¿Qué es entonces comprender? Afirmábamos con rotundidad cosas que con el tiempo nos resultaban inverosímiles, considerábamos factores innecesarios para resolver las ecuaciones más simplistas y denigrábamos a otras mentes por no tener la misma fe que nosotros en algo que éramos incapaces de demostrar. La única forma de ver, de ver de verdad lo que era la realidad era sentirlo, comprender no se basaba en una creencia, se basaba en una conciencia. Nadie sabía que el fuego quemaba con seguridad, no hasta que el primer hombre se atrevió a posar sus manos sobre las llamas dejando que su piel ardiese. Supongo que mis intenciones para todo lo demás eran iguales.
- ¿Desea algo mas seigneur? – La voz de Teresa pareció sacarme de un estatus de ensoñación, últimamente parecía que eso era todo lo que hacia, pensar. – No gracias Teresa. No quiero beber demasiada esta noche. – Seria una demasiado larga y complicada, debía de tener la mente despejada. La taberna en la que me encontraba era una de las más populares del centro de Paris. Todas las noches se llenaba de hombres de negocios, abogados, pensadores, músicos… todos ellos con el único interés de poder tomarse una bebida que les alejase de la fatigosa obligación del día a día y quizás poder observar con detenimiento a las jóvenes camareras que iban y venían. No era como el burdel, allí la actividad se basaba más bien el movimiento constante, esto más bien era como un fluido de gente que entraba y salía, conversaba en voz baja y disfrutaba de un instante de tranquilidad. Llevaba dos semanas viniendo aquí para analizar la situación y seguía intrigándome el porqué de venir aquí. Este no era el estilo de ella… ¿Qué razones tenia para venir aquí? La diversión era uno de sus grandes puntos, especialmente si venia acompañada de la sangre, pero para eso podía escoger a cualquier campesino en vez de alguien con muchísimo más estatus social cuya ausencia seria notada antes o después. Fuesen cuales fuesen sus motivos había venido aquí todos los jueves por la noche durante el ultimo mes, no había razón para pensar que esta semana fuese a ser diferente.
En el local, los olores rebosaban por doquier, apenas podía estar del todo concentrado. Con el tiempo mi olfato se había adaptado más, no solo para reconocer personas, sino también para captar su humor. Cada vez que alguien sentía una emoción fuerte su aroma variaba ligeramente, algo que los humanos no detectarían nunca pero que cualquier lobo podía percibir con la suficiente experiencia. Aquella gente olía a arrogancia, dinero y perfumes, la mayoría de ellos pretendían ser mas de lo que eran o simplemente querían camuflar los otros que se apreciaban mas sutilmente, como por ejemplo el brillante empresario del fondo de la sala que se las daba de importante bebiendo vino pero que demostraba haber estado manejando aguja y cuero grueso hace apenas unas horas. Todo el mundo mentía.
Sin embargo, el olor más característico era el de la mujer que buscaba. Aquella noche en el College de Paris había sido mas que un inciso, de alguna manera me había dado cuenta de hasta que punto no conocía a los vampiros. Cierto mis sentimientos hacia ellos no habían cambiado para nada, seguía pensado en aquellos monstruos como precisamente eso, pero esta era diferente… Por alguna razón lo que había visto en aquellos ojos oscuros me había acompañado todo este tiempo, la idea de que por fin había comprendido realmente el modo de pensamiento de alguien. No es el olor a vampiro lo que destacaba de su rastro ahora, sino más bien una ligera corriente de tristeza y frustración. ¿Habría cambiado mucho en este año que no la había visto? La verdad cabía la posibilidad de que no, pero había una peor, y es que se hubiese convertido en alguien más atormentado de lo que ya estaba. Para bien o para mal pronto lo descubriría, pues la persona que buscaba por fin había entrado por la puerta, aquella melena oscura y aire de suficiencia no habían cambiado, y la belleza que los humanos calificarían de perfección se mantenía inalterada y constante. Se dirigió a una de las mesas del fondo del local donde ya varios hombres le daban la bienvenida con aquellos ojos que sueñan con tener algo emás con ella que unas simples palabras. Sin pensarlo dos veces me levante de la mesa y fui hasta allí, aunque mi apariencia ahora era algo distinta, supuse que se acordaría de mi. – Buenas noches. – Dije mirándola con una sonrisa. – Veo que tus gustos siguen siendo exigentes…. Lorraine.
- ¿Desea algo mas seigneur? – La voz de Teresa pareció sacarme de un estatus de ensoñación, últimamente parecía que eso era todo lo que hacia, pensar. – No gracias Teresa. No quiero beber demasiada esta noche. – Seria una demasiado larga y complicada, debía de tener la mente despejada. La taberna en la que me encontraba era una de las más populares del centro de Paris. Todas las noches se llenaba de hombres de negocios, abogados, pensadores, músicos… todos ellos con el único interés de poder tomarse una bebida que les alejase de la fatigosa obligación del día a día y quizás poder observar con detenimiento a las jóvenes camareras que iban y venían. No era como el burdel, allí la actividad se basaba más bien el movimiento constante, esto más bien era como un fluido de gente que entraba y salía, conversaba en voz baja y disfrutaba de un instante de tranquilidad. Llevaba dos semanas viniendo aquí para analizar la situación y seguía intrigándome el porqué de venir aquí. Este no era el estilo de ella… ¿Qué razones tenia para venir aquí? La diversión era uno de sus grandes puntos, especialmente si venia acompañada de la sangre, pero para eso podía escoger a cualquier campesino en vez de alguien con muchísimo más estatus social cuya ausencia seria notada antes o después. Fuesen cuales fuesen sus motivos había venido aquí todos los jueves por la noche durante el ultimo mes, no había razón para pensar que esta semana fuese a ser diferente.
En el local, los olores rebosaban por doquier, apenas podía estar del todo concentrado. Con el tiempo mi olfato se había adaptado más, no solo para reconocer personas, sino también para captar su humor. Cada vez que alguien sentía una emoción fuerte su aroma variaba ligeramente, algo que los humanos no detectarían nunca pero que cualquier lobo podía percibir con la suficiente experiencia. Aquella gente olía a arrogancia, dinero y perfumes, la mayoría de ellos pretendían ser mas de lo que eran o simplemente querían camuflar los otros que se apreciaban mas sutilmente, como por ejemplo el brillante empresario del fondo de la sala que se las daba de importante bebiendo vino pero que demostraba haber estado manejando aguja y cuero grueso hace apenas unas horas. Todo el mundo mentía.
Sin embargo, el olor más característico era el de la mujer que buscaba. Aquella noche en el College de Paris había sido mas que un inciso, de alguna manera me había dado cuenta de hasta que punto no conocía a los vampiros. Cierto mis sentimientos hacia ellos no habían cambiado para nada, seguía pensado en aquellos monstruos como precisamente eso, pero esta era diferente… Por alguna razón lo que había visto en aquellos ojos oscuros me había acompañado todo este tiempo, la idea de que por fin había comprendido realmente el modo de pensamiento de alguien. No es el olor a vampiro lo que destacaba de su rastro ahora, sino más bien una ligera corriente de tristeza y frustración. ¿Habría cambiado mucho en este año que no la había visto? La verdad cabía la posibilidad de que no, pero había una peor, y es que se hubiese convertido en alguien más atormentado de lo que ya estaba. Para bien o para mal pronto lo descubriría, pues la persona que buscaba por fin había entrado por la puerta, aquella melena oscura y aire de suficiencia no habían cambiado, y la belleza que los humanos calificarían de perfección se mantenía inalterada y constante. Se dirigió a una de las mesas del fondo del local donde ya varios hombres le daban la bienvenida con aquellos ojos que sueñan con tener algo emás con ella que unas simples palabras. Sin pensarlo dos veces me levante de la mesa y fui hasta allí, aunque mi apariencia ahora era algo distinta, supuse que se acordaría de mi. – Buenas noches. – Dije mirándola con una sonrisa. – Veo que tus gustos siguen siendo exigentes…. Lorraine.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 22/01/2011
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Re: The past always comes back. [Lorraine]
La obscuridad existe en donde hay luz.
El carruaje se desvía de su trayecto, los caballos relinchan de miedo y dolor, el jinete se esfuerza por doblegar las riendas y sacar del camino al armatoste ¿Sería demasiado tarde? Una mujer de mirada felina, labios carnosos, piel aceitunada y curvas peligrosas se aferra a las puertas, cierra los ojos y espera el golpe al voltearse el transporte. Los cristales del vehículo se fragmentan, los caballos lloran ya no se pueden levantar y una nube de polvo oculta la escena ¿Qué demonios ha ocurrido? Un humano está herido, la peste de la sangre se desborda por todas partes, los huesos de su brazo se han roto. Desesperación. La fémina salta desde adentro del carruaje, está molesta. El sirviente perdió el control y la hizo caer al lado del camino rompiendo su fino vestido y ensuciando su rostro. No es por eso que amenaza la vida del mortal, poco le importa si el lodo cubre su belleza o si aparenta ser sólo una pordiosera más. Ruge mientras muestra los colmillos a Dimitri que ruega por su vida, las excusas son innecesarias cometió una falta, tiene que ser reprimido entonces lo escucha, un lamento, el llanto de un niño en medio de aquel camino. Los ojos de Lorraine se desvían hasta el infante y después alternan hasta el hombre que tiene en frente, relame sus labios, lo suelta, sacude su cabeza y aspira profundamente el aire que le rodea –como si le hiciese falta-. Se siente mareada, pasa su mano por la frente, despeina su melena negra y se lamenta internamente por haber sido tan estúpida. -¡Demonios!- Maldice en una exclamación, camina hasta donde yacen los sementales uno se ha roto la pierna y el otro fue atravesado por un pedazo de madera. ¿Cuánto dinero iría a la basura por un simple accidente?
El niño sigue llorando, sus lagrimas derrapan sobre las rosadas mejillas, sus risos están intactos, sólo el susto de que pudo haber sido arrollado. La gente murmulla, comentan lo que alcanzaron a ver, la culpa la tendría la condesa y no el mocoso que no se fijo al cruzar la calle. ¿Y dónde están sus padres? Sin ningún rasguño, con la consciencia que detrás de ella Dimitri agoniza, se aproxima al infante para asegurarse de que esté bien. ¡Es una niña! Su vestido rosado, su muñeca en la mano… el miedo en su rostro. Con su gélida mano, la vampiresa limpia el agua de su rostro, la atrae hasta ella y la abraza. En medio de la multitud busca a la madre preocupada o al padre gritando su nombre, pero no había nadie que reclamara a la pequeña - ¿Quién es su familia? - Pregunta con voz firme, todos le dan la espalda y se marchan ¡Bendita sea la sociedad que abandona a su suerte a los niños, porque de ellos se alimentan los vampiros! Lorraine no sabe que hacer con un infante, no la devora por que es una mujer - ¡Maldita sea! – Se pone de pie con coraje, observa a la niña con desprecio, arquea una ceja - ¿Qué carajo voy a hacer contigo? – La toma entre sus brazos nuevamente, la niña no entiende lo que pasa y al sentir la calidez con la que la mujer la levanta, se acurruca en su pecho. La dama se gira sobre sus talones, da un par de pasos hasta donde descansa Dimitri, se acuclilla frente a él - ¿Crees soportar hasta la taberna? – Cuestiona frívolamente, él asiente con su cabeza y se pone de pie. Ambos emprenden el camino hasta su negocio, afortunadamente no estaba lejos, sólo un par de cuadras más y estarían bajo techo.
Al llegar a la taberna baja a la pequeña y le ordena a Dimitri cuidarla mientras ella hace la visita del mes. Atraviesa la puerta y el golpe de olores molesta a su nariz, perfumes baratos, alcohol, suciedad, lascivia, perdición, sangre… De todo un poco, en otro momento le habría fascinado quedarse allí para observar a los mortales derrochar el poco dinero que tienen en sus bolsillos, escuchar las palabras bofas de sus labios, burlarse de ellos al creerse una mentira… No era diferente de ellos, pero ahora con un infante esperando afuera y el brazo de Dimitri implorando por ser atendido no podría quedarse a charlar. La mesera le señala una mesa en donde están reunidos aquellos hombres que proveen a la taberna con toda clase de vinos. –Grrr- Ruge, ¿Acaso no ven que tiene prisa? Pasa rápidamente y saluda con cortesía, explica lo acontecido y se ponen de pie para despedirla, en ese instante aparece como demonio evocado desde los labios de una bruja, Greymark –Lucien- Susurra débilmente, sólo él pudo haberla escuchado. El impacto de verlo de nuevo congela su expresión ¿Acaso no había muerto? Ella lo creyó así, no tendría que dar explicaciones sobre su comportamiento a nadie, tampoco que asesinar al enemigo por haber conocido su secreto, pero regresó ¡Maldita sea, regresó! Jadea, se sostiene de la mesa, los hombres la observan, después a él. No entienden lo que pasa y jamás lo comprenderán. Sonríe –Yo creí ser el único muerto dentro de la taberna. ¿Nos dejan a solas caballeros?- Arquea una ceja amenazante, los hombres se marchan a otra mesa, sin dejar de mirar lo que acontece –Cualquier cosa, no dude en llamarme Lady- Dice un hombre corpulento de ojos verdes y barba de años. La dama sonríe y se niega, sabe que no pasará nada. –Toma asiento- Le ofrece.
Afuera, el viento comienza a hacer de las suyas golpeando la espalda de Dimitri y haciendo temblar a la pequeña del frío. La helada es inevitable, ya se puede apreciar el vapor emerger desde las fosas nasales o la cavidad de sus bocas. Él es un hombre manipulado por el control mental de la vampiresa, jamás le faltaría al respeto y siempre estaría dispuesto a obedecer sus órdenes. No tenía familia, la perdió en un incendio y con ella la visión de su ojo izquierdo, es tan sólo un hombre que buscaba trabajar donde fuese y con fuese para mantenerse con vida. La fortuna le sonrió al encontrarse con la condesa Von Fanel, con ella no falta nada, es un desgraciado que se pavonea por las calles gritando ser de clase alta, aprovechándose de la riqueza de la vampiresa mientras a esta sólo le importa el servicio que le ofrece. Pero todo esto no paga el hecho de quedarse afuera y morir de pulmonía, toma a la chiquilla de escasos 5 años en brazos y la arrastra hasta adentro de la taberna. –Madame, disculpe la molestia, pero la niña morirá de frío allá afuera - Lorraine se pone de pie, observa los brazos morados del infante, chasque la lengua y ruge. – ¡Cloè, rápido! ¡Llévala a… ¿Te molesta si te dejo a solas por un segundo? – Pasa su mano por los hombros de Lucien y le arrebata a la pequeña a Dimitri, su brazo herido se ve asqueroso –A ti tengo que hacerte una purga de sangre, ven-
El niño sigue llorando, sus lagrimas derrapan sobre las rosadas mejillas, sus risos están intactos, sólo el susto de que pudo haber sido arrollado. La gente murmulla, comentan lo que alcanzaron a ver, la culpa la tendría la condesa y no el mocoso que no se fijo al cruzar la calle. ¿Y dónde están sus padres? Sin ningún rasguño, con la consciencia que detrás de ella Dimitri agoniza, se aproxima al infante para asegurarse de que esté bien. ¡Es una niña! Su vestido rosado, su muñeca en la mano… el miedo en su rostro. Con su gélida mano, la vampiresa limpia el agua de su rostro, la atrae hasta ella y la abraza. En medio de la multitud busca a la madre preocupada o al padre gritando su nombre, pero no había nadie que reclamara a la pequeña - ¿Quién es su familia? - Pregunta con voz firme, todos le dan la espalda y se marchan ¡Bendita sea la sociedad que abandona a su suerte a los niños, porque de ellos se alimentan los vampiros! Lorraine no sabe que hacer con un infante, no la devora por que es una mujer - ¡Maldita sea! – Se pone de pie con coraje, observa a la niña con desprecio, arquea una ceja - ¿Qué carajo voy a hacer contigo? – La toma entre sus brazos nuevamente, la niña no entiende lo que pasa y al sentir la calidez con la que la mujer la levanta, se acurruca en su pecho. La dama se gira sobre sus talones, da un par de pasos hasta donde descansa Dimitri, se acuclilla frente a él - ¿Crees soportar hasta la taberna? – Cuestiona frívolamente, él asiente con su cabeza y se pone de pie. Ambos emprenden el camino hasta su negocio, afortunadamente no estaba lejos, sólo un par de cuadras más y estarían bajo techo.
Al llegar a la taberna baja a la pequeña y le ordena a Dimitri cuidarla mientras ella hace la visita del mes. Atraviesa la puerta y el golpe de olores molesta a su nariz, perfumes baratos, alcohol, suciedad, lascivia, perdición, sangre… De todo un poco, en otro momento le habría fascinado quedarse allí para observar a los mortales derrochar el poco dinero que tienen en sus bolsillos, escuchar las palabras bofas de sus labios, burlarse de ellos al creerse una mentira… No era diferente de ellos, pero ahora con un infante esperando afuera y el brazo de Dimitri implorando por ser atendido no podría quedarse a charlar. La mesera le señala una mesa en donde están reunidos aquellos hombres que proveen a la taberna con toda clase de vinos. –Grrr- Ruge, ¿Acaso no ven que tiene prisa? Pasa rápidamente y saluda con cortesía, explica lo acontecido y se ponen de pie para despedirla, en ese instante aparece como demonio evocado desde los labios de una bruja, Greymark –Lucien- Susurra débilmente, sólo él pudo haberla escuchado. El impacto de verlo de nuevo congela su expresión ¿Acaso no había muerto? Ella lo creyó así, no tendría que dar explicaciones sobre su comportamiento a nadie, tampoco que asesinar al enemigo por haber conocido su secreto, pero regresó ¡Maldita sea, regresó! Jadea, se sostiene de la mesa, los hombres la observan, después a él. No entienden lo que pasa y jamás lo comprenderán. Sonríe –Yo creí ser el único muerto dentro de la taberna. ¿Nos dejan a solas caballeros?- Arquea una ceja amenazante, los hombres se marchan a otra mesa, sin dejar de mirar lo que acontece –Cualquier cosa, no dude en llamarme Lady- Dice un hombre corpulento de ojos verdes y barba de años. La dama sonríe y se niega, sabe que no pasará nada. –Toma asiento- Le ofrece.
Afuera, el viento comienza a hacer de las suyas golpeando la espalda de Dimitri y haciendo temblar a la pequeña del frío. La helada es inevitable, ya se puede apreciar el vapor emerger desde las fosas nasales o la cavidad de sus bocas. Él es un hombre manipulado por el control mental de la vampiresa, jamás le faltaría al respeto y siempre estaría dispuesto a obedecer sus órdenes. No tenía familia, la perdió en un incendio y con ella la visión de su ojo izquierdo, es tan sólo un hombre que buscaba trabajar donde fuese y con fuese para mantenerse con vida. La fortuna le sonrió al encontrarse con la condesa Von Fanel, con ella no falta nada, es un desgraciado que se pavonea por las calles gritando ser de clase alta, aprovechándose de la riqueza de la vampiresa mientras a esta sólo le importa el servicio que le ofrece. Pero todo esto no paga el hecho de quedarse afuera y morir de pulmonía, toma a la chiquilla de escasos 5 años en brazos y la arrastra hasta adentro de la taberna. –Madame, disculpe la molestia, pero la niña morirá de frío allá afuera - Lorraine se pone de pie, observa los brazos morados del infante, chasque la lengua y ruge. – ¡Cloè, rápido! ¡Llévala a… ¿Te molesta si te dejo a solas por un segundo? – Pasa su mano por los hombros de Lucien y le arrebata a la pequeña a Dimitri, su brazo herido se ve asqueroso –A ti tengo que hacerte una purga de sangre, ven-
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: The past always comes back. [Lorraine]
Todo lo que tiene un principio, tiene un final por fuerza. En mi caso la idea de que todo esto fuese una buena oportunidad nueva para acercarme a Lorraine empezaba a difuminarse a medida que caminaba hasta su encuentro. Es cierto que su perfume seguía siendo el mismo, cada efluvio que emanaba de ella era único como el de cualquier persona, pero a diferencia de la vez anterior había una pequeña parte de ese olor que no correspondía. Puede que con el tiempo que había pasado no lo distinguiese bien o puede que solamente fuesen imaginaciones mías, pero de alguna manera ella había cambiado, puede que no físicamente pero aquel olor no me mentía, por mucho que una persona pudiese mentir o incluso fingir disimular cualquier cosa que pasase por su mente, en realidad el olor que llegaba a mi seguía siendo sincero, un susurro que entraba a raudales en mi cerebro y me contaba con inexorable honestidad lo que realmente estaba pasando. Puede que precisamente la cara que puso al verme fuese muchísimo mas expresiva que todo lo que solía mostrar, la gente tenia la mala costumbre de dejarse engañar por las expresiones pero aquellos hermosos ojos decían todo lo que se podía necesitar saber: sorpresa, ignorancia y puede que incluso la incertidumbre de no saber que hacer, supongo que eso era lo mas normal cuando un fantasma se te aparecía delante de ti y te decía hola como cualquier otro día. – Sorprendida espero…
Durante mucho me pregunte que se supone que haría en esta ocasión. La ultima vez que nos vimos estuvimos a punto de matarnos sin remedio y, de algún modo, cuando me permití el lujo de no rematar a una vampira completamente desarmada y con un instinto asesino que superba al mas macabro de los humanos jure que no dejaría pasar esa oportunidad por segunda vez. ¿Era quizás por el pensamiento que había tenido con respecto a los vampiros desde siempre? Quizás si, puede que en cierto modo siguiese pensado que los humanos, que su seguridad era mucho mas importante que cualquier mente torturada por la inmortalidad. Lo peor de todo no era que mi pensamiento se derivase mas a no matarla que a otra cosa, lo que me preocupaba era no poder evitar dejar al margen ese pensamiento solo por hacer lo que se supone era correcto para los mortales. Ya me había equivocado demasiadas veces con mucha gente, no me apetecía cometer el mismo error con ella. Sabia que mis pensamientos hacia aquella mujer eran verdad, por muy vampira que fuese, solo necesitaba que ella lo descubriese por si misma. Los hombres que la acompañaban me miraban como si fuese alguna especie de lobo solitario que estaba intentando entrar en su territorio, pero a pesar de esas miradas reacias no dudaron en hacer lo que ella les pedía. – Siento decepcionarte pues… Aunque si te sirve de consuelo he estado muerto. Dejémoslo así. – Dije mientras tomaba asiento en otra de las sillas justo en frente de ella.
Durante apenas cinco segundos podía ver que las cosas no habían cambiado demasiado con respecto a mi, por una parte seguía viéndome como aquel lobo que estuvo a punto de matarla y que en lugar de eso se apiado de ella, quizás por lastima o por estupidez, pero de alguna manera seguía aquí. Apostaría lo que fuese que no se esperaba para nada el verme, y mucho menos pensar que estaba vivo, no es que tuviese cara de desagrado por mí, mas bien parecía haber una sensación de que las cosas que hasta ahora quería controlar se le escapaban de las manos. La sensación de perdida de control de Lorraine, debía admitirlo, me causaba cierta pizca de diversión y entretenimiento, quizás porque solo había visto odio en los vampiros desde que los conocía.
No obstante, y como he dicho, solo pude apreciar eso durante un breve instante, pues un hombre oliendo a sangre y a completa devoción apareció en la mesa con una niña de no mas de siete años en brazos. ¿Lorraine Von Fanel siendo… compasiva? Cuidando a una niña, curando a un humano que no tiene nada que ver más que el simple echo de llevarla por ahí, pues su uniforme de sirviente así lo indicaba, todas esas acciones no eran propias de la condesa vampira y letal que había conocido, es mas parecía como si se hubiese transformado en alguien diferente. Asentir con educación cuando se llevo a la pequeña y al criado, no me metería en sus asuntos por ahora a menos que la niña fuese una especie de aperitivo para antes de cenar y me daba la impresión de que no seria así. – Tomate el tiempo que necesites…- Sin embargo el hablar allí podía ser peligroso, al menos mientras hubiese suficientes parroquianos presentes como para que cualquiera pudiese intentar escuchar una conversación que podría llevarle a un mal destino. – Habitación catorce, en el último piso… te espero allí. – Aquello lo dije lo suficientemente bajo como para que solo el fino oído de la vampira pudiese oírlo, al menos allí tendría la seguridad de que nadie saldría herido si esta conversación se desviaba por el mismo camino que la ultima vez.
Al ver como se marchaba y la posterior subida a la ultima planta de la posada minutos después no podía evitar pensar en todo lo que había visto, no era precisamente para lo que estaba preparado, mas bien todo lo contrario. ¿Cómo debía hablar con ella ahora? ¿Pensaría que la consideraba débil ahora solo por como se comportaba? Viniendo de ella y de sus constantes inseguridades sobre si misma es posible que aquella posibilidad fuese una opción, en cualquier caso suponía que el tiempo se encargaría de todo lo demás una vez que conversación tomase autentica forma. Entre en la habitación y camine hasta la ventana, era una habitación bastante cómoda, pero no por ello demasiado lujosa. Una ventana daba a la calle trasera del edificio donde solo la oscuridad y los gatos estaban presentes. Y en la lúgubre habitación espere…
Durante mucho me pregunte que se supone que haría en esta ocasión. La ultima vez que nos vimos estuvimos a punto de matarnos sin remedio y, de algún modo, cuando me permití el lujo de no rematar a una vampira completamente desarmada y con un instinto asesino que superba al mas macabro de los humanos jure que no dejaría pasar esa oportunidad por segunda vez. ¿Era quizás por el pensamiento que había tenido con respecto a los vampiros desde siempre? Quizás si, puede que en cierto modo siguiese pensado que los humanos, que su seguridad era mucho mas importante que cualquier mente torturada por la inmortalidad. Lo peor de todo no era que mi pensamiento se derivase mas a no matarla que a otra cosa, lo que me preocupaba era no poder evitar dejar al margen ese pensamiento solo por hacer lo que se supone era correcto para los mortales. Ya me había equivocado demasiadas veces con mucha gente, no me apetecía cometer el mismo error con ella. Sabia que mis pensamientos hacia aquella mujer eran verdad, por muy vampira que fuese, solo necesitaba que ella lo descubriese por si misma. Los hombres que la acompañaban me miraban como si fuese alguna especie de lobo solitario que estaba intentando entrar en su territorio, pero a pesar de esas miradas reacias no dudaron en hacer lo que ella les pedía. – Siento decepcionarte pues… Aunque si te sirve de consuelo he estado muerto. Dejémoslo así. – Dije mientras tomaba asiento en otra de las sillas justo en frente de ella.
Durante apenas cinco segundos podía ver que las cosas no habían cambiado demasiado con respecto a mi, por una parte seguía viéndome como aquel lobo que estuvo a punto de matarla y que en lugar de eso se apiado de ella, quizás por lastima o por estupidez, pero de alguna manera seguía aquí. Apostaría lo que fuese que no se esperaba para nada el verme, y mucho menos pensar que estaba vivo, no es que tuviese cara de desagrado por mí, mas bien parecía haber una sensación de que las cosas que hasta ahora quería controlar se le escapaban de las manos. La sensación de perdida de control de Lorraine, debía admitirlo, me causaba cierta pizca de diversión y entretenimiento, quizás porque solo había visto odio en los vampiros desde que los conocía.
No obstante, y como he dicho, solo pude apreciar eso durante un breve instante, pues un hombre oliendo a sangre y a completa devoción apareció en la mesa con una niña de no mas de siete años en brazos. ¿Lorraine Von Fanel siendo… compasiva? Cuidando a una niña, curando a un humano que no tiene nada que ver más que el simple echo de llevarla por ahí, pues su uniforme de sirviente así lo indicaba, todas esas acciones no eran propias de la condesa vampira y letal que había conocido, es mas parecía como si se hubiese transformado en alguien diferente. Asentir con educación cuando se llevo a la pequeña y al criado, no me metería en sus asuntos por ahora a menos que la niña fuese una especie de aperitivo para antes de cenar y me daba la impresión de que no seria así. – Tomate el tiempo que necesites…- Sin embargo el hablar allí podía ser peligroso, al menos mientras hubiese suficientes parroquianos presentes como para que cualquiera pudiese intentar escuchar una conversación que podría llevarle a un mal destino. – Habitación catorce, en el último piso… te espero allí. – Aquello lo dije lo suficientemente bajo como para que solo el fino oído de la vampira pudiese oírlo, al menos allí tendría la seguridad de que nadie saldría herido si esta conversación se desviaba por el mismo camino que la ultima vez.
Al ver como se marchaba y la posterior subida a la ultima planta de la posada minutos después no podía evitar pensar en todo lo que había visto, no era precisamente para lo que estaba preparado, mas bien todo lo contrario. ¿Cómo debía hablar con ella ahora? ¿Pensaría que la consideraba débil ahora solo por como se comportaba? Viniendo de ella y de sus constantes inseguridades sobre si misma es posible que aquella posibilidad fuese una opción, en cualquier caso suponía que el tiempo se encargaría de todo lo demás una vez que conversación tomase autentica forma. Entre en la habitación y camine hasta la ventana, era una habitación bastante cómoda, pero no por ello demasiado lujosa. Una ventana daba a la calle trasera del edificio donde solo la oscuridad y los gatos estaban presentes. Y en la lúgubre habitación espere…
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: The past always comes back. [Lorraine]
Se queja una voz varonil en pleno silencio. Gotas de escarlata color, tienen la osadía de manchar la alfombra con su tinte. El segundero del reloj marcando la hora, se sincroniza con el suicidio de la sangre y las hiperventilaciones anuncian la carencia de oxígeno en los pulmones. Se siente débil… sus ojos están a punto de cerrarse, va a desfallecer pero el tacto de una mano femenina en su frente lo trae de regreso -¡Mírame!- Le ordena. La dama lo observa con desesperación, debió haberlo atendido antes de llegar a este punto, perder a un soldado como él sería un desperdicio. La fidelidad que le profesa a la pelinegra es impecable, su devoción es incuestionable. La danza en las flamas de las veladoras provoca que las sombras se muevan siguiendo sus pasos. Un par de colmillos se desenfundan, una mordida, la sangre brota, ojos famélicos… -Bebe- La vampiresa ha ofrecido su sangre para el humano, eso debería ayudarlo a sanar más rápido del brazo. Su hueso ya había sido colocado en su lugar gracias a Lorraine pero aún faltaban las suturas para la herida, no había aguja allí, tampoco hilo y, lo único que podía hacer era eso. Dimitri se niega a beberla, pero la fémina lo obliga con tan sólo una mirada. -¿Y la niña?- Pregunta al escuchar que alguien se aproxima a la puerta, no era necesario girar el cuello para ver de quien se trataba, Lorraine ha desarrollado sus sentidos de tal manera en que reconoce la mezcla de olores en algún sitio determinado, era Cloè. La condesa asiente una única vez, la pequeña estaría bien bajo el cuidado de esa mujer así que su trabajo allí terminó. Clava sus finos ojos penetrantes y verdosos a los azules de Dimitri, sonríe con malicia y quizá un poco de altanería –Tú te quedas aquí y no me refutes la decisión- Es su señora no puede cuestionarle nada, sin embargo, ese hombre siempre le ha acompañado desde que tiene memoria es su guardia, su centinela personal, sólo que en esta ocasión resultó herido. Gira su cuerpo para salir de la habitación y dirigirse a donde le espera él.
Camina con paso seguro por las calles de Paris, no existen críticas cerradas sobre sus andanzas, ni mucho menos miradas lascivas de caballeros perdidos en el alcohol, la gente duerme y la demás busca refugio ante el frío que amenaza la existencia del mortal, para ella… todo sigue igual. Su sonrisa se disimula con el cabello que cae en su rostro. Los pensamientos turbios comienzan a aparecer uno por uno en su mente, el recuento de los daños, los cambios y las intrigas que ha sufrido desde la última vez que lo vio. Sabe que esconder sus emociones es una completa pérdida de tiempo ante alguien como él quien pudo leerle aún cuando está escrita en un código diferente. Reconoce la derrota ante uno de los hombres que desquebrajó esa coraza. Estuvo a punto de morir por ello y, sin embargo, como fantasma de antaño regresó desde el mundo de los muertos a ¿Atormentarla? Una carcajada sonora y cómplice del viento, se escapa de sus cuerdas bucales. Lorraine Von Fanel ya no tiene demonios que amenacen su existencia porque alguien los había hecho perecer con tan sólo el rugido de su compañía, sí… Lucern, su amante, su novio, el prometido y por quien desgraciadamente, daría la vida. Se queda estática ante el umbral de la puerta de su habitación. Llegó al bendito hotel, subió las escaleras y no logró darse cuenta de como lo hizo, se había ensimismado en sus propios recuerdos que el sólo el hecho de ver el número grabado en la madera la sacó de su laberinto. “Toc, Toc, Toc” Llama tres veces, esperando a que nadie responda. ¿Nervios? ¿Cómo demonios no habría de sentirlos si ese hombre le devoró en el pasado? Gira el cerrojo, nadie le invita a pasar pero sabe que no es necesario porque él espera ¿Impaciente? Lo duda, seguro tendría mejores cosas que hacer que el hecho de encontrarse con una vieja conocida. Muerde su labio inferior y lame la gota de sangre que se derrocha. El golpe al sentido de su olfato fue devastador, toda la habitación tenía su nombre gravado. Ese jodido olor tan suyo, tan de él que la enloquece, que le atrae, que le hace perder el sentido común.
Lucien Greymark no sólo cruzó la puerta de su frialdad aquella noche en la que se conocieron dentro de las murallas de College… él, sin saberlo, hizo germinar en la fiera una semilla de atracción desquiciada. La dominó con un par de palabras y eso atrajo la atención de la dama, nadie lo había logrado hasta esa noche, pero lo había olvidado de la misma forma en que dejó atrás ese encuentro. Cierto es que el pasado no logra alcanzar al presente, pero cierto es también que la historia tiende a repetirse. Y allí está, irrumpiendo a la mitad de la noche en una habitación desconocida con un licántropo dentro -¿Me extrañaste, cielo?- Preguntó burlona divisándolo frente a la ventana, con la luminiscencia de la noche adornando su piel morena, su cabello negro, sus ojos… realzando la belleza de su perfil de hombre. Lorraine sonríe tétrica. Se escuchan el maullido de los gatos y el chillido de las ratas de aquel callejón, pero prefiere escuchar lo gutural de su voz. Las dudas de Lucien se escuchaban en sus pensamientos aún cuando ella no desea entrometerse en su cabeza ¿Cómo poder ignorar algo que habla de ti, que grita tan desesperadamente? La ceja derecha de Lorraine se arquea altaneramente. Sí, había cambiado, pero aunque la oruga haya culminado con su metamorfosis seguirá guardando su esencia. Al segundo siguiente ya se encontraba empotrando al varón contra la pared más cercana –Todavía soy capaz de destrozarte la garganta, Lucien… No he cambiado demasiado- Susurra a escasos centímetros de sus labios y rápidamente lo suelta dando dos zancadas hacia atrás, no puede permitirse ese tipo de acercamientos cuando el peligro le atrae, cuando él suena más como una tentación, no cuando… ya está comprometida.
Camina con paso seguro por las calles de Paris, no existen críticas cerradas sobre sus andanzas, ni mucho menos miradas lascivas de caballeros perdidos en el alcohol, la gente duerme y la demás busca refugio ante el frío que amenaza la existencia del mortal, para ella… todo sigue igual. Su sonrisa se disimula con el cabello que cae en su rostro. Los pensamientos turbios comienzan a aparecer uno por uno en su mente, el recuento de los daños, los cambios y las intrigas que ha sufrido desde la última vez que lo vio. Sabe que esconder sus emociones es una completa pérdida de tiempo ante alguien como él quien pudo leerle aún cuando está escrita en un código diferente. Reconoce la derrota ante uno de los hombres que desquebrajó esa coraza. Estuvo a punto de morir por ello y, sin embargo, como fantasma de antaño regresó desde el mundo de los muertos a ¿Atormentarla? Una carcajada sonora y cómplice del viento, se escapa de sus cuerdas bucales. Lorraine Von Fanel ya no tiene demonios que amenacen su existencia porque alguien los había hecho perecer con tan sólo el rugido de su compañía, sí… Lucern, su amante, su novio, el prometido y por quien desgraciadamente, daría la vida. Se queda estática ante el umbral de la puerta de su habitación. Llegó al bendito hotel, subió las escaleras y no logró darse cuenta de como lo hizo, se había ensimismado en sus propios recuerdos que el sólo el hecho de ver el número grabado en la madera la sacó de su laberinto. “Toc, Toc, Toc” Llama tres veces, esperando a que nadie responda. ¿Nervios? ¿Cómo demonios no habría de sentirlos si ese hombre le devoró en el pasado? Gira el cerrojo, nadie le invita a pasar pero sabe que no es necesario porque él espera ¿Impaciente? Lo duda, seguro tendría mejores cosas que hacer que el hecho de encontrarse con una vieja conocida. Muerde su labio inferior y lame la gota de sangre que se derrocha. El golpe al sentido de su olfato fue devastador, toda la habitación tenía su nombre gravado. Ese jodido olor tan suyo, tan de él que la enloquece, que le atrae, que le hace perder el sentido común.
Lucien Greymark no sólo cruzó la puerta de su frialdad aquella noche en la que se conocieron dentro de las murallas de College… él, sin saberlo, hizo germinar en la fiera una semilla de atracción desquiciada. La dominó con un par de palabras y eso atrajo la atención de la dama, nadie lo había logrado hasta esa noche, pero lo había olvidado de la misma forma en que dejó atrás ese encuentro. Cierto es que el pasado no logra alcanzar al presente, pero cierto es también que la historia tiende a repetirse. Y allí está, irrumpiendo a la mitad de la noche en una habitación desconocida con un licántropo dentro -¿Me extrañaste, cielo?- Preguntó burlona divisándolo frente a la ventana, con la luminiscencia de la noche adornando su piel morena, su cabello negro, sus ojos… realzando la belleza de su perfil de hombre. Lorraine sonríe tétrica. Se escuchan el maullido de los gatos y el chillido de las ratas de aquel callejón, pero prefiere escuchar lo gutural de su voz. Las dudas de Lucien se escuchaban en sus pensamientos aún cuando ella no desea entrometerse en su cabeza ¿Cómo poder ignorar algo que habla de ti, que grita tan desesperadamente? La ceja derecha de Lorraine se arquea altaneramente. Sí, había cambiado, pero aunque la oruga haya culminado con su metamorfosis seguirá guardando su esencia. Al segundo siguiente ya se encontraba empotrando al varón contra la pared más cercana –Todavía soy capaz de destrozarte la garganta, Lucien… No he cambiado demasiado- Susurra a escasos centímetros de sus labios y rápidamente lo suelta dando dos zancadas hacia atrás, no puede permitirse ese tipo de acercamientos cuando el peligro le atrae, cuando él suena más como una tentación, no cuando… ya está comprometida.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: The past always comes back. [Lorraine]
Solo debemos temer aquello que creemos que controlamos. Lorraine no se controlaba, por lo menos en los tiempos en los que la conocí su descontrol era incluso mayor que el de cualquier cachorro en luna llena. Sus instintos asesinos rozaban lo demoniaco y toda persona que se le acercaba estaba destinada al sufrimiento y la tristeza que ella le transmitía. Por alguna razón parece ser que había personas a las que eso no les importaba, incluso diría que lo disfrutaban. De un tiempo a esta parte los humanos se habían vuelto mucho más lanzados en lo que a nosotros se refiere, eran más atrevidos y curiosos ante la idea de poder codearse con seres eternos, o al menos mucho mas duraderos que el resto de las personas. No obstante a pesar de todo lo que pudiese atraerle y divertirle los humanos, ningún vampiro les cogía mas cariño del estrictamente necesario, solo confraternizaban con ellos para convertirlos o alimentarse de ellos en algún sentido. ¿Por qué tener entonces esa amabilidad? Era una pregunta que me rondaba la cabeza desde hacia bastante tiempo, una que a ojos de todo el mundo seguía siendo irrelevante pues no habían conocido a Lorraine como yo. Aquella noche había visto en sus ojos la persona que era y la que podía ser, y pensé que se negaría esa realidad a si misma mientras siguiese semiviva, pero no lo había echo. La curiosidad por lo que había motivado aquel cambio era más que evidente y me motivaba mas a realizar mis planes de esta noche, puede que ahora fuese más bondadosa que antes, mas considerada con las vidas humanas pero eso no era suficiente. Había algo mas que aun debía aprender, y ningún vampiro seria capaz de enseñárselo, ninguno entendería lo que significaba eso porque simplemente no se lo planteaban, no tenían esa consideración.
El sonido de los pasos en el pasillo recuerda la solidez de sus pasos, la arrogancia con la que siempre se movía. Su perfume es intenso y persistente, por alguna razón el olor típico a muerte que la rodeaba era mucho menos intenso ahora, es cierto que seguía oliendo a sangre y a otras muchas cosas. A veces el tener en el olfato la capacidad de discernir emociones resultaba una pesadez, te obligaba a constatar y estar atento a lo que ocurría en lugar de dejarte llevar por tus instintos. Los pasos se detuvieron delante de la puerta, ¿dudaba? No estaba seguro de si lo haría, ni tampoco de si sabría encajar lo que tenia que decirle, pero si había soportado la primera vez, esperaba que se hubiese echo lo bastante fuerte como para asimilar la segunda. Tres golpes sordos dan contra la puerta de madera y solo tarda dos segundos más en entrar. Su aroma despide una esencia de nerviosismo, puede que por el echo de que vaya a dejarla en una posición complicada. ¿Pensaría que había vuelto para acabar el trabajo que empecé? Quizás era una de los únicos cinco vampiros que no estaba dispuesto a matar, cosa curiosa pues no mucho podía jactarse de tener ese trato, pero no era solo eso… Lorraine era una de las pocas vampiras por las que me había sentido… ¿Que? ¿Atraído? No sabia del todo como explicarlo, supongo que el ver a la maravillosa mujer que podía ser, tanto fuera como por dentro, era algo que me llamaba más que cualquier otra cosa. Hasta el hombre mas ciego vería que ella era hermosa, una mujer que solo con mirarte te convencería para morir por ella, puede que fuese la primera vampira en conseguir algo así. – Extrañe tu vena alocada… por lo visto sigues siendo tan excéntrica como siempre. – Su siguiente reacción fue mas agresiva, mas cercana a lo que recordaba de ella. A pesar de que su velocidad en aquella ocasión no era la mas elevada la deje hacer, una parte importante de Lorraine es que siempre necesitaba demostrarse a si misma que podía hacer cualquier cosa, era uno de sus muchos modos de autoprotegerse, amenazar para no sentirse intimidada. – Veo que he perdido facultades en lo que a cerrar la mente se refiere… - Nada mas alejarse de nuevo sentí que era el momento de recordarle viejos tiempo. Avanza a toda prisa y le agarre los brazos llevándoselos a la espalda. – Pero no olvides que yo no soy un cordero manso…
Mis brazos rodeaban si estilizado cuerpo lo suficientemente cerca como para ver esos ojos de cerca, aquellos que me habían contado tanto de ella como un libro abierto. Al menos el mal genio lo mantenía, pero mis sospechas iniciales sobre su gran defecto se confirmaban con esto, quizás después de esta noche, pudiese darse cuenta de a que me refería desde que la conocí. Le solté las manos poco a poco y, con una libertad que a lo mejor no me era permitida, roce su mejilla con mis dedos. Seguía estando fría al tacto, quizás más de lo que recordaba. – Creía que esta vez serias más amable, ya que también hablas con un muerto… legalmente hablando al menos. – Aparte una de las sillas del pequeño escritorio que había en la habitación y se la ofrecí, por una vez no estaba de mas ser un poco caballeroso. Después de eso me senté en la cama a esperar, tenia que tener en cuanta lo alocada que podía ser antes de hacerle esta propuesta. – Debo decir que me has sorprendido bastante. Nunca pensé que te comportarías de esa manera abajo… Te parecerá ridículo pero me he sentido increíblemente fascinado por cuanto has cambiado. No del todo por supuesto. – Dije antes de que se tomase de nuevo a mal y respondiese como antes, que difícil era tratar con ella de vez en cuando. – Cuéntame. ¿Qué has hecho en este tiempo que no he estado para vigilarte?
El sonido de los pasos en el pasillo recuerda la solidez de sus pasos, la arrogancia con la que siempre se movía. Su perfume es intenso y persistente, por alguna razón el olor típico a muerte que la rodeaba era mucho menos intenso ahora, es cierto que seguía oliendo a sangre y a otras muchas cosas. A veces el tener en el olfato la capacidad de discernir emociones resultaba una pesadez, te obligaba a constatar y estar atento a lo que ocurría en lugar de dejarte llevar por tus instintos. Los pasos se detuvieron delante de la puerta, ¿dudaba? No estaba seguro de si lo haría, ni tampoco de si sabría encajar lo que tenia que decirle, pero si había soportado la primera vez, esperaba que se hubiese echo lo bastante fuerte como para asimilar la segunda. Tres golpes sordos dan contra la puerta de madera y solo tarda dos segundos más en entrar. Su aroma despide una esencia de nerviosismo, puede que por el echo de que vaya a dejarla en una posición complicada. ¿Pensaría que había vuelto para acabar el trabajo que empecé? Quizás era una de los únicos cinco vampiros que no estaba dispuesto a matar, cosa curiosa pues no mucho podía jactarse de tener ese trato, pero no era solo eso… Lorraine era una de las pocas vampiras por las que me había sentido… ¿Que? ¿Atraído? No sabia del todo como explicarlo, supongo que el ver a la maravillosa mujer que podía ser, tanto fuera como por dentro, era algo que me llamaba más que cualquier otra cosa. Hasta el hombre mas ciego vería que ella era hermosa, una mujer que solo con mirarte te convencería para morir por ella, puede que fuese la primera vampira en conseguir algo así. – Extrañe tu vena alocada… por lo visto sigues siendo tan excéntrica como siempre. – Su siguiente reacción fue mas agresiva, mas cercana a lo que recordaba de ella. A pesar de que su velocidad en aquella ocasión no era la mas elevada la deje hacer, una parte importante de Lorraine es que siempre necesitaba demostrarse a si misma que podía hacer cualquier cosa, era uno de sus muchos modos de autoprotegerse, amenazar para no sentirse intimidada. – Veo que he perdido facultades en lo que a cerrar la mente se refiere… - Nada mas alejarse de nuevo sentí que era el momento de recordarle viejos tiempo. Avanza a toda prisa y le agarre los brazos llevándoselos a la espalda. – Pero no olvides que yo no soy un cordero manso…
Mis brazos rodeaban si estilizado cuerpo lo suficientemente cerca como para ver esos ojos de cerca, aquellos que me habían contado tanto de ella como un libro abierto. Al menos el mal genio lo mantenía, pero mis sospechas iniciales sobre su gran defecto se confirmaban con esto, quizás después de esta noche, pudiese darse cuenta de a que me refería desde que la conocí. Le solté las manos poco a poco y, con una libertad que a lo mejor no me era permitida, roce su mejilla con mis dedos. Seguía estando fría al tacto, quizás más de lo que recordaba. – Creía que esta vez serias más amable, ya que también hablas con un muerto… legalmente hablando al menos. – Aparte una de las sillas del pequeño escritorio que había en la habitación y se la ofrecí, por una vez no estaba de mas ser un poco caballeroso. Después de eso me senté en la cama a esperar, tenia que tener en cuanta lo alocada que podía ser antes de hacerle esta propuesta. – Debo decir que me has sorprendido bastante. Nunca pensé que te comportarías de esa manera abajo… Te parecerá ridículo pero me he sentido increíblemente fascinado por cuanto has cambiado. No del todo por supuesto. – Dije antes de que se tomase de nuevo a mal y respondiese como antes, que difícil era tratar con ella de vez en cuando. – Cuéntame. ¿Qué has hecho en este tiempo que no he estado para vigilarte?
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: The past always comes back. [Lorraine]
Esos movimientos feroces eran los que precisamente se quedaron impregnados en su memoria, lo mismo con ese hedor que despide desde cada poro de su piel. Lo recuerda como si hubiese sido una noche antes en que ambos danzaron bajo la luz de unas veladoras casi extintas, el vals de media noche, el vals de la muerte. ¿Qué hubiese pasado si él la derrota? Pero el juego del destino traza caminos insospechados y ahora se encuentran cara a cara, con esas amenazantes sonrisas. Le es inevitable emitir un gemido al sentir el contacto de su piel tan cerca a la de ella, la temperatura que Lucien tiene es más cálida de lo que recuerda. Un impulso, desde lo más profundo de sus traicioneras entrañas, incita a la mujer a probar esos labios llenos de pecado y lujuria. Sabe que él está por ella lo mismo que ella por él, pero es un error, ¡Todo es un jodido y maldito error! El roce de sus dedos e su mejilla, una caricia que enloquecería al demonio de ser posible, a Lorraine no le es indiferente. Pudo haberse derretido, sus rodillas quizá lucharon para no flaquear ante el calor, pero la realidad es que no lo tiene permitido, no puede perder la poca cordura que le queda, no a estas alturas… Agradece al infierno el hecho de que se separase, suspira con alivio, baja la mirada y se gira sobre sus talones para verle a la cara. Sonríe con un toque amargo, ante el ‘chiste’ del licántropo, hace una mueca antes de responder y se recarga en el muro tras de ella –No esperaba menos de ti, también sigues siendo tan ‘caballeroso’ aún después de la muerte… Irónico es, saberte muerto y yo sentirme más viva que nunca- Tomó la silla por el respaldo pero no se sentó.
Los pensamientos de Lorraine son un reverendo caos, apenas puede estar segura de estar presente ante él, Lucien. Sacude su cabeza escuchando vagamente la última pregunta que él hizo. Se carcajea socarronamente ¿Vigilarle, a ella? ¡¿Es una broma?! Lo que haga o deje de hacer la condesa no es de incumbencia para el licántropo, o al menos eso es lo que ella creía hasta entonces. Como sea, no se pondrá a revelar sus planes o los últimos asesinatos que ha cometido. Expiar sus culpas ante Lucien no disminuiría el pecado, decir el nombre de sus víctimas tampoco los traería de regreso y, es verdad que se debe mencionar el hecho de que no es el único vampiro en el territorio Parisino, hay incluso algunos aún más atroces que Von Fanel, entonces todos aquellos desaparecidos no pueden ser acarreados a la cuenta personal de la vampiresa. Su ceño fruncido, sus brazos cruzados, la mirada perdida en algún punto en los callejones o quizá en esa luna creciente que poco le hace falta para ser luna llena. Cambia de posición y observa la piel morena de Lucien, en sus pensamientos se cuestiona ¿Qué tan fuerte sería bajo la maldición de la luna llena? Arquea una ceja excitada por la diversión que se esconde tras el peligro de una alucinante idea. Ladea la cabeza ligeramente, rompe el candado de sus brazos y se sienta en la silla –Que bueno que estás sentado, la noticia que te daré puede resultarte apocalíptica- Termina la oración con una sonrisa llena de sarna.
No está preparada para decirlo, pero dadas las fechas, el nerviosismo que grita en cada una de sus expresiones faciales, el ardor que siente quemando todo su interior, la asfixia mental, los mareos y todo lo que humanamente es posible; se lo develará a última hora, además las noticias vuelan rápido y es muy probable que toda Inglaterra esté enterada de los movimientos que ocurrirán en la realeza. Traga saliva, realmente no sabe como escupirlo y, si se fijasen en sus pupilas, la felicidad que irradia es monstruosa. Abre sus labios, está a punto de pronunciar las palabras pero se arrepiente… Se pone de pie en un movimiento sordo y agresivo, la silla cae, el estruendo rompe el silencio y Lorraine se sienta al lado de Lucien pícaramente, extiende su cuello para alcanzar el oído del licántropo para susurrar –Me comprometí- Coloca su mano izquierda a la altura de su rostro para mostrarle el anillo que Lucern le había dado meses atrás. Brinca de la cama, levanta los brazos hacia el techo, gira por la habitación, desenfunda los colmillos, está extasiada… -¡Me casaré! ¿Puedes creerlo?- Clava su mirada en los ojos de Lucien y lo observa, esa no es la respuesta que él esperaba escuchar de ella –Ah, sí… y he cercenado las cabezas de diez hombres para brindar por el compromiso- Comenta con humor de negro, sí… ha enviado al infierno a esa cantidad de hombres e inclusive más, pero jamás sospecharían que ha sido la condesa, no hay cadáveres que lo prueben… y Gilles, Gilles siempre cubriría los pasos de la fémina. -¿No estás feliz por mí?- Pregunta, necesita saber que opina él de eso… después de todo y, dado que es el único que la conoce realmente aparte de Luther, lo considera como un ¿amigo? Sí, sí, Lorraine tiene una mente retorcida que funciona diferente al resto…
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: The past always comes back. [Lorraine]
Dicen que Dios creo a las mujeres hermosas para los hombres sin imaginación, y sin duda era una forma mas de burlarse de nosotros. Desde que había conocido a aquella mujer había una parte de mi que peleaba por salir, una parte de que la mayor parte del tiempo permanecía en un sueño aletargado, como en un mundo de inopia a donde no llegaba nada del mundo exterior, pero ella lo sacaba. Los licántropos éramos monstruos, una consciencia animal se retorcía en nuestra mente privándonos de cualquier pensamiento humano que pudiese llegarnos, era como si todos nuestros instintos mas básicos se viesen puestos en guerra por dominarnos. Creía haber controlado esos impulsos hacia mucho, pero por alguna razón cada vez que estaba con ella esos pensamientos afloraban, unos que directamente me incitaban a tomar posesión de aquella mujer sin que nada mas importase, ni su condición, ni mis pensamientos, ni la ética… nada de lo que pudiese considerarse racional tenia sentido cuando tenia a la vampiresa delante. Quizás la razón por la que había querido matarla en una primera instancia era precisamente por eso, por miedo. No era temor a la muerte lo que atenazaba mi frio corazón, estaba preparado para morir e ir al infierno hace mucho, sino más bien el miedo al descontrol, a perder el sentido de la poca humanidad que me quedaba en aras de la lujuria y el salvajismo. Una mala idea sin duda. Incluso el olor que despedía me confundía mas aun, pues todo lo que despedía eran ansias, una sed que difícilmente se podría comparar a la necesidad de alimentarse de vidas inocentes que ella tenia. Era demasiado complicado como para poder entender nada de ello. – Puedo seguir muerto, pero al menos sigo estando aquí… A no ser que prefieras otra cosa. – Lo decía en serio, se sentía de verdad viva, se notaba en sus ojos, en su voz, era como si hubiese encontrado el camino que necesitaba desde hacia tanto sin habérselo propuesto, como si siempre hubiese estado allí. – Eso he podido apreciar, da gusto ver que algo de aquella niña sigue con vida… te sienta bien. – Me preguntaba si alguien había hablado con esa niña alguna vez, si Lorraine permitiría que saliese en algún momento. Lo dudaba mucho.
No es que uno de mis planes fuese vigilarla, tenia demasiadas cosas que hacer primero antes que centrarme en ella y, si bien lamentaba la muerte de los pobres mortales que habían tenido la mala suerte de estar en sus garras, había una forma de que eso dejase de ser un problema para mi, siempre y cuando ella estuviese dispuesta a escucharme, aunque siendo quien era dudaba que solo las palabras fuesen suficientes para persuadirla de cualquier cosa. – Supongo que el que matases a aquel hombre en el sur de Francia no era nada importante… A no ser que los Nemesis os dediquéis ahora a matar por placer a las piezas de vuestras maquinaciones. – La Cámara estaba siendo un problema, no porque no cumpliesen sus partes en la tregua sino porque eran demasiados, tener controlados a tantos vampiros era una imposibilidad física, pero teniendo en cuenta lo que era capaz de hacer esta vampira en cuestión, prefería estar pendiente de lo que planease. En cuanto a su segunda noticia, ya era mas preocupante, pues cuando la vampiresa hablaba de una noticia apocalíptica había que tomárselo de una forma literal, no solo como una expresión exagerada de una idea preconcebida - ¿Qué podrá ser me pregunto? Ten cuidado con lo que me dices, últimamente tengo la impresión de estar haciéndome mas viejo.- El matarme de un infarto no seria algo que le doliese mucho… ¿o si? Aquel olor que despedía era de pura expectación, pero también había cierta… ¿preocupación? Puede que solo fuesen imaginaciones mías.
Aquella idea si que resultaba extraña, del mismo modo que inquietante: Lorraine nerviosa… pero de alguna manera, tanto por su expresión como por el tono de voz que emplea para contarlo parece como si estuviese siendo feliz por primera vez en mucho tiempo. Las palabras se desclizan en mi oído lentamente, era como si cada palabra fuese un puñal directo a musculos pequeños del cuerpo pero extremadamente sensibles. ¿Casada? A pesar de que intentaba ocultar mi impresión, mucho me temo que no podía disimularse demasiado, ¿Cómo disimular algo cuando todo tu cuerpo esta exaltado ante un impacto semejante? Una parte de mi no podía evitar pensar que pasaría con ella, quizás por la idea que me habia atezado hacia solo un par de minutos cuando acaricie su cara, quizás por la preocupacion que suponía que alguien la entendiese mejor que yo… no lo tenia muy claro, era como si mi cerebro no quisiese reaccionar coherentemente. - Si te soy sincero… No, no me lo creo. – Ahora mi rostro a recuperado la forma característica, una expresión carente de emoción o precisión, y su pregunta posterior supongo que era como la gota que colmaba el vaso. Debía ser realista, Lorraine y yo no teníamos nada en común, su declaración sobre como celebraba un compromiso era la prueba evidente, pero por algún motivo ese hombre que llenaba sus pensamientos era objeto de mal humor para mi. - ¿Le quieres? – Era la única pregunta que me venia a la mente, era una respuesta que necesitaba con urgencia no por mi, sino mas bien por ella. Conocía a Lorraine y el “hasta que la muerte nos separe” no era algo muy aplicable entre vampiros, para siempre no es fácil de cumplir cuando uno vive eternamente. En cuanto al detalle de los hombres… puede que fuese el puente perfecto para tratar esa cuestión, quizás era el momento de ver hasta que punto podía ser mejor de lo que era.- En cuanto a tus celebraciones, quizás puedas ayudarme en un asunto… uno que requiere tu singular… toque. Si es que te ves capaz claro. – Sentía la necesidad de acabar con el tema del matrimonio lo antes posible, me desagradaba. Lore se había convertido en alguien que me resultaba intrigante, creía que podía ser maravillosa, incluso mejor que cualquier humano, la idea de que cambiase solo para agradar a alguien no era correcta, debía cambiar por ella y… que difícil era explicar algo que yo veía como obvio.
No es que uno de mis planes fuese vigilarla, tenia demasiadas cosas que hacer primero antes que centrarme en ella y, si bien lamentaba la muerte de los pobres mortales que habían tenido la mala suerte de estar en sus garras, había una forma de que eso dejase de ser un problema para mi, siempre y cuando ella estuviese dispuesta a escucharme, aunque siendo quien era dudaba que solo las palabras fuesen suficientes para persuadirla de cualquier cosa. – Supongo que el que matases a aquel hombre en el sur de Francia no era nada importante… A no ser que los Nemesis os dediquéis ahora a matar por placer a las piezas de vuestras maquinaciones. – La Cámara estaba siendo un problema, no porque no cumpliesen sus partes en la tregua sino porque eran demasiados, tener controlados a tantos vampiros era una imposibilidad física, pero teniendo en cuenta lo que era capaz de hacer esta vampira en cuestión, prefería estar pendiente de lo que planease. En cuanto a su segunda noticia, ya era mas preocupante, pues cuando la vampiresa hablaba de una noticia apocalíptica había que tomárselo de una forma literal, no solo como una expresión exagerada de una idea preconcebida - ¿Qué podrá ser me pregunto? Ten cuidado con lo que me dices, últimamente tengo la impresión de estar haciéndome mas viejo.- El matarme de un infarto no seria algo que le doliese mucho… ¿o si? Aquel olor que despedía era de pura expectación, pero también había cierta… ¿preocupación? Puede que solo fuesen imaginaciones mías.
Aquella idea si que resultaba extraña, del mismo modo que inquietante: Lorraine nerviosa… pero de alguna manera, tanto por su expresión como por el tono de voz que emplea para contarlo parece como si estuviese siendo feliz por primera vez en mucho tiempo. Las palabras se desclizan en mi oído lentamente, era como si cada palabra fuese un puñal directo a musculos pequeños del cuerpo pero extremadamente sensibles. ¿Casada? A pesar de que intentaba ocultar mi impresión, mucho me temo que no podía disimularse demasiado, ¿Cómo disimular algo cuando todo tu cuerpo esta exaltado ante un impacto semejante? Una parte de mi no podía evitar pensar que pasaría con ella, quizás por la idea que me habia atezado hacia solo un par de minutos cuando acaricie su cara, quizás por la preocupacion que suponía que alguien la entendiese mejor que yo… no lo tenia muy claro, era como si mi cerebro no quisiese reaccionar coherentemente. - Si te soy sincero… No, no me lo creo. – Ahora mi rostro a recuperado la forma característica, una expresión carente de emoción o precisión, y su pregunta posterior supongo que era como la gota que colmaba el vaso. Debía ser realista, Lorraine y yo no teníamos nada en común, su declaración sobre como celebraba un compromiso era la prueba evidente, pero por algún motivo ese hombre que llenaba sus pensamientos era objeto de mal humor para mi. - ¿Le quieres? – Era la única pregunta que me venia a la mente, era una respuesta que necesitaba con urgencia no por mi, sino mas bien por ella. Conocía a Lorraine y el “hasta que la muerte nos separe” no era algo muy aplicable entre vampiros, para siempre no es fácil de cumplir cuando uno vive eternamente. En cuanto al detalle de los hombres… puede que fuese el puente perfecto para tratar esa cuestión, quizás era el momento de ver hasta que punto podía ser mejor de lo que era.- En cuanto a tus celebraciones, quizás puedas ayudarme en un asunto… uno que requiere tu singular… toque. Si es que te ves capaz claro. – Sentía la necesidad de acabar con el tema del matrimonio lo antes posible, me desagradaba. Lore se había convertido en alguien que me resultaba intrigante, creía que podía ser maravillosa, incluso mejor que cualquier humano, la idea de que cambiase solo para agradar a alguien no era correcta, debía cambiar por ella y… que difícil era explicar algo que yo veía como obvio.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: The past always comes back. [Lorraine]
Sus ojos destellan al escucha en sus pensamientos la pronunciación de su nombre. Una sonrisa vagabunda se expía desde sus labios y no puede evitar sentirse tan frágil en ese momento. Gira sobre la punta de sus talones buscando la mirada de Lucien y entonces se da cuenta. No es la única con una mente insidiosa. La posición de sus manos, lo tensado de sus piernas sus orbes fijos, sus labios oprimidos… deja su festejo de lado y trata de enfocar su atención en otra parte que no sea él, que no sea su cabeza como el libro abierto y fácil de leer. Entrelaza los dedos de sus manos comenzando a jugar con el anillo de compromiso. Exhala el aire que atrapó en sus pulmones debido al éxtasis de dar la noticia, se sienta junto a él y acaricia su cabello, no le teme, nunca lo ha hecho ¿Por qué comenzar ahora? Posa sus felinos orbes en el rostro de su acompañante. Observa con lujo de detalle la composición de su expresión; sentimientos encontrados y fuerte sensación de pérdida quizá. ¿Quién mejor si no ella para darse cuenta? Lorraine muerde su labio inferior, su rostro está lleno de tranquilidad y paz que bien se puede jurar no es ella quien se muestra frente a él y, de cierta forma así es. Parte de la sádica mujer que conoció, pereció en los brazos de otro hombre. Sus miedos, los demonios que estuvieron atormentándole en vida, desquebrajando su interior, enloqueciendo su alma, devorando la libertad de sentirse mortal… todos y cada uno de ellos fueron regresados al infierno por el fuego –la luz- que él representa en la eternidad de su penumbras.
Inconscientemente, posa su cabeza en el arco de su cuello… se apoya en él porque lo necesita. Lorraine es como un Santuario que depende de sus pilares y por el momento sólo poseía tres. Si uno llega a desmoronarse, es muy probable que la fémina también. Permanece recostada en él escuchando su pregunta; un anhelo felón se escabulle en la tonalidad de su voz, ella lo percibe quedándose callada. Existe en las emociones de la dama, algo muy parecido a la decepción pero sin llegar a serlo, es como si sintiera un poco de pena o desesperanza al verlo de esa manera ¿Dónde quedó el licántropo altanero que conoció? ¿Aquel hombre que destruiría a una mujer por el hecho de ser una asesina? ¿El hombre feroz que no sólo se disfraza de bestia en las noches de luna llena? Toma su mano con ambas de las suyas, entrelaza sus dedos y comienza a jugar como infante con ellos -¿Quererle?- Pregunta retórica. Se queda en silencio durante un segundo –No- Responde pausadamente, con un suspiro que lo dice todo –Lo amo- termina. Tal vez un demonio como ella no pueda entender el concepto de esa palabra como tal, quizá confunda el significado, pero las sensaciones del cuerpo y la emociones del alma seguirán siendo las mismas para todos. No importa que sea un ángel, que interesa si se trata de un demonio como lo es la condesa… “El amor más puro descansa en el corazón del diablo”. Sonríe abiertamente encontrando la certeza de ese pensamiento. ¿Por qué es tan real? Simplemente porque el diablo no había amado nunca y, al romper con su gélido escudo, entregó todo de si, lo que ocultaba, su tesoro más preciado.
Pudo haberle dedicado una letanía lírica sobre lo que siente por él, pudo descrito cada uno de los acontecimientos que se desarrollaron en su ausencia pero no lo hizo. Basta sólo con la pronunciación de esa ponzoñosa palabra. -¿Sólo dirás eso?- Escuchó la frase continua a sus dudas. Se separó de él y sacudió su cabeza confundida pero no soltó su mano. ¿Se había equivocado? Frunce el ceño encontrando una solución a su error, pero se ve en la necesidad de dejarlo todo pasar. Si él así lo deseaba ella le seguiría la corriente. Aspira el aire como si en verdad necesitara sentir el oxígeno corriendo por sus pulmones. –Está bien- Dice rendida ante Lucien. -¿Mi singular toque?- Arquea una ceja mirándolo fijamente. No tiene ni la más mínima idea de a lo que se refiera, pero su comentario fue más como un reto, algo que la ponía a prueba que la necesidad de un favor o al menos eso fue lo que interpretó. Tuerce los labios en una mueca -¿Acaso no puedes tu solo?- Pregunta burlona, con sarna de esa que sólo entre ellos sabían darse y decirse -¿De qué se trata? ¿Cercenar cabezas?- el tono de su voz es a manera de broma, pero sin perder la esperanza que fuese real -Sabes que si está en mis manos, tal vez te ayude… ¿Qué ganaría yo?- Regresa a ser la interesada mujer, es algo que no puede evitar, está inscrito en las venas de su ser, en el carácter de su vampirismo. Ganar-Ganar, no hay de otra para los de su raza, así que no debería ser una sorpresa su reacción ante la petición de Lucien, el problema radica en si de verdad lo ayudaría o no.
Inconscientemente, posa su cabeza en el arco de su cuello… se apoya en él porque lo necesita. Lorraine es como un Santuario que depende de sus pilares y por el momento sólo poseía tres. Si uno llega a desmoronarse, es muy probable que la fémina también. Permanece recostada en él escuchando su pregunta; un anhelo felón se escabulle en la tonalidad de su voz, ella lo percibe quedándose callada. Existe en las emociones de la dama, algo muy parecido a la decepción pero sin llegar a serlo, es como si sintiera un poco de pena o desesperanza al verlo de esa manera ¿Dónde quedó el licántropo altanero que conoció? ¿Aquel hombre que destruiría a una mujer por el hecho de ser una asesina? ¿El hombre feroz que no sólo se disfraza de bestia en las noches de luna llena? Toma su mano con ambas de las suyas, entrelaza sus dedos y comienza a jugar como infante con ellos -¿Quererle?- Pregunta retórica. Se queda en silencio durante un segundo –No- Responde pausadamente, con un suspiro que lo dice todo –Lo amo- termina. Tal vez un demonio como ella no pueda entender el concepto de esa palabra como tal, quizá confunda el significado, pero las sensaciones del cuerpo y la emociones del alma seguirán siendo las mismas para todos. No importa que sea un ángel, que interesa si se trata de un demonio como lo es la condesa… “El amor más puro descansa en el corazón del diablo”. Sonríe abiertamente encontrando la certeza de ese pensamiento. ¿Por qué es tan real? Simplemente porque el diablo no había amado nunca y, al romper con su gélido escudo, entregó todo de si, lo que ocultaba, su tesoro más preciado.
Pudo haberle dedicado una letanía lírica sobre lo que siente por él, pudo descrito cada uno de los acontecimientos que se desarrollaron en su ausencia pero no lo hizo. Basta sólo con la pronunciación de esa ponzoñosa palabra. -¿Sólo dirás eso?- Escuchó la frase continua a sus dudas. Se separó de él y sacudió su cabeza confundida pero no soltó su mano. ¿Se había equivocado? Frunce el ceño encontrando una solución a su error, pero se ve en la necesidad de dejarlo todo pasar. Si él así lo deseaba ella le seguiría la corriente. Aspira el aire como si en verdad necesitara sentir el oxígeno corriendo por sus pulmones. –Está bien- Dice rendida ante Lucien. -¿Mi singular toque?- Arquea una ceja mirándolo fijamente. No tiene ni la más mínima idea de a lo que se refiera, pero su comentario fue más como un reto, algo que la ponía a prueba que la necesidad de un favor o al menos eso fue lo que interpretó. Tuerce los labios en una mueca -¿Acaso no puedes tu solo?- Pregunta burlona, con sarna de esa que sólo entre ellos sabían darse y decirse -¿De qué se trata? ¿Cercenar cabezas?- el tono de su voz es a manera de broma, pero sin perder la esperanza que fuese real -Sabes que si está en mis manos, tal vez te ayude… ¿Qué ganaría yo?- Regresa a ser la interesada mujer, es algo que no puede evitar, está inscrito en las venas de su ser, en el carácter de su vampirismo. Ganar-Ganar, no hay de otra para los de su raza, así que no debería ser una sorpresa su reacción ante la petición de Lucien, el problema radica en si de verdad lo ayudaría o no.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: The past always comes back. [Lorraine]
¿Qué se supone que debo hacer? La libertad y determinación de hacer lo que era correcto siempre estaba, era como desde hace mucho me sintiese compelido a hacer lo que era mas necesario. Mi persona no importaba, mi vida no importaba, solo era relevante que el objetivo se cumpliese. Irónico que ahora, después de casi treinta años haciendo siempre lo correcto, estuviese a punto de dejar de lado toda lógica y sentido de la moralidad por alguien. Solo una sonrisa podría dar a entender mi confusión, pues hacia apenas un año habría matado a aquella mujer sin contemplaciones, solo por el hecho de haber matado ya se merecía el infierno pero ¿Qué había de mí? ¿No lo merecía yo también? Supongo que la diferencia irreversible entre los dos era que existía un arrepentimiento, que el echo de que yo hubiese matado no era por placer o por diversión, sino que mas bien se trataba de eliminar un mal que no debía existir, y ahora después de tanto tiempo con las ideas claras, se presentaba ante mi una mujer que resultaba ser todo lo que había condenado durante años… y era incapaz de matarla. No creía que fuese necesario decírselo, pues tampoco creo que ella lo entendiese. Quizás yo era algo mas para ella que un simple mortal más que estaba en un periodo de sus largos años de vida, pero aun así seguía sin cambiar mi perspectiva, ella no veía lo especial que podía llegar a ser, lo increíble que podría resultar ante los ojos de cualquiera, y no por su belleza no, sino por el corazón que decía no tener y que mantenía oculto. En todo este tiempo me había dado cuenta de algo, la única razón por la que estaba aquí era para conseguir que ella estuviese a salvo, aunque para ello tuviese que hacerle daño en el proceso. Esperaba que pudiese perdonarme.
Su declaración era firme, mas convencida de lo que me hubiese gustado admitir. Enamorada… que extraño resultaba oír esa confesión y que doliese tanto. Lorraine no era una mujer a la que pudiese amar, ni muchísimo menos, pero siempre había existido con ella algo que resultaba inexplicable, se podía decir que sacaba lo peor de mi, una parte de mi mismo que era provocada cada vez que me miraba y que me decía cuanto significaba para el ese hombre que ahora tenia en su vida. La ira… esa tan incontrolable y al mismo tiempo sin sentido que no tenia nada que ver con lo que tenia que pasar, pero que aun así existía, una ira que ya me estaba haciendo obviar la respuesta mas normal y sencilla, que era darle la enhorabuena y dejar que siguiese con su vida. Me levante de la cama haciendo caso omiso de aquellas caricias y de esa mirada fija en sus ojos oscuros, una mirada que me haría perder el control que me quedaba si seguía de esa manera. - ¿Qué esperas que te diga…? – Al girarme los ojos estaban abiertos, casi parecía que la rabia se me iba a salir por la garganta, hasta que el brazo se movió por si solo haciendo un agujero en la pared que daba a la calle de atrás. – Pretendes que me quede tranquilo ante la idea de que te cases sin mas… - Los pasos que nos separaban se convirtieron en polvo, y la mirada comprensiva que siempre había en mi se había borrado casi por completo ante la actitud de la bestia que amenazaba con salir de su jaula. La tome por el cuello y la empuje hacia atrás tumbándola en la cama. - ¿Quieres que diga que me alegro por él? Pues no… Solo siento ganas de arrancarle el corazón del pecho… solo quiero que sienta el dolor que debería estar sintiendo aquel que te pierde. Si eso supone que vuelvo a ser un monstruo, que así sea.
Estaba perdiendo los nervios, me estaba comportando como el monstruo que llevaba años intentando no ser, y todo por un hombre que seguramente no tenia la culpa, solo era mi propia naturaleza egoísta, esa misma que hacia salir los colmillos al licántropo que era y que miraba a aquella mujer como alguien que debería haber sido para el. Un suspiro ahogado y una cuenta interna me permitieron devolver los colmillos a su sitio, ocultos a la mirada de todos los demás. – Tienes lo que siempre habías buscado Lore… alguien que te quiera por encima de todo. No tengo derecho a decir nada al respecto, la decisión siempre ha sido tuya, no mía. – Nada de lo que yo dijese o pensase cambiaria su opinión. La verdad, me había molestado ver que ella resultaba ser tan feliz con ese hombre fuese quien fuese, mientras que cada día yo estaba más muerto, había empezado a morir poco a poco, día a día y sin remedio desde que me convertí, y supongo que me había resignado a la idea de pararlo hace tanto que, el que alguien consiguiese volver a tener una vida, suponía un autentico dolor que nadie mas era capaz de soportar.
A lo mejor lo que se avecinaba era precisamente lo que necesitábamos, tanto el uno como el otro. Yo quería olvidarme de todo lo que suponía el hecho de que ella se casase, y ella por que simplemente necesitaba que esto ocurriese. Puede que hubiese avanzado mucho en este año que no nos habíamos visto, pero aun faltaba darle un último detalle, algo que no había conseguido aprender pues no se había dado cuenta. – Ganarías más de lo que te imaginas. He estado pensado mucho y, después de verte con esa niña, creo que estas preparada para saberlo. – Fui hasta la ventana donde hace solo un momento estaba asomado, y donde ahora un hueco del tamaño de un cántaro dejaba entrar el aire frio nocturno. Abrí la ventana y observe que no hubiese nadie a la vista. – Sígueme… si puedes. – Salte por la ventana hacia la pared del edificio contiguo y lo utilice como trampolín para llegar a la azotea. Con la misma empecé a correr en dirección este por los tejados. No necesitaba mirar hacia atrás, sabia que ella me seguía.
Su declaración era firme, mas convencida de lo que me hubiese gustado admitir. Enamorada… que extraño resultaba oír esa confesión y que doliese tanto. Lorraine no era una mujer a la que pudiese amar, ni muchísimo menos, pero siempre había existido con ella algo que resultaba inexplicable, se podía decir que sacaba lo peor de mi, una parte de mi mismo que era provocada cada vez que me miraba y que me decía cuanto significaba para el ese hombre que ahora tenia en su vida. La ira… esa tan incontrolable y al mismo tiempo sin sentido que no tenia nada que ver con lo que tenia que pasar, pero que aun así existía, una ira que ya me estaba haciendo obviar la respuesta mas normal y sencilla, que era darle la enhorabuena y dejar que siguiese con su vida. Me levante de la cama haciendo caso omiso de aquellas caricias y de esa mirada fija en sus ojos oscuros, una mirada que me haría perder el control que me quedaba si seguía de esa manera. - ¿Qué esperas que te diga…? – Al girarme los ojos estaban abiertos, casi parecía que la rabia se me iba a salir por la garganta, hasta que el brazo se movió por si solo haciendo un agujero en la pared que daba a la calle de atrás. – Pretendes que me quede tranquilo ante la idea de que te cases sin mas… - Los pasos que nos separaban se convirtieron en polvo, y la mirada comprensiva que siempre había en mi se había borrado casi por completo ante la actitud de la bestia que amenazaba con salir de su jaula. La tome por el cuello y la empuje hacia atrás tumbándola en la cama. - ¿Quieres que diga que me alegro por él? Pues no… Solo siento ganas de arrancarle el corazón del pecho… solo quiero que sienta el dolor que debería estar sintiendo aquel que te pierde. Si eso supone que vuelvo a ser un monstruo, que así sea.
Estaba perdiendo los nervios, me estaba comportando como el monstruo que llevaba años intentando no ser, y todo por un hombre que seguramente no tenia la culpa, solo era mi propia naturaleza egoísta, esa misma que hacia salir los colmillos al licántropo que era y que miraba a aquella mujer como alguien que debería haber sido para el. Un suspiro ahogado y una cuenta interna me permitieron devolver los colmillos a su sitio, ocultos a la mirada de todos los demás. – Tienes lo que siempre habías buscado Lore… alguien que te quiera por encima de todo. No tengo derecho a decir nada al respecto, la decisión siempre ha sido tuya, no mía. – Nada de lo que yo dijese o pensase cambiaria su opinión. La verdad, me había molestado ver que ella resultaba ser tan feliz con ese hombre fuese quien fuese, mientras que cada día yo estaba más muerto, había empezado a morir poco a poco, día a día y sin remedio desde que me convertí, y supongo que me había resignado a la idea de pararlo hace tanto que, el que alguien consiguiese volver a tener una vida, suponía un autentico dolor que nadie mas era capaz de soportar.
A lo mejor lo que se avecinaba era precisamente lo que necesitábamos, tanto el uno como el otro. Yo quería olvidarme de todo lo que suponía el hecho de que ella se casase, y ella por que simplemente necesitaba que esto ocurriese. Puede que hubiese avanzado mucho en este año que no nos habíamos visto, pero aun faltaba darle un último detalle, algo que no había conseguido aprender pues no se había dado cuenta. – Ganarías más de lo que te imaginas. He estado pensado mucho y, después de verte con esa niña, creo que estas preparada para saberlo. – Fui hasta la ventana donde hace solo un momento estaba asomado, y donde ahora un hueco del tamaño de un cántaro dejaba entrar el aire frio nocturno. Abrí la ventana y observe que no hubiese nadie a la vista. – Sígueme… si puedes. – Salte por la ventana hacia la pared del edificio contiguo y lo utilice como trampolín para llegar a la azotea. Con la misma empecé a correr en dirección este por los tejados. No necesitaba mirar hacia atrás, sabia que ella me seguía.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: The past always comes back. [Lorraine]
Nunca se es lo suficientemente anciano como para comprender el funcionamiento de las personas. El corazón es tan sólo un órgano dentro del cuerpo que no rige ninguna emoción, por el contrario a lo que se piense, las sensaciones le pertenecen al cerebro. Sumergirse a este océano tan profundo como el mismo infinito, es un caso perdido ante la insólita mirada de alguien que quiere comprenderlo pero tiene miedo de hacerlo ¿No es más fácil ignorarlo? No, porque la morbosidad es mucho más grande que la razón y aún cuando el instinto grita despavoridamente el peligro, siempre hay algo que nos conduce a encarar los temores ¿Será acaso la sensación del vértigo o la de alivio al saberte vivo después de besar los labios de la muerte? En ese punto, se encuentra Lorraine. El idealismo con el que tuvo que cargar durante décadas pereció en los brazos de un hombre y ahora que presume su ávida felicidad ante aquel que juró valía más la sonrisa de una dama que la sangre derramada, recibe a cambio un elegante reclamo. No lo entiende, no puede descifrar las emociones que se adueñan de ella, quemando cada maldito rincón de su cuerpo ¿Quién demonios es él y por qué logra confundirle de esa manera? Si no fuese en el ahora, si ella no estuviese tan concentrada en valorar lo que el tiempo le recompensó después de tanto dolor, sufrimiento, ira y venganza vacía… le abría arrancado la cabeza por si quiera osar hablarle de ese modo. Las uñas de la vampiresa se clavan en el colchón de la cama. Las sábanas son desgarradas por su fuerza, apenas si es audible el sonido de la tela desquebrajándose ante ella. En sus pupilas puede apreciarse el descontrol que le caracteriza, sus labios tiemblan, están a punto de estallar en llamas escupiendo verborrea infernal, acusando al hombre de sus desdichas. -¡No seas imbécil, Lucien!- Exclama con repudio, pero no hace nada para quitárselo de encima ¿A qué demonios juegan? ¿Ahora él es el demonio y ella la doncella comprensiva? Tendría que ser un chiste, una burla para ambos el hecho de haber intercambiado los papeles.
¿Qué es lo que espera de ella? ¿Por qué en aquel entonces simplemente no le asesinó? Él había creído en ella, confiado en una maldita vampiresa quien apostaba por ser la reina del inframundo y que ahora no era nadie más que una simple mujer con más ansiedad de vivir que nunca, un mortal como cualquier otro que ha vencido en un juego póker a la mismísima muerte. Tiene tantas ganas de descojonarlo, pero nadie tiene la culpa más que ella misma al dejarlo penetrar en sus emociones, permitirle tener esa jodida influencia en sus sensaciones. -¿Alegrarte por él? No te pedí palabras para él, si no para mí… por lo menos un maldito “Felicidades”- No puede creerlo y por todo el maldito infierno que no olvidará el trago amargo que le está haciendo pasar. Lucien no debe esperar que se quede allí de brazos cruzados escuchando todo lo que él tiene que decirle, interpretando su dolor en esas palabras. Lorraine necesita explicaciones y las obtendrá por cualquier método que le sea posible. No le apetece escarbar en los pensamientos ajenos pero dado que se trata de ella, tiene que hacerlo. Ve en la profundidad de Lucien la atrocidad con la que se atavía. –Deprimente- Susurra apenas él se tranquiliza guardando sus colmillos. Miedo no le tiene así que agravar el asunto es sólo una jugarreta más, aunque no desea aprovecharse de la situación como siempre lo hace. –Escucha, no sé que es lo que haya acontecido en tu vida estos últimos meses, pero si yo tuve la dicha de encontrar mi lugar en este mundo, no dudo en que tú lo harás igual. ¿Dónde quedó aquel hombre jovial que despilfarraba esperanza? Vamos Lucien, no debe ser tan malo… Se supone que los vampiros no tenemos alma y tampoco somos capaces de amar, pero ahora sé que es una vil falacia.- Suspira con pesadez. El cuerpo de Lucien ya no es un impedimento para que pueda erguir su cuerpo. Toma una almohada de la cama y la arroja contra la espalda del licántropo. –Ánimo, que al menos no eres inmortal como para vivir en esa incomprensible racha de amargura por el resto de la eternidad ¿no?- Vaya esperanza le ha dado la infeliz al hombre cuya alma se encuentra en aparente desgracia.
Se puso de pie dispuesta a seguir el camino que él había tomado hace apenas unos segundos. Asoma el rostro a la noche, aspira profundamente el olor de las penumbras en la calle, observando a lo lejos la silueta del hombre. Una carrera contra el tiempo, contra él. No le será difícil alcanzarlo, sin embargo, los pliegues del vestido le estorban un poco y la única solución que encuentra a su complicada situación es desgarrar el vestido hasta la altura de sus rodillas y destrozar la crinolina que ampona el ropaje a la altura de sus caderas. Sus aceitunadas piernas, torneadas apetecibles, firmes y perfectas se asoman desde esas tiras en las faldas a las que se resumió su vestido. Sonríe con sarna ¿Hace cuánto tiempo no hacía eso para disfrutar del salvajismo que corre en lo más recóndito de sus venas? Abrirse paso por el bosque, con los pies descalzos disfrutando de la tierra entrometiéndose en el espacio entre sus dedos. No sabe a dónde es que la dirige o si se trata de una emboscada ¿Puede confiar en él? Es una mujer bastante inteligente que sabe como mover todo a su alrededor. Se mueve por los tejados con suma gracilidad, es como una ninfa paseando en las hojas de esos gigantescos árboles en las entrañas de los más hermosos bosques. Su cabello ondea por su espalda y pasan por el frente de sus pechos, en una danza casi mítica. Apenas y es audible su paso por el techo, no deja huella, no hay ninguna señal de que estuvo allí. Es un fantasma, una bruja, una simple sombra salvaje e indomable. Lo alcanza entre zancadas y brincos. -¿Preparada para qué, Lucien?- Cuestiona con el resplandor de la duda en sus ojos. Se siente atraída por la idea de la incertidumbre, es como una droga que le alimenta y hace sentir decentemente viva. Sonríe clavando su mirada en la nuca de su acompañante –Así que te sorprendió verme con esa pequeña- Comenta mientras salta a una vieja casona con un poco más de altura que la anterior –Hay cosas de mí que sólo los privilegiados conocen y tú estás a punto de convertirte en uno… Lo cual no sé si me agrada o aterra- Despreocupada ¿No es así como una mujer completamente realizada debe sentirse? No obstante, aún queda un largo camino que recorrer. Sus demonios no son los mismos que antes, pero eso no quita el hecho de aún conocer lo que es el miedo. –Y bien, ¿Qué es lo que tramas?-
¿Qué es lo que espera de ella? ¿Por qué en aquel entonces simplemente no le asesinó? Él había creído en ella, confiado en una maldita vampiresa quien apostaba por ser la reina del inframundo y que ahora no era nadie más que una simple mujer con más ansiedad de vivir que nunca, un mortal como cualquier otro que ha vencido en un juego póker a la mismísima muerte. Tiene tantas ganas de descojonarlo, pero nadie tiene la culpa más que ella misma al dejarlo penetrar en sus emociones, permitirle tener esa jodida influencia en sus sensaciones. -¿Alegrarte por él? No te pedí palabras para él, si no para mí… por lo menos un maldito “Felicidades”- No puede creerlo y por todo el maldito infierno que no olvidará el trago amargo que le está haciendo pasar. Lucien no debe esperar que se quede allí de brazos cruzados escuchando todo lo que él tiene que decirle, interpretando su dolor en esas palabras. Lorraine necesita explicaciones y las obtendrá por cualquier método que le sea posible. No le apetece escarbar en los pensamientos ajenos pero dado que se trata de ella, tiene que hacerlo. Ve en la profundidad de Lucien la atrocidad con la que se atavía. –Deprimente- Susurra apenas él se tranquiliza guardando sus colmillos. Miedo no le tiene así que agravar el asunto es sólo una jugarreta más, aunque no desea aprovecharse de la situación como siempre lo hace. –Escucha, no sé que es lo que haya acontecido en tu vida estos últimos meses, pero si yo tuve la dicha de encontrar mi lugar en este mundo, no dudo en que tú lo harás igual. ¿Dónde quedó aquel hombre jovial que despilfarraba esperanza? Vamos Lucien, no debe ser tan malo… Se supone que los vampiros no tenemos alma y tampoco somos capaces de amar, pero ahora sé que es una vil falacia.- Suspira con pesadez. El cuerpo de Lucien ya no es un impedimento para que pueda erguir su cuerpo. Toma una almohada de la cama y la arroja contra la espalda del licántropo. –Ánimo, que al menos no eres inmortal como para vivir en esa incomprensible racha de amargura por el resto de la eternidad ¿no?- Vaya esperanza le ha dado la infeliz al hombre cuya alma se encuentra en aparente desgracia.
Se puso de pie dispuesta a seguir el camino que él había tomado hace apenas unos segundos. Asoma el rostro a la noche, aspira profundamente el olor de las penumbras en la calle, observando a lo lejos la silueta del hombre. Una carrera contra el tiempo, contra él. No le será difícil alcanzarlo, sin embargo, los pliegues del vestido le estorban un poco y la única solución que encuentra a su complicada situación es desgarrar el vestido hasta la altura de sus rodillas y destrozar la crinolina que ampona el ropaje a la altura de sus caderas. Sus aceitunadas piernas, torneadas apetecibles, firmes y perfectas se asoman desde esas tiras en las faldas a las que se resumió su vestido. Sonríe con sarna ¿Hace cuánto tiempo no hacía eso para disfrutar del salvajismo que corre en lo más recóndito de sus venas? Abrirse paso por el bosque, con los pies descalzos disfrutando de la tierra entrometiéndose en el espacio entre sus dedos. No sabe a dónde es que la dirige o si se trata de una emboscada ¿Puede confiar en él? Es una mujer bastante inteligente que sabe como mover todo a su alrededor. Se mueve por los tejados con suma gracilidad, es como una ninfa paseando en las hojas de esos gigantescos árboles en las entrañas de los más hermosos bosques. Su cabello ondea por su espalda y pasan por el frente de sus pechos, en una danza casi mítica. Apenas y es audible su paso por el techo, no deja huella, no hay ninguna señal de que estuvo allí. Es un fantasma, una bruja, una simple sombra salvaje e indomable. Lo alcanza entre zancadas y brincos. -¿Preparada para qué, Lucien?- Cuestiona con el resplandor de la duda en sus ojos. Se siente atraída por la idea de la incertidumbre, es como una droga que le alimenta y hace sentir decentemente viva. Sonríe clavando su mirada en la nuca de su acompañante –Así que te sorprendió verme con esa pequeña- Comenta mientras salta a una vieja casona con un poco más de altura que la anterior –Hay cosas de mí que sólo los privilegiados conocen y tú estás a punto de convertirte en uno… Lo cual no sé si me agrada o aterra- Despreocupada ¿No es así como una mujer completamente realizada debe sentirse? No obstante, aún queda un largo camino que recorrer. Sus demonios no son los mismos que antes, pero eso no quita el hecho de aún conocer lo que es el miedo. –Y bien, ¿Qué es lo que tramas?-
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Re: The past always comes back. [Lorraine]
En una ocasión hace muchos años, un artista poco reconocido me mostro un cuadro del que jamás me olvidare. No es que la pintura fuese exquisita ni que su estilo fuese el mas impecable de la época, mas bien lo que lo hacia destacar de todos los demás que había visto es que retrataba algo muy simple: el horror. Cuando le pregunte por aquel cuadro y su significado me dijo: “Es un autorretrato.” En aquel momento era lo bastante joven como para no entender lo que quería decir aquella afirmación, pero aun así compre aquel cuadro. Hoy todo resulta mucho mas sencillo de entender. Las personas pueden ser muchas cosas, darte a entender tantísimos aspectos de si mismos que nunca puedas entenderlos del todo por mucho que te esfuerces, pero a pesar de todo, de lo mucho que podrías llegar a vislumbrar de la verdadera identidad de alguien siempre había oscuridad, dolor, y falta de comprensión que era incapaz de resolverse, eso es lo que significaba aquel cuadro. El artista, en su conocimiento de que la oscuridad se encuentra en el corazón de todo hombre, retrato esa fealdad y horror indescriptible solo posibles de ver cuando buceas en la verdadera consciencia del otro. Aun me parecía imposible que alguien pudiese conocer tanto a otro, pero sin embargo ahora tenia delante de mi a alguien que había encontrado todo eso y mas, en cierto modo me daba envidia, envidia de que alguien conociese todos tus secretos, hasta la ultima faceta que mantenías oculta al mundo, y aun así acepte esa faceta y la abrace como una milésima parte mas del gran conjunto que era. En una cosa tenia razón, y es que me había comportado de una forma incorrecta, aunque supongo que siempre tuve la esperanza de que algún pudiese ser yo el viese todo eso en alguien. – ¿Soy inbecil por desear lo tu tienes? No es algo justificado, ya lo se, pero de todas maneras es algo que ocurre. Una de las cosas que jamas te enseñe es que cuando sientes felicidad, provocas que los que sienten dolor se pregunten porque no les ha tocado a ellos la buena suerte. – La mano que sujetaba su cuello bajo lentamente por el pecho, hasta que los dedos estuvieron justo encima de donde estaría su corazón. – A veces pienso que has llegado a tener mas corazón de lo que podre tener yo nunca.
Muchos de mi especie no se habrían detenido en aquel momento, habrían clavado los dedos en el pecho hasta llegar a ese órgano muerto y lo habrían arrancado sin compasión. Sin embargo, ahora mismo me parecía el órgano mas vivo que podía existir, por una vez ese corazón había encontrado una verdadera razón por la que seguir latiendo, y yo no era nadie para impedir que eso ocurriese, porque precisamente eso era lo que hacia de la vampiresa algo humano, al menos en parte. Una risa ligeramente amarga aparece para castigarme mas por mi estupidez, la edad me había echo mas sabio, pero quizás no lo bastante prudente. – Se necesitan dos años para aprender a hablar, pero mas de sesenta para aprender a callarse…. – Aquella ira debía marcharse, debía reprimirse, por mucho que el responsable de ella siguiese ahí, eso era lo que hacia que Lorraine fuese feliz, mi trabajo había acabado…casi. – Tienes razón, debería alegrarme por ti. Cuando te conocí me di cuenta de que desearía tu felicidad por todo y me he dejado engañar por algo que no necesario. – ya estando de pie de nuevo le tome la mano donde tenia el anillo de compromiso. – Felicidades. Espero que sepa lo afortunado que es. – Mas le valía, de lo contrario habría un vampiro mas muerto, aunque fuese lo ultimo que hiciese en este mundo.
- Digamos que no podre salir de esta racha hasta que solucione ciertos asuntos. Han deseado verme muerto mucho tiempo… pero esta vez han estado mas cerca del que me gustaría. – Sara… cuando llegase el momento en el que le pusiese las manos encima desearía que nadie la hubiese convertido, creyó que un pequeño grupito de chupasangres seria suficiente para mantenerme al margen del mundo y extinguirme, pero como bien ha dicho la dama detrás de mi, la perspectiva de que las cosas no cambien es solo una vil falacia. – Me alegro de que tengas ese optimismo, pero hace mucho que renuncie a la idea de ser feliz… Soy un asesino Lore, y también un mortal. Cuando muera se exactamente a donde voy a ir. – Y lo aceptaba, merecería la pena pasar por una eternidad de sufrimiento a cambio de lo que podría hacer aquí. Total mas sufrimiento que el que había padecido no creo que pudiese tener.
La carrera era mas bien un incentivo, uno que podía llevarse a cabo para que el mal trago pasado hace apenas unos momentos pasase de largo, y que los restos de aquella bestia que aun solía salir de cuanto en cuando volviese a su jaula, lo que ocurriría ahora debería de tener toda mi concentración, pues si Lorraine no respondía como esperaba mucho me temo que tendría que hacer uso de todas mis fuerzas para detenerla. Descendí el ritmo lo suficiente como para que pudiese alcanzarme y corrimos por los tejados de Paris, como dos sombras oscuras que se mueven al amparo de la noche. – Hace mucho, cuando nos conocimos me di cuenta de que había cosas que todavía eras incapaz de comprender. Eres capaz de entender los pensamientos de un hombre más que cualquiera, e incluso diría que eres capaz de controlar las acciones de aquellos que te rodean. No obstante sigue habiendo algo que no puedes controlar… - La idea de ver a la niña con ella me había dado el golpe definitivo de confianza para someterla a esto, y aunque existía la posibilidad de que se enfadase conmigo por lo que estaba a punto de enseñarle creía que era lo mejor para ella. Corrimos hasta que llegamos a los límites de la zona residencial norte de la ciudad, y pare en seco en lo alto de una terraza cerca de una de las calles que conducía al rio. – Es aquí. Déjame que te explique, poco después de volver empecé a restablecer ciertos contactos con gente de negocios para volver a estar al día. Entre ellos estaba un empresario muy recomendado por la gente, por lo que descubrí era un hombre honrado y con muy buen don de gentes, así que empecé a seguirle para considerar la idea de contratarle. – Camine hasta la baranda del tejado del edificio. Al otro lado de la calle había una pequeña casa de dos plantas, no adinerada pero si lo bastante cómoda. – No ha timado a nadie en su vida. Cada mañana sale a trabajar hasta la puesta de sol, momento en que se va a la taberna ha tomar unas copas con socios y amigos y luego vuelve a casa con su familia. – En ese momento desde el lado este de la calle apareció un hombre, caminaba con tranquilidad y seguridad hacia la puerta del edificio de enfrente y entro en la casa con toda tranquilidad. – Su mujer siempre se queda dormida en la sala así que la sube a la cama, luego pasa por el dormitorio de su hijo para arroparle… y luego por el de su hija de siete años… y permanece allí por lo menos una hora. - Como había dicho el hombre hizo todo eso hasta que finalmente entró en la habitación de la pequeña. – Creo que no hace falta que te diga lo que ocurre allí dentro… ¿Verdad? – La mire a los ojos desde mi posición. Comenzaba el primer movimiento.
Muchos de mi especie no se habrían detenido en aquel momento, habrían clavado los dedos en el pecho hasta llegar a ese órgano muerto y lo habrían arrancado sin compasión. Sin embargo, ahora mismo me parecía el órgano mas vivo que podía existir, por una vez ese corazón había encontrado una verdadera razón por la que seguir latiendo, y yo no era nadie para impedir que eso ocurriese, porque precisamente eso era lo que hacia de la vampiresa algo humano, al menos en parte. Una risa ligeramente amarga aparece para castigarme mas por mi estupidez, la edad me había echo mas sabio, pero quizás no lo bastante prudente. – Se necesitan dos años para aprender a hablar, pero mas de sesenta para aprender a callarse…. – Aquella ira debía marcharse, debía reprimirse, por mucho que el responsable de ella siguiese ahí, eso era lo que hacia que Lorraine fuese feliz, mi trabajo había acabado…casi. – Tienes razón, debería alegrarme por ti. Cuando te conocí me di cuenta de que desearía tu felicidad por todo y me he dejado engañar por algo que no necesario. – ya estando de pie de nuevo le tome la mano donde tenia el anillo de compromiso. – Felicidades. Espero que sepa lo afortunado que es. – Mas le valía, de lo contrario habría un vampiro mas muerto, aunque fuese lo ultimo que hiciese en este mundo.
- Digamos que no podre salir de esta racha hasta que solucione ciertos asuntos. Han deseado verme muerto mucho tiempo… pero esta vez han estado mas cerca del que me gustaría. – Sara… cuando llegase el momento en el que le pusiese las manos encima desearía que nadie la hubiese convertido, creyó que un pequeño grupito de chupasangres seria suficiente para mantenerme al margen del mundo y extinguirme, pero como bien ha dicho la dama detrás de mi, la perspectiva de que las cosas no cambien es solo una vil falacia. – Me alegro de que tengas ese optimismo, pero hace mucho que renuncie a la idea de ser feliz… Soy un asesino Lore, y también un mortal. Cuando muera se exactamente a donde voy a ir. – Y lo aceptaba, merecería la pena pasar por una eternidad de sufrimiento a cambio de lo que podría hacer aquí. Total mas sufrimiento que el que había padecido no creo que pudiese tener.
La carrera era mas bien un incentivo, uno que podía llevarse a cabo para que el mal trago pasado hace apenas unos momentos pasase de largo, y que los restos de aquella bestia que aun solía salir de cuanto en cuando volviese a su jaula, lo que ocurriría ahora debería de tener toda mi concentración, pues si Lorraine no respondía como esperaba mucho me temo que tendría que hacer uso de todas mis fuerzas para detenerla. Descendí el ritmo lo suficiente como para que pudiese alcanzarme y corrimos por los tejados de Paris, como dos sombras oscuras que se mueven al amparo de la noche. – Hace mucho, cuando nos conocimos me di cuenta de que había cosas que todavía eras incapaz de comprender. Eres capaz de entender los pensamientos de un hombre más que cualquiera, e incluso diría que eres capaz de controlar las acciones de aquellos que te rodean. No obstante sigue habiendo algo que no puedes controlar… - La idea de ver a la niña con ella me había dado el golpe definitivo de confianza para someterla a esto, y aunque existía la posibilidad de que se enfadase conmigo por lo que estaba a punto de enseñarle creía que era lo mejor para ella. Corrimos hasta que llegamos a los límites de la zona residencial norte de la ciudad, y pare en seco en lo alto de una terraza cerca de una de las calles que conducía al rio. – Es aquí. Déjame que te explique, poco después de volver empecé a restablecer ciertos contactos con gente de negocios para volver a estar al día. Entre ellos estaba un empresario muy recomendado por la gente, por lo que descubrí era un hombre honrado y con muy buen don de gentes, así que empecé a seguirle para considerar la idea de contratarle. – Camine hasta la baranda del tejado del edificio. Al otro lado de la calle había una pequeña casa de dos plantas, no adinerada pero si lo bastante cómoda. – No ha timado a nadie en su vida. Cada mañana sale a trabajar hasta la puesta de sol, momento en que se va a la taberna ha tomar unas copas con socios y amigos y luego vuelve a casa con su familia. – En ese momento desde el lado este de la calle apareció un hombre, caminaba con tranquilidad y seguridad hacia la puerta del edificio de enfrente y entro en la casa con toda tranquilidad. – Su mujer siempre se queda dormida en la sala así que la sube a la cama, luego pasa por el dormitorio de su hijo para arroparle… y luego por el de su hija de siete años… y permanece allí por lo menos una hora. - Como había dicho el hombre hizo todo eso hasta que finalmente entró en la habitación de la pequeña. – Creo que no hace falta que te diga lo que ocurre allí dentro… ¿Verdad? – La mire a los ojos desde mi posición. Comenzaba el primer movimiento.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 22/01/2011
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Re: The past always comes back. [Lorraine]
¿Qué son las memorias, los recuerdos? Durante milenios, la humanidad se ha sumergido entre los sueños perdidos de su pasado, añorando la felicidad que les embriagó y sintiendo esa fatídica nostalgia por todos esos deseos que no se cumplieron. Sin embargo, también quedan en el alma marcadas todas esas cicatrices del daño ocasionado por las penas. Y, en lo más profundo de todas aquellas montañas de ilusiones, el demonio se esconde entre carcajadas para hacer presa al individuo mostrándole que el olvido no es suficiente para acabar con el tormento. Danzar entre las cenizas de un muerto, jugar a que las heridas no han sanado con el tiempo, verter sobre las yagas la hiel y saborear con obscenidad el espasmódico retorcijón de la víctima, es el pasatiempo predilecto de aquellos que viven de sangre. El hueco, ese jodido espacio en donde supone debe latir un corazón, se quema con el llanto sordo de la pequeña… Lorraine escucha cada palabra que el licántropo le dedica, no se necesita ser un genio para adivinar en lo que terminará toda esa parafernalia. Lágrimas rotas, la humedad de la cama, la fricción entre sus cuerpos, los golpes, la humillación, el olor a sexo, el peso del extraño, la culpa… El cuerpo de la dama se eriza como si de un inocente chiquillo se tratase corriendo bajo el gélido aliento del invierno. Sus labios se entreabren despacio permitiendo la formulación de un nudo en la garganta. Podría llorar, incluso gritar pero la voz se le ha desvanecido junto al lamento inaudito de aquel infante; sus piernas se cierran por inercia, todo el cuerpo de la morena se contrae, la respuesta inconsciente ante el allanamiento de un recuerdo. La mirada afligida de Lorraine se posa en los orbes de Lucien, lo mira con una única cuestión que no es necesario formular “¿No vas a hacer nada?”
Con la tormenta perfilándose sobre sus cabezas y esos relámpagos capturando el instante, la fémina saltó sobre el tejado. Esquivó algunas chimeneas, se fracturó la mano al tratar de detener su peso para tomar un poco más de impulso y alcanzar a posicionarse en cuclillas sobre el balcón de aquella casa. Ruge al sentir el dolor en su muñeca pero la verdad es que no le importa el daño ocasionado en su cuerpo, se regenerará, tiene toda una eternidad para recuperar lo perdido, pero esa pequeña… ¡Maldición! Conoce la rutina, bastarán sólo un par de minutos antes de que aquel maldito pederasta sienta correr por su miembro la excitación y su libido se eleve hasta los límites de un mórbido placer. No puede permitir que alguien más recorra el mismo sendero de espinas que ella. Tiene la fuerza suficiente para hacerlo, irrumpir el hogar adentrarse en la obscuridad de las habitaciones y cercenar la cabeza del desgraciado en una milésima de segundo. Pero eso no bastaría para saciar la ira demencial que se apodera de Lorraine. Desliza su mirada a través de los cristales de aquella ventana, agudiza sus sentidos para escuchar el momento justo en que el hombre ose en profanar la delicada flor de la niña, escarba en los más profundos deseos de ese imbécil. No fue difícil encontrarlo. Se inmhola en la profundidad de esa retorcida mente, fractura su voluntad -¡Detente!- Le ordena al hombre con una voz imperativa dentro de su cabeza. Él no puede verla, ni siquiera sabe si esa mujer es real, sin embargo, no puede hacer nada para contrarrestar la orden. Todo su cuerpo se ha convertido en una marioneta a los placeres de Lorraine. Necesita bastante esfuerzo para poder controlar la mente de una persona, más aún sin se trata de una distancia como la que le separaba de su victima. Si alguien atacase a la vampiresa en ese instante, la mujer no podría hacer nada para defenderse, toda su concentración repara en la mente de ese sujeto. Agazapada sobre aquel balcón, dedica una mirada llena de suplica a Lucien, ¡No es estúpida! Y, ¿Qué tal si todo es una trampa? Trata de contener su aliento, guarda su coraje en el hueco de su pecho, ese que ahora está a punto de desbordarse de su interior.
¿Qué demonios pretendía Lucien con todo eso? ¿Qué esperaba que ella hiciese? ¿Matarlo? ¿Torturarlo hasta saciar el hambre de todos esos demonios que guarda en su interior? ¡¿Qué?! Se encuentra entre la espada y la pared, su deseo por aniquilar al individuo contra esas cuestiones que surcan sus pensamientos. Obliga al padre de la niña a retirarse, este se esfuerza por tener recuperar el control de su propio cuerpo pero la vampiresa es mucho más fuerte que él, además su voluntad ya había sido envenenada por el alcohol que cargaba consigo después de haber salido de la taberna tal y como el licántropo lo comentó. Desde su posición, la dama puede ver la sombra de la silueta de ese infeliz pasearse por el pasillo del segundo piso. Lo conduce hasta el balcón en donde ella se encuentra. Sus ojos felinos se clavan amenazantes sobre los de él y una sonrisa bastante socarrona se dibuja en los labios de la mujer. -¿Cuál es el objetivo de todo esto?- Cuestiona frívola, si todo se trataba de un maldito juego, alguien pagaría las consecuencias. Nadie la tima, nadie se aprovecha de esa pérfida criatura. No le importará arrasar con la pequeña a quien pretende defender del pederasta y la familia por completo, así que por el bien de los residentes de esta pequeña casa, más vale que las acciones del licántropo tengan una excelente justificación. Detrás de Lorraine la marioneta humana observa incomprensivo la situación, la niña se encontraba dormida, ni siquiera notó la presencia de su padre. -¿Para qué me trajiste aquí a re-vivir mi pasado Lucien?- No se puede jugar con las emociones del diablo y esperar que salga triunfante. Algún error debe cometer por más calculador que este sea, ella cometió la imprudencia de atacar antes de cuestionar, pero afortunadamente no perdió la cabeza por completo y no ha cometido ningún crimen dentro de lo que cabe la definición. –Pudiste haberte encargado de él personalmente- Cierra los ojos empujando su arranque de furia hacia el estómago para mantenerlo allí, se acaricia la cien sin perder la concentración en su mascota.–¿Entiendes lo que ocurrirá si tus respuestas no son de mi agrado?- Arquea una ceja sonriendo con malicia. El cerdo humano, comienza a tiritar de frío y a ponerse de color morado a causa de la baja temperatura. La ventana ha sido abierta y, como si nada Lorraine es invitada a entrar a la casa.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/02/2010
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