En la piel de otro [Agatha/Felina β]

Desgraciada…

Aquella humana había apartado de mí al grito de “¡fuera de aquí chucho asqueroso!” a los tres niños que jugaban conmigo en el parque. Los pequeños, cuyas edades oscilarían entre los 7 y 9 años me habían dado parte de sus bocadillos como premio por traerles de vuelta la pelota que previamente se les había caído al estanque. Sin embargo, la muy estúpida mujer me creía una especie de bestia peligrosa ¿A caso no había visto lo que acababa de hacer? ¿Es que no se daba cuenta de que de haber sido peligrosos los jóvenes no hubiesen reído conmigo? Yo al menos prestaba atención a sus cachorros humanos, de hecho, había evitado que uno de ellos cállese en el agua cuando trataba de alcanzar con una ramita su balón hasta el cual ni estirando todo su diminuto cuerpo llegaría.

Era humillante, pero ¿qué le iba a hacer? Salí de allí corriendo antes de que alguien avisase a la perra y mi destino se torciese aun más. Era una pena, era triste pensar que aquellos cachorros de humano terminarían convirtiéndose en lo mismo que sus padres ¿Por qué llegados a una edad se volvían tan asquerosos esos humanos? ¿Y luego ellos se consideraban a sí mismos correctos y honestos? Por favor, si incluso se habían buscado una palabra para definirse y distinguirse de nosotros ¿Cuál era? ¡Ah, sí!, civilizados, ellos eran civilizaos…

Camine un par de horas por las distintas avenidas del centro, pero en todos sitios hallaba el mismo trato: patadas, piedras, escobazos, cubos de agua… Aun que también podría haberme valido de cualquiera de mis otras condiciones para defenderme, pero como lobo, tan solo lograría llamar más la atención, y eso era algo que prefería evitar a toda costa. Así es que me quedaba la alternativa de adoptar la apariencia humana, pero, llevaba tanto tiempo siendo perro que olvidaba donde había dejado mi ropa, así es que preferí esperar a que cállese la noche, entonces podría acercarme hasta el callejón trasero de alguna taberna y robarle su indumentaria a algún transeúnte ebrio.

Notre Dame anuncio las diez de la noche, por fin había llegado mi momento.

Una taberna del centro que parecía bastante animada se torno mi objetivo. Con tanto jaleo en el interior nadie escucharía lo que pudiera pasar fuera, y menos aun si era en el callejón.

Aguarde tras unos pales que había junto a la salida trasera, agazapado en la oscuridad esperando a que algún indeseable de aquellos fuera allí a… hacer lo que quiera que un humano hiciese allí. No tuve que aguarde mucho, un hombre y una cortesana entraron en el callejón ambos totalmente borrachos. Para mi suerte el hombre era prácticamente tan alto y ancho de hombros como yo, así que su ropa seria perfecta para mí.

Ni lo pensé, en cuanto estuvieron suficientemente cerca salí, arrugue el hocico y mostré los colmillos mientras gruñía. Ya como perro aquello hubiese sido impactante, pero es que había adoptado la forma de lobo para resulta aun más imponente.

Mi plan salió mejor de lo que esperaba. Creí que sería la mujer quien perdiera el conocimiento primero a causa de la amenaza, pero fue él quien primero toco el suelo. Bueno, así lo tendría aun más fácil para desproveerle de su indumentaria.

Una hora después me encontraba felizmente paseando por aquellos barrios como si fuese otro aristócrata más, y es que la ropa era de bastante buena calidad, hortera en mi opinión, pero como el resto de los que se paseaban por allí. Definitivamente, no comprendía a los humanos.