AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Encuentro ---> Steffan
2 participantes
Página 1 de 1.
Encuentro ---> Steffan
Katerina mordió sus labios rosados, mientras observaba por una de los enormes ventanales de su habitación. La noche a penas le permitía observar los jardines de su casa, los que estaban sumergidos en la oscuridad. Solo había un par de lugares que podía distinguir, unos donde los rayos de la luna impactaban. Podía observar el blanco de la nieve y las pisadas de algunos de los empleados de su casa…o eso era lo que ella deseaba pensar.
La joven se dio una vuelta y se sentó sobre su amplia y mullida cama. Tomó uno de los libros de historia que estaban sobre su mesa de noche y lo colocó sobre su regazo. Ella tenía que detener esos tontos pensamientos de que alguien la estaba persiguiendo. ¿Quién perdería su tiempo en perseguirle? ¡Ella no era más que una joven de clase alta! ¡No pertenecía a la realeza ni tenía motivos para ser perseguida!
Negó su cabeza, logrando que un par de mechones de cabello castaño cayeran sobre sus ojos azules. Resopló, colocando estos mechones tras de sus orejas. Si continuaba con esa anormalidad y locura de pensar que alguien la seguía, ella enloquecería. Simple y sencillamente ella enloquecería. Arregló los tirantes de su vestido para dormir, y observó una vez más la luna a través de las cortinas de seda de su ventana. La noche se veía tan pacífica…era como si le invitase a salir afuera a dar una caminata nocturna.
Caminar en las noches ya era una costumbre. Le gustaba despejarse y pensar, además de ver el hermoso firmamento y la luna. Le encantaba sentir las suaves brisas nocturnas en su piel porcelana y percibir como la tela de sus vestidos danzaba a juego con el juguetón viento. No podía dormir sin antes no dar una vuelta por su jardín, y hacían más de dos noches que no daba una por su paranoica creencia de que era perseguida. Su nana siempre le decía que era peligroso caminar en las noches, y ella jamás le hacía caso a esas advertencias…hasta que hacían dos noches atrás ella había observado una sombra escurrirse por los jardines tras de ella. Su corazón le había dado un vuelco y fueron tantos sus nervios y miedos que se fue corriendo hacia el interior de su casa, encerrándose en su habitación y cerrando sus ventanas.
“Solo fue un juego de mi imaginación” se dijo a sí misma, tomando uno de sus abrigos de una de las sillas y colocándoselo. Colocó el libro sobre la mesa de noche y luego procedió a salir de la habitación. Como había sospechado (y como era de costumbre) todos en la casa (excepto los sirvientes en la cocina) se encontraban ya en sus habitaciones. Ella caminó en silencio, evitando el producir ruido alguno.
Abrió la puerta que conducía hacia los jardines y caminó en silencio, hasta detenerse frente a uno de los bancos de su casa y sentarse sobre este. Hacía algo de frío debido a que en la mañana había habido una pequeña tormenta de nieve. Pero la noche, en esos momentos se encontraba relajada. Ella suspiró, apreciando la hermosura de la luna y de las estrellas.
No fue hasta que escuchó unas pisadas y un crujido que se volteó, tragando seco. ¿Acaso era esa persona que la perseguía? ¿H-Hola? tartamudeó, con voz temblorosa. Trató de adaptar su visión para la noche, pero eso le era casi imposible. De donde provenían los ruidos, no había ni un solo rayo de la luna. ¿H-hay alguien ahí? cuestionó, colocándose de pie, abrazándose a sí misma mientras mantenía su vista clavada en la oscuridad.
La joven se dio una vuelta y se sentó sobre su amplia y mullida cama. Tomó uno de los libros de historia que estaban sobre su mesa de noche y lo colocó sobre su regazo. Ella tenía que detener esos tontos pensamientos de que alguien la estaba persiguiendo. ¿Quién perdería su tiempo en perseguirle? ¡Ella no era más que una joven de clase alta! ¡No pertenecía a la realeza ni tenía motivos para ser perseguida!
Negó su cabeza, logrando que un par de mechones de cabello castaño cayeran sobre sus ojos azules. Resopló, colocando estos mechones tras de sus orejas. Si continuaba con esa anormalidad y locura de pensar que alguien la seguía, ella enloquecería. Simple y sencillamente ella enloquecería. Arregló los tirantes de su vestido para dormir, y observó una vez más la luna a través de las cortinas de seda de su ventana. La noche se veía tan pacífica…era como si le invitase a salir afuera a dar una caminata nocturna.
Caminar en las noches ya era una costumbre. Le gustaba despejarse y pensar, además de ver el hermoso firmamento y la luna. Le encantaba sentir las suaves brisas nocturnas en su piel porcelana y percibir como la tela de sus vestidos danzaba a juego con el juguetón viento. No podía dormir sin antes no dar una vuelta por su jardín, y hacían más de dos noches que no daba una por su paranoica creencia de que era perseguida. Su nana siempre le decía que era peligroso caminar en las noches, y ella jamás le hacía caso a esas advertencias…hasta que hacían dos noches atrás ella había observado una sombra escurrirse por los jardines tras de ella. Su corazón le había dado un vuelco y fueron tantos sus nervios y miedos que se fue corriendo hacia el interior de su casa, encerrándose en su habitación y cerrando sus ventanas.
“Solo fue un juego de mi imaginación” se dijo a sí misma, tomando uno de sus abrigos de una de las sillas y colocándoselo. Colocó el libro sobre la mesa de noche y luego procedió a salir de la habitación. Como había sospechado (y como era de costumbre) todos en la casa (excepto los sirvientes en la cocina) se encontraban ya en sus habitaciones. Ella caminó en silencio, evitando el producir ruido alguno.
Abrió la puerta que conducía hacia los jardines y caminó en silencio, hasta detenerse frente a uno de los bancos de su casa y sentarse sobre este. Hacía algo de frío debido a que en la mañana había habido una pequeña tormenta de nieve. Pero la noche, en esos momentos se encontraba relajada. Ella suspiró, apreciando la hermosura de la luna y de las estrellas.
No fue hasta que escuchó unas pisadas y un crujido que se volteó, tragando seco. ¿Acaso era esa persona que la perseguía? ¿H-Hola? tartamudeó, con voz temblorosa. Trató de adaptar su visión para la noche, pero eso le era casi imposible. De donde provenían los ruidos, no había ni un solo rayo de la luna. ¿H-hay alguien ahí? cuestionó, colocándose de pie, abrazándose a sí misma mientras mantenía su vista clavada en la oscuridad.
Katerina Vodianova- Humano Clase Alta
- Mensajes : 125
Fecha de inscripción : 23/11/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentro ---> Steffan
La noche al fin había llegado. Podía levantarse y caminar por la ciudad sin problema alguno. No había rayos de sol que fueran a afectarle, y la gran mayoría de las personas patéticas (y que en muchísimas ocasiones les servían de alimento) estaban encerrados en sus casas. Algunos de esos humanos dormían, otros hablaban sobre el día y uno que otro tenía sexo con su pareja.
Todo lo que un estúpido y tonto humano hace en las noches.
Él nunca llegó a realizar una de esas tonterías. Él había estado sumergido demasiado en sus temas, ciencias y negocios como para pensar en tener una familia con alguna de las chicas de familias importantes allá en los Países Bajos. Quizás no era solo el hecho de tener negocios en su mente, o el tener curiosidad acerca de las ciencias, sino por tener en su mente a una mujer que no debía. Una que según la Iglesia y la humanidad veía como imposible. Su pequeña hermana.
El vampiro bufó, mientras arreglaba las mangas de su camisa blanca. Llevó una de sus manos a su cabellera, echándola hacia atrás mientras comenzaba a caminar por uno de los callejones parisinos. Había percibido el aroma de un humano, posiblemente una prostituta. Caminó con sigílio, con sus sentidos puestos en el área. Definitivamente era una prostituta, lo sabía por su escote vulgar y por la forma en la que ella caminaba. Una mujer educada y decente jamás caminaría de esa forma. La prostituta poseía una cabellera cobriza, y en cuanto le vio acercarse a ella, sonrió de manera seductora, a lo que él le respondió con otra.
Él había encontrado su cena.
No perdió tiempo, no tenía por qué perderlo. Sin esforzarse mucho, rompió el cuello de la mujer y atacó su cuello sin piedad. Mordió la vena yugular de la prostituta ahora muerta, y bebió de su sangre con cierta calma. No porque no quisiera perder tiempo significaba que él iba a comer de manera apurada, simplemente no deseaba perder tiempo en sonreír y seducir a la mujer. ¿Para qué? Si con sólo acercarse y romper su cuello acababa con su patética y estúpida vida. Le estaba haciendo un favor al mandarla a la otra vida antes de tiempo.
Su sangre no era una de las mejores que tomaba, pero al menos calmaba su hambre. No era dulce, tampoco era amarga…definitivamente no era una que volvería a tomar en otra ocasión. En cuanto acabó con su hambre, se deshizo del cuerpo, lanzándolo al río en el centro de París. No podía dejarlo por allí tirado, porque probablemente algún humano encontraría la marca de sus colmillos y eso podría causarle problemas.
En sus pocos años como criatura nocturna, él había aprendido a ser sigiloso, astuto, y ser cauteloso. Debía eliminar sus presas muertas, sin dejar rastro alguno. No debía mostrar su rostro a todos, porque podían reconocerle y a él solo le interesaba que una persona le reconociera. Solo una.
Luego de eliminar el cuerpo, se dirigió a la nueva casa de su familia. La mansión Vodianova. Había escuchado que su padre había perdido el título de conde debido a su familia. No le había agradado mucho la noticia, pero realmente no le importaba del todo. Después de todo, él estaba muerto para ellos, ¿no?
Desde hacía un par de días que el merodeaba el área en las noches. Había observado el objeto de sus deseos caminar sola y pensativa por los jardines. Su hermana sí que había cambiado. Su piel porcelana casi resplandecía a causa de los rayos lunares, su cabello castaño, ese que tantas veces revolcó y cepilló en las noches, estaba mucho más largo y sedoso. Su cuerpo ya no era el de una niña, sino el de una mujer. Sus curvas femeninas se enmarcaban muy bien debido a sus vestidos. Cada vez que la observaba caminar de forma suave y delicada, tan ella, deseaba recorrer con sus dedos esas curvas.
Era un pecado pensar en ella de esa forma, pero él ya estaba condenado a los infiernos, ¿Por qué debía importarle si se condenaba un poco más? Una sonrisa burlona se dibujó en su rostro. Una vez más, la persona que tenía cautivos sus deseos, salió al jardín. Le alegraba, de una manera no saludable, el verle de nuevo por allí. Hacían dos noches que no le veía y se había tentado en entrar a la casa y buscarla en su habitación. Pero eso no era una buena idea, y a él le gustaba pensar las cosas y tomar decisiones con la cabeza fría.
La vio sentarse en uno de los bancos. Joder, le fascinaba la forma en que su cabello castaño caía sobre su espalda y el cómo brillaba a causa de los rayos de la luna. El aroma de su sangre le excitaba. Era un aroma único, muy ella. Quizás fuese solo su obsesión, pero él apostaba a que la sangre de ella debía ser exquisita a su paladar.
Pisó una hoja, logrando que ella se volteara. Estaba asustada, lo veía en esos orbes azulados y lo percibía en su aroma. Tenía miedo, como cuando era pequeña y se acostaba a un lado de él en su cama cuando los truenos le asustaban en las madrugadas. Katerina no podía verle, él estaba sumergido en la oscuridad, igual que lo estaba su existencia y vida…sumergida en la oscuridad y en la mierda llamada condena e inmortalidad.
“No es demasiado tarde para que una señorita este caminando a solas en la oscuridad” bufó, observando como ella se abrazaba a sí misma. Su ropa para dormir no era una pieza decente como para estar afuera y mucho menos delante de la presencia de un hombre. Sonrió a medias, antes de proseguir con sus comentarios enredados con cierto sarcasmo. “Debería tener cuidado, no vaya a ser que una bestia salvaje salga y le muerda. Oh si, él deseaba molestarle un poco más, ver hasta donde llegaba el terror de ella, antes de presentársele. Deseaba ver como esas pupilas se dilataban y como esas mejillas se humedecían a causa de las lágrimas. Deseaba percibir su corazón palpitar de forma escandalosa. Deseaba ver como sus labios se dibujaban en una mueca de horror.
Deseaba ver ese rostro angelical formar una mueca de dolor.
Todo lo que un estúpido y tonto humano hace en las noches.
Él nunca llegó a realizar una de esas tonterías. Él había estado sumergido demasiado en sus temas, ciencias y negocios como para pensar en tener una familia con alguna de las chicas de familias importantes allá en los Países Bajos. Quizás no era solo el hecho de tener negocios en su mente, o el tener curiosidad acerca de las ciencias, sino por tener en su mente a una mujer que no debía. Una que según la Iglesia y la humanidad veía como imposible. Su pequeña hermana.
El vampiro bufó, mientras arreglaba las mangas de su camisa blanca. Llevó una de sus manos a su cabellera, echándola hacia atrás mientras comenzaba a caminar por uno de los callejones parisinos. Había percibido el aroma de un humano, posiblemente una prostituta. Caminó con sigílio, con sus sentidos puestos en el área. Definitivamente era una prostituta, lo sabía por su escote vulgar y por la forma en la que ella caminaba. Una mujer educada y decente jamás caminaría de esa forma. La prostituta poseía una cabellera cobriza, y en cuanto le vio acercarse a ella, sonrió de manera seductora, a lo que él le respondió con otra.
Él había encontrado su cena.
No perdió tiempo, no tenía por qué perderlo. Sin esforzarse mucho, rompió el cuello de la mujer y atacó su cuello sin piedad. Mordió la vena yugular de la prostituta ahora muerta, y bebió de su sangre con cierta calma. No porque no quisiera perder tiempo significaba que él iba a comer de manera apurada, simplemente no deseaba perder tiempo en sonreír y seducir a la mujer. ¿Para qué? Si con sólo acercarse y romper su cuello acababa con su patética y estúpida vida. Le estaba haciendo un favor al mandarla a la otra vida antes de tiempo.
Su sangre no era una de las mejores que tomaba, pero al menos calmaba su hambre. No era dulce, tampoco era amarga…definitivamente no era una que volvería a tomar en otra ocasión. En cuanto acabó con su hambre, se deshizo del cuerpo, lanzándolo al río en el centro de París. No podía dejarlo por allí tirado, porque probablemente algún humano encontraría la marca de sus colmillos y eso podría causarle problemas.
En sus pocos años como criatura nocturna, él había aprendido a ser sigiloso, astuto, y ser cauteloso. Debía eliminar sus presas muertas, sin dejar rastro alguno. No debía mostrar su rostro a todos, porque podían reconocerle y a él solo le interesaba que una persona le reconociera. Solo una.
Luego de eliminar el cuerpo, se dirigió a la nueva casa de su familia. La mansión Vodianova. Había escuchado que su padre había perdido el título de conde debido a su familia. No le había agradado mucho la noticia, pero realmente no le importaba del todo. Después de todo, él estaba muerto para ellos, ¿no?
Desde hacía un par de días que el merodeaba el área en las noches. Había observado el objeto de sus deseos caminar sola y pensativa por los jardines. Su hermana sí que había cambiado. Su piel porcelana casi resplandecía a causa de los rayos lunares, su cabello castaño, ese que tantas veces revolcó y cepilló en las noches, estaba mucho más largo y sedoso. Su cuerpo ya no era el de una niña, sino el de una mujer. Sus curvas femeninas se enmarcaban muy bien debido a sus vestidos. Cada vez que la observaba caminar de forma suave y delicada, tan ella, deseaba recorrer con sus dedos esas curvas.
Era un pecado pensar en ella de esa forma, pero él ya estaba condenado a los infiernos, ¿Por qué debía importarle si se condenaba un poco más? Una sonrisa burlona se dibujó en su rostro. Una vez más, la persona que tenía cautivos sus deseos, salió al jardín. Le alegraba, de una manera no saludable, el verle de nuevo por allí. Hacían dos noches que no le veía y se había tentado en entrar a la casa y buscarla en su habitación. Pero eso no era una buena idea, y a él le gustaba pensar las cosas y tomar decisiones con la cabeza fría.
La vio sentarse en uno de los bancos. Joder, le fascinaba la forma en que su cabello castaño caía sobre su espalda y el cómo brillaba a causa de los rayos de la luna. El aroma de su sangre le excitaba. Era un aroma único, muy ella. Quizás fuese solo su obsesión, pero él apostaba a que la sangre de ella debía ser exquisita a su paladar.
Pisó una hoja, logrando que ella se volteara. Estaba asustada, lo veía en esos orbes azulados y lo percibía en su aroma. Tenía miedo, como cuando era pequeña y se acostaba a un lado de él en su cama cuando los truenos le asustaban en las madrugadas. Katerina no podía verle, él estaba sumergido en la oscuridad, igual que lo estaba su existencia y vida…sumergida en la oscuridad y en la mierda llamada condena e inmortalidad.
“No es demasiado tarde para que una señorita este caminando a solas en la oscuridad” bufó, observando como ella se abrazaba a sí misma. Su ropa para dormir no era una pieza decente como para estar afuera y mucho menos delante de la presencia de un hombre. Sonrió a medias, antes de proseguir con sus comentarios enredados con cierto sarcasmo. “Debería tener cuidado, no vaya a ser que una bestia salvaje salga y le muerda. Oh si, él deseaba molestarle un poco más, ver hasta donde llegaba el terror de ella, antes de presentársele. Deseaba ver como esas pupilas se dilataban y como esas mejillas se humedecían a causa de las lágrimas. Deseaba percibir su corazón palpitar de forma escandalosa. Deseaba ver como sus labios se dibujaban en una mueca de horror.
Deseaba ver ese rostro angelical formar una mueca de dolor.
Steffan Vodianova- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 15/05/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentro ---> Steffan
Katerina podía percibir su corazón latiendo de manera estrepitosa en su cavidad torácica. Un escalofrío recorrió su espalda, provocando que ella comenzara a sospechar que lo que ocurriría esa noche no iba a gustarle para nada. Ella estaba en medio de su jardín trasero, sola, en medio de una noche helada. Los sirvientes en su casa, en su mayoría, estaban descansando, mientras que unos cuentos trabajaban en las cocinas. El problema estaba en que las cocinas de la mansión Vodianova se encontraban al otro lado de la casa, por lo que si ella gritaba por ayuda, nadie le respondería.
”Tonta, tonta, tonta…” se dijo a sí misma, luchando por ver quien se encontraba allí, en medio de la oscuridad. Su vista aun no se acostumbraba del todo, pero al menos había podido encontrar la silueta de su perseguidor.
Definitivamente era un hombre. Por lo que veía era bastante alto y de hombros anchos. No podía ver su cabello y rostro, mas sin embargo si pudo apreciar los dientes blancos del sujeto. Él había sonreído de una forma que a ella no le agrado para nada. Sus perlados dientes le habían provocado miedo, igual que la fría y burlona voz de él.
—¿Q-quien eres?— tartamudeó sin dejar de mirar hacia el lugar donde el sujeto se encontraba. Los escalofríos no dejaban de recorrer su cuerpo, de la misma manera que sus instintos de supervivencia le decía que corriera, que se fuera de allí, que huyera por su vida…
Pero ella se encontró con que no podía moverse del lugar donde se encontraba. Su respiración era agitada, y su voz estaba rota. ¿Por qué le parecía tan familiar el escuchar esa voz? No, no, ¡ella jamás había escuchado una voz tan fría y sarcástica como esa! Tenía que estar imaginándose cosas.
—¿Eres el que ha estado persiguiéndome?— cuestionó en un hilo de voz. Era una pregunta tonta, ella estaba cien por ciento segura y apostaba su vida a ello, que ese sujeto era el que la había perseguido por casi dos semanas. Ahora se daba cuenta de que nunca había sido una locura de ella, sino que ese sujeto existía. —¿Qué quieres de mi?— preguntó, esta vez con un poco más de fuerza en su voz. Deseaba conocer las razones por las cuales ese sujeto estaba persiguiéndola. Tenía que conocer el por qué. ¿O acaso era un espía de la realeza? No, ella no tenía problemas públicos con ellos.
Ese comentario final de ella provocó que otro escalofrío corriese por su espalda. —¿Por qué no te presentas? ¿Acaso temes a que reconozca tu rostro y pueda acusarte de perseguirme?— le cuestionó Katerina, frunciendo el ceño y mordiendo su labio inferior. Una suave brisa revoloteó sus cabellos castaños, teniendo que ella recoger su larga melena tras de sus orejas. —¿Qué quieres de mi?— chilló alarmada, retrocediendo dos pasos, con intensiones de correr hacia el interior de su casa.
”Tonta, tonta, tonta…” se dijo a sí misma, luchando por ver quien se encontraba allí, en medio de la oscuridad. Su vista aun no se acostumbraba del todo, pero al menos había podido encontrar la silueta de su perseguidor.
Definitivamente era un hombre. Por lo que veía era bastante alto y de hombros anchos. No podía ver su cabello y rostro, mas sin embargo si pudo apreciar los dientes blancos del sujeto. Él había sonreído de una forma que a ella no le agrado para nada. Sus perlados dientes le habían provocado miedo, igual que la fría y burlona voz de él.
—¿Q-quien eres?— tartamudeó sin dejar de mirar hacia el lugar donde el sujeto se encontraba. Los escalofríos no dejaban de recorrer su cuerpo, de la misma manera que sus instintos de supervivencia le decía que corriera, que se fuera de allí, que huyera por su vida…
Pero ella se encontró con que no podía moverse del lugar donde se encontraba. Su respiración era agitada, y su voz estaba rota. ¿Por qué le parecía tan familiar el escuchar esa voz? No, no, ¡ella jamás había escuchado una voz tan fría y sarcástica como esa! Tenía que estar imaginándose cosas.
—¿Eres el que ha estado persiguiéndome?— cuestionó en un hilo de voz. Era una pregunta tonta, ella estaba cien por ciento segura y apostaba su vida a ello, que ese sujeto era el que la había perseguido por casi dos semanas. Ahora se daba cuenta de que nunca había sido una locura de ella, sino que ese sujeto existía. —¿Qué quieres de mi?— preguntó, esta vez con un poco más de fuerza en su voz. Deseaba conocer las razones por las cuales ese sujeto estaba persiguiéndola. Tenía que conocer el por qué. ¿O acaso era un espía de la realeza? No, ella no tenía problemas públicos con ellos.
Ese comentario final de ella provocó que otro escalofrío corriese por su espalda. —¿Por qué no te presentas? ¿Acaso temes a que reconozca tu rostro y pueda acusarte de perseguirme?— le cuestionó Katerina, frunciendo el ceño y mordiendo su labio inferior. Una suave brisa revoloteó sus cabellos castaños, teniendo que ella recoger su larga melena tras de sus orejas. —¿Qué quieres de mi?— chilló alarmada, retrocediendo dos pasos, con intensiones de correr hacia el interior de su casa.
Katerina Vodianova- Humano Clase Alta
- Mensajes : 125
Fecha de inscripción : 23/11/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentro ---> Steffan
“que quiero de ella pregunta, oh preciosa muñeca, hecha en las manos mismas del creador, si tu supieses lo que deseo levantarías plegarias al cielo y llorarías de amargo pesar por el alma de tu hermano que se retuerce seguramente en las llamas del infierno”
Se mantuvo donde estaba, cubierto por las finas mantas de oscuridad que impedían que el objeto de su deseo, de su desdicha, su felicidad y su vida y muerte misma lo observase. Ella tartamudeaba, sus ojos se veían algo vidriosos por l miedo y los labios le temblaban, sonrió aun mas al observarle…tan frágil…tan hermosa, como un flor expuesta al invierno, tan hermosa en medio de la nieve…si, justo así, como un narciso en la nieve, fuerte, hermoso, frágil e increíblemente hermoso. Se burlo de sus propios pensamientos, la muerte había dado a su mente un giro completamente diferente y la percepción de las cosas había cambiado por completo, la luz de las velas tenia una imagen completamente diferente, los colores parecían mas vivos, los aromas mas específicos y los sonidos mas claros, la belleza de su hermana mas evidente. Antes al hablar de fragilidad y dureza la imagen evocada sin duda seria el crista, duro y por ello mismo quebradizo, frágil… definitivamente, era un ser diferente.
-Que es lo que quiero de usted señorita?- dejo que la risilla burlona escapara de sus labios, que el eco resonase en los oídos humanos, se llevo un par de dedos a los labios y supo que el solo movimiento era anormal a los ojos poco acostumbrados a el antinatural y fantástico movimiento de los vampiros. Dio un par de pasos cuidando de mantenerse en un ángulo en que las sombras no descubrieran su rostro, simplemente para mostrarle lo diferentes que era, dejando que se aterrorizara y se fascinara con su nueva naturaleza- esa es posiblemente la pregunta que yo debería hacer… una dama sabiendo que es perseguida sale al exterior… completamente indefensa y con… tan peculiares e insinuantes ropajes? Hace falta emoción en su vida? Posiblemente algo de atención asi piel de porcelana?- nuevamente el tono burlón y la carcajada algo mas pronunciada pero aun en un rango bajo de audición, siendo mas que un sonido estridente, solo el eco lejano de uno.
Observo a la joven nuevamente, tan indefensa…aterrorizada, un placer retorcido le envolvió, justo en esos momentos no había nada mas en la cabeza de su hermana que su persona, por miedo tal vez pero ella estaba concentrada en el, su mirada su cuerpo entero estaban al pendiente de su persona, su corazón palpitaba rápidamente como tambores africanos y sus pupilas temblorosas le buscaban, no queriendo perderse ni uno solo de los movimientos de su cuerpo… por miedo? No, POR EL. El miedo, el amor, la nostalgia, los absurdos sentimientos eran solo un medio, el era el fin!
-pero ah dicho algo interesante… usted cree que tengo miedo a que me reconozca… que ingenua y adorable es… no existe tal miedo, pero posiblemente, usted debería tener miedo de reconocerme a mi- por que entonces si estaría perdida- ahora mismo…somos solo usted y yo, que importa lo demás?- “eres mi realidad…mi única verdad”- si me reconoce o le reconozco… de que sirve si no puede comunicarlo? Las preocupaciones solo dependen de lo que se esta dispuesto a hacer para solucionarlas y yo… yo hace mucho que no siento miedo.
Se mantuvo donde estaba, cubierto por las finas mantas de oscuridad que impedían que el objeto de su deseo, de su desdicha, su felicidad y su vida y muerte misma lo observase. Ella tartamudeaba, sus ojos se veían algo vidriosos por l miedo y los labios le temblaban, sonrió aun mas al observarle…tan frágil…tan hermosa, como un flor expuesta al invierno, tan hermosa en medio de la nieve…si, justo así, como un narciso en la nieve, fuerte, hermoso, frágil e increíblemente hermoso. Se burlo de sus propios pensamientos, la muerte había dado a su mente un giro completamente diferente y la percepción de las cosas había cambiado por completo, la luz de las velas tenia una imagen completamente diferente, los colores parecían mas vivos, los aromas mas específicos y los sonidos mas claros, la belleza de su hermana mas evidente. Antes al hablar de fragilidad y dureza la imagen evocada sin duda seria el crista, duro y por ello mismo quebradizo, frágil… definitivamente, era un ser diferente.
-Que es lo que quiero de usted señorita?- dejo que la risilla burlona escapara de sus labios, que el eco resonase en los oídos humanos, se llevo un par de dedos a los labios y supo que el solo movimiento era anormal a los ojos poco acostumbrados a el antinatural y fantástico movimiento de los vampiros. Dio un par de pasos cuidando de mantenerse en un ángulo en que las sombras no descubrieran su rostro, simplemente para mostrarle lo diferentes que era, dejando que se aterrorizara y se fascinara con su nueva naturaleza- esa es posiblemente la pregunta que yo debería hacer… una dama sabiendo que es perseguida sale al exterior… completamente indefensa y con… tan peculiares e insinuantes ropajes? Hace falta emoción en su vida? Posiblemente algo de atención asi piel de porcelana?- nuevamente el tono burlón y la carcajada algo mas pronunciada pero aun en un rango bajo de audición, siendo mas que un sonido estridente, solo el eco lejano de uno.
Observo a la joven nuevamente, tan indefensa…aterrorizada, un placer retorcido le envolvió, justo en esos momentos no había nada mas en la cabeza de su hermana que su persona, por miedo tal vez pero ella estaba concentrada en el, su mirada su cuerpo entero estaban al pendiente de su persona, su corazón palpitaba rápidamente como tambores africanos y sus pupilas temblorosas le buscaban, no queriendo perderse ni uno solo de los movimientos de su cuerpo… por miedo? No, POR EL. El miedo, el amor, la nostalgia, los absurdos sentimientos eran solo un medio, el era el fin!
-pero ah dicho algo interesante… usted cree que tengo miedo a que me reconozca… que ingenua y adorable es… no existe tal miedo, pero posiblemente, usted debería tener miedo de reconocerme a mi- por que entonces si estaría perdida- ahora mismo…somos solo usted y yo, que importa lo demás?- “eres mi realidad…mi única verdad”- si me reconoce o le reconozco… de que sirve si no puede comunicarlo? Las preocupaciones solo dependen de lo que se esta dispuesto a hacer para solucionarlas y yo… yo hace mucho que no siento miedo.
Steffan Vodianova- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 15/05/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentro ---> Steffan
La menor de los Vodianova sintió como su piel se erizaba ante las suaves y perfectas risillas de burla proveniente del hombre frente a ella. Katerina podía jurar que ese sujeto que se mantenía en las sombras no era humano. ¡Pero eso era tonto, estúpido y patético! ¿Cómo no iba a ser humano? ¿Acaso las historias de su sirvienta, Margarett, estaban comenzando a hacer mella en sus pensamientos? "Concéntrate, Katerina, concéntrate". La voz de él la hacía temblar y sentirse vulnerable. Ella sentía que él podía leerla como a un libro, ver no solo su aspecto físico sino su miedo. Jamas se había sentido tan débil como en esos instantes.
¿Donde estaban los dos hombres enviados por el conde Darcy para vigilarla? Desde hacía unos tres o cuatro días el conde había enviado a dos hombres para que vigilaran y descubrieran de quien se trataba la persona que le perseguía, pero parecía ser que ellos no estaban por allí. "Probablemente él se escondió de ellos o... o los mató" fueron sus primeros pensamientos, mientras sujetaba el borde de su vestido para dormir.
—Es mi jardín, puedo salir cuando quiera— le espetó tratando de sonar con seguridad. —No hace falta emoción en mi vida y tampoco mis ropajes son insinuantes— esta vez la determinación en su voz desapareció volviendo a poseer una voz suave y rota. Su corazón palpitaba de manera rápida y sus manos temblaban.
Sus palabras...¡oh Dios, sus palabras! ¿Por que le recordaban a alguien tan amado por ella? ¿Por que la hacían sentir perdida? ¿Por que la hacían llorar? ¡Era estúpida, muy estúpida! Sus mejillas se habían humedecido por que ella recordaba la voz de una persona que había amado mucho en el pasado...pero ¡él estaba muerto! No había forma, no había manera de que ese hombre frente a ella, ese ser que decía que desde hacía mucho no sentía miedo, fuera su hermano. ¡No! Eso era solo una jugarreta de su mente. Estaba haciendo que ella viera cosas donde no las había, que se torturara cuando ella no debía. Ademas, no solo su hermano estaba muerto desde hacía mucho, sino que él era un hombre amable y jamas se burlaría de otra persona.
Steffan... su adorado y fallecido hermano mayor. Aquel que le había regalado su yegua, aquel que le había enseñado como montar, el mismo que la hacía reír y que le había enseñado a apreciar una buena lectura. El mismo hermano que la complacía en todo lo que ella deseaba, aunque fuera hacer el ridículo en la plaza de Amsterdam, jugando en la nieve con ella. Steffan, el joven amable e inteligente que había fallecido.
Katerina negó la cabeza, obligándose a borrar de su mente los recuerdos de su amado hermano mayor. No, ese sujeto que estaba frente a ella no era él, por que él estaba muerto. ¡Muerto! —S-si usted me reconoce— comenzó tartamudeando, mientras limpiaba sus mejillas —¿Por que no se presenta? Si va a atacarme o hacerme daño, ¡al menos déjeme ver su rostro y saber quien es!— le exigió ella, manteniendo su mirada sobre la silueta de él.
¿Donde estaban los dos hombres enviados por el conde Darcy para vigilarla? Desde hacía unos tres o cuatro días el conde había enviado a dos hombres para que vigilaran y descubrieran de quien se trataba la persona que le perseguía, pero parecía ser que ellos no estaban por allí. "Probablemente él se escondió de ellos o... o los mató" fueron sus primeros pensamientos, mientras sujetaba el borde de su vestido para dormir.
—Es mi jardín, puedo salir cuando quiera— le espetó tratando de sonar con seguridad. —No hace falta emoción en mi vida y tampoco mis ropajes son insinuantes— esta vez la determinación en su voz desapareció volviendo a poseer una voz suave y rota. Su corazón palpitaba de manera rápida y sus manos temblaban.
Sus palabras...¡oh Dios, sus palabras! ¿Por que le recordaban a alguien tan amado por ella? ¿Por que la hacían sentir perdida? ¿Por que la hacían llorar? ¡Era estúpida, muy estúpida! Sus mejillas se habían humedecido por que ella recordaba la voz de una persona que había amado mucho en el pasado...pero ¡él estaba muerto! No había forma, no había manera de que ese hombre frente a ella, ese ser que decía que desde hacía mucho no sentía miedo, fuera su hermano. ¡No! Eso era solo una jugarreta de su mente. Estaba haciendo que ella viera cosas donde no las había, que se torturara cuando ella no debía. Ademas, no solo su hermano estaba muerto desde hacía mucho, sino que él era un hombre amable y jamas se burlaría de otra persona.
Steffan... su adorado y fallecido hermano mayor. Aquel que le había regalado su yegua, aquel que le había enseñado como montar, el mismo que la hacía reír y que le había enseñado a apreciar una buena lectura. El mismo hermano que la complacía en todo lo que ella deseaba, aunque fuera hacer el ridículo en la plaza de Amsterdam, jugando en la nieve con ella. Steffan, el joven amable e inteligente que había fallecido.
Katerina negó la cabeza, obligándose a borrar de su mente los recuerdos de su amado hermano mayor. No, ese sujeto que estaba frente a ella no era él, por que él estaba muerto. ¡Muerto! —S-si usted me reconoce— comenzó tartamudeando, mientras limpiaba sus mejillas —¿Por que no se presenta? Si va a atacarme o hacerme daño, ¡al menos déjeme ver su rostro y saber quien es!— le exigió ella, manteniendo su mirada sobre la silueta de él.
Katerina Vodianova- Humano Clase Alta
- Mensajes : 125
Fecha de inscripción : 23/11/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentro ---> Steffan
-Entonces me dice que… ¿saldría con esa ropa a la calle? Si que debe ser una…señorita muy liberal- ¿liberal? U hermana era tan decente y perfecta que de ser un poco mas dulce le saldrían alas… y el las arrancaría de tajo, su hermana era pura y era inalcanzable…el amaba esa imagen tanto como la odiaba, odiaba aquella pureza que la alejaba de el, las mujeres podían caer rendidas ante el encanto de su nueva condición, pero su hermana…a la pequeña paloma sin duda la asustarían el largo de sus colmillos, la oscuridad que había caído como una maldición sobre su ser. Una maldición que le había alejado de centro de su afecto al mismo tiempo que le había liberado de las ataduras mortales que le impedían soñar siquiera con poseerla.
Se movió ligeramente entre la partes oscuras del jardín, como solo su nueva condición podría hacerle moverse, la noche estaba perfecta, la luna iluminaba parcialmente la noche tan consiente de su deseo que parecía arroparlo con su protección, pues sus rayos no le tocaban pero en cambio acariciaban la perlada piel de su hermana, como seda sobre el mármol, como si acariciara una estatua griega, con una belleza tan mágica que incluso parecía irreal. Con una pureza que se encargaría de destrozar con sus propias manos, por que los ángeles, no bajan al infierno…pero un ángel caído, nunca…nunca volvía al cielo y cuando callera, su dulce y tierno niña, nunca volvería a ver la luz del sol, jamás volvería a tener la gracia de dios…nada…no tendría nada mas que a el. Y entonces, podría ser suya, completamente suya.
Nuevamente la luna se escondio tras las nubes, dejando que la noche envolviese por completo a su hijo, permitiéndole acercarse a katerina, sus pasos silenciosos, completamente imperceptibles le permitieron llegar inadvertido tras la joven, uno de sus brazos se enrosco cual serpiente alrededor de su cintura, abarcando también sus brazos para impedir su pelea, la mano libre fue hasta la boca de la muchacha- ¿en verdad quieres saber quien soy? – pregunto de manera mordaz en el oído de la chiquilla- ¿estas preparada para ese conocimiento pequeña? Cuando lo sepas…entonces todo abra terminado para ti…- por que el día que le mostrara su rostro, seria solo para llevarla a las sombras que lo cubrían.
El cuerpo femenino se acoplaba al suyo, como dos partes del mismo molde que fueron separados y ahora que la tenia junto a el nuevamente, mas cerca de lo que jamás había estado casi podía rozar la felicidad con la punta de los dedos, casi podía sentir que el muerto corazón en su pecho podía volver a golpear en su pecho. Su aroma le inundaba los sentidos, asiéndole cerrar los ojos y disfrutar de su cercanía, alargo las uñas y lentamente descubrió la boca de la chica bajando el agarre al cuello de la chica, dejando que sintiese en su piel las afiladas garras.
-entonces- murmuro en su oído mientras hundía una de sus uñas en la piel de leche bajo sus dedos, logrando crear un arañazo superficial, lamiendo al gota de sangre que broto de ella, disfrutando del mágico sabor de su pecado.
Se movió ligeramente entre la partes oscuras del jardín, como solo su nueva condición podría hacerle moverse, la noche estaba perfecta, la luna iluminaba parcialmente la noche tan consiente de su deseo que parecía arroparlo con su protección, pues sus rayos no le tocaban pero en cambio acariciaban la perlada piel de su hermana, como seda sobre el mármol, como si acariciara una estatua griega, con una belleza tan mágica que incluso parecía irreal. Con una pureza que se encargaría de destrozar con sus propias manos, por que los ángeles, no bajan al infierno…pero un ángel caído, nunca…nunca volvía al cielo y cuando callera, su dulce y tierno niña, nunca volvería a ver la luz del sol, jamás volvería a tener la gracia de dios…nada…no tendría nada mas que a el. Y entonces, podría ser suya, completamente suya.
Nuevamente la luna se escondio tras las nubes, dejando que la noche envolviese por completo a su hijo, permitiéndole acercarse a katerina, sus pasos silenciosos, completamente imperceptibles le permitieron llegar inadvertido tras la joven, uno de sus brazos se enrosco cual serpiente alrededor de su cintura, abarcando también sus brazos para impedir su pelea, la mano libre fue hasta la boca de la muchacha- ¿en verdad quieres saber quien soy? – pregunto de manera mordaz en el oído de la chiquilla- ¿estas preparada para ese conocimiento pequeña? Cuando lo sepas…entonces todo abra terminado para ti…- por que el día que le mostrara su rostro, seria solo para llevarla a las sombras que lo cubrían.
El cuerpo femenino se acoplaba al suyo, como dos partes del mismo molde que fueron separados y ahora que la tenia junto a el nuevamente, mas cerca de lo que jamás había estado casi podía rozar la felicidad con la punta de los dedos, casi podía sentir que el muerto corazón en su pecho podía volver a golpear en su pecho. Su aroma le inundaba los sentidos, asiéndole cerrar los ojos y disfrutar de su cercanía, alargo las uñas y lentamente descubrió la boca de la chica bajando el agarre al cuello de la chica, dejando que sintiese en su piel las afiladas garras.
-entonces- murmuro en su oído mientras hundía una de sus uñas en la piel de leche bajo sus dedos, logrando crear un arañazo superficial, lamiendo al gota de sangre que broto de ella, disfrutando del mágico sabor de su pecado.
Steffan Vodianova- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 15/05/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentro ---> Steffan
Sus mejillas se ruborizaron, no solo por la vergüenza sino por el simple hecho de llamarle 'liberal'. Ella no era una joven liberal, ni siquiera había salido a la calle con un hombre que no fuera su padre. Aceptaba que se había encontrado más de una vez al Conde Darcy, pero eso era diferente. Ella no hacia nada 'liberal' con el conde, sino que planeaba una venganza en contra de su familia paterna. Eran negocios, no asuntos 'liberales'. Ella era una joven mujer de su casa, tranquila y en una forma u otra (en su mente) aburrida. Ella ni siquiera tenía amigos o amigas, llevaba muy poco tiempo en París y a decir verdad a ella no le llamaban la atención las pomposas fiestas realizadas por los aristócratas. —¡Por supuesto que yo no saldría a la calle con estas ropas!— chilló indignada, cruzando sus manos frente a su pecho. —Estaba a punto de irme a dormir, pero siempre doy un paseo por mi jardín antes de acostarme— ¿Por qué trataba de justificarse? A ese individuo no le debía importar nada de su vida, ademas... ¡él estaba acosándola!
Katerina imaginaba que la salud mental de ese hombre no debía ser muy buena. ¿A quien se le ocurre perseguir a una mujer? ¿Qué clase de hombre acosa a una chica? Caminar en la oscuridad era solo cosa de gente demente y de criaturas sobrenaturales. Claro, ella no creía en dichos cuentos, esos solo estaban hechos para que los niños respetaran a sus padres. Pero las personas dementes sí existían. Y para su suerte, él podía ser uno de esos.
Ella estaba demasiado envuelta en su mente y ese fue un grave error. De un momento a otro, la silueta del hombre ya no estaba frente a ella. Un escalofrío recorrió su cuerpo, ¿acaso se abría ido sin ella darse cuenta?
El corazón de la más joven de los Vodianova dio un fuerte y muy doloroso giro cuando sintió las fuertes manos del hombre enroscarse por su cintura y sujetar sus brazos. Estaba a punto de gritar cuando una de sus manos se colocó sobre su boca impidiéndole hablar. Ella estaba paralizada. Congelada de miedo. Su corazón latía violentamente. Las manos de ese hombre eran frías, quizás todo se debía a las altas temperaturas en París, pero como quiera, era como si él se hubiera lanzado a las frías aguas.
Ella no estaba segura de lo que él decía. El miedo la tenía congelada, su cerebro le gritaba que dijera que no. Que le suplicara por su vida y que en cuanto la soltara, saliera corriendo. Pero su corazón y su curiosidad, ¡esa maldita curiosidad femenina! le decía que si, que dijera que sí. Ella deseaba saber quien era ese hombre, necesitaba saber por qué cuando escuchaba su voz, su corazón latía dolorosamente, necesitaba saber por qué su voz le traía vagos recuerdos de su feliz infancia.
¿Qué clase de demente arañaba a una mujer y luego saboreaba su sangre? Katerina respiró hondo en cuanto él liberó su boca. ¿De qué valía gritar? Nadie iba a escucharla. Los hombres que el conde Darcy había enviado no estaban por allí, sus padres dormían al otro lado de la casa y los sirvientes estaban todos durmiendo. Allí no había nadie. Solamente ella y él.
"Entonces..."
—¿Quien eres? Quiero saber quien eres... en esos momentos... realmente a ella no le importaba si eso culminaría con su vida, solo deseaba satisfacer su curiosidad.
Katerina imaginaba que la salud mental de ese hombre no debía ser muy buena. ¿A quien se le ocurre perseguir a una mujer? ¿Qué clase de hombre acosa a una chica? Caminar en la oscuridad era solo cosa de gente demente y de criaturas sobrenaturales. Claro, ella no creía en dichos cuentos, esos solo estaban hechos para que los niños respetaran a sus padres. Pero las personas dementes sí existían. Y para su suerte, él podía ser uno de esos.
Ella estaba demasiado envuelta en su mente y ese fue un grave error. De un momento a otro, la silueta del hombre ya no estaba frente a ella. Un escalofrío recorrió su cuerpo, ¿acaso se abría ido sin ella darse cuenta?
El corazón de la más joven de los Vodianova dio un fuerte y muy doloroso giro cuando sintió las fuertes manos del hombre enroscarse por su cintura y sujetar sus brazos. Estaba a punto de gritar cuando una de sus manos se colocó sobre su boca impidiéndole hablar. Ella estaba paralizada. Congelada de miedo. Su corazón latía violentamente. Las manos de ese hombre eran frías, quizás todo se debía a las altas temperaturas en París, pero como quiera, era como si él se hubiera lanzado a las frías aguas.
Ella no estaba segura de lo que él decía. El miedo la tenía congelada, su cerebro le gritaba que dijera que no. Que le suplicara por su vida y que en cuanto la soltara, saliera corriendo. Pero su corazón y su curiosidad, ¡esa maldita curiosidad femenina! le decía que si, que dijera que sí. Ella deseaba saber quien era ese hombre, necesitaba saber por qué cuando escuchaba su voz, su corazón latía dolorosamente, necesitaba saber por qué su voz le traía vagos recuerdos de su feliz infancia.
¿Qué clase de demente arañaba a una mujer y luego saboreaba su sangre? Katerina respiró hondo en cuanto él liberó su boca. ¿De qué valía gritar? Nadie iba a escucharla. Los hombres que el conde Darcy había enviado no estaban por allí, sus padres dormían al otro lado de la casa y los sirvientes estaban todos durmiendo. Allí no había nadie. Solamente ella y él.
"Entonces..."
—¿Quien eres? Quiero saber quien eres... en esos momentos... realmente a ella no le importaba si eso culminaría con su vida, solo deseaba satisfacer su curiosidad.
Katerina Vodianova- Humano Clase Alta
- Mensajes : 125
Fecha de inscripción : 23/11/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentro ---> Steffan
Paso un dedo por la herida infringida en el cuello de su hermana y presiono obteniendo una gota mas de aquella exquisita sangre… un vampiro se lo habia dicho antes, uno de los pocos caminantes de la noche con los que se había podido cruzar.
“bebes indiscriminadamente sin importar la persona siempre y cuando te guste, pero sabes? El día en que bebas de alguien que llene tu corazón…el sabor será tan exquisito que no podrás dejarlo”
Y estaba seguro de que aquel era el manjar que jamás podría olvidar en su vida, cerro los ojos sintiendo nuevamente como el sabor inundando su boca, extendiéndose por todo su cuerpo.
-soy un fantasma- susurro volviendo a lamer la herida, sintiendo que las propiedades de su saliva cerraban la herida, maldiciendo internamente las habilidades que ser un vampiro conferían a su cuerpo, sus colmillos crecieron y picaron por incrustarse en la suave y cálida piel de su hermana- un fantasma al que parece que has olvidado… no reconoces mi voz pequeña? Haz olvidado a quien tanto te ama?- hablo con tono ronco mientras mantenía sus sentidos al margen, impidiendo que la lujuria de sangre le llevase a devorarla. Sonrió y con un sádico placer modulo su voz, algo mas suave y amable- recuérdame Katty…- hablo en un tono bajo y lastimero, para volver a su tono mordaz nuevamente- dime si no me recuerdas… debe ser que tu corazón es tan puro que fácilmente puede borrar y quedar limpio nuevamente… - hablo con cierto rencor, como si hubiese esperado en algún sentido que ella lo identificara nada mas tenerlo cerca, como seguramente el lo abría hecho, como si de haberla perdido el la abría visto en todas partes, abría buscado su cabello, sus ojos, su figura en cada mujer que conociera, en cada mujer que viese por la calle, pero ella era diferente, para ella apenas y era un recuerdo lejano y distante… El deseo de apretar el agarre en su cuello se apodero de el, de apretarla contra su cuerpo de abrazarla con fuerza hasta que los frágiles huesos crujieran entre sus brazos, hasta que el ultimo aliento de su cuerpo se extinguiera y cuando su alma abandonase su cuerpo, cuando la luz se fuera de sus ojos cuando eso estuviese por suceder le dejaría ver su rostro, y antes de abandonar este mundo solo lo tendria a el en su cabeza, seria el quien inundara cada pensamiento, cada parte de su corazón, su alma y su mente. Pero no podia… por que el sentimiento chocaba con las ansias de girarla en sus brazos y besarla hasta robarle el aliento.
“bebes indiscriminadamente sin importar la persona siempre y cuando te guste, pero sabes? El día en que bebas de alguien que llene tu corazón…el sabor será tan exquisito que no podrás dejarlo”
Y estaba seguro de que aquel era el manjar que jamás podría olvidar en su vida, cerro los ojos sintiendo nuevamente como el sabor inundando su boca, extendiéndose por todo su cuerpo.
-soy un fantasma- susurro volviendo a lamer la herida, sintiendo que las propiedades de su saliva cerraban la herida, maldiciendo internamente las habilidades que ser un vampiro conferían a su cuerpo, sus colmillos crecieron y picaron por incrustarse en la suave y cálida piel de su hermana- un fantasma al que parece que has olvidado… no reconoces mi voz pequeña? Haz olvidado a quien tanto te ama?- hablo con tono ronco mientras mantenía sus sentidos al margen, impidiendo que la lujuria de sangre le llevase a devorarla. Sonrió y con un sádico placer modulo su voz, algo mas suave y amable- recuérdame Katty…- hablo en un tono bajo y lastimero, para volver a su tono mordaz nuevamente- dime si no me recuerdas… debe ser que tu corazón es tan puro que fácilmente puede borrar y quedar limpio nuevamente… - hablo con cierto rencor, como si hubiese esperado en algún sentido que ella lo identificara nada mas tenerlo cerca, como seguramente el lo abría hecho, como si de haberla perdido el la abría visto en todas partes, abría buscado su cabello, sus ojos, su figura en cada mujer que conociera, en cada mujer que viese por la calle, pero ella era diferente, para ella apenas y era un recuerdo lejano y distante… El deseo de apretar el agarre en su cuello se apodero de el, de apretarla contra su cuerpo de abrazarla con fuerza hasta que los frágiles huesos crujieran entre sus brazos, hasta que el ultimo aliento de su cuerpo se extinguiera y cuando su alma abandonase su cuerpo, cuando la luz se fuera de sus ojos cuando eso estuviese por suceder le dejaría ver su rostro, y antes de abandonar este mundo solo lo tendria a el en su cabeza, seria el quien inundara cada pensamiento, cada parte de su corazón, su alma y su mente. Pero no podia… por que el sentimiento chocaba con las ansias de girarla en sus brazos y besarla hasta robarle el aliento.
Steffan Vodianova- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 15/05/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour