AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La conspiración turbulenta
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Alicia Alarcón
Lola Johnson
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La conspiración turbulenta
Eran demonios del infierno que acechaban a cualquier humano que guardase poder con su título nobiliario. Eran criaturas sedientas de poder que avariciosas crearon un complejo donde se planeaba un gran ataque, una fuerte emboscada. Como doctora química de la Santa Inquisición debía poner remedio a esto con una nueva arma capaz de destruir las fuerzas sobrehumanas dejando tan sólo un cuerpo herido de formas irreconocibles e imposibles de identificar como animales. La llamada “reinserción" a la sociedad de dichos monstruos.
El sol empezaba a ponerse entre las grandes dunas de arena africana manchando el horizonte con sus destellos rojizos, pronto sería de noche y llegarían mis invitados. Esperaba tranquila en mi palacete, única propiedad propia, pues las de las ciudades eran cedidas siempre por la Santa Inquisición para mi trabajo. Había sido construido por esclavos negros de tribus saharauis apenas tres años atrás y se erguía en una plataforma de mármol blanco en mitad del desierto. Poseía todo lo que un palacete de ciudad ofrecía con la adición de un selvático jardín lleno de fuentes árabes que regaban cientos de plantas y flores. Era mi oasis personal del desierto donde pasaba las horas muertas en la magnífica piscina de desproporcionadas dimensiones y recibía a mis invitados en el salón principal repleto de lujosos tapices. La diferencia es que esta vez no era una fiesta, no eran motivos de placer los que me traía invitarlos, eran negocios sucios a escondidas de a Santa Inquisición y había elegido cuidadosamente a mis huéspedes de fin de semana, que estaban a punto de llegar.
Lola Johnson- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/12/2011
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Re: La conspiración turbulenta
Azuzó al caballo para que este acelerase el paso. Aún era algo pronto para el resto de invitados. Pero le gustaba ser puntual. Así veria y observaria como estaba todo y de este modo analizar las posibilidades. Por que ir a ciegas a un lugar era como ir a un campo de fusilamiento desarmada y dejar que te disparasen. Y no. si algo habia aprendido en todos estos años era que toda precaucion era poca.
Por esa misma razón habia venido en caballo y no en carruaje. Un carruaje hubiese llamado la atencion en el gran hotel. Y no estaba dispuesta a levantar sospechas. Preferia salir por mi cuenta en mi fiel caballo. Aquel que usaba para investigar y "limpiar". Así no tenia por más que dar explicaciones. Al fin vi el lugar de la reunion a lo lejos y fui aminorando la marcha del caballo hasta llegar a la puerta. Bajé de un agil salto colocando con tranquilidad bien la capucha de la capa en mi cabeza y la capa de modo que las armas quedasen ocultas. Palmee al caballo en silencio y miré a la casa.
Majestuosa. En verdad no tenia nada de relacion con la iglesia. Dejaba y cumplia algunas de sus misiones pero por el simple hecho de recibir informacion que podia serme util. Y esta era una de las tareas que debia cumplir a cambio. Habia dejado todo preparado en el hotel para mi ausencia.
Palmee de nuevo al caballo y permití que se quedase allí, luego si hiciese falta ya vendria a por las cosas. De momento el caballo las cuidaria. Tomé aire y subí las escaleras llamando a la puerta, esperando que algun sirviente me la abriese. Segun tendia entendido ya conocia a la persona que lo organizaba. Estaba ansiosa por descubrir si eso era cierto.
Por esa misma razón habia venido en caballo y no en carruaje. Un carruaje hubiese llamado la atencion en el gran hotel. Y no estaba dispuesta a levantar sospechas. Preferia salir por mi cuenta en mi fiel caballo. Aquel que usaba para investigar y "limpiar". Así no tenia por más que dar explicaciones. Al fin vi el lugar de la reunion a lo lejos y fui aminorando la marcha del caballo hasta llegar a la puerta. Bajé de un agil salto colocando con tranquilidad bien la capucha de la capa en mi cabeza y la capa de modo que las armas quedasen ocultas. Palmee al caballo en silencio y miré a la casa.
Majestuosa. En verdad no tenia nada de relacion con la iglesia. Dejaba y cumplia algunas de sus misiones pero por el simple hecho de recibir informacion que podia serme util. Y esta era una de las tareas que debia cumplir a cambio. Habia dejado todo preparado en el hotel para mi ausencia.
Palmee de nuevo al caballo y permití que se quedase allí, luego si hiciese falta ya vendria a por las cosas. De momento el caballo las cuidaria. Tomé aire y subí las escaleras llamando a la puerta, esperando que algun sirviente me la abriese. Segun tendia entendido ya conocia a la persona que lo organizaba. Estaba ansiosa por descubrir si eso era cierto.
Alicia Alarcón- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/11/2011
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Re: La conspiración turbulenta
Todo era tan distinto a como lo recordaba que resultaba frustrante. Las noches que antaño vi en el desierto africano durante mis viajes a la antigua Cartago las pase descansando de la dura jornada que suponía dirigir a los legionarios entre las dunas, las cuales aun aparecían blanquecinas y brillantes en mis recuerdo, al igual que aun permanecía la evocación del cálido sol africano, algo que debido a mi temperatura corporal deseaba sentir sobre la piel. Sin embargo, lo único que hallé junto a un mar de arena azulada por la luz de la luna, fue el descenso térmico típico de las noches de territorios poco húmedas.
Vestido como un tuareg y cubriendo mi rostro para procurar pasar desapercibido entre las gentes de la región mientras curioseaba por el mercado en busca de un vehículo con el que llegar hasta el lugar donde tendría “La Reunión”. Así pues, y aun que no sabía regatear, me hice con un camello a un buen precio, ya que al parecer sí que podía llegar a ser muy… persuasivo.
Cuarentaicinco minutos después me encontré frente a un majestuoso palacete que se alzaba con lucimiento en medio del desierto, destacando aun más por el edénico jardín que rodeaba la vivienda desentonando aun más con el resto del estéril paraje. Descendí de la bestia que me había servido como trasporte y la tome por las sogas para que caminase junto a mi mientras nos introducíamos en la zona verde, pues, ciertamente, sentía cierto apego por los animales como para dejarlos a merced de la noche y los seres que lo habitaban.
Selenicereus grandiflorus. Sí, aquello me entretuvo más de lo que pretendía, pero era curioso dar con uno en aquel lugar, ya no solo por tratase de un cactus de flores nocturnas, si no por ser autóctono de un habitad a miles de kilómetros. En fin, de no ser gracias al mamífero artiodáctilo que me acompañaba, el cual me distrajo cuando comenzó a devorar varias de las flores, no habría salido tan fácilmente de mi reflexión, así que, agradecí a la bestia con un gesto de aprecio palmeándole en el cuello mientras sonreía bajo la tela de la indumentaria que cubría mi cara y buscaba con la mirada un lugar donde amarrarlo dentro del recinto. Pero en fin, a falta de un agarre, deje a mi acompañante vagando libre por el jardín confiando en que su cena no fuese demasiado copiosa y dejase el jardín tan desértico como el exterior.
Una vez dentro sin tan siquiera haber pedido permiso -pues accedí desde una puerta trasera que muy probablemente perteneciese al servicio- camine mientras me desproveía de las telas que ocultaban mi rostro dejándolas colgar del cuello como si de un pañuelo se tratase, conduciendo mis pasos a través de un magnifico suelo de mármol que agudizaba y propagaba el sonido las pisadas, el cual ceso cuando me detuve al llegar a un salón lleno de tapices que, al igual que el cactus, se llevaron toda mi atención.
Vestido como un tuareg y cubriendo mi rostro para procurar pasar desapercibido entre las gentes de la región mientras curioseaba por el mercado en busca de un vehículo con el que llegar hasta el lugar donde tendría “La Reunión”. Así pues, y aun que no sabía regatear, me hice con un camello a un buen precio, ya que al parecer sí que podía llegar a ser muy… persuasivo.
Cuarentaicinco minutos después me encontré frente a un majestuoso palacete que se alzaba con lucimiento en medio del desierto, destacando aun más por el edénico jardín que rodeaba la vivienda desentonando aun más con el resto del estéril paraje. Descendí de la bestia que me había servido como trasporte y la tome por las sogas para que caminase junto a mi mientras nos introducíamos en la zona verde, pues, ciertamente, sentía cierto apego por los animales como para dejarlos a merced de la noche y los seres que lo habitaban.
Selenicereus grandiflorus. Sí, aquello me entretuvo más de lo que pretendía, pero era curioso dar con uno en aquel lugar, ya no solo por tratase de un cactus de flores nocturnas, si no por ser autóctono de un habitad a miles de kilómetros. En fin, de no ser gracias al mamífero artiodáctilo que me acompañaba, el cual me distrajo cuando comenzó a devorar varias de las flores, no habría salido tan fácilmente de mi reflexión, así que, agradecí a la bestia con un gesto de aprecio palmeándole en el cuello mientras sonreía bajo la tela de la indumentaria que cubría mi cara y buscaba con la mirada un lugar donde amarrarlo dentro del recinto. Pero en fin, a falta de un agarre, deje a mi acompañante vagando libre por el jardín confiando en que su cena no fuese demasiado copiosa y dejase el jardín tan desértico como el exterior.
Una vez dentro sin tan siquiera haber pedido permiso -pues accedí desde una puerta trasera que muy probablemente perteneciese al servicio- camine mientras me desproveía de las telas que ocultaban mi rostro dejándolas colgar del cuello como si de un pañuelo se tratase, conduciendo mis pasos a través de un magnifico suelo de mármol que agudizaba y propagaba el sonido las pisadas, el cual ceso cuando me detuve al llegar a un salón lleno de tapices que, al igual que el cactus, se llevaron toda mi atención.
Marcus Farrell- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/02/2012
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Re: La conspiración turbulenta
Estando en el mercado comprando mis adictivas provisiones ilegales pude ver cómo un hombre vestido con grandes telas de tuareg compraba un viejo camello a precio desorbitado. No debía ser de aquí puesto que esos camellos no hacen más que comer y gruñir, no valían apenas diez francos franceses. Me quedé observándole mientras desmenuzaba las hierbas de marihuana en mi mano y las removía en la pipa con un hierro ardiendo, preguntándome qué haría en un lugar tan apartado como éste. Fui arrastrado a la realidad por unos gritos árabes de un sirviente de piel quemada, que insistía en hacerme entrar en un carruaje demasiado lujoso para ser de por aquí y una carta, un pergamino donde había una invitación cordial al palacete de Lola Johnson. Estaba algo desorientado, pues conocía a Lola de tiempo atrás, cuando ella me perdonó el encarcelamiento a cambio de que trabajase como sirviente para ella y le suministrase droga gratis.
A la noche llegué a su majestuosa casa y vi ante mi sorpresa, el camello de aquel misterioso tuareg blanco comiendo las plantas de la Inquisidora, sin duda no le haría ninguna gracia. Conocía aquel lugar como la palma de mi mano pues trabajando allí como sirviente tuvimos Lola y yo mucha confianza, tanto es así que lo guardo y cuido mientras ella se ausenta por motivos de trabajo a la ciudad. Entré por la gran puerta de mármol blanco y me quité los zapatos llenos de arena para no manchar, apagué mi pipa y saludé inclinando la cabeza al misterioso hombre de mercado, que ahora estaba absorto en los tapices de la dueña.
A la noche llegué a su majestuosa casa y vi ante mi sorpresa, el camello de aquel misterioso tuareg blanco comiendo las plantas de la Inquisidora, sin duda no le haría ninguna gracia. Conocía aquel lugar como la palma de mi mano pues trabajando allí como sirviente tuvimos Lola y yo mucha confianza, tanto es así que lo guardo y cuido mientras ella se ausenta por motivos de trabajo a la ciudad. Entré por la gran puerta de mármol blanco y me quité los zapatos llenos de arena para no manchar, apagué mi pipa y saludé inclinando la cabeza al misterioso hombre de mercado, que ahora estaba absorto en los tapices de la dueña.
Adil Fadoul- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 26/02/2012
Re: La conspiración turbulenta
-Una noche más-
--Una noche menos--
-Que podemos hacer si no solo esperar…-
--esperar para qué? Porque no buscar algo que hacer además más tarde debo salir--
Y así comienza la noche entre discusiones de quien llevar el control del cuerpo pero algo era cierto esta vez debías llevarlo por completo pues la misión era completamente de él…era los inquisidores contra los sobrenaturales o al menos así te lo notificaron en esa carta que quemaste en la vela, porque podrían estar contra los sobrenaturales si también nosotros éramos sobrenaturales con dos almas en un mismo cuerpo
--Bien Die ya es hora a salir por las sombras de la luna a las sombras de la oscuridad y adentrarnos al lugar oscuro de la iglesia-
Una carcajada en la boca dejas escapar todo a modo de que de burla
-Te estas divirtiendo…que bien que lo hagas mientras yo me lo paso aquí encerrado-
--No te quejes tienes todo lo que cualquiera desearía--
Ruedo mis ojos y mejor me dispongo a quedarme en lo más profundo de la mente de nuestro cuerpo solo para observar todo lo que pretendes hacer…te pones el traje negro, la camisa negra, la corbata negra, los zapatos negros incluso creo…oh oh oh si…hasta eso negro…entonces será una reunión muy casual pero con las armas por delante pero porque tomas el revólver y lo guardas entre los bolsillos falsos de la chaqueta, tal vez solo sea la imaginación pero entonces será acaso por protección, protección de que o que, si somos sobrenaturales, ahora tomas el bastón oculto, muy precavido
--Hombre precavido para por dos, en este caso dos hombres precavidos valen por cuatro--
Otra carcajada te veo dejar salir haciendo que esta sea más grave puesto también va la mía…ya predispuesto nos ponemos en marcha caminas por la callejuelas sin saber ni mirar a nadie solo tratas de sentir lo que puede pasar alrededor teniendo tu mano empuñando el bastón…teníamos que llegar, tomar tu caballo que nunca descansa en los establos de nuestro hogar si no que lo mantienes a dos calles, montas en él y vas a todo galope para llegar al encuentro y como de costumbre a dos calles del lugar dejar al jamelgo para caminar, enciendes un cigarro y caminas…
-Qué? Este es el lugar y el anfritrión…donde está…¿por qué no está en la puerta?-
--Die eres ciego o eres bobo, no es anfitrión es anfitriona y ya la había visto por los pasillos de la santa iglesia, esta esperando a que todos lleguen…todos los más leales a la iglesia y desleales a la voluntad de la iglesia--
-Leales y desleales…mmm-
--Si, somos leales, somos inquisidores, pero somos desleales porque no queremos dañar vidas no humanas por deseos caprichosos, ya entiendes.--
-ahmmmm-
Sonreímos consumiendo el cigarro hasta llegar a la puerta del lugar, hasta mirar aquellos ventanales y hasta ver a nuestra anfitriona…pero quien más estaría dentro de esta reunión…aún no se divisaba a nadie…más que nosotros dos…
-Como siempre--
--Una noche menos--
-Que podemos hacer si no solo esperar…-
--esperar para qué? Porque no buscar algo que hacer además más tarde debo salir--
Y así comienza la noche entre discusiones de quien llevar el control del cuerpo pero algo era cierto esta vez debías llevarlo por completo pues la misión era completamente de él…era los inquisidores contra los sobrenaturales o al menos así te lo notificaron en esa carta que quemaste en la vela, porque podrían estar contra los sobrenaturales si también nosotros éramos sobrenaturales con dos almas en un mismo cuerpo
--Bien Die ya es hora a salir por las sombras de la luna a las sombras de la oscuridad y adentrarnos al lugar oscuro de la iglesia-
Una carcajada en la boca dejas escapar todo a modo de que de burla
-Te estas divirtiendo…que bien que lo hagas mientras yo me lo paso aquí encerrado-
--No te quejes tienes todo lo que cualquiera desearía--
Ruedo mis ojos y mejor me dispongo a quedarme en lo más profundo de la mente de nuestro cuerpo solo para observar todo lo que pretendes hacer…te pones el traje negro, la camisa negra, la corbata negra, los zapatos negros incluso creo…oh oh oh si…hasta eso negro…entonces será una reunión muy casual pero con las armas por delante pero porque tomas el revólver y lo guardas entre los bolsillos falsos de la chaqueta, tal vez solo sea la imaginación pero entonces será acaso por protección, protección de que o que, si somos sobrenaturales, ahora tomas el bastón oculto, muy precavido
--Hombre precavido para por dos, en este caso dos hombres precavidos valen por cuatro--
Otra carcajada te veo dejar salir haciendo que esta sea más grave puesto también va la mía…ya predispuesto nos ponemos en marcha caminas por la callejuelas sin saber ni mirar a nadie solo tratas de sentir lo que puede pasar alrededor teniendo tu mano empuñando el bastón…teníamos que llegar, tomar tu caballo que nunca descansa en los establos de nuestro hogar si no que lo mantienes a dos calles, montas en él y vas a todo galope para llegar al encuentro y como de costumbre a dos calles del lugar dejar al jamelgo para caminar, enciendes un cigarro y caminas…
-Qué? Este es el lugar y el anfritrión…donde está…¿por qué no está en la puerta?-
--Die eres ciego o eres bobo, no es anfitrión es anfitriona y ya la había visto por los pasillos de la santa iglesia, esta esperando a que todos lleguen…todos los más leales a la iglesia y desleales a la voluntad de la iglesia--
-Leales y desleales…mmm-
--Si, somos leales, somos inquisidores, pero somos desleales porque no queremos dañar vidas no humanas por deseos caprichosos, ya entiendes.--
-ahmmmm-
Sonreímos consumiendo el cigarro hasta llegar a la puerta del lugar, hasta mirar aquellos ventanales y hasta ver a nuestra anfitriona…pero quien más estaría dentro de esta reunión…aún no se divisaba a nadie…más que nosotros dos…
-Como siempre--
Diègue Theodor Döhler- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 09/11/2011
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Re: La conspiración turbulenta
Uno a uno habían ido llegando mis invitados al palacete de distintas maneras y por distintas entradas, pero una vez reunidos los saludé a todos y los invité al mejor vino de viñas españolas que había recibido. Por supuesto tenía reservas de sangre fresca para Marcus, un vampiro condenado con el que anteriormente había trabajado y había tenido tratos poco limpios, no era su primera vez en palacio e hice traer a una joven esclava de piel morena que semidesnuda se postró ante él ofreciéndole su cuello. Lo primero era darle a todos a bienvenida y presentarlos, pues tanta mezcla de razas era peligrosa si se mezclaba con la desconfianza.
-No debéis preocuparos por las personas que tenéis a vuestro lado, pues todas han sido invitadas con confianza. Por orden de llegada está Alicia, una letal cazadora de la Santa Inquisición; Marcus es vampiro condenado, si os lo preguntáis, es mucho recorrido juntos y puedo deciros que no hay problema con él. Tampoco creará peleas ése Licántropo vestido como un vagabundo de mirada penetrante, no os odia: está drogado. Por último pero no menos importante tenemos a… ¿Diègue o Theodor?
Esperé a ver sus reacciones y proseguí mi discurso mientras recorría el salón haciendo chocar mis tacones con el ajedrezado suelo de mármol. Me gustaba mucho hablar con prioridad y solía ser muy buena anfitriona, caminaba de un lado hacia otro explicando mi postura y el por qué la defendía, pues respecto a mis principios, mi elocuencia verbal era asombrosa aunque después dejase mucho que desear cuando trataba a criaturas. No había sido criada como una señorita a pesar de los duros colegios de la Iglesia donde crecí internada, más bien surgieron e efecto contrario en mi y me hicieron una persona malhablada, terca y con una gran falta de educación y respeto.
-Ya sea por cercanía al trabajo, grado de responsabilidad o tendencias espías, algunos ya sabéis que La Santa Inquisición está intentando crear una droga química letal para criaturas sobrehumanas pretendiendo arrebatarle sus sentidos extradesarrollados para bloquearlos y poder soltar a los individuos en cuestión entre la sociedad humana como sirvientes. Por supuesto, como Doctora jefa líder en bioquímica genética, he sido yo escogida para liderar el equipo de profesionales que la llevarán a cabo, y no disgustada con esto me siento presionada por la carga cuantitativa del cruel proyecto. Estamos hablando de tres millones de francos invertidos en material más la comisión que generaría dicho químico por cada criatura bloqueada. Y soy yo la primera persona que quiere frenar el proyecto, la máxima beneficiaria. Me opongo férreamente a esto y os he llamado concretamente a cada uno de los que estáis aquí porque sé que compartiréis mi opinión de la inmoralidad del encargo. Es ahora cuando os digo que necesito vuestra ayuda. Cada domingo a las once de la noche seréis acogidos en el palacete para seguir con nuestro ataque, si alguno viene de muy lejos y desea quedarse, hay estancia ilimitada y una habitación como mínimo para cada huésped. Serán tratados con honor mientras cumplan sus funciones.
Mi mirada recorrió la sala clavándose uno a uno en aquellas personas que tenía delante. Echaba en falta algunas que parecía no haberse querido presentar y eso hacía que me enfadase. Quizás debía mandar a algún esclavo fuerte o incluso a Adil a que hablasen con ellos, pues no podía dejar cabos sueltos en este asunto de máximo secreto.
-No debéis preocuparos por las personas que tenéis a vuestro lado, pues todas han sido invitadas con confianza. Por orden de llegada está Alicia, una letal cazadora de la Santa Inquisición; Marcus es vampiro condenado, si os lo preguntáis, es mucho recorrido juntos y puedo deciros que no hay problema con él. Tampoco creará peleas ése Licántropo vestido como un vagabundo de mirada penetrante, no os odia: está drogado. Por último pero no menos importante tenemos a… ¿Diègue o Theodor?
Esperé a ver sus reacciones y proseguí mi discurso mientras recorría el salón haciendo chocar mis tacones con el ajedrezado suelo de mármol. Me gustaba mucho hablar con prioridad y solía ser muy buena anfitriona, caminaba de un lado hacia otro explicando mi postura y el por qué la defendía, pues respecto a mis principios, mi elocuencia verbal era asombrosa aunque después dejase mucho que desear cuando trataba a criaturas. No había sido criada como una señorita a pesar de los duros colegios de la Iglesia donde crecí internada, más bien surgieron e efecto contrario en mi y me hicieron una persona malhablada, terca y con una gran falta de educación y respeto.
-Ya sea por cercanía al trabajo, grado de responsabilidad o tendencias espías, algunos ya sabéis que La Santa Inquisición está intentando crear una droga química letal para criaturas sobrehumanas pretendiendo arrebatarle sus sentidos extradesarrollados para bloquearlos y poder soltar a los individuos en cuestión entre la sociedad humana como sirvientes. Por supuesto, como Doctora jefa líder en bioquímica genética, he sido yo escogida para liderar el equipo de profesionales que la llevarán a cabo, y no disgustada con esto me siento presionada por la carga cuantitativa del cruel proyecto. Estamos hablando de tres millones de francos invertidos en material más la comisión que generaría dicho químico por cada criatura bloqueada. Y soy yo la primera persona que quiere frenar el proyecto, la máxima beneficiaria. Me opongo férreamente a esto y os he llamado concretamente a cada uno de los que estáis aquí porque sé que compartiréis mi opinión de la inmoralidad del encargo. Es ahora cuando os digo que necesito vuestra ayuda. Cada domingo a las once de la noche seréis acogidos en el palacete para seguir con nuestro ataque, si alguno viene de muy lejos y desea quedarse, hay estancia ilimitada y una habitación como mínimo para cada huésped. Serán tratados con honor mientras cumplan sus funciones.
Mi mirada recorrió la sala clavándose uno a uno en aquellas personas que tenía delante. Echaba en falta algunas que parecía no haberse querido presentar y eso hacía que me enfadase. Quizás debía mandar a algún esclavo fuerte o incluso a Adil a que hablasen con ellos, pues no podía dejar cabos sueltos en este asunto de máximo secreto.
Lola Johnson- Inquisidor Clase Alta
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Re: La conspiración turbulenta
Las malas lenguas habían dejado escapar el rumor de que un químico sería capaz de librar las totes de aquellos que como él destacaban gracias a sus dones de la tumultuosa y vulgar sociedad, a lo que no pudo si no responder de otra forma. – Gilipolleces. – ¿Qué sustancia podía ser capaz de tal proeza? Verdaderamente la iglesia se tenía en demasiada alta estima. Eso, o sus pretensiones eran las de infundir en ellos el temor para convertirlos en pobres sumisos, autómatas y descerebradas almas prisioneras en un cuerpo mediocre sin ninguna virtud salvo la de golpear su pecho en un rezo para librarse de sus pecados antes los ojos de un supuesto dios. – Patético. – Musito, pero allí estaba él, merodeando los alrededores de la mansión a la que tendría lugar la supuesta conspiración de la que había tenido conocimiento a trabes de los rumores. Solo había una pega, y es que sin invitación, era obvio que no podía darse la comodidad de entrar por las buenas tan campantemente por la puerta principal, por lo que debía idear alguna otra forma en la que lograr acceder al interior sin parecer lo que realmente era, la victima de un bisbiseo escuchado en pleno coloquio ajeno.
-Minutos más tarde-
– Sin ninguna pretensión por ofenderla señorita, pero… – con las manos unidas a su espalda avanzo sus pasos firmemente por la sala donde todos se reunían sin aparentar ninguna incomodidad por carecer de invitación – ¿realmente cree en la efectividad de tan fastuosa droga? – Señalizo al hombre de fusco aspecto – Ese licántropo de ahí mucho me temo que dado el acostumbramiento al que su cuerpo ha sido sometido ignoraría los efectos de la santa sustancia sin mayores efectos de los que un vaso de agua podría ocasionarle a su organismo. – Camino hacia la carnal carcasa que acogía dos almas. – ¿Y qué decir de los señores Döhler? Aun que lograse noquear a uno de ellos el otro tomaría en relevo el cuerpo, pues sus dones viene del alma. Sana una de ella es suficiente como para convocar una defensa mientras espera a que su otro yo recupere las facultades. – Gesticulo a continuación haciendo un movimiento de cabeza hacia el Nosferatu – Sobre el vampiro en cambio me pregunto si habrá en el algún ápice de sangre que canalice a todos sus órganos, fibras y músculos el ladino coctel. – Prolongo su caminar hasta convertirse en el reflejo de la anfitriona.– Obviamente todo esto siempre y cuando hallasen una forma de lograr administrar el susodicho compuesto, pues dudo mucho que se presten voluntarios con sus brazos o… – miro de soslayo al lupino – patas expuestos a recibir un pinchazo que les prive de semejantes capacidades ¿o a caso usted lo haría? – Giro levemente sobre sus talones mirando hacia la única humana en tan hostil territorio para ella, pese a las tranquilizadoras palabras de la dueña del lugar. – Siento no haber hecho ninguna mención sobre su persona señorita, pero usted ahora mismo es la única que vería su integridad libre de tal experimento. – Reto la vista al frente musitando – Siempre y cuando el señor de los colmillos largos no sienta ninguna extraña tentativa.
Si, finalmente había accedido tras la mala praxis de de quien había recibido al último invitado, habiendo dejado la puerta principal abierta se permitió acceder como si tal cosa para escuchar -de mala forma- aquella charla sobre el voraz elíxir que devoraría las habilidades de todos aquellos que presentaran alguna rareza sobrehumana, y aun que sabía que debía haber guardado silencio, la rabia de tales pretensiones termino por empujarlo a dar aquel desafortunado paso al frente que revelaría junto a su discurso la presencia de su persona.
-Minutos más tarde-
– Sin ninguna pretensión por ofenderla señorita, pero… – con las manos unidas a su espalda avanzo sus pasos firmemente por la sala donde todos se reunían sin aparentar ninguna incomodidad por carecer de invitación – ¿realmente cree en la efectividad de tan fastuosa droga? – Señalizo al hombre de fusco aspecto – Ese licántropo de ahí mucho me temo que dado el acostumbramiento al que su cuerpo ha sido sometido ignoraría los efectos de la santa sustancia sin mayores efectos de los que un vaso de agua podría ocasionarle a su organismo. – Camino hacia la carnal carcasa que acogía dos almas. – ¿Y qué decir de los señores Döhler? Aun que lograse noquear a uno de ellos el otro tomaría en relevo el cuerpo, pues sus dones viene del alma. Sana una de ella es suficiente como para convocar una defensa mientras espera a que su otro yo recupere las facultades. – Gesticulo a continuación haciendo un movimiento de cabeza hacia el Nosferatu – Sobre el vampiro en cambio me pregunto si habrá en el algún ápice de sangre que canalice a todos sus órganos, fibras y músculos el ladino coctel. – Prolongo su caminar hasta convertirse en el reflejo de la anfitriona.– Obviamente todo esto siempre y cuando hallasen una forma de lograr administrar el susodicho compuesto, pues dudo mucho que se presten voluntarios con sus brazos o… – miro de soslayo al lupino – patas expuestos a recibir un pinchazo que les prive de semejantes capacidades ¿o a caso usted lo haría? – Giro levemente sobre sus talones mirando hacia la única humana en tan hostil territorio para ella, pese a las tranquilizadoras palabras de la dueña del lugar. – Siento no haber hecho ninguna mención sobre su persona señorita, pero usted ahora mismo es la única que vería su integridad libre de tal experimento. – Reto la vista al frente musitando – Siempre y cuando el señor de los colmillos largos no sienta ninguna extraña tentativa.
Si, finalmente había accedido tras la mala praxis de de quien había recibido al último invitado, habiendo dejado la puerta principal abierta se permitió acceder como si tal cosa para escuchar -de mala forma- aquella charla sobre el voraz elíxir que devoraría las habilidades de todos aquellos que presentaran alguna rareza sobrehumana, y aun que sabía que debía haber guardado silencio, la rabia de tales pretensiones termino por empujarlo a dar aquel desafortunado paso al frente que revelaría junto a su discurso la presencia de su persona.
Hank L. Krauser- Hechicero Clase Alta
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