AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Agathe Martell
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Agathe Martell
Agathe Martell
"Madame"
"Madame"
Edad: 32
Especie: Humana
Tipo y Nivel Social: Clase media
Lugar de Origen: Dijon (Francia)
Descripcion Física
Es una mujer que sabe explotar al máximo sus encantos, pese a carecer de ellos en un sentido objetivo de la palabra. No es muy alta, ni tiene el cabello rubio, ni los ojos azules, ni destacaría especialmente si se la viera sin maquillaje y en camisón. Sin embargo Agathe jamás sale de sus aposentos sin haberse aplicado una generosa capa de polvos que la hacen parecer pálida como una muñeca de porcelana. Se pinta los ojos con carboncillo oscuro, se riza cuidadosamente las pestañas, es amiga inseparable de su barra de carmín rojo y luce una melena a la altura de los hombros de un tono negro azabache que resalta los rasgos de su rostro, un óvalo perfecto al que sabe imprimir dulzura cuando la ocasión lo requiere.
Su cuerpo es de todo menos anodino: sus curvas ya de por sí generosas se ven acentuadas por el uso de corsés y otras prendas provocativas que insinuan sin enseñar. Son sus sombreros estrambóticos, sus escotes abismales y sus vestidos de fantasía los que hacen la delicia de los hombres de todo París, que acuden al burdel que regenta atraídos por el aura de exotismo que desprende la madame. Adora los tacones altísimos y los accesorios tales como abanicos de plumas o joyas de sus admiradores, que exhibe sin ningún pudor para escándalo de las damas de la alta sociedad.
Descripción Psicológica
Es ante todo una mujer seductora y con un don innato para atraer a su lado a todas las personas que le gustan, a las que trata con cortesía y corrección no exenta de frialdad empresarial. Dentro de esa encantadora cabeza se esconde un cerebro calculador y práctico que hace que casi todo lo que emprende se convierta irremediablemente en un éxito. Tiene pocos amigos de verdad, alguna de sus chicas y un par de personas de las altas esferas con las que empezó a verse por asuntos de negocios y que finalmente ha acabado aceptando en su círculo íntimo como confidentes indispensables. Agathe no es una mujer despiadada ni tiránica con las muchachas de su burdel, más bien lo contrario: se indigna si se las trata mal, les proporciona toda clase de comodidades y se asegura de que la lealtad que le profesan sea sincera. Dentro del local su palabra es ley y todo el mundo lo sabe.
Cuando no se trata de negocios, sin embargo, su talante es el de una chica divertida y algo alocada que no teme llamar la atención. Vive para el espectáculo, cada uno de sus gestos y palabras están encaminadas a atraer publicidad y adora rodearse de compañías importantes. Le gusta ganar dinero y todavía más gastarlo, pero tiene un fondo de emergencia por si las cosas se tuercen. Su inteligencia y personalidad camaleónica hacen que su presencia sea frecuentemente requerida en reuniones y fiestas de la clase alta, donde se pavonea en su salsa y disfruta jugando como lo que es: una cortesana.
Historia
Nació en Dijon, la ciudad de la mostaza picante, hija de una doncella llamada Marie Angelique a la que su señor dejó embarazada para luego desentenderse de la criatura. Marie tras muchos ruegos consiguió que el hacendado dejara a la niña vivir en la casa, siempre y cuando se pusiera a trabajar limpiando cuando cumpliera la edad suficiente para sostener un estropajo. Agathe se negó. Su temperamento rebelde y los frecuentes problemas que ocasionaba hicieron que el señor acabara hartándose de su presencia y utilizándola como moneda de cambio en el casamiento muy ventajoso con un empresario de París, al que Agathe ni siquiera conoció hasta el día de la boda. Cuando abandonó Dijon vestida de blanco en dirección a la Iglesia fue la última vez que vio a su madre, de la que no supo nada más hasta que le fue comunicada su muerte por carta muchos años después.
Agathe y su marido, Gèrard Martell, se instalaron prontamente en un caserón con jardín próximo al Sena, desde donde el magnate controlaba su imperio de venta de cerillas que marchaba asombrosamente bien. No obstante pronto fue evidente que era la reciente señora Martell quien controlaba las finanzas del esposo, mejorando todavía más la situación financiera de ambos y dando lugar a muchos rumores en la clase social donde se movían. Hacían chistes a costa de Gèrard, bromas sobre cómo su mujer llevaba los pantalones en la casa y a él no le permitía tocar ni un franco. Una noche el empresario, irritado por tales comentarios, exigió a Agathe que se limitara a ser una simple ama de casa dócil y sumisa como debería ser. Ella se negó y Gèrard le asestó un golpe que la tiró al suelo.
Los sucesos que acaecieron a continuación nunca fueron esclarecidos, pero Gèrard Martell murió en circunstancias sospechosas y se extendió el rumor de que la joven viuda había tenido mucho que ver. Lejos de dejar que eso la acongojara, Agathe cobró su escasa herencia – que no ascendía a mucho puesto que la mayoría del patrimonio de Gèrard fue a parar a su hermano varón, exiliado en Inglaterra – y abrió un burdel. Las malas lenguas desataron muchas habladurías sobre las mujeres de moral distraída y el escándalo que representaban, pero pronto la gente se cansó de hablar y buscó cosas más interesantes que hacer. El pequeño negocio de Agathe Martell fue creciendo gracias a las ideas de aquella mujer que pronto revolucionó París con su corte de muchachas. Ya nadie recuerda a Gèrard ni se pregunta por el misterio de su muerte: Agathe es una personalidad reconocida por sí sola y muy pocos saben que alguna vez estuvo casada.
Datos Extra
A pesar de regentar el burdel pocas veces ofrece personalmente sus servicios. Únicamente se vende en casos contados, cuando el cliente le interesa especialmente por la paga que ofrece o por circunstancias personales.
Especie: Humana
Tipo y Nivel Social: Clase media
Lugar de Origen: Dijon (Francia)
Descripcion Física
Es una mujer que sabe explotar al máximo sus encantos, pese a carecer de ellos en un sentido objetivo de la palabra. No es muy alta, ni tiene el cabello rubio, ni los ojos azules, ni destacaría especialmente si se la viera sin maquillaje y en camisón. Sin embargo Agathe jamás sale de sus aposentos sin haberse aplicado una generosa capa de polvos que la hacen parecer pálida como una muñeca de porcelana. Se pinta los ojos con carboncillo oscuro, se riza cuidadosamente las pestañas, es amiga inseparable de su barra de carmín rojo y luce una melena a la altura de los hombros de un tono negro azabache que resalta los rasgos de su rostro, un óvalo perfecto al que sabe imprimir dulzura cuando la ocasión lo requiere.
Su cuerpo es de todo menos anodino: sus curvas ya de por sí generosas se ven acentuadas por el uso de corsés y otras prendas provocativas que insinuan sin enseñar. Son sus sombreros estrambóticos, sus escotes abismales y sus vestidos de fantasía los que hacen la delicia de los hombres de todo París, que acuden al burdel que regenta atraídos por el aura de exotismo que desprende la madame. Adora los tacones altísimos y los accesorios tales como abanicos de plumas o joyas de sus admiradores, que exhibe sin ningún pudor para escándalo de las damas de la alta sociedad.
Descripción Psicológica
Es ante todo una mujer seductora y con un don innato para atraer a su lado a todas las personas que le gustan, a las que trata con cortesía y corrección no exenta de frialdad empresarial. Dentro de esa encantadora cabeza se esconde un cerebro calculador y práctico que hace que casi todo lo que emprende se convierta irremediablemente en un éxito. Tiene pocos amigos de verdad, alguna de sus chicas y un par de personas de las altas esferas con las que empezó a verse por asuntos de negocios y que finalmente ha acabado aceptando en su círculo íntimo como confidentes indispensables. Agathe no es una mujer despiadada ni tiránica con las muchachas de su burdel, más bien lo contrario: se indigna si se las trata mal, les proporciona toda clase de comodidades y se asegura de que la lealtad que le profesan sea sincera. Dentro del local su palabra es ley y todo el mundo lo sabe.
Cuando no se trata de negocios, sin embargo, su talante es el de una chica divertida y algo alocada que no teme llamar la atención. Vive para el espectáculo, cada uno de sus gestos y palabras están encaminadas a atraer publicidad y adora rodearse de compañías importantes. Le gusta ganar dinero y todavía más gastarlo, pero tiene un fondo de emergencia por si las cosas se tuercen. Su inteligencia y personalidad camaleónica hacen que su presencia sea frecuentemente requerida en reuniones y fiestas de la clase alta, donde se pavonea en su salsa y disfruta jugando como lo que es: una cortesana.
Historia
Nació en Dijon, la ciudad de la mostaza picante, hija de una doncella llamada Marie Angelique a la que su señor dejó embarazada para luego desentenderse de la criatura. Marie tras muchos ruegos consiguió que el hacendado dejara a la niña vivir en la casa, siempre y cuando se pusiera a trabajar limpiando cuando cumpliera la edad suficiente para sostener un estropajo. Agathe se negó. Su temperamento rebelde y los frecuentes problemas que ocasionaba hicieron que el señor acabara hartándose de su presencia y utilizándola como moneda de cambio en el casamiento muy ventajoso con un empresario de París, al que Agathe ni siquiera conoció hasta el día de la boda. Cuando abandonó Dijon vestida de blanco en dirección a la Iglesia fue la última vez que vio a su madre, de la que no supo nada más hasta que le fue comunicada su muerte por carta muchos años después.
Agathe y su marido, Gèrard Martell, se instalaron prontamente en un caserón con jardín próximo al Sena, desde donde el magnate controlaba su imperio de venta de cerillas que marchaba asombrosamente bien. No obstante pronto fue evidente que era la reciente señora Martell quien controlaba las finanzas del esposo, mejorando todavía más la situación financiera de ambos y dando lugar a muchos rumores en la clase social donde se movían. Hacían chistes a costa de Gèrard, bromas sobre cómo su mujer llevaba los pantalones en la casa y a él no le permitía tocar ni un franco. Una noche el empresario, irritado por tales comentarios, exigió a Agathe que se limitara a ser una simple ama de casa dócil y sumisa como debería ser. Ella se negó y Gèrard le asestó un golpe que la tiró al suelo.
Los sucesos que acaecieron a continuación nunca fueron esclarecidos, pero Gèrard Martell murió en circunstancias sospechosas y se extendió el rumor de que la joven viuda había tenido mucho que ver. Lejos de dejar que eso la acongojara, Agathe cobró su escasa herencia – que no ascendía a mucho puesto que la mayoría del patrimonio de Gèrard fue a parar a su hermano varón, exiliado en Inglaterra – y abrió un burdel. Las malas lenguas desataron muchas habladurías sobre las mujeres de moral distraída y el escándalo que representaban, pero pronto la gente se cansó de hablar y buscó cosas más interesantes que hacer. El pequeño negocio de Agathe Martell fue creciendo gracias a las ideas de aquella mujer que pronto revolucionó París con su corte de muchachas. Ya nadie recuerda a Gèrard ni se pregunta por el misterio de su muerte: Agathe es una personalidad reconocida por sí sola y muy pocos saben que alguna vez estuvo casada.
Datos Extra
A pesar de regentar el burdel pocas veces ofrece personalmente sus servicios. Únicamente se vende en casos contados, cuando el cliente le interesa especialmente por la paga que ofrece o por circunstancias personales.
Última edición por Agathe Martell el Lun Jul 05, 2010 3:38 am, editado 1 vez
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Re: Agathe Martell
Ficha aceptada y nombre cambiado.
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Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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