AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Truenos y Relámpagos [Privado]
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Truenos y Relámpagos [Privado]
Una semana donde el sol no había salido ni un solo día, la tormenta no dejaba de azotar las calles parisinas, de alguna forma muy singular me gustaba que así fuera, por la simple razón que mucho de los humanos se quedaban en sus casas haciéndoles de una manera tonta un poco mas difíciles a los chupasangre ir por ellos, pero conocía muy bien la forma en cómo utilizaban sus encantos y sus poderes a la hora que tenían sed, extraño, extraordinario y absolutamente asquerosos. Golpee la mesa de mi escritorio con fuerzas, hacia un poco más de dos semanas y por culpa de Dagmar, había revivido aquello que en alguna instancia mi mente había bloqueado, maldita mujer, aquello eran mis pensamientos a esas horas de la tarde, cuando Lionel se encontraba haciendo sus trabajos en el viñedo donde trabajaba. Sentía en mi interior ese desconcierto por no haberle contado la verdad, pero no podía, por primera vez en mucho tiempo me sentía un imbécil. Como yo Xavier Sinclair se había alejado de sus propósitos, como había ablandado mi corazón, en qué momento había dejado atrás lo que era antes un mujeriego que solo buscaba diversión para sus días de caza. El sabor amargo en mi boca no me permitía pensar del todo bien. Hacía cinco noches que había salido en busca de un maldito, la lucha cuerpo a cuerpo fue extraordinariamente tétrica, un muerto de sed, con un cazador que necesitaba buscar algo de venganza. Maldita mi suerte cuando todo sucedió como debía y había caído en una de mis tantas trampas. Hoy ya repuesto de la paliza pero no de mi estado mental que me consumía andaba en busca de algo que ni Lionel, ni Dagmar y mucho menos matar me podría tranquilizar. Otro golpe en el escritorio y avente todo lo que había sobre el gritando como un loco. Los truenos y relámpagos en la lejanía hacían lo suyo mas la lluvia no dejaba de caer.
Salí de la biblioteca pateando cuanto estorbo se me encontrara por delante, Darla i mano derecha me miro con cierta inseguridad, ella mejor que nadie me conocía al revés y al derecho a lo que alcance a escuchar de ella – Desahógate antes de que acabes con toda tu vida – palabras sabias para una mujer que me trataba como un hijo y yo como un maldito malcriado salía de la mansión golpeando la puerta. De inmediato sentí como la lluvia baño mi cuerpo realmente no me importaba, necesitaba despejar mi mente y aprovechar por algunas horas el día que parecía una noche eterna. Como pude mire las calles de la zona residencial que estaban vacías, uno que otro carruaje pasaba, respire con algo de alivio al sentirme así, solo. Extraña forma de pensar en ese momento que necesitaba desahogarme de romper, de amar, de mandar todo al diablo; por primera vez en muchos años no sabía que mierda quería. Comencé a caminar acompañado de la lluvia que parecía reírse de mí, patee un charco como si de alguna forma así pudiera liberarme. Pero no, no había nada que me sacara lo que en mi garganta atorada estaba. Con las manos en los bolsillos y el cuerpo completamente mojado seguí caminando, entre las tantas mansiones que se abrían paso jardines desiertos por la tormenta que no daría tregua por algunos días más.
Una luz enceguecedora en lo lejos ilumina mi caminar seguida por el sonido que hizo vibrar hasta mis más bajos instintos, sonreí, era como si la naturaleza misma quisiera ayudarme pero eso era imposible. Aproveche de ese acompañamiento para gritar a todo pulmón, simplemente gritar como si hubiera perdido a mí ser más querido, para luego de sentir esa sequedad en la boca que realmente cambiaba el sabor lentamente. Avance en silencio dejando que la lluvia, los sonidos y todo a mí alrededor me guiara por caminos que normalmente pasaba desapercibido. Cualquiera que me viera a esas horas y con aquella tormenta pensaría que estaba loco, pero realmente me importaba un rábano lo que pensaran, un hombre que busca sin saber que buscar es capaz de mucho y nada un día de tormenta. En ese momento solo era Xavier, no el cazador guidado por las palabras de un viejo papa, no el que buscaba venganza, tampoco era el hombre que había sido años atrás… No había nada ni nadie, era el momento para ser yo mismo y nadie más. Xavier Sinclair.
Salí de la biblioteca pateando cuanto estorbo se me encontrara por delante, Darla i mano derecha me miro con cierta inseguridad, ella mejor que nadie me conocía al revés y al derecho a lo que alcance a escuchar de ella – Desahógate antes de que acabes con toda tu vida – palabras sabias para una mujer que me trataba como un hijo y yo como un maldito malcriado salía de la mansión golpeando la puerta. De inmediato sentí como la lluvia baño mi cuerpo realmente no me importaba, necesitaba despejar mi mente y aprovechar por algunas horas el día que parecía una noche eterna. Como pude mire las calles de la zona residencial que estaban vacías, uno que otro carruaje pasaba, respire con algo de alivio al sentirme así, solo. Extraña forma de pensar en ese momento que necesitaba desahogarme de romper, de amar, de mandar todo al diablo; por primera vez en muchos años no sabía que mierda quería. Comencé a caminar acompañado de la lluvia que parecía reírse de mí, patee un charco como si de alguna forma así pudiera liberarme. Pero no, no había nada que me sacara lo que en mi garganta atorada estaba. Con las manos en los bolsillos y el cuerpo completamente mojado seguí caminando, entre las tantas mansiones que se abrían paso jardines desiertos por la tormenta que no daría tregua por algunos días más.
Una luz enceguecedora en lo lejos ilumina mi caminar seguida por el sonido que hizo vibrar hasta mis más bajos instintos, sonreí, era como si la naturaleza misma quisiera ayudarme pero eso era imposible. Aproveche de ese acompañamiento para gritar a todo pulmón, simplemente gritar como si hubiera perdido a mí ser más querido, para luego de sentir esa sequedad en la boca que realmente cambiaba el sabor lentamente. Avance en silencio dejando que la lluvia, los sonidos y todo a mí alrededor me guiara por caminos que normalmente pasaba desapercibido. Cualquiera que me viera a esas horas y con aquella tormenta pensaría que estaba loco, pero realmente me importaba un rábano lo que pensaran, un hombre que busca sin saber que buscar es capaz de mucho y nada un día de tormenta. En ese momento solo era Xavier, no el cazador guidado por las palabras de un viejo papa, no el que buscaba venganza, tampoco era el hombre que había sido años atrás… No había nada ni nadie, era el momento para ser yo mismo y nadie más. Xavier Sinclair.
Xavier Sinclair- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/01/2011
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Re: Truenos y Relámpagos [Privado]
Una tarde sombría, mucho más que las anteriores desde hace un par de semanas, el cielo teñido de un gris oscuro opacando por completo toda esa belleza de las calles parisinas, alertando de una inminente tormenta. Solo era cuestión de un par de horas a lo mucho tal vez solo minutos. Factores que acentuaron que la mente de la Duquesa se perdiera entre la añoranza y los recuerdos, aquellos recuerdos que la hacían sentirse como en casa, aquellos recuerdos que volvían a su mente a su inseparable y fiel amigo, Vladimir…”si al menos supiera a donde te has ido”….se dijo a si misma recordando, reviviendo las tardes que pasaban juntos sobre todo las tardes donde solo la diversión tenía cabida. Eran los mejores cómplices.
Aleksandra se levanto de su asiento y se encamino hasta quedar frente al ventanal clavando su mirada en el horizonte. Durante largos minutos contemplo el sombrío paisaje. De pronto sin siquiera notarlo su mirada se torno distante a través del enorme ventanal de la habitación apenas iluminada por el resplandor de las velas y la escasa luz que a través del cristal se filtraba. La melancolía haciendo mella en el corazón de la Duquesa. Como continuará ahí en ese estado a punto de la depresión estaba perdida. El repentino crepitar de las velas la volvió a su realidad, al presente.
Llevaba ya varias semanas en París y aún no había recibido noticias del bastardo de Vaslav, no era que tuviera urgencia por ello simplemente quería saber cuanto tiempo más podría pasar y disfrutar en París. Se encamino hasta tomar asiento frente al pequeño escritorio que había ordenado colocar en su habitación dispuesta a escribirle una carta. Tomo un folio, acerco el tintero tomo entre sus dedos la pluma
Mi querido, Duque……..
Sus palabras no pasaron de ahí. Pero que diablos crees que estas haciendo linda Duquesa….tanto es que extrañas no saber nada de ese bastardo. Enfadada dejo caer la pluma sobre el folio y regreso frente al ventanal. Una sonrisa frívola se dibujo en su rostro después de la idea que cruzo por su mente. Que le importaba el clima a la Duquesa ¿acaso no venía de un lugar frío? de un lugar donde en invierno las temperaturas llegaban a ser bajo cero, acaso su maldición no la había convertido en un ser fuerte, resistente. Por primera vez en varios años, alrededor de 5 años, se dejaría guiar por sus instintos lobunos. Que importaba si llovía o no, esta tarde simplemente abandonaría a la Dama que representa y dejaría en libertad a la loba que lleva dentro o al menos esa era su intención.
Salió de casa sin decir nada a Clarisse, mucho menos con la compañía de su fiel sirviente quien solía acompañarla casi a todas partes como si de su sombra se tratase, sin molestarse siquiera en tomar un abrigo ni en tomar un paraguas. El carruaje siempre a su servicio, últimamente solía salir de improviso. Únicamente dio la orden precisa que la llevasen al centro de la ciudad y a determinada hora volvieran a por ella en el café frente a la fuente de la plaza. ¿Qué? Una tormenta no es algo del otro mundo ni nada que no puedas soportar…además… no eres un ser de temperatura corporal elevada…para que recriminarse por una decisión tomada a conciencia, a que venía ahora eso de quererse arrepentir si ella no era una de esas mujeres que se arrepentían nunca de lo que hacía. Subió al carruaje y este de inmediato tomo camino.
No había avanzado mucho cuando la lluvia se dejo caer en un inicio leve y al cabo de unos minutos el cielo parecía llorar con furia. Que le importaba a Alek eso volvería la diversión más interesante. Cruzaban las calles desiertas y como no con tremendo aguacero solamente otro loco como ella saldría a deambular. Un fuerte grito la hizo prestar atención a través de la ventana. A lo lejos diviso una silueta con seguridad se trataba del autor de tan desgarrador grito. Dio un golpe en la portezuela del carruaje indicando con ello que se detuviera. El chofer tiritando de frío y empapado abrió la portezuela y antes de que dijese algo Aleksandra se apresuraba a bajar-aquí me quedo…no olvides pasar por mi al lugar indicado a la hora indicada- comenzó a caminar haciendo caso omiso a las palabras del hombre. Resignado el hombre subió del nuevo al carruaje y se alejo.
En cuestión de segundos Aleksandra estaba completamente empapada, hecha una sopa, su vestido se pego a su cuerpo, sus cabellos lacios y escurridos caían por sobre sus hombros. La figura se alejaba así que aunque sigilosa apresuro sus pasos hasta casi alcanzarlo. Disfrutando de la lluvia caer sobre su cuerpo, golpeando su rostro caminaba tras esa figura que ahora sabía que se trataba de un hombre. Comprendía que a ella la movía su instinto salvaje, su familiaridad con la naturaleza, su afinidad por la aventura pero a él ¿Qué podría moverlo a él para caminar bajo la tormenta?.....¿sufría por algo?....tan grande era su sufrimiento como para hacer algo tan disparatado. El parecía no haber notado que le seguían así que ella lo seguiría a donde fuese que fueran sus pasos, no tenia nada que hacer por el momento.
Aleksandra se levanto de su asiento y se encamino hasta quedar frente al ventanal clavando su mirada en el horizonte. Durante largos minutos contemplo el sombrío paisaje. De pronto sin siquiera notarlo su mirada se torno distante a través del enorme ventanal de la habitación apenas iluminada por el resplandor de las velas y la escasa luz que a través del cristal se filtraba. La melancolía haciendo mella en el corazón de la Duquesa. Como continuará ahí en ese estado a punto de la depresión estaba perdida. El repentino crepitar de las velas la volvió a su realidad, al presente.
Llevaba ya varias semanas en París y aún no había recibido noticias del bastardo de Vaslav, no era que tuviera urgencia por ello simplemente quería saber cuanto tiempo más podría pasar y disfrutar en París. Se encamino hasta tomar asiento frente al pequeño escritorio que había ordenado colocar en su habitación dispuesta a escribirle una carta. Tomo un folio, acerco el tintero tomo entre sus dedos la pluma
Mi querido, Duque……..
Sus palabras no pasaron de ahí. Pero que diablos crees que estas haciendo linda Duquesa….tanto es que extrañas no saber nada de ese bastardo. Enfadada dejo caer la pluma sobre el folio y regreso frente al ventanal. Una sonrisa frívola se dibujo en su rostro después de la idea que cruzo por su mente. Que le importaba el clima a la Duquesa ¿acaso no venía de un lugar frío? de un lugar donde en invierno las temperaturas llegaban a ser bajo cero, acaso su maldición no la había convertido en un ser fuerte, resistente. Por primera vez en varios años, alrededor de 5 años, se dejaría guiar por sus instintos lobunos. Que importaba si llovía o no, esta tarde simplemente abandonaría a la Dama que representa y dejaría en libertad a la loba que lleva dentro o al menos esa era su intención.
Salió de casa sin decir nada a Clarisse, mucho menos con la compañía de su fiel sirviente quien solía acompañarla casi a todas partes como si de su sombra se tratase, sin molestarse siquiera en tomar un abrigo ni en tomar un paraguas. El carruaje siempre a su servicio, últimamente solía salir de improviso. Únicamente dio la orden precisa que la llevasen al centro de la ciudad y a determinada hora volvieran a por ella en el café frente a la fuente de la plaza. ¿Qué? Una tormenta no es algo del otro mundo ni nada que no puedas soportar…además… no eres un ser de temperatura corporal elevada…para que recriminarse por una decisión tomada a conciencia, a que venía ahora eso de quererse arrepentir si ella no era una de esas mujeres que se arrepentían nunca de lo que hacía. Subió al carruaje y este de inmediato tomo camino.
No había avanzado mucho cuando la lluvia se dejo caer en un inicio leve y al cabo de unos minutos el cielo parecía llorar con furia. Que le importaba a Alek eso volvería la diversión más interesante. Cruzaban las calles desiertas y como no con tremendo aguacero solamente otro loco como ella saldría a deambular. Un fuerte grito la hizo prestar atención a través de la ventana. A lo lejos diviso una silueta con seguridad se trataba del autor de tan desgarrador grito. Dio un golpe en la portezuela del carruaje indicando con ello que se detuviera. El chofer tiritando de frío y empapado abrió la portezuela y antes de que dijese algo Aleksandra se apresuraba a bajar-aquí me quedo…no olvides pasar por mi al lugar indicado a la hora indicada- comenzó a caminar haciendo caso omiso a las palabras del hombre. Resignado el hombre subió del nuevo al carruaje y se alejo.
En cuestión de segundos Aleksandra estaba completamente empapada, hecha una sopa, su vestido se pego a su cuerpo, sus cabellos lacios y escurridos caían por sobre sus hombros. La figura se alejaba así que aunque sigilosa apresuro sus pasos hasta casi alcanzarlo. Disfrutando de la lluvia caer sobre su cuerpo, golpeando su rostro caminaba tras esa figura que ahora sabía que se trataba de un hombre. Comprendía que a ella la movía su instinto salvaje, su familiaridad con la naturaleza, su afinidad por la aventura pero a él ¿Qué podría moverlo a él para caminar bajo la tormenta?.....¿sufría por algo?....tan grande era su sufrimiento como para hacer algo tan disparatado. El parecía no haber notado que le seguían así que ella lo seguiría a donde fuese que fueran sus pasos, no tenia nada que hacer por el momento.
Aleksandra Kuznetsova- Licántropo/Realeza
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Re: Truenos y Relámpagos [Privado]
Alguna vez oí de mi propio padre que la peor de las penas y la peor de las soledades era sentirse solo cuando tenía a alguien a su lado, mi saliva paso de forma gruesa y casi ahogándome por el hecho de pensar que el vacio que estaba en mi cuerpo prontamente se compartiría con mi alma. ¿Qué hace que un hombre se sienta vacio? No tenía la respuesta a aquella pregunta quizás podía decir de mil formas como era ese sentimiento pero ni yo mismo terminaría de entender alguno de ellos, la tormenta no daba tregua en la lejanía los sonidos estruendosos de los soberanos truenos se hacían presentes por aquellas calles donde ni un alma parecía estar. Lleve mi diestra hasta mi cabellera y la desordene en ese instante, mi atuendo estaba completamente mojado, estilaba aquellas aguas que caían de un hermoso cielo gris, que se iluminada a cada segundo. Haciendo vibrar mi cuerpo pero no mi espíritu.
En las calles los charcos de agua se hicieron presente en un santiamén, era momento que caminara hacia mi propio calvario, la tortura de buscar algo que pueda siquiera iluminar los restos de mi vida, porque ya no me sentía vivo, sino sentía que cada segundo que pasaba moría por no poder ser quien siempre he querido ser, YO mismo. Podría pensar que estaba loco, pero ¿Quién no vive de su propia locura? Mucho tiempo atrás vivía bajo el mando de mi padre hacia y desasía a su antojo, mate, varios vampiros, fui carnada para muchos otros, era tiempo que yo consiguiera la misión personal.
Pase mi mano sobre la cara para limpiar de las aguas que caían de manera fuerte me detuve, no sabía cuánto había avanzado en realidad ni siquiera importaba aquello, mire hacia los cielos no buscando algo si no entregando lo poco y nada que me quedaba en ese segundo, la torrencial lluvia pareció abrazarme en ese segundo, el sonido del aguacero inundo mis sentidos y como si fuera poco, me dedique a sentir, por primera vez me di el lujo de sentir lo que la naturaleza quería hacer, quizás estaba llorando o tal vez aquella lluvia eran las aguas de una emoción extraña que inundaba el alma misma del mundo, que se yo; tan solo ahí me encontraba con las telas de mi atuendo pegadas a mi cuerpo y con una cruz en mi espaldas que nadie podía ver mas solamente yo podía sentir, pesaba, si como pesaba la condenada.
De mi espalda saque el arma que me habían regalado cuando me iniciaron en el mundo de los cazadores. Estaba cubierta de agua inservible los casquillos se habían humedecido y al estar en contacto con tanta agua no haría ningún daño, me sentí fuerte tomando aquel aparato que poseía una aleación diferente estaba hecha como mi espíritu, así me había dicho mi padre, era liviana para cualquiera pero yo era quien le media el verdadero peso el peso entre la vida y la muerte, como si fuera un desquiciado loco me apunte en la sien, sintiendo el vibrar de mi corazón aun sabiendo que no me sucedería nada quería sentirme al límite, sentir los escalofríos, tenerle miedo a algo… - ¡¡¡SOY NADA CUANDO QUISE SER TODO!!! – grite con todas mis fuerzas apuntándome sin dejar de hacerlo me di media vuelta y mis ojos se posaron en la silueta que estaba a escasos ¿metros? ¿Centímetros? Qué diferencia había en ese momento , en realidad no importaba aquella era la espectadora de un acto de cobardía, junto con los truenos y relámpagos que no se extinguían sino al contrario aparecían mas a nuestro alrededor, botando algunas ramas de árboles cercanos, continúe mirando ¿Qué hacia ella? A caso me seguía reí para mis adentros como un crio malcriado ¿Quién seguiría a un pobre cazador que ya no sabía cuál era su norte? No baje el arma no había diferencia si la tenía en esa posición o en otra, no detonaría, ni siquiera una chispa saldría, miserable fue como me sentí ahora… que sacaba con tener un poder en ese momento y no poder acabar con algo que no tiene vueltas, no le podía ver el rostro y estaba seguro que ella tampoco distinguiría el mío, en un acto le guiñe el ojo y tire del gatillo escuchando solo un clic. Quede con mis ojos cerrados mientras un relámpago caía a tan solo metros de nosotros.
En las calles los charcos de agua se hicieron presente en un santiamén, era momento que caminara hacia mi propio calvario, la tortura de buscar algo que pueda siquiera iluminar los restos de mi vida, porque ya no me sentía vivo, sino sentía que cada segundo que pasaba moría por no poder ser quien siempre he querido ser, YO mismo. Podría pensar que estaba loco, pero ¿Quién no vive de su propia locura? Mucho tiempo atrás vivía bajo el mando de mi padre hacia y desasía a su antojo, mate, varios vampiros, fui carnada para muchos otros, era tiempo que yo consiguiera la misión personal.
Pase mi mano sobre la cara para limpiar de las aguas que caían de manera fuerte me detuve, no sabía cuánto había avanzado en realidad ni siquiera importaba aquello, mire hacia los cielos no buscando algo si no entregando lo poco y nada que me quedaba en ese segundo, la torrencial lluvia pareció abrazarme en ese segundo, el sonido del aguacero inundo mis sentidos y como si fuera poco, me dedique a sentir, por primera vez me di el lujo de sentir lo que la naturaleza quería hacer, quizás estaba llorando o tal vez aquella lluvia eran las aguas de una emoción extraña que inundaba el alma misma del mundo, que se yo; tan solo ahí me encontraba con las telas de mi atuendo pegadas a mi cuerpo y con una cruz en mi espaldas que nadie podía ver mas solamente yo podía sentir, pesaba, si como pesaba la condenada.
De mi espalda saque el arma que me habían regalado cuando me iniciaron en el mundo de los cazadores. Estaba cubierta de agua inservible los casquillos se habían humedecido y al estar en contacto con tanta agua no haría ningún daño, me sentí fuerte tomando aquel aparato que poseía una aleación diferente estaba hecha como mi espíritu, así me había dicho mi padre, era liviana para cualquiera pero yo era quien le media el verdadero peso el peso entre la vida y la muerte, como si fuera un desquiciado loco me apunte en la sien, sintiendo el vibrar de mi corazón aun sabiendo que no me sucedería nada quería sentirme al límite, sentir los escalofríos, tenerle miedo a algo… - ¡¡¡SOY NADA CUANDO QUISE SER TODO!!! – grite con todas mis fuerzas apuntándome sin dejar de hacerlo me di media vuelta y mis ojos se posaron en la silueta que estaba a escasos ¿metros? ¿Centímetros? Qué diferencia había en ese momento , en realidad no importaba aquella era la espectadora de un acto de cobardía, junto con los truenos y relámpagos que no se extinguían sino al contrario aparecían mas a nuestro alrededor, botando algunas ramas de árboles cercanos, continúe mirando ¿Qué hacia ella? A caso me seguía reí para mis adentros como un crio malcriado ¿Quién seguiría a un pobre cazador que ya no sabía cuál era su norte? No baje el arma no había diferencia si la tenía en esa posición o en otra, no detonaría, ni siquiera una chispa saldría, miserable fue como me sentí ahora… que sacaba con tener un poder en ese momento y no poder acabar con algo que no tiene vueltas, no le podía ver el rostro y estaba seguro que ella tampoco distinguiría el mío, en un acto le guiñe el ojo y tire del gatillo escuchando solo un clic. Quede con mis ojos cerrados mientras un relámpago caía a tan solo metros de nosotros.
Xavier Sinclair- Cazador Clase Alta
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Re: Truenos y Relámpagos [Privado]
-“Pero por todos los santos” – exclamo en un grito sin temor a ser escuchada, pues el cielo parecía más que furioso y rugía con fuerza, los truenos no cesaban, a la vez que el torrente de agua daba paso a través de las nubes negras como si las compuertas de una presa se hubieran roto, -“tú alma en pena me conmueve”- termino su frase con preocupación. El hombre definitivamente dada la impresión de estar pero no estar, incluso sin verle de frente ni a los ojos se percibía su ausencia, su cuerpo existía pero no parecía existir mucho dentro de el, podría la joven aventurarse a pensar que nada era lo que existía solo un fantasma atrapado dentro de ese cuerpo deambulando como alma en pena en plena tormenta.
Quien era ella para juzgarlo. Nadie. Además ella no era de las que solían juzgar a la primera y mucho menos sin haber entablado al menos una mirada o una charla por más pequeña que esta fuera. Como nunca antes desde que ella lo recuerda algo la conmovía y a la vez la preocupaba de tal manera en que el hombre desconocido lo estaba haciendo. No sabía porque pero intentaría ayudarlo, sacarlo de ese aparente o verdadero trance de quien sabe que cosa en el cual estaba sumergido como barco varado en el mismísimo centro del océano donde ya toda esperanza se desvanece y se cae en la resignación de ser devorado por el mar. ¿Seria posible tal resignación? ¿valdría la pena dejarse vencer? a saber, por ahora. Si lograba acercarse y hacer que él confiará en ella lo averiguaría, averiguaría que era lo que le aquejaba y tal vez muchas otras cosas más.
Tenía que hacer algo ya o ella misma terminaría contagiada de tanta tristeza o lo que fuera que albergaba en el alma y corazón evidentemente atormentado del desconocido.
Estaba decidida a correr a su lado. Que importaba quien fuera así fuese uno de esos humanos que se dedicaban a cazar a seres nocturnos y seres salvajes como ella. Dudaba que en las condiciones que se encontraba logrará hacer mucho en su contra. Los pasos fueron más fuertes, más largos, más apurados dispuesta a llegar a su lado cuanto antes. Era como si algo le dijera que estaba a punto de suceder. ¿El que? Quien sabe.
No estaba segura a ciencia cierta de si se trataba de un cazador aunque después de verle sacar un arma así como si nada tan quitado de la pena sin pararse a pensar siquiera o a tener el temor de ser observado por alguien a través del cristal de una ventana. Se detuvo a unos escasos metros. Expectante y atenta la loba en su interior más que la dama en ella lo observaba cada vez más de cerca.
-Eres un idiota- exclamo en otro grito Aleksandra cuando después de ver que llevo el arma sobre su sien gritaba “¡¡¡SOY NADA CUANDO QUISE SER TODO!!!” –y no solo eso…..eres un maldito cobarde- se contuvo de no gritar esto último que caso tenía más no podía tragarse esas palabras que la rabia al observar semejante acto le causaba, le revolvía las entrañas a pesar de saber que esa arma no detonaría era la rabia que todo acto de cobardía siempre le había causado.
Al parecer el grito de la joven fue escuchado y él sin más se giro hacia ella. Sus miradas se cruzaron, o eso le pareció a ella, mas ambos permanecieron en absoluto silencio. No esperaba que bajara el arma pero tampoco esperaba que se quedara ahí mirándola sin sentir verguanza alguna por su cobardía. Lo que le faltaba. Tanto descaro nunca antes visto. Tuvo la desfachatez de guiñarle un ojo y después jalar del gatillo. No supo si en ese momento reír a carcajadas y luego correr a felicitarlo por el espectáculo o si sentir verdadera pena y lastima por él. No, ella no era así no se permitiría ni reírse ni sentir pena hasta no conocer los motivos que lo llevaban a tener tales impulsos suicidas.
Se acerco. El mantenía sus ojos cerrados. Poco le importo y le hablo con frialdad pero sin perder el toque de amabilidad porque era de las que pensaba que en casos extremos como este con palabras dulces no se hacia entrar en razón a nadie –Si en verdad desea morir puedo llevarlo a donde acaben con su vida en tan solo segundos- hizo a un lado un mechón de su cabello que una ráfaga de viento había pegado a su rostro y luego se cruzo de brazos, sin inmutarlo los relámpagos que caían muy cerca de ellos, esperando y deseando que sus palabras lejos de molestarlo le hicieran entrar al menos un poco en razón.
Quien era ella para juzgarlo. Nadie. Además ella no era de las que solían juzgar a la primera y mucho menos sin haber entablado al menos una mirada o una charla por más pequeña que esta fuera. Como nunca antes desde que ella lo recuerda algo la conmovía y a la vez la preocupaba de tal manera en que el hombre desconocido lo estaba haciendo. No sabía porque pero intentaría ayudarlo, sacarlo de ese aparente o verdadero trance de quien sabe que cosa en el cual estaba sumergido como barco varado en el mismísimo centro del océano donde ya toda esperanza se desvanece y se cae en la resignación de ser devorado por el mar. ¿Seria posible tal resignación? ¿valdría la pena dejarse vencer? a saber, por ahora. Si lograba acercarse y hacer que él confiará en ella lo averiguaría, averiguaría que era lo que le aquejaba y tal vez muchas otras cosas más.
Tenía que hacer algo ya o ella misma terminaría contagiada de tanta tristeza o lo que fuera que albergaba en el alma y corazón evidentemente atormentado del desconocido.
Estaba decidida a correr a su lado. Que importaba quien fuera así fuese uno de esos humanos que se dedicaban a cazar a seres nocturnos y seres salvajes como ella. Dudaba que en las condiciones que se encontraba logrará hacer mucho en su contra. Los pasos fueron más fuertes, más largos, más apurados dispuesta a llegar a su lado cuanto antes. Era como si algo le dijera que estaba a punto de suceder. ¿El que? Quien sabe.
No estaba segura a ciencia cierta de si se trataba de un cazador aunque después de verle sacar un arma así como si nada tan quitado de la pena sin pararse a pensar siquiera o a tener el temor de ser observado por alguien a través del cristal de una ventana. Se detuvo a unos escasos metros. Expectante y atenta la loba en su interior más que la dama en ella lo observaba cada vez más de cerca.
-Eres un idiota- exclamo en otro grito Aleksandra cuando después de ver que llevo el arma sobre su sien gritaba “¡¡¡SOY NADA CUANDO QUISE SER TODO!!!” –y no solo eso…..eres un maldito cobarde- se contuvo de no gritar esto último que caso tenía más no podía tragarse esas palabras que la rabia al observar semejante acto le causaba, le revolvía las entrañas a pesar de saber que esa arma no detonaría era la rabia que todo acto de cobardía siempre le había causado.
Al parecer el grito de la joven fue escuchado y él sin más se giro hacia ella. Sus miradas se cruzaron, o eso le pareció a ella, mas ambos permanecieron en absoluto silencio. No esperaba que bajara el arma pero tampoco esperaba que se quedara ahí mirándola sin sentir verguanza alguna por su cobardía. Lo que le faltaba. Tanto descaro nunca antes visto. Tuvo la desfachatez de guiñarle un ojo y después jalar del gatillo. No supo si en ese momento reír a carcajadas y luego correr a felicitarlo por el espectáculo o si sentir verdadera pena y lastima por él. No, ella no era así no se permitiría ni reírse ni sentir pena hasta no conocer los motivos que lo llevaban a tener tales impulsos suicidas.
Se acerco. El mantenía sus ojos cerrados. Poco le importo y le hablo con frialdad pero sin perder el toque de amabilidad porque era de las que pensaba que en casos extremos como este con palabras dulces no se hacia entrar en razón a nadie –Si en verdad desea morir puedo llevarlo a donde acaben con su vida en tan solo segundos- hizo a un lado un mechón de su cabello que una ráfaga de viento había pegado a su rostro y luego se cruzo de brazos, sin inmutarlo los relámpagos que caían muy cerca de ellos, esperando y deseando que sus palabras lejos de molestarlo le hicieran entrar al menos un poco en razón.
Aleksandra Kuznetsova- Licántropo/Realeza
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