Escondida de los ojos aristrocraticos.

Y seguian hablando y hablando...Era un museo de curiosidades y secretos guardados por personas equivocadas. Todos riendo y hablando como loros del mercado, no habia una conversacion que valiera la pena. La sociedad esta tomando de ejemplo la promiscuidad y el fisico de la gente contando ademas su vida privada, antes que el intelectualismo. Como se notaba que no era mi hogar... Pero, qué me mantenia alli en lugar de dar media vuelta e irme? Simplemente el hecho de tener que hablar con un viejo colega humano para recordarle de invertir en una pequeña empresa. Ya logre mi cometido, pero me ha pedido que me quedase para disfrutar del baile que en un par de minutos comenzaria.

Eleve una ceja y abandone el pequeño grupo que se habia formado junto a mi. Todo el aire estaba consumido de alcohol aparentemente ligero, besos a escondidas y huidas a pisos más altos. No esperaba menos. Era ya muy dificil estar dentro de la comunidad actual; cualquier sitio era sitio de personas ingratas y casi huecas. El arte y la musica de aquel palacio era lo unico que me distraia un poco. Camine por los pasillos un poco, alejandome de la muchedumbre de alta jerarquia y mire un poco la decoracion y algunas pinturas que el anfitrion habia colocado. Algunas las reconoci pero otras erna nuevas y eso me arrancaba una sonrisa. Algun nuevo secreto que descubrir...

Oi pasos de nuevo y suspire un poco frustrada, otra pareja o alguien que seguramente busca un sitio más intimo para "charlar". Intente enfocarme en lo que miraba pero note tambien que los musicos estaban afinando los instrumentos, seguramente comenzaria un baile. Esperaria a que acabase la primera pieza y luego me iria.

Otra noche que significaba, convivir en sociedad, los altos circulos de París adoraban mi escritos, mis historias de horror y asesinato, invitandome a un baile que parecía prometedor, mis editores insitieron en que fuera pues desde que he llegado a esta ciudad de encanto y misterio no habia salido más que por café y regresar a casa en compañia de mis viejos amigos: el papel, la pluma y el tintero.
Puedo decir con toda honestidad que fue llevado a la fuerza más que por mi desición propia, iba con aquel pequeño grupo de caballeros que no hacían mas que embriagarse desde el principio y buscar pasiones voluptuosas que hacen del placer la cortesana.
La fiesta, recien empezaba, el gran salón mantenía las puertas de par en par, los invitados corrían a tomar posiciones en aquel piso de marmol parecido un tablero de ajedrez, numerosos vestidos de colores llamativos y sin fines de fracs desfilaban ante mis ojos, mientras yo orillado en un pilar disfrutaba una copa de vino tinto, empapado de aburrimiento, ¿donde estaba el arte, donde estaban aquellos comentarios, aquellas catedras que supone iba a pronunciar?, en el olvido de cientos de personas que hacían y desacian a su voluntad, aquellas sus vidas por una noche.
Necesitaba calma y quietud, un pequeño rinconcito donde pudiera descansar de todo aquel bullicio, de toda aquella diversión maliciosa, camine camine entre aquellos muros color satin y matices de cobre, un pasadiso, sin número de pasillos, y ninguno era la puerta de lo que queria huir, finalmente haye un vereda dentro del castillo, finalmente algo de sutil colorido pintado por los viejos nuevos maestros del arte adornaba aquella olvidada parte iluminada por la luz de las velas que dependian de los candiles.
No muy a lo lejos estaba, una misteriosa mujer, velo y vestido color negro eran su vestimenta aquella noche, preciosa era en verdad como la diosa Cibeles, ojos que me recordaban el agua pura de los rios y lagos que en esos momentos contemplaba con detenimiento las obras de Da vinci y de Miguel Ángel, parecía aquella criatura estaba sola y aturdida tanto como yo, decidi acercarme quizá un poco de conversación me haria recuperar un poco del entusiasmo perdido.
Con las manos entrelazadas en la espalda, caminaba en dirección a ella dirigiendo mi mirada al arte, finalmente llegue al cuadro, quese ubicaba al lado de donde estaba ella.
Con educación me atreví a saludar -Bonne nuit Mademoiselle, ¿Contempla el arte?-rei levemente -Pienso que usted debe ser de esas personas que quieren huir del bullicio, done no se habla de nada interesante que no sean tratos y negocios, me alegra saber que usted es de las pocas personas que se interesa en este lugar-guarde silencio, contemplando aquella pictorica obra que llevaba por titulo "La virgen de las rocas", baje la mirada y con aquellos mis ojos cafés la contemple disculpandome -He estado pensando que debo de importunarla, usted ha venido a buscar paz y yo acabo con ella, con mis humildes comentarios- gire y me proponia a retirarme cuando decidi regresar al recordar que ni siquiera me presente -Oh mademoiselle debe disculparme usted al haber sido tan descortez al no haber tenido la osadía de por lo menos decirle mi nombre, me llamo Archibaldo de la Cruz, soy escritor, ya se que no es buen sitio para alguien como yo pero mis editores...- negue con la cabeza -Bueno esa es otra historia y que hay de usted, que en faz se nota el aburrimiento, ¿por que obligado motivo ha venido?- pergunte, poniendo atención a la pieza que estaba a punto de tocarse, por los violenes era algo de Bach, mis compañeros me habían dicho que al anfitrion era de este celebre artista su música favorita -Bonita pieza ¿no le parece?-, intente establecer comunicación con aquella joven que na hacia desde hace un rato más que mirarme, con detenimiento y analisís, que parecia estar explorando lo más profundo de mi alma.

No me habia equivocado al escuchar a alguien acercandose. Yo tranquila contemplaba un cuadro de Da Vinci; de una extraña mujer con algo en sus ojos que hacian que mi atencion se centrase en ella. Habia algo en sus ojos, sus manos y el fondo que el artista le habia dado. Seran ciertos los rumores de que se habia retratado a él mismo? No estaba del todo segura por lo que simplemente decidi tratar de encontrar yo misma su secreto.
Oi la voz de un hombre saludandome y voltee para verlo. Era un hombre de unos veintinueve o treinta años de edad, parecia muy calmo y tenia una buena forma de dirigirse a mi. Extranjero sin duda...

Le reverencie saludandole y le sonrei.
-Debo decirle que este pequeño rincon con estas bellas pinturas y sus secretos ocultos son lo unico atractivo que ha llamado mi atencion esta noche. Más que huir de charlas de tratos y negocios, escapo de chismes y hablas irrelevantes de la vida privada de otros.-el hombre parecia querer marcharse pero parecia ser que era el unico capaz de entender que habia algo mas en esa fiesta que solo el ir a hablar de lo que a los demas no les incumbia.-Si gusta, quedese. No me importuna en lo absoluto.

Escuche su nombre y su vocacion. Eso me hizo sonreir ampliamente, casi suspirar de la admiracion.
-Estoy entonces ante un artista del papel. Debo decir que entonces ha resultado ser una bella noche. Soy una admiradora de las artes; pintura, escultura, musica, escritura, canto, baile...todas aquellas formas de expresion del alma atrapan mi ser y dejan en él una marca que me hace sentir muy bien en el fondo.-asi que tambien por aburrimiento y por deber estaba aqui.-Digamos que tambien he tenido que venir por negocios. Mi socio me ha pedido que trate de cerrar un trato con un inversionista. Acepto de buen agrado ante una segunda oferta y bueno, ya no tengo más que hacer aqui...pero no es amable retirarse sin al menos escuchar algo de musica.

Mire atentamente sus ojos mientras hablaba, queria ver más. Qué habia tras su rostro y su vocacion? Realmente me costaba creer que aquel ser tambien busco un sitio lejos de aquellas conversaciones molestas. Tarde me di cuenta de algo.
-Le ruego me disculpe, Mister De la Cruz. Soy Jacqueline Samantha Ritchway.

Aquella joven, que para entonces no le conocía, parecio sonreirme al conocer mi vocación, parecía ser una amante de las artes, no solamente de la pintura, a su comentario me limite a asentir con la cabeza, no podía hablar de la sorpresa que me bindo en aquellas palabras, en verdad eran pocas las personas que se sentían contentas al toparse con un escritor en medio de un baile.
Finalmente después de tranquilizarme un poco y haber suspirado hondo y profundo le conteste -Así es soy un artista de papel, letras y palabras, por un momento creo que me ha heco sentir bien entre tantas personas con las que no entablo palabra alguna ¡Vamos! ni siquiera un simple saludo- más me quede impresionado cuando de sus labios brotaron las palabras más dulces y sencillas que describian al arte en todo su esplendor, para su corta edad conocía bastante, entonces la pregunto surgio a mi mente ¿Será humana? -Debo admitir que no he encontrado mejor persona que me describa al arte desde sus adebtros tan bella y detalladamente- debia admitir sus palabras me halagaban gracias al al arte había escapado de mi locura y de mi pasado tormentoso -El arte, es la más preciosa de las joyas, más valiosa que los rubies o que los diamantes, es por la que muchos sacrificamos nuestra vida y loque más se ama, es el espejo vivo de alma, del corazón y del sentir...- tome una pausa -Forma más pura que esa no hay para expresar lo prohibido o el secreto más recondito del ser humano- contemplaba la obra, de lado a lado, de arriba abajo, sonria ante cada nuevo detalle que encontraba.
La mire detenidamente, los dos estabamos en esta jaula de locos por compromisos laborales, ella también habia buscado un escape, parecía que estar mucho tiempo entre la gente de la alta alcurnia no era de su agrado -Lamento que por ello haya tenido que venir a este manicomnio- las risas perdidas y locas de algunas mujeres resonaban hasta aquella parte colmada de paz, los hombres también reian a carcajadas abiertas o cantaban alguna cancioncilla que se les venía a la cabeza gracias a la indigesta de alcohol que llevaban a cuestas -Tiene razón, un verdadero espectaculo se monta allá arriba, donde el decoro comienza romperse- asentía con la cabeza mientras mi expresión cambiaba de aburrida y angustiada a divertida y calmada.
La joven ya se disponia a retirse pero la musica le detenía y parecia que yo también, pues yo tenía tanta libertad como ella para retirarse, debía esperar a mi embriagados editores para llevarlos a casa y de esta manera evitar que algún carruaje se los llevará de paseo accidental sin haberlo solicitado -No se ofenda, pero espero que la pieza tarde en tocarse, verá es que al irse usted, volveré a quedarme solo entre todo este alboroto, yo aun debo esperar a unas personas y si se va, bueno pues creo que serán otras largas horas de aburrimiento- sonrei amablemente dejando ver que no tenía alguna otra intención que pudiera pensarse, de igual manera no la culparía sin ella no aceptase puesto que en estos tiempos ni fiarse de su propia sombra parece ser buena idea.
Pero como todo en mi vida, cuando decia algo se convertia en realidad la pieza comenzo a tocarse, los aplauso seminconcientes de los asistentes se elevaba en el cielo y el taconeo de las damas comenzaba a escucharse al golpear con el piso marmoleado.
Los violenes sonaban con fuerzas, notas altas y bajas eran interpretadas en sus cuerdas, las arpas se unieron después alternandose jugueteando entre ellas y por ultimo los tamborines junto con las trompetas como siempre estrictos marcandoles el paso a las pequeñas notas traviesas que nacian con movimiento vivaz.
-Me parece que es una pieza de Bach- volteaba hacia donde provenía la corriente de aire frio y nocturno -¿Es hermosa no le parece?, efectivamente es de Bach, mis editores me dijeron que al anfitrión le encantaba las piezas de ese afamado compositor- sonrei y de ella nacio decirme su nombre, aprovechandome de eso me atrevía a decir -Entonces mademoiselle Ritchway, me concedería esta pieza- le ofrecí mi mano en gesto de invitación, con elegancia y respeto, dudó un segundo, mientras yo me quede pensando, dará media vuelta o se quederá para el baile de despedida, parecía tan decidida irse que pense que para darle un buena bienvenida al aburrimeinto de nuevo, debía bailar con la dulce distracción por un escasos minutos....

Era algo tan satisfactorio el por fin encontrarte con alguien que valorase lo más bello y puro de la vida y no como otros que simplemente valoraban el erotismo y lo más vano de la sociedad como algo "artistico". No tenia porque ser asi pero habia muy pocas personas que la ciudad que lograsen ver con nuestros ojos lo que alguien como yo o como el señor de la Cruz veiamos. Una jaula de locos, muy bien dicho.
-Bueno, mi unico consuelo es que no soy la unica persona que necesite ahogarse de borracho y andar husmeando en vidas ajenas para poder disfrutar de una fiesta.-me dio su "pésame" al tambien estar aqui por obligaciones.-Lamento que usted tambien tenga que soportar esta reunion en masa a la que me he atrevido a llamar fiesta.-dije arqueando un poco mi ceja al repetir aquella palabra de nuevo.

Al parecer, denotandolo en sus palabras, el que se encuentre conmigo parecio ser su unica distracion agradable de la noche. Supongo que me hace sentir igual de bien. Al menos alguien comprendia mis gustos. Me encogi de hombros.
-Supongo que podre acompañarle en su agonia por un tiempo más.-dije en broma, refiriendome a que quizas decida quedarme más tiempo en vez de abandonar.
Voltee a ver en la direccion de la musica que comenzaba a tocar y de buen agrado escuche, sonriendo. Si bien Bach no era uno de mis preferidos, era muy agradable el escuchar musica tan bella y agradable. El señor de la Cruz me extendio su mano para bailar y, sinceramente, me senti un poco extraña, incomoda quizas, por el como nos verian a ambos bailando pero luego descarte mis temores tontos ya que seguramente estarian más ocupados hablando mal de cualquiera como para vernos juntos.

Le sonrei al señor y tome su mano, esperando que no reaccionase de mala manera al sentir la frialdad de mi piel.
-Encantada.-dije amablemente y caminamos hacia el salon de baile. La tonada me era muy familiar, seguramente era Allegro Moderato pero bien podria equivocarme.