Sacha Pavlovich Vladimirov |Barón de Rusia|

~ Sacha ~

Descripción Física

Con un presentable porte de metro ochenta y dos de estatura, Sacha resulta todo un muchacho de buena cuna. Bien vestido, aire distinguido y cara de no haber roto un plato en toda su vida -pese a haber roto vajillas enteras- hacen de él el foco de atención hacia donde todas las miradas impertinentes y curiosas se dirigen.

Tiene un buen físico y es consciente de ello, por lo que no duda en usarlo a su favor siempre que puede, ya sea con fingida timidez o lanzando una mirada inofensiva de niño bueno con sus ojos cristalinos y de aparente templanza que convencen pese a estar profiriendo descaras mentiras por su sonriente boca. Aun que igualmente sus ojeadas se tornan frías, para lo que premeditadamente a dejado a su cabello castaño crecer de forma que le permita servirse de él cuando quiera causar una distracción moviendo la cabeza y dejando que el vaivén de los mechos se lleven la atención o simplemente camuflándose bajo su flequillo.

Descripción Psicológica

A una corta edad ya poseía todas las cualidades para ser calificado como alguien hastiado de la vida. La razón, fácilmente resumible en tres breves palabras, “Jaula de Oro”, pues creció sin ningún tipo de vinculo afectivo bajo una estricta disciplina impuesta por petulantes tutores sin pelotas que solo se veían capaces de enfrentar a un niño, y mal folladas institutrices con nada mejor que hacer que joderle la vida.

Usualmente se muestra complaciente, pero en realidad una actitud distante y fría predomina en su comportamiento. No da el brazo a torcer bajo ninguna circunstancia, aun cuando es evidente y el mismo sabe que está equivocado. Jamás reconoce sus errores, por lo que se obceca en su empeño de defender la absurda idea que escuda llegando a cualquier límite, por lo que evidentemente carece de amistades que lo defiendan o tan siquiera quieran permanecer junto a él, pues es demasiado difícil de tratar y siempre contradice a su interlocutor.

Odia que le digan lo que le convendría, tendría o debería hacer. No respeta a nadie, considera que su voluntad y deseos están por encima de cualquiera pues, después de todo, ni siente ni parece las penurias del resto, así como nadie jamás ha mostrado un mínimo de empatía hacia sus emociones o sentimientos.

Historia

Ultimo invierno en Moscú:

La sangre corría por entre las baldosas como si fueran ríos dibujados en un mapa. Sus muñecas con rectilíneos cortes borboteaban el cálido y carmesí fluido mientras la impaciencia del carnicero que había efectuado los tajos sobre su propia piel esperaba a quedarse sin gota. Por fin cerraría los ojos en un profundo sueño en el que nadie le miraría con ojos acusadores, en el que por fin descansaría. Así pues, Sacha, quien recién heredaba el titulo de su padre como Barón a sus escasos 19 años de vida, buscaba la muerte rajándose las muñecas de forma pulcra dentro de aquella bañera de época con un brazo hacia el exterior y otro sobre su regazo, descansando en el interior de la tina de mármol blanco teñida ahora del rojo de su sangre que igualmente impregnaba su ropa. Suicida sí, pero al menos era limpio y no deseaba que nadie se viese obligado a recoger su estropicio, ya que una vez muerto no podría encargarse el mismo de tal cosa.

Había acometido profundamente los trazos, por lo que debía haber muerto desecado, así es que ¿por qué seguía con vida?

Se despertó en su cama con las muñecas envueltas en vendas, en una mansión sin más vida que la suya, pues un huérfano como él carente de hermanos o de más familiares que lo acompañasen estaba totalmente solo en el mundo. Ni tan siquiera un servicio que lo atendiera habitaba con él, pues previamente a cometer su atrocidad se había encargado de despedir a todos y cada uno de sus sirvientes respaldándolos con una buena compensación económica, de modo que aquella noche pudiera quedar abandonado a su suerte, o al menos así lo había creído antes de cerrar los ojos y perder el conocimiento, sin embargo, el hombre que se camuflaba entre las sombras que la tenue luz del candil sobre la mesita de noche no logra revela se presentaba como su más allegado en aquel momento, calificándose vagamente a sí mismo como “tío”, atribuyéndose algún parentesco colgándose de alguna rama del árbol familiar de cuya existiera el joven barón jamás había escuchado, pues ignoraba que alguno de sus progenitores tuviese si quiera un hermano al creerlos como él hijos únicos.

Nueva vida en París:

Ahora entendía mientras contemplaba con cara asqueada los cuadros que colgaban en la galería de la mansión de verano que la familia tenía a las afueras de la capital galesa. Datado según la pequeña plancha de oro que bajo el retrato rezaba un nombre, una fecha de nacimiento y otra -supuestamente- de defunción, cuál era el vinculo que les conectaba a su “querido tío” y a él, aparte de servirle como su proveedor de glóbulos rojos.

-¿Tío?... ¡Ja! en todo caso serías el tío abuelo de mi tatarabuelo.

Sonriente comentaba al hombre que leía en un sillón mientras él seguía explorando las facciones de las caras de sus antepasados se sentía feliz de tener una segunda oportunidad.

Datos Extras

Tiene una perniciosa predisposición libidinosa que le impulsa a meterse en la cama de quien quiera que le atraiga físicamente, lo que denotaba ser causa de la gran carencia de afecto que sufrió durante años.