Páramos Hostiles, Visitas Inesperadas [Libre]

por **Constantin Skellington** Vie Ene 14, 2011 11:43 pm

¿Tengo a quien visitar en estas tumbas? No. ¿Me aterran los fantasmas del pasado? No conozco el miedo. Si bien no me gusta recordar, a veces el mismo silencio que ofrecía el cementerio era reconfortante, sobretodo en noches donde un encargo era especialmente difícil [matar a una familia entera, con niños y ancianos...] No poseía morales como los demás, no estaban tan marcados en mí, pero mantenía lo básico para poder al menos socializar.

Hallar mi propia tumba vacía era una verdadera sorpresa. Claro, era, soy y seré siempre un sicario; mi pasado, presente y futuro serán siempre los asesinatos, justificados, pero al fin y al cabo asesinatos. Quitar una vida era sólo obra para el Señor

¿Qué me iba a importar eso ahora, si tenía todo lo que quería?

por **Mircalla La Rouge** Sáb Ene 15, 2011 5:16 am

Acababa de salir del Theatre Des Vampires y aún andaba algo conmocionada por la representación de aquella noche. Como siempre, una obra macabra había despertado mis pensamientos y ahora yo vagaba hacia el burdel para iniciar su trabajo. Caminaba despacio, pues no podía parar de analizar una y otra vez las palabras de aquellos actores que tan bien protagonizaban el papel del "vampiro" (pues no creía en los rumores de que en realidad sí eran vampiros, dificilmente podía creer en su existencia como para encima creer que fueran los actores que tanto admiraba).

Había llegado el momento de pasar cerca del cementerio, pero esta vez decidí atravesarlo para gozar del silencio de la noche en aquel tranquilo lugar. No lo temía, pues en mi mente intentaba no creer en cuentos de fantasmas, hombres lobos y vampiros, tan de moda en los tiempos que corrían. Simplemente pensaba en ello como en una moda más, y tampoco me preocupaba pues no me tenía que topar con esos seres en mi trabajo.

Caminé despacio por el paseo que atravesaba el cementerio. Ciertamente me reconfortaba el silencio de la noche, esa tranquilidad que me envolvía abrazándome con el frío en la oscuridad. Estaba acostumbrada al frío pues tenía que llevar siempre unos ropajes escasos y sensuales. Esa noche llevaba uno de mis vestidos negros, el que todos decían que resaltaba mi pálida piel. Pensé en que sería gracioso que alguien me viera por el cementerio, seguro que se llevaría un sobresalto.

Reí para mí misma, pero pronto ví una sobra cerca de una de las tumbas. Estaba muy quieta y no estaba segura si se trataba de una persona o algún árbol o tumba más. Me detuve a observar, pero no dije nada. En cierto modo, me estaba inquietando.

por **Constantin Skellington** Sáb Ene 15, 2011 9:17 am

Una humana. Pasea por este lugar evitando el miedo que se le descarga por el cuerpo, y me mira, sé que lo hace, imaginando toda la sarta de posibilidades. Me divierte. Con sólo moverme un poco, abrir su cuello sería ¡tan fácil! pero me detengo. Hasta yo tengo un límite para la cantidad de sangre que derramo -literalmente- en una sola noche.

Así que me limito a fingir que hasta en ese momento no me había dado cuenta de su presencia y la miro, sobresaltándome un poco

-Señorita- mi voz corta el silencio como un cuchillo; no había notado la tensión que se formaba -No la había visto... ¿Está usted bien? ¿Necesita ayuda?- Bien. Mi voz tiene la cadencia y el tono perfectos. Nadie se hubiera dado cuenta de que fingía. Me acerco rápidamente a la hembra humana, sin intención alguna. Al menos de momento

-Tiene usted pies muy ligeros- comenté, sonriéndole -No la escuché venir, y cuando la vi, creí que estaba en el cielo y este ángel me daba la bienvenida- Galantería, ¿Qué mujer no se resistía a ello? Tomé su mano y la besé, reverenciándome.

-Jason Skellington, a sus servicios- volví a sonreírle

por **Mircalla La Rouge** Dom Ene 16, 2011 6:38 am

Sin previo aviso la sombra que llamaba tanto mi atención me dedicó unas palabras. Es un hombre, y en cierto modo me siento más tranquila al resolver mis dudas sobre aquella sombra. Me pregunta y habla con un cierto aire de galán, pero no altero ni una facción de mi rostro cubierto por el maquillaje que noche tras noche viste mi cara para llenar mis bolsillos de algo de comer. Como cortesana que soy me mantengo serena, sin alteraciones y firme, hablando con una sensual voz.

- Estoy bien, monieur. Solo iba de camino al Burdel y decidí pasar por este tranquilo lugar. - Nombra su trabajo con tranquilidad, pues sus lijeras ropas no ocultan para nada su condición. Con un poco de suerte incluso podría ganarse otro cliente.

La sombra se presenta, Jason Skellington... Ella sigue la presentación del amable galán.

- Me llamo Mircalla. Mircalla La Rouge, encantada. - Reproduce una cordial reverencia con la cabeza y le sonríe también.

- Y... ¿Qué hace alguien como vos en un lugar como este? Si se me permite la intromisión... - Le mira sensualmente, utilizando casi sin darse cuenta todas sus estrategias para hacerse con la información de aquél joven.

por **Constantin Skellington** Miér Ene 19, 2011 9:12 pm

Burdel. Una cortesana... y cómo no notarlo cuando sus ropas las delataban, de una manera sensual pero poco atrayente para mí a la vez. Escucho cómo se presenta y sonrío de lado. Sé por cómo me mira que tal vez me contempla como un potencial cliente... tentadora oferta, pero no gracias

-Vengo a visitar la tumba de mi hermano Marcus- ¿De mi hermano? Claro. Ésa era mi tumba, con un nombre falso y fecha inexactos. Nadie conocía mi verdadero perfil, pues solía moverme es la oscuridad, procurando siempre viajar con mi gabán y sombrero para tapar mis facciones

-Podría acompañarla, señorita La Rouge... una chica a estas horas es demasiada tentación para los indecentes-

En cuanto dijera que sí, bebería de ella... estaba sediento y ella aparecía en mal momento...

por **Mircalla La Rouge** Jue Ene 20, 2011 5:40 am

Escucho sus palabras con atención. No parece desear mis servicios esta noche así que me limito a escuchar como habla de la tumba que acompaña, de su hermano dice...

No encuentro demasiados sentimientos en sus palabras, pero tampoco me extraña, en las mías mismas tampoco los suele haber.

En parte siento tristeza por la historia, pero solo en parte. Pienso en la hora que será y al momento la figura que se encuentra enfrente mío habla de nuevo.
Desea acompañarme y me lo pregunta cortesmente, no veo inconveniente y, además, podría ser un futuro cliente...

Asiento sonriendo levemente y respondo a su pregunta.
-Está bien, puede acompañarme, monsieur. Se lo agradezco.

Algo me inquieta en ese momento pero intento no prestarle demasiada atención.

por **Constantin Skellington** Vie Ene 21, 2011 8:19 pm

-No, el que debe agradecer soy yo, Mircalla- la guío por entre las tumbas tomándola de la mano; el aire frío nocturno se lleva consigo varios aromas, haciendo aún más presente el de la cortesana que me acompaña. Es en ese momento que me doy cuenta que desde que me fui de Alemania, hace ya dos años y medio, no había estado con una mujer, salvo en esas raras ocasiones en que me interesaba una dama y utilizaba mis "encantos" para atraerla. ¿Haría lo mismo? Definitivo. Lujuria y sustento era mi lema de vampiro -Por amenizar mi paseo con tu presencia- concluí, sonriéndole. Pasábamos ya cerca de los muros que delimitaban el cementerio, con la puerta a pocos metros de nuestra pocisión. Era el momento de actuar

-Mircalla...- la estrellé contra el muro y hundí mi rostro en su cuello, rozando su piel con mi aliento; mis manos destrozaban su fino y sugerente vestido sin consideración -Complace a este hombre solitario y prometo pagarte con lo más valioso... que puedo darte- gruñí en su oído al succionar su lóbulo. Mis manos exploraban el cuerpo de ella con avidez, comprobando que sus curvas bien podrían ser la perdición para los débiles, pero no para mí. Sabía perfectamente lo que necesitaba, y era sangre, no a ella, no a la mujer que sabía estaba sorprendida por mi reacción, si no su elixir de vida, mi alimento, mi propio delirio. Aprisioné sus muñecas con mi mano izquierda, colocándolas por encima de su cabeza mientras mi mano derecha acariciaba su costado -No veo que hagas algo, La Rouge- un nuevo gruñido; la lujuria se apodera completamente de mí, y muerdo el delicado cuello de ella, sin perforarlo con mis colmillos, pero lo suficiente para hacer enrojecer la piel en esa zona

-¿Es que acaso no me encuentras lo suficientemente atractivo?- pregunté, burlón, siguiendo con mi juego, lamiendo su cuello, mandíbula y sien...

por **Mircalla La Rouge** Sáb Ene 22, 2011 6:13 am

Aquel hombre me acompaña amablemente hasta que nos detenemos antes de salir del cementerio. Le miro extrañada por su comportamiento y él me devuelve una mirada llena de lascivia. Sin poder apenas reaccionar me empuja contra la pared con violencia, algo que no es poco usual en los clientes que solía tener, y me acaricia el cuerpo con pasión, casi con fuerza sobrenatural. Me pide que le complazca pero aprisiona mis muñecas con violencia sin dejar que pueda liberarme un mínimo de aquella prisión. Me habla al oído, y me aterroriza, cada vez que me toca un escalofrío recorre mi cuerpo de forma incontrolable.

- Suéltame... me haces daño... haré lo que me pidas... ¡Lo que quieras!- Digo casi llorándo, su fuerza estaba presionando mis muñecas con tal violencia que temía por lo que iba a suceder.

Pero él seguía, sin escuchar nada de lo que le decía seguía, y en su éxtasis mordió mi cuello fuertemente, con lujuria. Y me dolía, no sabía que intenciones estaba siguiendo aquél hombre que me tenía aprisionada contra el muro del cementerio y eso me ponía enferma. No me dejaba moverme y su fuerza... Sentía horror ante la situación y él parecía divertirse hablando irónicamente y burlándose constantemente.

Con lágrimas de rabia e impotencia en los ojos le grite:

-¡Déjame en paz! ¡Suéltame! ¿¡Qué quieres de mí?! - Estaba cansada de tanto debatirme para nada, esperaba lo peor en esos momentos, pues la situación no era muy propicia para pensar en ninguna posibilidad.

por **Constantin Skellington** Dom Ene 23, 2011 1:37 am

Su miedo alentaba aún más mis actos; no me detuve, sino que seguí acariciándola, soltando sólo un poco el agarre en sus muñecas para no rompérselas. Sus súplicas me hacían reír entre dientes -¿Harás todo lo que te diga? Ya lo veremos...- seguía en su cuello, respirando entrecortadamente, y bajé a sus hombros para besarlos -Enséñame lo que sabes, Mircalla... como si tu vida dependiera de ello- reí de nuevo, y no pude evitar morder sus hombros -Anda... que si no acabarás aquí, perdida...- bajo a su pecho y muerdo uno de sus senos sin delicadeza -Perdida y muerta... heheheh-

Mis caricias dejaron de ser suaves; la lujuria alcanzaba su máximo y ya no lo soportaba, ni la sed, ni la necesidad de atormentar a la mujer y saciar mi hambre carnal. Me desabroché el pantalón rápidamente, mostrando mi miembro. Miré a Mircalla directamente -Anda... hazlo tú misma, o de otra manera no seré amable- Esperé a ver lo que hacía... tenía ya las manos libres, podía escapar, pero igual podía alcanzarla... -Y si huyes, será mucho peor para ti, muñeca-

por **Mircalla La Rouge** Dom Ene 23, 2011 5:33 am

Al fin me soltó ante mis palabras de súplica. Yo solo quería escapar e ir lejos de aquel lugar, olvidar su tormentosa lujuria que ardía en mi cabeza como una pesadilla. Le miré, con odio ante su petición, y no quise atender a sus condiciones. No quise permanecer más con él, y no me importaba la muerte que me ofrecía a cambio de mi libertad, ¿enserio creía que asustaría a una cortesana con tales palabras? Solo me atormentaba la idea de quedarme en ese lugar con aquel monstruo.

- ¡Que te den! - Le grité desafiándole con insolencia.

Le dirigí una mirada de odio y le escupí sin pensarlo a la cara. Obedeciedo mis impulsos le empujé con fuerza hacia atrás para acabar corriendo hacia la puerta de aquel cementerio que se había convertido en mi sala de torturas. En esos momentos no sabía lo que pasaría, no veía esperanzas a huir, pero menos las veía quedándome. Por mi cabeza pasaban mil y una historias de asesinatos y cortesanas, los veía en mi cabeza como si acabaran de suceder, y era horroroso. No pensaba en nada más que salir de allí e irme lejos, muy lejos, entre las calles de París.

por **Constantin Skellington** Lun Ene 24, 2011 1:37 am

-Estúpida- farfullé, limpiándome el escupitajo de la cara y viendo los fútiles intentos de Mircalla para huir de mí; en pocas zancadas la alcancé y volví a azotar, esta vez contra las puertas de hierro del cementerio; sin piedad le tomé el rostro con el índice y el pulgar, obligándola a verme

-Tonta... si hubieras cooperado, esto no sería tan difícil... pero no me dejas opción. Te lo advertí, y no hiciste caso. Ahora verás lo que pasa cuando no soy escuchado-

No le di ni oportunidad de darse cuenta de lo que le pasaba: la penetré, con brutalidad, moviéndome de igual forma, mi mano libre volvió a tomar sus muñecas para aprisionarlas, con mi rostro hundido en su cuello la mordí, usando esta vez mis colmillos para succionar su sangre... sin consideración, sin delicadeza. Mis movimientos aumentaban su ritmo y el cuerpo de la cortesana se presionaba cada vez contra las barras frías. Sonreí y me aparté de su cuello un momento, hilos delgados de sangre corría por su pálida piel

-Clama por tu vida, y me pensaré dejarte vivir...- no cesé en mis movimientos, si no al contrario, aumentaron su ritmo, si eso era posible. Gruñí, me incitaban aún más sus gritillos y quejas, gemidos y jadeos, no me importaba si de dolor o placer, yo estaba disfrutándolo y eso era suficiente. Mircalla era... tan deliciosa que me costaba creer que fuera cortesana

-¿Y bien? ¿Clamarás o no por tu vida?- me detuve un momento para besar sus senos, succionar sus pezones y acariciar su costado con mi mano libre -¿Tan poco valoras lo realmente valioso que tienes?- presioné, volviendo a enterrar mis colmillos en su ya enrojecida piel, continuando en robarle su vida, y reanudé lo que había parado de hacer...

Era la segunda vez que violaba a una mujer, y me sentía...

por **Mircalla La Rouge** Mar Ene 25, 2011 1:00 pm

Sentí como me volvía a lanzar con violencia, esta vez contra la puerta. Y maldecí el momento en el que decidí pasar por aquel cementerio. Ahora me tenía bien presa y no tenía forma de escaparme, y yo lo sabía. Era consciente de que no podía pasar nada bueno esta noche y me resigné a ello. Me hablaba con tal odio que llegaba a confundirme, y entre la confusión y las lágrimas empezó lo que más temía.
Ahora yo era una sucia cortesana siendo violada... qué irónico. Pero tenía miedo, y la fuerza con la que me empujaba hacía que gritara de dolor con unos sonidos desgarradores. Deseaba que parara, pero en vez de eso cada vez era peor.

Sus mordiscos en el cuello eran insoportablemente dolorosos y llenos de lujuria, y poco a poco me sentía con menos fuerzas para resistirme...
Las frías barras metálicas de la puerta contra la que oprimían me estaban dejando sin respiración, combinadas con aquella bestia que esa noche me estaba robando la vida.

Escuché debilitada como me daba la oportunidad de clamar por mi vida, y quise hacerlo, quise gritarle que me dejara, quise descargar mi ira sobre él, mi rabia... pero no podía hacerlo, no me sentía con fuerzas y si me hubiera soltado en ese momento mis piernas hubieran fallado hasta el punto de hacerme caer.
Solo conseguí proferir un susurro, apenas audible, casi agónico:

- Detente... déjame... te lo suplico...

por **Constantin Skellington** Lun Mar 14, 2011 1:54 am

A sus palabras la solté, dejando que cayera al suelo; saboreé los últimos vestigios de su sangre tibia en mis labios con la punta de mi lengua y volví a ponerme el pantalón

-Mircalla... los vampiros no son simples actores... sumisos...-

Escupí en el suelo frente a ella antes de darle la espalda y marcahrme, sin una segunda mirada

-Recuérdalo-

Fue lo último que el viento arrancó de mis labios antes de desaparecer en las tinieblas...

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