Regresiones entre la vida y la muerte (diario flashback EVBII)

Mayo17. 1543, Londres Inglaterra.

Mi viaje por las nuevas tierras había sido inspirador, pero me encontré a mí mismo regresando a Londres más pronto de lo que todos esperaban. Sentía que mi destino se encontraba aquí.

Luego de la boda con Lady Elizabeth, me mudé a un pequeño palacio que sus padres nos dieron como regalo de bodas, yo personalmente no me sentía muy cómodo allí, pero mi opinión importaba poco. Los duques querían que sus nietos tuviesen el apellido Brdbury y yo quería simplemente librarme de las constantes cartas recordándome mi deber… tener un hijo.

La Seid, Erika no hacía ás que recordarme que debía encontrar la otra mitad del sol y yo la verdad, duaba muchísimo que pudiera llegar a encontrarla tan fácilmente como ella me lo hacía saber. Apenas ayer recibí uno de sus comunicados que con una perfecta caligrafía me llamaban a lo imperativo del asunto.

“Mi querido señor,
Se que lo importuno con mi carta pero es de una enorme importancia que usted dedique sus días a buscar la mitad del sol que le hace falta. Recuerde la mitad del Kolovrat que tiene en su despacho, recuérdelo bien y búsque la otra mitad que lo completaría. Usted sabe perfectamente a lo que me refiero y aunque me he enterado de su matrimonio y de los dos pequeños hijos que ahora acompañan su vida. Hay cosas más grandes que eso, el destino es mucho más fuerte.
Que freyja cuide sus pasos mi señor,
Erika”

En la mañana me dediqué a buscar el Kolovrat por todas las tiendas de antigüedades de Londres sin ninguna suerte, al parecer, la mitad que yo poseo fue propiedad de uno de mis ancestros quien extrañamente compartía conmigo el nombre, Elric Vinat Bradbury primero. Él fue un hombre noble conocido como Elric El Terrible. Un guerrero imparable que según las leyendas se había ganado su nombre por dar muerte a cientos, sino miles de paganos y vikingos que se cruzaron con su espada en la época en la cual se dio inicio a la inquisición en Britania, corría el año 1232 cuando el rey John regía Inglaterra y su hijo cayó enfermo a causa de la tosferina, cuando el duque almocadén Elric el terrible fue nombrado como heredero a la corona junto con su esposa Muriel Bradbury Fauntleroy.

La historia, aunque en parte olvidada por ciertos incidentes que “mancharon” el nombre Bradbury de paganismo, logró ser recuperada hace un tiempo y la atesoro como nada en la vida, aunque claro, el contacto con Erika recientemente no ha hecho más que darme dolores de cabeza.

Elizabeth se encuentra en el té y los niños están con la nana, ahora me dispondré a salir de nuevo a buscar el Kolovrat sin olvidarme por un segundo de aquello que fue recitado tantas veces en mi niñez cuando la primera seid que conocí, se enteró de mi nombre.

“Eins og sverð til að verja fósturjörðina: sól til að verja ást þína.
Half sól í brjósti, hálf sól á brjósti mínu, og eitt hjarta fyrir bæði;
til the toppur af the turn elskhugi verður vitnað með dauða;
en aðeins ljós í fullri sól verða dauðsfallið í eilífa ást.”

Mayo 18, 1543 Londres.

Ayer luego de escribir en el diario me dirigí al mercado de la zona baja de Londres en busca del kolovrat, logré encontrar un par, pero en realidad lo que busco es la mitad de uno de esos. El significado del poema todavía me elude por completo, la lengua en la que está escrito y en la que era recitado, es completamente desconocida para mí, pero comprendo que tiene que ver con la mitad del sol que poseo y con aquella maldición o hechizo que llevó a cabo mi ancestro, Elric I con su esposa Lady Muriel.
Erika tampoco me dice mucho, le escribí a primera luz respondiendo su mensaje y dejándole saber que estaba en busca del Kolovrat, pero que no sería tan fácil. Elizabeth no deja de hacer preguntas y realmente es una mujer de lo más insoportable.

Espero que nuestro matrimonio sea duradero y si no, seguir los pasos de Enrique VIII y divorciarme lo más pronto posible porque en definitiva, es una mujer a la que no soporto ni ver.

Hoy, luego de escribirle a Erika volví a salir a buscar el medallón, no tuve suerte, los caminos empedrados de Londres estaban húmedos y el aroma era insoportable, me eludía la razón por la cual había decidido ir a la zona baja de nuevo, como si allí pudiese encontrar una antigüedad de la familia Bradbury.

El cielo estaba nublado y se arremolinaban nubes grisáceas mientras yo me acomodaba el abrigo para no ser demasiado obvio y además no morir de frío. Me encontré a mí mismo caminando hasta el puerto en donde una embarcación proveniente de Marsella llegaba por el Támesis.

No pude evitar quedarme observando la embarcación y a sus pasajeros, una joven mujer de cabellos dorados comenzó a descender y con algo de torpeza estuvo a punto de perder el equilibrio. Por suerte yo estaba a apenas un par de pasos y logré extender los brazos antes de que ella cayera.

Me perdí en sus ojos por un momento y luego de ayudarla a recoger sus pertenencias, me ofrecí a llevar su equipaje hasta el carruaje que la esperaba. Ella me invitó a tomar el té como agradecimiento, claro que no pude aceptar la invitación en el momento pues tenía otros menesteres a los cuales atender, sin embargo pedí las instrucciones para llegar a su residencia y le dije que la visitaría con prontitud para tomar ese té.

Aun cuando la dejé en su carruaje y me despedí, no pude sacar su imagen de mi cabeza. Sus ojos profundamente azules, su piel blanca y perfecta como el mármol contrastando con sus labios rosados que me evocaban a unas fresas maduras que ansiaban ser mordidas.

No pude evadir los pensamientos por el resto de la tarde, su nombre, extrañamente… es Lady Muriel.

Mayo 22, 1543 Londres

Los días pasaron y apenas me di cuenta que pasaron. Luego del encuentro con Lady Muriel me dirigí a mi cometido sin nada de suerte. Tuve u encuentro con Brunilda, la prima de Erika quien debía entregarme unas hierbas para poder completar el grimorio.

Tuve una escapada a la casa de campo a las afueras de Londres, es una pequeña cabaña embonada en un claro dentro del bosque, es de muy difícil acceso y a la final parece solamente un pequeño refugio. Tiene solo una habitación, una diminuta cocina y una sala con chimenea. La hice con Arnulf, el hijo mayor de Erika quien también es Seid.

Recuerdo cuando era chico y Erika cuidaba de mí, ella me enseñó a amar a todos los seres vivos y la conexión con los dioses que jamás sentí al ir a la iglesia. Cuando nació Arnulf fue como un hermano para mi y entre los dos nos encargamos de aprender aquello que en general solo las mujeres habían aprendido y que ahora era nuestro tesoro más preciado.

Luego de llegar a la pequeña cabaña guardé las hierbas como era debido, me dediqué por horas a ponerles la respectiva marquilla a los frascos de vidrio que conseguí y preservé para que no fueran a descomponerse. Necesitaba esos momentos de soledad, necesitaba sentirme lejos de Elizabeth y aunque quiero…amo con toda mi alma a mis dos pequeños hijos, tienen tanto de ella que me es difícil verlos como algo más.

James ya tiene tres años y Thomas tiene apenas unos meses, quisiera poder decir que fueron fruto del amor,pero en realidad fueron fruto de la obligación para ambos. Estoy más que seguro que para ella fueron tan desagradables los encuentros como lo fueron para mí.

James es muy parecido a mí, le interesan los animales y las plantas, lo he llevado un par de veces al bosque a recoger bayas, por encima de los deseos de su madre por supuesto, y él lo ha disfrutado sobremanera.

He notado sin embargo, que ahora que tiene dos hijos ella se ha empezado a comportar más extraña que antes, a mi parecer intenta matarme, claro que eso lo he pensado desde la noche de bodas, pero ahora se ha hecho más evidente. He encontrado venenos en la habitación, por ello me rehúso a consumir cualquier alimento que haya tocado ella o alguna de sus criadas de confianza y creo que le pediré a Erika que se mude al palacio para que trabaje para mí. Espero que acepte, me encantaría tenerla cerca, es como una madre para mí en ausencia de mi verdadera madre quien se dedicó toda su vida a ser una mujer de alta alcurnia.

Por ahora me dedicaré a leer un poco con la esperanza de poder traducir el poema en algún momento. Quisiera ver a Lady Muriel, su sonrisa aquella tarde cambió el color del día gris, quizás su presencia de nuevo logre colorear de arreboles mi cielo tormentoso.

Mayo 27, 1543 Londres

Regresé esta mañana a palacio y Elizabeth me esperaba para gritarme por al menos media hora. Mientras ella divagaba con respecto a su falsa preocupación yo me encargaba de desempacar la ropa que había llevado y de reorganizar las cartas que habían llegado en mi ausencia. Erika había escrito, dijo que llegaría pronto y contando con los días de la carta, ella estaría por cruzar la puerta en cualquier momento.

Dejé el grimorio escondido bajo las tablas de la cabaña en el bosque, siempre estará allí a menos que la casa sea destruida, cosa que dudo. Los hechizos de protección son bastante fuertes y por lo que sé, el grimorio en sí mismo tiene sus propios hechizos.
Luego de la pelea con Elizabeth, a quien me rehusé a golpear, estuve con James. El pequeño es un vivo reflejo de mi hermano menor que en paz descanse.

Recuerdo cuando Richard nació, era un pequeño ávido de conocimientos, enloquecido por los animales y tan alejado de la iglesia como yo, luego murió envenenado y las causas permanecerán en el desconocimiento para siempre. Pero Richard permanecerá conmigo para siempre.

Ahora que la iglesia es anglicana y Enrique VIII enloqueció por completo, las cosas se han complicado acá en Inglaterra. Por mi parte seguiría sus pasos, pero en realidad no puedo dejar de pensar en mis hijos cuando me imagino mandando a Elizabeth lejos.

Hoy iré a ver a Lady Muriel, mandé a una de las doncellas a indicarle que iría a tomar el té con ella, decidí llevar unas flores de regalo aunque no se me ocurre qué tipo de flores puede favorecer la dama, así que me quedaré con las lavandas. Siempre han sido mis favoritas y por algún motivo siento como si tuviesen un significado mayor, aunque Erika jamás me habló de ellas en las pociones.

Otra porción de la historia de Elric primero se presentó ante mí hace un par de horas mientras buscaba entre los cuadros viejos alguna información relevante con respecto al poema. Existe una pintura de él con Lady Muriel, es increíble lo hermosa que era aquella mujer y él era muy bien parecido también, su presencia era imponente. Por detrás de la pintura se logran distinguir fragmentos del poema que Erika recitaba para mí cuando yo era un niño, sé que ella tiene más información de la que me deja saber y eso me enerva un poco, pero según sé, yo debo averiguar esas cosas por mí mismo.


Según la historia familiar, Elric y Muriel fueron ajusticiados por los sumos inquisidores de la época dadas sus prácticas paganas. Practicas que por siglos estuvieron alejadas de la familia hasta que nació la oveja negra y a quien llamaron al igual que el famoso Almocadén, Elric el Terrible.

No me avergüenzo en lo más mínimo de lo que sé y lo que soy pero creo que mi familia si querría matarme. Aun cuando la historia familiar dice una cosa, al parecer, Elric y Muriel se dieron muerte el uno al otro antes de ser encontrados, pero un pariente de alguien, aun no sé de quién, llamado Jerome Doherty logró sacar al heredero Bradbury de Inglaterra y de esa manera el legado de la familia pudo continuar. Por ahora deberé encargarme de saber un poco más de Doherty, quizás de esa manera logre encontrar el Kolovrat.

Mayo 28, 1543 Londres

Hoy es mi cumpleaños, me desperté temprano y Erika había llegado.
Vino con unas hermosas lavandas y diversos frascos con brebajes que había ocultado entre su equipaje. Ella es la única doncella que tendrá u habitación personal. No puedo permitir que la comparta con nadie, solo ella conoce mi vida y mi secreto, yo conozco el suyo. Siempre la he tratado como parte de la familia y eso no cambiará ahora.

Erika es una mujer mayor, para ser honesto, nunca he sabido qué edad tiene, he de suponer que tiene más años que el tiempo mismo pero jamás se ha dignado a responderme cuando le pregunto aquello. Desde que era tan solo un infante, la recuerdo anciana y la verdad no ha cambiado mucho a este momento.
Luego de recibirla me senté con ella en el jardín a hablar de la vida, no mencionó el kolovrat en todo el tiempo que hablamos, pero si se quedó mirándome fijamente cuando mencioné a Lady Muriel.

Pregunté el motivo de su extraña curiosidad, pero ella se negó a contestar, solo me pidió que le hablara más de la mujer.
Yo le comenté nuestro primer encuentro en el puerto y luego le comenté de mi visita el día anterior.

Ayer, 27 fue un hermoso jueves. El clima fue frío, pero no hubo lluvia hasta la noche.
Mi visita fue para el té, llegué con una maceta de lavandas ya que desde niño ese era el regalo que me parecía más apropiado y luego ella me invitó a pasar.
El lugar era hermoso y siempre había una doncella allí con los oídos bien abiertos, en un principio no sabía por qué me miraba con desaprobación la joven doncella, pero al enterarme de que estaba pronta a casarse, supe que la doncella estaba de parte de su futuro esposo.

Por algún motivo sentí celos, sé que no tengo derecho en absoluto de sentir algo así, pero lo sentí. Cuando escuché que venía a casarse, sentí como un vacío en el estómago y no pude fingir una sonrisa, simplemente me mostré diplomático como había sido enseñado.
Me alegró saber que su esposo no estaba, no conozco al tal William, pero es un hombre afortunado.

Muriel es una dama hermosa, tiene el cabello rubio, su piel es hermosamente blanca, tiene unos labios que aun me enloquecen y sus ojos son tan calmos y apacibles que me es  difícil creer lo fuerte y determinado que luce en contraste con el resto de su rostro. Su tacto es cálido y sus manos son bastante suaves, sentí como si un fuego desconocido me recorriera cuando su piel tocó la mía.

Le mostré la ciudad, recorrimos Londres tomados del brazo y con la doncella –por supuesto- acompañándonos. Ella es una dama inteligente, con un tono de voz agradable y un delicioso aroma. A diferencia de mi esposa, ¿por qué la suerte tenía que estar del lado de ese tal William? ¿por qué el universo me había castigado con Elizabeth y no me había premiado con una dama como Muriel?.

Cuando la llevé de vuelta a su residencia, con disimulo, corté unas cuantas flores de la planta de lavanda que le había regalado, inmortalizaría esa tarde para siempre.