AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Hasta siempre, hermosa doncella de Orleans
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Hasta siempre, hermosa doncella de Orleans
Lorena - Francia - 6 de Enero de 1412
Esa noche nació la pequeña Jeanne d'Arc, en un pequeño poblado de Domrémy. La pequeña lucia hermosa frente al fuego de la única lampara de aceite en toda la casa. Y su pedestal compuesto por paja y restos de madera eran lo único que le protegían del frío, sin contar el abrazo de su padre a ausencia de su madre, la cual falleció para engendrarle. ¿Quién pensaría que esa niña sería llamada "Libertad"?
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Fürstenberg - Castilla - 17 de abril de 1760
Tiberius había divisado una figura senil acercándose a su morada, el hombre llevaba unos cuantos libros en las manos y corría como desesperado bajo la lluvia. - Parece que luego de diez años me han seguido la pista - Pronto unos golpes secos se escucharon muy fuerte en la puerta, era aquel hombre, podía sentir sus ya cansados latidos, el vampiro se levanto de su empolvado sofá para abrir la puerta que por poco pareciera que se iba para el suelo por la desesperación con la cual era golpeada. El vampiro observo al decrepito hombre, el pobre se encontraba a los huesos, las manos le temblaban y apenas podía sostener aquellos gruesos libros, pronto se pudo dar cuenta que de libros de historia se trataban.
- Sediento historiador - menciono el vampiro observándole. - Por..Por..Por favor - Tartamudeo en un inicio el anciano tiritando. - Usted es Tiberius, el fiel escudero de la doncella de Orleans, por favor, no me haga daño, quiero que me cuente su historia, por favor - la mirada de Tiberius se desvió hacia la ventana a la par que el hombre prácticamente se arrodillaba delante de él y así dejando los libros caer, cada vez que alguien mencionaba ese nombre malos recuerdos venían a su mente, lo gracioso es que para estos asuntos se mostraba serio y decidido diferente a su yo común. - Váyase de mi casa, no tengo nada que pueda importarle a usted - se dispuso así a echarlo si era necesario a la fuerza, a fin de cuentas, era un invasor sin invitación, apretó la madera del marco de la puerta generando que crujiera un poco y como señal al anciano.
- Lord Tiberius, se lo imploro, dedique mi vida a buscarle, hace cincuenta años le busco, ya a mis ochenta le he encontrado y no pienso dar marcha atrás, también sé que detesta a los caza tesoros, no soy como ellos, no busco fama, ni dinero, para el tiempo que me quede no podría disfrutarlos, solo busco la verdad, esa que usted posee - El vampiro agacho la cabeza, quizá en resignación, no podría esta vez negarse a hablar, quizá sería el último regalo para el viejo hombre, a fin de cuentas, quizá se lo llevaría a la tumba, pero sí, obtendría la verdad. - Bien, use la silla para reposar - dijo señalando la mesa central y tras esto cerro la puerta para evitar el paso de la lluvia y el viento helado, el anciano era aguerrido y eso lo valoraba.
- Le contaré detenidamente todo lo que yo sé -
La menor de cuatro hermanos, sus mayores todos hombres y hija de Jacques Darc y Isabelle de Vouthon, nunca fue una chica común, siempre perdida en su mundo y llevando una vida lejos de la común para una señorita, ya que el mismo hecho de ser una mujer rodeada de hombres , debió aprender a hacer respetar desde ya la temprana edad. Recuerdo cuando le vi, tenía tan solo diecisiete años y había generado una gran, gran revuelta, tan solo con su habla había convencido a campesinos y soldados a revelarse a los Ingleses, lo cual llego a oídos del Rey Carlos VII, increíblemente Juana logro convencerlo y este le cedió su ejercito y así fue como logro vencer el sitio Ingles que rodeaba Orleans. Yo luche junto a ella, vi su sudor caer, sus lagrimas caer, su pasión y su habilidad con la espada. Recuerdo mi pequeña charla con la joven y hermosa mujer:
- Juana, ¿por qué lo hiciste? - la mujer había estado callada todo el camino, pero se detuvo en seco y miro al Vampiro - Fiel y valiente escudero, Dios me lo ha ordenado, cuando niña, la voz de Dios, me dijo que dedicara mi vida a esto, y esta será mi vida - Tiberius quedo completamente intrigado a sus palabras, ¿Dios?....Por Dios lucha - Es una persona muy noble, una persona sin igual, no debería exponerse a la muerte cada día - una sonrisa angelical escapo de los labios de la mujer - Tú deberías tener cuidado de salir a la luz - Tiberius bufó un poco y continuaron así su camino hacía Patay; parecía no haber tenido descanso alguno desde la reciente batalla en Beaugency, en Patay se libraría una batalla definitiva, en la cual Juana, la doncella resulto victoriosa junto a Tiberius y el ejercito Francés sobre el Ingles.
Lo que viene, realmente genera un gran mal sabor.
Existe un nombre que jamás olvidaré; Juan de Bedford, aquél maldito duque de Ruan, el cual le dio fin a la corta y aguerrida vida de la dama más hermosa y majestuosa de Orleans. Juana como debió saber, fue quemada bajo el cargo de Hereje por mencionar tantas veces a Dios y las voces que escuchaba, hecho realmente injusto, fue tan tortuoso verle arder, como si de un pedazo de leña se tratara, pero sus últimos momentos fuero míos.
- Juana...Estoy en tu mente, sé que esto no te gusta, pero no podré dar marcha atrás, debe saber que de usted es mi corazón, de la hermosa dama de Orleans - Unas lagrimas brotaron de ambos rostros, cuyas miradas se cruzaban a lo lejos - Tiberius, mírame ahora, mira mi cuerpo, mírame sufrir, yo no soy nadie, no soy la más hermosa, ni la menos importante siempre lo fue Francia - los puños del vampiro se apretaban con tanta, tanta fuerza - La curva más hermosa de una mujer, siempre será su sonrisa.....Tu sonrisa angelical y perfecta que jamás olvidaré - lamentablemente no hubo más respuesta.
El implacable deseo del Rey y de los testigos históricos por obtener la verdad sobre la mujer más importante de Francia se hicieron escuchar, los jueces que le condenaron fueron castigados y catalogados como herejes. Se cuenta que dos de ellos no llegaron a la hoguera, el motivo, quizá prefiera no mencionarlo.
- Así es anciano, así sucedió - en cuanto Tiberius levanto la vista, aquel hombre había fallecido delante de él, pero con una sonrisa amplia en su rostro. - Viva, la doncella de Orleans - menciono antes de dejar una lagrima derramar contra la mesa de madera vieja.
- Sediento historiador - menciono el vampiro observándole. - Por..Por..Por favor - Tartamudeo en un inicio el anciano tiritando. - Usted es Tiberius, el fiel escudero de la doncella de Orleans, por favor, no me haga daño, quiero que me cuente su historia, por favor - la mirada de Tiberius se desvió hacia la ventana a la par que el hombre prácticamente se arrodillaba delante de él y así dejando los libros caer, cada vez que alguien mencionaba ese nombre malos recuerdos venían a su mente, lo gracioso es que para estos asuntos se mostraba serio y decidido diferente a su yo común. - Váyase de mi casa, no tengo nada que pueda importarle a usted - se dispuso así a echarlo si era necesario a la fuerza, a fin de cuentas, era un invasor sin invitación, apretó la madera del marco de la puerta generando que crujiera un poco y como señal al anciano.
- Lord Tiberius, se lo imploro, dedique mi vida a buscarle, hace cincuenta años le busco, ya a mis ochenta le he encontrado y no pienso dar marcha atrás, también sé que detesta a los caza tesoros, no soy como ellos, no busco fama, ni dinero, para el tiempo que me quede no podría disfrutarlos, solo busco la verdad, esa que usted posee - El vampiro agacho la cabeza, quizá en resignación, no podría esta vez negarse a hablar, quizá sería el último regalo para el viejo hombre, a fin de cuentas, quizá se lo llevaría a la tumba, pero sí, obtendría la verdad. - Bien, use la silla para reposar - dijo señalando la mesa central y tras esto cerro la puerta para evitar el paso de la lluvia y el viento helado, el anciano era aguerrido y eso lo valoraba.
- Le contaré detenidamente todo lo que yo sé -
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Francia - 18 de junio de 1429
La menor de cuatro hermanos, sus mayores todos hombres y hija de Jacques Darc y Isabelle de Vouthon, nunca fue una chica común, siempre perdida en su mundo y llevando una vida lejos de la común para una señorita, ya que el mismo hecho de ser una mujer rodeada de hombres , debió aprender a hacer respetar desde ya la temprana edad. Recuerdo cuando le vi, tenía tan solo diecisiete años y había generado una gran, gran revuelta, tan solo con su habla había convencido a campesinos y soldados a revelarse a los Ingleses, lo cual llego a oídos del Rey Carlos VII, increíblemente Juana logro convencerlo y este le cedió su ejercito y así fue como logro vencer el sitio Ingles que rodeaba Orleans. Yo luche junto a ella, vi su sudor caer, sus lagrimas caer, su pasión y su habilidad con la espada. Recuerdo mi pequeña charla con la joven y hermosa mujer:
- Juana, ¿por qué lo hiciste? - la mujer había estado callada todo el camino, pero se detuvo en seco y miro al Vampiro - Fiel y valiente escudero, Dios me lo ha ordenado, cuando niña, la voz de Dios, me dijo que dedicara mi vida a esto, y esta será mi vida - Tiberius quedo completamente intrigado a sus palabras, ¿Dios?....Por Dios lucha - Es una persona muy noble, una persona sin igual, no debería exponerse a la muerte cada día - una sonrisa angelical escapo de los labios de la mujer - Tú deberías tener cuidado de salir a la luz - Tiberius bufó un poco y continuaron así su camino hacía Patay; parecía no haber tenido descanso alguno desde la reciente batalla en Beaugency, en Patay se libraría una batalla definitiva, en la cual Juana, la doncella resulto victoriosa junto a Tiberius y el ejercito Francés sobre el Ingles.
Lo que viene, realmente genera un gran mal sabor.
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Ruan - Francia - 30 de mayo de 1431
Existe un nombre que jamás olvidaré; Juan de Bedford, aquél maldito duque de Ruan, el cual le dio fin a la corta y aguerrida vida de la dama más hermosa y majestuosa de Orleans. Juana como debió saber, fue quemada bajo el cargo de Hereje por mencionar tantas veces a Dios y las voces que escuchaba, hecho realmente injusto, fue tan tortuoso verle arder, como si de un pedazo de leña se tratara, pero sus últimos momentos fuero míos.
- Juana...Estoy en tu mente, sé que esto no te gusta, pero no podré dar marcha atrás, debe saber que de usted es mi corazón, de la hermosa dama de Orleans - Unas lagrimas brotaron de ambos rostros, cuyas miradas se cruzaban a lo lejos - Tiberius, mírame ahora, mira mi cuerpo, mírame sufrir, yo no soy nadie, no soy la más hermosa, ni la menos importante siempre lo fue Francia - los puños del vampiro se apretaban con tanta, tanta fuerza - La curva más hermosa de una mujer, siempre será su sonrisa.....Tu sonrisa angelical y perfecta que jamás olvidaré - lamentablemente no hubo más respuesta.
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Francia - 30 de mayo de 1456
El implacable deseo del Rey y de los testigos históricos por obtener la verdad sobre la mujer más importante de Francia se hicieron escuchar, los jueces que le condenaron fueron castigados y catalogados como herejes. Se cuenta que dos de ellos no llegaron a la hoguera, el motivo, quizá prefiera no mencionarlo.
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Fürstenberg - Castilla - 17 de Abril de 1760
- Así es anciano, así sucedió - en cuanto Tiberius levanto la vista, aquel hombre había fallecido delante de él, pero con una sonrisa amplia en su rostro. - Viva, la doncella de Orleans - menciono antes de dejar una lagrima derramar contra la mesa de madera vieja.
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Invitado- Invitado
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