Atado a mí... (privado)

El cielo de aquella noche reflejaba la realidad de mi alma,tan oscura como una noche sin estrellas,donde solo luces artificiales iluminan el camino a seguir,la falsa vereda que en tus inútiles intentos de llegar a un destino recorres sin detenerte a contemplar lo que a tu alrededor se cierne como presagios de lo errado de tu meta,pero para las almas desesperadas es más importante llegar a un final que buscar el mejor camino,se dejan guiar por falsos reflectores que señalan una línea única por donde continuar,la monotonía se vuelve parte de lo que eres,tú te conviertes en una absurda rutina de lo que alguna vez fuiste,simplemente decides que es tiempo de dejar de creer,que ha llegado la hora de dejar las quejas y volver el hastío tu salida,porque es más cómodo recorrer un calzada ya definida por otros que hacer tu mismo tu propia senda.

En mi caso no podía darme el lujo de perderme en la asquerosa redundancia del día a día,pues a diferencia de los insulsos mortales,yo tenía el preciosos regalo de la eternidad, el que a su vez se podía volver el peor de los castigos,todo era una sucesión de hechos subjetivos,querer estar o decidir no hacerlo,puedes refugiarte en la amargura de no ver jamás un nuevo amanecer por el riesgo de esfumarte en la nada o disfrutar del poder y privilegios que el ser inmortal te da,como recorrer el mundo grabando a fuego en tu memoria cada nueva experiencia,tener conocimientos ilimitados de lo que algunos aún creen solo existe en la imaginación de unos cuantos,aprender a disfrutar los placeres más sublimes….

Para mí era lo segundo,llegue al punto donde la soledad no significaba más que otro estado irrelevante,simplemente una transición,la eternidad tenía la ventaja de permitirme disfrutar cada día como una nueva aventura,pues en mi no importa el tiempo,es efímero como simples suspiros que se pierden en el viento,parpadeos imperceptibles,en mi mundo no hay reglas más que el cumplir mis más profundos caprichos,si estoy aquí es para satisfacer mis propios deseos,el resto no importa,son solo instrumentos para conseguir un fin,en el cual ellos mismos no están incluidos.

Que importa si un día estas y al otro no,lo que importa es que tu presencia sea reconocida cuando pisas el lugar,que las miradas estén en ti pues te sabes poseedor de un don que es privilegio de unos cuantos.

La vista al frente como siempre me ha caracterizado,pues no importa el suelo que pise,no hay sendero inseguro cuando crees en lo que tú mismo puedes dar,si te concedes el lujo de creerte imponente,importante e inmune,lo serás,porque solo puede dañarte aquello a lo que tú le des el propio poder de hacerlo,más nada.

Avanzando unos pasos,firme en mi andar,esperando encontrar esa noche una aventura más…

Las calles se adoquinaban de locuras, sus pasos se escuchaban a lo lejos, sus cantares desesperaban a cualquiera. Gritaba más que nunca en toda su vida, pero no se trababa de todas aquellas veces en las que alucinaba cosas inimaginables, en donde sus sueños se hacían realidad. Se encuentra completa y totalmente feliz, su voz resuena en la inmensidad de la noche, es una carcajada canturrona, se puede decir que está jugando como una niña con las flores. Sus pupilas se refugian en el firmamento y describen la poesía que se encuentra callada, desde su punto de vista escucha a las ninfas que le acompañan, brinca danza y baila con ellas. Círculos de magia se dibujan a su alrededor, las luciérnagas no descansan esta noche, por el contrario aún se encuentran alucinando a su lado. Las plumas de los ángeles caen sobre su cuerpo y ella se recuesta en silencio sobre un pedazo de tierra, suspira y llama a sus dragones en silencio. El conjuro fue arrojado mientras l luna llena le bañaba con su plateado color, el olor de las calles es tan inusual. Ese aroma a invierno que se entromete en las entrañas con una pisca de personal del perfume indicado, Dementia abre sus sentidos y admira el silencio desde su cama improvisada, sonríe y mira a la nada pero ella ve algo que los demás podrán descubrir en un espacio vacío, sí, la pelirroja esta observando desde su rincón a un duende actuar, a un gnomo felicitarle por su obra y a un mudo cantar la más alegre de las melodías.

El violín que se encuentra estancado en la esquina comienza a tocar solo, es una canción antigua, es la magia del comienzo, del principio, del final… es el génesis y el apocalipsis de su vida. Aplaude la obra, regocijándose con lo que soñó, con lo que escucha esta noche. Abre sus alas, deseando emprender su vuelo, pero sabe que jamás podrá elevarse más allá que el humo de una hoguera, esta consiente que nunca sus pies abandonaran la tierra. Se sumerge en su mundo y suspira con cada color nievo que redescubre en el destello de las estrellas, nadie allí puede lastimarla, no existe criatura tan vil y despiadada que arruine el efecto que le ha dado al lienzo de su cabeza. Ve ángeles bañarse con la felicidad que irradia con su sonrisa, observa a los demonios carcajearse al lado de un barbón indecente que viste como traje la piel de una pantera. Las plantas se elevan a su alrededor y se considera afortunada por estar allí, con vida, observando la magia que solo ella misma puede ver. Su rostro se ilumina al ver un cometa aproximarse a la tierra, según sus creencias es el corazón de una estrella cayendo a la tierra para dejar un camino a la tierra de los sueños. No existe nada mejor que su mundo, nada mejor que Dementia.

Todos los demás, todos los cuerdos que la pueden mirar desde lejos, solo ven a una mujer soñando, tan loca como su cabeza se lo permite. Se burlan, se mofan de ella al escucharle hablar a la nada, se la pasan allí admirando el espectáculo del bufón que no se percata de nada. Están para juzgarla, para comérsela con sus críticas, pero por más que le corrompan la esencia, Dementia jampas perderá lo que es… una tonta loca enamorada de la nada y con la falacia del olvido instalada en su raquítica alma…. Ensimismada en su todo y al mismo tiempo en su nada… no presta atención al cambio radical que en la temperatura se puede percibir, tampoco el susurro de los ajenos al admirar la silueta de un espectro por las calles. Simplemente esta allí, esperando que alguien le toque el hombro y le rescate de su mundo, trayéndole de regreso a la realidad aunque sea solo por un efímero instante.