AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
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Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Aquel era mi primer día en la ciudad de "l'amour". Paris, Francia. Yo nunca había estado ahí, y menos bajo aquellas condiciones, bajo aquella hórrida naturaleza que comenzaba a ceder su tortura conforme pasaban los días. Había estado en Pontoise, en Évreux, en Troyes, siempre sin mirar atrás y sin regresar a Schwyz, la ciudad donde nací. No quería volver por ahora, por ahora que estaba fingiendo mi propia muerte ante mi padre, que lidiaba el dolor de habernos perdido a mi madre y a mi casi al mismo tiempo. Yo sabía que aún le tenía odio a mi creador por habernos hecho tanto daño, el mismo que yo le tenía, con la única diferencia de que yo sí era capaz de darle caza al contrario de mi padre, quien terminaría siendo el cazado si le buscaba. Sabía que mi padre era un hombre lo suficientemente inteligente como para dejarme a mi actuar, a su pequeño y adorado ángel.
Que de ángel había perdido toda la condición.
Ahora, la ciudad del amor se abría ante mis ojos, como si se tratase de una rosa blanca, que florecía de una forma particularmente bella en invierno. La noche en que llegué a aquella ciudad nevaba lentamente. El cielo, oscurecido por la noche, con pequeños brillos como fulgores de diamantes, alumbrado por una enorme luna llena, de aquellas que son ciertamente aplastantes, parecía llorar gélidamente, derramando lágrimas lentas y congeladas en forma de copos de nieve, ciertamente hermosos. O por lo menos a mi me encantaba mirarlos de aquella dulce manera: gélidos, suaves, cálidos.
No sé por dónde llegué. No sé si era el norte, el sur, o el centro, yo sólo caminaba, intentando buscar el lugar que se me había destinado para convertirse en mis aposentos. Cargaba un portafolio en la mano derecha, en el que yo sabía que habían objetos que podrían terminar incluso con mi propia vida. Me habían dicho que yo usara mis propias técnicas, mas aquello me hacía lucir más humano, más mortal. Más normal. En ese momento eso era lo que menos me importaba realmente. Caminaba lentamente, vestido con un abrigo grueso, negro, que ocultaba mi ropa bajo él. Sólo podían verse mis pantalones negros, mis zapatos de hebillas y mi rostro que regalaba sonrisas por debajo de una especie de boina negra. Mis manos, desnudas, se movían conforme a mi caminar, dándome cuenta que yo era incluso más gélido que la nieve, sintiendo una especie de terror que me llenó de éxtasis al mismo tiempo.
Vida eterna, un dolor que no existía.
Quería darle caza a mi creador, ese era mi único objetivo en la vida.
Mi rostro llamaba bastante la atención, y me di cuenta por la forma en la que me miraban los borrachitos que tomaban afuera de las tabernas. Incluso por la forma en la que me miraban los mendigos, las cortesanas. Además mi rostro era nuevo, y al ser decorado de la forma angelical en la que yo podía mirarme al espejo era evidente que atraería la atención. Mas ello me era increíblemente incómodo, así que terminé por sacar una bufanda, cubriendo mi rostro con ella, cual humano común y corriente que desea calentar el aire que respira.
Me detuve en una calle que me pareció hermosa. Supe que estaba cerca del centro de la ciudad o aquello me parecía por la cantidad de gente que pasaba, por la cantidad de mendigos y criaturas que habían por allí. Sonreí, para hacer una reverencia al aire y seguir con mi camino, con un único pensamiento en mi mente:
"Bonsoir, Paris..."
Cierto era que mi francés no era bueno, pero sabía hablar otros idiomas. Además, supuestamente estudiaría algo en esta ciudad, así que era como un nuevo regalo al inmortal recién nacido, de quien sus palabras no tenían nada de poético ni hermoso, como el resto de los inmortales. Aunque yo sólo conocía a uno, y era a quien yo quería ver muerto. Y muerto por mis propias manos, no iba a permitir que nadie más lo hiciera por mi.
Miré los faroles, dando un lánguido y triste suspiro, para sentarme en la acera, al lado de un farol. Había llegado a la sede de mi nuevo trabajo, un trabajo que en la vida se me hubiese ocurrido que yo tendría. Pero ahí estaba, y de una forma muy extraña, me sentía muy feliz. Pero aquella felicidad en mi estado de estupor se vio interrumpida por una figura que se acercaba a mi. Podía escuchar los pasos de aquel o aquella, mas no levanté la mirada para mirarle. Bien, aquella era mi bienvenida a Paris. La bienvenida de uno de los inmortales más jovenes...
Que de ángel había perdido toda la condición.
Ahora, la ciudad del amor se abría ante mis ojos, como si se tratase de una rosa blanca, que florecía de una forma particularmente bella en invierno. La noche en que llegué a aquella ciudad nevaba lentamente. El cielo, oscurecido por la noche, con pequeños brillos como fulgores de diamantes, alumbrado por una enorme luna llena, de aquellas que son ciertamente aplastantes, parecía llorar gélidamente, derramando lágrimas lentas y congeladas en forma de copos de nieve, ciertamente hermosos. O por lo menos a mi me encantaba mirarlos de aquella dulce manera: gélidos, suaves, cálidos.
No sé por dónde llegué. No sé si era el norte, el sur, o el centro, yo sólo caminaba, intentando buscar el lugar que se me había destinado para convertirse en mis aposentos. Cargaba un portafolio en la mano derecha, en el que yo sabía que habían objetos que podrían terminar incluso con mi propia vida. Me habían dicho que yo usara mis propias técnicas, mas aquello me hacía lucir más humano, más mortal. Más normal. En ese momento eso era lo que menos me importaba realmente. Caminaba lentamente, vestido con un abrigo grueso, negro, que ocultaba mi ropa bajo él. Sólo podían verse mis pantalones negros, mis zapatos de hebillas y mi rostro que regalaba sonrisas por debajo de una especie de boina negra. Mis manos, desnudas, se movían conforme a mi caminar, dándome cuenta que yo era incluso más gélido que la nieve, sintiendo una especie de terror que me llenó de éxtasis al mismo tiempo.
Vida eterna, un dolor que no existía.
Quería darle caza a mi creador, ese era mi único objetivo en la vida.
Mi rostro llamaba bastante la atención, y me di cuenta por la forma en la que me miraban los borrachitos que tomaban afuera de las tabernas. Incluso por la forma en la que me miraban los mendigos, las cortesanas. Además mi rostro era nuevo, y al ser decorado de la forma angelical en la que yo podía mirarme al espejo era evidente que atraería la atención. Mas ello me era increíblemente incómodo, así que terminé por sacar una bufanda, cubriendo mi rostro con ella, cual humano común y corriente que desea calentar el aire que respira.
Me detuve en una calle que me pareció hermosa. Supe que estaba cerca del centro de la ciudad o aquello me parecía por la cantidad de gente que pasaba, por la cantidad de mendigos y criaturas que habían por allí. Sonreí, para hacer una reverencia al aire y seguir con mi camino, con un único pensamiento en mi mente:
"Bonsoir, Paris..."
Cierto era que mi francés no era bueno, pero sabía hablar otros idiomas. Además, supuestamente estudiaría algo en esta ciudad, así que era como un nuevo regalo al inmortal recién nacido, de quien sus palabras no tenían nada de poético ni hermoso, como el resto de los inmortales. Aunque yo sólo conocía a uno, y era a quien yo quería ver muerto. Y muerto por mis propias manos, no iba a permitir que nadie más lo hiciera por mi.
Miré los faroles, dando un lánguido y triste suspiro, para sentarme en la acera, al lado de un farol. Había llegado a la sede de mi nuevo trabajo, un trabajo que en la vida se me hubiese ocurrido que yo tendría. Pero ahí estaba, y de una forma muy extraña, me sentía muy feliz. Pero aquella felicidad en mi estado de estupor se vio interrumpida por una figura que se acercaba a mi. Podía escuchar los pasos de aquel o aquella, mas no levanté la mirada para mirarle. Bien, aquella era mi bienvenida a Paris. La bienvenida de uno de los inmortales más jovenes...
Invitado- Invitado
Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
¡Nieve! ¡Cuánto me gustaba la nieve y que cayera sobre mi cabeza!, pero...estaba encerrado en mi habitación. No sé porque estaba aquí de nuevo, tan solo sabía que mi hermano estaba merodeando por la casa, despierto o moribundo pero aun con su ojo puesto en mi. Suspire, quería salir afuera y jugar con la nieve. Salí de mi cuarto a hurtadillas procurando de no hacer nada de ruido, supuse que él se habría ido a dormir, era un animal perezoso pero con aquello que le había marcado la vida por el resto de su vida, pero me preguntaba el porqué de ello. De cualquier modo no iba a seguir siendo la niña indefensa-Si me proteges, nunca sabré ser fuerte...
Dije para mi mismo mientras me alejaba de la habitación, caminaba aun en silencio y gracias a nuestra tradición de dejar los zapatos en la entrada, no tuve ningún problema con salir hacia afuera, hacia la fría noche de la que me abrigue con varias capas de bufandas y un abrigo el cual le mostro un mayordomo. Me lo puse y salí hasta quedarme dentro de la calesa, me puse la manta por encima hasta que de repente, por las ventanas de la calesa, comenzaba a ver el exterior por segunda vez en lo que llevaba en París.
El peligro existía en todas partes, no te podías ir de él así como así. Miraba aun por la ventana de la calesa, hasta que de repente decidí que la calesa se parase de inmediato en mitad de la calle, me baje, quitando la manta de mis piernas y entonces las personas de nuevo, andaban de un lado a otro, yendo por doquier, con prisa, con niños, la nieve caía sobre mis cabellos azabache, sonreía al notar la nieve sobre mis manos desnudas, como un niño pequeño estaba, no sabía que pensar. En realidad, desde que llevaba en París, apenas vi la nieve, en... ¿De dónde vine? Nunca lo supe. De donde nací o de quien naci, nunca lo supe. Solo conozco a la París que desde entonces me ha visto crecer.
La noche entonces se cernía sobre mi cabeza y sobre la de mil y un habitantes más, no sabía por dónde ir. A ver. Me acerqué a un señor, joven que parecía inmerso en algo, pero yo igualmente me acerque-Disculpe....-Venga, algo rápido-¿Dónde está el banco?-Fue lo único que se me ocurrió en ese momento. Genial Yuu. Genial.
Dije para mi mismo mientras me alejaba de la habitación, caminaba aun en silencio y gracias a nuestra tradición de dejar los zapatos en la entrada, no tuve ningún problema con salir hacia afuera, hacia la fría noche de la que me abrigue con varias capas de bufandas y un abrigo el cual le mostro un mayordomo. Me lo puse y salí hasta quedarme dentro de la calesa, me puse la manta por encima hasta que de repente, por las ventanas de la calesa, comenzaba a ver el exterior por segunda vez en lo que llevaba en París.
El peligro existía en todas partes, no te podías ir de él así como así. Miraba aun por la ventana de la calesa, hasta que de repente decidí que la calesa se parase de inmediato en mitad de la calle, me baje, quitando la manta de mis piernas y entonces las personas de nuevo, andaban de un lado a otro, yendo por doquier, con prisa, con niños, la nieve caía sobre mis cabellos azabache, sonreía al notar la nieve sobre mis manos desnudas, como un niño pequeño estaba, no sabía que pensar. En realidad, desde que llevaba en París, apenas vi la nieve, en... ¿De dónde vine? Nunca lo supe. De donde nací o de quien naci, nunca lo supe. Solo conozco a la París que desde entonces me ha visto crecer.
La noche entonces se cernía sobre mi cabeza y sobre la de mil y un habitantes más, no sabía por dónde ir. A ver. Me acerqué a un señor, joven que parecía inmerso en algo, pero yo igualmente me acerque-Disculpe....-Venga, algo rápido-¿Dónde está el banco?-Fue lo único que se me ocurrió en ese momento. Genial Yuu. Genial.
Yuu Asakura- Hechicero Clase Alta
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Miré un rato más las calles parisinas. La gente pasaba, realmente sin fijarse en su alrededor. Y es que desde que yo había perdido la vida en manos de mi creador, todo el mundo había perdido más sentido del que ya carecía. ¿O lo había ganado? El cielo, la nieve cayendo lentamente, como gélidas lágrimas sobre mi, sobre mi rostro, mi cabeza y mi cuerpo, rodeándome. Era como si aquella nieve y aquella tristeza del hermoso cielo quisiera enterrarme bajo ella, pero yo me resistía a ello. De vez en cuando, sacudía mis ropas con mis manos desnudas, sin llamar la atención de nadie. Estaba disfrutando mi llegada, disfrutando de las tiendas que permanecían abiertas, otras que estaban cerradas, y la gente yendo y viniendo. La gente, los humanos. Las hermosísimas personas que no tenían idea quién ni qué era yo. Ni yo estaba seguro de quiénes eran ellos. Mis pensamientos aún seguían dando vueltas en mi cabeza, torturándome de una forma que me daba nostalgia al recordar mi adorada Schwyz, mi madre, mi padre. El amor de mi vida, que tanto daño me había hecho. ¡Ah, el amor de mi vida...!
La persona que más odiaba ahora...
¿Es que podría algún día...? Alcé la mirada después de escuchar la voz de aquella persona, que terminaba por interrumpir mis pensamientos. Estaba cerca de mi, algo que no podía tolerar demasiado. Cubrí un poco más mi rostro con la bufanda, para levantar la mirada para mirar a aquella persona que estaba parada frente a mi. Permanecí con mi rostro cubierto con la bufanda, para regalarle una sonrisa a aquella persona, sin que se viera realmente por lo oculta que estaba.
-No sabía que había un banco por aquí, disculpad... soy nuevo en la ciudad...-tosí, afirmando, sintiendo que la bufanda se me bajaba poco a poco, dejando pronto mi rostro blanco y angelical descubierto ante aquel, que me di cuenta que tenía bellas facciones. Le volví a sonreír, sin saber por qué lo hacía, y cubrí de nuevo mi rostro para evitar llamar la atención. -Aunque vi uno hace unos minutos caminando...hacia allá-señalé, hacia donde lo había visto. No quería verme muy relacionado con las personas, mas no tenía forma de salir de aquello.
La persona que más odiaba ahora...
¿Es que podría algún día...? Alcé la mirada después de escuchar la voz de aquella persona, que terminaba por interrumpir mis pensamientos. Estaba cerca de mi, algo que no podía tolerar demasiado. Cubrí un poco más mi rostro con la bufanda, para levantar la mirada para mirar a aquella persona que estaba parada frente a mi. Permanecí con mi rostro cubierto con la bufanda, para regalarle una sonrisa a aquella persona, sin que se viera realmente por lo oculta que estaba.
-No sabía que había un banco por aquí, disculpad... soy nuevo en la ciudad...-tosí, afirmando, sintiendo que la bufanda se me bajaba poco a poco, dejando pronto mi rostro blanco y angelical descubierto ante aquel, que me di cuenta que tenía bellas facciones. Le volví a sonreír, sin saber por qué lo hacía, y cubrí de nuevo mi rostro para evitar llamar la atención. -Aunque vi uno hace unos minutos caminando...hacia allá-señalé, hacia donde lo había visto. No quería verme muy relacionado con las personas, mas no tenía forma de salir de aquello.
Invitado- Invitado
Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Era extraño del modo en que se comportaba. En cierto modo me señalo el banco, pero yo no iba en busca de un dichoso banco. Solo dije lo primero que me vino a la mente-Tengo...miedo...-Dije para decir que estaba lejos y en cualquier caso era de noche, me había escapado, otra vez de aquella mansión en la que me sentía apresado continuamente y miraba al joven el cual logre sacarle una sonrisa-¿Y si...?-Comencé a decir a aquel joven con el que me encontré-...¿vamos juntos?-Dije finalmente pues solamente pensé en ir acompañado por alguien por esta ciudad que al menos pensé en explorar de nuevo. La nieve además, era nuestro acompañante, no sabía que decir o que hacer para entablar conversación.
Trague saliva al instante, le mire a los ojos, lo poco que pude ver a través de aquella capa de negra bufanda, caminaba junto al extraño y le miraba sin parar-...-Quería decirle algo, pero no sabia si era lo adecuado el decirle primero mi nombre o que cosa más primeriza a un primer encuentro que mas en mitad de la nieve, de Paris siendo ocultada con una capa blanca que enseguida, con los primeros rayos del sol se derretiría con prisa. Suspiro y en cuanto llegamos al banco pues ahora tenía que mirarle a los ojos, le destape la bufanda para ver sus labios que estaban ocultos y sujeto de su bufanda, cerca de él, sonreí-Parece que ni tu ni yo, conocemos los rincones de estos lugares parisinos...
Dije porque ya me estaba hartando de estar parado, mi hermano podría llegar en cualquier momento y no quería que me encontrara de nuevo. Ellos no sabían lo que era la libertad, yo la ansiaba, era como estar encarcelado en una cárcel con varias personas vestidas de uniforme, solo que cuando estábamos en casa, pues nos vestíamos con nuestros atuendos tradicionales, de aquella tierra la cual, nunca conocí ni de la que venían mis padres. Lo más lógico es que supiera de donde vine, de quien vine y del porque me separaron. Solté la bufanda del chico y me puse a su lado para mirar a los alrededores, para ver que estaba haciendo la gente, si mirarnos, si observarnos de cerca. En ese instante, me asuste, no conocía a nadie y menos al joven al cual le dije que si me acompañaba esta noche.
-Souka....-Dije asintiendo en mi lenguaje nativo el cual me enseñaron mis hermanos estando en casa las veinticuatro horas del día. La gente ya no parecía interesarse por nosotros, la gente ya miraba y se disponía a sus asuntos personales. Me agarre a la manga de piel del abrigo del muchacho que estaba a mi lado. Me agarre mas mirando hacia los alrededores y en cuanto mire hacia atrás......mas me vale que echara a correr. Cogí de la mano al joven y tire de él hasta que nos paramos en una plaza. Jadeaba por el esfuerzo y entonces mire hacia atrás-Lo siento...-Dije mirándole a la cara-...Pensé que el mal nos perseguía...-Dije para terminar sentado en un banco de madera.
Trague saliva al instante, le mire a los ojos, lo poco que pude ver a través de aquella capa de negra bufanda, caminaba junto al extraño y le miraba sin parar-...-Quería decirle algo, pero no sabia si era lo adecuado el decirle primero mi nombre o que cosa más primeriza a un primer encuentro que mas en mitad de la nieve, de Paris siendo ocultada con una capa blanca que enseguida, con los primeros rayos del sol se derretiría con prisa. Suspiro y en cuanto llegamos al banco pues ahora tenía que mirarle a los ojos, le destape la bufanda para ver sus labios que estaban ocultos y sujeto de su bufanda, cerca de él, sonreí-Parece que ni tu ni yo, conocemos los rincones de estos lugares parisinos...
Dije porque ya me estaba hartando de estar parado, mi hermano podría llegar en cualquier momento y no quería que me encontrara de nuevo. Ellos no sabían lo que era la libertad, yo la ansiaba, era como estar encarcelado en una cárcel con varias personas vestidas de uniforme, solo que cuando estábamos en casa, pues nos vestíamos con nuestros atuendos tradicionales, de aquella tierra la cual, nunca conocí ni de la que venían mis padres. Lo más lógico es que supiera de donde vine, de quien vine y del porque me separaron. Solté la bufanda del chico y me puse a su lado para mirar a los alrededores, para ver que estaba haciendo la gente, si mirarnos, si observarnos de cerca. En ese instante, me asuste, no conocía a nadie y menos al joven al cual le dije que si me acompañaba esta noche.
-Souka....-Dije asintiendo en mi lenguaje nativo el cual me enseñaron mis hermanos estando en casa las veinticuatro horas del día. La gente ya no parecía interesarse por nosotros, la gente ya miraba y se disponía a sus asuntos personales. Me agarre a la manga de piel del abrigo del muchacho que estaba a mi lado. Me agarre mas mirando hacia los alrededores y en cuanto mire hacia atrás......mas me vale que echara a correr. Cogí de la mano al joven y tire de él hasta que nos paramos en una plaza. Jadeaba por el esfuerzo y entonces mire hacia atrás-Lo siento...-Dije mirándole a la cara-...Pensé que el mal nos perseguía...-Dije para terminar sentado en un banco de madera.
Yuu Asakura- Hechicero Clase Alta
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Miedo, miedo era el mismo sentimiento que yo guardaba en mi corazón. Pero yo no lo expresaba como el joven de bonitas facciones, yo me lo tragaba y fingía una máscara dura, fría y fuerte, de rostro angelical. Subí mi bufanda, y sin saber por qué terminé caminando al lado de un desconocido, en quien una vez más estaba confiando totalmente. Sus miradas eran persistentes, e incluso por un momento sentí que sus pensamientos hacían eco en mi cabeza, la discusión de sí mismo sobre hablarme. Pero ni yo estaba seguro de si no eran más bien los míos, que ardían en ganas por hacer un nuevo amigo, sin importar mi condición y naturaleza. Era joven, lo sé.
Mi sorpresa fue, cuando llegamos al banco, después de caminar en silencio por unos momentos. A mi me daba demasiada vergüenza hablar, y más con un desconocido. Y más si era tan...
Mi mente mortal estaba actuando de nuevo. Me había parecido un chico muy bello, mas yo no estaba en Paris para admirar bellezas. Miré el banco, sonriendo bajo mi bufanda, para sentir después un jalón en la misma que terminó por dejar mi rostro al descubierto, mi rostro que llamaba en verdad la atención de lo hermoso que era. Después de todo, yo era hijo de una princesa, aunque eso aún no lo sabía en esa época. Y aunado a eso, yo era un vampiro. Pero eso no lo sabía Yuu. Al escuchar aquella forma tan tierna de hablarme sonreí, negando con la cabeza y ruborizándome.
-¿Tanto se nota...?- pregunté en un francés algo extraño, haciendo notar mi incapacidad para hablarlo, mirando pasar a la gente, mirándola atender sus miles de asuntos, que a mi me parecían vacíos. Le miré cerca, mirando mis labios por un momento, mis ojos por otro. Creí que pronto notaría cosas raras en mi, que ni siquiera los dependientes de las tiendas notaban, era una paranoia mía. Pero yo sentía que así era y que en cualquier momento me iba a matar, me iba a golpear y...
Sacudí la cabeza, sintiéndome interrumpido por su "Souka". Quise hablar, pero fue cuando sentí sus dedos cálidos, vivos, entre mis dedos helados que no sentían el frío del invierno de París. Corrí sin saber por qué, mirando atrás, sin encontrar ninguna especie de peligro ni presentirlo. Nos detuvimos en aquella plaza, yo mirándolo, sin jadear, parpadeando intentando entender qué sucedía. Una vez más, mi mal francés salió a flote, mirándole fijamente, quitando la bufanda de mi rostro pálido.
-El mal está aquí...-susurré, sin hacer mueca de ningún tipo. Mi semblante permaneció serio, para de pronto cambiar a una sonrisa amplia. -¿Qué es el mal?
Después de aquello, me senté sobre la nieve, a su lado, sin importarme que mis ropas se mojaran de aquella gélida sustancia. Le miré, y sonriendo, fui yo quien comenzó esta vez una conversación.
-Keiji. Keiji D'Albère, caballero-acomodé mis cabellos, mirando aún a mi alrededor, como procurando estar a salvo. Volví a mirar a mi acompañante tan bonito, sintiéndome traicionado por mi condición. -Soy suizo.
Con mis dedos desnudos, hice una bolita de nieve, mirándola para sonreir de nuevo a aquella compañía, tan temerosa como yo. Quise preguntarle por qué tenía miedo, o de quién se estaba ocultando, mas no me atreví. Sólo le miré, para bajar mi cabeza apenado por su presencia y sintiéndome carcomido por la timidez. ¡Bravo, Keiji! Parecía que tres años en el infierno no me habían cambiado en nada. En momentos como ese, en el que conocía a alguien nuevo, me daba cuenta que seguía siendo el mismo niño de toda la vida, ingenuo y tímido. Y que se ponía rojo por todo. Parpadeé, para ladear mi rostro.
-¿No volveremos al banco, messisseur?-pregunté, según yo siendo muy cortés. Fallando mi última palabra, en un francés que sonó mezclado con un idioma que mis padres me habían enseñado: el suizo, aderezado con el lenguaje que ellos dijeron que debía aprender, el japonés. En resumen, un verdadero fiasco de oración.
Mi sorpresa fue, cuando llegamos al banco, después de caminar en silencio por unos momentos. A mi me daba demasiada vergüenza hablar, y más con un desconocido. Y más si era tan...
Mi mente mortal estaba actuando de nuevo. Me había parecido un chico muy bello, mas yo no estaba en Paris para admirar bellezas. Miré el banco, sonriendo bajo mi bufanda, para sentir después un jalón en la misma que terminó por dejar mi rostro al descubierto, mi rostro que llamaba en verdad la atención de lo hermoso que era. Después de todo, yo era hijo de una princesa, aunque eso aún no lo sabía en esa época. Y aunado a eso, yo era un vampiro. Pero eso no lo sabía Yuu. Al escuchar aquella forma tan tierna de hablarme sonreí, negando con la cabeza y ruborizándome.
-¿Tanto se nota...?- pregunté en un francés algo extraño, haciendo notar mi incapacidad para hablarlo, mirando pasar a la gente, mirándola atender sus miles de asuntos, que a mi me parecían vacíos. Le miré cerca, mirando mis labios por un momento, mis ojos por otro. Creí que pronto notaría cosas raras en mi, que ni siquiera los dependientes de las tiendas notaban, era una paranoia mía. Pero yo sentía que así era y que en cualquier momento me iba a matar, me iba a golpear y...
Sacudí la cabeza, sintiéndome interrumpido por su "Souka". Quise hablar, pero fue cuando sentí sus dedos cálidos, vivos, entre mis dedos helados que no sentían el frío del invierno de París. Corrí sin saber por qué, mirando atrás, sin encontrar ninguna especie de peligro ni presentirlo. Nos detuvimos en aquella plaza, yo mirándolo, sin jadear, parpadeando intentando entender qué sucedía. Una vez más, mi mal francés salió a flote, mirándole fijamente, quitando la bufanda de mi rostro pálido.
-El mal está aquí...-susurré, sin hacer mueca de ningún tipo. Mi semblante permaneció serio, para de pronto cambiar a una sonrisa amplia. -¿Qué es el mal?
Después de aquello, me senté sobre la nieve, a su lado, sin importarme que mis ropas se mojaran de aquella gélida sustancia. Le miré, y sonriendo, fui yo quien comenzó esta vez una conversación.
-Keiji. Keiji D'Albère, caballero-acomodé mis cabellos, mirando aún a mi alrededor, como procurando estar a salvo. Volví a mirar a mi acompañante tan bonito, sintiéndome traicionado por mi condición. -Soy suizo.
Con mis dedos desnudos, hice una bolita de nieve, mirándola para sonreir de nuevo a aquella compañía, tan temerosa como yo. Quise preguntarle por qué tenía miedo, o de quién se estaba ocultando, mas no me atreví. Sólo le miré, para bajar mi cabeza apenado por su presencia y sintiéndome carcomido por la timidez. ¡Bravo, Keiji! Parecía que tres años en el infierno no me habían cambiado en nada. En momentos como ese, en el que conocía a alguien nuevo, me daba cuenta que seguía siendo el mismo niño de toda la vida, ingenuo y tímido. Y que se ponía rojo por todo. Parpadeé, para ladear mi rostro.
-¿No volveremos al banco, messisseur?-pregunté, según yo siendo muy cortés. Fallando mi última palabra, en un francés que sonó mezclado con un idioma que mis padres me habían enseñado: el suizo, aderezado con el lenguaje que ellos dijeron que debía aprender, el japonés. En resumen, un verdadero fiasco de oración.
Invitado- Invitado
Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Miraba al suelo negando a la pregunta de Keiji, me gustaba el nombre. Le mire a los ojos-No, Keiji...Es que...-mire hacia ambos lados para ver que no me seguía aquel ser que sentí momentos atrás y volví a mirar fijamente a Keiji-...por ejemplo el mal...es aquello que llegaste a amar...pero que aún queda algo dentro del corazón...-Dije creyendo que me entendería a la vez que bajaba mi mirada hacia el suelo-...Y el banco, solo fue una excusa,-le miré-Es que...-comenzaba a dudar de mi mismo, de algún modo me ruborizaba.
O sentía vergüenza al mirar a Keiji, quizás eran por sus facciones, quizás por estar frente a alguien nuevo, a alguien aparte de mis hermanos. Solo los conocía a ellos, no conocía a nadie más, pero si conocía a gente a través de los comentarios de mis hermanos, de aquellas cenas en las que me cortaban el habla para tener que escucharles una y otra vez y yo sin poder tener oportunidad de expresarme. Me quede en silencio y mire que Keiji estaba en el suelo, encima de la nieve que caía lentamente sobre nuestras cabezas.
-Pareces un ángel observando esa bola de nieve...-Sonreí por primera vez desde que salí de la mansión, ya no sentía ninguna presión en el aire ni sentía que nadie me estuviera persiguiendo, podría enfermar, pero lo podría hacer igualmente Keiji. Me puse a su altura, en el suelo y me tumbe en un sitio amplio de la plaza que estaba cubierta de nieve y, como si fuera de nuevo un niño pequeño, comencé a agitar los brazos y las piernas para hacer una figura en forma de ángel. Me divertía, pero enseguida vi el rostro de Keiji oculto de nuevo bajo aquella capa gruesa de lana, me acerque a él y me puse en cuclillas para después destaparle, aunque sea un poco de su rostro y al menos ver su sonrisa-Sonríe...-Dijo sonriendo para que me imitara-...Sé que no nos conocemos, pero...-le tendí la mano para que viera que iba con buenas intenciones-...no me temas...-Dije aún con la mano en el aire hasta que él lo aceptara.
La noche, coqueta y silenciosa a la vez, cubría nuestras cabezas con una tela oscura con espumosas nubes que nos regalaban copos infinitos de agua congelada. En esa noche, pensé que me encontraría solo, quizás al final de este encuentro me encontraría solo para volver a casa y ahora en cambio, estaba intentando conocer a alguien que era tan desconocido para mí como para la ciudad. Quizás estuviera siendo bastante atrevido en mostrarme tan abierto-...Bueno no te preocupes...poco a poco...-Dije volviendo la mano a su sitio, pues había sido un poco atrevido-...el atrevimiento a veces me cuesta controlar, pues soy un poco, bueno soy, me a veces soy...muy cariñoso...-respiraba con un poco de nerviosismo, volviéndome a subir al banco para apoyar mi trasero en el.
A veces era un idiota, cruce mis brazos y volví a mirar a Keiji-Lo...lamento soy tonto a veces...-me rascaba la cabeza con cierto vergüenza y una sonrisa nerviosa en mi cara, reía bobamente y entonces suspire, encogiendo mis piernas y me hice un ovillo en el banco para comenzar a mecerme en equilibrio en el sitio. Miraba entonces a la figura de nieve que vagamente hice en la plaza anteriormente, suspire de nuevo y pare de mecerme para soplar entre mis manos y poder así calentármelas un poco.
Con tanta prisa, no me dio tiempo a coger unos guantes que pudieran ocultarlos del frio. Mire de nuevo a Keiji y le sonreí-Asakura, Yuu...pero aquí seria Yuu Asakura ¿No?-Sonreí asintiendo y de nuevo volviendo a colocar el vaho que salía de mis pulmones entre mis manos que comenzaban a calentarse vagamente. Miré a Keiji-Yuu Asakura...-Le tendi la mano de nuevo-Encantado de conocerte, mi primer amigo-Dije con franqueza.
O sentía vergüenza al mirar a Keiji, quizás eran por sus facciones, quizás por estar frente a alguien nuevo, a alguien aparte de mis hermanos. Solo los conocía a ellos, no conocía a nadie más, pero si conocía a gente a través de los comentarios de mis hermanos, de aquellas cenas en las que me cortaban el habla para tener que escucharles una y otra vez y yo sin poder tener oportunidad de expresarme. Me quede en silencio y mire que Keiji estaba en el suelo, encima de la nieve que caía lentamente sobre nuestras cabezas.
-Pareces un ángel observando esa bola de nieve...-Sonreí por primera vez desde que salí de la mansión, ya no sentía ninguna presión en el aire ni sentía que nadie me estuviera persiguiendo, podría enfermar, pero lo podría hacer igualmente Keiji. Me puse a su altura, en el suelo y me tumbe en un sitio amplio de la plaza que estaba cubierta de nieve y, como si fuera de nuevo un niño pequeño, comencé a agitar los brazos y las piernas para hacer una figura en forma de ángel. Me divertía, pero enseguida vi el rostro de Keiji oculto de nuevo bajo aquella capa gruesa de lana, me acerque a él y me puse en cuclillas para después destaparle, aunque sea un poco de su rostro y al menos ver su sonrisa-Sonríe...-Dijo sonriendo para que me imitara-...Sé que no nos conocemos, pero...-le tendí la mano para que viera que iba con buenas intenciones-...no me temas...-Dije aún con la mano en el aire hasta que él lo aceptara.
La noche, coqueta y silenciosa a la vez, cubría nuestras cabezas con una tela oscura con espumosas nubes que nos regalaban copos infinitos de agua congelada. En esa noche, pensé que me encontraría solo, quizás al final de este encuentro me encontraría solo para volver a casa y ahora en cambio, estaba intentando conocer a alguien que era tan desconocido para mí como para la ciudad. Quizás estuviera siendo bastante atrevido en mostrarme tan abierto-...Bueno no te preocupes...poco a poco...-Dije volviendo la mano a su sitio, pues había sido un poco atrevido-...el atrevimiento a veces me cuesta controlar, pues soy un poco, bueno soy, me a veces soy...muy cariñoso...-respiraba con un poco de nerviosismo, volviéndome a subir al banco para apoyar mi trasero en el.
A veces era un idiota, cruce mis brazos y volví a mirar a Keiji-Lo...lamento soy tonto a veces...-me rascaba la cabeza con cierto vergüenza y una sonrisa nerviosa en mi cara, reía bobamente y entonces suspire, encogiendo mis piernas y me hice un ovillo en el banco para comenzar a mecerme en equilibrio en el sitio. Miraba entonces a la figura de nieve que vagamente hice en la plaza anteriormente, suspire de nuevo y pare de mecerme para soplar entre mis manos y poder así calentármelas un poco.
Con tanta prisa, no me dio tiempo a coger unos guantes que pudieran ocultarlos del frio. Mire de nuevo a Keiji y le sonreí-Asakura, Yuu...pero aquí seria Yuu Asakura ¿No?-Sonreí asintiendo y de nuevo volviendo a colocar el vaho que salía de mis pulmones entre mis manos que comenzaban a calentarse vagamente. Miré a Keiji-Yuu Asakura...-Le tendi la mano de nuevo-Encantado de conocerte, mi primer amigo-Dije con franqueza.
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
"El mal...es aquello que llegaste a amar...pero que aún queda algo dentro del corazón", volví a pensar. Y le di vueltas a ello, con un único nombre en mi cabeza. Cómo le odiaba. Mas sabía que aún tenía algo de mi creador en mi corazón, y que esto era mi búsqueda estúpida por sacármelo, por alejar ese mal que ahora me consumía vivo. No podía decírselo al joven de rostro bonito, pero tampoco podía ocultar la extraña sensación que el comentario me había causado. Mi semblante había cambiado un poco, culpa de la mezcla de emociones que se me habían juntado en un mismo momento. Cerré mis ojos, para alzar mi vista a él e insistir en mi pregunta, que era más para mi que para él, porque quizá yo la pudiese responder más que él.
-¿Y por qué lo sigues guardando en tu corazón, si ha hecho tanto mal?-ladeé mi rostro, cual niño pequeño, preguntando el por qué de todo. De alguna forma, quería saber su respuesta. Le insistí con la mirada, para luego suspirar, ruborizándome ante sus palabras, mientras mis dedos seguían acariciando la nieve. Mis dedos desnudos, incapaces de sentir el frío. Eso era nuevo para mi, y me era muy divertido.
Una vez mas, el rubor de mi rostro creció al verlo tan cerca de mi, pidiéndome que sonriera. Mi instinto fue sonreír ampliamente, de aquella manera en la que mi madre siempre me decía "hermoso angelito". Así le sonreí, siendo más honesto de lo que jamás hubiese podido imaginarme, dejándome el rostro descubierto, sin importarme demasiado que llamase mucho la atención. Pero mi felicidad se vio destruída cuando recordé que yo tenía un par de cosas afiladas en mi dentadura, que me quedé pensando si las habia visto o no. Era casi imposible que las viera, porque aún eran demasiado pequeñitos mis colmillos, a tal grado de parecer sólo un defecto en mi dentadura, pero la mente paranoica de Keiji se puso en acción. Le escuchaba, y le había mirado con la mano extendida hacia mí, pero me dio en aquel momento un ataque de paranoia y timidez extrema, ruborizándome a más no poder, mirándolo solamente, bajando mi cabeza para que no se notase demasiado el color rojo de mis mejillas. Aún ni siquiera sabía por qué no volveríamos al banco, pero ya eran demasiadas preguntas para mi mente. Noté que le había hecho sentir mal, y que había vuelto a su posición en el banco, disculpàndose por cosas que ni siquiera me habían ofendido. Me levanté, para hincarme yo sobre la nieve, y tomar su mano sonriendo.
El cielo nocturno era de una forma bellísimo, a la vez, terrorífico. Anunciaba una tormenta de nieve pronto, pero a mi me tenía totalmente sin cuidado que la avisara o no. Pero seguro mi acompañante, humano, vivo, se vería en apuros. Sin embargo, yo estaba simpatizando mucho con él, mi primer amigo desde que me habían convertido, así que no iba a permitir que la nieve nos alcanzase de aquella forma. Pero no dejaba de ser una linda noche, sin viento casi, sólo cayendo de vez en cuando copos de nieve casi tan blancos como mi piel.
Le sonreí de nuevo, para ladear el rostro y abrir la boca, como si fuese a hablar. Me lo pensé mucho antes de hacerlo, pero me decidí a ello. Mis padres me habían inculcado el idioma de donde ellos habían sido inmigrantes, y mi creador había insistido en ello. Al escuchar el nombre de Yuu, creí que podía comunicarme con él de una mejor manera que con mi francés tonto. Así que solté una frase en aquel idioma que rogaba porque él me comprendiera:
-Mucho gusto Yuu... es un honor para mi conocerte...-sonreí ampliamente, para sin saber por qué, echarme a sus brazos, abrazándolo con fuerza. Me gustaba ser cariñoso, pero bueno, abrazar a un desconocido era algo un tanto extremo. Esperaba no asustarlo, así que lo solté lentamente, apenado, para volver a sentarme en la nieve. Mi cariño, algo que terminaba por ser inmensamente aplastante para los demás. No podía ocultar que yo aún sentía, cosa que me terminaba por preguntar si era de un vampiro o no. Me sumí en mis pensamientos, mirando fija y atentamente a Yuu, como si las respuestas estuvieran en su rostro.
-No sé dónde me quedaré esta noche- le miré, bajando la cabeza y de nuevo en mi momento de sinceridad. -¿Conoces algún lugar que sea barato?-pregunté, ladeando mi rostro de nuevo, hacia los lados, como meciéndome. Sonreía bastante, esperando escuchar las palabras de mi madre muy dentro de mi. "Mi hermoso angelito"
-¿Y por qué lo sigues guardando en tu corazón, si ha hecho tanto mal?-ladeé mi rostro, cual niño pequeño, preguntando el por qué de todo. De alguna forma, quería saber su respuesta. Le insistí con la mirada, para luego suspirar, ruborizándome ante sus palabras, mientras mis dedos seguían acariciando la nieve. Mis dedos desnudos, incapaces de sentir el frío. Eso era nuevo para mi, y me era muy divertido.
Una vez mas, el rubor de mi rostro creció al verlo tan cerca de mi, pidiéndome que sonriera. Mi instinto fue sonreír ampliamente, de aquella manera en la que mi madre siempre me decía "hermoso angelito". Así le sonreí, siendo más honesto de lo que jamás hubiese podido imaginarme, dejándome el rostro descubierto, sin importarme demasiado que llamase mucho la atención. Pero mi felicidad se vio destruída cuando recordé que yo tenía un par de cosas afiladas en mi dentadura, que me quedé pensando si las habia visto o no. Era casi imposible que las viera, porque aún eran demasiado pequeñitos mis colmillos, a tal grado de parecer sólo un defecto en mi dentadura, pero la mente paranoica de Keiji se puso en acción. Le escuchaba, y le había mirado con la mano extendida hacia mí, pero me dio en aquel momento un ataque de paranoia y timidez extrema, ruborizándome a más no poder, mirándolo solamente, bajando mi cabeza para que no se notase demasiado el color rojo de mis mejillas. Aún ni siquiera sabía por qué no volveríamos al banco, pero ya eran demasiadas preguntas para mi mente. Noté que le había hecho sentir mal, y que había vuelto a su posición en el banco, disculpàndose por cosas que ni siquiera me habían ofendido. Me levanté, para hincarme yo sobre la nieve, y tomar su mano sonriendo.
El cielo nocturno era de una forma bellísimo, a la vez, terrorífico. Anunciaba una tormenta de nieve pronto, pero a mi me tenía totalmente sin cuidado que la avisara o no. Pero seguro mi acompañante, humano, vivo, se vería en apuros. Sin embargo, yo estaba simpatizando mucho con él, mi primer amigo desde que me habían convertido, así que no iba a permitir que la nieve nos alcanzase de aquella forma. Pero no dejaba de ser una linda noche, sin viento casi, sólo cayendo de vez en cuando copos de nieve casi tan blancos como mi piel.
Le sonreí de nuevo, para ladear el rostro y abrir la boca, como si fuese a hablar. Me lo pensé mucho antes de hacerlo, pero me decidí a ello. Mis padres me habían inculcado el idioma de donde ellos habían sido inmigrantes, y mi creador había insistido en ello. Al escuchar el nombre de Yuu, creí que podía comunicarme con él de una mejor manera que con mi francés tonto. Así que solté una frase en aquel idioma que rogaba porque él me comprendiera:
-Mucho gusto Yuu... es un honor para mi conocerte...-sonreí ampliamente, para sin saber por qué, echarme a sus brazos, abrazándolo con fuerza. Me gustaba ser cariñoso, pero bueno, abrazar a un desconocido era algo un tanto extremo. Esperaba no asustarlo, así que lo solté lentamente, apenado, para volver a sentarme en la nieve. Mi cariño, algo que terminaba por ser inmensamente aplastante para los demás. No podía ocultar que yo aún sentía, cosa que me terminaba por preguntar si era de un vampiro o no. Me sumí en mis pensamientos, mirando fija y atentamente a Yuu, como si las respuestas estuvieran en su rostro.
-No sé dónde me quedaré esta noche- le miré, bajando la cabeza y de nuevo en mi momento de sinceridad. -¿Conoces algún lugar que sea barato?-pregunté, ladeando mi rostro de nuevo, hacia los lados, como meciéndome. Sonreía bastante, esperando escuchar las palabras de mi madre muy dentro de mi. "Mi hermoso angelito"
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
¿Me abrazó?
No pensé que alguien que no fuera de mi familia pudiera tener el valor de abrazarme. Solamente, es que me pillo por sorpresa en cómo se lanzo para abrazarme y como se iba sentando nuevamente en la nieve. ¿Por qué no se sentaba en el banco? Se resfriaría pero no después de llegar a algún sitio calentito-¿Por qué no te sientas en el banco, hermoso angelito? –Le mire mientras intentaba calentar de nuevo mis manos, le cogí de la muñeca y lo alce hasta sentarlo en el banco de madera para que acto seguido lo terminara abrazando por los hombros y con la otra mano libre la posaba sobre su mejilla para llevar mis labios a su otra mejilla y besársela con timidez para después mirarle a los ojos-Quédate en mi casa...-Dije sonriendo a Keiji-...es barato y conoces al dueño y en todos lados, bueno, no encontraras uno más acogedor que mis habitaciones, que son enormes..-Dije riendo finalmente cuando me separaba de Keiji, acabe mirándole a los ojos y le revolví el pelo.
Seria algo por dónde empezar, así le iba conociendo. Solo que algo en mí, estaba creciendo. No sabía en realidad que...era, no sabía que era pues me sentía extraño a su lado, nervioso, en peligro, en alerta me puse por unos segundos, pero enseguida con cada sonrisa que me regalaba y la inocencia que podía ver a través de sus ojos. Miré a todos lados para encontrar algún lugar en donde pudiéramos estar calentitos ambos, sin pasar frio bajo la densa nieve que iba apareciendo poco a poco en París. Quizás habría sido buena idea el irnos a mi casa ya, o empezar a caminar por algunos rincones de Paris.
-Andemos o quizás encontremos algo a lo que pueda adaptarse a tu bolsillo, no se quedarte en algún sitio...-Dije levantándome del banco-...como mi casa, bueno, está abierta si quieres algún día...pasarte por allá...-sonreí ampliamente ante aquella invitación, asintiendo a Keiji y le tendí la mano para que comenzásemos a caminar-Démonos prisa, o nos congelaremos...-Dije intentando ocultar un repentino escalofrió que entro en mi cuerpo de repente pero que cuando mantuve la mano en alto, se vio claramente que la mano tembló, la escondí y enseguida, por actuar rápido me fui a besar los labios de Keiji. -¡AH!-Me separe al instante en el que sin querer le besé.
¿Por qué le bese? ¿Era la atracción hacia él? Pero si apenas le conocí, pero oye, me gustó.
No pensé que alguien que no fuera de mi familia pudiera tener el valor de abrazarme. Solamente, es que me pillo por sorpresa en cómo se lanzo para abrazarme y como se iba sentando nuevamente en la nieve. ¿Por qué no se sentaba en el banco? Se resfriaría pero no después de llegar a algún sitio calentito-¿Por qué no te sientas en el banco, hermoso angelito? –Le mire mientras intentaba calentar de nuevo mis manos, le cogí de la muñeca y lo alce hasta sentarlo en el banco de madera para que acto seguido lo terminara abrazando por los hombros y con la otra mano libre la posaba sobre su mejilla para llevar mis labios a su otra mejilla y besársela con timidez para después mirarle a los ojos-Quédate en mi casa...-Dije sonriendo a Keiji-...es barato y conoces al dueño y en todos lados, bueno, no encontraras uno más acogedor que mis habitaciones, que son enormes..-Dije riendo finalmente cuando me separaba de Keiji, acabe mirándole a los ojos y le revolví el pelo.
Seria algo por dónde empezar, así le iba conociendo. Solo que algo en mí, estaba creciendo. No sabía en realidad que...era, no sabía que era pues me sentía extraño a su lado, nervioso, en peligro, en alerta me puse por unos segundos, pero enseguida con cada sonrisa que me regalaba y la inocencia que podía ver a través de sus ojos. Miré a todos lados para encontrar algún lugar en donde pudiéramos estar calentitos ambos, sin pasar frio bajo la densa nieve que iba apareciendo poco a poco en París. Quizás habría sido buena idea el irnos a mi casa ya, o empezar a caminar por algunos rincones de Paris.
-Andemos o quizás encontremos algo a lo que pueda adaptarse a tu bolsillo, no se quedarte en algún sitio...-Dije levantándome del banco-...como mi casa, bueno, está abierta si quieres algún día...pasarte por allá...-sonreí ampliamente ante aquella invitación, asintiendo a Keiji y le tendí la mano para que comenzásemos a caminar-Démonos prisa, o nos congelaremos...-Dije intentando ocultar un repentino escalofrió que entro en mi cuerpo de repente pero que cuando mantuve la mano en alto, se vio claramente que la mano tembló, la escondí y enseguida, por actuar rápido me fui a besar los labios de Keiji. -¡AH!-Me separe al instante en el que sin querer le besé.
¿Por qué le bese? ¿Era la atracción hacia él? Pero si apenas le conocí, pero oye, me gustó.
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Hermoso angelito. Esa palabra me había hecho estremecer de pies a cabeza, porque tenía años de no escucharlo, y jamás pensé escucharlo de alguien que no fuese mi madre, o Gerôme. Cerré mis ojos al sentir sus labios en mis mejillas, sus manos rodeando mis muñecas, sus palabras suaves. Su propuesta, que combinada con sus ojos y sus cabellos oscuros le daban un tinte de tranquilidad. Me sentía tenso a ratos, pero muy liberado a otros. No pude terminar aceptando la propuesta, con las mejillas ruborizadas, con ese color carmín con el que solían teñirse.
Asentí con la cabeza.
-¿En verdad me darías posada en tu hogar?- pregunté, ladeando el rostro y olvidándome por un momento de mi condición. Sería difícil, puesto que debía dormir de día, evitar el sol a más no poder. Pero aquello podría solucionarse con alguna forma que yo me ingeniara, ya vería. Sonreí una vez más, mirándole. Sus ojos me inspiraban bastante, eran honestos, y decían tantas cosas que yo mismo me asombré de lo transparente que resultaba su corazón. Pero de alguna manera, eran muy parecidos a los míos, tiernos, inocentes, y muy elocuentes. Miré a mi alrededor, mirando la nieve caer.
Para mi, era un paisaje hermoso, para él, lo mas seguro es que no lo fuera tanto. Hacía frío, y la próxima nevada se veía cada vez más anunciada. Quise darle mi abrigo, pero me di cuenta que me estaría delatando demasiado. Preferí opinar e irnos a otro lado, pero no me dio mucho tiempo de pensar en ello. En eso estaba, cuando le miré alzar mi mano y así, de la nada, le miré cerca de mi rostro. Y fue cuando sentí de pronto, como una cubetada de agua helada, sus labios suaves, cálidos en los míos. Me estremecí muchísimo, volviendo a los escalofríos y temblores, que creí que se habían perdido con el cambio de naturaleza, y de alguna forma correspondí a aquel toque con mis labios antes de que él se alejase. Me di cuenta que nunca nadie había besádome de aquella forma, ni siquiera Gerôme, quien decía amarme con el alma. Bajé mi cabeza, ruborizándome, para tomarlo de la mano.
¡Me habían dado mi primer beso! ¡El primer beso que no me había dado mi madre, ni Gerôme, que conocía desde que nací!
¡Alguien me había dicho hermoso...! Me sentí muy feliz, volviendo a sentirme vivo, volviendo a... sonreír. A sonreírle a él, a Yuu.
Yo tampoco sabía por qué lo estaba haciendo, pero debía admitir que me gustaba bastante. Sí, sí, me había gustado. El joven me había gustado, sintiéndome como un pedófilo al saber que era como diez años menor que yo, aunque me notase quizá hasta más joven que él. Aún permanecí tomándolo de la mano, sin saber qué hacer. Mis dedos eran helados, aunque yo no sentía ese frío. Me dio miedo que él lo sintiera, mas no lo solté. Aún lo tomé de la mano, volviendo a atraerlo a mi, volviendo a abrazarlo, de una forma loca y atrevida, de aquella forma en la que era increíblemente imposible andar por las calles.
Pero me encantaba esa sensación, esa sensación de adrenalina, y de no entender qué estaba haciendo, ni por qué actuaba de esa manera ante la primer persona que me había gustado en mi vida.
Le abracé, para peinar su cabello suavemente.
-...¿me... llevarías a tu casa...?- le susurré al oído, mientras permanecía con él entre mis brazos. Su aroma de vivo, su calor, el sentir cómo corría su sangre por sus venas era simplemente hermoso, y su rostro...
Vale, ya. Me gustó Yuu, y por ello no lo iba a soltar. Es más, por ello, me iba a jugar la existencia quedándome en su hogar.
Asentí con la cabeza.
-¿En verdad me darías posada en tu hogar?- pregunté, ladeando el rostro y olvidándome por un momento de mi condición. Sería difícil, puesto que debía dormir de día, evitar el sol a más no poder. Pero aquello podría solucionarse con alguna forma que yo me ingeniara, ya vería. Sonreí una vez más, mirándole. Sus ojos me inspiraban bastante, eran honestos, y decían tantas cosas que yo mismo me asombré de lo transparente que resultaba su corazón. Pero de alguna manera, eran muy parecidos a los míos, tiernos, inocentes, y muy elocuentes. Miré a mi alrededor, mirando la nieve caer.
Para mi, era un paisaje hermoso, para él, lo mas seguro es que no lo fuera tanto. Hacía frío, y la próxima nevada se veía cada vez más anunciada. Quise darle mi abrigo, pero me di cuenta que me estaría delatando demasiado. Preferí opinar e irnos a otro lado, pero no me dio mucho tiempo de pensar en ello. En eso estaba, cuando le miré alzar mi mano y así, de la nada, le miré cerca de mi rostro. Y fue cuando sentí de pronto, como una cubetada de agua helada, sus labios suaves, cálidos en los míos. Me estremecí muchísimo, volviendo a los escalofríos y temblores, que creí que se habían perdido con el cambio de naturaleza, y de alguna forma correspondí a aquel toque con mis labios antes de que él se alejase. Me di cuenta que nunca nadie había besádome de aquella forma, ni siquiera Gerôme, quien decía amarme con el alma. Bajé mi cabeza, ruborizándome, para tomarlo de la mano.
¡Me habían dado mi primer beso! ¡El primer beso que no me había dado mi madre, ni Gerôme, que conocía desde que nací!
¡Alguien me había dicho hermoso...! Me sentí muy feliz, volviendo a sentirme vivo, volviendo a... sonreír. A sonreírle a él, a Yuu.
Yo tampoco sabía por qué lo estaba haciendo, pero debía admitir que me gustaba bastante. Sí, sí, me había gustado. El joven me había gustado, sintiéndome como un pedófilo al saber que era como diez años menor que yo, aunque me notase quizá hasta más joven que él. Aún permanecí tomándolo de la mano, sin saber qué hacer. Mis dedos eran helados, aunque yo no sentía ese frío. Me dio miedo que él lo sintiera, mas no lo solté. Aún lo tomé de la mano, volviendo a atraerlo a mi, volviendo a abrazarlo, de una forma loca y atrevida, de aquella forma en la que era increíblemente imposible andar por las calles.
Pero me encantaba esa sensación, esa sensación de adrenalina, y de no entender qué estaba haciendo, ni por qué actuaba de esa manera ante la primer persona que me había gustado en mi vida.
Le abracé, para peinar su cabello suavemente.
-...¿me... llevarías a tu casa...?- le susurré al oído, mientras permanecía con él entre mis brazos. Su aroma de vivo, su calor, el sentir cómo corría su sangre por sus venas era simplemente hermoso, y su rostro...
Vale, ya. Me gustó Yuu, y por ello no lo iba a soltar. Es más, por ello, me iba a jugar la existencia quedándome en su hogar.
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
¿Qué?
Que fuerza te atrae a la verdad.
¿Qué dímelo?
Dime porque a él y no a mi...
Que fuerza te atrae a la verdad.
¿Qué dímelo?
Dime porque a él y no a mi...
El cómo paso no sabría explicarlo. Estaba a su lado, le bese de repente y al final no supe que había pasado, pero tiro de mi, arrastrándome hacia sus brazos y en cuanto supe que tuve que arrodillarme para poder abrazarle por completo fue extraño que hasta en silencio mis lagrimas caían por si solas. No gimoteaba en aquel instante, tan solo miles de sentimientos salían hacia afuera y enseguida mis gemidos ahogados no pudieron parar de estar en silencio. El silencio que mantuve, por fin se mantuvo expuesto a la emoción que se me había olvidado en tanto tiempo. A pesar de no conocer el lecho de una mujer que me amamantase el peso, que me diera de comer, que velara por mí, que me contara un cuento antes de irme a dormir junto con las estrellas que siempre se juntaban en la noche, el sentimiento de aquel abrazo me recorría el cuerpo para después estrecharlo contra mi cuerpo, estrecharlo y esconder mi rostro en él para que así esconder mi vergüenza de mi placer amistoso en ese momento.
El frio gélido emanaba del cuerpo de Keiji, no hacía falta preguntar, en mi hogar, podría sentirse como en casa, no le faltaría de nada y podría ayudarle en el tormento en el que podía verle. Era tímido por lo poco que le había conocido en aquella noche, ya le había besado, parecía una despedida pero quizás la fiesta fuera llegando poco a poco, quería llegar a conocerlo. Era verdad que Eiji, era mi amigo, más bien era mi hermano mayor, pero no le sentía, ya se me hacia aburrido estar en casa, siempre con la misma persona, siempre con las mismas vistas, a lo mejor no le gustaría lo que le contaría a mi hermano, a mis hermanos que siempre me pedían una especie de “informe” al final de mi día y al principio del suyo. Eran odiosos y no les perdonaría si me llevaran a rastras.
Además ¿Qué pasaría con Keiji? Solo, por lo que vi. Tímido y cariñoso, aquello me agradaba, le mire a los ojos para fijarme en ellos, para que se me grabasen en la mente, en sueños vi algunos conocidos así, pero estaban difusos en varias sombras que se arremolinaban en el futuro. Ahora me limpie contra sus ropas, después me separe y ahora yo era quien me sentaba en el suelo a esperar a alguna reacción de mi parte. Ninguna o alguna estarían muy adentro de mis sentimientos, de mi corazón.
Como en un palacio enorme de oscura piedra, que esta ocultada en los confines de la tierra, yo me encontraba deambulando en pensamientos nulos. Ya los recorridos de mis lagrimas eran imaginarias en mi mente, en mi rostro solo ardía la confusión de mis acciones-Té llevare a casa, pero...-Le llevaría a casa y entonces....-aparte de ofrecerte donde dormir, debiste de recorrer un gran camino para llegar hasta aquí...-me levante de mi sitio en aquella nieve que se derretía para ser cubierta por otra capa más fría-...y por ello quiero conocerte mejor....-Me fui dando la vuelta para verle a sus ojos.
Está bien, le bese, le abrace y me encontré con él. Le miraba y le cogí una mano para que se levantara del banco de madera que yacía quieto y en silencio bajo su parte trasera. Le mire cerca de mí-...Yo...siento que...dentro de poco...podremos llevarnos...bien...-sonreí bastante tímido, agachando el rostro, escondiéndolo junto con una sonrisa delatadora de la vergüenza de mis palabras. Bien, esa es la palabra que definiese nuestro futuro. Bien, bueno, buena. Fantástico, fantástico, genial....Pero si todo salía mal, seria, regular, nada, dolor, decepción, dolor y más dolor.
Creo que nadie, ninguno de los dos...quería nada de eso.
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Un beso se había vuelto en tres, cuatro, cinco, muchos besos. Era algo a lo que yo no estaba acostumbrado, y menos porque Gerôme había encargádose de que yo no tocase, viese, o hablase con nadie más. Este, si bien no era mi primer afrontamiento contra la realidad, sí lo era con un chico muy apuesto, que ahora tenía entre mis brazos, gimiendo de dolor, llorando. No entendí muy bien, pero lo que sí entendí a la perfección es que yo no era el único que estaba hecho pedazos por dentro. Escuché sus palabras, que no sólo tenían aquel aire de amabilidad, sino el de nostalgia, el de melancolía, para verlo separarse lentamente de mi hasta acomodarse sobre la capa gélida de blanca nieve. Helaba, mas mi corazón helaba más. Aunque eso podría ser cambiado, pero me asustaba.
Me hinqué a su lado, para sonreírle, y levantarme con él al mismo tiempo que él lo hacía.
-Yo también quiero conocerte mejor...- y es que me había simpatizado demasiado aquel chico, y ahora que me invitaba a quedarme a su casa, sinceramente me causaba mucha emoción. Aún estaba algo asustado por el daño que me habían hecho, pero me sentía mucho más fuerte como para acercarme a las personas. El problema ahora sería tratar de ocultar mi naturaleza, lo que significaría una verdadera complicación. Mi mente maquinaba rápido, perdiéndome en pensamientos que se vieron interrumpidos por unos labios que acariciaban los míos, por unas manos que rodeaban mi cuerpo, por un pecho cálido y palpitante que me sostenía. Al escuchar sus palabras, no pude evitar alzar la mirada, asintiendo con la cabeza.
-Estoy seguro que así sera...-susurré, animándole. Estaba seguro que el futuro ya no me podría patear más, y si lo hacía, yo ya tenía un par de colmillos afilados con los cuales defenderme. No permitiría más dolor, y mucho menos inflingiría dolor a personas inocentes, como aquel muchacho. Aquel muchacho tan lindo.
Me levanté despacio, tomándolo de las manos, para sonreírle y volver a caminar sin rumbo. Le arropé, incluso con mi propia bufanda, porque ciertamente yo no la necesitaba, y me detuve frente a una tienda, que parecía vender bizcochos. Señalé las delicias con mi mano, mirando a Yuu.
Sinceramente, no sé que hacía, pero sólo deseaba estar con él. Deseaba tener otra vez contacto con sus labios, y mi timidez era demasiada como para decírselo así. Después de todo, en mi vida algo como aquello me había pasado, y el terror a ser herido, a ser lastimado una vez más se apoderaba de mi. Y de cierta forma, era como si estuviera haciendo algo malo, aunque no lo era. Pero me gustaba hacerlo, y permanecía como un tonto señalando los bizcochos.
-Dulces. Como tú- fue lo único que pude decir, sintiendo mi rostro hervir- Por agradecer besos, tus labios, yo... -sacudí mi cabeza, porque entendí que mis palabras no tenían sentido alguno. Di un lánguido suspiro, mirando al chico, como intentando que entendiera lo que ni yo mismo entendía. Sin saber por qué, sólo pude girarme a él, para jalarlo hacia mi, y en un abrazo disimulado y cálido, besar aquellos labios que moría por tocar de nuevo. Esta vez, entreabriendo los míos.
No tenía idea qué hacía, pero se sentía demasiado bien...
Me hinqué a su lado, para sonreírle, y levantarme con él al mismo tiempo que él lo hacía.
-Yo también quiero conocerte mejor...- y es que me había simpatizado demasiado aquel chico, y ahora que me invitaba a quedarme a su casa, sinceramente me causaba mucha emoción. Aún estaba algo asustado por el daño que me habían hecho, pero me sentía mucho más fuerte como para acercarme a las personas. El problema ahora sería tratar de ocultar mi naturaleza, lo que significaría una verdadera complicación. Mi mente maquinaba rápido, perdiéndome en pensamientos que se vieron interrumpidos por unos labios que acariciaban los míos, por unas manos que rodeaban mi cuerpo, por un pecho cálido y palpitante que me sostenía. Al escuchar sus palabras, no pude evitar alzar la mirada, asintiendo con la cabeza.
-Estoy seguro que así sera...-susurré, animándole. Estaba seguro que el futuro ya no me podría patear más, y si lo hacía, yo ya tenía un par de colmillos afilados con los cuales defenderme. No permitiría más dolor, y mucho menos inflingiría dolor a personas inocentes, como aquel muchacho. Aquel muchacho tan lindo.
Me levanté despacio, tomándolo de las manos, para sonreírle y volver a caminar sin rumbo. Le arropé, incluso con mi propia bufanda, porque ciertamente yo no la necesitaba, y me detuve frente a una tienda, que parecía vender bizcochos. Señalé las delicias con mi mano, mirando a Yuu.
Sinceramente, no sé que hacía, pero sólo deseaba estar con él. Deseaba tener otra vez contacto con sus labios, y mi timidez era demasiada como para decírselo así. Después de todo, en mi vida algo como aquello me había pasado, y el terror a ser herido, a ser lastimado una vez más se apoderaba de mi. Y de cierta forma, era como si estuviera haciendo algo malo, aunque no lo era. Pero me gustaba hacerlo, y permanecía como un tonto señalando los bizcochos.
-Dulces. Como tú- fue lo único que pude decir, sintiendo mi rostro hervir- Por agradecer besos, tus labios, yo... -sacudí mi cabeza, porque entendí que mis palabras no tenían sentido alguno. Di un lánguido suspiro, mirando al chico, como intentando que entendiera lo que ni yo mismo entendía. Sin saber por qué, sólo pude girarme a él, para jalarlo hacia mi, y en un abrazo disimulado y cálido, besar aquellos labios que moría por tocar de nuevo. Esta vez, entreabriendo los míos.
No tenía idea qué hacía, pero se sentía demasiado bien...
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Reí en cuanto me comparaba con los dulces del escaparate que me señalaba con sus dedos, pero en cuanto me jalo para que me besase, abrí los ojos de par en par y sorprenderme por un corto tiempo de aquel atrevimiento, pero enseguida le tome por la cintura y lo arrastre lejos del escaparate para que no nos viese nadie....cometiendo algo que no estaba bien visto. Me fui separando poco a poco de Keiji para mirarle a los ojos mientras le tenía entre mis brazos aun. Le sonreí ampliamente, el vaho que salía de mi boca a causa del frio de la noche, se expandía en el aire y entonces me separe de Keiji hasta quedar el uno al lado del otro-...Me...eso me pillo de sorpresa....y bueno....-mire al escaparate con los dulces, se veían deliciosos y quería comer uno de ellos.
Al menos desaparecería de la calle y de la vista de quien seguramente estuviera en mi búsqueda en estos momentos. Le tire de la manga para entrar en la cafetería, había varias mesas redondas y con sus sillas a juego adornaban el lugar con un toque muy parisino. Miré a Keiji y le retire unos copos de nieve de sus cabellos oscuros que en cierto modo, tenía un leve color rojizo a la luz de las velas. Me senté en una silla, cerca de una esquina y alejándome del cristal el cual podrían vernos. También era un buen lugar apartado de la cafetería y la verdad no nos veía nadie aparte de la camarera que iba y venía.
-Keiji...¿De dónde eres?-Le pregunte para comenzar la conversación en la mesa a la espera de que nos anotara lo que queríamos, solo que en su mirada, no sé si vi preocupación, no quería incomodarlo con preguntas, pero le puse la mano sobre su hombro y asentí-No te preocupes...si no me lo quieres decir...está bien...-Le dije para asegurarme de que no se preocupase por nada, no estaba en mis planes el agobiarle aun con preguntas más importantes. Solo quería que se sintiera cómodo, porque me conocía perfectamente que a veces podría ser una carga para mi acompañante. La camarera llegaba por la izquierda y en cuanto levante la mirada hacia la chica, vi sin darme cuenta a un hombre encapuchado que parecía mirarnos. Fruncí el ceño, pero deje de hacerle caso pues la camarera parecía estar ya anotando lo que había pedido Keiji, me puse pensativo y entonces asentí a la camarera pidiendo lo mismo que Keiji.
Sonreí a Keiji y miraba sus ojos y lentamente, como si de una serpiente se tratase, me fui acercando a su oído-... ¿Quieres ver...-mire de reojo al hombre que parecía seguir mirándonos con mucho interés-Oye...no quiero que te asustes ¿vale?-Ya me estaba dando malas vibraciones la continua mirada de aquel hombre sobre nosotros, pero en cuanto le volví a mirar, este se levantaba de su asiento para salir con cierta lentitud hacia la puerta, la luz de las velas bailaron tras sentir el aire de la puerta. Entonces, me senté en la silla que había justo al lado de Keiji para estar más cerca de él-Estoy aquí...-Fui acariciándole la espalda con lentitud y sentí que algo no andaba bien. Le hacía cariños en la espalda para después acariciarle la nuca y así la cabeza después.
Al menos desaparecería de la calle y de la vista de quien seguramente estuviera en mi búsqueda en estos momentos. Le tire de la manga para entrar en la cafetería, había varias mesas redondas y con sus sillas a juego adornaban el lugar con un toque muy parisino. Miré a Keiji y le retire unos copos de nieve de sus cabellos oscuros que en cierto modo, tenía un leve color rojizo a la luz de las velas. Me senté en una silla, cerca de una esquina y alejándome del cristal el cual podrían vernos. También era un buen lugar apartado de la cafetería y la verdad no nos veía nadie aparte de la camarera que iba y venía.
-Keiji...¿De dónde eres?-Le pregunte para comenzar la conversación en la mesa a la espera de que nos anotara lo que queríamos, solo que en su mirada, no sé si vi preocupación, no quería incomodarlo con preguntas, pero le puse la mano sobre su hombro y asentí-No te preocupes...si no me lo quieres decir...está bien...-Le dije para asegurarme de que no se preocupase por nada, no estaba en mis planes el agobiarle aun con preguntas más importantes. Solo quería que se sintiera cómodo, porque me conocía perfectamente que a veces podría ser una carga para mi acompañante. La camarera llegaba por la izquierda y en cuanto levante la mirada hacia la chica, vi sin darme cuenta a un hombre encapuchado que parecía mirarnos. Fruncí el ceño, pero deje de hacerle caso pues la camarera parecía estar ya anotando lo que había pedido Keiji, me puse pensativo y entonces asentí a la camarera pidiendo lo mismo que Keiji.
Sonreí a Keiji y miraba sus ojos y lentamente, como si de una serpiente se tratase, me fui acercando a su oído-... ¿Quieres ver...-mire de reojo al hombre que parecía seguir mirándonos con mucho interés-Oye...no quiero que te asustes ¿vale?-Ya me estaba dando malas vibraciones la continua mirada de aquel hombre sobre nosotros, pero en cuanto le volví a mirar, este se levantaba de su asiento para salir con cierta lentitud hacia la puerta, la luz de las velas bailaron tras sentir el aire de la puerta. Entonces, me senté en la silla que había justo al lado de Keiji para estar más cerca de él-Estoy aquí...-Fui acariciándole la espalda con lentitud y sentí que algo no andaba bien. Le hacía cariños en la espalda para después acariciarle la nuca y así la cabeza después.
De algún modo podía intuir algo. Algo de lo que teníamos en común esa noche.
Alguien nos perseguía.
Y esa persona podría haberlo encontrado.
Alguien nos perseguía.
Y esa persona podría haberlo encontrado.
Yuu Asakura- Hechicero Clase Alta
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
No supe en realidad qué hice. Sólo me encontré entre sus brazos, separándome de unos labios que sabían muy diferente, que sabían a timidez y dulzura, a inocencia, y sonreí cuando me encontré a su lado. Entendí que él también quería comer uno de esos, y le sonreí mirándolo fijamente, o más bien, admirándolo. Me di cuenta que mi mente otra vez se estaba yendo, cuando me sentí jalado por él hacia la cafetería. Me aterró entrar, porque simplemente mucha gente me miraba y se daban cuenta de mi rostro que no era muy normal mientras a la vez, yo me mantenía fascinado por el nuevo paisaje. Las mesitas, adornadas por velas, y su mano, su cálida mano jalándome de la manga. Yo estaba asustado, porque yo no quería que mi primer amigo (yo no sabía lo que era un amigo, y para mi, besarlo era algo muy bueno, porque era lo que yo sentía) se fuese por mis colmillos. Nos sentamos en una mesita muy lejana, mientras él quitaba los copos de nieve de mi cabello haciéndome ruborizar. Sonreí y pedí un café, con un pedazo de panqué de nuez. Supuse que era tal y como yo los conocía, y supuse que con lo que traía yo de dinero sería suficiente. Fue cuando me di cuenta que a partir de ese momento tendría que subsistir de otras formas, si es que allá, en la Iglesia, me seguían manteniendo así. Miré fijamente a mi acompañante, sonriéndole.
-No es ninguna molestia- comenté, mirando a todos lados el lugar.- Yo soy de Schwyz, Suiza -sonreí, para acomodar mi cabello y bajarme la bufanda, mirando lo que yo había pedido.
Partí con una cuchara el panqué, metiéndolo a mi boca y descubriendo que el sabor no me era grato. ¡No me era grato! Mas las nueces eran mi adoración, y tratando de encontrar de nuevo ese placer, me puse a buscarle nueces, mientras notaba que Yuu se ponía nervioso. Lo sentí acercarse a mi, lo sentí frotar mi espalda. Y alcancé a mirar una sombra que hacía bailar la vela, que la hacía danzar, que la hacía disminuir su fulgor y que me hacía a mi levantar la mirada. Me aferré a Yuu, aventando las monedas a la mesa y tomándolo de la mano. Antes de que el chico pudiese reaccionar, yo ya estaba saltando con él en brazos, corriendo hacia no sé dónde, corriendo lo más rápido que yo podía. Corrí sujetando a Yuu lo más fuerte que podía, y casi al borde de las lágrimas, me detuve al llegar a un túnel, bastante alejado de donde estábamos. Por ahora, ahí estaríamos seguros, pero no era nada definitivo. Me metí al túnel, dejando sobre el suelo, de una forma delicada, a Yuu, mirándolo con terror.
Sacudí la cabeza, sintiéndome demasiado infantil frente a él. Y no sé cómo, terminé llenándome de valor.
-¿Quién... eres....?-pregunté, soltando un suspiro, mirando hacia afuera, hacia la nieve, como vigilando. Mi rostro permanecía igual, y miles de imágenes se repetían una y otra vez en mi mente. Y se reían de mi, me llamaban estúpido, y me hacían sentir tan mal, que si en ese momento hubiese estado el sol, estoy seguro que hubiese terminado por permitir que éste me consumiera. Pero no fue así, sólo me quedé en silencio, sin mirar al chico, apretando la mandíbula con fuerza.
Aún más angelical de lo que ya me veía.
-No es ninguna molestia- comenté, mirando a todos lados el lugar.- Yo soy de Schwyz, Suiza -sonreí, para acomodar mi cabello y bajarme la bufanda, mirando lo que yo había pedido.
Partí con una cuchara el panqué, metiéndolo a mi boca y descubriendo que el sabor no me era grato. ¡No me era grato! Mas las nueces eran mi adoración, y tratando de encontrar de nuevo ese placer, me puse a buscarle nueces, mientras notaba que Yuu se ponía nervioso. Lo sentí acercarse a mi, lo sentí frotar mi espalda. Y alcancé a mirar una sombra que hacía bailar la vela, que la hacía danzar, que la hacía disminuir su fulgor y que me hacía a mi levantar la mirada. Me aferré a Yuu, aventando las monedas a la mesa y tomándolo de la mano. Antes de que el chico pudiese reaccionar, yo ya estaba saltando con él en brazos, corriendo hacia no sé dónde, corriendo lo más rápido que yo podía. Corrí sujetando a Yuu lo más fuerte que podía, y casi al borde de las lágrimas, me detuve al llegar a un túnel, bastante alejado de donde estábamos. Por ahora, ahí estaríamos seguros, pero no era nada definitivo. Me metí al túnel, dejando sobre el suelo, de una forma delicada, a Yuu, mirándolo con terror.
Sacudí la cabeza, sintiéndome demasiado infantil frente a él. Y no sé cómo, terminé llenándome de valor.
-¿Quién... eres....?-pregunté, soltando un suspiro, mirando hacia afuera, hacia la nieve, como vigilando. Mi rostro permanecía igual, y miles de imágenes se repetían una y otra vez en mi mente. Y se reían de mi, me llamaban estúpido, y me hacían sentir tan mal, que si en ese momento hubiese estado el sol, estoy seguro que hubiese terminado por permitir que éste me consumiera. Pero no fue así, sólo me quedé en silencio, sin mirar al chico, apretando la mandíbula con fuerza.
Aún más angelical de lo que ya me veía.
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Era yo. Yuu Asakura. ¿Por qué hizo aquella pregunta? Era algo extraño, si lo era, pero ¿Por qué a mí? –Keiji... ¿de qué hablas?-Dije bastante confuso a la pregunta de Keiji pues el numerito que me estaba montando de que ahora era para él un desconocido, ya me pareció extraño. Me levante del suelo en el que estaba sentado, en el que me dejo tirado Keiji para poder después levantarme por mi propia cuenta. Cruce los brazos sobre mi pecho ¿Qué le pasaba?
-Que pasa....¿ahora?-Dije de nuevo, pues parece que la primera vez no me había escuchado, mirándole fijamente a su figura.
Estuve un rato pensativo en porque esta actitud, el porqué de repente-....Keiji....-replique en forma de queja su nombre, no era un momento como para ir con sandeces-...no me confundas con alguien erróneo Keiji, si me acerque a ti, si te dije aquellas palabras, fue para advertirte de que alguien te estaba mirando en aquella cafetería, no sé quién era, pero me transmitía muy malas vibraciones...no sé, si te enteraste de que no te quitaba ojo....-Dije calmado, aunque en realidad me había ofendido un poco en el modo en el que Keiji me había preguntado aquel “Quien eres”
Frente a frente estábamos el uno del otro. Pensé en irme, en dar algunos pasos para irme de aquel lugar. Bien, quizás sería lo mejor en lugar de estar con alguien que no confía en mí, así que puse marcha en la otra dirección, camine hasta quedar fuera de aquel túnel, hasta que sentí que algo tiraba de mi manga. Me quede quieto en el sitio, mirando hacia delante, a la nada, a la nieve que caía delante de mis narices. La nieve blanca hasta parecía ceniza que parecía caer desde lo alto de otro cielo. La calle tan en silencio parecía una tumba para los vivos.
De eso no sabía yo, probablemente estaría muerto desde un principio o quizás esto era meramente un sueño demasiado real, pero en lo que si era cierto era que en el yo me encontraba con alguien que no confiaba en mí o eso pensaba-Keiji....-No recibí respuesta, pero el tirón aun estaba en la manga de mi abrigo-....¿qué paso ahora mismo?-Me gire, quería aclarar las cosas con Keiji, pero en cuanto me giraba, mis ojos se clavaron en la cabellera de Keiji y después en sus ojos.
No hacía nada. Solamente esperaba una respuesta de aquel quien me había gustado desde un principio y que en parte, aun me sigue atrayendo-Keiji...mírame...-Le dije para que me mirara, pero yo fui más rápido y me acerque a él para cogerle del mentón y alzar su mirada hasta ponerla frente a frente. Observe sus ojos marrones. Le sonreí de lado mostrando un lado tierno que a pocos mostraba-Mira, no quiero peleas...-trague saliva-...ni riñas, quiero saber que está pasando...del porque te muestras así conmigo...tan de repente...-Le dije con curiosidad pues no sabía lo que había detrás de toda esta incógnita.
-Que pasa....¿ahora?-Dije de nuevo, pues parece que la primera vez no me había escuchado, mirándole fijamente a su figura.
Estuve un rato pensativo en porque esta actitud, el porqué de repente-....Keiji....-replique en forma de queja su nombre, no era un momento como para ir con sandeces-...no me confundas con alguien erróneo Keiji, si me acerque a ti, si te dije aquellas palabras, fue para advertirte de que alguien te estaba mirando en aquella cafetería, no sé quién era, pero me transmitía muy malas vibraciones...no sé, si te enteraste de que no te quitaba ojo....-Dije calmado, aunque en realidad me había ofendido un poco en el modo en el que Keiji me había preguntado aquel “Quien eres”
Frente a frente estábamos el uno del otro. Pensé en irme, en dar algunos pasos para irme de aquel lugar. Bien, quizás sería lo mejor en lugar de estar con alguien que no confía en mí, así que puse marcha en la otra dirección, camine hasta quedar fuera de aquel túnel, hasta que sentí que algo tiraba de mi manga. Me quede quieto en el sitio, mirando hacia delante, a la nada, a la nieve que caía delante de mis narices. La nieve blanca hasta parecía ceniza que parecía caer desde lo alto de otro cielo. La calle tan en silencio parecía una tumba para los vivos.
De eso no sabía yo, probablemente estaría muerto desde un principio o quizás esto era meramente un sueño demasiado real, pero en lo que si era cierto era que en el yo me encontraba con alguien que no confiaba en mí o eso pensaba-Keiji....-No recibí respuesta, pero el tirón aun estaba en la manga de mi abrigo-....¿qué paso ahora mismo?-Me gire, quería aclarar las cosas con Keiji, pero en cuanto me giraba, mis ojos se clavaron en la cabellera de Keiji y después en sus ojos.
No hacía nada. Solamente esperaba una respuesta de aquel quien me había gustado desde un principio y que en parte, aun me sigue atrayendo-Keiji...mírame...-Le dije para que me mirara, pero yo fui más rápido y me acerque a él para cogerle del mentón y alzar su mirada hasta ponerla frente a frente. Observe sus ojos marrones. Le sonreí de lado mostrando un lado tierno que a pocos mostraba-Mira, no quiero peleas...-trague saliva-...ni riñas, quiero saber que está pasando...del porque te muestras así conmigo...tan de repente...-Le dije con curiosidad pues no sabía lo que había detrás de toda esta incógnita.
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Parecía que a él le había incomodado mi pregunta. Supuse que no me había explicado bien, mas haberlo herido para mi comenzaba a ser una herida a mi mismo. Sacudí la cabeza, mirándolo acercarse con los brazos cruzados. Me sentía inquieto, aún seguido. Mi pregunta no iba hacia donde él creía, e intenté calmarlo, sin éxito.
-Lo sé, Yuu, por eso te he traído hasta acá... porque no quiero que te haga daño a ti...-no pude terminar la frase, él ya se había dado la vuelta, encaminándose a la salida, y mi única reacción fue tirarle de la manga, impidiendo que se fuese.
-Yuu...-susurré, el chico que me había atraído se estaba yendo. ¡Me estaba dejando solo..! Dejando solo, por mis idioteces. Me sentí el estúpido más grande del mundo, y también el más desprotegido. Sabía quién podía estarme mirando, pero no me perdonaría que por mi culpa, el pequeño pasara infortunios. Y el sentirme solo de nuevo me aterraba, sobre todo porque me estaba dando cuenta de la inmensa atracción que sentía por él, que junto a él, parecía no existir peligro. Mas que el de ese momento.
Le sentí girándose hacia mi, alzándome del mentón, fijando mis ojos color miel en los suyos, abalanzándome a sus brazos sin dudarlo, pidiéndole casi a gritos que no se me fuese, porque yo no había querido ofenderlo. Menos aún quería reñir con él. Y cuando menos me di cuenta, mis labios ya estaban sobre los de él de nuevo, sin entender siquiera por qué lo estaba haciendo.
Cuando me separé de sus labios, lo miré a los ojos, abrazándolo. Negué con la cabeza, dando un suspiro, para hablar en aquel francés que me era tan inmensamente difícil.
-No quiero pelear, ¡no con vos!- le miré con una cara de melancolía, de tristeza, con un puchero, sintiendo que me deshacía, que me hacían añicos.- Yo sólo quería saber por qué sabías que me miraban a mi... Yuu... -bajé la cabeza, sin mirarlo de nuevo, sintiendo algo que tenía bastante tiempo que no me pasaba. Sintiendo mis ojos humedecerse de terror, haciéndome sentir el pequeño que siempre fui. El que vivió cosas horrendas, el que otra vez tenía una película en su cabeza.
Permanecí con la cabeza baja, para hacerme un ovillo en el suelo con tristeza.
-No me permitiría que te pasara algo... por mi culpa... -negué, mirando afuera la nieve que ya se estaba convirtiendo en una tormenta- ...Sólo quería eso... Yo....-no le miré, sentía que en cualquier momento él se iría pero por alguna razón, yo sentía que no se iba a ir. Esa era mi esperanza total. Recargué mi cara en mis piernas, aún sentado en el suelo, para hablar en el idioma que él también parecía comprender.
-Gomennasai, Yuu-kun... -suspiré, sintiéndome de nuevo el pequeño angelito débil que Gerôme podía cazar en cualquier momento. Y es que en realidad lo era, pero de nuevo mis emociones eran mi debilidad. Mis emociones, que vivía como olas inmensas del mar. Como enormes remolinos, que me llevaban a actuar intensamente. Vivir la vida con pasión, siempre lo había hecho así. Y ahora que era un vampiro, la pasion me llenaba, me desbordaba, y hasta alcanzaba para pasarla a los demás. Para pasársela a Yuu, para hacerlo sonreír...
-Lo sé, Yuu, por eso te he traído hasta acá... porque no quiero que te haga daño a ti...-no pude terminar la frase, él ya se había dado la vuelta, encaminándose a la salida, y mi única reacción fue tirarle de la manga, impidiendo que se fuese.
-Yuu...-susurré, el chico que me había atraído se estaba yendo. ¡Me estaba dejando solo..! Dejando solo, por mis idioteces. Me sentí el estúpido más grande del mundo, y también el más desprotegido. Sabía quién podía estarme mirando, pero no me perdonaría que por mi culpa, el pequeño pasara infortunios. Y el sentirme solo de nuevo me aterraba, sobre todo porque me estaba dando cuenta de la inmensa atracción que sentía por él, que junto a él, parecía no existir peligro. Mas que el de ese momento.
Le sentí girándose hacia mi, alzándome del mentón, fijando mis ojos color miel en los suyos, abalanzándome a sus brazos sin dudarlo, pidiéndole casi a gritos que no se me fuese, porque yo no había querido ofenderlo. Menos aún quería reñir con él. Y cuando menos me di cuenta, mis labios ya estaban sobre los de él de nuevo, sin entender siquiera por qué lo estaba haciendo.
Cuando me separé de sus labios, lo miré a los ojos, abrazándolo. Negué con la cabeza, dando un suspiro, para hablar en aquel francés que me era tan inmensamente difícil.
-No quiero pelear, ¡no con vos!- le miré con una cara de melancolía, de tristeza, con un puchero, sintiendo que me deshacía, que me hacían añicos.- Yo sólo quería saber por qué sabías que me miraban a mi... Yuu... -bajé la cabeza, sin mirarlo de nuevo, sintiendo algo que tenía bastante tiempo que no me pasaba. Sintiendo mis ojos humedecerse de terror, haciéndome sentir el pequeño que siempre fui. El que vivió cosas horrendas, el que otra vez tenía una película en su cabeza.
Permanecí con la cabeza baja, para hacerme un ovillo en el suelo con tristeza.
-No me permitiría que te pasara algo... por mi culpa... -negué, mirando afuera la nieve que ya se estaba convirtiendo en una tormenta- ...Sólo quería eso... Yo....-no le miré, sentía que en cualquier momento él se iría pero por alguna razón, yo sentía que no se iba a ir. Esa era mi esperanza total. Recargué mi cara en mis piernas, aún sentado en el suelo, para hablar en el idioma que él también parecía comprender.
-Gomennasai, Yuu-kun... -suspiré, sintiéndome de nuevo el pequeño angelito débil que Gerôme podía cazar en cualquier momento. Y es que en realidad lo era, pero de nuevo mis emociones eran mi debilidad. Mis emociones, que vivía como olas inmensas del mar. Como enormes remolinos, que me llevaban a actuar intensamente. Vivir la vida con pasión, siempre lo había hecho así. Y ahora que era un vampiro, la pasion me llenaba, me desbordaba, y hasta alcanzaba para pasarla a los demás. Para pasársela a Yuu, para hacerlo sonreír...
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Mis ojos no creían ver lo que pasaba en frente mía. Era curioso, así que yo también me puse a su altura para mantener mi mirada fija en él. Sonreí y puse una mano en la cabeza de Keiji para después ir acariciándosela con cierta lentitud-...Keiji...solamente noté cierta tensión en el aire y entonces vi a ese hombre mirarnos fijamente...-Le mire, mis manos fueron a cogerle del mentón para esta vez acercarle y posar mis labios sobre su frente, entonces mis manos fueron a acariciar parte de su mejilla pálida-Keiji...levanta, vas a congelarte-Dije porque seguramente estaría congelándose, no sabía porque aquella manera de sentarse, pero de cualquier modo, le cogí de las manos y tire con fuerza hacia arriba a la vez que nos incorporábamos y yo le acogía entre mis brazos.
-Keiji...Hoy el destino ha hecho que nos conozcamos....pero yo decido si te protejo o no y lo que decido es protegerte contra todo mal que haya porque, eres mi amigo...-mire sus ojos marrones fijamente, sin perderme detalle de ellos. Pude ver alguna que otra lágrima el cual yo mismo se las limpie con cada beso que le daba para limpiárselas-...o quizás algo más, pero por mi intuición no puedo dejarte solo....y más aun con la oportunidad de conocerte mejor....-Sonreía ampliamente para que viera la ira que tenia por dentro. Alguien acosaba a Keiji, era incluso menor que yo o eso parecía, lo que si es que iba a matar hasta la muerte a quien osase tocar a Keiji. Conforme fui pensando para mí mismo, fui sujetando por la cintura a Keiji con fuerza, le rodee con los brazos por encima de los hombros y por alrededor de su cintura para apegarlo a mí con cierta insistencia.
No se por cuánto tiempo estuve así, abrazado a Keiji bajo la espesa nieve que se amontonaba sobre nuestras cabezas. Eche mi cabeza a un lado para estornudar varias veces y enseguida fui separándome de Keiji para volver a estornudar tres o cuatro veces. Me limpie con un pañuelo que saque de mi bolsillo y después volví a guardarlo para estar mejor y nuevamente cerca de Keiji-Vamos a algún sitio ¿Si? Me estoy helando aquí bajo la nieve....-Sonreí para enseñarle que no estaba enfadado ni mucho menos molesto con su presencia, pero en realidad necesitaba un café caliente o algo para calentar mi cuerpo por dentro. Enseguida le cogí de la mano, parecía yo un ser mandatorio que llevaba de la mano a su pequeño por la calle. Seria tarde en la noche, no sé qué hora era y de algún modo comencé de nuevo a estornudar tres veces. Vaya, pues si que hacia frio.
-Keiji...-le apreté la mano, parecía distraído pues no me había mirado en todo lo que llevábamos de camino-¿Ocurre algo?...-Me pare de nuevo frente a Keiji justo enfrente de una perfumería que al parecer estaría a punto de abrir pues las cintas de obra aun estaban puestas y la tienda por dentro se veía recién puesta. Me quede esperando hasta que ya no aguante mas y me lancé a besarle los labios con cierta ternura, acorralándolo contra la pared y rodeando su cintura con ciertas ganas de tenerlo contra mi nuevamente-Keiji D’Albere....-le susurre en el oído su nombre al mismo tono que el siseo de una serpiente-...confía....en mi...-Dije con una voz que sonaba como el terciopelo, mire a Keiji y la sonrisa suave volvía a aparecer en mi rostro-...¿sí?-Termine en pregunta porque tenía ganas de ver su respuesta, me aleje un poco de él para que tuviese su espacio para no terminar por agobiarle. Esperaba y esperaba. Quería una respuesta.
-Keiji...Hoy el destino ha hecho que nos conozcamos....pero yo decido si te protejo o no y lo que decido es protegerte contra todo mal que haya porque, eres mi amigo...-mire sus ojos marrones fijamente, sin perderme detalle de ellos. Pude ver alguna que otra lágrima el cual yo mismo se las limpie con cada beso que le daba para limpiárselas-...o quizás algo más, pero por mi intuición no puedo dejarte solo....y más aun con la oportunidad de conocerte mejor....-Sonreía ampliamente para que viera la ira que tenia por dentro. Alguien acosaba a Keiji, era incluso menor que yo o eso parecía, lo que si es que iba a matar hasta la muerte a quien osase tocar a Keiji. Conforme fui pensando para mí mismo, fui sujetando por la cintura a Keiji con fuerza, le rodee con los brazos por encima de los hombros y por alrededor de su cintura para apegarlo a mí con cierta insistencia.
No se por cuánto tiempo estuve así, abrazado a Keiji bajo la espesa nieve que se amontonaba sobre nuestras cabezas. Eche mi cabeza a un lado para estornudar varias veces y enseguida fui separándome de Keiji para volver a estornudar tres o cuatro veces. Me limpie con un pañuelo que saque de mi bolsillo y después volví a guardarlo para estar mejor y nuevamente cerca de Keiji-Vamos a algún sitio ¿Si? Me estoy helando aquí bajo la nieve....-Sonreí para enseñarle que no estaba enfadado ni mucho menos molesto con su presencia, pero en realidad necesitaba un café caliente o algo para calentar mi cuerpo por dentro. Enseguida le cogí de la mano, parecía yo un ser mandatorio que llevaba de la mano a su pequeño por la calle. Seria tarde en la noche, no sé qué hora era y de algún modo comencé de nuevo a estornudar tres veces. Vaya, pues si que hacia frio.
-Keiji...-le apreté la mano, parecía distraído pues no me había mirado en todo lo que llevábamos de camino-¿Ocurre algo?...-Me pare de nuevo frente a Keiji justo enfrente de una perfumería que al parecer estaría a punto de abrir pues las cintas de obra aun estaban puestas y la tienda por dentro se veía recién puesta. Me quede esperando hasta que ya no aguante mas y me lancé a besarle los labios con cierta ternura, acorralándolo contra la pared y rodeando su cintura con ciertas ganas de tenerlo contra mi nuevamente-Keiji D’Albere....-le susurre en el oído su nombre al mismo tono que el siseo de una serpiente-...confía....en mi...-Dije con una voz que sonaba como el terciopelo, mire a Keiji y la sonrisa suave volvía a aparecer en mi rostro-...¿sí?-Termine en pregunta porque tenía ganas de ver su respuesta, me aleje un poco de él para que tuviese su espacio para no terminar por agobiarle. Esperaba y esperaba. Quería una respuesta.
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Cerré mis ojos al sentir el beso sobre mi frente, para rodearlo con mi cuerpo y escuchar aquello. El escucharlo que me protegería, el que yo era su amigo, alzando mi mirada ruborizándome un poco al encontrarme con sus ojos. Le observé detalladamente, sintiendo que las lágrimas tan normales en mi caían como pequeñas bolitas de cristal sobre mi rostro liso, mirándole a él besarlas con sus labios rosados y suaves, tan cálidos como él y como su pecho . Yo tampoco le iba a dejar solo, y es que él había dado justo en lo adecuado: no le iba a abandonar teniendo la oportunidad de conocerlo a fondo, de tener a alguien conmigo que no me hiciera daño. Le rodeé con mis brazos fuertemente, mirándolo, aguantandome las lágrimas que aún querían fluir por mi rostro, y viendome cada vez más cerca de él. Así estuvimos un rato hasta que le vi estornudar, para quitarme el abrigo y colocárselo en sus hombros, cubriéndolo a él y limpiando sus cabellos oscuros, dejando el hermoso rostro descubierto.
-Lo necesitáis más que yo- susurré, abrochándole mi abrigo y quedándome yo en una simple camisa blanca de olanes que delataba por completo lo pequeño que era mi cuerpo y mi delgada complexión. Tomé su mano, dejándolo que estornudase y dándole mi pañuelo, uno que traía siempre entre mis ropas. Era un pañuelito de seda, bordado con mis iniciales, para mirarlo y seguir caminando, poniendo atención a todo lo que se me cruzaba. Parecía un pequeño niño perdido en la gran ciudad, en la ciudad de l'amour a la que yo le acababa de decir hola, y por supuesto no conocía.
Fue cuando nos detuvimos, él mirándome, yo mirándolo a él. Le sonreí, negando con la cabeza. Miré al fondo de la calle, como indicando que el lugar era genial y me gustaba, y de pronto sólo lo sentí sobre mis labios, acorralándome, llevándome a la pared, haciéndome estremecer bastante y haciéndome ruborizar como loco. Yo no me detuve tampoco, y terminé rodeándole con los brazos, atrayéndole más hacia mi y besando esos labios rosados, que parecían teñidos con un pincel. El estremecimiento aumentó cuando escuché mi nombre en sus labios, como un ángel que intentaba seducirme y que lo estaba logrando bastante bien, haciéndome aguanieve entre sus brazos.
-Yuu Asakura...-susurré, para besar su cálido y tierno oído, suave como la seda, como mi pañuelo bordado. Le miré, le miré separarse, y no pude tener otra respuesta. Simplemente, era lo que me estaba pasando.
Confiaba en él.
-¡Sí! -sonreí, saltando, cual pequeño a sus brazos, haciendo coincidir mis labios en los suyos. -Confío en ti- fue lo único que dije, para volver a tomar su mano, entrelazando mis dedos con los suyos y mirándolo. Era mi forma de preguntarle si quería ir a casa, y es que mi francés ya no estaba sirviendo de mucho. Ahora era cuando se me había olvidado cómo decir aquello, así que mi rostro ayudaría más. Miré sus dedos lisos, cálidos, entre mis manos heladas, y por un momento me sentí muy triste. Me sentí muerto entre sus brazos, en sus manos, me sentí incapaz de todo, pero al alzar mi mirada y ver sus ojos, me di cuenta que no era así.
Me di cuenta que mi ilusión estaba creciendo aunque le acababa de conocer, y por alguna razón no me asustó. Le sonreí gentilmente, para volver a llevar mis carnosos labios a los de él, jalándolo para que caminásemos hacia donde le había encontrado. -¿Vos confiarás en mi?-pregunté, caminando lentamente, dándole a él también mi bufanda. Yo no sentía casi frío, después de todo.
-Lo necesitáis más que yo- susurré, abrochándole mi abrigo y quedándome yo en una simple camisa blanca de olanes que delataba por completo lo pequeño que era mi cuerpo y mi delgada complexión. Tomé su mano, dejándolo que estornudase y dándole mi pañuelo, uno que traía siempre entre mis ropas. Era un pañuelito de seda, bordado con mis iniciales, para mirarlo y seguir caminando, poniendo atención a todo lo que se me cruzaba. Parecía un pequeño niño perdido en la gran ciudad, en la ciudad de l'amour a la que yo le acababa de decir hola, y por supuesto no conocía.
Fue cuando nos detuvimos, él mirándome, yo mirándolo a él. Le sonreí, negando con la cabeza. Miré al fondo de la calle, como indicando que el lugar era genial y me gustaba, y de pronto sólo lo sentí sobre mis labios, acorralándome, llevándome a la pared, haciéndome estremecer bastante y haciéndome ruborizar como loco. Yo no me detuve tampoco, y terminé rodeándole con los brazos, atrayéndole más hacia mi y besando esos labios rosados, que parecían teñidos con un pincel. El estremecimiento aumentó cuando escuché mi nombre en sus labios, como un ángel que intentaba seducirme y que lo estaba logrando bastante bien, haciéndome aguanieve entre sus brazos.
-Yuu Asakura...-susurré, para besar su cálido y tierno oído, suave como la seda, como mi pañuelo bordado. Le miré, le miré separarse, y no pude tener otra respuesta. Simplemente, era lo que me estaba pasando.
Confiaba en él.
-¡Sí! -sonreí, saltando, cual pequeño a sus brazos, haciendo coincidir mis labios en los suyos. -Confío en ti- fue lo único que dije, para volver a tomar su mano, entrelazando mis dedos con los suyos y mirándolo. Era mi forma de preguntarle si quería ir a casa, y es que mi francés ya no estaba sirviendo de mucho. Ahora era cuando se me había olvidado cómo decir aquello, así que mi rostro ayudaría más. Miré sus dedos lisos, cálidos, entre mis manos heladas, y por un momento me sentí muy triste. Me sentí muerto entre sus brazos, en sus manos, me sentí incapaz de todo, pero al alzar mi mirada y ver sus ojos, me di cuenta que no era así.
Me di cuenta que mi ilusión estaba creciendo aunque le acababa de conocer, y por alguna razón no me asustó. Le sonreí gentilmente, para volver a llevar mis carnosos labios a los de él, jalándolo para que caminásemos hacia donde le había encontrado. -¿Vos confiarás en mi?-pregunté, caminando lentamente, dándole a él también mi bufanda. Yo no sentía casi frío, después de todo.
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Parecía un sueño. Tenía un amigo y que amigo. Asentí con ganas, mirándole a la cara con una sonrisa más amplia que las muchas que he tenido. Entrelazada mi mano la tenía con la de Keiji para ahora jalarle hacia mí y rodearle con ese mismo brazo la cintura de Keiji, sujetándole contra mí. Estaba siendo muy amable conmigo, me había ofrecido su abrigo porque había estornudado, también su pañuelo y ahora me llevaba y nos parábamos en donde nos habíamos conocido.
De cualquier manera estábamos solos en la calle, la nieve había parado de caer en el ambiente parisino, aquella que se decía que era la más romántica por predilección. Y el silencio en la noche era notorio. Silencio que a veces era una buena sintonía para mis oídos cuando dormía plácidamente en una cama. ¿Dormiría con Keiji alguna vez? Me acercaba a él, hasta que mis labios estaban casi cerca de los suyos cuando de repente un olor a quemado vino a mi nariz a modo de alarma.
Levanté mi mirada hacia donde olía aquel aroma a leña quemada, fruncí el ceño para saber que estaba pasando pero enseguida vi a gente con una antorcha en la mano, gente con ropas negras y bastantes elegantes, como si fueran los caballeros negros de una muerte. Pude ver que llevaban atrás una hilera de tres mujeres, de clase baja y con la mirada perdida y llenas de moratones por todo el cuerpo. Abracé mas a Keiji contra mi pecho y lo lleve con paso acelerado, pero procurando mantener una sonrisa hasta que nos metimos en una cafetería. Vaya, era la misma que la de antes.
Mi corazón había latido apresuradamente. Era lógico que aquellas personas con las antorchas, fueran esa clase de gente a las que llamaban “cazadores” o “inquisidores” Aquellas ropas solo eran vestidas por esa clase de gente y a estas horas con antorchas...solo significaba exactamente lo que había pasado de mi mente. Cazadores. Brujas llevadas a la hoguera. El mal en cuanto a mí respecta.
Ahora entendía cuando Eiji me decía que no debía salir a la calle. Porque podría convertirme en ceniza instantáneamente. Había leído muchísimo sobre esa especie de gente obsesionada con matar. Sacudí mi cabeza un poco mal pues ahora volvía al sitio en donde nos habíamos sentado. Seguía libre, menos mal y estaba apartado-Keiji....sentémonos...-Dije intranquilo, cogiendo de la mano a Keiji y llevándolo a la mesa. Vamos a pasar desapercibidos para el ojo humano. Vamos a ser sombras en esa cafetería para poder escapar de esa gente.
De cualquier manera estábamos solos en la calle, la nieve había parado de caer en el ambiente parisino, aquella que se decía que era la más romántica por predilección. Y el silencio en la noche era notorio. Silencio que a veces era una buena sintonía para mis oídos cuando dormía plácidamente en una cama. ¿Dormiría con Keiji alguna vez? Me acercaba a él, hasta que mis labios estaban casi cerca de los suyos cuando de repente un olor a quemado vino a mi nariz a modo de alarma.
Levanté mi mirada hacia donde olía aquel aroma a leña quemada, fruncí el ceño para saber que estaba pasando pero enseguida vi a gente con una antorcha en la mano, gente con ropas negras y bastantes elegantes, como si fueran los caballeros negros de una muerte. Pude ver que llevaban atrás una hilera de tres mujeres, de clase baja y con la mirada perdida y llenas de moratones por todo el cuerpo. Abracé mas a Keiji contra mi pecho y lo lleve con paso acelerado, pero procurando mantener una sonrisa hasta que nos metimos en una cafetería. Vaya, era la misma que la de antes.
Mi corazón había latido apresuradamente. Era lógico que aquellas personas con las antorchas, fueran esa clase de gente a las que llamaban “cazadores” o “inquisidores” Aquellas ropas solo eran vestidas por esa clase de gente y a estas horas con antorchas...solo significaba exactamente lo que había pasado de mi mente. Cazadores. Brujas llevadas a la hoguera. El mal en cuanto a mí respecta.
Ahora entendía cuando Eiji me decía que no debía salir a la calle. Porque podría convertirme en ceniza instantáneamente. Había leído muchísimo sobre esa especie de gente obsesionada con matar. Sacudí mi cabeza un poco mal pues ahora volvía al sitio en donde nos habíamos sentado. Seguía libre, menos mal y estaba apartado-Keiji....sentémonos...-Dije intranquilo, cogiendo de la mano a Keiji y llevándolo a la mesa. Vamos a pasar desapercibidos para el ojo humano. Vamos a ser sombras en esa cafetería para poder escapar de esa gente.
Yuu Asakura- Hechicero Clase Alta
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Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Sus ojos se habían fijado en los míos, sonriéndome ampliamente y haciéndome morir de atracción por él. Le había yo respondido aquella hermosa sonrisa, sintiendocómo me atraía hacia él con sus brazos, sintiendo su respiración cálida de nuevo en mi rostro. Él era mi primer amigo en París, y vaya que me gustaba su amistad. Me ruboricé al sentir la cercanía de su cuerpo al mío, parándome de puntillas para alcanzarle mejor. Era bastante más alto que yo, y eso me gustaba en demasía. Y me di cuenta que estaba comenzando a pensar demasiado, pensando en que quizá algún día él y yo dormiríamos juntos, yo sobre su pecho, o quizá él sobre el mío, abrazándonos y...
Sentí sus labios cerca de los míos, casi rozándose, a la mitad del silencio parisiense. El silencio de la noche, con lo frío de esa noche de invierno que resultaba ser romántica en exceso, aunque aquel fuese un sentimiento nuevo para mi. Después de todo, Gerôme había sido la única persona en mi vida, y el sentirme de esa forma con alguien más me era muy diferente, extraño, pero a la vez increíblemente especial. Sumamente lindo, increíble, maravilloso. Estiré mis labios a él, soltando un suspiro, para sentirlo inmediatamente separarse de mi. Estaba tan metido en mis pensamientos, que ni siquiera me había dado cuenta de los inquisidores. Miré a las personas aquellas, sintiendo frío todo mi cuerpo. Sabía que me identificarían como uno, y que me tendría que reunir con ellos para presenciar la ejecución de las mujeres, e incluso, terminar con su vida. Y aquello me aterraba, y más el que me tuviese que mostrar ante mi nuevo amigo de aquella forma. Accedí a entrelazar mis dedos entre los suyos, dejándome llevar por él, siguiéndolo asustado. Me sentía bastante asustado de percibir el olor a madera quemada, pareciendo que era por la situación. Si de por sí era pálido, creo que mi rostro palideció aún más, apretando las manos de Yuu. Me oculté en el ser extranjero, sentándome a su lado en la cafetería en la que habíamos estado antes, sin soltar sus manos.
-¿Qué es eso...?-pregunté, asustado, mirando fijamente a Yuu. Acariciaba sus dedos, sintiéndome con ganas de llorar, con un nudo gigante en mi garganta. Yo no quería quitar la vida de nadie. Sólo la de Gerôme. Yo no quería ejecutar a nadie, y menos por creencias estúpidas. Permanecía aferrado a los dedos de Yuu, sin dejar de mirarlo, con un semblante tan intranquilo como el de él. Nuevamente me había perdido en mis pensamientos, para percatarme apenas que él mismo tenía una carita triste.
Bajé la mirada, apretando sus dedos.
-Me dan miedo...-susurré, queriéndome ocultar de todos, de todo. La gente comenzaba a arremolinarse en las calles, haciéndome sentir aún más intranquilo.
Sentí sus labios cerca de los míos, casi rozándose, a la mitad del silencio parisiense. El silencio de la noche, con lo frío de esa noche de invierno que resultaba ser romántica en exceso, aunque aquel fuese un sentimiento nuevo para mi. Después de todo, Gerôme había sido la única persona en mi vida, y el sentirme de esa forma con alguien más me era muy diferente, extraño, pero a la vez increíblemente especial. Sumamente lindo, increíble, maravilloso. Estiré mis labios a él, soltando un suspiro, para sentirlo inmediatamente separarse de mi. Estaba tan metido en mis pensamientos, que ni siquiera me había dado cuenta de los inquisidores. Miré a las personas aquellas, sintiendo frío todo mi cuerpo. Sabía que me identificarían como uno, y que me tendría que reunir con ellos para presenciar la ejecución de las mujeres, e incluso, terminar con su vida. Y aquello me aterraba, y más el que me tuviese que mostrar ante mi nuevo amigo de aquella forma. Accedí a entrelazar mis dedos entre los suyos, dejándome llevar por él, siguiéndolo asustado. Me sentía bastante asustado de percibir el olor a madera quemada, pareciendo que era por la situación. Si de por sí era pálido, creo que mi rostro palideció aún más, apretando las manos de Yuu. Me oculté en el ser extranjero, sentándome a su lado en la cafetería en la que habíamos estado antes, sin soltar sus manos.
-¿Qué es eso...?-pregunté, asustado, mirando fijamente a Yuu. Acariciaba sus dedos, sintiéndome con ganas de llorar, con un nudo gigante en mi garganta. Yo no quería quitar la vida de nadie. Sólo la de Gerôme. Yo no quería ejecutar a nadie, y menos por creencias estúpidas. Permanecía aferrado a los dedos de Yuu, sin dejar de mirarlo, con un semblante tan intranquilo como el de él. Nuevamente me había perdido en mis pensamientos, para percatarme apenas que él mismo tenía una carita triste.
Bajé la mirada, apretando sus dedos.
-Me dan miedo...-susurré, queriéndome ocultar de todos, de todo. La gente comenzaba a arremolinarse en las calles, haciéndome sentir aún más intranquilo.
Invitado- Invitado
Re: Bonsoir, Paris! [Yuu Asakura]
Miré sentado en la silla de la cafetería hacia atrás.
-Inquisidores....-Dije a quien quisiera responder o a contradecir lo que dije. El agua, aprendí que tenía muchos caminos, que llevaba a varios destinos. La nieve, había traído la próxima ceniza que podría venir de aquellas mujeres que iban con aquellos inquisidores. Yo desde luego tendría que vigilar mis acciones si no podrían atraparme, pero con los que éramos en el clan Asakura, podría ser imposible atraparnos. Bueno. No lo sabía al cien por cien. Mire a las manos de Keiji que todavía me mantenían sujeto a él y lentamente las lleve a mis labios para poder besárselas con lentitud, le mire a los ojos para regalarle una sonrisa, intentando que pareciera tranquila.
-...No te preocupes, ya parece que se fueron para después no pasar por aquí...-dije acariciando pues la mano de Keiji con suavidad, dándole ánimos de que ya lo malo había pasado, le bese rápidamente en sus labios, pero después sonreí, tranquilizándome y me acerque más con la silla para mirarle a los ojos, estando más cerca que pudiera estar de el-¿Qué te gustaría tomar Keiji?-Dije con cierto aire, ya despreocupado de lo ocurrido, pero con el oído en la puerta o lo que pasara atrás en la calle.
El lugar parecía estar abierto, había cada vez más clientes que iban acompañados de varias mujeres que iban zigzagueando de un lado a otro, una se choco con mi espalda, para después hacerme recordar de cuál era mi cometido con mi Clan o con mi familia. Descendencia. No me gustaba esa palabra y de nuevo tuvo que soltar las manos de Keiji para poder apoyar los codos sobre la mesa y revolver mi pelo a modo de que no sabía qué hacer al respecto. Bien, podría decírselo, pero quizás más aun, más adelante, cuando hubiera más cosas de la que hablar primero-Keiji...-le mire y entonces sonreí ligeramente para acariciarle ambas mejillas con mis dos manos.
- Mira, no pasa nada...es que tengo muchas cosas en la cabeza, la familia, mi...Estado natural...-mire a Keiji y enseguida una mujer que andaba borracha, alejo la silla para sacarla de la mesa y sentarse sobre mis piernas, a horcajadas y yo mas asustado que viendo a Eiji enfadado-..¡¡¿Señorita?!!-Pregunte asustado, mira a Keiji-¡Keiji...por favor...ayuda!-intentaba quitar a la mujer de encima, para después que se apegase su olor a alcohol y a libido subido.
¡No! ¡Socorro!
-Inquisidores....-Dije a quien quisiera responder o a contradecir lo que dije. El agua, aprendí que tenía muchos caminos, que llevaba a varios destinos. La nieve, había traído la próxima ceniza que podría venir de aquellas mujeres que iban con aquellos inquisidores. Yo desde luego tendría que vigilar mis acciones si no podrían atraparme, pero con los que éramos en el clan Asakura, podría ser imposible atraparnos. Bueno. No lo sabía al cien por cien. Mire a las manos de Keiji que todavía me mantenían sujeto a él y lentamente las lleve a mis labios para poder besárselas con lentitud, le mire a los ojos para regalarle una sonrisa, intentando que pareciera tranquila.
-...No te preocupes, ya parece que se fueron para después no pasar por aquí...-dije acariciando pues la mano de Keiji con suavidad, dándole ánimos de que ya lo malo había pasado, le bese rápidamente en sus labios, pero después sonreí, tranquilizándome y me acerque más con la silla para mirarle a los ojos, estando más cerca que pudiera estar de el-¿Qué te gustaría tomar Keiji?-Dije con cierto aire, ya despreocupado de lo ocurrido, pero con el oído en la puerta o lo que pasara atrás en la calle.
El lugar parecía estar abierto, había cada vez más clientes que iban acompañados de varias mujeres que iban zigzagueando de un lado a otro, una se choco con mi espalda, para después hacerme recordar de cuál era mi cometido con mi Clan o con mi familia. Descendencia. No me gustaba esa palabra y de nuevo tuvo que soltar las manos de Keiji para poder apoyar los codos sobre la mesa y revolver mi pelo a modo de que no sabía qué hacer al respecto. Bien, podría decírselo, pero quizás más aun, más adelante, cuando hubiera más cosas de la que hablar primero-Keiji...-le mire y entonces sonreí ligeramente para acariciarle ambas mejillas con mis dos manos.
- Mira, no pasa nada...es que tengo muchas cosas en la cabeza, la familia, mi...Estado natural...-mire a Keiji y enseguida una mujer que andaba borracha, alejo la silla para sacarla de la mesa y sentarse sobre mis piernas, a horcajadas y yo mas asustado que viendo a Eiji enfadado-..¡¡¿Señorita?!!-Pregunte asustado, mira a Keiji-¡Keiji...por favor...ayuda!-intentaba quitar a la mujer de encima, para después que se apegase su olor a alcohol y a libido subido.
¡No! ¡Socorro!
Yuu Asakura- Hechicero Clase Alta
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