Regresiones [Jayden Brooks]

No estaba seguro si los pasos que daban mis pies me llevaban hacia el camino correcto, solo sabía que necesitaba despejar mi mente por un momento. No sabía que me estaba pasando, ni porque me sentía tan atormentado aquella noche. No sabía porque, así, de la nada, todo aquel dolor reprimido en mi pecho, aquel dolor que tenía tras la muerte de mi madre, estaba decidiendo así de pronto en atacar mi cuerpo con fuerza. Era un ataque sin piedad, era como si yo mismo quisiera destruir y acabarme completamente, eran...esos momentos en los que yo dejaba de ser Jayden y me convertía en aquel monstruo al que tanto despreciaba y aborrecía, aquel monstruo que se convertía en mi verdugo, que acababa con toda mi cordura mental y con todos aquellos sentimientos nobles que solía portar en mi corazón. Así de sencillo y simple, me estaba convirtiendo en algo que no era o que mas bien, siempre intentaba resguardar. Si bien me estaba yendo, nadie se atravesaba en mi camino y eso era bueno, pues dentro de mi obscura crueldad, se encontraba aquel pequeño personaje mío, aquel...noble personaje. Era un asunto serio, pero bastante cómico desde la perspectiva simplista. Tenía a dos seres dentro de mi luchando por liberarse. La maldad y el bien. Era casi como una novela de ficción.

El día había comenzado a la perfección, tras pasar toda la noche leyendo una comedia en el salón de mi mansión, me había alistado para ir hacia la naviera, pues de seguro algo se ofrecía. Al llegar, fue lo mismo de siempre, los tediosos papeleos, los "chismorreos" de los empleados, las peleas insulsas, las pequeñas deudas, los pequeños comercios, los transportes, la carga, en fin, todo lo que diariamente tenía sobre mi escritorio, era lo mismo con lo que había lidiado esa mañana.

Por la tarde, me dispuse a pasear por el puerto y revisar que todo estuviera en orden y si no lo estaba lo hacía para buscar una solución. En fin, fue hasta en la noche, cuando aquel ser melancólico dentro de mi comenzó a golpear mi pecho con fuerza, recordándome que mi vida estaba vacía, que mi vida era tan...monótona, tan clásica, tan...tan solitaria. Que si hubiese dejado de ser un niño mimado, pude haber defendido a mi madre o tal vez pude haber detenido a mi padre y evitar que se fuera.

En fin.

Ahí estaba yo, caminando por las frías calles de París, solo y sintiéndome estúpido, con la rabia estancada en la garganta y en el pecho, con aquellas ganas de gritar con toda mi fuerza y dejarle saber al mundo que, por ese momento, estaba odiando mi vida. Fue entonces, cuando mis pies me llevaron, sin que mi consciencia se diera cuenta, hacía donde mi olfato rastreaba un suave y delicado aroma, único...uno que jamás había percibido antes. Y como si se tratase de algún tipo de ilusión, ahí estaba, una silueta, fina y delicada, de pie, dándome la espalda. Poco a poco me acerqué, pues no pretendía asustar a la mujer. Apreté ligeramente los labios al poder sentir su aroma y su esencia con mas fuerza, penetrando por mis poros. Entonces, pude percibir algo en ella...

Melancolía.

Limpié mi garganta ligeramente, haciéndole saber que me encontraba detrás de ella, aunque probablemente ya me había escuchado, para finalmente pronunciar suave y delicadamente...-Un día triste...¿No lo crees?-.