AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Visitas inesperadas desde las sombras
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Visitas inesperadas desde las sombras
Galería Danáan, Paris Francia
A media tarde
A media tarde
El día comenzó cargado de problemas, más bien llevaban cerca una semana con lo mismo, recibiendo noticias poco gratas desde cualquier frente, literalmente una nueva avalancha de infortunios se suscitaba en torno a ella, y se encontraba atada de manos. Él único que le podía ayudar, se encontraba en ese momento tan atareado como ella, Delbaeth, seguía el rastro de cada noticia que recibían, mientras ella aparentaba normalidad, sin dejar de atender sus negocios y compromisos sociales. Criada para ser una dama de sociedad, una negociadora, una diplomática, pero por sobre todo para servir a Agharta. Por lo mismo conocía bien el arte de aparentar, el mundo se podría derrumbar a sus pies, pero ella continuaría como si no estuviese involucrada en aquello, pues a los ojos de los extraños ella la huérfana heredera del matrimonio Danaán, y ahora dueña de una de las mas grandes galerías de arte en Europa.
Pero bajo aquel rostro de apacibilidad, estaba la Hiperboréana, la mujer elegida para tomar decisiones en representación de Agharta, en quien en este momento caía el peso de proteger a los aghartianos que emergieron al mundo de los terráneos, y descubrir la causa de tan nefastos incidentes. Mal hizo en confiarse de la paz que acompaño sus vidas los últimos meses, aquello solo fue la antesala de una tormenta anunciada. La joven irlandesa cometió el error de bajar la guardia, la muerte de sus padres le dejo desprevenida seis meses atrás, derrumbando al bastión que se esperaba fuese, dando el paso a una seguidilla de ataques.
Ahora mismo, se encontraba a solas en su despacho, atendiendo su galería, como si nada hubiese ocurrido para sacarla de su, ahora, bien calibrado centro. Pero la realidad era del todo diferente, noticias nada alentadoras llegaban desde diferentes frentes de Europa, y así lo evidencia su mesa de café, tapizada con periódicos de diversa procedencia, todos abiertos en el mismo titular, aun cada cual le daba una interpretación diferente.
Dejo a un lado los asuntos de la galería y se traslado hasta el sofá, donde le esperaba una humeante taza de chocolate caliente, recién traída por un empleado de la galería y una cajetilla de cigarros, su vicio en casos de tensión, pero que curiosamente había dejado a un lado desde que se hospedase en casa de Marianne. Su amiga le insistió en aquello, que dejase el vicio alegando que le alteraba el sueño, reemplazando el tabaco por el chocolate. Un sorbo de su nuevo vicio, y una Hojeda a las páginas de los periódicos, anexando nuevos antecedentes a la lista que traía junto a si, intentando desenredar aquella madeja.
- Princesa Di Alessandro fue vista por última vez en Paris, en compañía de un desconocido. Los reyes del Sacro Imperio fueron asesinados en una revuelta. Príncipes gemelos desaparecidos, se descarta estén en los Países Bajos. Palacio de Cristal destruido.
- Aumenta la certeza, toda la familia Di Alessandro y Parthenopaeus asesinada. Sin sobrevivientes a la revuelta, Sacro Imperio se reestructura. Ludwig Wittelsbach, coronado Emperador.
- Papa Borgia lamenta lo ocurrido en el Sacro Imperio. Inquisición se suma a la búsqueda de los Príncipes Di Alessandro.
- Aumenta la certeza, toda la familia Di Alessandro y Parthenopaeus asesinada. Sin sobrevivientes a la revuelta, Sacro Imperio se reestructura. Ludwig Wittelsbach, coronado Emperador.
- Papa Borgia lamenta lo ocurrido en el Sacro Imperio. Inquisición se suma a la búsqueda de los Príncipes Di Alessandro.
Aquellos eran algunos de los titulares que llamaban su atención de la joven irlandesa, de las cuales tomaba nota sin parar, desenredando la madeja de información falsa, mezclada con la verdad. El resultado siempre apuntaba al mismo lugar, al mismo nombre, Alejandro II Borgia, Su Santidad, no da puntada sin hilo y sin cubrir su huella con antelación. Alejando de él cualquier sospecha o duda razonable sobre su implicancia, siempre sonriendo, tendiendo la mano, mientras uno de sus hombres daba el certero golpe. Eso era sin duda lo que ocurrió con los Di Alessandro y los Parthenopaeus, de quienes no se encontró nada, solo cenizas, cuan vampiros eran, pero Katra y Apostolos, eran humanos, sus cuerpos no aparecían.
De Apostolos siempre espero lo peor, quizás hubiese caído en la trampa de alguna cortesana contratada por Borgia, pero de la princesa solo se supo que estaba de camino al Imperio la noche en que se desato el ataque. De ella jamás se supo si regreso a su país o fue interceptada antes, pero se le daba por muerta. Por fortuna, quien asumió como emperador era un hombre razonable, amigo de infancia de la desaparecida heredera al trono. En él quizás pudiesen encontrar un aliado, pero aun quedaba saber con certeza que ocurrió con ella, pero ningún atisbo de ella, tal como si la tierra la hubiese tragado - Quiera que así sea amiga - susurró, alberganto un esquiva esperanza.
Un último sorbo a su chocolate y una nueva mirada a la hora, ya era eran las diez de la noche, y aun le quedaba revisar los informes sobre la desaparecida hechicera de estirpe. Demasiados siglos con el rastro de ella perdido, pero desde el momento en que Shamballah desapareciese al fallar el hechizo de protección, apremiaba encontrar a su linaje más puro. La hechicera de estirpe podría ser, quizás, la única que les ayudase a revertir el hechizo. Siglos con la línea de sangre perdida, se volvía difícil rearmar la genealogía de ella, para finalmente llegar a un nombre. De ella siempre se tuvo certeza de dos cosas, llevaba la marca de Eolh y estaba con vida. El resto eran rumores de la corte, que quizás los llevasen a algún resultado, pero de ello ninguna certeza existía, se encontraban aun en un terreno desierto, el único que pudiese haber obtenido información era Urian, quien ahora estaba muerto.
Revolvió los papeles, sus notas, de aquella misión, documentos que guardaba en una delicada caja de madera, cerrada con llave. Nada que le pudiese ser de utilidad, solo un mensaje del minoico Urian - Espero nuestro encuentro, tengo noticias- lo que jamás se concreto. Un suspiro emano de sus labios en el momento que un ruido le alertaba, un visitante inesperado. Guardo la caja en un recoveco tras los libros y la llave la colgó en su cuello, tal como si fuese una joya, pues su diseño era tal que nadie sospecharía su verdadero fin. Busco la daga, dispuesta a empuñarla, justo a tiempo, antes que el desconocido ingresase sin siquiera anunciarse al escritorio.
- Mala educación es presentarse si invitación ante alguien- susurro sin voltear - Pero su falta se agrava al no golpear la puerta.- recriminó sin dar señal de temor, no era su hora aun - La galería está cerrada- sentencié finalmente a la espera de una respuesta del desconocido, a quien aun seguia sin voltear a verle.
Éire Danaán- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/10/2011
Localización : en tus sueños, o mejores pesadillas
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
"Me temo que la puerta estaba abierta, señorita Danáan" dijo una voz serena, tranquila y masculina desde atrás de Eire.
"En cuanto a la invitación, me temo que vengo desde muy lejos, y escribir una carta desde París en vez de caminar hasta aquí seria un despropósito, por favor no lo tome como una ofensa" le dijo él.
Ra'hae era un hombre bastante alto y de espalda ancha, aunque a pesar de ello no se veía imponente o muy muscular. Actualmente, el hombre traía ropas que contrastaban mucho con los atuendos normales de Francia de la época. Unos pantalones holgados cubrían sus piernas mientras que encima traía una túnica que llegaba hasta media pierna y se encontraba ceñida al cuerpo por un cinturón, del cual colgaba una daga. La túnica en realidad estaba abierta en el centro pero cruzada una tela sobre la otra para cubrir el cuerpo del hombre, debajo de la misma se notaba que traía una fina camisa blanca. La túnica en la parte superior terminaba en una capucha, que ahora mismo el hombre no traía puesta, dejando ver un rostro relativamente joven y atractivo.
"¿Es usted Eire Danáan?" le preguntó el hombre con calma y paciencia.
Ra'hae estaba algo cansado de viajar tanto, sabia que lo mas decoroso hubiera sido llegar a París, alojarse en alguna parte y escribir una bonita carta. Sin embargo, no había tiempo para esa clase de cosas, la carta podía tomar un día o dos en llegar. ¿Por que desperdiciar todo ese tiempo cuando podía caminar un poco y presentarse en persona? Después de todo, a fin de cuentas él estaba aquí para ayudar y su presencia probablemente iba a ser muy bien recibida, por lo que sabia que algo tan pequeño como no enviar una carta seria perdonado al largo plazo. Y sino bueno, seria su problema en definitiva.
"En cuanto a la invitación, me temo que vengo desde muy lejos, y escribir una carta desde París en vez de caminar hasta aquí seria un despropósito, por favor no lo tome como una ofensa" le dijo él.
Ra'hae era un hombre bastante alto y de espalda ancha, aunque a pesar de ello no se veía imponente o muy muscular. Actualmente, el hombre traía ropas que contrastaban mucho con los atuendos normales de Francia de la época. Unos pantalones holgados cubrían sus piernas mientras que encima traía una túnica que llegaba hasta media pierna y se encontraba ceñida al cuerpo por un cinturón, del cual colgaba una daga. La túnica en realidad estaba abierta en el centro pero cruzada una tela sobre la otra para cubrir el cuerpo del hombre, debajo de la misma se notaba que traía una fina camisa blanca. La túnica en la parte superior terminaba en una capucha, que ahora mismo el hombre no traía puesta, dejando ver un rostro relativamente joven y atractivo.
"¿Es usted Eire Danáan?" le preguntó el hombre con calma y paciencia.
Ra'hae estaba algo cansado de viajar tanto, sabia que lo mas decoroso hubiera sido llegar a París, alojarse en alguna parte y escribir una bonita carta. Sin embargo, no había tiempo para esa clase de cosas, la carta podía tomar un día o dos en llegar. ¿Por que desperdiciar todo ese tiempo cuando podía caminar un poco y presentarse en persona? Después de todo, a fin de cuentas él estaba aquí para ayudar y su presencia probablemente iba a ser muy bien recibida, por lo que sabia que algo tan pequeño como no enviar una carta seria perdonado al largo plazo. Y sino bueno, seria su problema en definitiva.
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 23/10/2011
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
Nada es absoluto…
Ni el bien sobrevive sin el mal..
Ni el mal lo hace sin el bien.
Pero siempre hay un bando
¿Cuál eliges?
Ni el bien sobrevive sin el mal..
Ni el mal lo hace sin el bien.
Pero siempre hay un bando
¿Cuál eliges?
La voz a la espalda de mujer, poseía un acento extranjero, poco habitual en las regiones frías de Europa, un acento que la joven solo escucho algunas ocasiones antes, cuando visitaba la ciudad de los sobrenaturales. Parpadeo asimilando la voz, el acento, segura de conocer a su propietario aunque si su origen, lo segundo le intrigo, no espera recibir a ningún emisario de los Cinco Frentes, a menos que la situación se enturbiase lo suficiente. Desconfió de sus intenciones, si acaso era uno de los suyos o era una trampa, a fin de cuentas ¿En quién se puede confiar? Los últimos acontecimientos le demostraban cuán fácil era encontrar a un enemigo disfrazado de oveja.
Aquel día llevaba un vestido gris levemente ceñido a la cintura con detalles en negro, en respeto a las desapariciones de sus amigas, fue en aquel cinturón negro, una pieza similar a un corset, sonde escondió el arma, lo suficientemente a mano para sacarla en caso de requerirlo y lo bastante sutil para que el intruso no la percibiese. Giro sobre sí misma, con una expresión relajada, lejana al estado de alerta interior en que se encontraba. La joven desarrollo con desde siempre esas capacidades para actuar, su guion la vida misma, para ella todo era un escenario en el cual representaba lo que mejor beneficiase a sus propios intereses.
La vida es un teatro,
Un constante ir y venir de apariencias
Algunos fingen por conveniencia
Otros por placer
¿Qué harás tu?
Un constante ir y venir de apariencias
Algunos fingen por conveniencia
Otros por placer
¿Qué harás tu?
- Creo Monsieur, que no me ha escuchado. La galería está cerrada, si gusta venir mañana, con la luz del día- sugirió volteando finalmente a verle, sus vestimentas como esperaba eran las típicas de tierras árabes, lo observo con detalle, con el detenimiento adquirido desde niña y ese ojo de cazador, que si bien nunca lo fue, lo desarrollo para sus propios fines. Ante si tenía a un vampiro, uno con algunos milenios vividos, pero aun no lograba definir lo más importante ¿aliado o enemigo?. Cuando sus ojos pardos dejaron de recorrer al hombre, de guardar cada detalle y evaluar sus movimientos, avanzo un par de pasos hasta él - Desconozco quien sea usted, ni cuales sean sus prisas. Pero si sé que a estas horas, no se admiten visitantes a la galería. Que a estas horas no atiendo negocios, a menos que sea con una copa de vino o una cena de por medio - Su actitud era seria, arrogante, altiva, dominante, pero por sobre todo elegante.
Arqueo una ceja mientras rodeaba al hombre, retomando su anterior labor de examinarlo, ahora que tomaba control de la situación no se preocupaba por disimular su actitud de superioridad - Con el perdón de usted Monsieur … ¿Cómo dijo llamarse? - pregunto con ironía a conciencia que ella ella misma tampoco se presento - Como sea que se llame - un ademan con la mano acompaño esas palabras, restando importancia a las presentaciones oficiales - Sus apariencias me aclaran que ha viajado desde lejos, razón por la cual no recriminaré su privación de invitación. ¿Desde qué recóndito lugar del mundo proviene?- fingió ignorancia antes de caminar al bar que se encontraba en el otro extremo del despacho.
Dos copas de vino, de una de las mejores reservas de Europa, eso fue lo que sirvió antes de regresar donde el desconocido - El viaje debió ser agotador, tome asiento y acepte un copa - invito señalándole los uno de los sillones, antes que ella misma tomase asiento cerca de la chimenea, una sonrisa cordial, de aquellas bien ensayadas dio paso a las siguientes palabras- Para su tranquilidad, no le hará perder el viaje citándolo para mañana al medio día- un brillo de ironía apareció en sus ojos mientras paladeaba el vino, atenta a cada una de sus reacciones.
- Es más, solo en honor a su largo viaje, le diré que sí, soy Éire Danáan, dueña de esta galería. -Se presento sin extender la mano o moverse de su lugar - Aunque no creo que su visita tenga relación con alguna exposición ¿O me equivoco?- Un fugaz mirada a la mesa de café, un detalle, entre los periódicos de aquella mañana un dibujo que ella misma realizase del símbolo de la hechicera. A simple vista un dibujo imperceptible y sin importancia, pero quien comprendiese aquel lenguaje olvidado, aquellas runas, caería en la cuenta que ella, la bien posicionada mademoiselle Danáan no era solo una Dama de Sociedad sino parte de algo mucho mayor.
En el arte de escapar...
No hay realidad,
solo la magia de aparentar
No hay realidad,
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Éire Danaán- Humano Clase Alta
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 10/10/2011
Localización : en tus sueños, o mejores pesadillas
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
El hombre a sus espaldas se mantuvo sereno y tranquilo, dándole unos momentos a la mujer para que considerara su curso de acción o las palabras para hablar. Con toda la paciencia y serenidad que había adquirido tras tanto tiempo el vástago se quedo en silencio y para cuando Éire se volteo a verlo el hombre ya tenia los ojos cerrados mientras esperaba. Al hablar, finalmente Ra'hae abrió sus ojos profundos y claros, fijando su mirada en la joven humana.
Desde muy joven, para él había sido igual de fácil y reflexivo el leer los pensamientos de todo ser que le pasara cerca. Si no estaba debidamente concentrado, a veces simplemente los oía aunque no hubiera sido su intención. Los primeros años para Ra'hae habían sido una pesadilla gracias a esta habilidad... voces retumbaban en su cabeza, compartiendo pensamientos de toda clase y color... como era usual con esta clase de cosas, al despertar una habilidad de este tipo, al principio no podía ser controlada de muchas formas, por lo que Ra'hae pronto había convivido con los pensamientos de todo el palacio en el que se lo había entrenado. Con los años el hombre había logrado controlarlo... y siglos después, ya mas preparado, nuevamente se había permitido la desorientadora experiencia de simplemente abrir las puertas de su mente a todo lo que lo rodeara...
Era una experiencia muy irritante, desquiciante... pero también muy iluminadora. Ra'hae había aprendido a conocer la mas pura y cruda esencia humana, lo bueno, lo malo, lo bello, lo horrible, lo importante y lo mas intrascendente...
Con los siglos y milenios había aprendido que la forma de pensar decía mucho de la persona que se encontraba frente a él. Los patrones, los caminos por los que las mentes deambulaban gritaban silenciosamente verdades ocultas de los seres que estaban alrededor suyo, aun mas de lo que el contenido de dichos pensamientos lo hacían.
Ante si tenia a una humana remarcable. Inteligente, perceptiva y sabia para ocultarse detrás de mascaras y telones. Sonrisas, arrogancia, juegos de poder y control... todo para auto-preservarse, para protegerse. Indiferencia, superioridad, elegancia, altura, todo diseñado para controlar y mantener la distancia entre ella y el mundo que la rodeaba...
Ra'hae se sonrió suavemente cuando la mujer le informó que solo atendería a negocios con una copa de vino o una cena de por medio. Su sonrisa se acentuó mas cuando la mujer decidió ser indiferente a su nombre. Sin decir nada, Ra'hae la siguió con la mirada con tranquilidad. Cuando la mujer le ofreció asiento y una copa, caminó con calma hasta el sillón que se encontraba frente al de ella y se sentó con una lentitud que caracterizaba más a una persona entrada en años que a un joven de la edad que aparentaba.
El vástago le devolvió una sonrisa sincera y la escuchó atentamente, en mente y en voz antes de asentir mientras que ponía sus manos sobre sus faldas para estar mas cómodo. Los sillones europeos siempre le habían resultado demasiado suaves, haciéndole sentir que si se reclinaba demasiado se hundiría irremediablemente en ellos.
Mirando a la joven y frágil Éire, Ra'hae suspiro por dentro. Si tan solo las mentes pudieran entrar en contacto directo para poder entenderse... el mundo hubiera sido un paraíso mucho mas ameno.
"Efectivamente mi visita no tiene relación con exposición alguna, señorita Danáan... he venido como emisario de la familia Al'Ramiz desde la ciudad del Cairo, de los cinco frentes Árabes" le dijo el con calma y tranquilidad, aparentemente sin sentirse insultado, molestado u ofendido por ser tratado como un don nadie.
"Mi nombre es Ra'hae, señorita Danáan y estoy aquí para estar a su disposición, tengo entendido que se encuentra ocupada con asuntos importantes y estoy al tanto de quien es usted y la posición que ostenta..." le dijo el hombre bajando su cabeza suavemente en deferencia a la joven humana hiperboreana.
"Si le resulta demasiado problemático charlar esta noche podría regresar otro día... sin embargo, dado que estoy aquí para asistirla me pareció un despropósito el perder tiempo con formalidades... espero que lo sepa comprender y no tome ofensa alguna al respecto..." le dijo Ra'hae con sinceridad. Realmente no estaba seguro de si la mujer sabría quien era el o no, de todas formas poco importaba ya que estaba diciendo la verdad aunque ella no tuviera forma de saberlo. Una parte suya esperaba que simplemente no supiera quien demonios se encontraba frente a ella... y si Ra'hae no hubiera sido un hombre tan amable, tal vez simplemente se hubiera cerciorado de que su nombre efectivamente no existiera en su mente con tan solo una flexión de su poder místico... pero eso era ir mas allá de lo que era apropiado desgraciadamente, por lo que tendría que lidiar con su conocimiento si así era.
Desde muy joven, para él había sido igual de fácil y reflexivo el leer los pensamientos de todo ser que le pasara cerca. Si no estaba debidamente concentrado, a veces simplemente los oía aunque no hubiera sido su intención. Los primeros años para Ra'hae habían sido una pesadilla gracias a esta habilidad... voces retumbaban en su cabeza, compartiendo pensamientos de toda clase y color... como era usual con esta clase de cosas, al despertar una habilidad de este tipo, al principio no podía ser controlada de muchas formas, por lo que Ra'hae pronto había convivido con los pensamientos de todo el palacio en el que se lo había entrenado. Con los años el hombre había logrado controlarlo... y siglos después, ya mas preparado, nuevamente se había permitido la desorientadora experiencia de simplemente abrir las puertas de su mente a todo lo que lo rodeara...
Era una experiencia muy irritante, desquiciante... pero también muy iluminadora. Ra'hae había aprendido a conocer la mas pura y cruda esencia humana, lo bueno, lo malo, lo bello, lo horrible, lo importante y lo mas intrascendente...
Con los siglos y milenios había aprendido que la forma de pensar decía mucho de la persona que se encontraba frente a él. Los patrones, los caminos por los que las mentes deambulaban gritaban silenciosamente verdades ocultas de los seres que estaban alrededor suyo, aun mas de lo que el contenido de dichos pensamientos lo hacían.
Ante si tenia a una humana remarcable. Inteligente, perceptiva y sabia para ocultarse detrás de mascaras y telones. Sonrisas, arrogancia, juegos de poder y control... todo para auto-preservarse, para protegerse. Indiferencia, superioridad, elegancia, altura, todo diseñado para controlar y mantener la distancia entre ella y el mundo que la rodeaba...
Ra'hae se sonrió suavemente cuando la mujer le informó que solo atendería a negocios con una copa de vino o una cena de por medio. Su sonrisa se acentuó mas cuando la mujer decidió ser indiferente a su nombre. Sin decir nada, Ra'hae la siguió con la mirada con tranquilidad. Cuando la mujer le ofreció asiento y una copa, caminó con calma hasta el sillón que se encontraba frente al de ella y se sentó con una lentitud que caracterizaba más a una persona entrada en años que a un joven de la edad que aparentaba.
El vástago le devolvió una sonrisa sincera y la escuchó atentamente, en mente y en voz antes de asentir mientras que ponía sus manos sobre sus faldas para estar mas cómodo. Los sillones europeos siempre le habían resultado demasiado suaves, haciéndole sentir que si se reclinaba demasiado se hundiría irremediablemente en ellos.
Mirando a la joven y frágil Éire, Ra'hae suspiro por dentro. Si tan solo las mentes pudieran entrar en contacto directo para poder entenderse... el mundo hubiera sido un paraíso mucho mas ameno.
"Efectivamente mi visita no tiene relación con exposición alguna, señorita Danáan... he venido como emisario de la familia Al'Ramiz desde la ciudad del Cairo, de los cinco frentes Árabes" le dijo el con calma y tranquilidad, aparentemente sin sentirse insultado, molestado u ofendido por ser tratado como un don nadie.
"Mi nombre es Ra'hae, señorita Danáan y estoy aquí para estar a su disposición, tengo entendido que se encuentra ocupada con asuntos importantes y estoy al tanto de quien es usted y la posición que ostenta..." le dijo el hombre bajando su cabeza suavemente en deferencia a la joven humana hiperboreana.
"Si le resulta demasiado problemático charlar esta noche podría regresar otro día... sin embargo, dado que estoy aquí para asistirla me pareció un despropósito el perder tiempo con formalidades... espero que lo sepa comprender y no tome ofensa alguna al respecto..." le dijo Ra'hae con sinceridad. Realmente no estaba seguro de si la mujer sabría quien era el o no, de todas formas poco importaba ya que estaba diciendo la verdad aunque ella no tuviera forma de saberlo. Una parte suya esperaba que simplemente no supiera quien demonios se encontraba frente a ella... y si Ra'hae no hubiera sido un hombre tan amable, tal vez simplemente se hubiera cerciorado de que su nombre efectivamente no existiera en su mente con tan solo una flexión de su poder místico... pero eso era ir mas allá de lo que era apropiado desgraciadamente, por lo que tendría que lidiar con su conocimiento si así era.
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/10/2011
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
Una oleada de nerviosismo invadió a la Hiperboréana, acaba de cometer un error fatal al olvidar aquel símbolo entre los periódicos, al no poner pestillo en la puerta y dejarse sorprender por aquel hombre desconocido a los ojos de ella, pero que el parecía conocer más de lo que ella se hubiese imaginado. En rápido gesto de ocultar el símbolo dejo la copa sobre los la mesa de café, cubriendo el dibujo mientras él hablaba con una hidalguía y sabiduría única y pocas veces vista entre los mortales.
Cada palabra pronunciada por el árabe era una nueva pieza para la irlandesa, quien poco a poco ordenaba las pistas en su mente y armaba la respuesta al enigma que resultaba ser aquel desconocido. El hombre viajo en efecto desde tierras árabes, por instrucciones de los Cinco Frentes, al menos eso era lo que sus palabras señalaban, su nombre Ra’hae y alegaba conocer los asuntos secretos que atarean a su ahora anfitriona. Medito sus palabras antes de incorporarse, con paso lento y seguro se acerco hasta la puerta entreabierta, mientras meditaba el modo más apropiado de corroborar su identidad - “Vista interiora terrae… “- pensó a la espera que el completase frase, “… rectificando invenes omnia lapidem”, como si fuese un santo y seña, una frase, un lenguaje desconocido para los mundanos que solo los Aghartianos conocen.
Ante la puerta tomó la manilla haciendo la puerta hacia sí, lo suficiente para asegurarse que nadie vigilase tras la puerta, en efecto la galería se encontraba desierta a esas horas de la noche, sonrió para sus adentros antes de hablar a los inexistentes oídos de espías - Monsieur Ra´hae, lamento haberle recibido tan mal. Pensé que las piezas de arte arabicas llegarían mañana y que no contaríamos con su presencia en la exposición- disimulo la escena con presteza, pues esa sería la coartada en caso que alguien sospechase, cerró la puerta volteando a verle, segura que estaba ante un aliado.
Puso llave a la puerta, para finalmente verle a los ojos, su nombre le era familia y la mención del Clan Al’Ramiz le llevo a concluir ante quien estaba, un suspiro emano de us labios, para que uno de ellos se presentase en Paris era señal de una sola cosa, la situación era aun más grave de lo imaginado. Una leve inclinación de cabeza, mientras un rebelde mechón de cabello cae por su rostro, una señal de respeto al reconocerle como uno de los jeques de los cinco frentes, por su serenidad supo que no estaba frente al Destructor, menos aun ante el Creador, Kareef a quien tenía la fortuna de conocer personalmente, tampoco era la única Jequesa de aquel grupo, solo le quedan dos opciones - Monsieur Ra´hae, o más bien, Sidi Al’Ramiz- expresó con seguridad de no confundirlo, pasando su mirada desde el rostro de él hasta la cimitarra con incrustación que solo vio en las armas del Jeque de jeques, pero no en sus hombres.
- El Equilibrador o el Guardián ¿Quién se presenta hoy ante mi?-
Cada palabra pronunciada por el árabe era una nueva pieza para la irlandesa, quien poco a poco ordenaba las pistas en su mente y armaba la respuesta al enigma que resultaba ser aquel desconocido. El hombre viajo en efecto desde tierras árabes, por instrucciones de los Cinco Frentes, al menos eso era lo que sus palabras señalaban, su nombre Ra’hae y alegaba conocer los asuntos secretos que atarean a su ahora anfitriona. Medito sus palabras antes de incorporarse, con paso lento y seguro se acerco hasta la puerta entreabierta, mientras meditaba el modo más apropiado de corroborar su identidad - “Vista interiora terrae… “- pensó a la espera que el completase frase, “… rectificando invenes omnia lapidem”, como si fuese un santo y seña, una frase, un lenguaje desconocido para los mundanos que solo los Aghartianos conocen.
Ante la puerta tomó la manilla haciendo la puerta hacia sí, lo suficiente para asegurarse que nadie vigilase tras la puerta, en efecto la galería se encontraba desierta a esas horas de la noche, sonrió para sus adentros antes de hablar a los inexistentes oídos de espías - Monsieur Ra´hae, lamento haberle recibido tan mal. Pensé que las piezas de arte arabicas llegarían mañana y que no contaríamos con su presencia en la exposición- disimulo la escena con presteza, pues esa sería la coartada en caso que alguien sospechase, cerró la puerta volteando a verle, segura que estaba ante un aliado.
Puso llave a la puerta, para finalmente verle a los ojos, su nombre le era familia y la mención del Clan Al’Ramiz le llevo a concluir ante quien estaba, un suspiro emano de us labios, para que uno de ellos se presentase en Paris era señal de una sola cosa, la situación era aun más grave de lo imaginado. Una leve inclinación de cabeza, mientras un rebelde mechón de cabello cae por su rostro, una señal de respeto al reconocerle como uno de los jeques de los cinco frentes, por su serenidad supo que no estaba frente al Destructor, menos aun ante el Creador, Kareef a quien tenía la fortuna de conocer personalmente, tampoco era la única Jequesa de aquel grupo, solo le quedan dos opciones - Monsieur Ra´hae, o más bien, Sidi Al’Ramiz- expresó con seguridad de no confundirlo, pasando su mirada desde el rostro de él hasta la cimitarra con incrustación que solo vio en las armas del Jeque de jeques, pero no en sus hombres.
- El Equilibrador o el Guardián ¿Quién se presenta hoy ante mi?-
Éire Danaán- Humano Clase Alta
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
Ra'hae observó a la humana frente a él con la tranquilidad y la paciencia que había adquirido a lo largo de los siglos y se relajó en su sillón. Aparentemente la joven se ponía nerviosa a medida que las situaciones se iban de su control.
Por un momento, Ra'hae consideró completar la frase que la mujer había pensado para sus adentros, pero decidió no hacerlo. Los humanos nunca reaccionaban bien al saber que frente a ellos se encontraba un ser que activa o pasivamente podía leer sus pensamientos. Por alguna irónica razón, esa ultima e infranqueable barrera humana que separaba a cada uno en individuos y los aislaba en sus propios pensamientos era sagrada. Que alguien irrumpiera en los pensamientos era tomado como una amenaza y una perdida de privacidad imperdonable. Era irónico, porque todo humano en algún punto se lamentaba el no poder alcanzar a entrar en contacto de forma absoluta con nadie, el estar para siempre aislado en sus propios pensamientos de forma irremediable. Sin embargo, cuando se topaban con un ser que podía cruzar esa barrera, de repente ya no era una gran idea, y en vez de vivir la situación como algo extraño y agradable, la reacción era muy negativa.
El hombre se sonrió al ver a Éire tomar la puerta y actuar ante el viento, creando una excusa y una identidad para él. Para cuando ella se volteó sin embargo, el hombre se encontraba sentado y tranquilo, sin expresión en su rostro. Todavía no había tocado su copa.
Con tranquilidad la observó directo a los ojos mientras que ella hacia lo mismo con él. Los ojos azules y profundos de Ra'hae eran intensos y poseían un destello particular, daba la sensación de estar mirando más allá de lo que tenía adelante mientras que la estudiaba detenidamente. A diferencia de otros cientos o miles de hombres, mientras que sus ojos la recorrían, Éire no sentía que estaba observando su cuerpo de esa manera básica. Más bien parecía estudiarla con una extraña curiosidad que solo podía atribuirsele a un ser de tantos siglos.
Cuando ella lo llamó Sidi Al'Ramiz, Éire por un segundo vio una mezcla entre frustración y decepción en el rostro de Ra'hae, sin embargo la expresión fue tan breve que pareció un espejismo.
"El Guardián" dijo Ra'hae simplemente en respuesta a su pregunta.
"Kareef decidió que sería bueno que viniera aquí a París a ayudar con las dificultades del presente para que se resuelvan mas rápido" dijo el vástago con calma.
Era realmente una tristeza que siendo un Vitrol en realidad su función aquí iba a ser tan poco... decorosa. No era algo que particularmente le daba vergüenza a Ra'hae, ya que el hombre desde hacia siglos que estaba por encima de cosas de ese estilo, pero aun así, suponía que Kareef lo había mandado hasta aquí a hacer esto porque consideraba que su objetivo podía realmente estar en este lugar. O había un interés político que quería cementar... O tal vez esta joven tenía algo particular que Kareef quería que Ra'hae viera...
O simplemente quería fastidiarlo por algo...
Por un momento, Ra'hae consideró completar la frase que la mujer había pensado para sus adentros, pero decidió no hacerlo. Los humanos nunca reaccionaban bien al saber que frente a ellos se encontraba un ser que activa o pasivamente podía leer sus pensamientos. Por alguna irónica razón, esa ultima e infranqueable barrera humana que separaba a cada uno en individuos y los aislaba en sus propios pensamientos era sagrada. Que alguien irrumpiera en los pensamientos era tomado como una amenaza y una perdida de privacidad imperdonable. Era irónico, porque todo humano en algún punto se lamentaba el no poder alcanzar a entrar en contacto de forma absoluta con nadie, el estar para siempre aislado en sus propios pensamientos de forma irremediable. Sin embargo, cuando se topaban con un ser que podía cruzar esa barrera, de repente ya no era una gran idea, y en vez de vivir la situación como algo extraño y agradable, la reacción era muy negativa.
El hombre se sonrió al ver a Éire tomar la puerta y actuar ante el viento, creando una excusa y una identidad para él. Para cuando ella se volteó sin embargo, el hombre se encontraba sentado y tranquilo, sin expresión en su rostro. Todavía no había tocado su copa.
Con tranquilidad la observó directo a los ojos mientras que ella hacia lo mismo con él. Los ojos azules y profundos de Ra'hae eran intensos y poseían un destello particular, daba la sensación de estar mirando más allá de lo que tenía adelante mientras que la estudiaba detenidamente. A diferencia de otros cientos o miles de hombres, mientras que sus ojos la recorrían, Éire no sentía que estaba observando su cuerpo de esa manera básica. Más bien parecía estudiarla con una extraña curiosidad que solo podía atribuirsele a un ser de tantos siglos.
Cuando ella lo llamó Sidi Al'Ramiz, Éire por un segundo vio una mezcla entre frustración y decepción en el rostro de Ra'hae, sin embargo la expresión fue tan breve que pareció un espejismo.
"El Guardián" dijo Ra'hae simplemente en respuesta a su pregunta.
"Kareef decidió que sería bueno que viniera aquí a París a ayudar con las dificultades del presente para que se resuelvan mas rápido" dijo el vástago con calma.
Era realmente una tristeza que siendo un Vitrol en realidad su función aquí iba a ser tan poco... decorosa. No era algo que particularmente le daba vergüenza a Ra'hae, ya que el hombre desde hacia siglos que estaba por encima de cosas de ese estilo, pero aun así, suponía que Kareef lo había mandado hasta aquí a hacer esto porque consideraba que su objetivo podía realmente estar en este lugar. O había un interés político que quería cementar... O tal vez esta joven tenía algo particular que Kareef quería que Ra'hae viera...
O simplemente quería fastidiarlo por algo...
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
Cada palabra es dicha con solemnidad mientras la irlandesa se encamina de regreso al centro del salón donde él la observa, sin perder detalle de sus movimientos, no le importa esta acostumbrada a ser el centro de atención y quien guie las conversaciones, en especial cuando se trata de la misteriosa ciudad a la cual juro lealtad, aquella que ocupa cada espacio de su vida con o sin proponérselo. La vida de la Hiperboréana gira en la voluntad de aquella ciudad, en proteger su secreto prosperar, nunca imagino que la grandeza para la que fue educada se encontraba algunas millas bajo tierra, en la utopía de dos seres igualmente sabios, Sanat Kumara y su consorte Shamballa. Aunque no buscaba reconocimiento, no falto la ocasión en que su ego se debatió con el deber, ese era el punto débil de ella, su vanidad solía tentarla… Por fortuna aprendió de sus padres y del mismo Sanat Kumara, que la vanidad es solo falta de confianza que busca el reconocimiento ajeno antes del propio, así desplazo esa tentación por amor propio, uno que la dota de dominio de las situaciones del que a veces es inconsciente, como ahora mismo…
Observa cada detalle de su, ahora, invitado quien parecía no solo contrariado ante el desplante femenino, esa dualidad entre la satisfacción de cumplir con su saber, y la decepción de ser identificado tan pronto. La diplomática joven Danáan, no se inmuta ante aquello, no suele irse con rodeos, aunque si adorna su vida de ilusiones para mantener su secreto sabe que entre sus iguales, como el árabe en la habitación, puede hablar con franqueza. Asiente antes de ir por la caja que hace un momento guardase con recelo, allí donde parte de su investigación se esconde, cifrada solo para que vitroles, como ella lo entendiesen, le extiende la caja sin dejar de mirarlo a los ojos, con esa determinación que pocas mujeres de la época mantienen tras ser sometidas los estándares que la sociedad impone.
- Dificultades que arrastramos desde hace casi tres años- afirma sosteniendo la mirada, consiente que ambos hablan del mismo tema, la desaparición de la Líder en los tiempos de paz, y la inminente necesidad de encontrar a sus herederos, a aquellos que ella preparo para ocupar su lugar en su ausencia, los poseedores de la magia ancestral y dueños del conocimiento necesario. Aunque muchos sospecharon que el favorito de ella, su único aprendiz en el último tiempo, era su heredero, los vitroles bien sabe que él no es más que un mago poderoso, pero lejano al linaje de sangre que se le atribuye. Quizás fuese por la ausencia de ella, del hechizo protector o de un liderazgo equilibrado, pero bien sabían los idóneos minoicos e hiperboréanos, que Agharta está perdiendo fuerzas, que están siendo cazados.. Casualidad o no, los vitroles, asumieron la urgencia de recuperar el manto de magia protectora, por eso las dificultades del presente deben ser solucionadas a la brevedad antes que más aghartianos caigan presos de esa cacería silenciosa, una que puede ser el fin de milenios de sabiduría bien guardada.
- Urian pereció sin entregarnos el nombre de la hechicera, una lástima, pues estaba demasiado cerca de encontrarla- explica tomando asiento frente al Guardián, una sombra se cruzo por los ojos femeninos al sentir la frustración del fracaso poco antes de llegar a la cima, la muerte del vampiro fue como caer varios metros en una escalada demasiado empinada a una cima cubierta de nubes - Por fortuna… Alcanzo entregarme algunos antecedentes, según sus investigaciones ella se encuentra en Paris y al parecer es una cortesana- informa aquello que ya es de conocimiento común por parte de quienes tienen como misión encontrarla - Aunque aquello ya lo sabe… - Sonrié de medio lado antes tomar un pergamino ajado de tanto que ha sido manipulado, lo estira para mostrar uan lista algo extensa - D’Alerian tuvo oportunidad de entregarme esta lista con todas las cortesanas de Paris, un registro hurtado desde el vaticano- informa extendiendo el papel - Aquellas cuyo nombre ha sido borrado ya han sido inspeccionadas. Prácticamente Jared no sale del burdel- hace una mueca burlesca, el minoico no era precisamente un hombre que renegase de aquella misión - Otras, bueno Delbaeth se ha dedicado a retratar desnudos- expresa los métodos de su amigo - ¿Yo? Tengo mis métodos para avanzar en la búsqueda… Pero estamos contra el tiempo- señala con resignación - Si, necesitamos ayuda, aunque no le pediré que se lleve a todas a la cama… Usted Sidi Al’Ramiz, tendrá sus métodos-
Observa cada detalle de su, ahora, invitado quien parecía no solo contrariado ante el desplante femenino, esa dualidad entre la satisfacción de cumplir con su saber, y la decepción de ser identificado tan pronto. La diplomática joven Danáan, no se inmuta ante aquello, no suele irse con rodeos, aunque si adorna su vida de ilusiones para mantener su secreto sabe que entre sus iguales, como el árabe en la habitación, puede hablar con franqueza. Asiente antes de ir por la caja que hace un momento guardase con recelo, allí donde parte de su investigación se esconde, cifrada solo para que vitroles, como ella lo entendiesen, le extiende la caja sin dejar de mirarlo a los ojos, con esa determinación que pocas mujeres de la época mantienen tras ser sometidas los estándares que la sociedad impone.
- Dificultades que arrastramos desde hace casi tres años- afirma sosteniendo la mirada, consiente que ambos hablan del mismo tema, la desaparición de la Líder en los tiempos de paz, y la inminente necesidad de encontrar a sus herederos, a aquellos que ella preparo para ocupar su lugar en su ausencia, los poseedores de la magia ancestral y dueños del conocimiento necesario. Aunque muchos sospecharon que el favorito de ella, su único aprendiz en el último tiempo, era su heredero, los vitroles bien sabe que él no es más que un mago poderoso, pero lejano al linaje de sangre que se le atribuye. Quizás fuese por la ausencia de ella, del hechizo protector o de un liderazgo equilibrado, pero bien sabían los idóneos minoicos e hiperboréanos, que Agharta está perdiendo fuerzas, que están siendo cazados.. Casualidad o no, los vitroles, asumieron la urgencia de recuperar el manto de magia protectora, por eso las dificultades del presente deben ser solucionadas a la brevedad antes que más aghartianos caigan presos de esa cacería silenciosa, una que puede ser el fin de milenios de sabiduría bien guardada.
- Urian pereció sin entregarnos el nombre de la hechicera, una lástima, pues estaba demasiado cerca de encontrarla- explica tomando asiento frente al Guardián, una sombra se cruzo por los ojos femeninos al sentir la frustración del fracaso poco antes de llegar a la cima, la muerte del vampiro fue como caer varios metros en una escalada demasiado empinada a una cima cubierta de nubes - Por fortuna… Alcanzo entregarme algunos antecedentes, según sus investigaciones ella se encuentra en Paris y al parecer es una cortesana- informa aquello que ya es de conocimiento común por parte de quienes tienen como misión encontrarla - Aunque aquello ya lo sabe… - Sonrié de medio lado antes tomar un pergamino ajado de tanto que ha sido manipulado, lo estira para mostrar uan lista algo extensa - D’Alerian tuvo oportunidad de entregarme esta lista con todas las cortesanas de Paris, un registro hurtado desde el vaticano- informa extendiendo el papel - Aquellas cuyo nombre ha sido borrado ya han sido inspeccionadas. Prácticamente Jared no sale del burdel- hace una mueca burlesca, el minoico no era precisamente un hombre que renegase de aquella misión - Otras, bueno Delbaeth se ha dedicado a retratar desnudos- expresa los métodos de su amigo - ¿Yo? Tengo mis métodos para avanzar en la búsqueda… Pero estamos contra el tiempo- señala con resignación - Si, necesitamos ayuda, aunque no le pediré que se lleve a todas a la cama… Usted Sidi Al’Ramiz, tendrá sus métodos-
Éire Danaán- Humano Clase Alta
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
Ra'hae observó a la joven humana pasear por la habitación hasta buscar la caja que antes había escondido. Los pensamientos de la mujer llegaban hasta el como olas estrellándose contra la costa. Una mezcla de recuerdos, reflexiones y momentos que pasan frente al tercer ojo del Guardián con total claridad.
Los ojos del árabe no se despegaron de Éire a medida que se movía por la habitación y regresaba con la caja. Tenia que admitir que para ser una jovencita era muy atractiva... y sus pensamientos denotaban una madurez mas elevada de la que sus años o su estado de humana normalmente le conferirían, producto sin duda de todo el entrenamiento y las experiencias a las que había estado expuesta. Ra'hae entendía perfectamente el por que era importante, mas que importante, crucial era, la presencia humana en Agharta. Era la misma razón por la cual Ra'hae se aseguraba de mantenerse muy en contacto con los humanos. Ayudaban a dar perspectiva, a mantener las cosas de una manera apropiada.
También ayudaban a no enfocarse demasiado en las tareas. Era nocivo, Ra'hae había aprendido, el focalizarse en extremo en los objetivos que uno tenía que cumplir. Era muy sano el poder simplemente olvidarse de las responsabilidades y darse la posibilidad de vivir un poco de manera 'humana' el día a día. Pero bueno, Ra'hae sabía que este no era el momento para distraerse con la figura femenina que se encontraba frente a él por lo que encarrilo sus pensamientos de nuevo, observando a Éire a los ojos mientras que ella le hablaba. No hubiera sido la primera vez que el vástago terminaba enredándose con la Hiperboreana humana de turno.
Ra'hae asintió cuando ella confirmó lo que él ya sabía. La muerte poco propicia de Urian, la localización teórica de la mujer que buscaban. El hombre se volteó a observar el pergamino y se sonrió ligeramente. "Útil que el vaticano posea una lista de esta índole... y muy revelador" dijo el vástago.
"Estamos contra el tiempo desde el día 1 según Kareef..." dijo el hombre suspirando ligeramente. "Este hombre Jared dices que no sale del burdel..." dijo Ra'hae pensativo. Su mente dudaba de que tan concienzudamente revisaba a las mujeres un hombre que disfrutaba demasiado del acto de revolcarse con las cortesanas. Ra'hae conocía la naturaleza de las personas, sabía que un hombre que disfrutaba demasiado de algo, rara vez le ponía demasiada atención.
"Voy a pedirte Éire, que marques de manera especial las mujeres que revisó Jared... simplemente hazlo, por si las dudas... yo me encargare de la mayor cantidad que pueda. No hace falta llevarse a la cama a todas... solo algunas, para poder mantener apariencias y no alertar sospechas. A otras simplemente les cambiare la memoria, a otras las haré bailar y a otras ya veré que ocurre con ellas" le dijo el hombre mientras que se disponía a memorizar varios nombres de la lista para poder comenzar pronto. Una vez terminado eso, Ra'hae asintió para si mismo.
"Ahora que ya terminamos con los asuntos oficiales, ya que estoy aquí me gustaría aprovechar para poder conocerla personalmente... hace ya bastante tiempo que buscaba tener el honor de poder interactuar con la Hiperboreana de la raza humana y que nos presentaran formalmente..." le dijo el vástago mientras que la observaba con esos ojos eternos y extraños que tenía; fascinantes y misteriosos.
"Siempre he sido relativamente cercano con todos los Hiperboreanos de su raza... se podría decir que tradicionalmente soy el más cercano a ustedes" le dijo el hombre con una suave sonrisa.
Los ojos del árabe no se despegaron de Éire a medida que se movía por la habitación y regresaba con la caja. Tenia que admitir que para ser una jovencita era muy atractiva... y sus pensamientos denotaban una madurez mas elevada de la que sus años o su estado de humana normalmente le conferirían, producto sin duda de todo el entrenamiento y las experiencias a las que había estado expuesta. Ra'hae entendía perfectamente el por que era importante, mas que importante, crucial era, la presencia humana en Agharta. Era la misma razón por la cual Ra'hae se aseguraba de mantenerse muy en contacto con los humanos. Ayudaban a dar perspectiva, a mantener las cosas de una manera apropiada.
También ayudaban a no enfocarse demasiado en las tareas. Era nocivo, Ra'hae había aprendido, el focalizarse en extremo en los objetivos que uno tenía que cumplir. Era muy sano el poder simplemente olvidarse de las responsabilidades y darse la posibilidad de vivir un poco de manera 'humana' el día a día. Pero bueno, Ra'hae sabía que este no era el momento para distraerse con la figura femenina que se encontraba frente a él por lo que encarrilo sus pensamientos de nuevo, observando a Éire a los ojos mientras que ella le hablaba. No hubiera sido la primera vez que el vástago terminaba enredándose con la Hiperboreana humana de turno.
Ra'hae asintió cuando ella confirmó lo que él ya sabía. La muerte poco propicia de Urian, la localización teórica de la mujer que buscaban. El hombre se volteó a observar el pergamino y se sonrió ligeramente. "Útil que el vaticano posea una lista de esta índole... y muy revelador" dijo el vástago.
"Estamos contra el tiempo desde el día 1 según Kareef..." dijo el hombre suspirando ligeramente. "Este hombre Jared dices que no sale del burdel..." dijo Ra'hae pensativo. Su mente dudaba de que tan concienzudamente revisaba a las mujeres un hombre que disfrutaba demasiado del acto de revolcarse con las cortesanas. Ra'hae conocía la naturaleza de las personas, sabía que un hombre que disfrutaba demasiado de algo, rara vez le ponía demasiada atención.
"Voy a pedirte Éire, que marques de manera especial las mujeres que revisó Jared... simplemente hazlo, por si las dudas... yo me encargare de la mayor cantidad que pueda. No hace falta llevarse a la cama a todas... solo algunas, para poder mantener apariencias y no alertar sospechas. A otras simplemente les cambiare la memoria, a otras las haré bailar y a otras ya veré que ocurre con ellas" le dijo el hombre mientras que se disponía a memorizar varios nombres de la lista para poder comenzar pronto. Una vez terminado eso, Ra'hae asintió para si mismo.
"Ahora que ya terminamos con los asuntos oficiales, ya que estoy aquí me gustaría aprovechar para poder conocerla personalmente... hace ya bastante tiempo que buscaba tener el honor de poder interactuar con la Hiperboreana de la raza humana y que nos presentaran formalmente..." le dijo el vástago mientras que la observaba con esos ojos eternos y extraños que tenía; fascinantes y misteriosos.
"Siempre he sido relativamente cercano con todos los Hiperboreanos de su raza... se podría decir que tradicionalmente soy el más cercano a ustedes" le dijo el hombre con una suave sonrisa.
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
La charla con el guardián desde al perspectiva de la joven irlandesa no es más que un trámite, uno de los tantos más que mantiene con la infinidad de aghartianos y mundanos, aquellos con los que mueve los hilos para mantener la estabilidad de la Idílica ciudad subterránea. Esa es la vida de ella, un telar complejo en el que cumple un rol de tejedora, como las míticas moiras, aquella que rigen el destino de aquellos sobrenaturales que han depositado en ella sus esperanzas de vivir en paz. Pero es tras ese mismo telar que la Hiperboréana se ha perdido tras el deber, dejando en un rincón, escondida entre hilos a la mujer, a la persona, pues de ella solo existe quien cumple con el deber y se permite algunos caprichos pasajeros.
Para la época Éire era todo menos convencional, desde el hecho que dirigiese los negocios que heredo desde su padre, hasta los innumerables compromisos que rechazo con condes y marqueses. Es cierto, ella no deseaba en su vida lo que una joven de sociedad esperase, un matrimonio acomodado con un hombre pudiese cumplir sus caprichos y rodearse de hijos. Contrariamente la joven Hiperboréana buscaba algo muy diferente aquello, deseaba alcanzar la máxima perfección que el conocimiento le permitiese alcanzar. Por lo mismo ponía gran esmero en las artes y ciencias que en Agharta se recopilaban, envidiaba la cercanía de su gran amigo y antiguo amante, Delbaeth, tuviese con la la desparecida Shamballa. Añoraba algún día ser pupila de ella, y alcanzar el capricho más banal de todos, ser reconocida por su esmero.
Es cierto, para ser alguien que busca la perfección es difícil no caer en la vanidad y el narcisismo, un defecto con el que lucha a conciencia que es una de sus armas de doble filo. El impulso que la lleva a alcanzar sus metas, y el mismo que fuese el causante de la muerte de sus padres. Un error de ella, al intentar probarse a sí misma, la llevo a un lio de sabanas bastante escandaloso con un destacado aristócrata irlandés, el mismo que intentase acusarla de sobrenatural y la razón de su autoexilio. El gatillo que necesitaba la inquisición para seguir a sus padres, los mismos que muriesen en un aparente atentado político cuando la joven apenas se instalaba en Paris. Ese es sin duda el mayor dolor que ella carga sobre sus hombros, uno que la ha vuelto aun más autocritica de lo que ya ates era, pues si bien puede perdonar los errores ajenos, jamás los propios.
Todas aquellas reflexiones sobre ella misma no dejan de pasar por su mente en la medida que el vampiro añade una serie de instrucciones a lo ya hecho, y aunque por su carácter debiese sentirse menos cavada, le gratifica que se le ve como un igual y no como una jovencita jugando a ser mayor, algo poco habitual entre los hombres de la época.
- Jared, no se cuan minucioso sea en su trabajo... pero - dudo unos segundos en la palabras a usar, la dama de sociedad, tenía una lista bastante extensa de amorío y entre ella contaba al menos a dos minoicos, uno de ellos el cambiaformas, un largo suspiro antecedió a sus palabras- Sé -una breve pausa - Sé que es bastante minucioso en aquello de inspeccionar- ni una pizca de rubor en mejillas, aunque si un brillo de picardía en los ojos - Aunque puede tener cierta obsesión con el sexo, tiene un claro sentido del deber. -
Dicho esto recogió los pergaminos y la lista, los cuales fueron guardados en el lugar secreto, aquella caja de doble fondo, con un cerrojo especial imposible de abrir por manos inexpertas. Le dio la espalda al tiempo que daba por terminada la conversación principal, las misiones y siguió el hilo de sus palabras, uno que ella no se esperaba de un vástago y menos de uno de los cinco jeques, con la fama que antecede al creador, al destructor y al enigma, no esperaba tal pasividad por parte del guardián. Una misteriosa sonrisa afloro en sus labios carmín, mientras se tomaba su propio tiempo para hablar y voltear a verle.
Los ojos pardos de la controvertida joven Danaán se posaron el los misteriosos ojos de su visitante, unos ojos abismales, a opinión de la misma. Los azules ojos de él podían ser dos pozos en los cuales arrojarse si no se está con los pies sobre la tierra, con las ideas claras y un punto de equilibrio. Tal como si mirase dos prismas, dos diamantes, en lo que nada es lo que aparenta, un misterio para aquel que se fija en ellos, un paso a un nivel distinto de comprensión. Cuando tiempo la castaña se quedo así, perdida en esa mirada, es algo impredecible al igual de peligroso, pues los pensamientos de Éire, son un baúl abierto en ese instante - Mi inesperado visitante- susurro antes de alejar la mirada e intentar hilar una respuesta coherente tras esos segundos de trance y debilidad, que le permitieron medir con quien estaba tratando - Los asuntos oficiales nunca acaban para nosotros…. Aunque siempre hay lugar para lo extra oficial - Y allí tras haber caído en las redes del misterioso jeque, aquellas que desnudan el alma, ella recobro su habitual desplante.
Un coqueta sonrisa de medio lado, antes de caminar hacia la chimenea encendida - No negaré que su presencia me sorprendió. De alguien con su prestigio dentro del subsuelo de la ciudad, esperaba verle antes que el tiempo nos aplastase como hoy lo hace - palabras medidas de una mujer que es demasiado controladora en su vida - Aunque sospecho que sus razones tuvo para tardar….mmm…Custodiar las puestas es algo más que guardar una llave- agrega, segura de estar en confianza y demostrando sus propios conocimientos, he allí su narcisismo a flor de piel - A ojos de muchos mi nombramiento puede ser un error, pues este lugar le corresponde a la descendiente… Su juicio sobre mí, espero no se base en el deber ser, sino en el ser - No se sentía amedrentada, pero si en una sutil inspección de alguien que lleva demasiados siglos en esta rueda de la vida.
Se aparto del fuego y sirvió dos copas más, una con vitae para el vampiro y otra de vino para ella, con la copa en la mano y una indescifrable sonrisa, fue ella quien clavo ahora s mirada en la de él - A su salud entonces.-
Éire Danaán- Humano Clase Alta
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
Era irónico en verdad que dos seres como Ra'hae y Éire se encontraran. Ambos con fama de tejedores, ella por la metáfora de la mitología, él por la metáfora de una araña. Realmente Ra'hae nunca había entendido por qué el creador le había dicho tejedor en vez de araña. Ra'hae no era bueno tejiendo. Ra'hae era bueno moviéndose entre los hilos de una telaraña. No tejía intrigas, se movía a través de ellas, navegando las almas de los hombres.
Ra'hae era un buen navegante y un aun mejor buceador. Era tan fácil y tan atractivo el perderse adentro de otro ser. La posibilidad de conectarse por completo con otro ente. Poder escuchar sus pensamientos, percibir sus sentimientos y nadar en sus recuerdos. Esa combinación tan única de habilidades que Ra'hae había adquirido lo convertían en alguien muy particular.
Pequeños fragmentos de recuerdos de Éire afloraron a medida que la mujer pensaba. Un pensamiento se ataba a un recuerdo y este aparecía como un destello momentáneo frente al tercer ojo del Guardián, mostrandole por un momento sonidos, imágenes, sensaciones. Un grito ahogado, un sollozo, culpa que lo carcomía por dentro. Por suerte, las malas sensaciones y los malos recuerdos no eran lo único que Ra'hae podía percibir. Por lo que se sonrió muy suavemente ante los comentarios sobre Jared.
Con paciencia el hombre espero a que ella guardara el pergamino y la lista dentro de el lugar secreto. Haciendo un esfuerzo por un momento, el hombre dejo de sentir todo lo que Éire pensaba y hacia, para evitar saber como era que funcionaba esa caja. Era mejor mantener los secretos, secretos. Cuando ella se volteó de nuevo hacia él, Ra'hae ya estaba de nuevo dentro de su mente.
Era un placer para Ra'hae quedarse completamente quieto observando a Éire a los ojos, estudiando cada minúsculo detalle en sus ojos pardos. Viendo como sus pupilas se dilataban ligeramente a medida que ella perdía el hilo de lo que pensaba y se quedaba absorta en ese vacío de pensamientos. Era una de esas habilidades mágicas que poseían los humanos y que luego perdían lentamente a lo largo de los años. Un niño podía quedarse estupefacto observando el cielo azul en una bella mañana de verano. O en una hermosa noche de invierno. Un adulto rara vez le prestaba atención a las estrellas salvo para notar si las nubes parecían traer consigo una tormenta o no. Un vástago de 4000 años como Kareef no cerraba sus ojos para escuchar las canciones del viento al rozar las arenas del desierto. Esa clase de momentos mágicos eran reservados para los hombres y los jóvenes sobrenaturales. El tiempo quitaba la magia de las cosas, Ra'hae lo sabía.
Pero esta clase de momentos eran aquellos que valía la pena compartir con la humanidad. El ver maravillado a una jovencita, que lo miraba a los ojos igual de fascinada. Ra'hae podía perderse completamente en ese ciclo de maravilla alimentado aún más por la empatía sobrenatural que poseía.
Era realmente irónico que Éire confundiera lo que el hacia con pasividad. Solo en la superficie su personalidad era pasiva. Ra'hae a lo largo de los milenios había demostrado que sutilmente podía deslizar montañas con su pasividad. Y existían claras razones por las cuales el enigma, el equilibrador y el destructor tendían a evitarlo. Era la misma razón por la cual cientos de otros acudían a su puerta en vez de a la de cualquier otro.
Ra'hae se sonrió de nuevo cuando Éire volvió a asumir su máscara. En vano tratando de ocultar lo que había debajo. Aunque Ra'hae debía admitir que si no hubiera sido él, tal vez hubiera funcionado. Lo cual en realidad, no hablaba del todo bien de Éire, al menos, desde el punto de vista de Ra'hae. Cualquier otro vástago le hubiera dado una palmadita en la espalda y la hubiera felicitado por su subterfugio. El guardián veía mas. Veía su máscara, sentía su culpa, el peso de lo que llevaba encima, la tensión de las pretensiones, la angustia de su narcisismo y la poca energía que ella robaba de él. La suficiente para mantener todo funcionando, todo bajo control.
A medida que ella caminaba hacia la chimenea, el vástago la siguió atento con la mirada, sus ojos azules nunca dejando su silueta.
"Me temo que tuve que atender a otros asuntos... muchas reuniones, pero es cierto que hubiera sido mas agradable que esta reunión fuera en otro tiempo y por otras razones..." dijo el vástago con calma.
"En cuanto a su nombramiento... yo no soy un ser que juzgue a otros... y mucho menos por el deber ser. Lo único que existe es el ser." le dijo el hombre
"Siendo francos, ¿Realmente cree que la sangre trae el carácter y los requisitos necesarios para cumplir una función?" le preguntó el jeque con tranquilidad. Sin ir mucho mas lejos, él no había sido una persona que había nacido para ser quien era hoy. Su vida y su no vida habían terminado de esta manera por razones mas allá de su control, o el de cualquiera.
La sonrisa de Ra'hae al tomar su copa fue mas clara. Expresaba gratitud y una extraña amabilidad que era casi inconcebible en un vástago de la edad de alguien como Ra'hae. A pesar de ello, realmente Ra'hae detestaba la vitae fría traída en copas o botellas. Sin importar cuantas especias o trucos usaran para desarrollar su sabor, al hombre siempre le continuaba resultando extrañamente insípida.
Al recibir la mirada de Éire, los ojos del hombre mantuvieron la mirada directo contra la de ella. Era casi como chocar contra una pared. El problema de mirar directo a los ojos a Ra'hae, era que el Guardián no sentía incomodad alguna al mirar a otro ser a los ojos... después de todo, él era el que tenía la capacidad de desnudar a aquel que se encontrara frente suyo con tan solo su mirada. Y a pesar de sus años y su naturaleza, el vástago tenía poco que ocultar, tanto a si mismo, como a los demás.
Levantando un poquito su copa hacia Éire mientras que la miraba a los ojos se sonrió un poco más. "A la suya" dijo divertido "Yo ya no la poseo hace una buena cantidad de años, me temo"
Ra'hae era un buen navegante y un aun mejor buceador. Era tan fácil y tan atractivo el perderse adentro de otro ser. La posibilidad de conectarse por completo con otro ente. Poder escuchar sus pensamientos, percibir sus sentimientos y nadar en sus recuerdos. Esa combinación tan única de habilidades que Ra'hae había adquirido lo convertían en alguien muy particular.
Pequeños fragmentos de recuerdos de Éire afloraron a medida que la mujer pensaba. Un pensamiento se ataba a un recuerdo y este aparecía como un destello momentáneo frente al tercer ojo del Guardián, mostrandole por un momento sonidos, imágenes, sensaciones. Un grito ahogado, un sollozo, culpa que lo carcomía por dentro. Por suerte, las malas sensaciones y los malos recuerdos no eran lo único que Ra'hae podía percibir. Por lo que se sonrió muy suavemente ante los comentarios sobre Jared.
Con paciencia el hombre espero a que ella guardara el pergamino y la lista dentro de el lugar secreto. Haciendo un esfuerzo por un momento, el hombre dejo de sentir todo lo que Éire pensaba y hacia, para evitar saber como era que funcionaba esa caja. Era mejor mantener los secretos, secretos. Cuando ella se volteó de nuevo hacia él, Ra'hae ya estaba de nuevo dentro de su mente.
Era un placer para Ra'hae quedarse completamente quieto observando a Éire a los ojos, estudiando cada minúsculo detalle en sus ojos pardos. Viendo como sus pupilas se dilataban ligeramente a medida que ella perdía el hilo de lo que pensaba y se quedaba absorta en ese vacío de pensamientos. Era una de esas habilidades mágicas que poseían los humanos y que luego perdían lentamente a lo largo de los años. Un niño podía quedarse estupefacto observando el cielo azul en una bella mañana de verano. O en una hermosa noche de invierno. Un adulto rara vez le prestaba atención a las estrellas salvo para notar si las nubes parecían traer consigo una tormenta o no. Un vástago de 4000 años como Kareef no cerraba sus ojos para escuchar las canciones del viento al rozar las arenas del desierto. Esa clase de momentos mágicos eran reservados para los hombres y los jóvenes sobrenaturales. El tiempo quitaba la magia de las cosas, Ra'hae lo sabía.
Pero esta clase de momentos eran aquellos que valía la pena compartir con la humanidad. El ver maravillado a una jovencita, que lo miraba a los ojos igual de fascinada. Ra'hae podía perderse completamente en ese ciclo de maravilla alimentado aún más por la empatía sobrenatural que poseía.
Era realmente irónico que Éire confundiera lo que el hacia con pasividad. Solo en la superficie su personalidad era pasiva. Ra'hae a lo largo de los milenios había demostrado que sutilmente podía deslizar montañas con su pasividad. Y existían claras razones por las cuales el enigma, el equilibrador y el destructor tendían a evitarlo. Era la misma razón por la cual cientos de otros acudían a su puerta en vez de a la de cualquier otro.
Ra'hae se sonrió de nuevo cuando Éire volvió a asumir su máscara. En vano tratando de ocultar lo que había debajo. Aunque Ra'hae debía admitir que si no hubiera sido él, tal vez hubiera funcionado. Lo cual en realidad, no hablaba del todo bien de Éire, al menos, desde el punto de vista de Ra'hae. Cualquier otro vástago le hubiera dado una palmadita en la espalda y la hubiera felicitado por su subterfugio. El guardián veía mas. Veía su máscara, sentía su culpa, el peso de lo que llevaba encima, la tensión de las pretensiones, la angustia de su narcisismo y la poca energía que ella robaba de él. La suficiente para mantener todo funcionando, todo bajo control.
A medida que ella caminaba hacia la chimenea, el vástago la siguió atento con la mirada, sus ojos azules nunca dejando su silueta.
"Me temo que tuve que atender a otros asuntos... muchas reuniones, pero es cierto que hubiera sido mas agradable que esta reunión fuera en otro tiempo y por otras razones..." dijo el vástago con calma.
"En cuanto a su nombramiento... yo no soy un ser que juzgue a otros... y mucho menos por el deber ser. Lo único que existe es el ser." le dijo el hombre
"Siendo francos, ¿Realmente cree que la sangre trae el carácter y los requisitos necesarios para cumplir una función?" le preguntó el jeque con tranquilidad. Sin ir mucho mas lejos, él no había sido una persona que había nacido para ser quien era hoy. Su vida y su no vida habían terminado de esta manera por razones mas allá de su control, o el de cualquiera.
La sonrisa de Ra'hae al tomar su copa fue mas clara. Expresaba gratitud y una extraña amabilidad que era casi inconcebible en un vástago de la edad de alguien como Ra'hae. A pesar de ello, realmente Ra'hae detestaba la vitae fría traída en copas o botellas. Sin importar cuantas especias o trucos usaran para desarrollar su sabor, al hombre siempre le continuaba resultando extrañamente insípida.
Al recibir la mirada de Éire, los ojos del hombre mantuvieron la mirada directo contra la de ella. Era casi como chocar contra una pared. El problema de mirar directo a los ojos a Ra'hae, era que el Guardián no sentía incomodad alguna al mirar a otro ser a los ojos... después de todo, él era el que tenía la capacidad de desnudar a aquel que se encontrara frente suyo con tan solo su mirada. Y a pesar de sus años y su naturaleza, el vástago tenía poco que ocultar, tanto a si mismo, como a los demás.
Levantando un poquito su copa hacia Éire mientras que la miraba a los ojos se sonrió un poco más. "A la suya" dijo divertido "Yo ya no la poseo hace una buena cantidad de años, me temo"
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Aun cuando al lado del jeque Éire es apenas un bebe en pañales, ella no se siente intimidada, sino que en una especie de desafío mental. Donde el vampiro lleva la delantera por sus milenios, pero que ella lleva con astucia, aquella que sus escasos años de vida le han otorgado. Es cierto que una veintena no se compara a milenios, pero la Hiperboréana no es alguien que se quede atrás, sabe cómo usar sus propias armas para tomar ventaja, y una de las mejores aptitudes de ella es la seguridad, un desplante poco apropiado para una dama de la época, y sobre todo ese gusto por el peligro que la hace ver desafiante.
- La de ambos - replica ante el brindis de él, sin apartar la mirada, se encontraba demasiado tentada a medir la voluntad del vástago en lo que debiese ser un juego de palabras y de ingenio, un trago del aquel liquido carmín otorgo la pausa necesaria para argumentar su brindis - La vida eterna, también requiere de buena salud, para eso necesitáis la vitae - ambos se encuentran a poca distancia, ella dando la espalda al mueble que hace de bar, donde las copas reposan y las botellas se conservan a una temperatura propicia. Tomo un poco de aire y se apoya en el borde el mueble antes de continuar hablando.
- Usted solo posee una vida diferente, dotada de beneficios y desventajas, como todos en Agharta - su expresión de vuelve algo más seria y dubitativa, sopesando cada palabra antes de exponer sus palabras - Un brujo ha de adivinar el futuro, pero no puede evitarlo, deberá aprender a resignarse. La fuerza sobrehumana de lycan significa perder la irracionalidad una vez al mes. - Pasa la mano por sus cabellos antes de continuar con su análisis - Los gitanos errantes, condenados por su desapego a la tierra. Los cambiaformas, híbridos, que deben lidiar con los pesares de dos especies - moja sus labios con el vino, para llegar finalmente a las dos especies reunidas en esa habitación - Humanos, que corren contra el tiempo para cumplir con la reglas sociales, para finalmente envejecer sin sacar un balance positivo. Y finalmente ustedes, los vampiros. Condenados a la eternidad, a alimentarse de la vida de otros, tienen la eternidad por delante tiempo les sobra al igual que la soledad como eterna compañera - en todo ese tiempo la mirada se mantuvo fija en su auditor, pero luego de concluir se incorpora para rodear al Guardián e ir a sentarse en a una de las butacas.
Con pasividad y voz que denota su seguridad, la joven siguió hablando desde su nueva ubicación, segura que el hombre no necesitaba verla a los ojos para ahondar en sus pensamientos, los mismos que ahora se propone expresar en palabras, con filtro previo y algunas pausas que llevan de un tema a otro - Mmm… Por cierto, lamento no poseer vitae más fresca, no es sencillo conservar aquel liquido sin levantar sospechas- señala al ver que, la copa de él aun está a medio beber y la de ella ya está por acabar - Luego de aquella botella, no tengo más que ofrecer que la mía propia, pues a estas horas todos los empleados ya se han retirado-
- La de ambos - replica ante el brindis de él, sin apartar la mirada, se encontraba demasiado tentada a medir la voluntad del vástago en lo que debiese ser un juego de palabras y de ingenio, un trago del aquel liquido carmín otorgo la pausa necesaria para argumentar su brindis - La vida eterna, también requiere de buena salud, para eso necesitáis la vitae - ambos se encuentran a poca distancia, ella dando la espalda al mueble que hace de bar, donde las copas reposan y las botellas se conservan a una temperatura propicia. Tomo un poco de aire y se apoya en el borde el mueble antes de continuar hablando.
- Usted solo posee una vida diferente, dotada de beneficios y desventajas, como todos en Agharta - su expresión de vuelve algo más seria y dubitativa, sopesando cada palabra antes de exponer sus palabras - Un brujo ha de adivinar el futuro, pero no puede evitarlo, deberá aprender a resignarse. La fuerza sobrehumana de lycan significa perder la irracionalidad una vez al mes. - Pasa la mano por sus cabellos antes de continuar con su análisis - Los gitanos errantes, condenados por su desapego a la tierra. Los cambiaformas, híbridos, que deben lidiar con los pesares de dos especies - moja sus labios con el vino, para llegar finalmente a las dos especies reunidas en esa habitación - Humanos, que corren contra el tiempo para cumplir con la reglas sociales, para finalmente envejecer sin sacar un balance positivo. Y finalmente ustedes, los vampiros. Condenados a la eternidad, a alimentarse de la vida de otros, tienen la eternidad por delante tiempo les sobra al igual que la soledad como eterna compañera - en todo ese tiempo la mirada se mantuvo fija en su auditor, pero luego de concluir se incorpora para rodear al Guardián e ir a sentarse en a una de las butacas.
Con pasividad y voz que denota su seguridad, la joven siguió hablando desde su nueva ubicación, segura que el hombre no necesitaba verla a los ojos para ahondar en sus pensamientos, los mismos que ahora se propone expresar en palabras, con filtro previo y algunas pausas que llevan de un tema a otro - Mmm… Por cierto, lamento no poseer vitae más fresca, no es sencillo conservar aquel liquido sin levantar sospechas- señala al ver que, la copa de él aun está a medio beber y la de ella ya está por acabar - Luego de aquella botella, no tengo más que ofrecer que la mía propia, pues a estas horas todos los empleados ya se han retirado-
Éire Danaán- Humano Clase Alta
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Ra'hae mantenia sus ojos en Éire con tranquilidad, su mente pasando a través de los ojos de ella para escuchar lo que pensaba. Era fascinante como un humano podia pararse frente a un ser de su calibre y aun asi todavia tener el coraje y la seguridad de sentirse a la altura aun a pesar de saberse totalmente inadecuado para la situación. Eran esos pequeños milagros humanos que Ra'hae amaba de ellos. Éire en particular era una mujer peligrosa, segura de si misma, al menos en la superficie, y tenía un gusto por el desafío y el peligro. Con la guia correcta la mujer podía ser una gloriosa mujer.
Ante la replica frente al brindis, Ra'hae se sonrió y la dejo hablar mientras que ella se apoyaba en el mueble, y él por su lado daba un sutil paso al frente para seguir manteniendo la misma distancia a la que se encontraban. Era interesante poder ver que clase de visión tenía un humano frente a los seres sobrenaturales que lo rodeaban.
Ra'hae iba asintiendo a medida que ella enumeraba a los diferentes sobrenaturales, con sus fortalezas y sus debilidades, incluyendose a si misma en la lista. Sus ojos se mantuvieron en los de ella y era remarcable como su mirada seguía fija en la suya sin inmutarse ante las palabras. Una sonrisa afloró en sus labios cuando ella habló de la humanidad y luego de los vastagos. Mientras que ella pasaba a su lado para ir a sentarse, Ra'hae habló también.
"El tiempo no nos sobra tanto como a uno le podría gustar... y la soledad tampoco es tan terrible cuando sabes como encontrar la compañia correcta..." le dijo el vastago mientras que la observaba desde atrás. A pesar de no necesitar verla a los ojos para poder entender lo que pensaba, a Ra'hae le gustaba mirar a los ojos, a veces expresaban aun más que los pensamientos expuestos de las personas.
El hombre tomó asiento frente a ella y luego miró su copa cuando ella habló. "Me temo que no es un problema de que tan bien conservada o fresca se encuentra la vitae... siempre posee el mismo sabor una vez que ya no esta dentro del cuerpo que la contenia... hasta las preciadas botellas que posee el Jeque de Jeques, que valen una fortuna son francamente desagradables al gusto, al menos para mi" le dijo con calma y una pequeña sonrisa mientras que la observaba.
El hombre hizo una ligera pausa antes de sonreirse un poco mas "¿Estarias dispuesta a ofrecer tu propia sangre?" le pregunto el hombre con curiosidad y cierta diversión danzando en sus ojos "¿Alguna vez lo habías hecho antes?" le preguntó el hombre, queriendo saber si la mujer hablaba con pleno conocimiento de lo que ofrecia. Ya que Éire sabía tanto al respecto de los sobrenaturales, le intrigaba saber que tanto podia saber sobre este tema, y como se manejaría si la ponia en esta situación.
Ante la replica frente al brindis, Ra'hae se sonrió y la dejo hablar mientras que ella se apoyaba en el mueble, y él por su lado daba un sutil paso al frente para seguir manteniendo la misma distancia a la que se encontraban. Era interesante poder ver que clase de visión tenía un humano frente a los seres sobrenaturales que lo rodeaban.
Ra'hae iba asintiendo a medida que ella enumeraba a los diferentes sobrenaturales, con sus fortalezas y sus debilidades, incluyendose a si misma en la lista. Sus ojos se mantuvieron en los de ella y era remarcable como su mirada seguía fija en la suya sin inmutarse ante las palabras. Una sonrisa afloró en sus labios cuando ella habló de la humanidad y luego de los vastagos. Mientras que ella pasaba a su lado para ir a sentarse, Ra'hae habló también.
"El tiempo no nos sobra tanto como a uno le podría gustar... y la soledad tampoco es tan terrible cuando sabes como encontrar la compañia correcta..." le dijo el vastago mientras que la observaba desde atrás. A pesar de no necesitar verla a los ojos para poder entender lo que pensaba, a Ra'hae le gustaba mirar a los ojos, a veces expresaban aun más que los pensamientos expuestos de las personas.
El hombre tomó asiento frente a ella y luego miró su copa cuando ella habló. "Me temo que no es un problema de que tan bien conservada o fresca se encuentra la vitae... siempre posee el mismo sabor una vez que ya no esta dentro del cuerpo que la contenia... hasta las preciadas botellas que posee el Jeque de Jeques, que valen una fortuna son francamente desagradables al gusto, al menos para mi" le dijo con calma y una pequeña sonrisa mientras que la observaba.
El hombre hizo una ligera pausa antes de sonreirse un poco mas "¿Estarias dispuesta a ofrecer tu propia sangre?" le pregunto el hombre con curiosidad y cierta diversión danzando en sus ojos "¿Alguna vez lo habías hecho antes?" le preguntó el hombre, queriendo saber si la mujer hablaba con pleno conocimiento de lo que ofrecia. Ya que Éire sabía tanto al respecto de los sobrenaturales, le intrigaba saber que tanto podia saber sobre este tema, y como se manejaría si la ponia en esta situación.
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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La joven no desvió la mirada de su invitado, la curiosidad es algo que la carcome por dentro desde el momento en que cruzasen las primeras palabras, aun antes que sus miradas se cruzasen de ese modo tan particular que él tiene de analizar. Desde el principio, cada palabra fue una vara con que medir al otro, cada movimiento una señal de cómo responder, una especie de danza de reconocimiento entre dos seres, hasta hace unas horas desconocidos. Ahora mismo en que el silencio se presenta por escasos minutos, la inspección reciproca no se detiene y aquello la divierte antes de intimidarla. Incluso sus últimas palabras, fueron una tentativa que supera las líneas de la sensatez, ¿Qué persona en su sano juicio habla con semejante holgura de aquello? Las palabras de Éire suenan a invitación, son una insinuación directa a beber de su sangre, y aunque cuando las dijo midió las consecuencias de lanzar semejante comentario, no se arrepintió ni mucho menos dejo ver algún ápice de rubor en sus mejillas.
No la joven Danáan no conoce del pudor, y aunque la sociedad podría considerar que ofrecer sus sangre es el equivalente a venderse tal cual cortesana, para ella es solo parte de su peculiar manera de pensar. La sangre, para alguien acostumbrado a tratar con vampiros, se ha vuelto algo tan habitual y común, como una copa de vino que se ofrece a un invitado, el acompañamiento para una velada o el sello para el brindis en un negocio exitoso. Un sonrisa de medio lado aflora en sus labios al escucharle hablar- El tiempo es relativo al uso que se le dé - comenta antes de paladear el contenido de su copa, reclinándose contra el respaldo - … ¿La compañía adecuada? - medito el peso de aquella idea antes de replicar - No creo que aquello se encuentre tan fácil, por fortuna e infortunio, es algo que tardamos en hallar y aun más en valorar - una repuesta con demasiado de verdad, y porque no, de sentimiento, la vida de Éire se ha caracterizado por estar rodeada de personas pero no por ello acompañada, siendo siempre la ciudad subterránea su objetivo.
Largos segundos de miradas antes de enfocarse a la pregunta de él, de regresar al tema de la vitae, preguntas cargadas de curiosidad… Pero ¿Qué tipo de curiosidad es la que se esconde tras esos ojos inquisidores? No logra responderse a aquello, pero aun así la respuesta no deja de ser debidamente evaluada, tal cual como si estuviese rindiendo una declaración de principios - Nunca… he probado la sangre, aunque si puedo reconocerla por sus aromas, no puedo opinar sobre su sabor. Supongo que todo lo opuesto a la cata de vino, nada tiene que ver el añejado con mejorar el sabor, a menos que la conservación sea la adecuada y por desgracia, ninguna de las vasijas ha conseguido tal objetivo- una apreciación del todo personal pero que no deja de tener sentido.
Aspiro el aroma del último rastro de vino que quedaba en su copa, antes de beber el contenido de un solo trago - Mi sangre, si ha sido ofrecida a unos cuantos, solo cuando las situaciones lo ameritaban y he estado en condiciones de ello- admitió, rememorando tiempos no tan lejanos en que la curiosidad le gano, y lo que empezase como casualidad se volviese una costumbre casi obsesiva, un desliz de aquellos con un vampiro joven a quien le debiese la vida tras haberla salvado del ataque de u lycan - Supongo que no necesita detalles de aquello ¿o si? - inquirió regresando al presente, tensando un poco más la conversación.
Esperar respuesta era algo que no le interesaba del todo, pues sabía bien como proceder y quizá, ver con sus propios ojos hasta donde los llevaría aquella conversación fuera de los lindes convencionales para dos personas que apenas se están conociendo oficialmente. Segura que él seguiría sus movimientos busco la daga que entre sus ropajes se escondían y aun antes que le reprochase algo, realizo un profundo corte en su muñeca, uno que basto para que la sangre emanase, pero no tan grave como para que se desangrase. Encauso el liquido carmín hasta su copa ahora vacía, y solo cuando esta tuvo una cantidad prudente, retiro el brazo, envolviendo el corte con su pañuelo el que pronto también se tiñese. Con el brazo contrario, extendió la copa - A su complacencia Sidi Al’Ramiz - ofrendo su sangre, segura que acaba de dar una gran zancada en un juego que seguía sin conocer,
No la joven Danáan no conoce del pudor, y aunque la sociedad podría considerar que ofrecer sus sangre es el equivalente a venderse tal cual cortesana, para ella es solo parte de su peculiar manera de pensar. La sangre, para alguien acostumbrado a tratar con vampiros, se ha vuelto algo tan habitual y común, como una copa de vino que se ofrece a un invitado, el acompañamiento para una velada o el sello para el brindis en un negocio exitoso. Un sonrisa de medio lado aflora en sus labios al escucharle hablar- El tiempo es relativo al uso que se le dé - comenta antes de paladear el contenido de su copa, reclinándose contra el respaldo - … ¿La compañía adecuada? - medito el peso de aquella idea antes de replicar - No creo que aquello se encuentre tan fácil, por fortuna e infortunio, es algo que tardamos en hallar y aun más en valorar - una repuesta con demasiado de verdad, y porque no, de sentimiento, la vida de Éire se ha caracterizado por estar rodeada de personas pero no por ello acompañada, siendo siempre la ciudad subterránea su objetivo.
Largos segundos de miradas antes de enfocarse a la pregunta de él, de regresar al tema de la vitae, preguntas cargadas de curiosidad… Pero ¿Qué tipo de curiosidad es la que se esconde tras esos ojos inquisidores? No logra responderse a aquello, pero aun así la respuesta no deja de ser debidamente evaluada, tal cual como si estuviese rindiendo una declaración de principios - Nunca… he probado la sangre, aunque si puedo reconocerla por sus aromas, no puedo opinar sobre su sabor. Supongo que todo lo opuesto a la cata de vino, nada tiene que ver el añejado con mejorar el sabor, a menos que la conservación sea la adecuada y por desgracia, ninguna de las vasijas ha conseguido tal objetivo- una apreciación del todo personal pero que no deja de tener sentido.
Aspiro el aroma del último rastro de vino que quedaba en su copa, antes de beber el contenido de un solo trago - Mi sangre, si ha sido ofrecida a unos cuantos, solo cuando las situaciones lo ameritaban y he estado en condiciones de ello- admitió, rememorando tiempos no tan lejanos en que la curiosidad le gano, y lo que empezase como casualidad se volviese una costumbre casi obsesiva, un desliz de aquellos con un vampiro joven a quien le debiese la vida tras haberla salvado del ataque de u lycan - Supongo que no necesita detalles de aquello ¿o si? - inquirió regresando al presente, tensando un poco más la conversación.
Esperar respuesta era algo que no le interesaba del todo, pues sabía bien como proceder y quizá, ver con sus propios ojos hasta donde los llevaría aquella conversación fuera de los lindes convencionales para dos personas que apenas se están conociendo oficialmente. Segura que él seguiría sus movimientos busco la daga que entre sus ropajes se escondían y aun antes que le reprochase algo, realizo un profundo corte en su muñeca, uno que basto para que la sangre emanase, pero no tan grave como para que se desangrase. Encauso el liquido carmín hasta su copa ahora vacía, y solo cuando esta tuvo una cantidad prudente, retiro el brazo, envolviendo el corte con su pañuelo el que pronto también se tiñese. Con el brazo contrario, extendió la copa - A su complacencia Sidi Al’Ramiz - ofrendo su sangre, segura que acaba de dar una gran zancada en un juego que seguía sin conocer,
Éire Danaán- Humano Clase Alta
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
Ra'hae se sonrió mientras que la observaba, disfrutando del lento e inexorable paso del tiempo. El podía haberse quedado durante días asi como estaba, perfectamente quieto, sin parpadear ni mover un centimetro de su cuerpo, sus ojos siempre fijos en Éire. El vastago era asi de paciente y sereno... sin embargo, el ofrecimiento de sangre de la mujer lo había llevado naturalmente a probar los limites tentativos de la hiperboreana. ¿A que estaba dispuesta? ¿Que clase de persona era? Cada pequeño acto revelaba un poco más del pequeño misterio que era la mujer que se encontraba frente a él y Ra'hae encontró que la frescura y holgura con la que ella hablaba era ciertamente novedosa y agradable.
La joven probablemente no tenía ni la más minima idea de lo que estaba haciendo, pero estaba siguiendo sus instintos y apegandose a cada una de sus decisiones sin dudar. Eso ciertamente era un rasgo necesario para su función y a Ra'hae le agradaba ver eso. Sin embargo ahora que se había puesto en esta situación, al hombre le interesaba ver como saldría de ella, si es que lo hacia. Francamente Ra'hae no iba a negarse de ninguna manera a beber de ella, tan solo un sorbo claramente, pero lo suficiente como para recordar el sabor dulce y tan adictivo de la vitae. Era su vicio, como el de todo vampiro, pero para Ra'hae tal vez un poco más. Con la excusa de ser un hombre civil, durante milenios se había escondido detrás de la simple razón de que le gustaba poder jactarse de que poseía en todo momento humanos que estaban dispuestos a libremente compartir su vitae con él. Más si era del todo honesto, además de eso, a Ra'hae simplemente le desagradaba por completo la sangre que no fuera fresca. El observar el cuello de Éire pronto distrajo su atención por pequeños instantes, mientras que el tan acostumbrado sonido del latir de su corazón ahora cobraba mas importancia a medida que le prestaba atención.
El silencio se rompió entonces y Ra'hae salió de su ligero ensimismamiento. "La mayor parte de los inmortales te dirán lo terriblemente tedioso que es no poder compartir su eternidad con alguien como ellos, eterno, poderoso y que de alguna manera se mantenga siendo siempre intrigante e interesante" le dijo el con una sonrisa.
"Pero es falso, aquellos que piensan así solo desean su propia compañia y no toleran a los otros, es por eso que la eternidad les resulta intolerable... yo disfruto de mi eternidad una vida humana a la vez, generación a generación" le explicó el vastago con una sonrisa, aunque por ahora no explicó el que significaba exactamente eso.
Un pequeño silencio los inundo a ambos de nuevo hasta que Éire terminó de considerar su respuesta. "No creo que si la probaras te resultaría agradable. La vitae es un gusto adquirido me temo. A menos que sea vitae vampirica, en cuyo caso... bueno..." dijo y simplemente lo dejo alli. Ra'hae dudaba que alguna vez existiera alguna vasija que pudiera mantener el sabor de la vitae. La única posible vasija para tal sustancia era el cuerpo mismo de cada humano. Aunque a Ra'hae no le agradaba del todo el pensar en humanos como vasijas, ciertamente eran tanto mas que eso, a pesar de que muchos vastagos no pudieran ver más alla de eso.
Cuando ella explicó que en el pasado ya había ofrecido su sangre, Ra'hae alzó las cejas suavemente, pero el gesto parecia mas algo destinado a mostrar sorpresa mas que a sorpresa real. Lo cierto era que no era sorprendente que un humano en contacto con sobrenaturales hubiera estado expuesto a eso. Aunque los pensamientos que habían dentro de la mente de Éire, en especial esas pequeñas nebulosas con recuerdos, eran ciertamente intrigantes. Con una sonrisa caballerosa el hombre negó con la cabeza, dandole la razón a Éire sobre que no necesitaba detalles. Por esa misma razón Ra'hae había optado por evitar los recuerdos de la mujer aún cuando se presentaron por un instante frente a él como una puerta que podría haber elegido abrir, más rara vez el vastago las abria.
Al ver la daga, Ra'hae siguió con interes lo que la mujer hacia. El hombre no necesitaba leer su mente para saber por que razón había tomado la daga, más sin embargo, le interesaba ver que era lo que hacia exactamente y con cuanta facilidad. Al ver el corte profundo que la mujer se hizo, esta vez si las cejas de Ra'hae se alzaron ligeramente con sorpresa no fingida. ¿Cuantas veces se había cortado de esa manera? O más bien ¿Que era lo que había pasado a lo largo de su vida para que la humana tomara un cuchillo y se lastimara de esa manera sin una gota de duda. En especial cuando el hubiera podido tomar la sangre sin causarle una gota de dolor... mas bien todo lo contrario. ¿Era eso acaso lo que la había llevado a tomar una medida tan drastica?
El vastago con cuidado tomó la copa que ella le había dado y observó el brazo herido de la mujer antes de beber el liquido carmesi. El suspiro de alivio y alegria fue genuino cuando el hombre degustó la sangre de Éire. Luego de un breve sorbo, el vastago se lamió los labios mientras que miraba a Éire a los ojos y por un momento casi se sintió como un cordero frente a este ser. Fue tan solo un instante y luego la mirada de Ra'hae volvió a ser igual que siempre, reemplazando a esa bestia llena de deseo y hambre por la mirada eterna del hombre.
"Debo admitir que no esperaba que lo hicieras de esa forma" dijo con sinceridad y tal vez con un dejo muy lejano de decepción. "La gentileza no será olvidada, por lo que a cambio de esta copa te obsequiare algo que desees y este en mi poder para dartelo" le dijo el hombre. Si bien el Jeque le estaba ofreciendo algo, era bastante evidente que hacer un pedido desmedido seguramente sería algo poco decoroso.
Mientras que la observaba el hombre alzó la copa y bebió la sangre que quedaba dentro de ella, relamiendose al terminarla.
La joven probablemente no tenía ni la más minima idea de lo que estaba haciendo, pero estaba siguiendo sus instintos y apegandose a cada una de sus decisiones sin dudar. Eso ciertamente era un rasgo necesario para su función y a Ra'hae le agradaba ver eso. Sin embargo ahora que se había puesto en esta situación, al hombre le interesaba ver como saldría de ella, si es que lo hacia. Francamente Ra'hae no iba a negarse de ninguna manera a beber de ella, tan solo un sorbo claramente, pero lo suficiente como para recordar el sabor dulce y tan adictivo de la vitae. Era su vicio, como el de todo vampiro, pero para Ra'hae tal vez un poco más. Con la excusa de ser un hombre civil, durante milenios se había escondido detrás de la simple razón de que le gustaba poder jactarse de que poseía en todo momento humanos que estaban dispuestos a libremente compartir su vitae con él. Más si era del todo honesto, además de eso, a Ra'hae simplemente le desagradaba por completo la sangre que no fuera fresca. El observar el cuello de Éire pronto distrajo su atención por pequeños instantes, mientras que el tan acostumbrado sonido del latir de su corazón ahora cobraba mas importancia a medida que le prestaba atención.
El silencio se rompió entonces y Ra'hae salió de su ligero ensimismamiento. "La mayor parte de los inmortales te dirán lo terriblemente tedioso que es no poder compartir su eternidad con alguien como ellos, eterno, poderoso y que de alguna manera se mantenga siendo siempre intrigante e interesante" le dijo el con una sonrisa.
"Pero es falso, aquellos que piensan así solo desean su propia compañia y no toleran a los otros, es por eso que la eternidad les resulta intolerable... yo disfruto de mi eternidad una vida humana a la vez, generación a generación" le explicó el vastago con una sonrisa, aunque por ahora no explicó el que significaba exactamente eso.
Un pequeño silencio los inundo a ambos de nuevo hasta que Éire terminó de considerar su respuesta. "No creo que si la probaras te resultaría agradable. La vitae es un gusto adquirido me temo. A menos que sea vitae vampirica, en cuyo caso... bueno..." dijo y simplemente lo dejo alli. Ra'hae dudaba que alguna vez existiera alguna vasija que pudiera mantener el sabor de la vitae. La única posible vasija para tal sustancia era el cuerpo mismo de cada humano. Aunque a Ra'hae no le agradaba del todo el pensar en humanos como vasijas, ciertamente eran tanto mas que eso, a pesar de que muchos vastagos no pudieran ver más alla de eso.
Cuando ella explicó que en el pasado ya había ofrecido su sangre, Ra'hae alzó las cejas suavemente, pero el gesto parecia mas algo destinado a mostrar sorpresa mas que a sorpresa real. Lo cierto era que no era sorprendente que un humano en contacto con sobrenaturales hubiera estado expuesto a eso. Aunque los pensamientos que habían dentro de la mente de Éire, en especial esas pequeñas nebulosas con recuerdos, eran ciertamente intrigantes. Con una sonrisa caballerosa el hombre negó con la cabeza, dandole la razón a Éire sobre que no necesitaba detalles. Por esa misma razón Ra'hae había optado por evitar los recuerdos de la mujer aún cuando se presentaron por un instante frente a él como una puerta que podría haber elegido abrir, más rara vez el vastago las abria.
Al ver la daga, Ra'hae siguió con interes lo que la mujer hacia. El hombre no necesitaba leer su mente para saber por que razón había tomado la daga, más sin embargo, le interesaba ver que era lo que hacia exactamente y con cuanta facilidad. Al ver el corte profundo que la mujer se hizo, esta vez si las cejas de Ra'hae se alzaron ligeramente con sorpresa no fingida. ¿Cuantas veces se había cortado de esa manera? O más bien ¿Que era lo que había pasado a lo largo de su vida para que la humana tomara un cuchillo y se lastimara de esa manera sin una gota de duda. En especial cuando el hubiera podido tomar la sangre sin causarle una gota de dolor... mas bien todo lo contrario. ¿Era eso acaso lo que la había llevado a tomar una medida tan drastica?
El vastago con cuidado tomó la copa que ella le había dado y observó el brazo herido de la mujer antes de beber el liquido carmesi. El suspiro de alivio y alegria fue genuino cuando el hombre degustó la sangre de Éire. Luego de un breve sorbo, el vastago se lamió los labios mientras que miraba a Éire a los ojos y por un momento casi se sintió como un cordero frente a este ser. Fue tan solo un instante y luego la mirada de Ra'hae volvió a ser igual que siempre, reemplazando a esa bestia llena de deseo y hambre por la mirada eterna del hombre.
"Debo admitir que no esperaba que lo hicieras de esa forma" dijo con sinceridad y tal vez con un dejo muy lejano de decepción. "La gentileza no será olvidada, por lo que a cambio de esta copa te obsequiare algo que desees y este en mi poder para dartelo" le dijo el hombre. Si bien el Jeque le estaba ofreciendo algo, era bastante evidente que hacer un pedido desmedido seguramente sería algo poco decoroso.
Mientras que la observaba el hombre alzó la copa y bebió la sangre que quedaba dentro de ella, relamiendose al terminarla.
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
Una suave brisa se infiltro entre los ventanales de la habitación, ligera e insinuante removiendo el cabello castaño de Éire, quien se encontraba del todo sumida en esa sencilla ofrenda que entregaba a su invitado. Y claro bloquear el ardor de una herida que podría sanar mejor con ayuda del vampiro, pero que ella prefería sanase pos si solo. Un suspiro profundo emano de sus labios, con cierta complacencia al ver la sorpresa del árabe, una jugada audaz e inesperada en ese tablero de ajedrez que sin proponérselo se interpuso entre ambos.
- Mmm la eternidad, ha de ser tediosa si se vive en absoluta soledad, pero supongo que una eternidad unida siempre a la misma persona, puede ser desgastante. Si ya con quince años de matrimonio, muchas parejas caen en la rutina. Supongo que en el caso de ustedes ha de ser peor - replica con aire ausente, ciertamente pensar en estar por siempre en compañía de alguien, es algo que para la curiosa mente de la irlandesa, bordea los tintes de los tolerable - Es egoísta unirse a alguien bajo la convicción de mera compañía.- reflexiona mientras con la mirada busca la charola de plata donde debiese estar los restos de chocolate caliente, una bebida que le ayudaría a recuperar parte de lo perdido al ofrecer su sangre.
- Sidi Al’Ramiz, sospecho que usted disfruta ser un testigo del tiempo, en vez de parte de este- sugiere con un sonrisa delicada, mientras se inclina hacia adelante para alcanzar su taza, una que esta justamente el lado derecho del vampiro. Por fortuna aun quedaban restos de la bebida que paladeo con calma, mientras él hace lo mismo con su copa. Por un lado el carmín y acido liquido de la vida, mientras que en la taza de porcelana el espeso y dulce liquido emanado del cacao, una bebida revitalizante, dos gustos diferentes, pero que solo eran en apariencia, pues mas allá de esos detalles ambos seres e raza diferentes, resultan ser mas parecidos de lo esperado.
- Los gustos adquiridos, para algunos son más apreciados que los otros. Pero supongo que parte de los gustos mortales se reflejan al momento de elegir la sangre a beber.- sonrío de medio lado - Bajo esa premisa, su justo por la jovialidad se mantiene en la inmortalidad, por eso prefiere vitae fresca. No me refiero que usted prefiere ver el curso natural de las cosas, los ciclos de vida, por eso prefiere beber de aquella vitae que ha seguido su ciclo sin ser envasijada ni preservada- analizo al hombre ante mí, tomando el control de la situación, dando vuelta por unos minutos el tema de conversación hacia él y sus gustos, analizando lo poco que de él he logrado deducir.
Un profundo silencio, siguió las palabras de la joven para dar paso a las de él, unas que consiguieron dejarla desprevenida por fracción de segundos, sin saber bien que decir o más bien como responderle. Parpadeo más de lo necesario por algunos segundos, mientras el contenido de la taza servía como excusa prefecta, para dilatar la retorica - ¿el corte? Una estrategia, solo eso.- hable en voz baja, con menos fuerza que palabras anteriores - Si le dejo beber directamente de mi, le entrego cierto control y proporciono una cercanía innecesaria- explica la mujer con una calma que intenta esconder el temor de sentirse subyugada a la voluntad y los deseos de otro - Por el contrario, aun cuando os ofrendo mi sangre, al servirla en una copa, el cristal será la línea que mantenga las distancias entre nosotros dos. - Es la experiencia de una mujer que ha visto de cerca el desequilibrio entre el deber y el placer.
- Mmm la eternidad, ha de ser tediosa si se vive en absoluta soledad, pero supongo que una eternidad unida siempre a la misma persona, puede ser desgastante. Si ya con quince años de matrimonio, muchas parejas caen en la rutina. Supongo que en el caso de ustedes ha de ser peor - replica con aire ausente, ciertamente pensar en estar por siempre en compañía de alguien, es algo que para la curiosa mente de la irlandesa, bordea los tintes de los tolerable - Es egoísta unirse a alguien bajo la convicción de mera compañía.- reflexiona mientras con la mirada busca la charola de plata donde debiese estar los restos de chocolate caliente, una bebida que le ayudaría a recuperar parte de lo perdido al ofrecer su sangre.
- Sidi Al’Ramiz, sospecho que usted disfruta ser un testigo del tiempo, en vez de parte de este- sugiere con un sonrisa delicada, mientras se inclina hacia adelante para alcanzar su taza, una que esta justamente el lado derecho del vampiro. Por fortuna aun quedaban restos de la bebida que paladeo con calma, mientras él hace lo mismo con su copa. Por un lado el carmín y acido liquido de la vida, mientras que en la taza de porcelana el espeso y dulce liquido emanado del cacao, una bebida revitalizante, dos gustos diferentes, pero que solo eran en apariencia, pues mas allá de esos detalles ambos seres e raza diferentes, resultan ser mas parecidos de lo esperado.
- Los gustos adquiridos, para algunos son más apreciados que los otros. Pero supongo que parte de los gustos mortales se reflejan al momento de elegir la sangre a beber.- sonrío de medio lado - Bajo esa premisa, su justo por la jovialidad se mantiene en la inmortalidad, por eso prefiere vitae fresca. No me refiero que usted prefiere ver el curso natural de las cosas, los ciclos de vida, por eso prefiere beber de aquella vitae que ha seguido su ciclo sin ser envasijada ni preservada- analizo al hombre ante mí, tomando el control de la situación, dando vuelta por unos minutos el tema de conversación hacia él y sus gustos, analizando lo poco que de él he logrado deducir.
Un profundo silencio, siguió las palabras de la joven para dar paso a las de él, unas que consiguieron dejarla desprevenida por fracción de segundos, sin saber bien que decir o más bien como responderle. Parpadeo más de lo necesario por algunos segundos, mientras el contenido de la taza servía como excusa prefecta, para dilatar la retorica - ¿el corte? Una estrategia, solo eso.- hable en voz baja, con menos fuerza que palabras anteriores - Si le dejo beber directamente de mi, le entrego cierto control y proporciono una cercanía innecesaria- explica la mujer con una calma que intenta esconder el temor de sentirse subyugada a la voluntad y los deseos de otro - Por el contrario, aun cuando os ofrendo mi sangre, al servirla en una copa, el cristal será la línea que mantenga las distancias entre nosotros dos. - Es la experiencia de una mujer que ha visto de cerca el desequilibrio entre el deber y el placer.
Éire Danaán- Humano Clase Alta
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
Ra'hae se sonrio mientras que sostenia su copa de vitae con tranquilidad y observaba con sus ojos fijamente a Éire mientras que hablaba. El vastago tenia una sonrisa tranquila, serena, certera y mostraba cierto humor ante las palabras de la joven humana. Siempre le resultaba interesante escuchar la perspectiva de un mortal. Si bien muchas veces se encontraba con las mismas palabras dichas por bocas de personas que se encontraban separadas por milenios y miles de kilometros de distancia, otras veces se encontraba con una nueva vision, una perspectiva unica nacida de la experiencia variada y turbulenta tan tipica de la existencia humana.
La vida humana era todo menos pacifica. Era agitada, rapida, truculenta, conflictiva, sangrienta y muchas veces miserable. Tan miserable que la mayor parte de ellos ni siquiera era capaz de notar lo miserable que era, y esta ignorancia tan despreciada por tantos vastagos, para Ra'hae era la clave para la mayor virtud de la humanidad.
"Una vez, hace mucho tiempo, una humana como tu, me dijo unas palabras muy interesantes..." dijo él con calma mientras que movia suavemente su mano, haciendo que la vitae se revolviera suavemente dentro de la copa antes de tomar un pequeño sorbo y relamerse sin poder evitarlo.
"Ella era joven, como tu, y al igual que tu era sabia mas alla de sus años... producto de una vida terrible... su forma de ser me cautivo, ella era tan solo una simple esclava en un lugar que ya no existe hoy en dia. Estaba rodeada de miseria pero ella era un pequeño faro de luz"
"Como las criaturas extrañas que somos, a veces los nuestros decidimos que por un capricho vamos a interferir en las vidas de los mortales y salve a esta joven de su vida de esclavitud y la traje conmigo al Cairo..."
"Esta mujer fue mi concubina y mi compañera a lo largo de su vida, y cuando le ofreci el regalo de la inmortalidad antes de que comenzara el declive de su vida, ella lo rechazo. Sus palabras me hicieron reflexionar al respecto de la inmortalidad y lo que implica ser lo que soy yo, y lo que implica ser tu" le dijo Ra'hae mientras que la miraba.
"Ella me dijo que era su naturaleza ser mortal, vivir, crecer, luchar, marchitarse y morir... que no podia concebir una vida como la mia, para siempre existiendo, viendo el pasar del tiempo a su alrededor. Es la mas pura esencia humana el vivir con la muerte como compañera. Es lo que los hace especiales mas que a nada... esa vulnerabilidad que los empuja a algunos a intentar ser algo mas, estirar sus manos con ambicion intentando alcanzar las estrellas. Es lo que los ha hecho construir edificios y monumentos descomunales, crear barcos, mapas, carruajes... todo lo que ves a tu alrededor es fruto de la vulnerabilidad humana"
"Este fuego que nos da calor, es fruto del sufrimiento del frio de millones de humanos a lo largo de las eras" dijo Ra'hae volteandose a ver el pequeño fuego que crepitaba en el hogar. "Y eso es lo que los hace ser quienes son, los hace buscar nuevos caminos, nuevas respuestas a viejas preguntas, siempre cambiando..." le dijo el hombre con una pequeña sonrisa de lado.
"La eternidad es mi compañera, mas no podria decir que he estado solo, al contrario, señorita Danaán, me atreveria a decir que he gozado de mucha compañia a lo largo de mis largos años. El truco siempre radico para mi, en disfrutar mi existencia a la par de los ciclos humanos. Por eso me llevo tan bien con los suyos" le dijo el con una pequeña sonrisa.
"Si bien es cierto que normalmente tiendo a ser mas testigo del tiempo, en vez de parte de este, constantemente elijo involucrarme en las vidas de otros, por el puro placer de experimentar la vida junto a ellos, para poder vivir su tiempo a su lado"
"De aqui podriamos decir entonces que tal vez mi gusto por la vitae fresca es ciertamente poco sorprendente ya que disfruto de ver el curso natural de las cosas. Por otro lado, si probaras el sabor que posee la vitae preservada, entenderias tal vez por que preferiria la fresca. Digamos que seria algo parecido a intentar comer un filete que ha sido abandonado por un dia a la intemperie" le dijo con una sonrisa antes de que el silencio inundara la habitacion.
"Una defensa entonces mas que una estrategia. Supongo que ha de haber tenido malas experiencias, puedo ver como un vastago con menos escrupulos podria querer aprovecharse de la situacion una vez que la tiene sometida bajo el dulce abrazo del beso" le dijo el hombre con calma y una sonrisa, aunque se notaba que entendia perfectamente lo que ella decia.
"Aun asi, me sorprende que haya optado por cortarse en vez de negarla. Si gusta podria sanar la herida, no seria lo mismo que alimentarse pero bueno, lo dejo a su criterio" le dijo el hombre.
"Despues de todo recien nos estamos conociendo" le dijo con una ligera sonrisa picara.
La vida humana era todo menos pacifica. Era agitada, rapida, truculenta, conflictiva, sangrienta y muchas veces miserable. Tan miserable que la mayor parte de ellos ni siquiera era capaz de notar lo miserable que era, y esta ignorancia tan despreciada por tantos vastagos, para Ra'hae era la clave para la mayor virtud de la humanidad.
"Una vez, hace mucho tiempo, una humana como tu, me dijo unas palabras muy interesantes..." dijo él con calma mientras que movia suavemente su mano, haciendo que la vitae se revolviera suavemente dentro de la copa antes de tomar un pequeño sorbo y relamerse sin poder evitarlo.
"Ella era joven, como tu, y al igual que tu era sabia mas alla de sus años... producto de una vida terrible... su forma de ser me cautivo, ella era tan solo una simple esclava en un lugar que ya no existe hoy en dia. Estaba rodeada de miseria pero ella era un pequeño faro de luz"
"Como las criaturas extrañas que somos, a veces los nuestros decidimos que por un capricho vamos a interferir en las vidas de los mortales y salve a esta joven de su vida de esclavitud y la traje conmigo al Cairo..."
"Esta mujer fue mi concubina y mi compañera a lo largo de su vida, y cuando le ofreci el regalo de la inmortalidad antes de que comenzara el declive de su vida, ella lo rechazo. Sus palabras me hicieron reflexionar al respecto de la inmortalidad y lo que implica ser lo que soy yo, y lo que implica ser tu" le dijo Ra'hae mientras que la miraba.
"Ella me dijo que era su naturaleza ser mortal, vivir, crecer, luchar, marchitarse y morir... que no podia concebir una vida como la mia, para siempre existiendo, viendo el pasar del tiempo a su alrededor. Es la mas pura esencia humana el vivir con la muerte como compañera. Es lo que los hace especiales mas que a nada... esa vulnerabilidad que los empuja a algunos a intentar ser algo mas, estirar sus manos con ambicion intentando alcanzar las estrellas. Es lo que los ha hecho construir edificios y monumentos descomunales, crear barcos, mapas, carruajes... todo lo que ves a tu alrededor es fruto de la vulnerabilidad humana"
"Este fuego que nos da calor, es fruto del sufrimiento del frio de millones de humanos a lo largo de las eras" dijo Ra'hae volteandose a ver el pequeño fuego que crepitaba en el hogar. "Y eso es lo que los hace ser quienes son, los hace buscar nuevos caminos, nuevas respuestas a viejas preguntas, siempre cambiando..." le dijo el hombre con una pequeña sonrisa de lado.
"La eternidad es mi compañera, mas no podria decir que he estado solo, al contrario, señorita Danaán, me atreveria a decir que he gozado de mucha compañia a lo largo de mis largos años. El truco siempre radico para mi, en disfrutar mi existencia a la par de los ciclos humanos. Por eso me llevo tan bien con los suyos" le dijo el con una pequeña sonrisa.
"Si bien es cierto que normalmente tiendo a ser mas testigo del tiempo, en vez de parte de este, constantemente elijo involucrarme en las vidas de otros, por el puro placer de experimentar la vida junto a ellos, para poder vivir su tiempo a su lado"
"De aqui podriamos decir entonces que tal vez mi gusto por la vitae fresca es ciertamente poco sorprendente ya que disfruto de ver el curso natural de las cosas. Por otro lado, si probaras el sabor que posee la vitae preservada, entenderias tal vez por que preferiria la fresca. Digamos que seria algo parecido a intentar comer un filete que ha sido abandonado por un dia a la intemperie" le dijo con una sonrisa antes de que el silencio inundara la habitacion.
"Una defensa entonces mas que una estrategia. Supongo que ha de haber tenido malas experiencias, puedo ver como un vastago con menos escrupulos podria querer aprovecharse de la situacion una vez que la tiene sometida bajo el dulce abrazo del beso" le dijo el hombre con calma y una sonrisa, aunque se notaba que entendia perfectamente lo que ella decia.
"Aun asi, me sorprende que haya optado por cortarse en vez de negarla. Si gusta podria sanar la herida, no seria lo mismo que alimentarse pero bueno, lo dejo a su criterio" le dijo el hombre.
"Despues de todo recien nos estamos conociendo" le dijo con una ligera sonrisa picara.
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/10/2011
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
Sentada desde el borde de la butaca, con aire solemne y a su vez casual, así era ella, jamás se le podría ver del todo relajada o con la guardia baja, por contrario siempre un halo de tensión la rodearía y su mente suspicaz tentaría a todo aquel que la rodease. Quizá eso fue lo que causo escozor entre los nobles irlandeses, la razón por la cual la acusaron de cuantas herejías es posible concebir en su condición de mortal, las mismas por las cuales los más conservadores irlandeses urdieron aquel plan con el cual pretendiesen darle muerte. Un plan fallido, pues su padre la saco del país unas semanas antes de la nefasta noche en que él fuese herido de muerte y su madre le siguiese en tan nefasto destino.
En el presente todo se volcó a Agharta, la desaparición de sus amigos y la urgencia de encontrar a la heredera de la estirpe, manteniendo siempre aquella fachada de mujer de negocios, huérfana y sufrida. Claro que lamentaba la pérdida de sus padres, pero gracias a la enseñanza de la Shamballah y del mismo Sanat Kumara, la joven concebía la vida como un ciclo que debía acabar con la muerte, tal cual como ahora lo señalase su “invitado”. Sonrió de medio lado para dejar luego la taza a medio beber sobre la charola de plata que se encontraba en unos centímetros de ella, acto en el cual debió inclinarse levemente, siendo consciente que en el movimiento su corset de su vestido haría lo suyo.
La joven hiperboréana sin proponérselo había dado inicio a un juego donde las voluntades de ambos se tentaban mutuamente, en que el filtreo se cuela ingrediente inevitable con juegos de palabras y miradas profundas, de aquellas que buscan develar algo más que el alma de su interlocutor. Se encontraba moviendo las piezas de aquel tablero de ajedrez donde las piezas se dejan en jaque a cada paso, solo algunas salen del tablero con la única intención de agregar más tensión. Ahora mismo el modo en que él la compara con quien fuese en un lejano pasado su compañera, y tal vez, de un modo insospechado la fuente de sabiduría, la deja a ella en nivel de ventaja impensada y una nueva confianza adquirida.
Ríe con suavidad ante aquel comentario sobre un pasado tan evidente que no se esforzada en negarlo, siendo ella una mujer suele tener el control ya antes en juego que esperaba ganar un bebedor de sangre tomo ventaja de la ofrenda que ella le entregase - Es cierto mi estimado Sidi A’Ramiz, no todos los vampiros son respetables ni menos aun ven en la entrega de la preciada vitae una ofrenda, por el contrario creen que la entrega de esta es una obligación - poso su mirada en el pañuelo ensangrentado, ¡por los dioses!, que manera de doler aquella bendita herida. Cerró los ojos a la espera de controlar el dolor, pero también sabe que aquello será un proceso doloroso y largo, puse ni los mejore ungüentos creados por magos le ayudarían, el corte fue más profundo de lo planeado- Por el contrario usted Sidi A’Ramiz, es un hombre que se muestra respetable. No solo por lo que en estas pocas horas hemos conversado, sino que también por aquello que entre rumores e historias se habla de usted. Aunque claro, nada se compara con tener le honor de escucharle a usted hablar de sí mismo y sus vivencias. -
Estaba del todo intrigada por él, quizá por eso mismo consideraba con tanta insistencia pedirle que le ayudase con la yaga, aquella que poco a poco comenzaba a manchar el tapiz, por segundos que parecieron horas siguió el hilo carmín que azoto una, dos y hasta tres veces contra el suelo- Es cierto, es parte de mi estrategia, para protegerme, pues en esta vida que he aceptado más de un enemigo me he ganado. Bien dice usted, el beso es algo que… puede quitarme el control… aunque - se quedo en silencio para mirarlo fijamente a los ojos, el movimiento de su pecho hacia arriba de manera prolongada y el aire que exhalo de sus labios un suspiro contenido de resignación. Acto seguido extendió su mano hasta quedar a una altura donde él la pudiese tomar - le agradeceré si me ayuda con esto-
En el presente todo se volcó a Agharta, la desaparición de sus amigos y la urgencia de encontrar a la heredera de la estirpe, manteniendo siempre aquella fachada de mujer de negocios, huérfana y sufrida. Claro que lamentaba la pérdida de sus padres, pero gracias a la enseñanza de la Shamballah y del mismo Sanat Kumara, la joven concebía la vida como un ciclo que debía acabar con la muerte, tal cual como ahora lo señalase su “invitado”. Sonrió de medio lado para dejar luego la taza a medio beber sobre la charola de plata que se encontraba en unos centímetros de ella, acto en el cual debió inclinarse levemente, siendo consciente que en el movimiento su corset de su vestido haría lo suyo.
La joven hiperboréana sin proponérselo había dado inicio a un juego donde las voluntades de ambos se tentaban mutuamente, en que el filtreo se cuela ingrediente inevitable con juegos de palabras y miradas profundas, de aquellas que buscan develar algo más que el alma de su interlocutor. Se encontraba moviendo las piezas de aquel tablero de ajedrez donde las piezas se dejan en jaque a cada paso, solo algunas salen del tablero con la única intención de agregar más tensión. Ahora mismo el modo en que él la compara con quien fuese en un lejano pasado su compañera, y tal vez, de un modo insospechado la fuente de sabiduría, la deja a ella en nivel de ventaja impensada y una nueva confianza adquirida.
Ríe con suavidad ante aquel comentario sobre un pasado tan evidente que no se esforzada en negarlo, siendo ella una mujer suele tener el control ya antes en juego que esperaba ganar un bebedor de sangre tomo ventaja de la ofrenda que ella le entregase - Es cierto mi estimado Sidi A’Ramiz, no todos los vampiros son respetables ni menos aun ven en la entrega de la preciada vitae una ofrenda, por el contrario creen que la entrega de esta es una obligación - poso su mirada en el pañuelo ensangrentado, ¡por los dioses!, que manera de doler aquella bendita herida. Cerró los ojos a la espera de controlar el dolor, pero también sabe que aquello será un proceso doloroso y largo, puse ni los mejore ungüentos creados por magos le ayudarían, el corte fue más profundo de lo planeado- Por el contrario usted Sidi A’Ramiz, es un hombre que se muestra respetable. No solo por lo que en estas pocas horas hemos conversado, sino que también por aquello que entre rumores e historias se habla de usted. Aunque claro, nada se compara con tener le honor de escucharle a usted hablar de sí mismo y sus vivencias. -
Estaba del todo intrigada por él, quizá por eso mismo consideraba con tanta insistencia pedirle que le ayudase con la yaga, aquella que poco a poco comenzaba a manchar el tapiz, por segundos que parecieron horas siguió el hilo carmín que azoto una, dos y hasta tres veces contra el suelo- Es cierto, es parte de mi estrategia, para protegerme, pues en esta vida que he aceptado más de un enemigo me he ganado. Bien dice usted, el beso es algo que… puede quitarme el control… aunque - se quedo en silencio para mirarlo fijamente a los ojos, el movimiento de su pecho hacia arriba de manera prolongada y el aire que exhalo de sus labios un suspiro contenido de resignación. Acto seguido extendió su mano hasta quedar a una altura donde él la pudiese tomar - le agradeceré si me ayuda con esto-
Éire Danaán- Humano Clase Alta
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
Ra'hae escucho tanto palabras como pensamientos, sabiendo que los pensamientos y las emociones en realidad decian mas que las palabras. Así como los gestos y el cuerpo también hablaban igual o más claro que las bocas de las personas.
El vastago leia con claridad los movimientos que hacia, escuchaba como su respiracion variaba, el latido de su corazon. Como el corset hacia ese delicioso sonido al crujir el cuero mientras que ella se inclinaba para dejar la taza que estaba bebiendo. La intención del acto lo estimulaba muchisimo más que la visión que le ofrecia la mujer. Ra'hae tenia un par de miles de años encima, pero aun asi, la deliciosa e intoxicante intención era muchisimo mas dulce que ver la exposición de su piel. La sonrisa de ella pronto se extendio a sus labios, en especial luego de que ella se rió cuando el hizo la comparación, adrede.
"Debo admitir que me causa cierta curiosidad saber que es lo cuentan los rumores y las historias de mi" le dijo con una sonrisa divertida. Aunque sus ojos bajaban cada vez con mas insistencia a la herida del brazo de Éire. El dolor que ella sentía con cada movimiento el lo sentía también, y el olor a sangre impregnaba sus sentidos. Las gotas que cayeron al suelo fueron como un martillo contra su deseo.
Sus ojos se clavaron en los de ella mientras que le hablaba, haciendole su pedido. Mientras que aun la miraba a los ojos, el hombre con cuidado tomo su mano y con movimientos suaves y cuidadosos comenzó a quitar la suave tela que cubria su piel. Con cuidado la dejo sobre la charola de plata antes de inclinarse hacia el brazo que ella ofrecia.
Ra'hae se acercó deliciosamente lento hasta la herida, sintiendo como el aroma de la vitae se hacia cada vez mas fuerte y eso inflamaba su deseo por la preciada sangre de la misma manera que dilataba el tiempo. Sabía que Éire conocia el beso, ella sabia lo que le esperaba, y por eso sentia como su pulso se aceleraba, haciendo que mas sangre manara de la herida a la vez que el movimiento de su pecho aumentaba haciendo que su cuerpo se viera tan delicioso y fragil.
Parecio una eternidad mientras que el hombre acerco sus labios hasta la herida y abrio su boca tan despacio, dejando que su lengua se acercara hasta el hilillo de vitae que manaba. Ra'hae con desfachatez comenzó a seguir el trayecto de la sangre hasta la fuente, pasando su lengua dolorosamente lento por la herida, transformando el dolor en un escosor placentero que inflamaba el alma. Mientras que lo hacia, sus ojos estaban fijos en los de Éire, el hombre no queria perder detalle de su reacción.
El vastago leia con claridad los movimientos que hacia, escuchaba como su respiracion variaba, el latido de su corazon. Como el corset hacia ese delicioso sonido al crujir el cuero mientras que ella se inclinaba para dejar la taza que estaba bebiendo. La intención del acto lo estimulaba muchisimo más que la visión que le ofrecia la mujer. Ra'hae tenia un par de miles de años encima, pero aun asi, la deliciosa e intoxicante intención era muchisimo mas dulce que ver la exposición de su piel. La sonrisa de ella pronto se extendio a sus labios, en especial luego de que ella se rió cuando el hizo la comparación, adrede.
"Debo admitir que me causa cierta curiosidad saber que es lo cuentan los rumores y las historias de mi" le dijo con una sonrisa divertida. Aunque sus ojos bajaban cada vez con mas insistencia a la herida del brazo de Éire. El dolor que ella sentía con cada movimiento el lo sentía también, y el olor a sangre impregnaba sus sentidos. Las gotas que cayeron al suelo fueron como un martillo contra su deseo.
Sus ojos se clavaron en los de ella mientras que le hablaba, haciendole su pedido. Mientras que aun la miraba a los ojos, el hombre con cuidado tomo su mano y con movimientos suaves y cuidadosos comenzó a quitar la suave tela que cubria su piel. Con cuidado la dejo sobre la charola de plata antes de inclinarse hacia el brazo que ella ofrecia.
Ra'hae se acercó deliciosamente lento hasta la herida, sintiendo como el aroma de la vitae se hacia cada vez mas fuerte y eso inflamaba su deseo por la preciada sangre de la misma manera que dilataba el tiempo. Sabía que Éire conocia el beso, ella sabia lo que le esperaba, y por eso sentia como su pulso se aceleraba, haciendo que mas sangre manara de la herida a la vez que el movimiento de su pecho aumentaba haciendo que su cuerpo se viera tan delicioso y fragil.
Parecio una eternidad mientras que el hombre acerco sus labios hasta la herida y abrio su boca tan despacio, dejando que su lengua se acercara hasta el hilillo de vitae que manaba. Ra'hae con desfachatez comenzó a seguir el trayecto de la sangre hasta la fuente, pasando su lengua dolorosamente lento por la herida, transformando el dolor en un escosor placentero que inflamaba el alma. Mientras que lo hacia, sus ojos estaban fijos en los de Éire, el hombre no queria perder detalle de su reacción.
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: Visitas inesperadas desde las sombras
Desde el borde de su asiento la joven irlandesa extendió su brazo a la espera que el vampiro atendiese a su petición, dejando a un lado el orgullo y tensando aun más hilos de aquella peculiar reunión se atrevió a extender su mano ensangrentada hasta él y solicitar le ayudase con la herida. Un riesgo demasiado alto, donde se tienta a la bestia con la fuente de su vitalidad, un desafío para los vampiros jóvenes que fácilmente pueden sucumbir y beber más de lo humanamente tolerable, pero que ella confía no sea el caso. Sabe bien que Ra’hae no es un vampiro común, que posee mucha más sabiduría y autocontrol que muchos de su antigüedad, e incluso su concepción de la humanidad es incluso más optimista. No los ve como un instrumento, como un medio para subsistir o como una raza inferior, por el contrario sus palabras y actitudes muestran cuanto les respeta.
Aunque le ha demostrado que es de fiar, ella aprendió a desconfiar de antemano de todo aquel que acaba de conocer, pero aun más de quienes se han posicionado en su vida. Éire, ha visto de cerca la traición, vio como aquellos a quienes tendió la mano, le voltearon la espalda y empujaron a sus enemigos. Por eso la hiperrboreana se cerro a la posibilidad de hacer nuevas amistades, solo mantuvo a su vera a algunos Aghartianos. Han sido los ultimos acontecimientos los que incrementaron su seudo paranoía, la desaparición de su amiga Katra y de toda su familia, más la de unos cuantos minoicos de gran importancia en la busqueda del vitrol y de la Shamballah, imposible saber quien es de fiar.
Ignorando todos sus resquemores se encontraba frente a su inesperado visitante, de quien solo conocia su nombre y algunos vagos comentarios. El guardian de los cinco frentes, conocido por su aparente serenidad y la gran sabiduría con que encara los ciclos de la vida, sin pretender alterarlos. Un hombre poseedor de una paciencia unica, de una vision racional y equilibrada entre el deber y el querer.
Con el brazo extendido a la espera que Ra'hae atendiese su petición respondio a la pregunta que él le hiciese - Se dice, entre los relatos que van de boca en boca, que Sidi Ra'hae, es el más recto de los cinco jeques ... - hizo una pausa para buscar su mirada, prendada quedo de sus ojos al tiempo que un suave escalofrio eriza su piel al tacto de gelidaa mano que sostiene su brazo -... lo opuesto a su creadora, e incluso más justiciero que su el Equilibrador ... - mordio su labio inferior cuanto el vampiro realizo aquel primer acercamiento, la lengua masculina siguiendo el camino carmesi y un suave gemido se ahogo en la boca femenina. Su mano libre presiono la tela de un cojin cercano hasta que sus uñas rasgaron la superficie. No era dolor lo que sentía, sabía que estaba al borde de perder el control de la situación, jugar con fuego era la especialidad de la irlandesa, pero teme quemarse al tensar de ese modo la cuerda entre ambos... aunque ya no hay vuelta atras, no es mujer de dar la espalda y salir huyendo.
Sin apartar la mirada del vampiro tomo aliento profundo, con trente en alto y los ojos con un matiz desafiante, no era como si le hubiese pedido la transformase, pero si entregaba su vitae al hombre en su necesidad de liberarse del dolor que le causaba la herida que ella misma se propinase. El escozor alrededor de la herida, se expandió lenta y placenteramente, con suaves oleadas que erizaban cada centímetro de su piel y tiñen con rubor sus mejillas. Ella nta cuan azorada se encuentra, pero se mantiene allí sin dar mayores atisbos sobre aquello que se remueve en su interior. No es la primera vez que entrega su vitae a un vampiro, pero si es una de las pocas ocasiones en que esa ofrenda está lejos de insinuaciones sexuales.
Sus pupilas miel se dilatan una fracción de segundo para dar paso a un tenue brillo, sus ojos se humedecen levemente cristalizándose. Esboza una leve sonrisa de medio lado antes de pronunciar sus siguientes palabras - … aunque … - humedeció delicadamente sus labios - … tal vez… alguien con su … noble visión de la humanidad… - ahogo sus palabras antes de proseguir - … es ante todo … un protector, el guardián del ciclo de la vida- concluyo con palabras entrecortada, en un vago intento por mantener su mente alejada. Todos intentos infructuosos, pues sin proponérselo cae en aquel nervioso gesto que la lleva a hacer una nueva herida, esta vez en su labio tras tanto presionar con sus dientes.
Aunque le ha demostrado que es de fiar, ella aprendió a desconfiar de antemano de todo aquel que acaba de conocer, pero aun más de quienes se han posicionado en su vida. Éire, ha visto de cerca la traición, vio como aquellos a quienes tendió la mano, le voltearon la espalda y empujaron a sus enemigos. Por eso la hiperrboreana se cerro a la posibilidad de hacer nuevas amistades, solo mantuvo a su vera a algunos Aghartianos. Han sido los ultimos acontecimientos los que incrementaron su seudo paranoía, la desaparición de su amiga Katra y de toda su familia, más la de unos cuantos minoicos de gran importancia en la busqueda del vitrol y de la Shamballah, imposible saber quien es de fiar.
Ignorando todos sus resquemores se encontraba frente a su inesperado visitante, de quien solo conocia su nombre y algunos vagos comentarios. El guardian de los cinco frentes, conocido por su aparente serenidad y la gran sabiduría con que encara los ciclos de la vida, sin pretender alterarlos. Un hombre poseedor de una paciencia unica, de una vision racional y equilibrada entre el deber y el querer.
Con el brazo extendido a la espera que Ra'hae atendiese su petición respondio a la pregunta que él le hiciese - Se dice, entre los relatos que van de boca en boca, que Sidi Ra'hae, es el más recto de los cinco jeques ... - hizo una pausa para buscar su mirada, prendada quedo de sus ojos al tiempo que un suave escalofrio eriza su piel al tacto de gelidaa mano que sostiene su brazo -... lo opuesto a su creadora, e incluso más justiciero que su el Equilibrador ... - mordio su labio inferior cuanto el vampiro realizo aquel primer acercamiento, la lengua masculina siguiendo el camino carmesi y un suave gemido se ahogo en la boca femenina. Su mano libre presiono la tela de un cojin cercano hasta que sus uñas rasgaron la superficie. No era dolor lo que sentía, sabía que estaba al borde de perder el control de la situación, jugar con fuego era la especialidad de la irlandesa, pero teme quemarse al tensar de ese modo la cuerda entre ambos... aunque ya no hay vuelta atras, no es mujer de dar la espalda y salir huyendo.
Sin apartar la mirada del vampiro tomo aliento profundo, con trente en alto y los ojos con un matiz desafiante, no era como si le hubiese pedido la transformase, pero si entregaba su vitae al hombre en su necesidad de liberarse del dolor que le causaba la herida que ella misma se propinase. El escozor alrededor de la herida, se expandió lenta y placenteramente, con suaves oleadas que erizaban cada centímetro de su piel y tiñen con rubor sus mejillas. Ella nta cuan azorada se encuentra, pero se mantiene allí sin dar mayores atisbos sobre aquello que se remueve en su interior. No es la primera vez que entrega su vitae a un vampiro, pero si es una de las pocas ocasiones en que esa ofrenda está lejos de insinuaciones sexuales.
Sus pupilas miel se dilatan una fracción de segundo para dar paso a un tenue brillo, sus ojos se humedecen levemente cristalizándose. Esboza una leve sonrisa de medio lado antes de pronunciar sus siguientes palabras - … aunque … - humedeció delicadamente sus labios - … tal vez… alguien con su … noble visión de la humanidad… - ahogo sus palabras antes de proseguir - … es ante todo … un protector, el guardián del ciclo de la vida- concluyo con palabras entrecortada, en un vago intento por mantener su mente alejada. Todos intentos infructuosos, pues sin proponérselo cae en aquel nervioso gesto que la lleva a hacer una nueva herida, esta vez en su labio tras tanto presionar con sus dientes.
Éire Danaán- Humano Clase Alta
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