Hermosa oscuridad

Hacía apenas una semana que habían llegado a París pero Lorelai no había tenido ningún tipo de problema a la hora de encontrar empleo. De hecho, en aquellos momentos se encontraba en una de las muchas cafeterías de la ciudad atendiendo a los últimos clientes del día. Jamás había ejercido como mesera y el primer día de trabajo se hizo patente pues en alguna que otra ocasión se confundió de pedidos o de mesas, por lo que podía dar gracias a que el dueño del local hubiese tenido paciencia con ella y la aceptase para el puesto. No es que hubiese pasado nada de no haberlo conseguido porque los suyos tenían bastante dinero ahorrado en todos los años que llevaban desde que fundaron el clan, pero era recomendable que los que pudiera trabajaran. Todo el dinero que ganaran iría a los fondos del grupo para poder permitirse los suministros requeridos, nadie podía quedarse parte del dinero y siempre que lo necesitaran debían hablar con el jefe y justificarlo.

- Bon appétit - exclamó la joven al servir a la joven pareja que quedaba en la cafetería.

Cuando regresó a la barra para continuar con alguna tarea como limpiar los platos, vasos o tazas sucias uno de sus compañeros le indicó que podía dejarlo y marcharse ya a casa. Rory lo miró con extrañeza pero no se lo discutió más bien le estaba agradecida. Trabajar en una cafetería tenía sus ventajas y es que aunque no quisieras, te enterabas de cosas. Así fue como Rory escuchó a dos señoras hablar sobre un asesinato en un oscuro callejón a unas pocas manzanas de donde estaba ubicada la cafetería. Por la manera en que lo describía la enterada, la muchacha podía intuir qué era lo que ocurrió realmente y ahora que la dejaban salir un poco antes tendría más tiempo para investigar la zona. Había ocurrido la noche anterior, si había sido obra de un vampiro (como ella sospechaba), él seguiría rondando cerca del lugar. La castaña se cambió a su vestuario, se despidió de los que quedaban y marchó.

Todavía no se movía muy bien por la ciudad pero estaba segura de encontrar el sitio que había mencionado aquella señora, todo era cuestión de tiempo y paciencia. A esas horas no había demasiadas personas deambulando por las calles, cosa que facilitaba su tarea. Lorelai siguió caminando por la calle, que de no ser por las tenues luces de las farolas, estaría sumergida en la oscuridad. Sin embargo, pronto llegó a una zona donde la luz brillaba por su ausencia y algo dentro de ella le dijo que estaba cerca. Siguió adentrándose en el callejón y al cabo de un tiempo notó otra presencia. La muchacha no se detuvo en ningún momento para girarse y comprobar que la estaban siguiendo puesto que no le hacía falta. Pero sí que apretó el paso. Si era quien creía que era, se confiaría pensando que había dado con otra víctima ingenua e indefensa.

Rory se detuvo cuando él la alcanzó. Se encontraba justo enfrente de ella mirándola con preocupación, como si realmente le preocupara que una joven como ella caminara sola por aquel lúgubre callejón. Lorelai por su parte puso cara de asustada siguiéndole el juego hasta que se descubriera como lo que era realmente, un monstruo.

- Disculpe mademoiselle, pero no debería de pasear sin compañía alguna por este tipo de lugares –

La muchacha tuvo que contener una risotada al escuchar sus palabras.

-Yo… mi hermano había acordado venir a recogerme pero él no apareció y yo… - Rory observó con satisfacción como se tragaba sus palabras y le echaba esa mirada sin ser consciente de que la joven sabía lo que le pasaba por la mente.

Y como había esperado, el hombre se ofreció a acompañarla e insistió en ello hasta que la muchacha dio unos cuantos pasos alejándose de él aunque agradeciéndole el gesto. No tuvo que esperar demasiado a que el vampiro la encarara mirándola con ojos ávidos de sangre, empezándole a emerger los colmillos.

- Le dije que no era buena idea. Parece que la suerte me vuelve a sonreír –

- Permítame discrepar, vampiro – dijo Rory con una rabia tan intensa que parecía reverberar en sus huesos a la par que con un ágil movimiento desenfundaba su daga.

Antes de arremeter el uno contra el otro, presa y cazador, el vampiro masculló una blasfemia al darse cuenta de qué era ella. Ambos cayeron al suelo forcejeando, las manos del vampiro se cerraron en torno a la garganta de Rory pero ella le propinó un golpe con la pierna lo suficientemente fuerte para obligarle a soltarla. Una vez se puso nuevamente en pie, volvió a arremeter contra él pero este se zafó con una velocidad extraordinaria. La lucha se volvía cada vez más feroz, y la sangre de las heridas salpicaba la pared de piedra.

De cada vez estaba más agotada y pronto el vampiro se daría cuenta por lo que debía acabar con él antes de que eso ocurriera. Aunque el combate cuerpo a cuerpo contra un vampiro era peligroso al tener más probabilidades éste de hincarle los colmillos a su rival, Lorelai sabía que era de la única forma que tendría la oportunidad de cortarle la cabeza. Por ello, embistió nuevamente contra él y a la primera oportunidad, le rebanó el cuello.

La muchacha exhausta por el combate intentaba recuperar el aire al tiempo que observaba cómo el cuerpo del vampiro se convertía en polvo. <<Un vampiro viejo>> pensó. Contempló a la brisa de la noche esparcir lo poco que quedaba de aquel abominable ser y para luego desviar la mirada a su brazo izquierdo. Tan solo eran heridas superficiales pero sería mejor que se lo mirara. Eso es lo que estaba pensando cuando oyó unos pasos acercarse a donde estaba ella, un sonido que hizo que guardara el arma con rapidez.

Desperté un poco antes de que cayera la noche cerrada sobre la ciudad así que opté por quedarme en el ataúd hasta que alguien viniera a avisarme de que ya era seguro salir sin morir chamuscada. No era la primera vez que me levantaba estando el sol aun en el horizonte y tampoco reí mi primera quemadura a lo largo de los siglos pero no me podía permitir una herida hoy.

Finalmente Will vino a avisarme de que podía levantar. Cuando abrí ta tapa del ataúd pude detectar un ligero miedo en la reverencia en sus ojos. Mi nuevo donante era un hombre extraño, y tenía que serlo para que una vampira dijera eso de él. Pero así era. Aunque se le notaba la adoración hacia los hijos de la noche también podía oler en el el miedo.

Me levanté y le agradecí con una sonrisa sin colmillos que hubiera venido a llamarme. Aquella noche tenía cosas que hacer. Cosas importantes además. Tenía cierto papeleo acumulado de los últimos días que tenía que entregar al director del college y a parte aún estaba buscando al vampiro que había asesinado a uno de nuestros estudiantes. La verdad era que ni él tenía que haber estado allí ni el vampiro tenía que haberse confiado de que no lo perseguiría. Todos sabían de mi aprecio a los niños y por tanto era una idiotez que se arriesgara con algo tan público como un asesinato.

Dejé que se hiciera la total oscuridad en París antes de salir en busca de mi asesino. Para ello no me vestí de forma diferente a la habitual pero bajo las faldas llevaba unos pantalones ajustados a mi figura y una daga con la que decapitarlo. No habría piedad aquella noche.

Aunque muchos me trataban de radical por mi negativa a abusar de los humanos, supuestamente seres inferiores a nosotros, yo no iba a permitir que alguien dañara algún conocido. Tampoco es que fuera a permitir que los humanos nos exterminaran pero eso lo veía menos posible mientras nos ocultáramos bien.

Finalmente llegúé a la zona en la que había ocurrido todo y aspiré en un vano intento de encontrar una traza del olor de la sangre de nuestro alumno allí. Era posible que el vampiro se hubiera guardado un par de viales de sangre pos si no era capaz de cazar algo en la siguientes noches.

Sin embargo no me sorprendió que mis sentidos se llenara con todo tipo de cosas menos las que buscaba. Suspiré y seguí andando. Esperé que al menos el vampiro fuera lo suficientemente idiota para permaneces cerca de donde había cenado a su primera victima publica. Ya me aseguraría yo de que fuera también la última.

Cuando torcí la calle quedó visible la estrecha calle donde había asesinado al muchacho y me estremecí al imaginar su cuerpo allí tirado y vacío. Jamás permitiría que eso volviera a ocurrir. Sin embargo cuando llegué allí ya no había nada salvo una figura solitaria.... Y el olor a sangre.

Aquello me sorprendió. El muy idiota había vuelto a atacar en el mismo lugar. Sin embargo no di muestras de estar alterada en lo absoluto y me adentré el en callejón con tranquilidad y haciendo sonar mis pasos deliberadamente.

La figura, una chica, se volvió hacia mí. Suspiré un poco al darme cuenta de que era humana y la sangre provenía de algunos cortes que no parecían ser mortales. Aparentemente había sido un ataque menor, ya que la chica aún respiraba. Sin embargo decidí acercarme un poco más para comprobarlo.

-Disculpe pero me ha parecido ver algo...- dije a modo de disculpa. Entonces comencé a fijarme en las heridas que manaban sangre- ¡Oh, esta herida!- fingí sorprenderme y me acerqué a ella. Era una suerte que hubiera decidido usar guantes, así no notaría el frío de mi mano- Permitame ayudarla por favor- dije antes siquiera de tocarla, no fuera que estuviera en shock y se alterara más.

La joven no sabía qué esperaba encontrarse pero cuando se dio la vuelta para intentar ver a la persona que se estaba acercando al lugar donde se encontraba su rostro se relajó al comprobar que era una mujer. Aunque se obligó a no bajar la guardia porque quién sabía si el vampiro había decidido ir con compañeros de caza aquella noche, aunque sería raro si es que ya había atacado a solas, por lo que prefirió pensar que era una humana corriente.

Rory se puso alerta cuando la mujer le dijo que le pareció ver algo pero como no parecía estar asustada o alterada la muchacha dedujo que no vio lo ocurrido hacía unos escasos segundos en aquel callejón, lo cual era una buena noticia para la castaña.

- No se disculpe, de no ser por usted… - la muchacha miró hacia atrás como si temiera que alguien la fuera a atacar – Sus pasos le ahuyentaron –

Cuando la otra joven exclamó que estaba herida Rory tan sólo les echó un nuevo vistazo y asintió con la cabeza a la desconocida. Se extrañó que se acercara a ella y la tocara, porque aunque hubiese poca iluminación en la zona, la joven había podido deducir que la persona con la que estaba conversando era de alta cuna. Su forma de hablar, sus finos guantes, su ropaje en general… Su madre también había pertenecido a ese estatus social, muchas veces le había contado historias acerca de los grandes y lujosos bailes a los que la obligaban a asistir los abuelos. Rory siempre pensó que eran cosas aburridas para niñas vanidosas por lo que no le pareció raro que su madre prefiriese el mundo de los cazadores al mundo en el que se crió y creció.

- No se preocupe por mí, ahora estoy bien. Muchísimas gracias – Por supuesto que estaba bien. Había eliminado a un ser de la noche, claro que la dama no lo sabía – ¿Hay algo que pueda hacer por usted? Como muestra de mi agradecimiento –

No había nada que agradecer y lo sabía pero como intentaba hacerle creer que había sido ella la que la salvó aquella noche, debía dar muestras de gratitud y amabilidad. No es que normalmente fuese una muchacha desagradable e irrespetuosa, sino que era más bien desconfiada y prefería mantenerse al margen del resto de personas. Sobre todo cuando no las conocía, con sus amistades era una persona realmente entregada. Sin embargo, con la vida que llevaba sus amigos eran su propia familia, nunca tuvo mucho trato con otras personas que no fuesen cazadores.

Mientras aguardaba una respuesta de la desconocida, la muchacha decidió rasgarse el vestido para hacerse una venda provisional con la que cubrirse las heridas del brazo y así procurar detener el leve sangrado. Además, así también evitaba manchar a la joven que la acompañaba, porque a ella personalmente le daba igual mancharse el vestido de sangre. Eso era algo nimio para la joven cazadora pero no sabía lo que pensaría la otra persona.