-.·* *·...·*-: Adam Vogue :-.·* *·...·*-

Con tan solo cuatro años quiere que le cuente una historia en donde los caballeros visten de negro y montan sobre caballos de negra piel. Un niño pequeño que desconoce su verdadera historia, fue arrancado de sus verdaderos lazos familiares hasta un lugar que para la cultura de donde provenía él, era completamente diferente. El bebé había sido vendido a una pobre familia de clase alta que a pesar de todo el dinero que ambos tenían, en su corazón eran demasiado pobres como para poder considerarse verdaderamente ricos en sí. El pobre no sabía mucho de donde venia, pero envuelto entre las sabanas blancas en las que dormía, miraba a unas personas de aspecto pálido y con ojos brillantes de color celestes y pelo oscuro. Estas le miraban con dulzura, él mismo estaba tranquilo e inmediatamente caía en los brazos de Morfeo.

Fue feliz y comieron perdices, pero yo mismo, el narrador que fue parte de esta historia, les contare a usted lo que le interesa en este caso leer. Todo se remonta a una noche oscura de 1796. Aquella noche, el niño lloraba al salir del vientre de su madre. Había sido el fruto del amor secreto de una pareja cercana a la rama de mi familia y en el peor de los casos, tener un bebe antes del matrimonio, significa prácticamente la muerte. Entonces, yo anteriormente de que supiera de todo este problema, conocí a unos mercantes de textil que comercializaban con Asia, Europa y digamos por todo el mundo. Estuve investigando sobre dicha familia con anterioridad para descubrir que a pesar de la moda, también tenían ramas de alguna que otra rama con pinitos en el mundo del periodismo. Aquí, apenas habíamos empezado con estas modernidades y yo mismo aun joven, me siento como un anciano, con tantas cosas que van inventando.

Aun con mis 27 años de edad, me arrepiento de lo que le hice a mi gran amigo del alma, pero todo lo hice por su bien, y por qué no lo mataran delante de aquel bebe que yo al final, tuve que llevarme para que la muerte no le encontrase antes que a mí. Todo comenzó en una oscura noche donde el caos enseguida broto desde el edificio donde las novicias dormidas, dando alarma de que una de ellas, estaba dando a luz.

Cuando intente parar a mi amigo para que no se acercase a una muerte segura, el ya se había aventurado por los bosques de las montañas en un bello corcel negro hasta ir al campo de las novicias, que para los monjes lo teníamos prohibido. Fue entonces cuando no volvía, yo me sentía preocupado y en cuanto tuve la menor oportunidad, salí corriendo en otro caballo camino arriba para donde él había puesto su corazón en peligro. Cuando llegué, poco había avanzado hasta encontrarme a mi amigo con lo que podría ser un bebe en sus brazos. Imposible. Tenía que reconocer que era un idiota al confiar mi vida en este capullo que había dejado embarazada a una novicia de enfrente, pero ahora no habría tiempo para remilgos sino, para escapar a algún lugar seguro.


Recorrimos un camino largo, él estaba cansado e inmediatamente, antes de llegar a una de las aldeas costeras de Corea, este se paro solamente a llorar. Era lamentable verle en ese estado tan patético, pero suspire largamente y le di unas cuantas palmadas en su espalda. Todo terminaría si hubiese dejado el bebe con su madre y entonces no hubiera pasado nada, ahora no estarían persiguiéndole...rectifico, no estarían persiguiéndonos. Lloraba y lloraba y yo miraba al niño en sus brazos. Conocía a una familia que no podía tener hijos.
-Busquemos una posada....-Dije animando a seguir el camino. Le tape con la capucha que llevaba puesta para que no le conocieran y por delante yo andaba.

Cuando llegamos a la posada, pedimos una habitación y como si de un padre se tratara, le vi embobado con aquella criatura, pero lo que tenía pensado hacer y lo que hice para entonces, aun se me remueve en la conciencia. Tenía conmigo un somnífero en polvo que usaba de vez en cuando, así que lo tuve que usar en la bebida de este, al que cayó enseguida dormido sobre la cama de plumas de aquella posada. El bebe, ausente de todo lo que pasaba en ese momento, lo tome en mis brazos y rápidamente, en la noche fui a buscar a aquella familia de la que tanto me había familiarizado durante tantos meses de ir y venir a esta pequeña aldea.

Al día siguiente un barco zarpaba hacia las tierras del Oeste, a Francia el cual podría tardar varios días en llegar, pero para entonces, Kwan estaría a salvo de una muerte segura. Que mis ancestros me colgasen de los pies si le ocurría algo al bebe y a Kwan, seguramente la madre ya habría recibido su merecido por impura, pero era comprensible en que el amor, era una guerra en la que había que elegir para sobrevivir a cualquier costa. Con el niño en brazos había quedado con la familia finalmente para que estos pudieran irse de este pueblucho con algo de dinero que les ofrecí en mano y con el bebe para que les diera una vida que de verdad mereciese tener y no una en la que estuviera escapando con su padre cada dos por tres y tener una infancia horrible. No. El regalo para un infante no era el de ser el más buscado. Así que con todo el peso de mi corazón, me subí con la familia a bordo y en cuanto el barco zarpaba, tuve que hacer caso omiso de lo que escuche y vi cuando gire medianamente mi rostro hacia atrás. La vista de un padre destrozado. Mire entonces al niño a los ojos y me acerque a la barandilla gritando “París” en todo lo alto.

Esa fue mi despedida y de cómo traicione a mi mejor amigo, pero a cambio dos vidas salve de un destino atroz.