¿Algo más habrá atado al aire...? (Samira Von Schestedt)

por **Spencer Reid** Sáb Abr 07, 2012 7:51 pm

"Si el hombre pudiera conocer al prójimo, no idolatraría ni odiaría..."

Decían que lo mejor de París eran los comercios que allí abundaban, muchos eran costosos y otros articulos más era curisos, había desde telas, ropajes hasta comida y curiosidad, todo un mundo de trueques y dinero se hallaba en ese lugar.
Alli caminaba en medio de locales pequeños postrados en pso, con techos de tela lujosa o gastada, caras diferentes eran las podían atenderte, espresiones de ambición, engaño y codicia, algunos otros de felicidad, esperanza, de hambre esperando en cada moneda el pan de cada día, y entre ellos podía verles a ellos que entre la pobreza y la desdicha habían perdido la cordura, pocos eran inofensivos aun con su delirio, muchos eran asesinos esperando perderse en el olvido.
¿Que hacia allí?, esa era una buena pregunta, quizá pudo haber sido la flaquesa de seguir escuchando mis pensamientos en voz alta, pensando en Hankel, en mi madre y en todo ese cumúlo de amargos desconsuelos que en toda mi vida habían encontrado acomodo a lo corto o largo de mis años.
Los aromas en los ambientes eran distintos, calles empedradas formaban parte del escenario, empolvadas, empedradas de colores gastados, y yo en medio de estos, entre el bullicio, sombras proyectadas por el sol y el francés de boca en boca, después de todoa una mañana en medio de distracciones, chascarillos y la demostración de mi timida personalidad decidi descansar a la sombra de un ala esperando pasase el tiempo, se fuera el sol, viniera el viento y el fresco de la tarde, a lo lejos toca un grupo, un violinista y una guitarra interpretando piezas que muchos desconocen todo por ganarse una moneda, disfrutaba con ojos cerrados y quizá teniendo en mente la esperanza de conocer a alguién, de llevarme a casa una sonrisa, una experiencia que de a poco acabará con mi vaga conciencia sobre la vida social.
El hambre manifestaba su presencia exigiendome un bocado, algo de comer, camine hasta encontrar al vendedor mas desvalido, vendía frutas y legumbres, jugosas manzanas rojas estaban acomodadas por montones, como si fuesen estos pequeños volcanes encendidos, cuyo contenido en vez de amargo fuese dulce, di algunos francos más de lo debido todo debido a mi nobleza y la humanidad que me caracterizaba, sin embargo cuando volteaba para retirarme, encontre una joven que sin haber querido le di un pequeño empujón, quede pasamado y apenado, me mordía los labios acariciandome el cabello y tomando mis manzanas con fuerza -Bo.. bo.. bonne giorno- pude decir finalmente, aún con el inglés estropeando mi intento de francés -Lo lamento mucho, es que yo no me fije verá yo... ammm... venía con las manzanas...- asentí con la cabeza viendo los frutos en mi mano, en verdad me sentía apenado y más por que ñas vestimentas que llevaba eran costosas y de alta costura, de verdad algo genuino, cubierto de finura.
Viendo al piso corrí con la cabeza baja alejandome de la dama, más de un momento a otro, no se en que minuto, regrese apenado -disculpe ni siquiera me presente, mi nombre.... es Spencer, Spencer Reid- le ofrecí una manzana sonriendole finalmente como si de un niño consiente de una fechoría estuviera escondiendose del regaño o castigo, en este caso había sido un accidente más que una juguetona travesura, esperando no un regaño si no algún reclamo, más ella no decía nada, miraba su rostro de vez en cuando mirada apasible o curiosa, no lo sabía.
Sin darme cuenta la tarde había llegado y en este encuentro presentía que habría algún tipo de ¿amistad?, dejaré que el tiempo lo decida, esperando la respuesta o su reclamo tenía la manzana extendida hacia ella, lo sentía algo más había atado en aire de aquella tarde...

por **Samira Von Schestedt** Dom Abr 08, 2012 11:25 am

El sol esta empezando a mostrarnos sus mejores momentos derritiendo la nieve que hace unos meses envolvía Paris.
Seran alrededor de las 14 horas del día.

A esta hora, a mi alrededor todo es silencio. El sonido suave de la música es lo que deseo escuchar y sigue siendo silencio.
No es soledad, es paz.
Silencio hasta contar mil y diez mil.
Tiempo de pensar, visualizar sueños vividos, repasar la vida y lo que no vendrá.

Las temperaturas en la noche habían bajado,sin embargo por la mañana no sentía frío.
Pérdidas, muertes -demasiadas-, lejanías. Se arremolinan las sensaciones y los senderos se oscurecen.Vivir, sobrevivir, morir, cerrar los párpados por decisión, y luego…¿quién lo sabe?.Todo es válido.
Mas, las luces del amanecer dan el contrapunto, la luminosidad del alba trae la paz y el llanto de las nubes despeja los cansados caminos. La vida sigue allí, para recomenzarla.
Al levantarme decidí que era momento de seguir adelante.De pensar en nuevas oportunidades.Me ayudaba saber que había conseguido trabajo en el College.Tenía un titulo.Profesora de Música.Sonaba bien,la verdad.Un poco romantico.Solía decirse que los que las personas con conocimientos de música estaban locos.Pero que ingratos.
Layla se estaba preparando para salir a comprar y llenar la despensa.El carruaje estaba preparado,ya que la avise de mi companía en su pequeña salida.Necesitaba conectar mas con las personas y desconectar de mis pensamientos que resultaban ser autodestructivos.

Recorrí las calles al igual que mis recuerdos, los veranos en la casa grande junto al mar, los juegos infantiles o no tanto…y más de una sonrisa se me escapó.
La calle... plena de bullicio y colores, a pesar del frío. Dudé y quise volver a mi casa.Todos parecían sacados de un libro macabro.Guardias corriendo detras de ladrones,niños jugando,mujers gritando,otras negociando,todo esos movimientos hacían que mis ojos no estuvieran quietos ni un momento.
Un pequeño empujón me hizo estar mas atenta.Layla sacó su lado mas protector y se puso delante mío con una rapidez exagerada.La aparte con ternura y le dí permiso para ir a hacer sus compras.
Tomé una actitud mas seria ante el caballero que había sido,seguramente,despistado.Sus disculpas fueron un poco torpes,aunque aceptadas.Pocos caballeros tímidos en días de ahora.
-No se preocupe,estoy bien.Me ha servido de aviso para prestar mas atención.Este sitio lo requiere-Respondí mientras me arreglaba el vestido y aseguraba de no haber sido victima de un robo.De todos,modos,él no parecía pertenecer a la clase baja.
Me extrañó su manera de actuar,el salir corriendo denotando poco caballerismo.Pero no dije nada.Tan solo arqueé una ceja y busqué con la mirada a Layla.El señor,volvió y se presentó.Su gesto fue curioso.Nadie ofrecía comida gratis a días de hoy...Sonreí relajandome un poco ante la situación.
-Oh,es un placer señor Reid...aunque debo confesarle que no ha tenido usted la mejor introducción.Y deja sitio a prejuicios que le pueden categorizar como despistado-Contesté con media sonrisa mientras tomaba la manzana que me había ofrecido y le agradecía con una inclinación de cabeza.Decidí darsela a una niña pequeñita,que al parecer había estado siguiendo la conversación que estabamos teniendo.Iba con su madre,la cual contaba con pena los francos que debía pagar por lo que había comprado.
-Me llamo Samira Von Schestedt- me presenté después de acariciar la cabeza de la pequeña y voltear para mirar a monsieur Reid.

por **Spencer Reid** Sáb Abr 21, 2012 9:24 pm

Era algo extraño lo que había hecho en aquellos momentos, de acuerdo lo anterior no había sido de lo más ameno y sociablemente acepetable, al contrario quizá habia sido un maleducado y sin modales, ¿Sería por eso que ahora regalaba una manzana?...
De cualquier manera ya lo sucedido no podía cambiarlo, pero si remediarlo, el rostro de aquella mujer parecía relajarse, el aire entre nosotros se volvia menos tenso, me resultaba de los más extreño que aquella mujer pensará que fuera un ladrón pero no todo París era de fiar, no todo el mundo es un lecho de rosas, más parecía no era el unico que analizaba las conductas de la gente como la que ahora tenía frente de mí o como la que se encontraba a nuestro alrededor que se hundía entre ventas, negocios y bullicio, aquella dulce joven había notado mi timidez ¿Es que quizá el viaje no estaba funcionando o no me daba cuenta de que seguía siendo el mismo de Londres?, fijandome en un punto fijo en medio de la nada pensaba en ello, y aunque pareciese que no la escuchaba, lo hacía -Es un placer mademoiselle Von Schestedt- miraba de cierta forma apenado -Lamento y mi disculpo si fui torpe en algún momento, no suelo tener vida... usted sabe social- conteste con una franca sonrisa decía entre risa nerviosas -Puedo parecer falto de educación, pero en realidad es solo.. timidez y falta de costumbre- decía mientras veía a la niña con vista fija en la joven, mientras ella con mano dulce y suave le acariciaba tiernamente -Soy de Londres, recién llegado hace unos días- volví a mirarle -Se supone que vendría a París a cambiar mi forma de ser pero con este hecho creo no me esforzado lo suficiente ¿verdad?- observaba atentamente, cuanta gente iba y venía, cuantos niños reian, cuantos más disfrutaban de una hermosa tardeada mi entras más se enamoraban algunos, o más caminaban con familia, solos atrapados entre sus problemas y culpas, personas que ni siquiera veían las mercancías, no ponían atención en las palabras del viento, de lescenario decorado por el sol y su nuves decorando parte del cielo de color aul y anaranjado -No quería incomodarle, es que yo cuando camino suelo ir viendo a la gente que esta en diversos lados de las calles, me es increible pensar que estos rostros que ahora contemplo, serán probablemente las únicas veces que las vea, no es que me divierta ver que significa sus miradas perdiadas en el tiempo, pero creo eso me hace olvidar quién soy y que es lo que llevo acuestas- las sorpresas que la vida deparaba eran inciertas y yo lo sabía más que nadie, reí al pensar en esta ironía -Lo que me gusta de esots encuentros tan iprevistos, es que descubro que por más planeado que se tenga el día siempre es incierto, por eso reía- podía parecer ahora un loco o un soñador, debía aprender a platicar, a tener contacto con la sociedad, pero nunca pense que mi primer roce con ella sería con una mujer, no podía perder esta oportunidad y antes de que volviera a estar solo entre mis rostros desconocidos y mi actividad sin fundamento, intentaría entablar algo que pareciese normal -Y....- volvía la timidez a mi actitud y a mis palabras -¿Que la trae por aquí, a este mercado en un bello día como hoy parece ser- suspire -espero no la este aburriendo, pero... necesito aprender a convivir, es horrible la soledad y el silencio- me sobresalte -¡Si quizás sea un nuevo aprendizaje el que viene atado en el aire!- exclame emocionado y le sonrei felizmente a quienes ahora estaban enfrente de mi, una joven, una niña y el viento aprobando mi intuición....

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