AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Conspiración, pólvora y traición.// Joe Black
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Conspiración, pólvora y traición.// Joe Black
"Recuerden, recuerden, el 5 de noviembre.
Conspiración, pólvora y traición.
No veo la demora y siempre es la hora
para evocarla sin dilación".
Conspiración, pólvora y traición.
No veo la demora y siempre es la hora
para evocarla sin dilación".
En 1605 un grupo de católicos conspiraba contra el rey Jacobo I de Inglaterra tratando de volar el Parlamento or los aires, pero una denuncia anónima hizo que capturasen a Guy Fawkes con las manos en el pastel y no llegó a suceder. Desde entonces cada 5 de noviembre se celebraba un espaectáculo de fuegos artificiales sobre las casas del Parlamento en la ribera del Támesis.
Había visto mil veces la película V de Vendetta, un canto a la libertad y a los ideales; en las horas tediosas en las que no podía salir de la mansión Black, ya que Joe no se lo permitía, maquinaba un espectáculo digno de un film de Hollywood. Le pidió al vampiro fondos para realizar una fiesta, pero no le dijo los detalles. Sería una fiesta, una enorme y muy divertida, pero no como el Black entendía. No sería una recepción con baile, ni una noche de lujuria desmedida y perversión, algo que al parecer le gustaba al cainita y que ella no pensaba juzgar. Conforma más conocía sobre el mundo sobrenatural, más claro tenía que debería afilar sus instintos de supervivencia y su capacidad de infiltración, de camuflaje con el entorno.
Consiguió hacer negocios con un vendedor de pólvora del mercado negro. Cuando Joe salía a sus insulsas o pervertidas fiestas, ella aprovechaba para escabullirse hasta los proveedores y armar el plan. Sin saber bien cómo, podía fabricar una bomba, munición y hasta un detonador remoto con un viejo reloj de bolsillo que le "tomó prestado" a su "amado tio". Se sentó en el tocador y utilizó las pequeñas pinzas, los alfileres y algunas herramientas que había fabricado con lo que encontraba por la mansión o pedía que le comprasen, y terminó su componente final.
Posiblemente el vampiro ardiese en cólera cuando estuviera todo hecho, pero no pensaba en él, sólo pensaba en hacer algo grande, allí todos se reunían y charlaban, se producían encuentros en la oscuridad, pero todo seguía igual que siempre excepto por algunos altercados de neófitos y cazadores. ¿No querían un guerra? ella les daría el disparo de inicio. Colocó el detonador en el bolsillo de sus enaguas y fue a buscar a Nihm. Joe estaba en una de sus fiestecitas pervertidas donde se producían orgías,tríos y todo tipo de guarradas pornográficas...definitivamente necesitaban ya internet y Xvideos, era mucho más cómodo y pillabas menos ladillas.
Para que no dijera que no lo avisaba, mandó una nota con un criado citándolo a las doce de la noche en la azotea de la Opera Garnier, esa noche se daba un recital de Tchaikovsky, coronando el final de la sesión con la Obertura 1812, sería una rúbrica redonda. La niña se encontraba en el cuarto dibujando, a Dios gracias que no se la llevaba a sus devaneos nocturnos de mal gusto.
— Nihm...ponte los zapatos. Vamos a un sitio. Ya sé lo que dijo Joe, pero tranquila, él también estará, le he mandado recado para que se reúna con nosotras.
Podrían haber subido al carruaje vestidas de altas damas, exhibiéndose como pavos reales, pero habrían llamado demasiado la atención. Por el contrario, escondió la melena plateada de la niña bajo una capucha y ella misma se vistió con pantalones, se ciñó las armas que había conseguido reunir y se escabulleron por los callejones hasta llegar a la Ópera, donde se colaron por los pasillos interiores hasta llegar a la terraza. Joe no tardaría en llegar. Isadora se sentó sobre una de las barandillas de piedra, una balaustrada con algunas estatuas, con los pies colgando hacia el vacío, mirando hacia los tejados con cierta chispa indescibrable en sus pupilas. Quizás a fin de cuentas sí tuviera una vena de locura, un ápice de temeridad para hacer lo que iba a hacer.
Maya Rivers- Humano Clase Baja
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 17/06/2018
Re: Conspiración, pólvora y traición.// Joe Black
La pequeña estaba pintando con los dedos en su cuarto, haciendo un dibujo de Joe y ella en el circo gitano, jugando con un oso y un tigre, cuando alguien llamó a la puerta. Alzó la cabeza y se apartó el pelo de la cara a soplidos, porque tenía las manos todas manchadas. Vio asomarse a Isadora y le sonrió ampliamente. -¡Hola, Isa! ¿Quieres pintar conmigo?- Le preguntó, antes de que esta le dijera que se calzara para salir. Creyó sus palabras cuando le aseguró que tenían permiso de su padre, porque ¿para qué le iba a mentir? Nihm era una niña crédula y buena, era incapaz de desconfiar de nadie, menos aún de alguien que convivía con ella y con la que jugaba muchas veces. -¡Voy!- Respondió animadamente, antes de levantarse haciendo malabarismos para no tocar nada con los dedos y fue corriendo a lavarse bien antes de ponerse los zapatos y reunirse con la mujer del futuro.
A la pequeña no le gustaba quedarse sola, así que agradecía que ahora estuviera Isadora en casa para hacerle compañía. Joe y Danerys salían muchas veces y como la niña estaba acostumbrada a hacer vida nocturna y dormir de día, igual que el cainita, pues notaba cuando no estaba y le echaba en falta. Ahora, al menos, tenía alguien con quien hablar y pasar el tiempo, así que se le hacían más amenos aquellos momentos.
Caminaron juntas de la mano en dirección a la Ópera, reconoció el edificio porque en un par de ocasiones había acudido allí con el vampiro a ver algunas obras. Le gustaba el teatro y el canto y allí se combinaban ambas cosas, así que lo disfrutaba y siempre aplaudía con mucho entusiasmo. Lo que no entendió fue porque subían al tejado en vez de dirigirse a la puerta de entrada. Miró a su acompañante y le dio un par de suaves tirones de la manga cuando ésta se sentaba al borde, cose que a la chiquilla le daba miedo y por eso no la imitó en el acto. -¿Por qué estamos aquí arriba?- Inquirió, ladeando un poco la cabeza con el rostro teñido de confusión y curiosidad a partes iguales.
A la pequeña no le gustaba quedarse sola, así que agradecía que ahora estuviera Isadora en casa para hacerle compañía. Joe y Danerys salían muchas veces y como la niña estaba acostumbrada a hacer vida nocturna y dormir de día, igual que el cainita, pues notaba cuando no estaba y le echaba en falta. Ahora, al menos, tenía alguien con quien hablar y pasar el tiempo, así que se le hacían más amenos aquellos momentos.
Caminaron juntas de la mano en dirección a la Ópera, reconoció el edificio porque en un par de ocasiones había acudido allí con el vampiro a ver algunas obras. Le gustaba el teatro y el canto y allí se combinaban ambas cosas, así que lo disfrutaba y siempre aplaudía con mucho entusiasmo. Lo que no entendió fue porque subían al tejado en vez de dirigirse a la puerta de entrada. Miró a su acompañante y le dio un par de suaves tirones de la manga cuando ésta se sentaba al borde, cose que a la chiquilla le daba miedo y por eso no la imitó en el acto. -¿Por qué estamos aquí arriba?- Inquirió, ladeando un poco la cabeza con el rostro teñido de confusión y curiosidad a partes iguales.
Nymeria Blackborn- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 21/06/2018
Re: Conspiración, pólvora y traición.// Joe Black
Una noche mas de perversión, mi inmortalidad me había convertido en un ser necesitado de llevar el sexo a un peligroso extremo pues pocas veces me resultaban nuevas en esos términos. Dan vestía un precioso vestido negro trasparente que mostraba delante de los enmascarados invitados, si por algo destacaban estas fiestas era por el anonimato, nadie hacía preguntas ni buscaba respuestas y todo lo acordado estaba permitido.
Lo estábamos pasando bien cunado una de mis mozos llegó a la fiesta con una misiva y con el rostro desencajado, tardó en dar conmigo, era una muchacho joven, su mirada delató aquello que por su cabeza pasaba y eso me llevó a ladear la sonrisa, gesto que se apagó en cuanto leí que Isa había abandonado la estancia con mi hija y que me citaba en la opera, en la terraza, no sabía que tipo de atrocidad o de locura le había pasado por la retorcida mente de Isa, pero si Nym sufría algún tipo de daño le arrancaría la cabeza de cuajo.
Mis ojos rojos como el fuego delataron la ira que tensaba cada musculo de mi cuerpo, besé la mejilla de Dan tratando de guardar una calma que ni de lejos ostentaba y pedí al mozo que acompañara a mi prometida a casa.
El cochero esperaba fuera, así que me aseguraría que llegara a casa ilesa.
Con la velocidad sobrenatural de la que hacía gala mi condición me deslicé por los callejones con presteza plantándome frente a la opera en un tiempo récord.
Me adentré entre sus pasillos sin detenerme a entablar palabra ocn ninguno de esos aristócratas, en el bolsillo de mi chaqué la mascara que antes me había ocultado en la fiesta y sobre mi rostro una bien distinta.
Al llegar a la terraza las vi a ambas sentadas al filo de la baranda, apreté la mandíbula emitiendo un rugido que retumbó en la noche estrellada.
-Nym ven -pedí no queriendo moverme para que Isa no la empujara, yo era inmortal pero la niña solo una humana a la que con suma facilidad podía matar.
Nunca confiaba en nada ni en nadie, puede que Isa no quisiera darle muerte, pero había cientos de vampiros que con gusto la usarían en mi contra, no era seguro sacarla de casa sin ningún tipo de vigilancia, pero Isa hacía las cosas y después preguntaba.
Me relamí los labios sintiendo el sabor a alcohol.
-Nym, ven conmigo, despacio.
Lo estábamos pasando bien cunado una de mis mozos llegó a la fiesta con una misiva y con el rostro desencajado, tardó en dar conmigo, era una muchacho joven, su mirada delató aquello que por su cabeza pasaba y eso me llevó a ladear la sonrisa, gesto que se apagó en cuanto leí que Isa había abandonado la estancia con mi hija y que me citaba en la opera, en la terraza, no sabía que tipo de atrocidad o de locura le había pasado por la retorcida mente de Isa, pero si Nym sufría algún tipo de daño le arrancaría la cabeza de cuajo.
Mis ojos rojos como el fuego delataron la ira que tensaba cada musculo de mi cuerpo, besé la mejilla de Dan tratando de guardar una calma que ni de lejos ostentaba y pedí al mozo que acompañara a mi prometida a casa.
El cochero esperaba fuera, así que me aseguraría que llegara a casa ilesa.
Con la velocidad sobrenatural de la que hacía gala mi condición me deslicé por los callejones con presteza plantándome frente a la opera en un tiempo récord.
Me adentré entre sus pasillos sin detenerme a entablar palabra ocn ninguno de esos aristócratas, en el bolsillo de mi chaqué la mascara que antes me había ocultado en la fiesta y sobre mi rostro una bien distinta.
Al llegar a la terraza las vi a ambas sentadas al filo de la baranda, apreté la mandíbula emitiendo un rugido que retumbó en la noche estrellada.
-Nym ven -pedí no queriendo moverme para que Isa no la empujara, yo era inmortal pero la niña solo una humana a la que con suma facilidad podía matar.
Nunca confiaba en nada ni en nadie, puede que Isa no quisiera darle muerte, pero había cientos de vampiros que con gusto la usarían en mi contra, no era seguro sacarla de casa sin ningún tipo de vigilancia, pero Isa hacía las cosas y después preguntaba.
Me relamí los labios sintiendo el sabor a alcohol.
-Nym, ven conmigo, despacio.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Conspiración, pólvora y traición.// Joe Black
La viajera del tiempo se acomodó sobre la baranda balanceando los pies sobre el vacío, desde allí la vista era espectacular: a su izquierda la plaza de la Vendôme, el tejado del museo de L'Orangerie y la explanada del Louvre. Al frente la estación de Saint Lazare con los nuevos trenes que poco a poco sustituirían a los caballos en aquella gran urbe en proceso de industrialización. A su derecha y sobre la colina, coronando la ciudad, la basílica del Sacre Coeur en Montmatre. París se rendía a la noche como una amante dispuesta, recibiéndola con luces y música. Giró la cabeza hacia Nihm, que era una niña buena y crédula, obediente y curiosa. Su enfermedad no le minaba esa mirada chispeante llena de vida como la que todos los niños debían tener, y de algún modo, ayudándola a salir de su mundo estático, se ayudaba a si misma, a la niña que quizás algún día fue pero no recordaba.
— Cuando llegue Joe os contaré una historia y quiero que disfrutéis de algo que he preparado. .— le guiñó el ojo a la pequeña y miró el horizonte a sabiendas de que el monstruo aparecería en breve. Y Voilá! allí estaba, vestido de chaqué.
— Hola querido tío.— saludó con cierta ironía.— perdona mis pintas y las de Nihm, no vamos tan elegantes como tú, pero era necesario para pasar desapercibidas.
La niña obedeció a Joe, como siempre solía hacer, pero no se encontraba en peligro, algo que de inmediato el paranoico vampiro se dio cuenta pero aún así, estaba segura que la volvería a agarrar por el cuello si no se apresuraba a explicarse.
— Antes de que me mates, me drenes, me arranques la cabeza o me empujes al vacío...déjame que haga lo que venía a hacer.— se levantó de la baranda, pero esta vez para subirse sobre ella, manteniendo el equilibrio. Era bastante gruesa asi que no había problema. Miró al cielo dejándose llevar por la música de la Ópera, era perfecta. Adoptó una pose algo teatral.— “Recuerden, recuerden, el 5 de noviembre. Conspiración, pólvora y traición. No veo la demora y siempre es la hora para evocarla sin dilación”. ¿Sabéis quién fue Guy Fawkes? fue un anarquista que intentó volar el parlamente Inglés bajo el mandato católico, fue apresado y jamás nadie supo de él..— Se dio la vuelta de nuevo y sacó del bolsillo un reloj al que abrió la tapa mirando la hora, faltaban apenas treinta segundos para las 12 de la noche. Miró de nuevo a Joe y a Nihm, tan desconcertados que no sabían que estaba haciendo la mujer del futuro.— en treinta segundos...os ofreceré un espectáculo digno de cambiar el rumbo de la historia. La anarquía lleva dos caras, creador y destructor, ambas. Así, los destructores derriban imperios, crean un lienzo limpio de escombros donde los creadores pueden construir otro mundo. Los escombros, una vez alcanzados, crean más ruinas. Esto... esto no es anarquía Joe, esto es caos.
Desplegó los brazos en cruz mirando al frente, sintiéndose la reina de la noche por ese momento. Las campanas de la basílica empezaron a sonar y la sonrisa de Isadora se ensanchó cuando un sonoro trueno restalló a varias manzanas. Un petardazo terrible que dio el pistoletazo de salida a un segundo y a un tercero. Las explosiones hicieron temblar el suelo y el cielo se llenó de humo y un fogonazo que pronto prendió en llamas todo alrededor. Había volado por los aires el sanatorio mental.
Tras las explosiones y los cascotes, un reguero de fuegos artificiales de colores surcaron el cielo mientras la música de Tchaikovsky se elevaba y terminaba la pieza con ese final magistral. Isa cerró los ojos sonriendo, casi colgando hacia el vacío con los brazos extendidos. La belleza del caos, de la destrucción y la guerra en pleno esplendor. Ese sanatorio estaba lleno de gente afligida, enferma, doliente, ese lugar hedía a muerte, a experimientos y a angustia, y lo había volado por los aires acabando con todo.
El cielo oscuro se tiñó de dorado por los fuegos, las sirenas pronto se hicieron patentes en las calles, todo el mundo corriendo, los bomberos tratando de apagarlo, caballos encabritados...La viajera bajó de la baranda con las pupilas dilatadas de la adrenalina, y se dirigió hacia el vampiro, podía matarla, sí, pero ya habría sembrado la semilla que venía a sembrar.
— Estás en una prisión, Joe. Naciste en una prisión. Has estado en una prisión tanto tiempo que ya no crees que exista un mundo exterior. Eso es porque tienes miedo, Joe. Tienes miedo porque puedes sentir la libertad que se cierne sobre ti. Tienes miedo porque la libertad es aterradora. No te alejes de ella, Joe.— Miró a Nihm, que debía pensar que estaba loca, probablemente no habría entendido nada de lo que había sucedido allí, pero ya se lo explicaría y si el vampiro la mataba, pues esperaba que se lo explicase él algun día.— Ama tu rabia Nihm, no tu jaula.
— Cuando llegue Joe os contaré una historia y quiero que disfrutéis de algo que he preparado. .— le guiñó el ojo a la pequeña y miró el horizonte a sabiendas de que el monstruo aparecería en breve. Y Voilá! allí estaba, vestido de chaqué.
— Hola querido tío.— saludó con cierta ironía.— perdona mis pintas y las de Nihm, no vamos tan elegantes como tú, pero era necesario para pasar desapercibidas.
La niña obedeció a Joe, como siempre solía hacer, pero no se encontraba en peligro, algo que de inmediato el paranoico vampiro se dio cuenta pero aún así, estaba segura que la volvería a agarrar por el cuello si no se apresuraba a explicarse.
— Antes de que me mates, me drenes, me arranques la cabeza o me empujes al vacío...déjame que haga lo que venía a hacer.— se levantó de la baranda, pero esta vez para subirse sobre ella, manteniendo el equilibrio. Era bastante gruesa asi que no había problema. Miró al cielo dejándose llevar por la música de la Ópera, era perfecta. Adoptó una pose algo teatral.— “Recuerden, recuerden, el 5 de noviembre. Conspiración, pólvora y traición. No veo la demora y siempre es la hora para evocarla sin dilación”. ¿Sabéis quién fue Guy Fawkes? fue un anarquista que intentó volar el parlamente Inglés bajo el mandato católico, fue apresado y jamás nadie supo de él..— Se dio la vuelta de nuevo y sacó del bolsillo un reloj al que abrió la tapa mirando la hora, faltaban apenas treinta segundos para las 12 de la noche. Miró de nuevo a Joe y a Nihm, tan desconcertados que no sabían que estaba haciendo la mujer del futuro.— en treinta segundos...os ofreceré un espectáculo digno de cambiar el rumbo de la historia. La anarquía lleva dos caras, creador y destructor, ambas. Así, los destructores derriban imperios, crean un lienzo limpio de escombros donde los creadores pueden construir otro mundo. Los escombros, una vez alcanzados, crean más ruinas. Esto... esto no es anarquía Joe, esto es caos.
Desplegó los brazos en cruz mirando al frente, sintiéndose la reina de la noche por ese momento. Las campanas de la basílica empezaron a sonar y la sonrisa de Isadora se ensanchó cuando un sonoro trueno restalló a varias manzanas. Un petardazo terrible que dio el pistoletazo de salida a un segundo y a un tercero. Las explosiones hicieron temblar el suelo y el cielo se llenó de humo y un fogonazo que pronto prendió en llamas todo alrededor. Había volado por los aires el sanatorio mental.
Tras las explosiones y los cascotes, un reguero de fuegos artificiales de colores surcaron el cielo mientras la música de Tchaikovsky se elevaba y terminaba la pieza con ese final magistral. Isa cerró los ojos sonriendo, casi colgando hacia el vacío con los brazos extendidos. La belleza del caos, de la destrucción y la guerra en pleno esplendor. Ese sanatorio estaba lleno de gente afligida, enferma, doliente, ese lugar hedía a muerte, a experimientos y a angustia, y lo había volado por los aires acabando con todo.
El cielo oscuro se tiñó de dorado por los fuegos, las sirenas pronto se hicieron patentes en las calles, todo el mundo corriendo, los bomberos tratando de apagarlo, caballos encabritados...La viajera bajó de la baranda con las pupilas dilatadas de la adrenalina, y se dirigió hacia el vampiro, podía matarla, sí, pero ya habría sembrado la semilla que venía a sembrar.
— Estás en una prisión, Joe. Naciste en una prisión. Has estado en una prisión tanto tiempo que ya no crees que exista un mundo exterior. Eso es porque tienes miedo, Joe. Tienes miedo porque puedes sentir la libertad que se cierne sobre ti. Tienes miedo porque la libertad es aterradora. No te alejes de ella, Joe.— Miró a Nihm, que debía pensar que estaba loca, probablemente no habría entendido nada de lo que había sucedido allí, pero ya se lo explicaría y si el vampiro la mataba, pues esperaba que se lo explicase él algun día.— Ama tu rabia Nihm, no tu jaula.
Maya Rivers- Humano Clase Baja
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 17/06/2018
Re: Conspiración, pólvora y traición.// Joe Black
Isa se mofó de la situación como siempre hacía, Tío, de serlo le daría unos azotes y no precisamente con la mano si no con fusta y látigo en mis mazmorras, admito que solo de imaginarlo me excitaba y el rojo matiz que tiñó mis ojos me delato. Por suerte había llegado a tiempo, Nym estaba ilesa y ahora corría para abrazarme con una amplia sonrisa. Deslicé mi diestra por su pelo claro escuchando que Isa tenía una sorpresa para los dos, ladeé la cabeza hundiendo mi mirada en la de mi “sobrina díscola”
-No sabías como llamar mi atención y has tenido que montar este circo para sacarme de una de mis fiestas? -pregunté observando su media sonrisa al alzarse sobre la baranda.
Mi gesto se tensó, apreté la mandíbula y extendí mi mano hacía ella.
-Baja -ordené con un breve imperativo que obtuvo como respuesta una magistral reverencia -baja o te aseguro que caerte del edificio será el mejor de tus males -la amenacé antes de que prosiguiera con su discurso.
Ladeé la cabeza escuchándola, no entendía a donde me iba a llevar conocer a ese tal Guy Fawkes
-Déjate de gilipolleces, baja o iré por ti.
Caos, destrucción, hablaba de cosas que no conocía como yo y sin embargo cuando el cielo se ilumino de colores con un repentino sonido atronador, mi mirada se elevó al cielo contemplando con una ladeada sonrisa el espectáculo, admito era bello, era distinto, pólvora combinada con...el hedor de la muerte porque mientras el firmamento se llenaba de luz, el sanatorio mental reventaba sin mas llevándose consigo todo detrás.
Silencio, uno de fascinación que ensanchó mi sonrisa mientras bajo los coches de policía se arremolinaban dispuestos a dar con el culpable de aquella masacre.
Caminé hacia Isa casi a la par que ella lo hacía hacia mi, nos detuvimos de frente, el silencio dio paso a sus airadas palabras mientras el pecho de ambos subía y bajaba.
-¿que te hace pensar que no soy libre Isa? Mirame, soy todo cuanto el resto ansia ser. Soy un Black, inmortal, rico, poderoso, tengo todo a mi alcance ¿que te hace pensar que no soy libre y que temo serlo Isa? Tu no me conoces -aseguré
La policía empezaba a colarse por los pasillos de la opera, haciendo sus premisas. Me asomé por la baranda, no la que daba a la calle principal si no a un callejón trasero al que solo se acedia desde la misma calle o con un salto imposible.
Tomé a Nym en brazos y le pedí hundiera su cabeza en mi cuello, prometí que nada le pasaría y que iba a ser divertido, tendí mi mano a Isa.
-¿Confiás en mi?
No esperé una respuesta en cuanto sus dedos afianzaron mi mano tiré de ella pegándola a mi cuerpo y sin mas salté al vació escuchando los gritos de ambas mujeres hasta que en décimas de segundos mis pies se posaron en el suelo amortiguando con mis rodillas el impacto.
Coloqué mi chaqueta sobre los hombros de Isa y mi brazo por su cintura y así salimos a la calle principal conversando entre risas como una pareja cualquiera que sale a pasear con su hija, sin despertar suspicacia alguna.
-No sabías como llamar mi atención y has tenido que montar este circo para sacarme de una de mis fiestas? -pregunté observando su media sonrisa al alzarse sobre la baranda.
Mi gesto se tensó, apreté la mandíbula y extendí mi mano hacía ella.
-Baja -ordené con un breve imperativo que obtuvo como respuesta una magistral reverencia -baja o te aseguro que caerte del edificio será el mejor de tus males -la amenacé antes de que prosiguiera con su discurso.
Ladeé la cabeza escuchándola, no entendía a donde me iba a llevar conocer a ese tal Guy Fawkes
-Déjate de gilipolleces, baja o iré por ti.
Caos, destrucción, hablaba de cosas que no conocía como yo y sin embargo cuando el cielo se ilumino de colores con un repentino sonido atronador, mi mirada se elevó al cielo contemplando con una ladeada sonrisa el espectáculo, admito era bello, era distinto, pólvora combinada con...el hedor de la muerte porque mientras el firmamento se llenaba de luz, el sanatorio mental reventaba sin mas llevándose consigo todo detrás.
Silencio, uno de fascinación que ensanchó mi sonrisa mientras bajo los coches de policía se arremolinaban dispuestos a dar con el culpable de aquella masacre.
Caminé hacia Isa casi a la par que ella lo hacía hacia mi, nos detuvimos de frente, el silencio dio paso a sus airadas palabras mientras el pecho de ambos subía y bajaba.
-¿que te hace pensar que no soy libre Isa? Mirame, soy todo cuanto el resto ansia ser. Soy un Black, inmortal, rico, poderoso, tengo todo a mi alcance ¿que te hace pensar que no soy libre y que temo serlo Isa? Tu no me conoces -aseguré
La policía empezaba a colarse por los pasillos de la opera, haciendo sus premisas. Me asomé por la baranda, no la que daba a la calle principal si no a un callejón trasero al que solo se acedia desde la misma calle o con un salto imposible.
Tomé a Nym en brazos y le pedí hundiera su cabeza en mi cuello, prometí que nada le pasaría y que iba a ser divertido, tendí mi mano a Isa.
-¿Confiás en mi?
No esperé una respuesta en cuanto sus dedos afianzaron mi mano tiré de ella pegándola a mi cuerpo y sin mas salté al vació escuchando los gritos de ambas mujeres hasta que en décimas de segundos mis pies se posaron en el suelo amortiguando con mis rodillas el impacto.
Coloqué mi chaqueta sobre los hombros de Isa y mi brazo por su cintura y así salimos a la calle principal conversando entre risas como una pareja cualquiera que sale a pasear con su hija, sin despertar suspicacia alguna.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Conspiración, pólvora y traición.// Joe Black
¿Que si confiaba en el? Por supuesto. Era fácil comprender a la muerte, la destrucción y el caos, porque sabía exactamente lo que podía esperar de eso. Donde no tenía tan claro el terreno que pisaba era cuando sentía que podía bajar la guardia, entonces estaba como un pez fuera del acuario.
Saltaron por la baranda sin sufrir daño alguno abandonando la Opera y regresando a lugar seguro, la mansión de Joe donde nadie entraba ni salía sin que el antiguo lo notase. Nihm aún sin comprender lo que había hecho Isa, había disfrutado de la belleza de la destrucción a ritmo de Tchaikovsky y fuegos artificiales. Para la viajera tenía un simbolismo especial, había dinamitado la carcel del alma, el lugar donde alguien le había arrebatado, o más bien intentando, su esencia, su persona, tanto en su tiempo como en este.
Además Joe la había amenazado varías veces con regresarla allí, con internarla para que hicieran puré su cerebro, ahora no había sanatorio al que llevarla, eso también era una provocación en cierta manera, además de una ofrenda. Porque podía haberlo hecho y luego desaparecer como una sombra, abandonar Paris, pero no fue así. Al contrario, había avisado a Joe para que acudiera y contemplase la destrucción de la que era capaz, tan sólo necesitaba que alguien comprendiese sus razones, esas que ella misma aún desconocía porque no recordaba su pasado. Tan solo se movía por impulsos, fuertemente arraigados, un instinto de supervivencia fuera de lo común.
La niña se fue a dormir y la viajera del tiempo se acomodó en la biblioteca donde se sirvió una copa, era un buen whisky añejo, los de las licoreras de Texas eran similares. ¿Texas? Acababa de recordar que había estado en ese estado. Miró el fuego con calma, lo que pasaba por aquella cabeza aún era un misterio, pero se sentía como una Diosa, habiendo completado una tarea divina de destruir para luego levantar y crear algo nuevo.
— compra las ruinas del sanatorio...erige un hotel, uno para tus neófitos, para los tuyos, para aquellos que necesitan guarecerse del sol. Todo ejército necesita de una base, aunque sea un ejército de tinieblas.
Pensaba como una militar de élite, era práctica, letal, eficaz, pero su mente había sufrido con la desmaterializacion en el viaje temporal, además de lo que ya sufrió en su tiempo tras Afganistán y el penal de maxima seguridad.
Acaricio su muñeca con los dedos, pasando los dedos por el tatuaje que revelaba su número de reclusa, estaba pensando a lo grande. No se iba a conformar con contemplar lo que hacían otros, tomaría parte en esa guerra, en esa destrucción en la que por suerte esta vez, estaba en el bando ganador, así lo sentía.
Saltaron por la baranda sin sufrir daño alguno abandonando la Opera y regresando a lugar seguro, la mansión de Joe donde nadie entraba ni salía sin que el antiguo lo notase. Nihm aún sin comprender lo que había hecho Isa, había disfrutado de la belleza de la destrucción a ritmo de Tchaikovsky y fuegos artificiales. Para la viajera tenía un simbolismo especial, había dinamitado la carcel del alma, el lugar donde alguien le había arrebatado, o más bien intentando, su esencia, su persona, tanto en su tiempo como en este.
Además Joe la había amenazado varías veces con regresarla allí, con internarla para que hicieran puré su cerebro, ahora no había sanatorio al que llevarla, eso también era una provocación en cierta manera, además de una ofrenda. Porque podía haberlo hecho y luego desaparecer como una sombra, abandonar Paris, pero no fue así. Al contrario, había avisado a Joe para que acudiera y contemplase la destrucción de la que era capaz, tan sólo necesitaba que alguien comprendiese sus razones, esas que ella misma aún desconocía porque no recordaba su pasado. Tan solo se movía por impulsos, fuertemente arraigados, un instinto de supervivencia fuera de lo común.
La niña se fue a dormir y la viajera del tiempo se acomodó en la biblioteca donde se sirvió una copa, era un buen whisky añejo, los de las licoreras de Texas eran similares. ¿Texas? Acababa de recordar que había estado en ese estado. Miró el fuego con calma, lo que pasaba por aquella cabeza aún era un misterio, pero se sentía como una Diosa, habiendo completado una tarea divina de destruir para luego levantar y crear algo nuevo.
— compra las ruinas del sanatorio...erige un hotel, uno para tus neófitos, para los tuyos, para aquellos que necesitan guarecerse del sol. Todo ejército necesita de una base, aunque sea un ejército de tinieblas.
Pensaba como una militar de élite, era práctica, letal, eficaz, pero su mente había sufrido con la desmaterializacion en el viaje temporal, además de lo que ya sufrió en su tiempo tras Afganistán y el penal de maxima seguridad.
Acaricio su muñeca con los dedos, pasando los dedos por el tatuaje que revelaba su número de reclusa, estaba pensando a lo grande. No se iba a conformar con contemplar lo que hacían otros, tomaría parte en esa guerra, en esa destrucción en la que por suerte esta vez, estaba en el bando ganador, así lo sentía.
Maya Rivers- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/06/2018
Re: Conspiración, pólvora y traición.// Joe Black
Una de las doncellas se llevó a Nym de la mano, la pequeña sonreía despidiéndose de nosotros mientras le contaba a su niñera algo sobre bombas y fuegos de artificio.
-Creo que eres una mala influencia para mi pequeña -apunté ladeando la sonrisa mientras me acercaba para servir un par de copas de Bourbon ofreciéndole una de ellas.
Mis ojos con un matiz rojizo se perdieron en las mismas llamas del infierno de mi chimenea, nunca entendí como los pardillos de los aldeanos veían mas placentero el cielo que el infierno, arpas de mierda rodeadas de nuvecitas y de brillos, por no hablar de las túnicas blancas ¿quien en su sano juicio preferiría eso comparado con las preciosas demonios de coños ardientes y vasos llenos de alcohol? bien puede que hubiera que arder un poco, pero...¿que era la vida sin algo intensidad entre las llamas?
Devolví mi atención a ella cuando me pidió que comprara las cenizas del manicomio, ladeé la sonrisa ante su petición para nada descabellada hundiendo ahora en ella mi mirada. La había subestimado, esa mujer no solo era el inicio de la guerra, esa mujer estaba dispuesta a tomar parte de ella, estaba a mi lado, podía verlo reflejado en su mirada, le gustaba esto, sentirse parte de ¿mi?
Apuré mi copa y caminé hasta ella, solo me detuve cuando apenas quedaba un paso de distancia entre nuestros cuerpos.
-Dame mas -pedí.
Pude ver la duda en su mirada, supongo se preguntaba ¿mas de que? ¿mas fuegos de artificio? ¿mas alcohol? ¿mas ideas?
Capaz de leer su mente entendí que no me temía, pero muchos eran los lazos que la ataban a ese mundo futuro del que poco conocía.
-Mas imágenes -pedí apartando su pelo del cuello para acercar contra su piel mis labios.
No necesitaba pedir permiso, ella era mía, solo que aun no lo sabia, era mi pequeña vidente.
Mis afilados colmillos emergieron antes de hundirlos en su yugular, cerré los ojos dejándome embriagar de aquello que quería saber, nuevas imágenes de otra era mientras apretaba su cuerpo contra el mio para que no escapara era una droga.
-Creo que eres una mala influencia para mi pequeña -apunté ladeando la sonrisa mientras me acercaba para servir un par de copas de Bourbon ofreciéndole una de ellas.
Mis ojos con un matiz rojizo se perdieron en las mismas llamas del infierno de mi chimenea, nunca entendí como los pardillos de los aldeanos veían mas placentero el cielo que el infierno, arpas de mierda rodeadas de nuvecitas y de brillos, por no hablar de las túnicas blancas ¿quien en su sano juicio preferiría eso comparado con las preciosas demonios de coños ardientes y vasos llenos de alcohol? bien puede que hubiera que arder un poco, pero...¿que era la vida sin algo intensidad entre las llamas?
Devolví mi atención a ella cuando me pidió que comprara las cenizas del manicomio, ladeé la sonrisa ante su petición para nada descabellada hundiendo ahora en ella mi mirada. La había subestimado, esa mujer no solo era el inicio de la guerra, esa mujer estaba dispuesta a tomar parte de ella, estaba a mi lado, podía verlo reflejado en su mirada, le gustaba esto, sentirse parte de ¿mi?
Apuré mi copa y caminé hasta ella, solo me detuve cuando apenas quedaba un paso de distancia entre nuestros cuerpos.
-Dame mas -pedí.
Pude ver la duda en su mirada, supongo se preguntaba ¿mas de que? ¿mas fuegos de artificio? ¿mas alcohol? ¿mas ideas?
Capaz de leer su mente entendí que no me temía, pero muchos eran los lazos que la ataban a ese mundo futuro del que poco conocía.
-Mas imágenes -pedí apartando su pelo del cuello para acercar contra su piel mis labios.
No necesitaba pedir permiso, ella era mía, solo que aun no lo sabia, era mi pequeña vidente.
Mis afilados colmillos emergieron antes de hundirlos en su yugular, cerré los ojos dejándome embriagar de aquello que quería saber, nuevas imágenes de otra era mientras apretaba su cuerpo contra el mio para que no escapara era una droga.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Conspiración, pólvora y traición.// Joe Black
Ni siquiera ella sabía lo que habría en su cabeza, para Isadora no existía "Maya" como la había llamado Monty, le resultaba una extraña desconocida sin cuerpo, rostro ni historia. Sus recuerdos estaban tejidos a retales de pequeñas cosas, sensaciones que evocaba con un color, un aroma o una melodía. Conocía su mundo, la cultura del siglo XXI, sus costumbres, ídolos y políticos, pero no tenía ni idea de quién era ella misma.
Cuando el cainita hundió los colmillos en su yugular cayó en el trance placentero que si bien duraba unos segundos, para Joe fueron horas, pues en su mente se descargaron días, meses de vivencias.
El primer recuerdo tenía un sabor propio: el de los Fruit Loops, los cereales con forma de aritos de colores tan típicos en la dieta americana de los niños del siglo moderno. Dulces, chispeantes y con ese regusto artificial de todas las cosas comestibles que tienen colores imposibles. La televisión escupía la melodía inconfundible de Los Simpson y en la caja tonta, unos dibujos animados que harían revolverse en su tumba a Rembrandt, parloteaban mientras se esparcía el aroma a café por la cocina. Un móvil sonando, una voz masculina contestando y de nuevo fundido a negro.
La siguiente imagen contenía los colores del invierno. Infinidad de luces Led encendidas y titilando ante sus ojos, la navidad en la cúspide del consumismo moderno, gente arriba y abajo con bolsas, hablando por sus terminales móviles, portando chaquetas y parkas de materiales modernos. Escalones que descienden al centro de la tierra, oscuros como una boca de lobo...mas nada más lejos. Bajo la ciudad hay otra ciudad, trenes y más personas, un músico tocando el saxo por una monedas, el metro de la ciudad anuncia la parada: próxima estación: quinta avenida. Al emerger del subterráneo una maravilla de la tecnología y la arquitectura moderna: una tienda con forma de cubo completamente transparente, a sus lados rascacielos que arañan las nubes, y en su interior más pantallitas de varios tamaños parpadeando en la noche fría. Sus pies le guía al interior del cubo, diáfano y lleno de claridad, símbolos de manzanas por todas partes, como en los móviles que lleva la gente pegada a sus orejas. Pide uno, se lo dan en una bolsa y no paga con monedas ni billetes, acerca una tarjeta de plástico a otro invento y el empleado le da las buenas tardes.
Se cierra el telón de la memoria y la siguiente imagen muestra un Central Park desierto, sólo los patinadores danzan sobre la superficie del lago helado, un enorme árbol decorado con luces brilla en el centro y frente a sus manos un chocolate caliente. Siente unas manos tocando sus ojos, tapándolos para darle la sorpresa y cuando se gira... el recuerdo se desvanece. Su cabeza parece empeñada en borrar rostros y nombres.
Cuando el cainita hundió los colmillos en su yugular cayó en el trance placentero que si bien duraba unos segundos, para Joe fueron horas, pues en su mente se descargaron días, meses de vivencias.
El primer recuerdo tenía un sabor propio: el de los Fruit Loops, los cereales con forma de aritos de colores tan típicos en la dieta americana de los niños del siglo moderno. Dulces, chispeantes y con ese regusto artificial de todas las cosas comestibles que tienen colores imposibles. La televisión escupía la melodía inconfundible de Los Simpson y en la caja tonta, unos dibujos animados que harían revolverse en su tumba a Rembrandt, parloteaban mientras se esparcía el aroma a café por la cocina. Un móvil sonando, una voz masculina contestando y de nuevo fundido a negro.
La siguiente imagen contenía los colores del invierno. Infinidad de luces Led encendidas y titilando ante sus ojos, la navidad en la cúspide del consumismo moderno, gente arriba y abajo con bolsas, hablando por sus terminales móviles, portando chaquetas y parkas de materiales modernos. Escalones que descienden al centro de la tierra, oscuros como una boca de lobo...mas nada más lejos. Bajo la ciudad hay otra ciudad, trenes y más personas, un músico tocando el saxo por una monedas, el metro de la ciudad anuncia la parada: próxima estación: quinta avenida. Al emerger del subterráneo una maravilla de la tecnología y la arquitectura moderna: una tienda con forma de cubo completamente transparente, a sus lados rascacielos que arañan las nubes, y en su interior más pantallitas de varios tamaños parpadeando en la noche fría. Sus pies le guía al interior del cubo, diáfano y lleno de claridad, símbolos de manzanas por todas partes, como en los móviles que lleva la gente pegada a sus orejas. Pide uno, se lo dan en una bolsa y no paga con monedas ni billetes, acerca una tarjeta de plástico a otro invento y el empleado le da las buenas tardes.
- el cubo:
Se cierra el telón de la memoria y la siguiente imagen muestra un Central Park desierto, sólo los patinadores danzan sobre la superficie del lago helado, un enorme árbol decorado con luces brilla en el centro y frente a sus manos un chocolate caliente. Siente unas manos tocando sus ojos, tapándolos para darle la sorpresa y cuando se gira... el recuerdo se desvanece. Su cabeza parece empeñada en borrar rostros y nombres.
Maya Rivers- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/06/2018
Re: Conspiración, pólvora y traición.// Joe Black
Una explosión de imágenes pasan ante mis ojos arrancándome un par de jadeos rápidos, la sensación de velocidad, de información incomprensible pero a la vez grandiosa y aquel modo de entender la existencia es nuevo. He visto caer babilonia y alzarse roma, construir castillos que fueron asediados y después derribados, había visto mucho y nada podía igualarse a aquellas edificaciones que rozaban el cielo.
Los humanos habían conseguido convertirse en seres superiores, la tecnología de la que disponían nos podía reducir a cenizas y al parecer nosotros ni siquiera existíamos en esa era, solo eramos leyendas que ya no asustaban ni a los infantes.
Aparté mis colmillos de su cuello, mi mirada se quedó perdida en algún punto de su rostro mientras sentía las gotas carmesí resbalar por mis labios.
Mi mente seguía divagando en aquel sabor a comida, uno distinto al ferroso que me daba la vida, en como la gente parecía esclava de un pequeño cuadrado metálico que llevaban a sus oídos y el ritmo frenético de las hormigas que por enormes ciudades pululaban, el futuro era ...complicado y sumamente atrayente.
Me relamí los labios regresando del trance que me otorgaba su sangre.
Tendrás esas tierras -sentencié sin mas antes de volver a interponer distancia, la necesaria para recuperar el vaso y volver a rellenarlo de bourbon.
Sabía que una parte de ella trataba de recordar, lo había visto en su mente, cuando conecte con sus recuerdos, lo único que ahora mismo podía arrancarla de mi lado era Monty, lo conocía de antaño y algo me decía que si había cruzado el tiempo para recuperarla era porque tenían un grado de intimidad alto.
Matarlo era una opción, la mas divertida pero podia serme útil para que otros vampiros pudieran ver lo que yo, controlarle la mente para mi era un juego de niños, podía controlarla a ambos, ella seria complaciente, haría todo cuanto yo le pidiera, sin embargo eso seguramente me aburriría y no me placería, esto de ser un caprichoso dios era complicado.
Ladeé la sonrisa dando un trago.
-Pronto amanecerá, es hora de retirarme ¿tienes pensado ir a alguna parte?
Los humanos habían conseguido convertirse en seres superiores, la tecnología de la que disponían nos podía reducir a cenizas y al parecer nosotros ni siquiera existíamos en esa era, solo eramos leyendas que ya no asustaban ni a los infantes.
Aparté mis colmillos de su cuello, mi mirada se quedó perdida en algún punto de su rostro mientras sentía las gotas carmesí resbalar por mis labios.
Mi mente seguía divagando en aquel sabor a comida, uno distinto al ferroso que me daba la vida, en como la gente parecía esclava de un pequeño cuadrado metálico que llevaban a sus oídos y el ritmo frenético de las hormigas que por enormes ciudades pululaban, el futuro era ...complicado y sumamente atrayente.
Me relamí los labios regresando del trance que me otorgaba su sangre.
Tendrás esas tierras -sentencié sin mas antes de volver a interponer distancia, la necesaria para recuperar el vaso y volver a rellenarlo de bourbon.
Sabía que una parte de ella trataba de recordar, lo había visto en su mente, cuando conecte con sus recuerdos, lo único que ahora mismo podía arrancarla de mi lado era Monty, lo conocía de antaño y algo me decía que si había cruzado el tiempo para recuperarla era porque tenían un grado de intimidad alto.
Matarlo era una opción, la mas divertida pero podia serme útil para que otros vampiros pudieran ver lo que yo, controlarle la mente para mi era un juego de niños, podía controlarla a ambos, ella seria complaciente, haría todo cuanto yo le pidiera, sin embargo eso seguramente me aburriría y no me placería, esto de ser un caprichoso dios era complicado.
Ladeé la sonrisa dando un trago.
-Pronto amanecerá, es hora de retirarme ¿tienes pensado ir a alguna parte?
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Conspiración, pólvora y traición.// Joe Black
¿A donde tenía pensado ir? Pues en principio sólo quería recuperar el equilibrio que le había arrebatado la mordida, que siempre le daba flojera en las extremidades. Por otro lado, su memoria había recuperado algunos recuerdos que al parecer luchaban por salir a flote, quizás fueran importantes, quizas no y solamente fueran retazos de una vida que había quedado atrás sin más. La cuestión era que no contaba con regresar a su época, ni siquiera lo había valorado porque allí seguramente le esperaba un mundo hostil, y no había mejor forma de esconderse de él que viajar en el tiempo. Fuera lo que fuese lo que hubiera hecho en su mundo, ahora no importaba, no era nadie, no había pasado ni crímenes contra ella.
Hacer saltar por los aires el sanatorio mental había sido liberador, había sido una declaración de intenciones: se declaraba rebelde, actuaría en pos del caos, de imponer sus propias reglas a un mundo que había tratado de imponérselas a ella. No aceptaba el cautiverio, ni la moralidad, ni las órdenes. Caos en estado puro, sin remordimientos ni fanatismos, solo por el puro placer de ser caos.
Sí, si que quería ir a un lugar. Tiró de Joe hacia el sofá donde se sentó con los ojos puestos en la lumbre que crepitaba, en sus ojos reflejaban las llamas de colores dorados cuando abrió los labios para decir esas palabras imitando el tono de una azafata de aerolíneas.
— señores pasajeros de vuelo con destino a 2018, abróchense los cinturones de seguridad, mantengan el asiento en posición vertical y la mesita plegada. Que tengan un buen viaje.
Se retiró el pelo del otro lado del cuello, tendría que ir despacio, porque si no la desangraría, quería enseñarle algo, una cosa que sobrevolvaba en sueños reiterados. Cuando el vampiro de nuevo hundió los colmillos fue transportado al desierto rojo. Afganistán, las rocas de piedra caliza, las inmensas dunas de fina arena amarilla y el sol incidiendo en los ojos. Estaban sentados en una colina de piedra y arenisca, hacia mucho calor y el sol se estaba comenzando a poner, cual disco naranja sobre la línea del horizonte. Los días duraban más de lo normal, la luz era cálida. ¿Cuanto hacía que Joe no veía un atardecer directamente con sus ojos sintiendo el calor en las mejillas? Durante un buen rato la sensación se extendió, sentir los rayos sobre la cara, el viento polvoriento azotando la ropa y el rostro girado hacia un cielo limpio e infinito. Las manos las notaba resecas, las levantó y tenían sangre, mucha sangre...demasiada. Igual que la ropa. Pero se sentía en paz. Y hasta ahí llegaba su recuerdo, el lugar al que viajaba cuando su mente se relajaba al alcanzar la fase rem.
Relajada como estaba se escurrió en el sofá, laxa como una muñeca de trapo, atrapada por la debilidad y el sueño que producía.
Hacer saltar por los aires el sanatorio mental había sido liberador, había sido una declaración de intenciones: se declaraba rebelde, actuaría en pos del caos, de imponer sus propias reglas a un mundo que había tratado de imponérselas a ella. No aceptaba el cautiverio, ni la moralidad, ni las órdenes. Caos en estado puro, sin remordimientos ni fanatismos, solo por el puro placer de ser caos.
Sí, si que quería ir a un lugar. Tiró de Joe hacia el sofá donde se sentó con los ojos puestos en la lumbre que crepitaba, en sus ojos reflejaban las llamas de colores dorados cuando abrió los labios para decir esas palabras imitando el tono de una azafata de aerolíneas.
— señores pasajeros de vuelo con destino a 2018, abróchense los cinturones de seguridad, mantengan el asiento en posición vertical y la mesita plegada. Que tengan un buen viaje.
Se retiró el pelo del otro lado del cuello, tendría que ir despacio, porque si no la desangraría, quería enseñarle algo, una cosa que sobrevolvaba en sueños reiterados. Cuando el vampiro de nuevo hundió los colmillos fue transportado al desierto rojo. Afganistán, las rocas de piedra caliza, las inmensas dunas de fina arena amarilla y el sol incidiendo en los ojos. Estaban sentados en una colina de piedra y arenisca, hacia mucho calor y el sol se estaba comenzando a poner, cual disco naranja sobre la línea del horizonte. Los días duraban más de lo normal, la luz era cálida. ¿Cuanto hacía que Joe no veía un atardecer directamente con sus ojos sintiendo el calor en las mejillas? Durante un buen rato la sensación se extendió, sentir los rayos sobre la cara, el viento polvoriento azotando la ropa y el rostro girado hacia un cielo limpio e infinito. Las manos las notaba resecas, las levantó y tenían sangre, mucha sangre...demasiada. Igual que la ropa. Pero se sentía en paz. Y hasta ahí llegaba su recuerdo, el lugar al que viajaba cuando su mente se relajaba al alcanzar la fase rem.
Relajada como estaba se escurrió en el sofá, laxa como una muñeca de trapo, atrapada por la debilidad y el sueño que producía.
Maya Rivers- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/06/2018
Re: Conspiración, pólvora y traición.// Joe Black
Cuando Isa tiró de mi enarqué una ceja sin comprender, entreabrí los labios para preguntar cuando me empujo para que tomara asiento en le sofá y se dejó caer a mi lado en silencio, pero con esa cara que ponía de estar preparando algo.
No tardé en comprender, se hizo el pelo a un lado dejando las marcas de mis propios colmillos aun no curadas, elevé los ojos de su vena palpitante a su mirada turbia, el abrazo de un vampiro era excitante, no comparado a su sangre pero si un subidón suficiente para ansiar repetir pegar su piel a msi labios nuevamente.
-No puedes.. -susurré al sentir sus dedos enredarse a mi pelo oscuro para atraerme contra su cuello, quería enseñarme algo peor ya había tomado demasiado – no es seguro -atajé antes de que mis colmillos emergieran y embotado por la necesidad de mas visiones hundí mis colmillos en su yugular tambaleando sus cimientos y también los míos.
Fina arena bajo mis botas, una especie de desierto inmenso, lleno de paz pese a oler a caos. El viento golpeaba mi rostro, aunque no eran mis recuerdos si no los ajenos, pude sentir el calor del sol en mi rostro, el mismo que ahora naranja se ocultaba por la linea llamada horizonte, cuanto tiempo sin ver al astro, sin sentirlo, por aquel entonces solo era un humano y ahora 6000 años después ahí estaba regalando su hegemonía a la luna.
Cerré los ojos notando la calidez en mi rostro, en aquel atardecer reinaba una paz extraña pues lo que para mi era una de las imágenes mas imponentes vistas para Isa parecía ser una recurrente pesadilla.
La apreté mas contra mi cuerpo cuando elevó sus manos llenas de carmesí, una masacre en aquel lugar producida por ...¿ella? ¿que diablos era esa mujer? ¿quien? Su corazón latía mas lento, laxo su cuerpo se venció contra el mio, era demasiado lo que de ella había tomado, así que aunque quería disfrutar mas tiempo de aquello tuve que separar mis agujas de su piel para buscar su mirada turbia y perdida en la nada.
-Isa -la reclamé con los labios manchados en su sangre -¿Isa?
La dejé caer en el sofá recostándola y me acerque al mueble bar para servirle una copa de whisky.
-Bebe, te ayudara a recuperarte, pediré el servicio te suba algo de comer, lo necesitas.
No podíamos seguir así, ese ritmo la mataría.
-¿Donde estábamos? Parecía un lugar en guerra.
No tardé en comprender, se hizo el pelo a un lado dejando las marcas de mis propios colmillos aun no curadas, elevé los ojos de su vena palpitante a su mirada turbia, el abrazo de un vampiro era excitante, no comparado a su sangre pero si un subidón suficiente para ansiar repetir pegar su piel a msi labios nuevamente.
-No puedes.. -susurré al sentir sus dedos enredarse a mi pelo oscuro para atraerme contra su cuello, quería enseñarme algo peor ya había tomado demasiado – no es seguro -atajé antes de que mis colmillos emergieran y embotado por la necesidad de mas visiones hundí mis colmillos en su yugular tambaleando sus cimientos y también los míos.
Fina arena bajo mis botas, una especie de desierto inmenso, lleno de paz pese a oler a caos. El viento golpeaba mi rostro, aunque no eran mis recuerdos si no los ajenos, pude sentir el calor del sol en mi rostro, el mismo que ahora naranja se ocultaba por la linea llamada horizonte, cuanto tiempo sin ver al astro, sin sentirlo, por aquel entonces solo era un humano y ahora 6000 años después ahí estaba regalando su hegemonía a la luna.
Cerré los ojos notando la calidez en mi rostro, en aquel atardecer reinaba una paz extraña pues lo que para mi era una de las imágenes mas imponentes vistas para Isa parecía ser una recurrente pesadilla.
La apreté mas contra mi cuerpo cuando elevó sus manos llenas de carmesí, una masacre en aquel lugar producida por ...¿ella? ¿que diablos era esa mujer? ¿quien? Su corazón latía mas lento, laxo su cuerpo se venció contra el mio, era demasiado lo que de ella había tomado, así que aunque quería disfrutar mas tiempo de aquello tuve que separar mis agujas de su piel para buscar su mirada turbia y perdida en la nada.
-Isa -la reclamé con los labios manchados en su sangre -¿Isa?
La dejé caer en el sofá recostándola y me acerque al mueble bar para servirle una copa de whisky.
-Bebe, te ayudara a recuperarte, pediré el servicio te suba algo de comer, lo necesitas.
No podíamos seguir así, ese ritmo la mataría.
-¿Donde estábamos? Parecía un lugar en guerra.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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