El diario del Karma entre el bien y el mal

No hay muerte tan sencilla...solo una muerte miserable.

1500

Se supone que los ángeles y demonios no se mezclan, se cree que los humanos han existido solo para complacer a los caprichos de dos amigos que juegan al ajedrez y sus piezas son esos humanos. Cada día haciendo una puesta más y más peligrosa hasta estallar en las muertes. No hay plan maestro, no hay camino ni destino solo un cruel juego que termina con todos en la más patética muerte. Cada uno usa a sus esclavos, usa a sus siervos para hacer lo que sea que tengan a la mano y ganar cada partida.

Los demonios son peligrosos cuando se alimentan de la vida ajena, pero hay algunos más peligrosos, aquellos que no buscan la vida ajena, si no que buscan las almas cultivandolas desde cero hasta convertirlas en sus mejores trofeos, esos son los peores demonios.

1740
Dentro una gran familia vino un acontecimiento milagroso, el mayor hijo de la iglesia, su fiel servidor y devoto luchador del mal, había logrado tener un hijo, un heredero de su estirpe y quien llevaría la carga de la familia por toda la eternidad. Lastimosamente no fue realmente lo que ocurrió porque esa semilla terminó en otros caminos. Unos turbios a consecuencia de los pasos de su padre.

Su infancia no fue la mejor ni la peor, solo estuvo llena de aburrimiento. Desde pequeño tenía una mirada seca, apagada jamás cambio, siempre se mostró cansado y aburrido de las personas, de las cosas.

Al entrar en la etapa de un "hombre", pero no ser más que un adolescente, sus estados de ánimos iban cambiando lentamente, aunque no del todo había apartado esa mirada aburrida que tenía. Pero sus cambios se vieron en cuanto a sus intereses, más y más se fue mezclando con el trabajo de su padre de una manera poco convencional ni aceptada por la santa madre iglesia a la que servía su padre. Incluso en sus argumentos y reproches a la misma, con esas preguntas que avergonzaban a su padre como para terminar siendo regañado y castigado por horas o días.

1740

Así fue como nació la estrella más deseada, más bendecida por toda la familia de historia y tradición. La esperanzada madre aun sufría y temía por su vástago que no nacido, ya desde el vientre ella rezaba por el alma de su pequeño hijo rogando que naciera un sano y fuerte varón y no una una pequeña niña. Quizás sus lágrimas, quizás su sufrimiento al oír que su vientre tenía más la forma de concebir a una niña y no a un varón fue lo que la llevó a cometer semejante locura ocultando todo en secretos y mentiras, llevándose por la desesperación como para cometer tal cosa a espaldas de su esposo.

Esa noche, a la media noche exactamente, la mujer abandonó el lecho en compañía de su doncella ambas caminaron por el paraje de la noche oscura hasta llegar a la cueva de la maldita, aquella mujer odidada por muchos pero también adorada por sus aciertos.

Ni bien puso un pie en la propiedad de quien todos gritaban la palabra bruja, la puerta se abrió y de la densa niebla y polvo apareció la decrepita mujer tuerta y con menos dientes que una rata vieja. La mujer sonrió invitándolas a pasar en ese momento tomando asiento en los banquillos de metal que ofrecía la anciana.

Miró entonces el vientre de la mujer indicando que efectivamente sería una niña, algo enfermiza. La dama echó a llorar con frustración y entonces la anciana profiero las palabras que fueron la condena para toda la familia...

"Hagamos un contrato, un sacrificio querido, un odio profundo y un deseo irremediable"

Fue entonces que una daga se clavó en el corazón de la doncella y el corazón le fue arrancado con su palpitante sangre. La ancia rio y profirió..."Sacrificio concedido, un alma por otra, y era fuerte el deseo de amor y protección que tenía el carnero".

Miró a la mujer y a su no nacido "odialo, odia a esa niña y repudia a tu dios y a su genero con el la niña en tu vientre".

Entre lágrimas aceptó cumplió con los deseos de la bruja y la daga con sangre con su punta ensangrentada creó un dibujo sobre aquel vientre y palabras tan antiguas como profanas de la oscuridad, y la anciana continuo: "Ahora pide tu deseo, pide ese deseo irremediable".

A la mañana siguiente el vientre tenía otro aspecto y ahora todos decían que sería de un fuerte niño.

1740

Los meses estaban pasando con las estaciones que no sentían clemencia por la tierra, era más que lógico que el nacimiento del pequeño sería grato, pero había algo que la mujer sabía muy bien. Cada noche ella sentía el peso de la mirada de la bruja que la vigiliaba constantemente, día y noche. En sueños y pesadillas. Su vientre crecía pero así como la vida continuaba la de ella se iba apagando hasta demacrarse como un cadáver andante.

Pasaba meses sentada frente a la ventana en su mesedora, con los labios secos y partidos, casi morados como su vida marchita. Su esposo apenas y compartía el lecho, asco le tenía a su mujer y solo llegaba a ella un cuervo con una petalo de una rosa y otras veces con una pequeña uvilla roja que apenas probaba sus labios sentían el rejuvenecer de la vida.

Casi estando a último días, la bruja apareció, en presencia de la mujer y su nueva doncella, riendose a carcajadas y durmiendo a la doncella se adentró a la luz profiriendo con sus dientes amarillentos "He venido porque se que pronto lo que tu tripa engendra nacerá, esa criatura no es tuya le pertenece a el así que tu alma y la de él serán mias cuando nazca".

La mujer, cual madre dulce y amorosa cubrió su vientre peleando por su hijo en nombre de Dios y todos los santos apóstoles que la protegerían de que aquella infame se llevará a su pequeño. No contenta con escuchar las maldiciones y rezos benditos, la bruja con ojos de odio lanzo la maldición, la primera de muchas sobre la madre y el vástago.

"Escuchad ahora mis palabras, de la oscuridad el vendrá y su estirpe se llevará con y tu alma encerrada en marcas por siempre vagará"

El canto terminó y la mujer partió pero un cuervo tan negro como la noche quedó en su lugar mirando a la mujer en silencio.

Al oir los gritos de la podre madre sufrida por la maldición, el llanto y los gritos atrajo a su esposo y otros sirvientes que no pudieron traspasar la puerta y de quien encontraron al final de la habitación, en el jardin a la doncella sin vida y fría quien se había arrojado de la ventana. Una marioneta de terror que ante lo que encontraron todos habían sospechado que la razón de los gritos y espanto era producto de la locura inexplicable de la joven doncella.

Insistieron en entrar y no pudieron y cuando tumbaron la puerta, la lluvia comenzó a azotar toda la ciudad, por lo que al tocar las campanas de la media noche su último repicar, los gritos de dolor se escucharon por toda la casa. Gritos desgarradores pero nadie podía ingresar a la habitación, aunque empujaran, trataran de tumbar, nadie podía derribar aquella puerta ni con arma ni con espada. Era una puerta que no tenía sentido más que solo para el hombre que fue tan presto como pudo a su rincón sagrado tomando un libro y entre otras cosas más un rosario. Mientras ellos demoraban, la mujer encerrada sudaba y gritaba de tanto dolor que por último cuando el sacerdote dejó de enunciar los cantos sagrados la puerta se abrió y solo había un silencio que se llenó al abrirse la puerta por completo con un gran y ruidoso llanto de bebé.

Un varón había nacido. Un legítimo heredero.