AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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|| Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
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|| Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
Antes de salir de la casa se dio el lujo de volver a besarlo con ganas, además de decirle lo increíblemente sexy que sonaban las palabras en su idioma dichas con ese acento francés que tenía. Por supuesto que no dudaría en ir enseñándole algunas cosas más, porque iba a morirse de gusto escuchándolo.
Finalmente salieron y se pusieron rumbo al mercado. Vaël adoptó una postura mucho más calmada en cuanto salieron de casa, sabiendo que así incomodaría menos al boticario y además tampoco era un animal que no supiera comportarse frente al resto, a pesar de que ahora, después de lo ocurrido en su casa, tenía muchísimas ganas de estar cerca de él, aferrarse a su brazo y susurrarle tonterías en la oreja.
Se enganchó a una conversación con él sobre la tienda, preguntándole las labores que debería desempeñar, en qué cosas fijarse y demás. Estaba emocionado con la idea de trabajar para él, de hacerlo en algo normal. Se moría de ganas de poder escribirle a su hermana contándole las buenas nuevas, contándole que había conseguido un trabajo decente y estaba volviéndose loco por un hombre que merecía la pena, aunque tuviera que esconderse más de lo que deseaba. Sin duda era un mal menor. Sabía que su hermana se sorprendería, pues ella conocía muy bien lo que Vaël había sentido por su padrastro y siempre pensó que nunca lo superaría o podría encontrar a otro. Pero la vida da sin duda muchas vueltas.
- Compraré una cesta.- buscó alguna, una de mimbre honda donde pudiera guardar las cosas que iban comprando y con esta colgada en el brazo sonrió - Bien, ¿qué te parece si empezamos por las cosas de Cherry, luego las tuyas y finalmente las que necesito para casa. - preguntó alzando una ceja.
El lugar estaba lleno de comerciantes de una lado para otro, armando escándalo, haciéndose escuchar sobre otros y clientes que preguntaban, comparaban y conversaban con sus conocidos. Era un ambiente agradable pero al mismo tiempo agobiante.
Finalmente salieron y se pusieron rumbo al mercado. Vaël adoptó una postura mucho más calmada en cuanto salieron de casa, sabiendo que así incomodaría menos al boticario y además tampoco era un animal que no supiera comportarse frente al resto, a pesar de que ahora, después de lo ocurrido en su casa, tenía muchísimas ganas de estar cerca de él, aferrarse a su brazo y susurrarle tonterías en la oreja.
Se enganchó a una conversación con él sobre la tienda, preguntándole las labores que debería desempeñar, en qué cosas fijarse y demás. Estaba emocionado con la idea de trabajar para él, de hacerlo en algo normal. Se moría de ganas de poder escribirle a su hermana contándole las buenas nuevas, contándole que había conseguido un trabajo decente y estaba volviéndose loco por un hombre que merecía la pena, aunque tuviera que esconderse más de lo que deseaba. Sin duda era un mal menor. Sabía que su hermana se sorprendería, pues ella conocía muy bien lo que Vaël había sentido por su padrastro y siempre pensó que nunca lo superaría o podría encontrar a otro. Pero la vida da sin duda muchas vueltas.
- Compraré una cesta.- buscó alguna, una de mimbre honda donde pudiera guardar las cosas que iban comprando y con esta colgada en el brazo sonrió - Bien, ¿qué te parece si empezamos por las cosas de Cherry, luego las tuyas y finalmente las que necesito para casa. - preguntó alzando una ceja.
El lugar estaba lleno de comerciantes de una lado para otro, armando escándalo, haciéndose escuchar sobre otros y clientes que preguntaban, comparaban y conversaban con sus conocidos. Era un ambiente agradable pero al mismo tiempo agobiante.
Última edición por Vaël Sunderland el Miér Mayo 30, 2012 6:54 am, editado 1 vez
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
Una de las razones por las que se había negado hasta entonces a que los vieran juntos era que la gente pudiera sospechar algo, sí, pero la otra era que él mismo se sentía bastante incapaz de estarse quieto cuando tenía delante a ese hombre que le despertaba instintos tiernos y salvajes a partes iguales. Por eso salía a pasear con Thibaut y sin embargo le daba miedo hacerlo con Vaël. El primero le había atraído mucho tiempo, eso era cierto, pero no era lo mismo porque no podía mirarlo con el anhelo de recibir lo suyo en cuanto volvieran a estar solos en alguna parte. Sunderland era tan apuesto que las muchachas lo miraban sin disimulo y el boticario no podía besarlo para marcarlo como le hubiera gustado. Es más, tenía que alentar aquello porque supuestamente los dos eran amigos y los amigos hablan sobre sus conquistas y sobre las mujeres que les interesan. Se preguntó de pronto con fastidio cómo iba a hacer con sus otras amantes, las mozas a las que habitualmente visitaba. Si Basile se volvía de pronto un recatado hombre de hogar todo el mundo iba a notar que había cambiado, si antes casi tenían que atarlo para que no saliera corriendo detrás de cualquier falda. ¿Y si tonteaba con ellas como si aún le interesaran? Eso podía molestar a Vaël, tenían que hablarlo más adelante.
- Vale, empecemos por Cherry.
Le hacía gracia que los dos estuvieran comprando provisiones para lo más parecido a un hijo que Basile había tenido nunca. ¿Qué necesitaba un conejo, zanahorias? Allí había bastante gente pero por suerte no tanta como para que no pudieran moverse. Intentó ayudar a su amigo con la cesta pero cuando fue a cogerla sus manos se tocaron un segundo y el boticario la soltó como si le hubiera dado un calambre. Le sonrió a modo de disculpa, no se acostumbraba aún a la sensación de tener algo que esconder.
- ¿Qué quieres comprarle?
- Vale, empecemos por Cherry.
Le hacía gracia que los dos estuvieran comprando provisiones para lo más parecido a un hijo que Basile había tenido nunca. ¿Qué necesitaba un conejo, zanahorias? Allí había bastante gente pero por suerte no tanta como para que no pudieran moverse. Intentó ayudar a su amigo con la cesta pero cuando fue a cogerla sus manos se tocaron un segundo y el boticario la soltó como si le hubiera dado un calambre. Le sonrió a modo de disculpa, no se acostumbraba aún a la sensación de tener algo que esconder.
- ¿Qué quieres comprarle?
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
Le pareció perfecto, así que tras asentir se puso a otear el mercado, a ver el lugar más indicado para poder tomar zanahorias, que serían la base de la dieta de la pequeña conejita. Estaba aun mirando a otro lado cuando sintió que el otro tomaba la cesta, así le devolvió la vista, notando esa forma de rechazar su contacto. La verdad es que en un primer momento le resultó un poco doloroso, porque tampoco es como que el simple hecho de rozarse le fuera a causar ningún problema, pero en cuanto Basile le sonrió, prácticamente se borró toda la molestia y le devolvió el gesto, algo apenado.
- Algunas zanahorias y un poco de paja para ponerle en la jaula. Así lo mantendré más limpio. - le dejó que tomara la cesta mientras él se acercaba a uno de los comerciantes. Aunque aun tenía un mal sabor de boca por lo que había pasado, aunque fuera una tontería, prefería quitárselo de la cabeza antes de que le volviera loco, no podía ponerse así por esas cosas o aquello no iba a funcionar - ¡Mira, son enormes! - llamó su atención, agarrando una zanahoria en cada mano, alzándolas a los lados de su cabeza.
Vale, no lo hizo con mala intención en un principio, pero luego miró a las zanahorias alternativamente y finalmente al boticario, sonriendo de medio lado con una carga total de picardía. ¿Qué culpa tenía él si las zanahorias le daban ideas pero que muy perversas? Se mordió el labio inferior, sabiendo que no tendría que decirle nada para que entendiera lo que se le pasaba por la cabeza en ese momento y que lo estaba provocando. Bien...se acababa de cobrar su pequeña venganza. Además...seguía siendo Vaël.
- Creo que me llevaré de estas, es pequeña aun así que le serán suficientes. - se giró de nuevo hacia el mercader para poder arreglar con él un buen precio y llevarse unas cuantas de aquellas verduras, guardándolas en la cesta.
- Algunas zanahorias y un poco de paja para ponerle en la jaula. Así lo mantendré más limpio. - le dejó que tomara la cesta mientras él se acercaba a uno de los comerciantes. Aunque aun tenía un mal sabor de boca por lo que había pasado, aunque fuera una tontería, prefería quitárselo de la cabeza antes de que le volviera loco, no podía ponerse así por esas cosas o aquello no iba a funcionar - ¡Mira, son enormes! - llamó su atención, agarrando una zanahoria en cada mano, alzándolas a los lados de su cabeza.
Vale, no lo hizo con mala intención en un principio, pero luego miró a las zanahorias alternativamente y finalmente al boticario, sonriendo de medio lado con una carga total de picardía. ¿Qué culpa tenía él si las zanahorias le daban ideas pero que muy perversas? Se mordió el labio inferior, sabiendo que no tendría que decirle nada para que entendiera lo que se le pasaba por la cabeza en ese momento y que lo estaba provocando. Bien...se acababa de cobrar su pequeña venganza. Además...seguía siendo Vaël.
- Creo que me llevaré de estas, es pequeña aun así que le serán suficientes. - se giró de nuevo hacia el mercader para poder arreglar con él un buen precio y llevarse unas cuantas de aquellas verduras, guardándolas en la cesta.
Última edición por Vaël Sunderland el Mar Mayo 29, 2012 4:27 pm, editado 1 vez
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
Sabía que le había hecho daño y se odió por ello. Vaël había dejado toda su vida atrás para estar lo más cerca de él que pudiera y para que Basile no tuviera que estar celoso de todos sus clientes, enfermándose cada noche que lo imaginara trabajando, y a cambio el boticario solo sabía hacerle desplantes en público. ¿Pero cómo borrar la sensación de que les observaban de su mente? No era fácil cambiar su modo de ser. Ya los libros que leía y la forma en la que hablaba lo convertían en persona non grata para el colectivo religioso, así que lo que menos quería era suscitar nuevos motivos de reproche y persecución. Pero también era cierto que a Sunderland nadie le había pillado nunca y era más que descarado, no había más que verlo con aquellas zanahorias. Se acercó a él con la cesta para que metiera las verduras sin poder borrar la sonrisa que se le había puesto al verlo hacer el tonto con aquellos vegetales.
- ¿Estás seguro de que quieres comprarlas? - Preguntó cuando el comerciante estaba ocupado buscando el cambio. - Mira que en casa ya tienes dos...
Vale, la suya no era tan grande, pero la idea estaba clara. Aunque bien visto prefería que no se la pusiera de comer a Cherry.
- ¿Sabes? Estaba pensando. - Le dijo mientras lo seguía hacia el puesto siguiente. - Que si vas a ser mi aprendiz tendrás que venir a casa y empezar a participar en el laboratorio. Cuanto antes mejor. - Mantenía la cesta bien agarrada para que no se le cayera entre la gente. - Quizá podamos comer allí y luego trabajar un rato.
Quería estar con él, lo de sus paranoias no quería decir que el inglés no le interesara. Quería demostrarle que no lo rechazaba de verdad, que solo estaba un poco asustado y que era precisamente porque le quería. ¡Por Dios! Le quería. Se acababa de dar cuenta allí, en medio de todo el gentío, entre el comerciante de quesos y el de salazones. No necesitaba pensarlo más ni tomarse más tiempo, estaba muy claro lo que sentía por Vaël y solo había sido un tonto por no reconocerlo antes. ¿Ahora qué hacía? La palabra amor le quemaba en la punta de la lengua y tenía que guardársela hasta que estuvieran solos de nuevo.
- ¿Estás seguro de que quieres comprarlas? - Preguntó cuando el comerciante estaba ocupado buscando el cambio. - Mira que en casa ya tienes dos...
Vale, la suya no era tan grande, pero la idea estaba clara. Aunque bien visto prefería que no se la pusiera de comer a Cherry.
- ¿Sabes? Estaba pensando. - Le dijo mientras lo seguía hacia el puesto siguiente. - Que si vas a ser mi aprendiz tendrás que venir a casa y empezar a participar en el laboratorio. Cuanto antes mejor. - Mantenía la cesta bien agarrada para que no se le cayera entre la gente. - Quizá podamos comer allí y luego trabajar un rato.
Quería estar con él, lo de sus paranoias no quería decir que el inglés no le interesara. Quería demostrarle que no lo rechazaba de verdad, que solo estaba un poco asustado y que era precisamente porque le quería. ¡Por Dios! Le quería. Se acababa de dar cuenta allí, en medio de todo el gentío, entre el comerciante de quesos y el de salazones. No necesitaba pensarlo más ni tomarse más tiempo, estaba muy claro lo que sentía por Vaël y solo había sido un tonto por no reconocerlo antes. ¿Ahora qué hacía? La palabra amor le quemaba en la punta de la lengua y tenía que guardársela hasta que estuvieran solos de nuevo.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
El hecho de que le siguiera la broma de aquella manera tan sutil no hizo sino mejorar su humor, haciendo que soltara incluso una risita baja y sacudiera la cabeza, imaginando de nuevo las mil y una cosas que le haría a ese hombre allí en medio, con todos mirando. Maldita represión de sociedad...
- Seguro, verás las que me quedan en casa prefiero usarlas para esta noche, así podemos cenar nosotros...dejaremos estas para Cherry. - dijo con diversión, terminando de arreglar con el tendero antes de seguir su camino para las diferentes cosas que le faltaban.
Aprovechó a comprar algo de queso y algunas cosillas más que necesitaba para la casa. Era un gusto poder hacer esos recados con alguien más y no tener que pasarlo solo, porque se aburriría enormemente. En realidad detestaba hacer recados, a menudo le dejaba dicho a la muchacha que le limpiaba la casa lo que necesitaba y ella era la que se hacía cargo, pero aquella había sido una situación especial y la estaba disfrutando. Además, más lo hizo al escuchar las palabras del otro. Vaël no era tonto, podía más o menos leer entre las palabras del boticario así que sonrió.
- Me parece una buena idea. No tenía nada planeado para esta tarde. Podría preparar algo en tu casa para comer si quieres. Ya que estamos aquí compraré algunas cosas, ¿te parece bien? - le preguntó sin poder perder esa sonrisa que se había dibujado en su cara, casi eterna - Mira, allí hay carne, tenías que comprar para tu madre, ¿no? Aprovechemos y si hay un buen precio tomo también para nosotros. - él permanecía totalmente ajeno a lo que se pasaba por la mente del mayor, porque seguro de haberlo sabido, se lo habría llevado corriendo a cualquier rincón para suplicarle que se lo dijera una y mil veces mientras le hacía el amor, y eso que se había prometido controlarse un poco con él - Ah...con un poco de queso y leche puedo hacer una salsa deliciosa, unas cuantas especias...
Ya iba haciendo recuento mental de la compra mientras jalaba del boticario de un lado a otro, regateando y probando cosas, como una esposa llevando a su marido sin descanso por toda la zona comercial, solo que ellos no parecían más que dos amigos, lo que el otro quería, algo que a él no le molestaba, se sentía pletórico en ese instante por saber que él quería pasar más tiempo a su lado.
- Seguro, verás las que me quedan en casa prefiero usarlas para esta noche, así podemos cenar nosotros...dejaremos estas para Cherry. - dijo con diversión, terminando de arreglar con el tendero antes de seguir su camino para las diferentes cosas que le faltaban.
Aprovechó a comprar algo de queso y algunas cosillas más que necesitaba para la casa. Era un gusto poder hacer esos recados con alguien más y no tener que pasarlo solo, porque se aburriría enormemente. En realidad detestaba hacer recados, a menudo le dejaba dicho a la muchacha que le limpiaba la casa lo que necesitaba y ella era la que se hacía cargo, pero aquella había sido una situación especial y la estaba disfrutando. Además, más lo hizo al escuchar las palabras del otro. Vaël no era tonto, podía más o menos leer entre las palabras del boticario así que sonrió.
- Me parece una buena idea. No tenía nada planeado para esta tarde. Podría preparar algo en tu casa para comer si quieres. Ya que estamos aquí compraré algunas cosas, ¿te parece bien? - le preguntó sin poder perder esa sonrisa que se había dibujado en su cara, casi eterna - Mira, allí hay carne, tenías que comprar para tu madre, ¿no? Aprovechemos y si hay un buen precio tomo también para nosotros. - él permanecía totalmente ajeno a lo que se pasaba por la mente del mayor, porque seguro de haberlo sabido, se lo habría llevado corriendo a cualquier rincón para suplicarle que se lo dijera una y mil veces mientras le hacía el amor, y eso que se había prometido controlarse un poco con él - Ah...con un poco de queso y leche puedo hacer una salsa deliciosa, unas cuantas especias...
Ya iba haciendo recuento mental de la compra mientras jalaba del boticario de un lado a otro, regateando y probando cosas, como una esposa llevando a su marido sin descanso por toda la zona comercial, solo que ellos no parecían más que dos amigos, lo que el otro quería, algo que a él no le molestaba, se sentía pletórico en ese instante por saber que él quería pasar más tiempo a su lado.
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
Se mordió el labio inferior mientras Vaël jugaba con las palabras y con sus emociones, porque de alguna forma estaba consiguiendo calentarlo en medio del mercado. Por suerte Basile tenía un autocontrol admirable y pudo simplemente asentir como respuesta dándole a entender que había comprendido y que estaba de acuerdo con la cena. Lo siguió por donde el inglés quería ir sin preguntarle ni una sola vez por la dirección de sus pasos. Quién le iba a decir a él que sería feliz algún día haciendo tareas de marido servicial como llevar una cesta que progresivamente se iba llenando de víveres.
- Sí, vamos y le cogeré dos piezas. - Decidió.
Le admiraba la capacidad culinaria de Vaël, aunque cuando se trataba de regatear estaban en su terreno. No en vano llevaba un montón de años comerciando con ingredientes para su botica con zánganos que intentaban sangrarle con los precios. Se entabló un duelo verbal entre Grushenko y el tendero que los clientes de alrededor siguieron con atención creciente hasta que Basile se alzó con la victoria: cuatro filetes por lo que inicialmente costaban dos. Hubo una señora muy entusiasta que incluso aplaudió después de la contienda, así que el boticario le respondió graciosamente alzándose un poco el sombrero.
- Me gusta demostrarme que todavía soy un hombre capaz de mantener a su madre y a su aprendiz. - Sonrió cuando ya se alejaban. - Aunque igual mi madre y mi aprendiz preferirían que supiera cocinar algo, pero bueno, todo no se puede.
La verdad era que entre fogones se tornaba inútil integral, casi tanto como cantando.
- Sí, vamos y le cogeré dos piezas. - Decidió.
Le admiraba la capacidad culinaria de Vaël, aunque cuando se trataba de regatear estaban en su terreno. No en vano llevaba un montón de años comerciando con ingredientes para su botica con zánganos que intentaban sangrarle con los precios. Se entabló un duelo verbal entre Grushenko y el tendero que los clientes de alrededor siguieron con atención creciente hasta que Basile se alzó con la victoria: cuatro filetes por lo que inicialmente costaban dos. Hubo una señora muy entusiasta que incluso aplaudió después de la contienda, así que el boticario le respondió graciosamente alzándose un poco el sombrero.
- Me gusta demostrarme que todavía soy un hombre capaz de mantener a su madre y a su aprendiz. - Sonrió cuando ya se alejaban. - Aunque igual mi madre y mi aprendiz preferirían que supiera cocinar algo, pero bueno, todo no se puede.
La verdad era que entre fogones se tornaba inútil integral, casi tanto como cantando.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
Sus ojos no se apartaron de ese enfrentamiento que poco después se produjo entre el boticario y el comerciante. Debía reconocer algo, sentía un ligero o no tan ligero orgullo al ver como su hombre salía victorioso. Era una sensación agradable que le cosquilleaba en el pecho pero que mantuvo bien controlada, sonriéndole a la señora que le dedicó un aplauso al mayor. al final se acercó a él, observándolo.
- La verdad es que nunca puse en duda que fueras un hombre capaz de cualquier cosa, ni la más mínima sombra de ello cruzó por mi mente. - reconoció sin perder la sonrisa. De nuevo el boticario decía algo que, sin saberlo, despertaban en Vaël un tornado de sensaciones. "Mantener a su madre y a su aprendiz", en su mente el ex cortesano cambiaba aprendiz por "pareja" o cualquier otro sinónimo y sonaba realmente bien. Él se preocupaba por cuidarlo, aunque era perfectamente de valerse por si mismo, las cosas claras, pero no estropearía el momento ni golpearía al ego del boticario - Creo que tu aprendiz es feliz pensando que él también puede hacer algo por ti, así que déjale la cocina a él y tú mejor dedícate a regatear y a hacer cosas...¿de hombres?
No pudo evitar una risita, puede que el inglés resultara realmente un poco afeminado para algunas cosas. Más por sus gustos que por sus gestos. Sí, le gustaba ser quien cocinara, puede que le gustase ser quien tomase un papel más femenino en una relación, sin parecer por ello un hombre desesperado por ser mujer o teniendo extravagantes amaneramientos y comportamientos, pues no era el caso. Sin contar que en la cama, los hombres eran ambos y eso es lo que hacía interesante ese acuerdo entre los dos. Vaël quería cuidarlo como lo haría una esposa porque el boticario era todo un hombre en su vida cotidiana, tenía su negocio y estaba acostumbrado a ello. Lo respetaba de esa manera y no lo cambiaría. Y le gustaba que el mayor se preocupara por él como lo haría un marido, pues el inglés siempre fue coqueto y le gustaban las atenciones masculinas. La verdad es que aun teniendo estas ideas, no se sentía mal, ni se sentía mujer, ni probablemente nadie lo notaría desde fuera.
- Bien, creo que debería aprovechar que estás aquí cerca para ir a por algo de pescado, a ver que tan buen precio puedes sacar, maestro. - le dijo con una media sonrisa, acomodando la carne en la cesta que ahora cargaba él, ya que se la había quitado para que tratara con más comodidad con el comerciante.
- La verdad es que nunca puse en duda que fueras un hombre capaz de cualquier cosa, ni la más mínima sombra de ello cruzó por mi mente. - reconoció sin perder la sonrisa. De nuevo el boticario decía algo que, sin saberlo, despertaban en Vaël un tornado de sensaciones. "Mantener a su madre y a su aprendiz", en su mente el ex cortesano cambiaba aprendiz por "pareja" o cualquier otro sinónimo y sonaba realmente bien. Él se preocupaba por cuidarlo, aunque era perfectamente de valerse por si mismo, las cosas claras, pero no estropearía el momento ni golpearía al ego del boticario - Creo que tu aprendiz es feliz pensando que él también puede hacer algo por ti, así que déjale la cocina a él y tú mejor dedícate a regatear y a hacer cosas...¿de hombres?
No pudo evitar una risita, puede que el inglés resultara realmente un poco afeminado para algunas cosas. Más por sus gustos que por sus gestos. Sí, le gustaba ser quien cocinara, puede que le gustase ser quien tomase un papel más femenino en una relación, sin parecer por ello un hombre desesperado por ser mujer o teniendo extravagantes amaneramientos y comportamientos, pues no era el caso. Sin contar que en la cama, los hombres eran ambos y eso es lo que hacía interesante ese acuerdo entre los dos. Vaël quería cuidarlo como lo haría una esposa porque el boticario era todo un hombre en su vida cotidiana, tenía su negocio y estaba acostumbrado a ello. Lo respetaba de esa manera y no lo cambiaría. Y le gustaba que el mayor se preocupara por él como lo haría un marido, pues el inglés siempre fue coqueto y le gustaban las atenciones masculinas. La verdad es que aun teniendo estas ideas, no se sentía mal, ni se sentía mujer, ni probablemente nadie lo notaría desde fuera.
- Bien, creo que debería aprovechar que estás aquí cerca para ir a por algo de pescado, a ver que tan buen precio puedes sacar, maestro. - le dijo con una media sonrisa, acomodando la carne en la cesta que ahora cargaba él, ya que se la había quitado para que tratara con más comodidad con el comerciante.
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
No podía decir "mantener a mi madre y a mi hombre" porque allí en medio del mercado nadie parecía tener el suficiente sentido del humor como para tomar a risa una cosa así, pero supuso que Vaël ya hacía la traducción. Porque en realidad la dificultad estribaba precisamente en eso, en traducir lo que decían ambos por las palabras que en realidad querían usar pero no podían. Cuando uno se acostumbraba no estaba tan mal, hasta tenía su gracia hablar en clave todo el rato como dos niños que juegan. Menos mal que Vaël sabía cocinar, porque si no iba a tener que inventar alguna excusa para que Jeanette pasara a hacer doble ración. No era muy normal que el aprendiz de Basile comiera y cenara en su casa más días que fuera.
- Vale, vamos al pescado.
Le gustaba que lo considerara útil para algo aunque fuese regatear, de nuevo su ego salía a flote y pedía que le sacaran brillo. Igual podía llegar a ser molesta su manía de destacarse, pero en aquella ocasión no era como cuando iba a los congresos de su ciencia con colegas, no intentaba competir con el inglés para erigirse como el mejor de ambos. Solo quería demostrarle que tenía sus cualidades, lo hacía para hacerse de valer delante de él. En el puesto de pescado se repitió más o menos el mismo proceso de antes, Basile se las colaba sin que las vieran venir, y al final los tenderos confundidos terminaban accediendo sin darse cuenta "vale, sí... ¡quiero decir, no!" pero para entonces el boticario ya les había puesto el dinero en la mano y se metía el paquete en la cesta. Ellos suspiraban, resignados, y con una sonrisa deslumbrante Grushenko desaparecía entre la multitud.
- En realidad es así como compro todo para la botica. - Le reconoció.
- Vale, vamos al pescado.
Le gustaba que lo considerara útil para algo aunque fuese regatear, de nuevo su ego salía a flote y pedía que le sacaran brillo. Igual podía llegar a ser molesta su manía de destacarse, pero en aquella ocasión no era como cuando iba a los congresos de su ciencia con colegas, no intentaba competir con el inglés para erigirse como el mejor de ambos. Solo quería demostrarle que tenía sus cualidades, lo hacía para hacerse de valer delante de él. En el puesto de pescado se repitió más o menos el mismo proceso de antes, Basile se las colaba sin que las vieran venir, y al final los tenderos confundidos terminaban accediendo sin darse cuenta "vale, sí... ¡quiero decir, no!" pero para entonces el boticario ya les había puesto el dinero en la mano y se metía el paquete en la cesta. Ellos suspiraban, resignados, y con una sonrisa deslumbrante Grushenko desaparecía entre la multitud.
- En realidad es así como compro todo para la botica. - Le reconoció.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
De nuevo se repitió la escena y al ex cortesano casi le daban hasta ganas de reírse de los pobres tenderos, es que ni sabían por dónde les venían. Hasta agradeció haber conocido a Basile fuera del trabajo porque entre lo bueno que era regateando y lo mucho que le gustaba, seguro que habría acabado arruinando entregándose a un precio absurdo para poder yacer con él.
- Ahora entiendo como es que te va tan bien. - murmuró con cierta diversión, mientras revisaba las cosas que ya cargaban en la cesta, asegurándose de que tenían todo lo necesario para la comida de ese día, la carne para la madre del mayor y las cosas para Cherry - Pues creo que ya hemos terminado por aquí...a ver..Sí, sí, s...sí. - alzó el rostro y sonrió ampliamente, sin duda nunca le había entretenido tanto el hacer ese tipo de tareas - Ha sido rapidísimo. ¿Te parece si pasamos primero por mi casa para dejar las cosas de la pequeña y luego ya vamos a la tuya para comer y ponernos manos a la obra?
Evidentemente no podía dejar al animalito allí todo el día sin darle de comer y además ni siquiera sabía cuanto tiempo lo tendría entretenido, aunque suponía que bastante ya que aparte de la comida, el ir aprendiendo olas cosas básicas le llevaría mucho tiempo. Por supuesto eso sin contar el que pasarían entre las sábanas del boticario, porque Vaël no quería saltarse esa parte.
Ya se había puesto a caminar por entre la gente para volver hacia la salida cuando sintió que una mujer mayor lo miraba y giró el rostro, dedicándole una sonrisa y un saludo con la mano a su señora casera, que le devolvió el gesto con uno de su cabeza mientras seguía atendiendo con el comerciante que la tenía ocupada.
- Ahora entiendo como es que te va tan bien. - murmuró con cierta diversión, mientras revisaba las cosas que ya cargaban en la cesta, asegurándose de que tenían todo lo necesario para la comida de ese día, la carne para la madre del mayor y las cosas para Cherry - Pues creo que ya hemos terminado por aquí...a ver..Sí, sí, s...sí. - alzó el rostro y sonrió ampliamente, sin duda nunca le había entretenido tanto el hacer ese tipo de tareas - Ha sido rapidísimo. ¿Te parece si pasamos primero por mi casa para dejar las cosas de la pequeña y luego ya vamos a la tuya para comer y ponernos manos a la obra?
Evidentemente no podía dejar al animalito allí todo el día sin darle de comer y además ni siquiera sabía cuanto tiempo lo tendría entretenido, aunque suponía que bastante ya que aparte de la comida, el ir aprendiendo olas cosas básicas le llevaría mucho tiempo. Por supuesto eso sin contar el que pasarían entre las sábanas del boticario, porque Vaël no quería saltarse esa parte.
Ya se había puesto a caminar por entre la gente para volver hacia la salida cuando sintió que una mujer mayor lo miraba y giró el rostro, dedicándole una sonrisa y un saludo con la mano a su señora casera, que le devolvió el gesto con uno de su cabeza mientras seguía atendiendo con el comerciante que la tenía ocupada.
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
Sí que habían sido rápidos, pero es que además a Basile se le había pasado el rato mucho más veloz por la grata compañía. Normalmente en el mercado se aburría tanto que siempre terminaba por mandar a Jeanette aunque las cosas le costaran luego el doble, ya que la muchacha no tenía tampoco su habilidad para el regateo. Le cogió la cesta de nuevo a Vaël y se quedó un poco rezagado organizando los paquetes dentro, pero cuando alzó la vista vio que el inglés se saludaba con una señora que reconoció como su casera. Esa misma mañana a primera hora había estado aguardando verla salir del edificio para poder colarse, así que la conocía bien. Se alegró de que en ese momento no fueran juntos para que no pudiera asociarlos, pero después en un amago de rebeldía contra el mundo trotó unos cuantos metros para colocarse justo al lado del inglés. No le importaba que les vieran comprando, el resto de la gente podía irse al cuerno.
- O podemos pasar por la tuya a coger a Cherry y llevárnosla a la mia. - Propuso. - No creo que sea buena idea dejarla sola, es tan pequeña... y tan suave.
Que fuera suave no parecía un factor de peso para decidir si se la llevaban a casa del mayor o no, pero es que a Basile le era imposible recordar al animalito sin que le viniera a la mente el tacto sedoso de su pelaje. No, de ninguna manera podía dejar a aquella indefensa criatura toda una jornada sin compañía. La forma en la que se había echado a temblar en sus manos cuando la había comprado le había partido el alma.
- Es muy bonita. Y a las cosas bonitas hay que cuidarlas.
Lo miró de reojo con una media sonrisa muy sugerente. Estaba bien claro que se refería a mimar a Vaël, claro, cosa que haría en cuanto dejara de haber gente a su alrededor.
- O podemos pasar por la tuya a coger a Cherry y llevárnosla a la mia. - Propuso. - No creo que sea buena idea dejarla sola, es tan pequeña... y tan suave.
Que fuera suave no parecía un factor de peso para decidir si se la llevaban a casa del mayor o no, pero es que a Basile le era imposible recordar al animalito sin que le viniera a la mente el tacto sedoso de su pelaje. No, de ninguna manera podía dejar a aquella indefensa criatura toda una jornada sin compañía. La forma en la que se había echado a temblar en sus manos cuando la había comprado le había partido el alma.
- Es muy bonita. Y a las cosas bonitas hay que cuidarlas.
Lo miró de reojo con una media sonrisa muy sugerente. Estaba bien claro que se refería a mimar a Vaël, claro, cosa que haría en cuanto dejara de haber gente a su alrededor.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
Lo cierto es que se sorprendió de sentir a Basile cerca mientras aun intercambiaba miradas con su casera, la cual reparó en el otro hombre y en sus labios se dibujó una media sonrisa que ocultó mientras volvía a sus asuntos. Claro, ella nunca veía a Vaël acompañado de nadie, mucho menos en una situación tan cotidiana aunque sí sabía a qué se dedicaba, pero mientras no la molestara le daba igual. Ahora a saber qué estaba pasando por su senil cabecita, lo cierto es que a él no le importaba, tenía más presente el hecho de que el mayor no se hubiera mantenido en la distancia.
- Claro, un buen padre no deja a su criatura todo el día solita, ¿no? - dijo con una risita. La verdad es que agradecía que le permitiera llevarse al animalito, aunque eso les distraería de su trabajo y Basile debía saberlo, pero recién la había conseguido y tenerla todo el día en una jaula en la oscuridad y la soledad, le daba bastante lástima - Me parece un plan genial.
Tras reconocer esto y comenzar a caminar de nuevo, Vaël escuchó sus palabras y su sonrisa se amplió, casi pudo jurar que su rostro había tomado algo de color porque bueno...vale que él lanzaba mil y una indirectas pervertidas, pero cuando era algo más tierno no podía evitar sentir cierta vergüenza, más aun porque él no era un cliente que decía esas cosas por compromiso, sabía que las sutilezas de Basile eran sinceras y eso le avergonzaba más. Se preguntó si iba a ser siempre así, si cuando salieran juntos comenzarían las frases con doble sentido que hacían latir a mil su corazón. Le encantaba la idea...
- Me he hecho una idea así por encima de como puede ser tu madre, así un poco como mi casera. - dijo sincero, con una media sonrisa divertida. Eso era por lo de los zapatillazos que le metía al boticario cuando era pequeño, su casera también era un poco ruda y se notaba - Pero...¿por qué no me hablas un poco más de ella? - no es que tuviera idea de conocerla ni nada parecido, ni prisa tampoco, eso ya sería cosa del francés, aunque claro la conocería como el ayudante de su hijo. Cosa muy diferente si Basile hubiera conocido a la familia de Vaël, donde él no se escondería y diría claramente lo que pasaba allí. De todas formas, sacó el tema porque así conversaban de algo mientras iban a su casa y porque amaba la voz de Basile.
- Claro, un buen padre no deja a su criatura todo el día solita, ¿no? - dijo con una risita. La verdad es que agradecía que le permitiera llevarse al animalito, aunque eso les distraería de su trabajo y Basile debía saberlo, pero recién la había conseguido y tenerla todo el día en una jaula en la oscuridad y la soledad, le daba bastante lástima - Me parece un plan genial.
Tras reconocer esto y comenzar a caminar de nuevo, Vaël escuchó sus palabras y su sonrisa se amplió, casi pudo jurar que su rostro había tomado algo de color porque bueno...vale que él lanzaba mil y una indirectas pervertidas, pero cuando era algo más tierno no podía evitar sentir cierta vergüenza, más aun porque él no era un cliente que decía esas cosas por compromiso, sabía que las sutilezas de Basile eran sinceras y eso le avergonzaba más. Se preguntó si iba a ser siempre así, si cuando salieran juntos comenzarían las frases con doble sentido que hacían latir a mil su corazón. Le encantaba la idea...
- Me he hecho una idea así por encima de como puede ser tu madre, así un poco como mi casera. - dijo sincero, con una media sonrisa divertida. Eso era por lo de los zapatillazos que le metía al boticario cuando era pequeño, su casera también era un poco ruda y se notaba - Pero...¿por qué no me hablas un poco más de ella? - no es que tuviera idea de conocerla ni nada parecido, ni prisa tampoco, eso ya sería cosa del francés, aunque claro la conocería como el ayudante de su hijo. Cosa muy diferente si Basile hubiera conocido a la familia de Vaël, donde él no se escondería y diría claramente lo que pasaba allí. De todas formas, sacó el tema porque así conversaban de algo mientras iban a su casa y porque amaba la voz de Basile.
- Spoiler:
- ¿Te parece que sigamos su casa y eso en este mismo tema? Ya que serán cosas cortas imagino :3
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
Genial, eran padres de una conejita. Aquella era definitivamente la familia más rara del mundo pero a Basile no le gustaba la gente muy convencional - con excepción de su intachable y buen amigo Thibaut -, así que no le importaba asumir su nueva paternidad con alegría. ¿Era cosa suya o Vaël se había sonrojado? Ajeno a las tribulaciones del otro sobre la casera el boticario se preguntaba ahora, mientras llevaba la cesta hacia la casa del inglés, por dónde podía empezar a enseñarle un oficio que él prácticamente había estado mamando desde la cuna. Su padre había sido cirujano barbero pero ya preparaba sus potingues, Basile sabía lo que era una probeta y cómo ponerla a calentar, cómo medir cantidades y qué ingredientes no había que mezclar por explosivos antes de cumplir los diez años. Ahora se veía en el dilema de tener que transmitir toda esa intuición.
- ¿Mi madre? - Preguntó saliendo un momento de su nube de ideas. - Bueno, su nombre de pila es Anne y es una mujer bastante normal. Al menos lo parece.
Se refería a que no era una anciana extravagante ni destilaba licores prohibidos en la bañera. Acudía a misa con su hijo todos los domingos aunque ninguno de los dos creía ver en el altar nada más que una estatua de madera de bastante mal gusto - con todas esas heridas sangrantes - y un cura espabilado que se ponía morado de vino con la excusa de la sangre de Cristo.
- Le gustan las historias fantásticas sobre duendes, vampiros, hombres lobo y cosas así, las cree de verdad. No hace daño a nadie ni está loca, entiéndeme, pero es exasperante que cada vez que pierdo algo me venga con que los gnomos lo han robado.
Sonrió rememorando aquellos episodios tan de su vida cotidiana, sobre todo de su infancia.
FdR. Vale, pues nos quedamos aquí y si quieres ya cambiamos de tema cuando tengan que entrar a casa de Basile.
- ¿Mi madre? - Preguntó saliendo un momento de su nube de ideas. - Bueno, su nombre de pila es Anne y es una mujer bastante normal. Al menos lo parece.
Se refería a que no era una anciana extravagante ni destilaba licores prohibidos en la bañera. Acudía a misa con su hijo todos los domingos aunque ninguno de los dos creía ver en el altar nada más que una estatua de madera de bastante mal gusto - con todas esas heridas sangrantes - y un cura espabilado que se ponía morado de vino con la excusa de la sangre de Cristo.
- Le gustan las historias fantásticas sobre duendes, vampiros, hombres lobo y cosas así, las cree de verdad. No hace daño a nadie ni está loca, entiéndeme, pero es exasperante que cada vez que pierdo algo me venga con que los gnomos lo han robado.
Sonrió rememorando aquellos episodios tan de su vida cotidiana, sobre todo de su infancia.
FdR. Vale, pues nos quedamos aquí y si quieres ya cambiamos de tema cuando tengan que entrar a casa de Basile.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
Era la primera vez que escuchaba el nombre de la madre del boticario, una curiosidad que se le pasó por la cabeza, pero trató de recordarlo, no era difícil, sin duda el del mayor le había costado algo más al no ser tan corriente para él. Lo escuchaba con tranquilidad, aunque no pudo evitar ponerse un poco tenso ante sus siguientes palabras. Genial...lo cierto es que no se había parado a pensar en que Basile pudiera o no creer en esas cosas que para Vaël eran tan reales, que había vivido tan de cerca.
Ahora se encontraba en el extraño dilema de si dejarle caer que igual su madre no creía en cosas tan disparatadas o mejor dejar pasar el tema. No quería estropear ese día, pero tampoco le gustaba andar ocultando cosas, no iba con su personalidad. No se había dado cuenta de que de forma inconsciente se llevó una mano al cuello, rozando con los dedos un lado de este como quien se rasca detrás de la oreja.
- No sabía que fueras tan incrédulo, Basile. Aunque me lo podía imaginar. - dejó caer, forzando una leve sonrisa. El ex cortesano recordaba muy bien el excitante pinchazo que suponían los colmillos de un vampiro, o la sensación que daba el retozar con un hombre que era en parte un animal y podía adquirir su forma. Claro que no le iba a decir algo así a su compañero, no quería que se pusiera celoso o pensara que era un enfermo por sus extraños gustos, ya que para ser sincero, aquellos hombres eran los que más le habían hecho disfrutar, quitando a su padrastro y al propio boticario - No digo que los duendes y esas cosas, ¿pero quién te dice que no existen los vampiros por ejemplo? Piensa en todas esas muertes sin explicar y la gente tan extraña que ronda por ahí de noche...- quién sabe, igual iba a ser él el encargado de descubrirle a Basile que no estaban tan solos como pensaban.
Ahora se encontraba en el extraño dilema de si dejarle caer que igual su madre no creía en cosas tan disparatadas o mejor dejar pasar el tema. No quería estropear ese día, pero tampoco le gustaba andar ocultando cosas, no iba con su personalidad. No se había dado cuenta de que de forma inconsciente se llevó una mano al cuello, rozando con los dedos un lado de este como quien se rasca detrás de la oreja.
- No sabía que fueras tan incrédulo, Basile. Aunque me lo podía imaginar. - dejó caer, forzando una leve sonrisa. El ex cortesano recordaba muy bien el excitante pinchazo que suponían los colmillos de un vampiro, o la sensación que daba el retozar con un hombre que era en parte un animal y podía adquirir su forma. Claro que no le iba a decir algo así a su compañero, no quería que se pusiera celoso o pensara que era un enfermo por sus extraños gustos, ya que para ser sincero, aquellos hombres eran los que más le habían hecho disfrutar, quitando a su padrastro y al propio boticario - No digo que los duendes y esas cosas, ¿pero quién te dice que no existen los vampiros por ejemplo? Piensa en todas esas muertes sin explicar y la gente tan extraña que ronda por ahí de noche...- quién sabe, igual iba a ser él el encargado de descubrirle a Basile que no estaban tan solos como pensaban.
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
Lo que él no esperaba era que Vaël se pusiera de parte de su madre. ¿De veras? Bueno, no es que a Basile le pareciera mal que el inglés tuviera imaginación, y de hecho eso no hacía que lo quisiera menos, en realidad hasta lo encontraba ahora más adorable. Pero no había forma de que le convenciera de que existían por ejemplo las hadas. Las fábulas y cuentos eran muy bonitos y al boticario le agradaban, siempre le habían gustado, pero sabía distinguirlas de lo que consideraba la realidad.
- Las muertes sin explicar suelen ser por rateros y maleantes, Vaël. - Lamentó hacerle abrir los ojos. - Quiero decir... que un vampiro está muerto por definición. Si su corazón se ha detenido es imposible que pueda moverse y mucho menos ir a chuparle la sangre a nadie.
Sonrió sin ninguna condescendencia, no era que se creyera mejor por hacer caso omiso de esos rumores, pero es que le hacía gracia que personas tan diferentes como un cortesano y su madre compartieran el mismo punto de vista sobre esa clase de cosas.
- Pero si oyes algún ruido por la noche puedes venir a mi cama. - Le aseguró. - Yo cuidaré de que los monstruos no te hagan daño.
Estaban solos ahora en la calle, así que le pasó un brazo por los hombros - el que no sujetaba la cesta - y le dio un beso rápido en el pelo antes de soltarlo de nuevo porque nunca se sabía quién iba a girar la esquina.
- Las muertes sin explicar suelen ser por rateros y maleantes, Vaël. - Lamentó hacerle abrir los ojos. - Quiero decir... que un vampiro está muerto por definición. Si su corazón se ha detenido es imposible que pueda moverse y mucho menos ir a chuparle la sangre a nadie.
Sonrió sin ninguna condescendencia, no era que se creyera mejor por hacer caso omiso de esos rumores, pero es que le hacía gracia que personas tan diferentes como un cortesano y su madre compartieran el mismo punto de vista sobre esa clase de cosas.
- Pero si oyes algún ruido por la noche puedes venir a mi cama. - Le aseguró. - Yo cuidaré de que los monstruos no te hagan daño.
Estaban solos ahora en la calle, así que le pasó un brazo por los hombros - el que no sujetaba la cesta - y le dio un beso rápido en el pelo antes de soltarlo de nuevo porque nunca se sabía quién iba a girar la esquina.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
En fin, seguramente convencer al boticario de la existencia de seres así no iba a ser fácil, seguramente no lo creyera hasta que no lo viera con sus propios ojos, y Vaël no tenía ganas de presentarle a ninguno de sus clientes para que le mostraran sus habilidades, lo que le faltaba es que a hora lo dejase a él por uno de ellos, sí claro. Suspiró, alzándose de hombros y no pudiendo evitar una sonrisa por sus palabras, primero dulce porque le hizo gracia y luego algo más picarona mientras lo miraba.
- Salir de mi cama y mi casa para ir a la tuya, sería sumamente engorroso, querido mío. - dijo divertido, negando con la cabeza, pero aquel gesto que hizo el mayor le dejó un poco descolocado. No le desagradó, faltaría más, pero de verdad que no se lo esperaba.
Agachó un poco la cabeza, mordiéndose el labio inferior mientras sentía que la cara volvía a calentársele. "¡Mierda Basile, esas cosas tan de repente me dejan fuera de juego!", lo hacían sentir como un niño tonto de quince años que recibe un beso a escondidas de su enamorada en una calle cualquiera, escondida de la vista de sus progenitores. Esperó a reponerse un poco antes de volver a hacer el rostro y darle un codacito, sin poder perder la sonrisa tonta. Giraron una calle para entrar en la que correspondía a la del ex cortesano y así poder subir. Sabía que su casera no estaba porque la habían visto un poco antes, y a pesar de que la mujer era insospechadamente rápida, no tanto.
- ¿Te encargas de tomar las cosas de Cherry mientras guardo lo mío en su sitio? - le preguntó tras abrir la puerta y quitarle la cesta, acercándose así a la mesa grande del comedor, para poder sacar lo que pertenecía a Basile, lo que iban a comer ese día y una parte de la comida y las cosas de la conejita, dejando el resto para llevárselo a la cocina.
- Salir de mi cama y mi casa para ir a la tuya, sería sumamente engorroso, querido mío. - dijo divertido, negando con la cabeza, pero aquel gesto que hizo el mayor le dejó un poco descolocado. No le desagradó, faltaría más, pero de verdad que no se lo esperaba.
Agachó un poco la cabeza, mordiéndose el labio inferior mientras sentía que la cara volvía a calentársele. "¡Mierda Basile, esas cosas tan de repente me dejan fuera de juego!", lo hacían sentir como un niño tonto de quince años que recibe un beso a escondidas de su enamorada en una calle cualquiera, escondida de la vista de sus progenitores. Esperó a reponerse un poco antes de volver a hacer el rostro y darle un codacito, sin poder perder la sonrisa tonta. Giraron una calle para entrar en la que correspondía a la del ex cortesano y así poder subir. Sabía que su casera no estaba porque la habían visto un poco antes, y a pesar de que la mujer era insospechadamente rápida, no tanto.
- ¿Te encargas de tomar las cosas de Cherry mientras guardo lo mío en su sitio? - le preguntó tras abrir la puerta y quitarle la cesta, acercándose así a la mesa grande del comedor, para poder sacar lo que pertenecía a Basile, lo que iban a comer ese día y una parte de la comida y las cosas de la conejita, dejando el resto para llevárselo a la cocina.
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
¿Cómo que engorroso? Hizo un mohín de disgusto por sus palabras, él pensaba que le encantaba su cama. Anduvo el resto del camino en silencio haciendo inventario mental de cómo estaba el laboratorio y de las cosas que tenía que limpiar u ordenar. La magnitud de la tarea lo abrumaba de tal forma que no se percató de la turbación de Vaël, de otro modo lo habría encontrado todavía más encantador. No creía que hubiera necesidad de buscar una similitud con los caracteres clásicos masculino y femenino en las parejas del mismo sexo - ¿eran una pareja? - pero poniéndose en ese rasero Basile suponía que le tocaba el rol de hombre protector. No porque el inglés necesitara que nadie le protegiera, al contrario, sino porque el boticario se sentía más seguro sabiéndose útil. ¿Cómo explicarlo? Vaël había estado con tantos otros... El francés creía de alguna manera que si le demostraba que podía cuidarlo y mantenerlo a salvo marcaría la diferencia crucial con sus amantes anteriores. Y es que a pesar de que todo hubiera ocurrido tan relativamente rápido entre ellos Basile tenía ya miedo de perderlo, ya lo celaba y solo su orgullo le impedía rogarle que le repitiera una y otra vez lo que sentía por él. Si el inglés lo hiciera posiblemente el boticario bromearía, comentaría algo sobre que su nuevo perfume era más infalible de lo que pensaba, y miraría para otro lado para que el ex cortesano no percibiera en sus ojos la emoción de sentirse diana exclusiva de tales afectos. Lo cierto era que Grushenko había visitado muchas camas pero no había hallado reposo ni hogar en ninguna. Todas las damas a las que veía eran casadas, o estaban comprometidas o sencillamente él evitaba que se crearan lazos de ninguna clase. Aparecía en su habitación como uno de esos vampiros en los que Vaël creía, tomaba de ellas lo que quería y desaparecía en la noche como el ladrón que era. Jamás se había quedado a dormir.
Llegaron a la casa del otro y Basile hizo lo que pedía. Mientras cogía la jaula de la conejita y la acariciaba de nuevo se dio cuenta de que no podía decirle al inglés que le quería. Él lo sabía y reconocía el sentimiento, un nuevo inquilino anidado en su pecho y sin embargo tan esquivo y tan frágil... El boticario temía que si trataba de apresarlo con palabras lo rompería o echaría a perder. Él, que siempre se había mostrado tan seguro, que siempre se había jactado de hablar claro y no había escatimado burlas para los que daban rodeos, a los que consideraba injustamente más débiles y faltos de valor. Lo cierto era que tenía miedo de decirle que lo amaba porque se temía a sí mismo. Temía lo que pudiera hacerse si después de aquella declaración, de aquella subyugación en cierto modo, Vaël lo traicionaba. Si le hacía daño y se burlaba de él, si no resultaba ser lo que parecía, Basile se sentiría como un imbécil por haberle hablado de amor. Sería prisionero de su propia lengua y de sus ingenuas intenciones. ¿Existía realmente esa relación utópica entre dos seres que se querían para siempre? ¿Podría cumplir con eso si se lo prometía a Sunderland? Y como casi todos miran por propio interés, lo que también le preocupaba era... ¿podría cumplir Vaël? No quiso apostar tan pronto su corazón a unas cartas que estaban boca abajo todavía. Era un cobarde y un egoísta.
- ¿Estás listo?
Fue a preguntarle cuando ya hubo cargado con Cherry en sus brazos, convenientemente equipada con su casa portátil y las enormes zanahorias que tantas bromas les habían suscitado en el mercado. No era eso lo que en realidad quería preguntarle, pero "¿podrás amarme siempre sabiendo que no soy ni la mitad de bueno de lo que presumo?" no parecía una buena opción en un momento como aquel. Como todos los cobardes aplazó sus dudas y miedos para más adelante y le sonrió, con un deje melancólico que podía pasar por timidez.
- Yo... podemos irnos ya. O Cherry se comerá sus zanahorias antes de llegar.
Se vio en la necesidad de bromear de nuevo mientras se preguntaba si alguna vez sería capaz de mirar a ese hombre a los ojos y decirle algo tan serio como la verdad.
Llegaron a la casa del otro y Basile hizo lo que pedía. Mientras cogía la jaula de la conejita y la acariciaba de nuevo se dio cuenta de que no podía decirle al inglés que le quería. Él lo sabía y reconocía el sentimiento, un nuevo inquilino anidado en su pecho y sin embargo tan esquivo y tan frágil... El boticario temía que si trataba de apresarlo con palabras lo rompería o echaría a perder. Él, que siempre se había mostrado tan seguro, que siempre se había jactado de hablar claro y no había escatimado burlas para los que daban rodeos, a los que consideraba injustamente más débiles y faltos de valor. Lo cierto era que tenía miedo de decirle que lo amaba porque se temía a sí mismo. Temía lo que pudiera hacerse si después de aquella declaración, de aquella subyugación en cierto modo, Vaël lo traicionaba. Si le hacía daño y se burlaba de él, si no resultaba ser lo que parecía, Basile se sentiría como un imbécil por haberle hablado de amor. Sería prisionero de su propia lengua y de sus ingenuas intenciones. ¿Existía realmente esa relación utópica entre dos seres que se querían para siempre? ¿Podría cumplir con eso si se lo prometía a Sunderland? Y como casi todos miran por propio interés, lo que también le preocupaba era... ¿podría cumplir Vaël? No quiso apostar tan pronto su corazón a unas cartas que estaban boca abajo todavía. Era un cobarde y un egoísta.
- ¿Estás listo?
Fue a preguntarle cuando ya hubo cargado con Cherry en sus brazos, convenientemente equipada con su casa portátil y las enormes zanahorias que tantas bromas les habían suscitado en el mercado. No era eso lo que en realidad quería preguntarle, pero "¿podrás amarme siempre sabiendo que no soy ni la mitad de bueno de lo que presumo?" no parecía una buena opción en un momento como aquel. Como todos los cobardes aplazó sus dudas y miedos para más adelante y le sonrió, con un deje melancólico que podía pasar por timidez.
- Yo... podemos irnos ya. O Cherry se comerá sus zanahorias antes de llegar.
Se vio en la necesidad de bromear de nuevo mientras se preguntaba si alguna vez sería capaz de mirar a ese hombre a los ojos y decirle algo tan serio como la verdad.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
Ordenaba las cosas en su cocina, tan ajeno a los pensamientos del boticario, tan perdido en los suyos propios. De haber sabido todo lo que pasaba por la mente del mayor, probablemente habría corrido a decirle que no se comportara como un niño pequeño y asustado, que las cosas debía afrontarlas como un hombre. Puede que aun siendo tan joven, el tiempo hubiera enseñado al ex cortesano que las cosas había que hacerlas y decirlas como se sentían, que las medias tintas y las mentiras no llevaban a ninguna parte y no conseguían si no dar problemas. Pero bueno, poco podía hacer él sin conocer los sentimientos ajenos más que esperar una pequeña señal para expresarle los suyos propios. Porque tampoco era tonto, no podía simplemente ir y decirle todo lo que sentía a ese hombre, exponiéndose al rechazo y a espantarlo ahora que comenzaba a conseguirlo.
Escuchó su voz justo cuando cubría algunas cosas con un trapo en el cajón que les correspondía y se sacudía las manos, sonriendo ampliamente y satisfecho con la compra. se había quitado una engorrosa tarea del medio, una que no le gustaba hacer solo y que sin embargo, al lado de su compañero, había sido un paseo de lo más agradable.
- Prácticamente, dame un instante más. - se dio la vuelta para salir de la cocina, mirándolo con la conejita en brazos y acercándose un poco a él. ¿Es que no podía dejar de sonreírle? Pareciera que le habían congelado la expresión del rostro cada vez que tenía a Basile cerca - Si se come las zanahorias le tocará pasar hambre el resto del día como castigo. - aseguró, acercándose a él y colocándose a su espalda, acercando los labios a su oreja - Porque no pienso marcharme de tu casa hasta muy, muy pero que muy tarde, boticario. - esto se lo susurró, como si temiera que alguien más los escuchara, usando un tono lascivo que dejaba en claro sus intenciones de no ir solo a estudiar plantas y potingues, sino de estudiarlo a él, que aun le quedaba mucho por aprender de su amante.
Se separó de él con una risita para meterse en el cuarto un segundo, solo para cambiarse la chaqueta por una un poco más cómoda que fuera más de estar por casa, así se sentiría más a gusto cuando estuvieran en casa del mayor. Cuando salió de nuevo agarró la cesta con la comida que había comprado para preparar en casa de Grushenko y lo que él mismo había tomado para su madre.
- Todo listo, vamos a tu casa. Espero que tanto viaje no le cree un trauma a Cherry. - bromeó, sonriendo de medio lado mientras le abría la puerta al otro hombre para que pudiera pasar, ya que él llevaba una carga más incómoda que la suya, tan solo una cesta. Echó un último vistazo para que su casa estuviera perfecta y salió tras él, guardándose la llave - Una duda que me ha dado, ¿no sueles comer con tu madre?
Escuchó su voz justo cuando cubría algunas cosas con un trapo en el cajón que les correspondía y se sacudía las manos, sonriendo ampliamente y satisfecho con la compra. se había quitado una engorrosa tarea del medio, una que no le gustaba hacer solo y que sin embargo, al lado de su compañero, había sido un paseo de lo más agradable.
- Prácticamente, dame un instante más. - se dio la vuelta para salir de la cocina, mirándolo con la conejita en brazos y acercándose un poco a él. ¿Es que no podía dejar de sonreírle? Pareciera que le habían congelado la expresión del rostro cada vez que tenía a Basile cerca - Si se come las zanahorias le tocará pasar hambre el resto del día como castigo. - aseguró, acercándose a él y colocándose a su espalda, acercando los labios a su oreja - Porque no pienso marcharme de tu casa hasta muy, muy pero que muy tarde, boticario. - esto se lo susurró, como si temiera que alguien más los escuchara, usando un tono lascivo que dejaba en claro sus intenciones de no ir solo a estudiar plantas y potingues, sino de estudiarlo a él, que aun le quedaba mucho por aprender de su amante.
Se separó de él con una risita para meterse en el cuarto un segundo, solo para cambiarse la chaqueta por una un poco más cómoda que fuera más de estar por casa, así se sentiría más a gusto cuando estuvieran en casa del mayor. Cuando salió de nuevo agarró la cesta con la comida que había comprado para preparar en casa de Grushenko y lo que él mismo había tomado para su madre.
- Todo listo, vamos a tu casa. Espero que tanto viaje no le cree un trauma a Cherry. - bromeó, sonriendo de medio lado mientras le abría la puerta al otro hombre para que pudiera pasar, ya que él llevaba una carga más incómoda que la suya, tan solo una cesta. Echó un último vistazo para que su casa estuviera perfecta y salió tras él, guardándose la llave - Una duda que me ha dado, ¿no sueles comer con tu madre?
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Algo tan corriente nunca fue tan excitante ||
Vaël tenía una forma muy dulce de sonreír que a Basile no le salía nunca, él parecía más bien un niño al que habían pillado con las manos en la masa y que se sabía culpable. Ambos eran dos estilos de hombre un tanto diferentes pero eso le gustaba mucho al boticario, porque si quisiera intimar con una copia de sí mismo se compraría un espejo y acabaría antes. Le acarició las orejas a Cherry dispuesto a esperarlo a que terminara. A pesar de no saber pronunciar muy bien el nombre de la conejita le había tomado cariño rápidamente. Le gustaba pensar que ahora había un regalo suyo en casa del inglés. Se le erizó la piel de la nuca cuando lo sintió hablándole en el oído, tenía que dejar de hacer eso sin avisar o cualquier día le atacaría al corazón, que Basile ya tenía una edad.
Se volvió con intención de agarrarlo pero solo consiguió abrazar el aire porque Vaël ya se había metido a buscar una chaqueta. El boticario se mordió el labio inferior y sonrió preguntándose qué tan bueno había sido en su vida anterior - si tal y como decía Talena existían las reencarnaciones - para merecer tener algo como eso en su existencia actual. Algo como ese hombre que le traía la felicidad más pura y simple que nunca había conocido, un sentimiento nuevo que complementaba los de amistad que ya se sabía de antes. Esperaba no llegar a descubrir nunca lo que era sufrir por amor, porque había gente que quedaba destrozada después de aquello. ¿Era la otra cara de la moneda o solo una desafortunada casualidad? Cherry le mordió un dedo y lo volvió al presente.
- ¡Ay! Yo no soy una de tus zanahorias, chérie. - La reprendió sin poder evitar reír al mismo tiempo. - No parece muy inquieta ante la perspectiva de dar un paseo. - Tranquilizó a Vaël. - Y no sé, a mi madre suelo verla todos los días pero no siempre comemos juntos, a veces ceno con ella cuando cierro la botica. No es porque no quiera ser un buen hijo, es que tiene sus amigas y celebra sus reuniones y si irrumpo en su casa se enfada.
La señora Grushenko tenía su carácter, pero Basile no podía culparla. ¿Cómo no iba a tenerlo después de lograr domar a una fierecilla como él? Atravesó el dintel de la puerta de Sunderland y se recordó que debía contenerse un poco por la calle. Seguramente con el tiempo ya tendría esa conducta interiorizada, pero ahora - al principio de su relación - le costaba horrores no abrazarlo y sonreír de oreja a oreja para que el mundo entero supiera algo que ni siquiera se atrevía a decirle a él. ¿Contradicciones? Bueno, Basile estaba lleno de ellas, y quien se atreviese a quererlo iba a tener que armarse de paciencia con él. A cambio el boticario prometía que la espera valdría la pena, no era mal compañero después de todo... o eso quería creer.
Se volvió con intención de agarrarlo pero solo consiguió abrazar el aire porque Vaël ya se había metido a buscar una chaqueta. El boticario se mordió el labio inferior y sonrió preguntándose qué tan bueno había sido en su vida anterior - si tal y como decía Talena existían las reencarnaciones - para merecer tener algo como eso en su existencia actual. Algo como ese hombre que le traía la felicidad más pura y simple que nunca había conocido, un sentimiento nuevo que complementaba los de amistad que ya se sabía de antes. Esperaba no llegar a descubrir nunca lo que era sufrir por amor, porque había gente que quedaba destrozada después de aquello. ¿Era la otra cara de la moneda o solo una desafortunada casualidad? Cherry le mordió un dedo y lo volvió al presente.
- ¡Ay! Yo no soy una de tus zanahorias, chérie. - La reprendió sin poder evitar reír al mismo tiempo. - No parece muy inquieta ante la perspectiva de dar un paseo. - Tranquilizó a Vaël. - Y no sé, a mi madre suelo verla todos los días pero no siempre comemos juntos, a veces ceno con ella cuando cierro la botica. No es porque no quiera ser un buen hijo, es que tiene sus amigas y celebra sus reuniones y si irrumpo en su casa se enfada.
La señora Grushenko tenía su carácter, pero Basile no podía culparla. ¿Cómo no iba a tenerlo después de lograr domar a una fierecilla como él? Atravesó el dintel de la puerta de Sunderland y se recordó que debía contenerse un poco por la calle. Seguramente con el tiempo ya tendría esa conducta interiorizada, pero ahora - al principio de su relación - le costaba horrores no abrazarlo y sonreír de oreja a oreja para que el mundo entero supiera algo que ni siquiera se atrevía a decirle a él. ¿Contradicciones? Bueno, Basile estaba lleno de ellas, y quien se atreviese a quererlo iba a tener que armarse de paciencia con él. A cambio el boticario prometía que la espera valdría la pena, no era mal compañero después de todo... o eso quería creer.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 15/03/2012
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