AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Limones Persas [privado]
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Limones Persas [privado]
Limones persas… uno de esos golpeo su cabeza el primer día después de su llegada a Paris, él lo recogió del suelo y se lo llevo en el bolsillo, creyó escuchar palabras a sus espaldas sin embargo, bueno pues, era solo un limón persa y estaba siendo jalado por traficantes de esclavo así que no le importó demasiado aquel pequeño fruto. Semanas después se encontró varado en la ciudad del amor por un periodo de tiempo indefinido de modo que decidió dar paseos por las mañanas cerca del puerto por donde llego tratando de encontrar la manera de volver a su querida cuenca.
Irónicamente toda su vida creció creyendo que aquel trozo de tierra frio era demasiado pequeño para el, sin embargo ahora viéndose a sí mismo el Francia sentía que estaba en un lugar demasiado grande, necesitaba un equilibrio y encontrarlo se volvía difícil al pasar de los días, las nubes se movían ridículamente lentas mientras que el viento solamente le soplaba en el rostro lo que se podría decir, la melancolía de las tierras Rusas viniendo y yéndose a través del mar.
Una de sus andanzas le llevo directo a aquel sitio en donde recogió el limón persa, moviéndose entre la gente de manera desenfada, sin ningún peso que cargar sobre sus hombros más que el recuerdo de su viejo padre que de seguro le estaba esperando en la puerta de la vieja posada que atendía, con ese semblante triste que caracteriza los rostros de los hombres mayores, pero con la fortaleza que tiene cualquier mozo joven durante una jornada de trabajo, él era como una pared difícil de derribar, hecha de hierro y endurecida en la lava de los volcanes
- Un limón…-había susurrado sintiendo en el fondo de su bolsillo un circulo duro que no era otra cosa que un limos seco, sacándolo de su bolsillo recordó el día de su llegada a parís al mismo tiempo que otra persona le golpeaba en la cabeza… adivinen, con un limón persa
Su nombre era Juan de la Cruz, o al menos así juraba llamarse, era demasiado joven según su criterio pero el dueño de una gran tienda de limones persas, el hombre escucho su maldición en ruso cuando fue golpeado y contesto elocuentemente su expresión con otra maldición en ruso, después de eso se hicieron amigos de inmediato, él le conto que vio un tiempo en Rusia y que de ahí su facilidad para el idioma sin embargo, aunque su historia sonaba muy convincente algo no encajaba, el juraba y perjuraba haber vivido algún tiempo en la cuenca donde el vivió toda su vida, Juan de la Cruz era un mentiroso compulsivo.
Aun así ellos siguieron hablando todo el tiempo durante las dos semanas siguientes a que se conocieran, de esa manera, Dmitry descubrió que Juan de La Cruz solamente era un hombre con la capacidad innata de gustarle a la gente a través de las mentiras, las cuales en realidad no eran mentiras completamente, por ejemplo Juan de La Cruz en realidad si vivió en Rusia un tiempo, pero no en su cuenca, sino en San Petersburgo.
Hablando y hablando Juan de La Cruz le propuso que buscase trabajo con un rico extranjero proveniente de las Rusias, Dmitry no estaba muy seguro de si acudir al lugar que Juan de La Cruz le recomendó sin embargo, algo le jalo a la mansión del extraño, supuso que si si su amigo se lo recomendó estaría bien que echara un vistazo, aso ra se encontraba ahí, aparado a mitad del recibidor sintiéndose como una aguja en un pajar, o mejor dicho, como un pajar en una montaña de agujas, suspiro mirando en su mano aquel limón viejo y ya casi seco que según Juan de La Cruz, le tiro el día en que llego a parís, y ahora se encontraba ahí, haciendo el tonto en la casa de un extraño, todo por culpa… de los limones persas
Irónicamente toda su vida creció creyendo que aquel trozo de tierra frio era demasiado pequeño para el, sin embargo ahora viéndose a sí mismo el Francia sentía que estaba en un lugar demasiado grande, necesitaba un equilibrio y encontrarlo se volvía difícil al pasar de los días, las nubes se movían ridículamente lentas mientras que el viento solamente le soplaba en el rostro lo que se podría decir, la melancolía de las tierras Rusas viniendo y yéndose a través del mar.
Una de sus andanzas le llevo directo a aquel sitio en donde recogió el limón persa, moviéndose entre la gente de manera desenfada, sin ningún peso que cargar sobre sus hombros más que el recuerdo de su viejo padre que de seguro le estaba esperando en la puerta de la vieja posada que atendía, con ese semblante triste que caracteriza los rostros de los hombres mayores, pero con la fortaleza que tiene cualquier mozo joven durante una jornada de trabajo, él era como una pared difícil de derribar, hecha de hierro y endurecida en la lava de los volcanes
- Un limón…-había susurrado sintiendo en el fondo de su bolsillo un circulo duro que no era otra cosa que un limos seco, sacándolo de su bolsillo recordó el día de su llegada a parís al mismo tiempo que otra persona le golpeaba en la cabeza… adivinen, con un limón persa
Su nombre era Juan de la Cruz, o al menos así juraba llamarse, era demasiado joven según su criterio pero el dueño de una gran tienda de limones persas, el hombre escucho su maldición en ruso cuando fue golpeado y contesto elocuentemente su expresión con otra maldición en ruso, después de eso se hicieron amigos de inmediato, él le conto que vio un tiempo en Rusia y que de ahí su facilidad para el idioma sin embargo, aunque su historia sonaba muy convincente algo no encajaba, el juraba y perjuraba haber vivido algún tiempo en la cuenca donde el vivió toda su vida, Juan de la Cruz era un mentiroso compulsivo.
Aun así ellos siguieron hablando todo el tiempo durante las dos semanas siguientes a que se conocieran, de esa manera, Dmitry descubrió que Juan de La Cruz solamente era un hombre con la capacidad innata de gustarle a la gente a través de las mentiras, las cuales en realidad no eran mentiras completamente, por ejemplo Juan de La Cruz en realidad si vivió en Rusia un tiempo, pero no en su cuenca, sino en San Petersburgo.
Hablando y hablando Juan de La Cruz le propuso que buscase trabajo con un rico extranjero proveniente de las Rusias, Dmitry no estaba muy seguro de si acudir al lugar que Juan de La Cruz le recomendó sin embargo, algo le jalo a la mansión del extraño, supuso que si si su amigo se lo recomendó estaría bien que echara un vistazo, aso ra se encontraba ahí, aparado a mitad del recibidor sintiéndose como una aguja en un pajar, o mejor dicho, como un pajar en una montaña de agujas, suspiro mirando en su mano aquel limón viejo y ya casi seco que según Juan de La Cruz, le tiro el día en que llego a parís, y ahora se encontraba ahí, haciendo el tonto en la casa de un extraño, todo por culpa… de los limones persas
Dmitry Romanov- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 12/03/2012
Re: Limones Persas [privado]
No estaría para ver al nuevo inquilino. Un tal Juan de la Cruz, le dijo que le encontraría a alguien para las tareas de la casa, bien tenía ya a alguien a quien encargar las tareas cotidianas y rutinarias, pero no tenía a nadie cercano a mi lado. Pues me faltaba Valentín, y esta solo hacía más que taparse los ojos y ver hacia otro lado. No hacía más que evadirme, no hacia más que... Algún día me abre ido y para el será demasiado tarde para tenerme entre sus brazos. Bien tenía en cuenta su puesto en el mundo, era un conde y yo un tipo de clase alta con demasiadas preocupaciones en mente.
Mi objetivo era Valentín y obviamente, convencerle de que sea mi esposo. Solamente para ello tenía que seguir luchando, nunca rendirme y seguir adelante. Ahora, tocaban a la puerta ¿Quien podría ser? Uno de los mayordomos de la quilla, abría la puerta, yo salía del salón principal con un libro en la mano, con la mirada gacha, mirando después hacia delante. Era un chico menudito, me llegaba por la nariz más o menos. No había adelantado paso alguno, solo miraba al chiquillo, traía ropas andrajosas, ni un detalle elegante. Me importaba bien poco la verdad.
Con unos pasos, casi a zancadas, me puse al lado del muchacho, parecía nervioso manejando entre sus dedos un gajo de algún limón disecado que habría por algunos restos de basura. De un manotazo se lo quite de las manos, tire de sus ropas con las puntas de los dedos para ver si pensaba dejarle con aquellas prendas o darle otras más adecuadas. Seguía dando vueltas alrededor del, con lentitud le miraba de abajo arriba ¿Y bien? -¿Eres Dmitry Romanov?-Esperase que este fuese el chico que José de la Cruz me había enviado. Bien con las mentiras diarias de José, no podría bien fiarme del mentiroso-Sígueme....-Comencé a andar hacia delante, entrando en la sala en la que había estado leyendo tan tranquilamente el libro que tenia entre mis manos.
La habitación había sido limpiada y la vajilla estaba por estrenar. Caminaba con paso decidido hacia detrás del escritorio que era donde estaba en un principio. Estaba con los brazos apoyados en la mesa. Miraba al frente esperando a que entrase el individuo, Dmitry Romanov. Qué cosas. Se me parecía a mí cuando tenía menos edad y si no fuera porque tenía una longevidad que ocultar, sería mucho más mayor que el joven. El chico parecía demorarse en aparecer, tenía paciencia y era un poco arrogante algunas veces-¿No tendrá miedo?-Dije para finalizar o más bien señalizar que mi paciencia estaba echándomela a perder.
Mi objetivo era Valentín y obviamente, convencerle de que sea mi esposo. Solamente para ello tenía que seguir luchando, nunca rendirme y seguir adelante. Ahora, tocaban a la puerta ¿Quien podría ser? Uno de los mayordomos de la quilla, abría la puerta, yo salía del salón principal con un libro en la mano, con la mirada gacha, mirando después hacia delante. Era un chico menudito, me llegaba por la nariz más o menos. No había adelantado paso alguno, solo miraba al chiquillo, traía ropas andrajosas, ni un detalle elegante. Me importaba bien poco la verdad.
Con unos pasos, casi a zancadas, me puse al lado del muchacho, parecía nervioso manejando entre sus dedos un gajo de algún limón disecado que habría por algunos restos de basura. De un manotazo se lo quite de las manos, tire de sus ropas con las puntas de los dedos para ver si pensaba dejarle con aquellas prendas o darle otras más adecuadas. Seguía dando vueltas alrededor del, con lentitud le miraba de abajo arriba ¿Y bien? -¿Eres Dmitry Romanov?-Esperase que este fuese el chico que José de la Cruz me había enviado. Bien con las mentiras diarias de José, no podría bien fiarme del mentiroso-Sígueme....-Comencé a andar hacia delante, entrando en la sala en la que había estado leyendo tan tranquilamente el libro que tenia entre mis manos.
La habitación había sido limpiada y la vajilla estaba por estrenar. Caminaba con paso decidido hacia detrás del escritorio que era donde estaba en un principio. Estaba con los brazos apoyados en la mesa. Miraba al frente esperando a que entrase el individuo, Dmitry Romanov. Qué cosas. Se me parecía a mí cuando tenía menos edad y si no fuera porque tenía una longevidad que ocultar, sería mucho más mayor que el joven. El chico parecía demorarse en aparecer, tenía paciencia y era un poco arrogante algunas veces-¿No tendrá miedo?-Dije para finalizar o más bien señalizar que mi paciencia estaba echándomela a perder.
Björk- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/04/2012
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Re: Limones Persas [privado]
Escucho los pasos fuertes y apresurados repiquetear en el piso desde kilómetros de lejanía, bueno, en realidad no lo había hecho, pero bien podría haber ocurrido. La primera impresión que recibió Dmitry de su posible jefe fue procesada en segundos, el típico hombre de clase alta, déspota, maleducado, mandón y de un carácter… más ácido que el limón que segundos antes sostenía entre sus dedos, instintivamente al encontrarse frente a frente con el hombre enderezo su espalda levantando el rostro, poniendo aquella expresión que según el mostraba neutralidad ante cualquier asunto, escucho atentamente su voz, de el mismo modo parecía un poco irritada, como si lo hubiese agarrado a mitad de su siesta de las tres, él se sería capaz de arrancarle la cabeza a alguien a mordiscos si le despertaban antes de su tiempo.
- Mi nombre señor, es Dmitry Bogdánov, Romanov no es más que un apodo burlesco que adopte durante mi niñez en la cuenca de Verjoyansk-aclaro en un tono de lo más calmado, como si le estuviese hablando a un niño pequeño, aquello por supuesto, no lo hacía con una mala intención, ese era su tono de nacimiento, el cual siempre lograba confundir a la gente haciendo que los demás niños de su edad evitasen hablar con el diciendo que era demasiado sarcástico, en realidad Dmitry no esperaban que su interlocutor escuchase siquiera lo que estaba diciendo pero creyó pertinente hacer la aclaración, no deseaba que aquel apellido falso se extendiese también a sus alrededores en Francia, claro que pensándolo bien debió comenzar aclarándoselo a Juan de La Cruz.
Avanzo silenciosamente detrás del dueño de la casa con su distintiva clama para hacer cualquier actividad física, él no era un debilucho ni nada por el estilo, en realidad gracias a su padre tenía un buen entrenamiento a la hora de tratar con hombres violentos, cortesía de su padre quien le dio el maravilloso puesto de des alojador en la taberna al darse cuenta que su hijo era una reverenda porquería en cualquier cosa que tuviese que ver con alcohol, vidrio y movimientos de manos, le debería al menos dos juegos de vasos y algunos platos a su viejo, por suerte este jamás se los cobro
Observo todo a su alrededor, acomodado con un orden que lograba que toda la habitación se viese casi completamente homogénea, exceptuando al dueño de la casa el cual parecía una mancha de pintura mal puesta en el rostro de la venus del Nilo, no es que el hombre le pareciese completamente desagradable sin embargo su aura era algo mucho más salvaje que el etéreo halo que adornaba aquel cuarto. Le noto mirándole como si esperase algo de sus acciones y una sonrisa casi imperceptible surco fugaz sus labios desapareciendo enseguida, por un momento le pareció ver a la sombra de un viejo aristócrata en su rostro juvenil, el hombre tenía las pintas pero no la energía que caracterizaba a Juan de La Cruz o a su actual benefactor, Fernando. Frunció el ceño confundido durante algunos segundos al escuchar la pregunta de aquel hombre, en realidad no comprendía aun los hilos de pensamiento de aquella persona así que decidió no tomárselo a mal y seguir con su vida, por la misma razón decidió ignorar completamente la pregunta
- Estoy aquí porque Juan de La Cruz me dijo que había algún puesto libre entre su personal, no estoy muy seguro de que es lo que busca pero me presento ante usted para ver las posibilidades de encontrar un trabajo que sea de mi agrado- no iba a mentir, a la primera de más terminaría aventándole algo por la cabeza, el no era una persona precisamente irritable pero si algo no le quedaba bien y se ponía de histerias no había quien lo parase, por suerte no tenía rabieta desde que cumplió los 14 años y termino por destrozar el sótano de sus padres, el trabajo que le costó reconstruirlo fue lo que le alentó a trabajar más su autocontrol, claro que, aquella mirada inusualmente pesada y el ceño fruncido no se le quitaba ni a golpes
- Mi nombre señor, es Dmitry Bogdánov, Romanov no es más que un apodo burlesco que adopte durante mi niñez en la cuenca de Verjoyansk-aclaro en un tono de lo más calmado, como si le estuviese hablando a un niño pequeño, aquello por supuesto, no lo hacía con una mala intención, ese era su tono de nacimiento, el cual siempre lograba confundir a la gente haciendo que los demás niños de su edad evitasen hablar con el diciendo que era demasiado sarcástico, en realidad Dmitry no esperaban que su interlocutor escuchase siquiera lo que estaba diciendo pero creyó pertinente hacer la aclaración, no deseaba que aquel apellido falso se extendiese también a sus alrededores en Francia, claro que pensándolo bien debió comenzar aclarándoselo a Juan de La Cruz.
Avanzo silenciosamente detrás del dueño de la casa con su distintiva clama para hacer cualquier actividad física, él no era un debilucho ni nada por el estilo, en realidad gracias a su padre tenía un buen entrenamiento a la hora de tratar con hombres violentos, cortesía de su padre quien le dio el maravilloso puesto de des alojador en la taberna al darse cuenta que su hijo era una reverenda porquería en cualquier cosa que tuviese que ver con alcohol, vidrio y movimientos de manos, le debería al menos dos juegos de vasos y algunos platos a su viejo, por suerte este jamás se los cobro
Observo todo a su alrededor, acomodado con un orden que lograba que toda la habitación se viese casi completamente homogénea, exceptuando al dueño de la casa el cual parecía una mancha de pintura mal puesta en el rostro de la venus del Nilo, no es que el hombre le pareciese completamente desagradable sin embargo su aura era algo mucho más salvaje que el etéreo halo que adornaba aquel cuarto. Le noto mirándole como si esperase algo de sus acciones y una sonrisa casi imperceptible surco fugaz sus labios desapareciendo enseguida, por un momento le pareció ver a la sombra de un viejo aristócrata en su rostro juvenil, el hombre tenía las pintas pero no la energía que caracterizaba a Juan de La Cruz o a su actual benefactor, Fernando. Frunció el ceño confundido durante algunos segundos al escuchar la pregunta de aquel hombre, en realidad no comprendía aun los hilos de pensamiento de aquella persona así que decidió no tomárselo a mal y seguir con su vida, por la misma razón decidió ignorar completamente la pregunta
- Estoy aquí porque Juan de La Cruz me dijo que había algún puesto libre entre su personal, no estoy muy seguro de que es lo que busca pero me presento ante usted para ver las posibilidades de encontrar un trabajo que sea de mi agrado- no iba a mentir, a la primera de más terminaría aventándole algo por la cabeza, el no era una persona precisamente irritable pero si algo no le quedaba bien y se ponía de histerias no había quien lo parase, por suerte no tenía rabieta desde que cumplió los 14 años y termino por destrozar el sótano de sus padres, el trabajo que le costó reconstruirlo fue lo que le alentó a trabajar más su autocontrol, claro que, aquella mirada inusualmente pesada y el ceño fruncido no se le quitaba ni a golpes
Dmitry Romanov- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 12/03/2012
Re: Limones Persas [privado]
-Claro....-No dije nada mas, mi mirada lo decía todo-Serás aquel quien me atienda día, tarde y noche. Harás lo que se te diga, sin rechistar, si algo no me agrada, recibirás un castigo y créeme, no te gustara el cambio de opiniones-Trague un poco de saliva para levantarme del asiento y comenzar a andar, poniéndome al lado de la silla para separarla de la mesa y poniendo ambas manos sobre los brazos de la silla, intimidando poco a poco al chico que sería mi “vasallo”-...Con el nombre con el que te dirigirás será “Señor” o “Bjork” como desees o te venga en gana, y créeme cuando te digo cuando no voy a ser “amistoso” con el trato..-Le mire de abajo arriba, deposite un beso juguetón sobre su cuello, cerca de su oreja para después separarme con una sonrisa amplia. Comencé a levantar mi mirada para ir mirando los cuadros colgados en las paredes.
Caminaba por la habitación, con las manos tras la espalda-...El horario para el servicio es desde las cinco de la mañana hasta las cinco de la mañana...-Me gire en el sitio para mirarle a la cara-...El tuyo será a todas horas, recibirás el salario conforme a mi me convenga, comenzaras con un salario de un franco. Cada mes se te aumentara, imagina, cuando hayan pasado cuatro meses tendrás cuatro francos para tus beneficios...o lo que desees, a la vez tendrás comida, un techo y ropa gratis. Habla conmigo para cualquier cosa que necesites, si necesitas ayuda, pídemela o a alguien del servicio...-gire mi cuerpo completamente para poder hacerle cara.
-...No me mentiras pues aquello podrá llevarte al dolor aunque aquello este escrito en tus ojos....-No era nadie desconocido para mí-...Serás mi confidente, serás mi mano derecha. Yo no quiero a otro José de la Cruz, no me gustan los mentirosos. Ahora, te acompañare la habitación que será tu aposento personal para tu propio uso...-Suspire mientras me acercaba y me inclinaba para verle mejor-...¿Tienes hambre? Si te consuela, hasta podrás tener todos los limones que quieras....
Con las palabras que dije, me volví a poner recto, en vertical para después comenzar a caminar a pie por la habitación hasta salir de ella, alcanzar a un mayordomo que traía ropa para el muchacho. La cogí entre mis manos y volví a paso rápido hasta posarla sobre las piernas del joven-....No quiero que por esto empiece entre nosotros algún malestar, ponte estas ropas o si lo deseas, date un baño....-Señale a un mayordomo que parecía esperar-...Este hombre de aquí, te ayudara con lo que necesites....estaré por aquí...-Con esto último, salí de aquella sala para alejarme del joven, para ponerme a pensar sobre lo que estaba a punto de acontecer.
Caminaba por la habitación, con las manos tras la espalda-...El horario para el servicio es desde las cinco de la mañana hasta las cinco de la mañana...-Me gire en el sitio para mirarle a la cara-...El tuyo será a todas horas, recibirás el salario conforme a mi me convenga, comenzaras con un salario de un franco. Cada mes se te aumentara, imagina, cuando hayan pasado cuatro meses tendrás cuatro francos para tus beneficios...o lo que desees, a la vez tendrás comida, un techo y ropa gratis. Habla conmigo para cualquier cosa que necesites, si necesitas ayuda, pídemela o a alguien del servicio...-gire mi cuerpo completamente para poder hacerle cara.
-...No me mentiras pues aquello podrá llevarte al dolor aunque aquello este escrito en tus ojos....-No era nadie desconocido para mí-...Serás mi confidente, serás mi mano derecha. Yo no quiero a otro José de la Cruz, no me gustan los mentirosos. Ahora, te acompañare la habitación que será tu aposento personal para tu propio uso...-Suspire mientras me acercaba y me inclinaba para verle mejor-...¿Tienes hambre? Si te consuela, hasta podrás tener todos los limones que quieras....
Con las palabras que dije, me volví a poner recto, en vertical para después comenzar a caminar a pie por la habitación hasta salir de ella, alcanzar a un mayordomo que traía ropa para el muchacho. La cogí entre mis manos y volví a paso rápido hasta posarla sobre las piernas del joven-....No quiero que por esto empiece entre nosotros algún malestar, ponte estas ropas o si lo deseas, date un baño....-Señale a un mayordomo que parecía esperar-...Este hombre de aquí, te ayudara con lo que necesites....estaré por aquí...-Con esto último, salí de aquella sala para alejarme del joven, para ponerme a pensar sobre lo que estaba a punto de acontecer.
Björk- Licántropo Clase Alta
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Re: Limones Persas [privado]
Dmitry estuvo a punto de rodar los ojos ante el comportamiento del que sería su nuevo jefe, si no fuese porque Juan de La Cruz se lo pidió no estaría ahí, él no era muy de trabajar ni nada, aunque estaba acostumbrado a seguir ordenes debido al tiempo que trabajo en la taberna de su padre, ahora mismo sin embargo, se encontraba en una tierra en la cual no poseía ni un mísero grano de polvo. Escucho atentamente las palabras del hombre frente a él, sin duda tenía un estatus mayor que el asi que estaba bien con todo lo que él dijo, a excepción de la parte del castigo, en todos sus años de vida, ni siquiera su padre le había puesto un dedo encima, si aquel hombre necesitaba de castigos ya sea físicos, económicos o de cualquier tipo para lograr que un simple sirviente le obedeciera o hiciese las cosas correctamente entonces no merecía tenerlos, un verdadero amo debía ser fuerte y ensombrecer cualquier ápice de rebeldía con la pasividad de su voz, sin levantarla ni forzarla, el hecho de que hubiese mencionado siquiera algo así le ponía de malas, frunció el ceño nuevamente dedicándole aquella mirada que por naturaleza se tornaba intensa clavándose en su objetivo como dagas en la piel.
Casi se cae de espaldas cuando recibió aquel simple roce de sus labios, pensó que tal vez y aquel amo sería un poco diferente de lo usual y que sus sirvientes de seguro se movían por el síndrome de Estocolmo, sonrió de nuevo, casi imperceptiblemente llevándose la mano al cuello si apartar sus ojos de piedra de los movimientos del señor. Nuevamente escucho en silencio mientras miraba un poco sus dedos distrayéndose en musarañas, el comúnmente parecía distraído pero escuchaba todo a su alrededor, para ser un humano tenía un oído excepcional con el cual podía escuchar las conversaciones claramente de una pareja en un cuarto lleno de gente, pensó que muy probablemente aquel trabajo se parecería ayudar en la taberna, aunque en realidad sus funciones en el local de su padre eran mínimas al menos la mitad de las cosas que…Björk menciono las hacía para su viejo. En silencio nuevamente comenzó hasta la habitación que el mayordomo le señalo cambiándose de ropa, eran todas casi de su medida y al verse en el espejo suspiro, no le gustaba nada la manera en que se veía, parecía casi… decente, sin embargo creía que combinaba mas ahora con la mansión que con sus anteriores y sencillas ropas.
Regreso nuevamente con aquel andar aristocrático que le caracterizaba, los aldeanos del pueblo le molestaban todo el tiempo hablando sobre un noble criado en cuna de piedra, pero en realidad el no veía nada de malo en su andar, simplemente era correcto y hasta ahí. Se asomó por todas las habitaciones siendo perseguido por el viejo mayordomo, no estaba seguro si era porque se lo había encargado, o porque el hombre esperaba que robase algo y huyese.
- Aquí esta señor-dijo con su tono calmado al hablar, presentándose ante su jefe con unas pintas ya más decentes- me he probado la ropa y me ha quedado, me gustaría saber más específicamente que debo hacer en estos instantes, llevo algunos minutos visitando los cuartos y me parece que esta todo en orden, además, no estoy seguro de en qué momento debería comenzar mis funciones, ahora mismo o a partir de mañana en la madrugada-su mirada se perdió en los botones de la camisa que llevaba encima, un pequeño hilo salía de ellos y mientras hablaba dejo de mirar al frente para concentrarse en el pequeño problema suspirando mientras recordaba un poco las indicaciones hechas minutos antes- he de aclarar señor, que las mentiras nunca han sido lo mío, por estilo se las dejo a Juan de La Cruz, sin embargo deberá usted disculparme…-frunció el ceño callando unos segundos hasta que logró quitar el hilo de la manga y cuadrarse correctamente- si mi franqueza llega a ser molesta en instantes, sin embargo ya que ha sido un pedido suyo no me tentare a decir lo que se encuentra en mi cabeza, comenzando por aclarar algo a lo que probablemente prestara atención en algún momento, mi mirada es asi y…-sonrió un poco- no veo ningún limón por aquí cerca-aquello no había sido un broma, solo sonrió para entrar en su papel de camarero, siempre sonreía cuando trabajaba para su padre.
Casi se cae de espaldas cuando recibió aquel simple roce de sus labios, pensó que tal vez y aquel amo sería un poco diferente de lo usual y que sus sirvientes de seguro se movían por el síndrome de Estocolmo, sonrió de nuevo, casi imperceptiblemente llevándose la mano al cuello si apartar sus ojos de piedra de los movimientos del señor. Nuevamente escucho en silencio mientras miraba un poco sus dedos distrayéndose en musarañas, el comúnmente parecía distraído pero escuchaba todo a su alrededor, para ser un humano tenía un oído excepcional con el cual podía escuchar las conversaciones claramente de una pareja en un cuarto lleno de gente, pensó que muy probablemente aquel trabajo se parecería ayudar en la taberna, aunque en realidad sus funciones en el local de su padre eran mínimas al menos la mitad de las cosas que…Björk menciono las hacía para su viejo. En silencio nuevamente comenzó hasta la habitación que el mayordomo le señalo cambiándose de ropa, eran todas casi de su medida y al verse en el espejo suspiro, no le gustaba nada la manera en que se veía, parecía casi… decente, sin embargo creía que combinaba mas ahora con la mansión que con sus anteriores y sencillas ropas.
Regreso nuevamente con aquel andar aristocrático que le caracterizaba, los aldeanos del pueblo le molestaban todo el tiempo hablando sobre un noble criado en cuna de piedra, pero en realidad el no veía nada de malo en su andar, simplemente era correcto y hasta ahí. Se asomó por todas las habitaciones siendo perseguido por el viejo mayordomo, no estaba seguro si era porque se lo había encargado, o porque el hombre esperaba que robase algo y huyese.
- Aquí esta señor-dijo con su tono calmado al hablar, presentándose ante su jefe con unas pintas ya más decentes- me he probado la ropa y me ha quedado, me gustaría saber más específicamente que debo hacer en estos instantes, llevo algunos minutos visitando los cuartos y me parece que esta todo en orden, además, no estoy seguro de en qué momento debería comenzar mis funciones, ahora mismo o a partir de mañana en la madrugada-su mirada se perdió en los botones de la camisa que llevaba encima, un pequeño hilo salía de ellos y mientras hablaba dejo de mirar al frente para concentrarse en el pequeño problema suspirando mientras recordaba un poco las indicaciones hechas minutos antes- he de aclarar señor, que las mentiras nunca han sido lo mío, por estilo se las dejo a Juan de La Cruz, sin embargo deberá usted disculparme…-frunció el ceño callando unos segundos hasta que logró quitar el hilo de la manga y cuadrarse correctamente- si mi franqueza llega a ser molesta en instantes, sin embargo ya que ha sido un pedido suyo no me tentare a decir lo que se encuentra en mi cabeza, comenzando por aclarar algo a lo que probablemente prestara atención en algún momento, mi mirada es asi y…-sonrió un poco- no veo ningún limón por aquí cerca-aquello no había sido un broma, solo sonrió para entrar en su papel de camarero, siempre sonreía cuando trabajaba para su padre.
Dmitry Romanov- Humano Clase Baja
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Re: Limones Persas [privado]
El tiempo había volado para mí y cuando me quise dar cuenta, aquel muchacho, Dmitry ya estaba cara a cara con él, vestido con las ropas elegantes que mis sirvientes le habían dado y que...le sentían como un guante. Me quede junto a la repisa de la chimenea, contemplándolo y escuchando sus palabras. Debo decir que las últimas palabras, me han hecho mucha gracia. Limones, donde los haya, habrá Dmitrys por doquier.
-Tus funciones empiezan desde ya...-Mirándolo sin quitar ojo, me fui acercando lentamente, posando la suela de mis zapatos sobre el piso, acercándome a Dmitry para después mirarle fijamente a los ojos-...-No dije nada en el momento...porque no era el momento. De cualquier modo no supe que decir, tan solo miraba demasiada soberbia en sus ojos-Mucha soberbia es la que veo en tus ojos...o quizás metas de superación en uno mismo...-Necesitaría apoyo, pues las lagrimas que podrían caer tras estar solo podrían descubrirse fácilmente, no quería más preguntas incomodas, no quería mas tonterías. Tenía que ser fuerte, no sé como lo hizo Valentín en tan solo cuestión de segundos, desarmando aquella barrera que había conseguido obtener y formar durante mucho tiempo.
-¿Un paseo? Querrás conocer hasta los rincones más oscuros de este lugar en el que posible trabajes día y noche...-Mi brazo levante para mostrarle donde estaba la puerta, para ponerme en marcha entonces dando comienzo a un leve paseo por la casa que me había pateado mas de mil y una veces. Caminaba al parecer solo, sin compañía, pude escuchar unas pisadas detrás de mi seguramente del muchacho mas bien no me di la vuelta para nada, ni para oler las rosas que llevaban más de medio siglo sin ser regadas, oliendo a basura, agua sucia, quizás, posiblemente del pozo de cerca de unas millas.
Mis zapatos de cuero, limpios al igual que mi imagen pulcra, estaba bien aseada, sin ninguna mota de polvo o lazo desatado. Pensé en todas las cosas que podría estar haciendo ahora Valentín, que haría ahora, no lo sé, ni me importaba, me iría a dar un agradable paseo por los jardines, a despejarme un poco la vista, que de cualquier modo pudiendo hacer uso del agua, bien prefería salir a pasear...si..Por esos jardines idénticos en los que yo...Estaba a medio camino, comenzaba a marearme. Parecía que la habitación comenzaba a bailar por si sola, parpadee, pero el efecto continuaba siendo el mismo. Seguía moviendo mi cabeza para después ahorrarme alguna caída, pero después no podía controlarlo.
Pude ver a varios sirvientes y doncellas correr hacia donde estaba yo, me vi en un espejo de cuerpo entero que estaba colgado en la pared, me alejaba, mi reflejo se alejaba para mostrar nada y al instante caer de lleno al suelo de mármol del pasado. Un sonido seco, ruidoso y al instante miraba el suelo, me dolía la cabeza levemente. ¿Qué me pasaba? En teoría nada me podría estar pasando, soy meramente o algo inmortal.
-Tus funciones empiezan desde ya...-Mirándolo sin quitar ojo, me fui acercando lentamente, posando la suela de mis zapatos sobre el piso, acercándome a Dmitry para después mirarle fijamente a los ojos-...-No dije nada en el momento...porque no era el momento. De cualquier modo no supe que decir, tan solo miraba demasiada soberbia en sus ojos-Mucha soberbia es la que veo en tus ojos...o quizás metas de superación en uno mismo...-Necesitaría apoyo, pues las lagrimas que podrían caer tras estar solo podrían descubrirse fácilmente, no quería más preguntas incomodas, no quería mas tonterías. Tenía que ser fuerte, no sé como lo hizo Valentín en tan solo cuestión de segundos, desarmando aquella barrera que había conseguido obtener y formar durante mucho tiempo.
-¿Un paseo? Querrás conocer hasta los rincones más oscuros de este lugar en el que posible trabajes día y noche...-Mi brazo levante para mostrarle donde estaba la puerta, para ponerme en marcha entonces dando comienzo a un leve paseo por la casa que me había pateado mas de mil y una veces. Caminaba al parecer solo, sin compañía, pude escuchar unas pisadas detrás de mi seguramente del muchacho mas bien no me di la vuelta para nada, ni para oler las rosas que llevaban más de medio siglo sin ser regadas, oliendo a basura, agua sucia, quizás, posiblemente del pozo de cerca de unas millas.
Mis zapatos de cuero, limpios al igual que mi imagen pulcra, estaba bien aseada, sin ninguna mota de polvo o lazo desatado. Pensé en todas las cosas que podría estar haciendo ahora Valentín, que haría ahora, no lo sé, ni me importaba, me iría a dar un agradable paseo por los jardines, a despejarme un poco la vista, que de cualquier modo pudiendo hacer uso del agua, bien prefería salir a pasear...si..Por esos jardines idénticos en los que yo...Estaba a medio camino, comenzaba a marearme. Parecía que la habitación comenzaba a bailar por si sola, parpadee, pero el efecto continuaba siendo el mismo. Seguía moviendo mi cabeza para después ahorrarme alguna caída, pero después no podía controlarlo.
Pude ver a varios sirvientes y doncellas correr hacia donde estaba yo, me vi en un espejo de cuerpo entero que estaba colgado en la pared, me alejaba, mi reflejo se alejaba para mostrar nada y al instante caer de lleno al suelo de mármol del pasado. Un sonido seco, ruidoso y al instante miraba el suelo, me dolía la cabeza levemente. ¿Qué me pasaba? En teoría nada me podría estar pasando, soy meramente o algo inmortal.
Björk- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/04/2012
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Re: Limones Persas [privado]
Dmitry hecho unos mechones de su cabello hacia atrás pues estos comenzaban a cubrir su rostro, de vez en cuando llegaba a sentirse un poco soberbio con lo que respectaba a su apariencia pues aun cuando en la taberna de su padre acostumbraba a encontrar nobles seguido [los cuales la mayoría pasaban por la cuenca por algún asunto de tráfico ilegal] después de un rato bajo su escrutinio perdían la grandeza que el dinero y la educación les daban dejando aún muy satisfecho Dima con una sonrisa en el rostro, aun cuando el dinero le abriese miles de puertas ninguno podría compararse con el mismo en cuanto a apariencia se refería. Unas cuantas veces había hablado con Anastajisia antes de su trágica muerte encontrándose con la sorpresa de que la muchacha le subía el ego de manera paulatinamente segura de modo que aunque no llegaba hasta el punto del egocentrismo estaba demasiado satisfecho con el mismo como para cambiar algún aspecto de su apariencia, sin embargo después de ver fugazmente su propio reflejo en los cristales podía decir con seguridad que no estaba nada mal.
- Ni soberbia ni superación, probablemente ser aquello a lo que llamamos carácter-aseguro con su rápida formación de palabras, no era alguien que se quedase sin argumentos fácilmente pues solía divagar a la rapidez de la luz en su cabeza, Björk parecía un hombre inteligente, sin embargo había algo en su carácter que no parecía cuadrar con su expresión dura, ladeo el rostro dejando el asunto de lado, aquello no era su asunto y tampoco estaba muy interesado en la psicología del hombre, al menos no ese día pues comúnmente disfrutaba de explotar sus habilidades para juzgar el comportamiento del resto, en ese momento quería concentrarse en recordar los caminos de la casa para no perderse al día siguiente
Miro atentamente las expresiones de su actual jefe mientras pronunciaba cada palabra, el movimiento de sus labios, los cambios en la expresión de su rostro y leguaje corporal indicaban aquello que componía a su persona, hasta los más pequeños movimientos y tics para hablar formaban parte del ser, de modo que sin darse cuenta comenzó a grabarlos en su mente para posibles usos en el futuro aun cuando su consiente probablemente pensaría que dicha información no le sería útil jamás, sin embargo nadie sabe acerca de las situaciones que pudiesen formarse en el futuro
- Eso sería de mucha ayuda…Monsieur-dijo la última palabra haciendo más evidente su acento, aun no se acostumbraba del todo a las etiquetas en Francia sin embargo quería practicarlas lo más que fuese posible ya que constantemente tenía la necesidad de usarlas en dicho país-Ocurre algo??-pregunto notando el malestar del hombre justo antes de que colapsase frente a él, no estaba muy seguro de que hacer pues no había escuchado hablar nada acerca de alguna enfermedad, de haberlo sabido se hubiese andado con cuidado y él no hubiese tocado el suelo, sin embargo aquel acontecimiento le tomo con la guardia completamente baja- Monsieur??!!-exclamo cuando el resto de los sirvientes se acercaba a donde estaban los dos, Dmitry lo sacudía con la mano esperando a que hiciese alguna señal que indicase que se encontraba bien sin embargo nada ocurrió inmediatamente, giro el rostro hacia los sirvientes que llegaban hacia ellos con la idea de preguntar si tenían idea de lo que sucedió, pero prefirió quedarse callado, la información más veraz seria la que recibiese del mismo Björk
Sostuvo su cabeza en el aire revisando que no hubiese recibido ningún mal golpe al caer, precisamente esa era su especialidad pues de pequeño la mayoría de sus amigos habían jugado a los inconsciente metiéndose en un montón de lugares peligrosos, explorando la curiosidad de cualquier niño por lo desconocido habían lastimado sus cuerpos con el poco cuidado que le demostraban a sus pequeños cuerpos así que él, estando demasiado crecido para su edad se encargaba siempre de curar sus resbalones y tropiezos
- Ni soberbia ni superación, probablemente ser aquello a lo que llamamos carácter-aseguro con su rápida formación de palabras, no era alguien que se quedase sin argumentos fácilmente pues solía divagar a la rapidez de la luz en su cabeza, Björk parecía un hombre inteligente, sin embargo había algo en su carácter que no parecía cuadrar con su expresión dura, ladeo el rostro dejando el asunto de lado, aquello no era su asunto y tampoco estaba muy interesado en la psicología del hombre, al menos no ese día pues comúnmente disfrutaba de explotar sus habilidades para juzgar el comportamiento del resto, en ese momento quería concentrarse en recordar los caminos de la casa para no perderse al día siguiente
Miro atentamente las expresiones de su actual jefe mientras pronunciaba cada palabra, el movimiento de sus labios, los cambios en la expresión de su rostro y leguaje corporal indicaban aquello que componía a su persona, hasta los más pequeños movimientos y tics para hablar formaban parte del ser, de modo que sin darse cuenta comenzó a grabarlos en su mente para posibles usos en el futuro aun cuando su consiente probablemente pensaría que dicha información no le sería útil jamás, sin embargo nadie sabe acerca de las situaciones que pudiesen formarse en el futuro
- Eso sería de mucha ayuda…Monsieur-dijo la última palabra haciendo más evidente su acento, aun no se acostumbraba del todo a las etiquetas en Francia sin embargo quería practicarlas lo más que fuese posible ya que constantemente tenía la necesidad de usarlas en dicho país-Ocurre algo??-pregunto notando el malestar del hombre justo antes de que colapsase frente a él, no estaba muy seguro de que hacer pues no había escuchado hablar nada acerca de alguna enfermedad, de haberlo sabido se hubiese andado con cuidado y él no hubiese tocado el suelo, sin embargo aquel acontecimiento le tomo con la guardia completamente baja- Monsieur??!!-exclamo cuando el resto de los sirvientes se acercaba a donde estaban los dos, Dmitry lo sacudía con la mano esperando a que hiciese alguna señal que indicase que se encontraba bien sin embargo nada ocurrió inmediatamente, giro el rostro hacia los sirvientes que llegaban hacia ellos con la idea de preguntar si tenían idea de lo que sucedió, pero prefirió quedarse callado, la información más veraz seria la que recibiese del mismo Björk
Sostuvo su cabeza en el aire revisando que no hubiese recibido ningún mal golpe al caer, precisamente esa era su especialidad pues de pequeño la mayoría de sus amigos habían jugado a los inconsciente metiéndose en un montón de lugares peligrosos, explorando la curiosidad de cualquier niño por lo desconocido habían lastimado sus cuerpos con el poco cuidado que le demostraban a sus pequeños cuerpos así que él, estando demasiado crecido para su edad se encargaba siempre de curar sus resbalones y tropiezos
Dmitry Romanov- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 12/03/2012
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