Hermosa luna, Amante mía | Privè

La noche esta hermosa, ¿cómo negarlo? aquella luna en lo alto lo embriagaba de amor, era extraño pero siempre que aquella belleza estaba así de grande, brillante y simplemente perfecta él, parecía volverse de miel, literalmente, pues esas noches andaba con una enorme sonrisa en sus labios, nada le molestaba y si le buscaban problemas ¡Ni las aceptaba! ¿Acaso era bipolar? Se podría decir  que si, aunque él no se definía así.

Era un hombre temperamental, de personalidad variable, pero sabia controlarse, bueno, en ocasiones, pues cuando lo buscaban lo encontraban; no importaba, raza, color, genero ni edad. Siempre lo había dicho que era mejor no tratar con nadie, pero cuando se encontraba en aquel estado de “perrito tierno y fiel” trasmitía un aura tan agradable que siempre alguna hermosa chica se le acercaba en busca de cariño y comprensión, y como él, un buen perrito fiel hipnotizado por la luna se encontraba dispuesto a todo (todo) con tal de disfrutar aquella noche.

Hoy estaba tranquilo, parecía como si todos se hubieran ido a dormir temprano dejando solo a ese cachorro, pero el tenia más de 90 años, aquellos años le habían enseñado mucha experiencia como para dejarse llevar por sentimientos tan vanos, la noche nunca estaba sola, los humanos si se dormían siempre habrían otros licántropos (con los que se llevaba algo mal) Vampiros disfrutando su hora, brujos adorando también a la luna, tantos que no podría contar.

Debía admitir que nunca se había encontrado a alguno, solo recordaba una linda brujita en la taberna aquella vez que iba a comenzar a trabajar, los vampiros no se les acercaba; él no tenía idea porque. Los licántropos, sus “iguales”, si tenía la oportunidad de encontrar uno se peleaba a muerte con aquel desafortunado, no le interesaba si eran más poderosos que él, simplemente buscaba pelea y pelea con ellos siempre encontraba.

La cuestión: simple, eran temperamentales, fáciles de provocar, simplemente unas presas fáciles de atacar y encontrar una buena pelea. Eso lo hacía sentir vivo pues encontraba cierta satisfacción en vengarse por lo que lo le habían hecho, aun no se resignaba del todo de muchas cosas. Una de ellas era que su familia había sido asesinada por el simple hecho de que aquella mujer se hubiera enamorado de él.

El nunca le había correspondido, no por su familia, ¡No la amaba! Pero ella no lo entendía, lo deseaba y lo deseaba para siempre ¿Cómo pudo entender que se haría un enemigo de por vida? Sentía que si veía la presencia de aquella mujer le podría dar un ataque de ira en ese mismo instante, pero ella parecía que no lo había seguido ¿por qué? ¿Se habría dado cuenta que él era un peligro para ella?. Debía aceptar que a pesar de todo le tenía algo de aprecio, solo por el hecho de hacerlo lo que era, sin ella no habría aprendido tantas cosas, no había vivido tanto como hasta ahora.

Eso hacia la luna… lo hipnotizaba, lo hacía pensar, reflexionar, hacer cosas que casi nunca haría, porque le daba confianza y tranquilidad para lograrlas… Oh.. Querida Amante… Gracias por tu compañía…

El aire en la casa de Francis se podía cortar con tijeras. No era bueno que dos brujos de esa calaña estuvieran en ese ambiente tan cargado. Sabía que Francis no le haría daño, pero no estaba segura de no hacerselo ella. Su hermano tenía una personalidad demasiado desafiante y quizás, de vez en cuando, no notaba cuan enojadas estaban las personas. No sabía cuando parar.

Por el bien de ambos, aquella tarde Ginger decidío salir de paseo. Pronto se dio cuenta que la distancia que debía poner entre los dos no era la de solo unas calles. Necesitaba el campo, una zona abierta en donde pasear sin nadie alrededor. Tomó un coche de punto y se dirigió a las afueras de Paris, sin pensar en un instante en que la noche se acercaba. Quizás fuera el enojo, la rabia lo que le traía distraída. Quizás incluso pensandolo, no hubiera declinado en su desición de alejarse. Su hermano era como un campo de poder, un campo que la ponía furiosa.

Pero no fue hasta entrada la noche, sola arriba de ese coche que se dío cuenta que estaba muy lejos de casa y que quizás su pequeño capricho podría costarle caro. Su necedad la llevo a pensar que quizás fuera mejor que se preocuparan por ella, sabía cuidarse por sí sola aunque nunca había tenído que hacerlo antes.

Se detuvo a un costado del camino, cerca de un árbol y se dedicó a escuchar el silencio. Sólo el resoplido de los caballos interrumpían aquella gloriosa paz. Sus piernas estaban entumecidas, decidió bajar del coche y caminó unos pasos para acariciar a los caballos. La velocidad impuesta por su furia los había hecho víctimas, estaban cansados. Sujetó el coche al árbol para que no se movieran y comenzó a caminar siempre siguiendo el camino, ya que la oscuridad casi era absoluta. La luna llena le aluminaba el camino.

A pocos metros comenzó a sentir que el viento se intensificaba, el invierno estaba cerca. Ella había salido de casa con lo puesto. Su capa debía estar en su habitación, perfectamente guardada, y llevaba un atuendo de verano, ligero y con un escote amplio que en esos momentos la hacía tiritar de frío. Si apuraba el paso, comenzaría a ignorar el frío y eso hizo.

Después de caminar un buen rato, decidió que era hora de volver. Ya con sus nervios apaciguados dio la vuelta para emprender el regreso, pero allí, a pocos metros vio una criatura que le erizó los cabellos. Era un licántropo, su aura se lo decía y estaba en forma de lobo. Parecía tranquilo, pero ella no vaciló en dar cuidadosamente un paso hacia atrás implorando que no la hubiera visto.

{...Todo hombre es como la Luna: con una cara oscura que a nadie enseña....}
Mark Twain

El cambio podría ser doloroso, pero por suerte aun no sería victima de él, su mente estaba luchando contra su condición, buscando al menos mantenerse consiente y  humano por al menos más de lo que antes había podido lograr, era como un entrenamiento que se sabía que nunca podría completar, gracias a sus oídos más desarrollados podía escuchar los aullidos desgarradores de sus hermanos, quienes ya habían perdido la razón y corrían hacia lo que se moviera con una sed de sangre que pocos entenderían. Ya luego de unos cuantos minutos tuvo que agacharse para sentir como el proceso lo invadía y lo volvía completamente una bestia, aulló a su amada luna o trato de hacerlo mientras aun sus cuerdas vocales eran las de un humanos, solamente se escucho un grito desgarrados que poco a poco se convirtió en un sonoro aullido que los otros como él y los lobos normales pudieron escuchar y responder con tranquilidad.

Ya el dolor había pasado, sus ojos veían todo de una manera diferente, más intensa, hasta los colores cambiaban y se volvían más fuertes, haciendo que aquel lobo más grande de lo normal, con cierta fisionomía humana, pero manteniendo mucho sus rasgos lobunos, tantos que fácilmente se confundiría con uno, a no ser por su gran tamaño y sus patas delanteras desarrolladas como unos brazos peludos y con garras afiladas. Sintió como algo se acercaba, pensó que era un animal o algo, así que no se molesto en voltear, pero muy pronto, encontró que su olfato le indicaba lo contrario, aquel olor de sangre humana, que volvía locos a los licántropos, lo hizo voltear, encontrando a una mujer solitaria, escuchaba atentamente los latidos de su corazón, como si fueran tambores africados invitándolo a bailar y embriagarse en aquel estado y aunque su parte humana, demasiado reprimida como para controlarlo, buscaba mantenerlo a la raya, perdía la batalla siempre, todas las veces que llegaban a ese punto. No salió corriendo a atacarla, se veía a la mujer quieta, como retrocediendo lentamente, por suerte no hacia un movimiento brusco, lo cual sería un incentivo para que la bestia tuviera aun mas deseos de abalanzarse para buscar entre su pecho aquel tambor que lo llamaba con tanta persistencia. Ladeo su mirada mientras su fina nariz le daba pistas de donde venia. No era de clase alta humano común y corriente, le mostro sus blancos dientes que resplandecían gracias a la luz de la luna, parecía que buscaba que ella saliera corriendo para así poder perseguirla y tener mas diversión,

Su cuerpo lentamente, como jugando a no mover sus músculos demasiado rápidos, se vio frente a frente de la mujer, mientras se escuchaba como el gruñido comenzaba a ser cada vez más fuerte y sus colmillos se mostraban, tal vez para dar más miedo y  que ella por fin saliera corriendo, pero desgraciadamente, la bestia podía sentir que no era un humano normal, sentía su magia y aunque comparado con su tamaño, fácilmente podría hacer lo que él quisiera con una garra, el aura de la joven ayudaba mucho a mantenerlo alejado y que esperar a ver el miedo y la desesperación saliendo de ella. Se inclino hacia ella para que no se asustara, parecía que ya había perdido el interés en aquella mujer, aunque en realidad podría ser un peligro. ¿Qué había cambiado?


Miro a la luna, esta también era mágica, hermosa, tenía un aura especial, como la mujer. ¿La estaba comparando con su amante? Se quedo hipnotizado otra vez, por su forma, color y belleza. ¿No era hermosa? ¡Simple como eso! Una belleza natural y bruta como aquella joven que se presentaba junto a él, con prudencia, pero sin miedo percibidle. Un diamante en bruto que estaba en su mano, mejor dicho en sus garras, pero él no era el indicado para moldearla. Le miro detenidamente encontrando aquello especial que la convertían en más que una humana. Bruja…Otra belleza… amante de la magia.. ¿Qué ocurrirá en esta ocasión?

{...Tranquila, una ves que te lo piensas el Mundo de la Oscuridad no es tan aterrador....}