Conociendo a mi protector (The phantom)

Había tenido que salir para comprarle algunas cosas a Tifany, tenía que hacerle la cena y no tenía muchas cosas así que le dije que se quedara en casa y no saliera que yo volvería en pocos minutos. Tenía que llegar rápido porque la noche se estaba cerniendo sobre Paris y no quería dejarla sola en casa. Corrí por las calles cogiendo un poco la falda para no caerme, sin pensar mucho en lo que hacía y sin darme cuenta en realidad me metí por los callejones. Me di cuenta demasiado que tarde que había cometido una estupidez, de pronto mientras aceleraba el paso para llegar lo más rápido a casa un hombre me corto el paso. Por su forma de vestir y por cómo iba, vivía en la calle pero no tenía ni la más mínima intención de dejarme marchar, me acorralo contra la pared, podía ver en sus ojos oscuros la excitación que llevaba seguramente por todo el alcohol que llevaba en el cuerpo y que se notaba en su aliento. No tenía nada que hacer, el tenia mucha más fuerza que yo. Puso su mano en mi muslo por encima del vestido y lo apretó, subía el vestido poco a poco mientras yo me intentaba soltar. Llevo su boca a mi cuelo y sentí como lo besaba y lamia, empecé a llorar. No quería que me tocara.
Me intentaba soltar, pero él me cogió las manos y me las aguanto con una sola mano mientras que con la otra seguía subiendo mi vestido tocando ya parte de mi pierna. Yo no podía dejar de llorar solo quería que alguien me ayudase. Mi boca se abrió por fin para dejar salir algo más que un sollozo.

-¡¡Por favor que alguien me ayude!!

Noches malditas llenas de sangre, que más placer tenia yo que propagar la muerte en mi teatro, en mi hogar, en mi reino, pero hoy no había una sola alma a la que asesinar con sadico placer, mis tontos administradores habían suspendido la función de gala, debido a que esta noche otro desgracia más ocurriera en su nueva empresa.
Así que que mi sed de sangre estaba despierta a viva piel, camine por las calles parisinas, más parecia que todos tenían miedo de mi, o de personas que no hacen nada más que "trantando de hacer el mal", si digo esto entre comillas es que nada se compora con lo que yo hago cada noche, o cada que se me place.
Pese quizá que en los callejones hayaría de esa ratas, camine y camine hasta toparme con algo inusual, en lo mas oscuro de uno de los callejones alumbrados por la luz lunar, una joven mortal era atacada, por un hombre, borrracho, y lividinoso que se encontraba fuera de si cuando tomamaba licor, la toqueteaba y poco a poco besaba esa piel de vivo color, ese cuello parecido al tallo de la más oscura de las flores.
Por un momento, senti satisfacción del sadismo que esta viendo ante mis ojos infernales, sonreia detras del muro donde todo estaba ocurriendo, iba a retirarme el dulce olor del mal, desperto a un más mis instintos, pero fue entonces cuando escuche su grito de auxilio, un grito que contenia desesperación y miedo esto para mí era exitante, voltee en todas direcciones esperando a que un torpe humano la escuchase y en vano fuera a su rescate, tres victimas perfectas para la noche de mi monstruoso ser, al ver que nadie acudía regrese al sitio, donde se hallaban, en el suelo vi algunos objetos que ´parecían ser para un infante ¿Así que aquella mujer pese a su juventud ya temía niños?, supuse por su forma de andar y su exquisita belleza,se tarataba de una cortesana, era la explicación más logica para que ella tuviese una niña.
Sonrei malevolamente, pensando en que haría con el delincuente, más nada se me ocurría para la joven,y menos con una niña, ¿Quizá la muerte en ocasiones podía ser benevolente y cobijar a una persona bajo sus oscuras alas?, era muy pronto para saberlo.
Subí por una pequeña barda, nada se escuchaba, nada se sntía, no se escuchaban mis pasos, no se sentia mi presencia, desde arriba contemplaba la escena, estaba sobre sus cabezas pensando en la coartada perfecta.
De pronto, paro sus atroces actos al escuchar una voz masculina, sutil, relajada, con tono de malicia en ella -¿Disfruta de la desbordante pasión obligada?-reia sutilmente -Debo admitir, que la chica es exqusitamente mortal, su sangre y su vida acenstarian bien en mis manos y su rosada carne luciría bien en mi horrible faz- Aquel desdichado hombre volteaba de en todas direcciones, buscando la voz que lo había puesto tan nervioso, saco un navaja apuntando en todos rinocnes, la chica por su parte, encogida en el piso, miraba al cielo, buscando la voz con insertidumbre y terror después de mis sadicos comentarios -Digame monseuir alguna vez se ha puesto a pensar ¿Cuál de sus tantas victimas tiene al ángel de la muerte de su lado?- el joven intentando estar en su juicio, nego con la cabeza transpirando de nervios, jadeando de miedo -¿Cree que un arma para mortales va a matar a un espectro de los infiernos?- tomo una pausa -Sabe creo que, la piel, vida y sangre de esta chica no se me veria bien, prodia llegar a quemarme con su pureza, demasiado para el demonio, pero la suya parece ser de mi malevola talla- dijo misteriosamente, abriendo su capa en forma de alas avalanzandose sobre el mortal, que intento correr dandole la espalda, los movimientos fueron rapidos, que la chica solo vio como lo arrastro hacia las sombras -¿Dime alguna vez te imaginaste ver el rostro de la muerte despues de hacer tus fechorias y antes de tu desgraciado fin?- me descubri el rostro, en donde había luz solo se escucho un prolongado grito de horror y de desesperación, arroje el cuerpo al piso, quedando a media luz, lanze dos monedas de oro quedando a un lado del cuerpo -El ángel de la muerte agradece y paga tus servicios buen hombre, al ofrecerte en ser el primero de mi noche en morir- quede en las penumbras del callejón, pudiendo ver todos los movimientos de la joven que intentaba caminar para ir a examinar el cuerpo.
-No se acerque, no lo mire, esta muerto- la joven, a un con miedo solto, un ligero jadeo de sorpresa -El espectro de la muerte, lo ha arrastrado a los infiernos- la joven observaba alrededor -Descuide, no le haré daño, ahora estoy de su lado, hay de aquel que ose en lastimarle porque con sangre pagará, la muerte es su protectora ahora- parecía no haber nadie, aquella mujer miraba en todas direcciones -Estoy aquí pero no estoy en ninguna parte,- dijo con sutileza -dime niña ¿A quién tuve el placer de salvar su fragil vida, qué a venido a buscar a altas horas de las noches frías de donde salen los condenados a saciar su sed?- die en una forma casi tierna, tratando de tranquilizar su miedo, no sabia quién le hablaba puesto que no veia nadie, mas la voz que le cuestionaba parecía salir del algún rincón oscuro que le hacia séntir protección e insertidumbre...

Mientras rezaba para que alguien me ayudara y yo hacía fuerza para soltarme, tuve que soltar la bolsa donde llevaba las cosas para mi niña haciendo que todo se esparciera en el suelo. Pero de pronto una voz sonó e hizo parar a ese hombre que me mantenía contra la pared. Pero aquellas palabras que la voz pronuncio, hizo que mi cuerpo se atenazara por el miedo. Pero buscaba con la mirada al proveniente de aquella voz. Porque aunque las palabras habían sido sádicas, la verdad es que tenía el presentimiento de que me iba a salvar. Mi cuerpo temblaba imperceptiblemente pero intentaba saber en todo momento donde estaba esa persona a la que oía hablar. Al parecer, el objetivo de aquella noche no iba a ser yo si no aquel hombre que pretendía ante todo pronostica violarme. Pero esa persona que hablaba, fuera quien fuera, iba a matarle ¿por mi? No lo sabía.

Me puse en pie, acercándome al cuerpo yacente del hombre que momentos antes me había acorralado. Pero la voz de nuevo me hizo parar en seco y me quede parada sin decir nada. Pero buscaba esa voz por todos lados, por raro que pudiera parecer lejos de asustarme aquella voz me hacía sentir protección pero claro que el no verla provocaba algo de… incertidumbre por decirlo de alguna forma. Pero entonces mire al suelo, allí estaban las cosas para mi Tifanny. Me agache y las recogí de nuevo, poniéndolas en las bolsas y cogiéndolas con mis manos mirando hacia alas sombras pero no viendo a nadie.

-Me llamo Elinor, Elinor Clarissa Carstairs. ¿Puedo al menos saber el nombre de mi salvador?

Ansiaba verle, él se llamaba a sí mismo la muerte. Pero yo ansiaba verle, saber cómo era la persona que me había salvado. Pero primero me conformaría con su nombre, al menos por ahora. Espere paciente con las bolsas entre mis manos esperando su respuesta.

Por increible que pareciese, ella me consideraba su salvador, ¿a caso lo habria hecho con esa intención?, todo me indicaba que era esa la razón por la cual le había salvado la vida en lugar de apagarla a mi manera.
Recogía sus cosas en esas sencillas bolsas de papel color marrón, mientras seguia observando a las sombras esperando pudiera verme, no era dificil de adivinarlo, aquellos ojos tan seductores llenos de juventud delataban ante mi sus deseos en aquel momento.
Pronuncio su nombre, y pregunto el mío, suspire profundamente, con movientos rapidos camine hacia otro sitio, buscando que mi sombra se proyectara, poco a poco fue avanzando, esbozando, a un hombre con sombrero y capa -Mi querida Elinor, pequeña indefensa ¿Para que desea saber mi nombre?- dije con voz tranquila y baja que poseia un halo de misterio, mientras ella volteaba en dirección a la sombra proyectada en el muro, poniendo atención a cada movimiendo de aquel mi oscuro reflejo -Sabe, dulce mujer, la muerte no tiene nombre, pero si de algo le sirve, con el nombre que se me conoce entre la gente parisina es The phantom- solte un carcajada discreta -¿Como más podrían llamar a su pesadilla amanazante de terminar con su vida?- la joven miraba en la dirección que creia encontrar mi silueta, camino admito en la dirección correcta, volví a moverme -No, aún no es tiempo de que veas mi rostro, a penas nos conocemos, la noche es demasiado joven todavía tienes esperanzas de contemplarla pero a su debido tiempo, conformate con escuchar mi voz a tu alrededor... estoy más cerca de lo que puedes llegar a imaginar-.
Estando a sus espaldas, tome un objeto que aun permanecia en el suelo, supongo que ante la curiosida y el ansia de verme, no se percato de que aún faltaban cosas por recoger del piso.
De entre las penumbras, sobresalio mi mano enguantada de piel color negro, toque sutilmente su hombro, giro enseguida quedando sorprendida viendo mi mano que parecía no pertenecer a algún cuerpo -Si, mademoiselle estoy más cerca de lo que los mortales pueden imaginar y usted hoy lo ha comprobado- la joven tomo con timidez aquella manzana roja de tono intenso y brillante que sobresalia de mi mano -Ande tome, no le haré daño, de haber querido ya lu hubiese hecho- finalmente la cogío viendola por un instantes, después me la ofreció -No gracias, los fantasmas propagadores de muerte no solemos comer más que vidas, mejor guardela para el pequeño o pequeña que la espera en casa-volvio a mirar con sorpresa, con aquellos ojos llenos de seducción e inocencia y sus labios entreabiertos no dejaban mirar mi mano -No se preocupe, lo intuyo, ¿quién más saldria a estas sombras, que no fuese por la dedicación de cubrir las necesidades de un infante?- retire mi mano -Me sorprende que siendo el retrato de la vivaz juventud ya tenga a alguien que dependa de usted...- guarde silencio, finalmente parecía haber encontrado el motivo por el cual la había salvado, sea niño o niña la que estuviese a su lado esperaba con ansia el retorno de su madre y de no volver la criatura sería presa de los monstruos ocultos en París de día y libres por las noches -¿Que pasaba por su mente que la hizo meterse en terreno tan peligrosos? ¿Quizá en mi llegada o la persecusión de las fantasías que el pecado infunde en los hombres? aquellos que no se dan cuenta que lastiman a los petalos de las más bellas flores femeninas de esas que luchan por una gota de agua, por un rayo de sol para poder vivir crecer, poder vivir, poder alimentar a la semilla que de ellas depende- un tono tierno y de coraje se escuchaba en cada frase,negue con la cabeza -¿Qué hubiera sido de aquella criatura si usted no hubiese retornado?- pense por un momento -Ella tampoco ya no se verá indefensa, un ángel la protege, la cuida, más lamento que no sea con exactitud un ángel de la guarda...-.
Pocas veces me mostraba compasivo como en esos momentos pero a veces hasta la muerte necesita saber que tiene que proteger a sus elegidos, a los que sabe estan solos en el mundo lleno de penurias, en ocasiones el ángel de la muerte necesitaba saber que habia vidas que valían la pena, que podrían se por un corto momento su fragil compañía...

Sabía que aunque no podía verle él seguía allí entre las sombras mirándome, sentí como se movía y yo le seguía con la mirada. Y pude verle, no a él si no a su sombra, solo pude saber que llevaba capa y sombrero. Intentaba verle, ansiaba poder verle. Pero al menos me dijo el nombre por el cual le conocían, The Phantom… Con eso me conforme por el momento, porque al menos sabía algo más de esa persona que me había salvado la vida. De pronto, sentí que lo perdía entre las sombras y fue entonces cuando algo me toco el hombro y pude ver su mano enguantada aguantando una manzana roja como la sangre. Pero no parecía pertenecer a ningún cuerpo y eso me sorprendía muchísimo. Pero tome la manzana, pensando que había comprado mas para mi niña y se la ofrecí con una sonrisa y a su respuesta volví a mirarle con sorpresa.

-Es una pequeña niña de 10 años, no tenia en casa nada para ella y he tenido que salir aun a riesgo de dejarla sola en casa. Está un poco enferma y no quería que se arriesgase a enfermas más solo por acompañarle. Pero no es mi hija biológica, es mi hija adoptiva. Me la encontré hace un tiempo y no dude en adoptarla, pero la quiero como si fuese de mi sangre.

Sonreí con solo recordar el rostro de mi pequeña niña, el rostro de aquella princesa que esperaría con ansias que volviera a aparecer por la puerta. Solo tenía 19 años pero mi sentido maternal estaba muy a flor de piel y con Tifanny era feliz aunque nada desearía más que darle un padre y así poder dejar de trabajar de cortesana, pero si seguía en ese trabajo ya no era por mí, sino por mi princesa para que pudiera cuidarla como debía. Mire a las sombras que ocultaban a mi salvador, escuchando su voz pensando en que habría sido de mi princesa si yo no hubiera vuelto, me estremecí con solo pensarlo.

-He entrado en las callejones porque quería llegar pronto con mi princesa… pero creo que no ha sido buena idea no sé que me hubiera ocurrido si no hubiese aparecido le doy las gracias de nuevo.